Capitulo 21

42.6K 1.9K 1.8K
                                    

            Unos golpecitos en la puerta hicieron que Julian  levantara la cabeza y observara con los ojos rojos y húmedos como Kei se adelantaba y abría la puerta de la habitación. Kevin no entró. Se limitó a entregarle una bolsa con varios dibujos y varios kanjis en su exterior. Después cerró la puerta sin que ninguno de los dos chicos llegara a decir una sola palabra.

            Tal vez, en otras circunstancias, a Julian le hubiera intrigado y deseado saber qué contenía el interior de la bolsa, pero en aquel momento no le apetecía nada. Se sentía deprimido. Un vacío le carcomía el alma y el estomago le dolía.

            — Ven aquí – le llamó Kei tranquilamente.

            Julian bajó la cabeza y se negó a levantarse. Temía que si lo hacía, las piernas le fallaran y cayera al suelo estúpidamente. Kei, sin llamarle nuevamente, cruzó la distancia que los separaba y llegó a su altura y, sin decir  nada, lo agarró del pelo y lo obligó a levantarse.

            — ¡Me haces daño! – gimoteó Julian, levantándose rápidamente para evitar que la mano del chico rubio ejerciera más presión sobre su cabeza.

            — Eso ya lo suponía – respondió Kei de mal humor, poniendo los ojos en blanco —. Toma, esto es para ti.

            Julian miró la bolsa que Kevin acababa de traer con cierta sorpresa y desconfianza. ¿Qué tendría aquella bolsa para que Kei se la diera? ¿Algún animal? ¿Una rata tal vez? ¿O podía ser que fuera un reptil...? Kei suspiró exasperado y sacó el mismo la caja de la bolsa y la abrió, tomando en sus manos un ostentoso vestido de color rosa. Tenía volantes en las mangas y en el cuello. Varios lazos colgaban del cuerpo y Julian palideció sin necesidad de que Kei dijera las palabras que continuarían tras mostrarle la ridícula prenda.

            — ¿No es bonito? Es perfecto para ti... ¿Quieres ponértelo ahora?

            — No – susurró Julian temblando ligeramente.

            — ¡Vamos! Tiene que sentarte muy bien.

            — No me pienso poner eso —. La voz de Julian rozaba la desesperación. Deseaba gritar, salir de allí y librarse de la pesadilla que estaba resultando el día.

            — ¿Ah, no? ¿Por qué? ¿No te gusta? – se interesó Kei con fingida preocupación —. ¿Preferirías que el color fuera más el malva o el rojo?

            Julian trató de alejarse, pero Kei fue mucho más rápido y se interpuso en su camino. Su mirada estaba inexpresiva, pero su incansable mueca burlona seguía allí, curvando los hermosos labios rojos. Julian apartó la mirada.

            — Déjame... No me voy a poner eso. No pienso hacerlo —. Cerró los ojos con fuerza, tratando de serenarse.

            Para sorpresa de Julian, Kei tiró el vestido encima de la cama, sin insistir demasiado en que se lo pusiera. Aquella reacción le intrigó y casi le alivió. Sabía que Kei siempre conseguía lo que se proponía, de una u otra forma.

            — Te dije que no te atrevieras a volver a desobedecerme – dijo Kei, borrando la sonrisa de los labios. Le miró fijamente, clavando sus profundos y duros ojos negros sobre él. Su tranquilidad era aterradora. Se movió hacia Julian y éste comenzó a retroceder a cada paso que Kei daba hasta llegar hasta la pared dónde el chico rubio lo inmovilizó —. Así que tendrás que ser castigado – susurró Kei sin molestarse en tocarlo para impedirle que se alejara de la pared —. Pasarte un solo día con ese... vestido tan mono... hará que no se te ocurra volver a desafiarme con tus estúpidos berrinches de niño malcriado.

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora