Annabeth y James estaban sentados en la pequeña cafetería que quedaba a una cuadra del colegio. El sol se escondía entre las nubes, con posibilidades de lluvia. Sobre la pequeña mesa redonda se encontraban dos pastelitos de chocolate con chispas blancas y dos tazas de café. Annabeth movía su café, mezclando la crema, con una cuchara pequeña. James la observaba con una gran sonrisa en el rostro.
"Así que crees haberlo descubierto." Soltó Annabeth. Su corazón latía demasiado fuerte para su gusto cuando repasaba las probabilidades de que el chico rubio que tenía en frente hubiese resuelto el código.
Si él sabía la respuesta, estaba atada por una promesa: Tendría que estar con él, y aunque ella sentía algo por James, sabía que no era correcto estar con alguien a quien no le entregas todo tu corazón.
"Sé que lo he hecho, Anne." Tomó su mano izquierda, que estaba encima de la mesa, y acarició suavemente sus dedos. Annabeth mordió el interior de su mejilla; estaba realmente nerviosa.
"Entonces, adelante. Te escucho." Respondió. Tenía náuseas, escalofríos, y a la vez, una creciente luz en el pecho. Esperanza, pensó.
James sacó una pequeña libreta, llena de tachones y tinta negra y roja. En la primera hoja, con letras roja cual sangre, se leía el código: 6AUDIATURXETX6LTER6VP6RS.
"Primero pensé en reemplazar las letras por números."
"Oh, eso ya lo han intentado antes. Sam."
Él arqueó una de sus pobladas cejas. Ella negó con la cabeza.
"Bueno, pues pensé que no tenía sentido. No creí que fuese tan fácil. Luego, intenté reemplazar los números por letras: El seis por la sexta letra del abecedario, F. Lo que tampoco daba sentido..."
Ella sonrió. Tal vez estaba nervioso, pero era realmente tierno ver a James hablando sin parar y mostrando todas teorías.
Tomó un sorbo del amargo café, haciendo que todo su cuerpo se despertara. El sol empezaba a salir de entre las nubes, sin embargo, seguía haciendo frió. O tal vez era sólo ella.
"Entonces lo supe. Seis es tu número favorito, así que lo intenté con tu letra: A. Quedó así." Señaló el cuaderno, donde podía ver su acertijo en negro: AAUDIATURXETXALTERAVPARS. James prosiguió. "Entonces cobró sentido. Latín."
Annabeth sintió su corazón dejando de latir. Lo había descubierto; verdaderamente lo había hecho.
"Eliminé la letra A del inicio. Quité los números: X, V y D. Entonces se leía como AUIATURETALTERAPARS. No es una palabra, así que traté de separarlo: auiatur et altera pars. Lo busqué en Google, así que resulta que era audiatur et altera pars."
"Escucha a la otra parte." Soltó en apenas un susurro, apenas pudiendo respirar. Sabía que el color de su rostro se había drenado por la forma en que James la miraba.
Él asintió.
"Eso significa, sí. La suma de los números es 25, XXV. Así que creo que es una fecha importante."
"Es el día en que Liam y yo nos conocimos. El día en el que él me regaló mi cuadro favorito, un año después de la primera vez que lo vi; 25 de noviembre."
Él se levantó y se acercó a ella. Limpió con su pulgar lágrimas que ella ni siquiera sabía que caían, y tomó su mano.
"Eras tan pequeña y estabas tan sola. Aún ahora, todos siempre piensan que eres alguien que no eres. Tratas de llenar las expectativas de la gente, dejando de lado lo que realmente quieres. Eso tiene que terminar, Annabeth. Eres increíblemente bella e inteligente: Empieza a demostrárselo a la gente."
Ella se levantó y rodeó su cintura con los brazos, fuertemente, tratando de sostenerse a ese momento.
Alguien la había liberado.
"Aún no entiendo cómo resolviste todo esto." Dijo, bromeando y tratando de ahogar los sollozos incontrolables que amenazaban con seguir.
"Estoy estudiando para ser arqueólogo, Annie. Tengo que aprender a resolver todos estos códigos, versos... En fin." Respondió, acariciando su cabello.
Annabeth se dio cuenta de que él realmente lo había hecho; tenía la respuesta.
"¿Y ahora?" Preguntó, sosteniéndose del suéter negro del chico.
Él negó con la cabeza.
"Haremos lo que tú quieras." Dijo, apartándose un poco y acariciando su mejilla.
Había empezado a llover, pero el sol seguía allí. Era irónico como el clima representaba perfectamente su interior: Todo se había salido de control, pero una parte de ella, una muy pequeña parte, estaba calmada, tal vez hasta feliz, por lo que había sucedido.
James y ella se quedaron en aquel pequeño café hasta que las nubes se disiparon, y entonces, él la acompañó hasta su casa. Las calles estaban mojadas, y los autos que pasaban salpicaban las aceras. Annabeth amaba el olor que ocasionaba la lluvia, y la calma que se sentía después de una llovizna.
"¿Alguna vez te has preguntado cómo se llama el olor residual de las lluvias?" Él sonrió y negó con la cabeza. La rodeó con su brazo, y ella continuó. "Cuando era pequeña solía preguntarle a mis padres cómo se llamaba, ellos negaban con la cabeza y decían que no tenía nombre. Era algo que ocurría y ya."
"Déjame adivinar: Sí tiene nombre."
Ella asintió.
"Petricor. Viene del griego petros e ikhôr. El primero, petros, significa piedra y el segundo..."
"Icor. Como la sangre de los dioses."
La casa de Annabeth se alzaba frente a ellos, lo que significaba que terminaron su trayecto. James abrazó fuertemente a Annabeth, y ésta besó su mejilla.
"Anne..." Susurró James, tan cerca de ella que pudo sentir su cálido aliento.
"¿Sí?" Respondió, sabiendo qué iba a venir.
"Llevamos meses saliendo. Esto del acertijo... Era una muralla, lo sé. Lo único que nos separaba." Ella asintió. "Pero me estoy preguntando... Ahora que no está, ¿Qué sigue?"
Ella respiró profundamente y se acercó a él. Annabeth tomó el rostro del chico entre sus manos, sintiendo la suave piel de sus mejillas rosadas por el frío. James se acercó a ella y plantó un beso, el segundo entre los dos después de tantos meses, y Annabeth se disolvió en él. Sus labios, calientes y ágiles, se movían sobre los de ella, haciendo que olvidara todo.
Él se alejó, no sin antes plantar suaves besos, efímeros cual espuma de mar, en sus mejillas.
"Annabeth Chase, ¿quieres ser mi novia?" Susurró, aún cerca de ella.
Annabeth volvió en sí.
Toda su vida había entregado desafíos a los demás para mantenerlos alejados. Era tiempo de que ella aceptara un desafío, ésta vez para acercarse al mundo real.
"Sí, Lovelace." Respondió, y volvió a sus labios, con el corazón hecho un embrollo.
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Felices fiestas a todos ustedes, espero que coman mucho y no engorden.
Gracias por todo el apoyo que últimamente veo en esta historia, son increíbles.
Capítulo dedicado a mylifeislodovica, quien apoya esta historia desde que tengo memoria, y que ayudó a mis compañeros y a mi a GANAR el concurso. Gracias a todos los que votaron <3
Si votaste y quieres que te dedique un capítulo aquí, avísame.
No se emborrachen... mucho <3 [Es mentira, no se emborrachen en lo absoluto. Los estaré viendo.]
Besos.
-N.