Begonia © ✔️ (TG #2)

Door ZelaBrambille

5.9M 523K 59.1K

Confió en sus promesas, pero lo único que le quedó a Margaret cuando él la abandonó, después de hacer el amor... Meer

Begonia ©
Personajes
Introducción
Prefacio | Frío como la nieve.
Capítulo 01 | Agonía
Capítulo 02 | Amargo
Capítulo 03 | Sed insaciable
Capítulo 04 | Dolorosa ausencia
Capítulo 05 | Odio arrebatador
Capítulo 06 | Arrepentimiento
Capítulo 07 | Cercana lejanía
Capítulo 08 | Insistencia
Capítulo 09 | Doble determinación
Capítulo 10 | Heridas tentadoras
Capítulo 11 | Medias confesiones
Capítulo 12 | Segundas oportunidades
Capítulo 13 | Sonrisas
Capítulo 14 | Metamorfosis
Capítulo 15 | Cielo claro
Nota importante
Capítulo 16 | Tormenta salada
Capítulo 17 | Recuerdos
Capítulo 18 | Entre oscuridad
Capítulo 19 | Nublado
Capítulo 20 | Aguacero
Capítulo 21 | Paraíso momentáneo
Capítulo 22 | Cristal
Capítulo 23 | Serpiente
Capítulo 24 | Fragmentos y abrazos
Capítulo 25 | Esperanza
Capítulo 26 | Descubrimiento
Capítulo 27 | Hasta pronto
Capítulo 28 | Espacios
Capítulo 29 | Eco de mentiras
Capítulo 30 | Delineando
Capítulo 31 | Rayo de sol
Capítulo 32 | Filo helado
Capítulo 33 | Pescar disculpas
Epílogo | Ardiente como el sol
Extra 01 | La canción de la libreta naranja
Extra 02 | MuN and THEBoss
Espacio para fan arts
MIS OTRAS HISTORIAS

Capítulo 34 | Admirando estrellas

128K 11.4K 1.6K
Door ZelaBrambille

Canción: Unconditionally - Rebecca Shearing

-*-

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

Admirando estrellas.


Doy vueltas en la cama intentando encontrar el sueño que perdí hace dos horas, la imagen de James en el suelo todavía sigue atormentándome. La sangre en su vientre, sus ojos sellados, su semblante pacífico. Imaginar lo que pudo haber pasado me pone los pelos de punta. Gracias al cielo no le pasó nada malo.

Una punzada me atraviesa, cuando entré a su habitación en el hospital sentí que todo iba a marchar bien, quise decirle de nuestro bebé, quise mandar todo a la mierda porque saber que pude haberlo perdido me dolió. Es decir, quizá no despertaba y no había sabido que iba a tener un hijo, tampoco que lo amo. Pero luego, cuando entró esa mujer y vi tanta familiaridad, ¡mierda! ¡Simplemente no pude con ello! Sus malditos ojos brillaban como dos estrellas, estaba contento de verla, me sentí como una intrusa.

Es obvio que vino por él, para algunas mujeres estar casadas y tener hijos no es impedimento.

Sin embargo, he decidido que voy a esperar. No pude hacerlo en el hospital porque su mirada me llegó hasta los huesos, no obstante, no me quedaré callada porque seguiría hundida en el mismo pozo. Voy a ir a buscarlo y le diré todo, lo de Andrew y que estoy embarazada, pero no para regresar con él. Y no porque no quiera estar a su lado, creo que después de tanto sufrimiento debemos respirar separados

Me levanto al no encontrar más remedio y cepillo mi cabello frente al espejo. Está más largo y más brillante, me gusta. De hecho, hay varias cosas que he notado gracias a la tarea que me dejó mi psicólogo. Por ejemplo, me gustan mucho mis piernas y no me había dado cuenta, también me agrada cómo se ve mi rostro cuando me pongo labial rosa pálido.

Hay pequeñas cosas que no había notado, pero que ahora las tengo presentes y me hacen sentir bien.

La casa huele a que quiero desayunar cuanto antes, mi panza comienza a gruñir, río entre dientes.

—Así que te gustan los panqueques, tendré que tomar nota si no quiero vomitar cada vez que coma, hay que mantenerte contento —susurro hacia mi vientre antes de salir.

El timbre suena, así que dando zancadas me aproximo, no me fijo en la mirilla ni pregunto quién es, simplemente abro. Estática, sus iris chocolate me regresan la mirada. Al principio creo que está enojado, pero en cuanto sus ojos se posan en mí, su ceño se relaja al igual que sus hombros.

—¿Cómo te sientes? —cuestiono, me hago a un lado para dejarlo pasar, él acepta la invitación sin dirigirme la palabra. Los nervios se me suben, muerdo el interior de mi mejilla para aguantar y no llenarlo de preguntas. Claro que... no funciona—. ¿Te duele mucho? ¿Te trajo alguien o por qué vienes solo? James, deberías estar descansando, no es bueno para tu salud con lo que acaba de pasar que andes por las calles como si no tuvieras el vientre perforado. Haznos un favor y ve a tu casa, yo... puedo pasar después a verte.

Pero él no dice nada, se queda inmóvil, repasándome con la expresión inescrutable. Quiero sacudirlo para que reaccione y diga algo, cualquier cosa. Solo una vez se puso de ese modo, estábamos en la universidad y quería golpear a un tipo porque me había visto el trasero.

—¿Q-qué pasa? —cuestiono. Respira profundo, como si intentara calmarse. Se relame los labios y me da una sonrisa irónica que no sé interpretar.

—¿Qué pasa? —repite en un susurro—. ¿Qué pasa? Eso es lo que quiero preguntarte yo, Margaret, ¿qué pasa?

—¿De qué hablas?

—¿De qué hablo? ¿No tienes nada que decirme? —Mis ojos se abren con horror, mi frente se arruga y mis latidos se detienen. ¡Ya se enteró! ¡Ay! ¡No! ¡No! ¡No! Y está hecho una furia, parece un volcán.

—Te juro que te lo iba a decir, pero no estaba lista, sé que fui egoísta, necesitaba un tiempo. Entiéndeme. —Intento excusarme, pero ahora, si me pongo en sus zapatos, sé que no me hubiera gustado que me escondieran que sería padre.

—Fuiste muy egoísta, Maggie, he estado esperando como un idiota y tú estás de lo lindo aquí. Arreglé todo para que te enteraras de sus mentiras, esperando que me buscaras, pero ¿qué recibo? Nada, nada de tu parte. ¿Me amas realmente o es que sí amas a Andrew y sigues con él? ¿Sabías que no he dejado de pensarte un puto minuto?

—¿Andrew? —¿De qué mierda está hablando? Si de él no he vuelto a saber nada, no me ha buscado y no creo que lo haga. No después de todo lo que pasó y no es como que yo iré saltando de la felicidad a hablarle. Lo perdoné, pero no deseo verlo.

—¿Por qué mierdas no me dijiste que sigues soltera? —Hace la pregunta con tranquilidad, pero hay cierto filo que me mantiene alerta—. ¿Lo de la boda solo fue un pretexto para alejarme?

—¿Estás demente? —¿Cómo se le ocurre pensar eso? Es un idiota cuando está molesto. Al menos no está enojado por lo del embarazo, si fuera el caso, no sabría cómo reaccionar—. Quería un tiempo para mí, para sanarme y descubrirme de nuevo, James. No todo en la puta vida gira a tu alrededor. Además, cuando fui al hospital para decírtelo, estabas muy contento con Kristen. No soy estúpida, así que no vengas con reclamos porque no te quedan...

Quiero que se vaya ahora mismo y se tranquilice, pero antes de que pueda mandarlo a la mierda, se acerca peligrosamente y toma mis labios con los suyos. Sus manos aprisionan mi cara, impidiendo que me aparte. Intento resistirme empujando su pecho, pero cuando su lengua lame mi labio inferior pidiendo permiso, pierdo el sentido.

Le regreso el beso con la misma ferocidad, no pierde el tiempo, sus dientes chocan con los míos y sus brazos se aferran a mi cintura. Me carga y me coloca sobre sus pies.

No quiero lastimarlo porque su herida todavía está ahí, pero si me besa de esta manera no hay mucho que mi parte cuerda pueda hacer, esa ni ninguna otra.

Me aferro a su cuello y aprieto su cabello, quiero pegarlo a mi cuerpo de alguna manera, quiero que este beso sea eterno, que nada nos interrumpa porque podría estar así toda la vida. Saboreando los matices de su desenfreno, es delicioso, excitante y embriagador.

Poco a poco nuestro beso se hace más lento y sensual, James succiona mi lengua, mis piernas tiemblan, soy una gelatina.

—Mierda, ¿qué estás haciendo? —pregunto cuando necesito tomar aire, totalmente extasiada, él nunca me besa así.

—Mmmh te saboreo —susurra muy quedito, haciéndome estremecer.

—Me asustas —murmuro aunque sé que es mentira. Sus labios recorren la rama de mi mandíbula hasta llegar a mi oído y sacarme un suspiro, sus dientes atrapan mi lóbulo.

—Te gusta, luna.

Mierda, sí. Me gusta, me encanta, me fascina todo él. Estoy a punto de explotar y ni siquiera me ha tocado, solo basta sentir que él siente lo mismo.

—Quiero que escuches con atención, preciosa, eres mi jodido universo. Eres el comienzo y el final de todo en mi cabeza, eres tú solamente. No Kristen, no el mundo. Fui muy tonto porque nunca te demostré lo que sentía, no con acciones, siempre viví con este miedo que no puedo explicar, huía sin motivo una y otra vez; pero no es por ti, tú eres perfecta. Desde el día que te vi en el pasillo me atrapaste con esos ojitos color agua, me ahogaste. Tu ternura, tu inocencia, tu nariz respingada me mataban. No podía parar de pensar en ti, en tus caderas, en tus muslos, en tu pelo, en tu voz hipnotizante. Me volvías loco, Margaret, fue peor cuando me acerqué a ti. Eres inteligente, valiente, fiel, eres tan auténtica y pura. Eres todo.

Mi boca se abre al escucharlo, James siempre ha sido cursi con sus palabras y confesiones; pero esto va mucho más allá. Sus ojos brillosos al decirlo... es como si me quisiera mostrar su alma, como si necesitara que viera lo que siente. No sé qué decir, ni siquiera puedo moverme.

—Son solo palabras, las palabras se las llevará el viento y no quiero eso. Quiero que lo recuerdes siempre, cariño, estemos juntos o no, me ames o me detestes. Solo hay una mujer para mí y esa eres tú, la única que quiero, la única que necesito, la única que deseo. Quiero ofrecerte mi corazón. —De la parte trasera de su pantalón saca un collar dorado, un dije de un corazón del tamaño de la mitad de mi puño aparece frente a mí—. Mi corazón lloró, gritó, sufrió por ti; pero por ti se levanta, porque no hay motivo más lindo para sanar las heridas que el amor de mi vida. Y tú eres ese amor, luna.

Lo deposita en mis manos y lo abre para mostrarme nuestros nombres. Mis ojos se nublan.

—Lo mandé a hacer hace mucho tiempo, todavía estábamos en Hushington, quería dártelo el día de la graduación para que tuvieras algo y me recordaras; pero lo olvidé en casa y lo llevé conmigo a Londres. Debajo de mi almohada, ese era su hogar, no importaba a dónde fuera, siempre volvía y me recostaba a tu lado.

No puedo respirar, es demasiado, muy intenso para mí. Aferro su regalo y lo pego a mi pecho.

—Acéptame de nuevo, Mags, déjame conquistarte otra vez, vamos a conquistarnos todavía más.

Él siempre sabe decir las palabras necesarias para poner mi mundo de cabeza, lo sacude sin piedad.

—Te amo, James —digo y vuelvo a abrazarlo, él me lo regresa sin dudarlo. Refugia su nariz en mi cuello y besa sutilmente esa zona.

—También te amo.

Nos quedamos sosteniendo al otro por un buen rato, hasta que me doy cuenta que la puerta de la entrada sigue abierta y que, seguramente, mi madre escuchó todo. Hago que se interne más en el departamento.

—¿Acabas de salir del hospital? —pregunto a lo que asiente sin apartarse. Mi frente se arruga pues seguramente no ha comido ni tomado nada. Lo suelto y digo—: Voy por agua, necesitas algo en tu estómago.

—Te acompaño. —Se apresura a quedar a mi lado con una sonrisita de lado, agacho la cabeza sonriendo también. Escondo el ridículo sonrojo que se extiende en mis mejillas e ignoro los revoloteos violentos de las mariposas en mi estómago.

Una vez en la cocina, abro el refrigerador y saco la jarra para luego llevarla al mostrador. No hay rastro de mamá por ninguna parte, me pregunto cuándo y cómo se escapó.

—James, ¿me pasas dos vasos? —No obtengo respuesta, pero sé que sigue aquí porque escucho su respiración acelerada, lo busco y me tenso al encontrarlo.

Mierda, mierda, mierda. No era así como pensaba que sería esto, quería darle una sorpresa, filmar su reacción como en los videos de internet, hacer algo especial. ¿Cómo pude olvidar la bendita fotografía de nuestra semilla? Tonta, tonta, tonta.

—¿Q-qué? —Luce tan adorable y confundido, su vista vuela de mi vientre a mis ojos y a la ecografía. Su frente está sudando, me mantengo serena para no alterarlo más de lo que ya está.

—Sí, bueno, creo que tendremos que conseguir un corazón con tres nombres porque se nos va a unir otra personita. —Su pecho sube y baja, por primera vez me pregunto si esto es algo que él no desea, sé que quería tener una familia, pero últimamente hemos cambiado tanto que no tengo idea de si sigue siendo uno de sus planes a futuro. O no tan futuro.

—¿Vamos a tener un hijo? —Su voz es un poema, sin soltar la imagen camina hacia mí y busca mis ojos—. ¿Maggie?

—Sí, tengo casi dos meses de embarazo.

Sus labios forman un círculo. No obtengo ninguna pista de sus pensamientos, bien podría estar enfadado porque he tardado en decirle algo tan importante, no quiero que esté enojado; pero lo entendería.

Contrario a todas mis apuestas, James me enfunda en un abrazo, rodeo su cintura y aspiro el olor de su pecho.

—Eres un puto sueño, Margaret, vas a estar a mi lado toda la vida. Debiste decírmelo desde el principio y no hacer esto tú sola, pero no voy a reclamarte porque ahora mismo quiero llevarte a la cama y besar tu vientre.

Y hace justamente eso, vuelve a ponerme sobre sus pies. Después, camina hacia mi habitación sin dejar de besar la base de mi oreja, actúa como si no lo hubieran herido hace unas cuantas horas. Me estremezco, James no se apiada ni un solo segundo, lo siento sonreír en más de una ocasión.

Me tiende en el colchón, voy a sentarme, pero me da un empujoncito con su palma. Se coloca entre mis piernas y, con movimientos rápidos, sube mi blusa para dejar al descubierto el hogar de nuestro pequeño. Se queda mirando ese punto con sus ojos grandes, su dedo índice acaricia mi estómago, arriba y abajo, de derecha a izquierda, hace figuras y letras; está tan concentrado que temo respirar y distraerlo.

Suspira y se acuesta a mi lado, sin retirar su palma de mi —todavía no hinchado— vientre.

—Quiero hacerte el amor, luna. —Se me va el aire al escucharlo, espero que se acerque, aunque sea imprudente en su estado. Contrario a mis deseos, se queda quieto—. Pero no volveré a tocarte de esa manera hasta que hablemos y aclaremos algunas cosas. Leí todos tus correos, los repasé y casi memoricé tus palabras llenas de dolor mientras vivías todo eso. Yo... no puedo regresar el tiempo, no puedo seguir repitiendo lo mucho que me arrepiento porque eso nos sirve de nada, no va a cambiar las cosas entre nosotros, no me hará mejor persona y no va a asegurarte que me quedaré a tu lado. Tampoco voy a prometerte un mundo lleno de estrellas porque ya lo hice una vez y no pude cumplirte. Solo me queda demostrártelo, voy a ser un buen padre para nuestro bebé y, sobre todo, te mostraré que no saldré corriendo cuando las cosas se pongan difíciles. Ustedes son un buen motivo para mantener los pies en el suelo. Te amo desde siempre, desde ahora que empezaremos de nuevo.

El nudo en mi garganta me deja sin respiración, de nada sirve prometer y jurar mil vidas felices porque no sabemos qué nos depara el futuro. Aprendí que soy una persona independiente y, aunque me sigue doliendo, amo lo que soy, sé que si James decide irse alguna vez, no voy a caer tan fácil. Soy fuerte, no invencible, pero he levantado la cabeza.

Le agradezco que no me jure como una vez hizo, le agradezco que esté aquí mirándome con dulzura, le agradezco que un día se fuera porque gracias a eso he aprendido a valorarme como persona. Me costó muchísimo tiempo, más de siete años, pero finalmente no dependo de nada más que de mí. No necesito del alcohol para sentirme bien, tampoco de James ni de mi hijo ni de la opinión de mis padres o de la gente. Soy valiosa con o sin ellos, con o sin pasado.

—Quiero pedirte una disculpa —susurro con una lagrimita rodando por mi pómulo—. Cierto es que no te perdoné cuando pensé que lo hice, seguía culpándote de todo, aunque era consciente de que no habías hecho nada. ¿Había algo que perdonar? Fue mi decisión caer en depresión, fue mi decisión depender de alguien para sonreír y olvidarme que nací sola, fue mi decisión tomar el ejemplo de papá y dejar que sus palabras me lastimaran. Fue por mi imprudencia que pasó lo que pasó esa noche, es egoísta culparte porque no hiciste nada más que lo que pensaste correcto. Me hubiera gustado que me contaras porque eso, quizá, nos hubiera ahorrado tanto dolor; pero te entiendo y no te culpo. También te agradezco por seguir aquí y por darme esta cosita linda que está creciendo en mi interior.

—Quiero que me necesites, luna —dice, compungido, frunce los labios, haciendo un lindo puchero que me hace soltar una carcajada.

—Lo hago, pero no de la forma que pensaba. Te necesito a mi lado para disfrutar esa plenitud contigo, no para que tú me hagas plena. Te necesito para que seamos felices juntos, no para que hagas mi felicidad. Te necesito, no porque seas vital, te quiero conmigo para que vivamos juntos esa vida.

Su boca se abre, se queda pasmado, me gustaría saber qué piensa. Lentamente se forma una sonrisa en su rostro, hasta que alcanza sus ojos, y va a acariciar mi mejilla con sus yemas.

—Estoy orgulloso de ti, cariño, es refrescante mirarte así.

Embelesados, unimos nuestras bocas y nos dejamos llevar por el ritmo que marcan nuestras lenguas. Tan despacio y suave, como si fuera nuestro primer beso. Es mejor que cualquiera de los que tuvimos antes. Me monto encima de él, cuidando de no lastimarlo, sus cejas vuelven a elevarse y traga saliva. Sonrío de lado porque, bueno, la última vez que me aventuré a hacer algo así fue cuando estábamos en la universidad.

Abro su camisa, demorándome a propósito y disfrutando de sus respiraciones aceleradas. Me mira desde abajo y aprieta mis muslos, me está dejando el control.

—Pintaste tu alcoba —susurra con la voz ahogada.

—¿Quieres hablar de los colores de mi cuarto? —pregunto con sorna a lo que niega sacudiendo la cabeza.

Saqueo su boca y me dejo llevar por sus caricias pausadas, por su aliento entrometido y por sus besos que quieren dejarme sin alma. No toco el cielo, nos sumergimos en el y contamos las estrellas desde las alturas. No hay charola, solo volamos y también admiramos las luces y las nubes, las montañas y los mares.

No hay nada existente que se compare con lo que me hace sentir.



Semanas después, Leopold sonríe de oreja a oreja cuando observa a mi acompañante, James insistió en pegarse a mí cuando le conté que hoy sería mi graduación. Dijo que jamás se perdería un paso tan importante y que quería conocer al psicólogo que tanto me ha ayudado a superar mis miedos. Se saludan con un asentimiento, Leopold extiende una mano hacia él y se presenta.

Después, se concentra en mí, me ofrece una hoja y espera a que la lea. Es un diploma, mi nombre reluce, tal vez suene tonto, pero me hace sentir bien. Es como si fuera un logro en la escuela, la única diferencia es que cumplí una meta en la vida. Estoy recuperada, aunque sé que la recuperación me va a llevar toda la existencia. Cada día tengo que seguir caminando, no se acaba aquí

Me despido de él con los ojos hechos agua y lo abrazo con firmeza, Leopold asegura que es su trabajo; pero sé que siempre que uno de sus pacientes sale victorioso, la victoria también es suya.

James me invita a casa de sus padres a comer, está intentando estar en paz con ellos, sé que ya los perdonó. En cuanto se abre el gran portón, un gritito llama mi atención, no puedo creer lo que veo, al parecer el pelirrojo tampoco.

Jennifer, su hermana, está delante de nosotros con los ojos llorosos y una sonrisa enorme. Lo enfunda en un abrazo y empieza a parlotear de sus viajes junto a su esposo, me abraza también. No la recuerdo como alguien parlanchina, pero al parecer alejarse le ha servido para encontrarse. Su padre le informó sobre el accidente de su hermano, ella no dudó en venir a visitarlo.

La comida es de lo más amena, casi se parece a cuando era una universitaria y me gustaba venir a casa de James por cualquier cosa. Hay risas, hay alegría; es bueno saber que se puede sonreír aun con las cruces de los recuerdos.

El postre es un pastel de limón, se me hace agua la boca. Estoy a punto de probar por primera vez, cuando el hombre a mi costado se aclara la garganta, llamando la atención de los presentes. Aprieta mi mano y besa mis nudillos, mi corazón sale disparado.

—Maggie y yo vamos a ser padres. —Trago saliva, esperando la reacción de todos, quienes nos miran con asombro.

Pronto, Jennifer chilla y todo se hace un caos. Nos felicitan, lagrimean y nos piden explicaciones. James sonríe, es bueno verlo feliz, es estupendo porque yo también me siento así.



Me planto frente a la tumba de Erik, Sasha acuna mi mano, papá está del otro lado. Ha llegado la hora de decirle adiós, dejar que descanse en donde sea que se encuentre. Cierro los ojos y lo imagino, su cabello azabache siempre brillando, y sus ojos azules mirándome con picardía después de lanzarse a una montaña de hojas naranjas.

No hace falta hablar porque cada quien tiene cosas diferentes que decir, que agradecer y que reprochar.

Yo le agradezco el poco tiempo que vivimos, solo le agradezco por ser mi hermano, por dejarme quererlo. También me disculpo por no haber podido despedirme y por esas galletas que me negué a darle. Lo recordaré siempre como el niño inteligente al que le gustaba armar rompecabezas y pateaba mi castillo de arena cada vez que intentaba construirlo solo porque quería jugar en el agua.

Lo amaba y lo amaré siempre.

Mamá se acera y acaricia el concreto que lo resguarda, deja una florecilla blanca y regresa a mi lado con una sonrisa. Joseph también se aproxima con melancolía y me abraza, le regreso el gesto y me deleito con el padre que tuve alguna vez.

—Vas a ser una madre increíble —murmura en mi oído.

—Gracias.

Cuando me suelta, mira a mamá, pero esta se limita a sonreír forzadamente y lo rodea. Camina por el sendero hacia la salida sin mirar atrás, sigue dolida.

—Nunca va a perdonarme. —No sé qué decir, no quiero meterme en sus problemas.

—No lo sé, la lastimaste muchos años, seguramente no es fácil perdonarte como si nada.

—Soy viejo, no me va a alcanzar la vida para mostrarle que estoy arrepentido —susurra. Hago un mohín pues me molesta que se conforme, no quiero ser dura con él, pero... no sé, debería salir de vez en cuando de su zona de confort.

—Tal vez es por eso, porque te rindes fácilmente y no luchas para recuperarla. Cuando se quiere, no importa qué tan viejo sé es, papá. Por cierto, va a tener una cita. —Está mal que lo aguijoneé, pero es más que cómico ver cómo se endereza y frunce el ceño, amenazante—. Alguien de su pasado quiere su perdón y no está dudando como tú.

Vislumbro a James a sus espaldas, sin pensarlo voy a abrazarlo, él me recibe con los brazos abiertos y refugia su nariz en mi cabello.

No tengo idea de qué va a pasar con nosotros, no es seguro que vivamos felices por siempre porque ¿quién quiere vivir feliz toda la vida? Quiero vivir en una montaña rusa que me haga valorar lo que tengo.

Pasé por tantas cosas, él pasó por otras tantas, no entiendo cómo es que seguimos de pie. Fui todo y a la vez nada, estaba viva, pero no respiraba. Tuve tanto tiempo que perdí, tantos momentos que olvidé por aferrarme a la muerte y al dolor. Me hubiera gustado disfrutar mi graduación, hacer un viaje y tomarle fotografías al mundo como quise hacerlo alguna vez; pero ahora hay dos personas más que saldrán en el cuadro.

James estuvo siempre para llenar mi silencio, estuvo ahí para protegerme de las olas que querían derribarme, me sostuvo sin pedir nada a cambio. Ahora llenamos los dos los pocos huecos silenciosos con nuestras risas y nuestras peleas sin sentido, nos damos una mano cuando necesitamos ayuda y no pedimos nada porque tenemos más de lo que podríamos desear.

Nos tenemos el uno al otro... y a nuestra maravillosa creación. Eso supera cualquier expectativa de felicidad.



FIN.

-*-

Lunas, hemos llegado al final. Nos falta el epílogo y un extra. Aunque planeo hacer otro que hable sobre los padres de Mags, no prometo nada, pero lo intentaré. En lo que resta de la semana estaré publicando lo que falta. 

Pongan todas sus duditas que voy a contestar todo. Muchas gracias por estar aquí, por leer, por sus votos  y comentarios, por esperar los capítulos. Me gustaría dedicarles capítulos, así que si alguien quiere, puede pedírmelo :3

Los quiero muchísimo <3



Ga verder met lezen

Dit interesseert je vast

1.6M 113K 83
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
135K 7K 86
~~~~~~~~~~~~☆~~~~~~~~~~~~~~ "Cada quien escribe su propia historia", ésta es una de las enseñanzas que Hisashi Midoriya enseñó a su hijo a quien cono...
40.2K 3K 14
Shirou convierte sus nervios en circuitos mágicos improvisados ​​cada vez que necesita usar magia. Un cuerpo humano tiene millones de nervios. Un mag...
26.3K 2.5K 16
Donde Giani y Samira salieron solo 3 meses.