Me despierto por el sonido de un mensaje en mi móvil. Veo la hora, son las 12:30 pm, creo que ya es una buena hora para levantarme.
Cuando desbloqueo el móvil, tengo varios mensajes de Iñigo.
–Oye, ¿quedamos esta tarde? –propone él.
+No se, tengo que estudiar –me excuso.
–Venga, solo va a ser un rato –insiste.
+¿Y para qué quieres quedar?
–Para vernos. No nos hemos visto nunca
+¿No te puedes esperar a que tengas menos exámenes? –pregunto.
–¿Es que no quieres que nos veamos?
+No, no es eso. Solo que estoy muy cansado –vuelvo a mentir.
–Pues parece que no quieres verme.
+Bueno venga, quedamos. Pero solo un rato –doy mi brazo a torcer finalmente.
–Verás cómo nos lo pasamos genial ¿A las 7 en tu portal?
+Okay –respondo cerrando la conversación.
En realidad, no tengo que estudiar nada, lo que pasa es que no me apetece mucho verle. En estos últimos días nuestras conversaciones están siendo un poco aburridas y creo que me estoy empezando a cansar de él. Es muy bueno y me trata bien, pero le falta esa chispa que necesito. Además, justo ahora quiere quedar, cuando ya no tengo ningún interés en él, podría haberlo dicho antes.
Creo que lo mejor es que hoy le diga que dejemos de hablar durante un tiempo, necesito relajarme un poco.
Le empiezo conversación a Jaime por Whatsapp para ver si me olvido un poco de Iñigo.
+Hola Jaimito, ¿Qué tal? jaja
–Hola, ¿Bien y tú? –responde él casi al instante.
+Pues aburrido.
–Bueno, quizás yo pueda cambiar eso jajaja
+¿Cómo? –pregunto pícaramente.
–¿Quieres que juguemos a un juego? –propone.
+Depende de que juego se trate –respondo.
–Verdad o mentira, yo te hago preguntas y tú me haces a mi. Prometo responderte sinceramente
+Vale, pero a ver qué preguntas jajaja
–¿Prefieres hablar por teléfono? –propone él.
+Okay, no estaría mal.
Entonces noto como me pongo un poco nervioso, voy a hablar por primera vez con él. Aunque le conozco desde hace mucho, nunca habíamos hablado mucho, solamente en un viaje que hicimos con el colegio a Inglaterra.
Espero unos momentos en tensión hasta que mi teléfono empieza a sonar.
+¿Hola? –digo nervioso.
–Hola –responde una voz menos grave de lo que me esperaba.
+¿Me escuchas bien?
–Sí, ¿y tú a mí?
+También. Sabes, odio mi voz –añado sin saber qué decir.
–La mía tampoco es que sea muy bonita
+Bueno, ¿empezamos? –digo yendo al grano.
–Vale, pero empiezo yo que he tenido la idea.
+Okay.
–¿Por qué empezaste a hablarme? –pregunta él.
+¿Por qué no debería haberlo hecho? Pareces un buen chico –respondo sin decir toda la verdad.
–¿Seguro? –insiste.
+Segurísimo.
–Bueno, tendré que creerte –dice rindiéndose finalmente.
+Mi turno. ¿Te gusta alguien? –pregunto rápidamente.
–Puede que sí y puede que no.
+¿Conozco a esa persona?
–He dicho que voy a responde sinceramente, no que te cuente todos mis secretos.
+Joo... –suspiro.
–Caleb, vamos a tener que dejarlo para otro día porque me llaman para irme a comer, luego hablamos –dice despidiéndose.
+¿Me vas a dejar así? Anda, hasta luego jajaja
–Adiós jajaja
Entonces dejo el teléfono en la mesilla y me voy a ver un poco la tele al salón.
Sobre las 18:30 pm me empiezo a vestir, para mí quedada con Iñigo. Tampoco me arreglo mucho, simplemente unos pantalones vaqueros con una una sudadera azul marino y unas botas de invierno. Siempre suelo llevar sudaderas, es mi prenda favorita.
Después de arreglarme me lavo los dientes, me peino un poco y salgo por la puerta con él móvil en la mano.
Cuando salgo de mi portal Iñigo ya me está esperando sentado en un banco de en frente de mi piso. Él es un muchacho un poco mas bajo que yo, siempre suele ir con su mochila vaquera, una camiseta a cuadros roja y negra y una especie de pañuelo. Tiene un tupé, como casi la mayoría de la gente de esta ciudad tan "original".
+Hola –digo sentándome en el banco
–Por fin te veo –dice mirándome a los ojos
+Sí... –digo un poco incómodo. – ¿A dónde quieres que vayamos?
–Creo que conozco un sitio por aquí cerca donde nadie nos va a molestar, sígueme –dice levantándose del banco.
¿Dónde no nos molesten? ¿Qué quiere decir con eso? Yo solo he venido para hablar con él, nada más.
Entonces vamos a unas escaleras que están un poco escondidas detrás de un edificio de mi barrio.
–Caleb... ¿Tú y yo que somos? –pregunta sentándose en uno de los escalones.
+Pues amigos... ¿no? –respondo yo quedándome de pie.
–Ya pero nuestras conversaciones... –dice él mirándome a los ojos desde abajo.
Se hace un silencio incómodo que parece interminable. Intento apartar la mirada y mirar hacia el frío cielo de invierno lleno de nubes.
–Yo siento cosas...–interrumpe el silencio.
+Mira Iñigo...
Y antes de que pudiera acabar la frase, se levanta y me da un beso. Es bastante corto, y parece más un pico que un beso en sí, porque enseguida me aparto de él.
+¿¡Qué coño haces!? –digo empujándole hacia atrás.
–Lo siento, yo creía que tú también... –intenta disculparse.
+Pues te has equivocado.
–¡Por favor, perdóname! –insiste.
+¿¡Quién te ha dado el derecho de intentar besarme!? –vuelvo a replicarle.
–Es que yo creía que tu sentías algo...
+Pues no es así. Sabes, prefiero que no volvamos a hablar en un tiempo.
Entonces me doy la vuelta para irme de allí pero Iñigo me agarra de la mano.
–Caleb, no volverá a ocurrir, de verdad.
+He dicho que me dejes en paz, ¿vale? –digo soltándome la mano y alejándome de él.
Mientras camino hacia mi casa, mi cabeza no deja de dar vueltas. No puedo creer que se haya lanzado. Quizás si hubiéramos quedado unos días antes pues me hubiera gustado y hubiera intentando algo con él, pero ya es demasiado tarde.
Al día siguiente cuando llegó al colegio le cuento todo a Eva. Se queda perpleja.
–¿Pero tú no querías tener algo con él? ¿Por qué te fuiste? –pregunta.
+Como ya te dije, creo que solo me gustaba porque era un chico, no porque me gustara él –intento explicar. –Era como una novedad para mí
–Pobrecito, lo tuvo que pasar fatal...
+Ya lo sé, tuvo que ser duro para él. Fue una situación muy incómoda, pero que querías que hiciera, ¿Liarme con él cuando no siento nada? –digo poniendo una cara de desesperación.
–También tienes razón... pero podrías haber tenido un poco más de tacto –replica Eva.
+Aunque hubiera sido lo más amable posible, le habría sentado mal igual.
–Bueno, lo que tienes que hacer ahora es dejarle su espacio he intentar hablar con él lo mínimo. Tiene que superarlo –dice ella.
+No, si después de esto yo ya no le vuelvo a dirigir la palabra, no quiero hacerle más daño.
En el patio Eva y yo solemos estar con los de nuestra clase pero esta vez nos vamos con Jaime y las amigas de su clase, María y Natalia.
Él y yo no dejamos de echarnos miradas y de hacer bromas entre nosotros. Es como si encajáramos perfectamente.
Toda la semana se me pasó corriendo. Estábamos todo los recreos con Jaime y sus amigos y no volví a hablar con Iñigo por Whatsapp.
El viernes por la tarde llegue a casa y tenía algunos mensajes del grupo con el que quedo.
En el grupo no estamos muchos, 4 chicas (Sara, Eva (mi mejor amiga), Ana y Andrea, mi ex) y 5 chicos (Alejandro, Óscar, Pedro, Alberto y yo).
También tengo algunos mensajes de Jaime, así que empiezo a hablar con él.
+Tengo unas ganas de que llegue mañana para poder salir con mis amigos a dar una vuelta.
–Que suerte, mi grupo no sale hoy –dice él.
+Si quieres te puede venir con nosotros –le propongo deseando que acepte mi invitación.
–No se, tampoco quiero parecer un acoplado.
+¿Un acoplado? No seas tonto, además si quieres también que se vengan Natalia y María –le digo para que se sienta más tranquilo cuando quedemos.
–Bueno, pero pregunta primero a tus amigos si les parece bien –acepta por fin él.
+Que sí, te meto en el grupo y los vas conociendo.
Y así fue, estuvimos toda la tarde hablando por el grupo de Whatsapp, echándonos unas risas y conociendo a Jaime, María y Natalia.
Cuando llegó la noche, llame a Eva y le conté que Jaime iba a quedar con nosotros.
–¿Esto qué significa? –pregunta Eva.
+¿Cómo? –respondo sin saber a lo que se refiere.
–¿Sois algo? –aclara ella.
+Eva, sabes perfectamente que si fuéramos algo ya te lo habría contado. Además, ni si quiera sé si es gay o algo. Simplemente hablamos –respondo.
–Oye, ¿y no sabes si a él le gusta alguien?
+Intenté averiguarlo el otro día, pero no me quiso decir nada. De todas formas, tampoco me preocupa mucho –explico.
–Venga, descansa que mañana será un gran día –dice ella animándome.
+Igualmente. Un beso guapa –digo despidiéndome.
–Adiós tonto –dice finalmente antes de cortar.
No sé si podré dormir mucho, estoy bastante nervioso por el día de mañana con Jaime.
¿Será Jaime algo más que un amigo?
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