Mar Dorado | Camren.

By xSuffer

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Era 1651 y la joven Lauren sólo buscaba su libertad, sin saber que encontrará a alguien que la hará prisioner... More

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46 [Final 1/2]
[Final 2/2]
Epílogo
Extra - "Confesión de un amor clandestino"
Extra - El Secuestro de Rudd
Final Alternativo.
x
x.2
Extra - Espejo 16 y 17 Parte I
Extra: Espejo 16 y 17- Parte II
Extra - De Habana hecha de Habanos
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By xSuffer

—Quizás tengan nuestras medidas de aquella vez— respondí su pregunta.

La primera vez que estuvimos aquí, Samuel, horrorizado por nuestro sentido de la moda mandó a todas sus criadas a tomar nuestras medidas para hacernos y arreglarnos vestidos, pero entonces yo mandé a buscar camisas y pantalones. Ya los vestidos no me matan como solían hacerlo. Y Camila parecía estar de acuerdo con eso.

—Igual creo que es algo enfermo que tenga vestidos para nosotras, ni siquiera podía estar seguro de que regresaramos con vida de ese lugar— ella tenía sus ojos cerrados y seguía con su mano en su frente.

—Que optimista eres— su respiración se hacía más tranquila y su pecho subía con lentitud—. No vayas a dormirte, tenemos una fiesta a la que asistir.

—No quiero ir a ninguna fiesta, quiero estar aquí y que te quedes conmigo— estando de lado  montó una pierna en mi cintura junto con su brazo, pegandome mucho más a ella. 

—Y yo también, bajaremos un rato y luego encontraremos alguna buena excusa para subir. Podría actuar como si estuviera borracha y tú podrías traerme aquí para que descansara— sentí su creciente sonrisa en mi camisa.

—Me gusta esa idea— subió su cabeza y la recostó en mi hombro acomodándose, haciendo caso omiso a lo que le dije de no dormirse. Es Camila, nunca puedo llevarle la contraria.

—Perdón por esas cosas que te dije y por humillarte, no me gusta tratarte así aunque sea necesario— me carcome la conciencia dirigirme a mi sol de esa manera.

—Asunto olvidado, nunca creeré ninguna de tus palabras mi ángel.

—Quiero besarte desde esta mañana— bajé mi vista hacia su cabello.

Como si supiera que la estaba observando subió su mirada y mis ojos quedaron prisioneros de los suyos. Atrapé su labio superior sin necesidad de preguntarle con ninguna palabra, nuestros ojos hablaban por si solos.

Desde hace días venía haciendo lo mismo, pasaba su lengua por mi labio inferior haciéndome temblar. Se levantó un poco y tomó mi cara con sus manos, con sus dedos tocaba mis labios abriéndolos sin ser brusca.
Sentí su húmeda lengua dentro de mi boca, jadee y gemi de sorpresa, se sentía bien, algo tan grande que no podía contener. Sin romper el beso decidí hacerle lo mismo, tenía que sentir lo que yo estaba sintiendo. Puse una mano en su cintura y otra en su cuello acercándola más si es posible, imitando lo que ella hizo. Cayó duro encima de mi cuando metí mi lengua en su boca, hizo que nuestro beso se rompiera y sólo nos quedó reírnos de nosotras mismas porque estábamos descubriéndonos y éramos tan torpes a la vez.

—Quiero que me beses así más seguido— sus mejillas estaban muy rosas y sus preciosos ojos brillaban como las estrellas.

—Y tú a mi, se siente como cosquillas en la boca, muy rico.

Camila gruñó como nunca la vi hacerlo en su vida cuando tocaron nuestra puerta, puedo jurar que pataleo un poco.

—Ve a abrir la puerta Karla— hablé muy alto, de seguro eran las criadas que Samuel le había encargado a Smith para que vinieran.

Ella pone cara de pato al oírme, la levanto conmigo, cargándola y caminando hacia la puerta ejerciendo poca fuerza, ella abre mucho sus ojos y susurra "¿Qué estas haciendo? " Voy dándole pequeños besos de camino a la puerta que ella me corresponde.

La dejo de pie en la puerta y corro a lanzarme a la cama para fingir estar descansando.

—Ya mismo señorita Jauregui— habla tan alto como yo. Coloca su mano en la manilla de la puerta y espera unos segundos antes de abrir. Entran cuatro mujeres vestidas de la misma manera y se colocan en una línea en frente de mi.

—Buenas tardes señorita Jauregui, señorita Cabello, estaremos a su orden para lo que necesiten— manifiesta una de ellas quien imagino que era la jefa. Deben ser nuevas o algo porque nunca les había visto.

—Buenas tardes señoritas, necesitaré un baño de agua tibia, mi sirviente aquí ya ha tomado uno antes de llegar y solo tiene permitido un baño al día, di ed que se lo gana. También sirvanme una copa de vino y dejen la botella en la habitación, necesito relajarme— fui tan clara y precisa que hasta yo misma me sorprendí—. Rápido, que estoy muy estresada— las mujeres salieron en fila rápidamente. Había usado un tono tan frío y seco que seguro no les quedan ganas ni de decir un hasta luego cuando me vaya.

Parece que lo del baño y lo tenían arreglado, cuando Camila iba a quejarse conmigo, porque vi su cara, claramente iba a reclamar algo, tres entraron de nuevo cargando el agua mientras la otra imagino que salió corriendo a buscarme el vino. Me pareció una buena idea pedirlo para "empezar a tomar" desde ahora. Camila seguía en la puerta y me miraba confundida, lo que me causó cierta risa y le lance un beso al aire.

Me quité las botas mientras tanto las muchachas me preparaban el baño. Me recosté apoyada en mi codo viendo a Camila fijamente, quien no sabía que hacer para no sentirse tan nerviosa ante mi insistente mirada, mordía sus labios y suspire al pensar que eran los mios los que mordía.

Vi entrar a la muchacha restante con una copa y una botella de vino de no sé qué, sirvió parte del oscuro líquido en la copa, mucho más arriba de la mitad, y se lo entregó a Camila, con intención  de que ella me lo diera a mi. Camila como estaba en otro lugar se había quedado viendo la copa confundida, la muchacha le hizo una seña con las cejas hacia mi. Mi sol movió sus cejas también y luego las amplio entendiendo lo que le quiso decir la muchacha número cuatro. Caminó hacia mi y tuve que aguantar mi risa, casi fallo y tuve que toser en su lugar.

—Aquí tiene señorita Jauregui ¿Dónde le gustaría que colocase la botella?— en cambio ella sonreía libremente al estar de espaldas a la muchacha número cuatro.

—Colocala en aquella cómoda— en la habitación ya había copas, vasos y una botella de whisky esperando, me di cuenta cuando le pedí que llevara la botella a aquel lugar. Las otras tres mujeres salieron y se colocaron en fila frente a mi.

—¿Se le ofrece algo más Señorita Jauregui?— habló la jefa de nuevo.

—¿Tiene la llave de esta habitación? Por lo que escuché vendrá mucha gente, y la gente es curiosa, no me gustaría que se desaparecieran mis cosas. Y nadie quiere pagar siendo culpable o no si eso sucede— pasé mi dedo por la cubierta de la copa y la miraba detenidamente como si eso fuera más interesante que todas ellas; una falsa amenaza nunca cae mal. Vi a Camila temblar por una extraña razón que desconozco con mi rabillo del ojo derecho.

—Tengo una a mi disposición— sacó un gran manojo de llaves y comenzó a buscar entre ellas, todas me parecían iguales y no sé cómo es que en unos segundos ya había sacado la que pertenecía a esta habitación—. Aquí la tiene— llamó a Camila con su mano y se la entrego a ella, para que ella me la diera a mi.

—Gracias, pueden retirarse, cuando esté vistiéndome las llamo para que me ayuden, no creo que ella sepa poner un vestido adecuadamente— le di un sorbo a la copa. Si no decía al menos gracias a esas trabajadoras no me sentiría bien conmigo misma.

Se retiraron en fila justo como entraron y la ultima cerro la puerta tras ella. De inmediato con la llave que me habían dado me levante y fui a cerrar la puerta, comprobando que estuviera bien cerrada intentando abrirla. No se abrió lo y una sonrisa maligna creció en mi boca.

—No se vale Lauren, yo quería bañarme— se quejó cerca de la cama donde la dejé. Me acerqué a ella con la copa en boca, dándole un sorbo más grande.

—¿Quien dijo que no vas a bañarte?— mi voz se oyó ronca de un momento a otro.

—Tú lo dijiste hace un rato que yo no podía porque ya lo había hecho y... Oh...

Al parecer se dio cuenta de mis intenciones cuando recordó que ella no había tomado ningún baño por estar durmiendo, incluso tuve que sacarla de la cama para que se levantará. Una sonrisa se dibujo en su rostro, pero yo no fui capaz de sonreír, yo ya nos estaba imaginando sin ropa en esa bañera tan grande.

Me límite a colocar la copa en algún lugar para seguir caminado hacia ella hasta quedar a su espalda. Me pegue a ella, oliendo el aroma mentolado de su cabello, coloqué ambos brazos en los suyos y los subí al mismo tiempo. Mis ojos estaban cerrados, mi boca me guiaba ahora por la parte de atrás de su cuello hasta adelante donde subí mi mano junto a la de ella y aparté su cabello, atacando la zona descubierta. La escuché suspirar, mis besos subían y bajaban tranquilamente por esa zona, sentí su pulso y dejé mis labios ahí, depositando besos mojados, chupe donde estaba su pulso y la oí jadear.

Giró su rostro quedando a la altura del mio y me besó con desesperación, su respiración estaba un poco acelerada. Ahora ella usó nuestros brazos que se movían juntos, entrelazó nuestras manos y las fue subiendo con necesidad por su abdomen, le tomó poco tiempo poner mis manos en sus senos.

Mis manos con personalidad propia tomaron sus senos y los apretaron levemente. De improvisto quité mis manos de sus senos para meterlas debajo de su camisa y poder tocarlos mejor. Sentí como sonrió en el beso; gimió bajito cuando apreté sus duros pezones con mis dedos. Metió su lengua en mi boca sin ningún rodeo, atacandome con ferocidad. Separó su boca de la mía y la bajo a mi barbilla mordiéndome. Me gusta que me muerda, duele un poco pero igual se siente tan bien cuando pasa su lengua.

—Recoge tu cabello— ordené antes de que el deseo me volviera loca.

Saqué mis manos de su camisa y la voltee por la cintura. Ella hizo lo que le pedí, sus mejillas estaban sonrojadas. De abajo hacia arriba estaba desabotonando su camisa. Sus ojos que ahora estaban negros me miraban. Le saqué su camisa con mucha tranquilidad, tenía esa manía de doblar la ropa cada vez que se la quitaba, ella solía reírse de mi cuando hacía eso.

—¡Por Dios Lauren! Estoy tan lista y vas a doblar toda mi ropa, no tienes remedio— arrancó su camisa de mis manos y la lanzó hacia algún lado que no pude ver porque ella estaba quitando su ropa y ¿Quién no vería esto en lugar de otra cosa?

Yo procedí a quitarme mi ropa con mi mirada fija en ella, haciéndolo torpe por no poderme concentrar. Ella estaba desnuda, sacando el lirio que tenia en el bolsillo de su pantalón y colocándolo en la cama, yo sólo tenía que sacar mi calzoncillo para estar como Dios me trajo al mundo. Ella me sonríe, yo recojo mi cabello porque ha empezado a hacer calor.

No pierdo tiempo y la tomo por la cadera para acercarla a mi y besarla, nuestros senos chocan de una manera exquisita, mis pezones están tan duros que duelen. Ella monta una pierna a la medida de mi cintura y yo la sostengo pasando mi mano por todo su muslo. Coloca sus brazos alrededor de mi cuello y muerde mi labio inferior. Se apoya y da un pequeño salto, ahora tiene sus dos piernas en mi cintura enredadas, casi se cae por yo no poder tomarla a tiempo y nos encontramos riéndonos de nosotras mismas con nuestras frentes unida.

Acaricie su nariz con la mía dando vueltas, abrí mi boca y la vi hacer lo mismo lista para besarme. Rocé sus labios justo como la primera vez, suspiraba justo como lo hizo aquella vez. Amagué un poco para besarla, quería disfrutar este momento con ella.

Antes de actuar cojo con destreza la copa de vino que estaba tomando hace nada. Caminé con ella encima de mi hacia el baño, cerré la puerta y me dirijo a la gran bañera.

—Ten cuidado, puedes resbalarte— me dice ella. Esconde su cara en mi cuello y me abraza.

—Lo tendré, no quiero que te pase nada. Sostén la copa por favor— pedí. Dejé un beso descuidado en su cabello.

Camila no pesa mucho y no me es difícil cargarla por tanto tiempo. Meto un pie en la bañera. El agua está deliciosa. Ya adentro tomo un poco de aire, nunca había hecho esto y no sabía si era peligroso para ella. Con mucho cuidado fui agachandome poco a poco hasta quedar sentada. Ella soltó un jadeo cuando sintió la tibia agua tocar su cuerpo.

Le quito la copa de las manos sin avisarle, vaciando su contenido en su cuello y luego lanzándola para que flote en la bañera. El agua se tiñó por momentos de rojo, lo digo porque cuando cerré mis ojos no pude ver nada más. Ataqué su cuello con pasión, saboreando el vino de el, bebiéndolo, embriagandome; abrazo su espalda y me sumerjo, no sé nadar pero con gusto me ahogaría en ella. Su sabor más el tinto de las uvas era único, adictivo, me quedaría una eternidad lamiendo su cuello y aún así no sería suficiente. Ella me abraza y sus jadeos resuenan en mis oídos, lo cálido de su aliento choca con mi piel y sus uñas aruñan mis hombros al movimiento leve de sus caderas.

—Lauren... Uhm ¿Podemos hacerlo aquí?— preguntó en mi cuello.

—¿Quieres aquí?— me permití parar un momento y atenderla.

—Tengo muchas ganas— su voz se oía como los maullidos de un gatito recién nacido, tan tierna. Yo solo pude reírme—. No te rías, es tu culpa— me encara con su ceño fruncido. Mis manos que estaba abrazando su espalda bajaron sigilosamente a su trasero, su ceño fruncido cambió a sorpresa y luego a una sonrisa, ella sabía que con esto estaba diciéndole que si. Aunque no tenia claro como podíamos hacerlo aquí en la bañera todavía.

El agua me llegaba casi a los senos y ella por estar arriba de mi no le subía de su ombligo. Comencé de nuevo con suaves besos en su cuello, a diferencia de Camila que quería comerme todo el tiempo yo lo hacía con delicadeza por no querer dañar su preciosa piel; hay excepciones en las cuales también me provocaba morderla, lo admito. Creo que se arrodilló para quedar más alta porque de un momento a otro mis labios pasaron de su cuello a uno de sus senos. Impaciente. No dudé en meter uno de sus pezones en mi boca y chuparlo, sus dedos estaban en mi cabello y un primer gemido alto salió de su boca al pasar mi lengua.

—Shh, las paredes tienen oídos— susurré. Lo sabía muy bien por la experiencia que tuve con el señor Smith y aquella criada.

Seguí con mi trabajo. Me atreví a morder su seno derecho, son tan suaves como un bizcochuelo y provoca comerlos, ella contuvo el grito que estuvo por dar.

—Mmm Lauren— la oí murmurar.

Mis manos la tocaban en todos lados, casi siempre por su trasero porque me gusta tocarlo. Puse mis manos esta vez en sus senos, una para cada uno, y comencé a masajear. Ella me alborotaba más el cabello si eso era posible, hacía ese vaivén con sus caderas que provocaba que pegará su centro en mi abdomen, llenándome con su líquido viscoso. Producto de sus movimientos, sentí esa palpitación rara en mi centro y solté un gemido inconscientemente. Ella subió mi barbilla y me beso con dificultad, podía sentir ese calor que irradiaba de entre sus piernas justo en mi abdomen. Ella estaba  acelerada, por lo que los besos que fue dejando en mi cuello fueron bruscos al principio, luego bajó el ritmo a ese tan lento y exquisito que tanto me mata. Su mano nada inocente paso por el medio de mis senos descendiendo hacia mi abdomen. Sabía lo que haría y no estaba preparada para ello. Mientras que con su boca jugaba con mi seno derecho su mano se había posado en mi feminidad, yendo de arriba a abajo, hacía círculos en esa pequeña cosa que estaba entre mis pliegues, no tenia idea como se llamaba pero me hacía sentir débil y me daba mucho placer que me tocará ahí, cerré mis ojos para disfrutar más. Yo intentaba controlar mis gemidos apretando y mordiendo mis labios, juro que por un momento sentí el sabor a sangre.

—¿Me permites actuar? Ir muy profundo y duro entre tus piernas, embestirte como una bestia, detrozarte, mi pequeño cordero ¿Me lo permites?— estaba tan en las nubes que su voz se me confundía con el viento. Yo me límite a asentir, ya no podía aguantar más—. Sostente de alguna parte.

Ella abrió mis piernas. Eché mis brazos hacia atrás y me sostuve de los bordes de la bañera. Pasó su mano derecha por su feminidad sacándola un instante después para ponerla enfrente de mi boca, solté un gemido involuntario ante su acción y tomé sus dedos con mis dientes, probándola, me encanta su sabor.

Se metió entre mis piernas, las sostenía firme por todo mi muslo, cada extremidad llegaba casi a las paredes de la bañera. Se tomó su tiempo para observarme con esa sonrisa de superioridad, me tiene, me controla y eso me gusta. Cuando casi le grito que lo haga me roza levemente, se siente algo extraño debajo del agua pero aún así me gusta. Vuelve a hacerlo esta vez, consecutivamente, su agarre se hace más fuerte cuando ha agarrado el ritmo desenfrenado que utiliza. Apreto duro el borde de la bañera porque sus movimientos son tan rápidos y directos que siento que voy a morir ahí mismo. Empuja su centro con el mio y lo deja presionado un momento, luego empuja tan rápido sin separarse.

Sin importarme nada dejo salir un gemido altísimo que he estado conteniendo, suelto uno de mis agarres y la tomo por el cuello para besarla porque si no lo hacía iba a terminar gritando su nombre a los cuatro vientos.

Estaba tan cerca de explotar y sabía que ella también, esta vez soltó mis piernas y se fue hacia adelante para juntar nuestros cuerpos abrazandome por mis hombros y como si fuera posible empezó a moverse más rápido. Camila me domina. El agua se desbordaba y se formaban olas gigantes tal cual estuviéramos en medio de una tormenta en alta mar. Poco tiempo pasó y llegue a esa liberación asombrosa sintiendo mi centro palpitar incontrolablemente y mi cuerpo cansando, la oí gruñir y jadear cuando por fin paró ella también, había llegado y se tragó todo lo que quería gritar.

Con mi reciente liberación y todo mi cuerpo débil no me di cuenta cuando me solté de mi agarre y me fui hacia abajo hundiéndome en el agua. Camila que me tenía agarrada por los hombros se fue conmigo hacia abajo pero no del todo, ella me saco muy rápido del agua y me sentó.

—¡Jesús Lauren! Te dije que te sostuvieses— su voz era ronca, sonaba entre cansada, preocupada y molesta.

—No pude aguantarme más, me dejaste muy floja— la abracé por la cintura y la atraje a mi quedado a la medida de sus labios—. No te enojes solecito, esto ha sido maravilloso.

—Aquí no más, es peligroso mi luna.

—Te quiero ¿Lo sabes verdad?—  susurré encima de sus perfectos labios.

—No tengo duda de eso. Yo también te quiero, te quiero tanto— dejé un sonoro beso en su mejilla, ella aún estaba sonrojada por todo lo que acabamos de hacer.

—Deberíamos bañarnos— sugerí. Entrecerró sus ojos un poco, dándome esa mirada divertida de desconfianza.

—Sólo bañarnos Lauren.

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