—No lo haré —dijo sin apartar la mirada seria del espejo que estaba frente a él.
—Vamos... Necesitamos el dinero.
—¿Eso no quiere decir que me debo teñir el cabello de blanco? Lo siento, amigo, no lo haré. Pareceré maricón —concluyó YoonGi e intentó levantarse de la silla, pero las manos del contrario se lo impidieron.
—Lo harás —ordenó el otro y él le envió una rápida mirada por el espejo.
Suspiró sonoramente y se recostó con desgano sobre la silla. Inmediatamente cerró los ojos cuando sintió que el peluquero metió los dedos entre su cabello.
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—¿Cómo es esto normal? —dijo viendo el trabajo terminado—. Parezco una puta escobilla.
—Te ves guapo —comentó el contrario sin quitar su sonrisa socarrona, claramente burlándose.
—No te sientas importante, Aaron. Lo hago por el dinero. —Chasqueó la lengua con desagrado.
—Solo vayámonos —dijo el aludido y se levantó del puff indecente en el que se sentó. Ambos caminaron hacia las mugrientas puertas de cristal.
—¿Qué debemos hacer ahora? —preguntó el ahora peliblanco mientras metía las manos en los bolsillos de su chaqueta.
—Comprarte ropa decente. ¿Estás consciente de que pareces drogadicto con esas pintas? —El chico le mostró una mueca de asco.
—No soy drogadicto —masculló entre dientes.
—Pero vendes drogas. La única diferencia es que te mandarán a la cárcel en vez de mandarte al hospital.
—Tú también vendes drogas. ¿Por qué me tiras toda la mierda a mí? Me ofendes —mintió a la vez que ponía los ojos en blanco.
—Tendrás que cambiar tu actitud, bonito. ¿Cómo harás para entrar a una casa de ricos con esos modales? Deberías agradecer que eres relativamente guapo —habló Aarón mientras se subía a su moderna moto. YoonGi se acomodó detrás del otro y volvió a meter las manos en sus bolsillos.
—¿Dónde iremos ahora? —preguntó al escuchar que el otro encendió el vehículo.
—A comprar ropa —articuló el contrario y le dio una rápida mirada—. Por cierto, llevas usando esa chaqueta desde que te conozco. —La moto inmediatamente rugió, haciendo que perdiera la oportunidad de insultar a su grandulón amigo negro.
Aaron era un buen chico, incluso podría aventurarse a decir que era su mejor amigo. Un joven de raza negra que huyó de su país natal para escapar de las pandillas y la inanición, alguien que en Corea del Sur también encontró, ya que estaba igual o más metido en la mierda.
La moto se detuvo delante de varios edificios, los cuales se enlazaban entre sí. YoonGi se bajó de la moto sin mover las manos del lugar en el que estaban.
—Bien... —dijo el negro, se bajó de la moto y metió las llaves en su bolsillo—. ¿Cómo se debería vestir un niño pijo?
—¿De dónde sacaremos dinero para comprar ropa? —preguntó con cansancio mientras se adentraban por las grandes puertas de cristal.
—El jefe me dio la tarjeta. —Levantó la mano y mostró un brillante trozo de plástico entre los dedos.
—Pues bien. —Se encogió de hombros—. Deberíamos ir a las tiendas más caras, ¿no crees?
Los dos caminaron a la par mientras miraban los relucientes cristales que dejaban a la vista los distintos objetos que exponían.
—¿Cuál es tu estilo? —indagó su amigo mientras tomaba una camisa que estaba colgada ordenadamente en el perchero.
—¿No puedo tener el mismo estilo, pero con ropa más cara? —preguntó sin ganas y tomó con asco la camiseta que colgaba en otro perchero.
—Tienes que parecer un santo, YoonGi —aseguró el contrario casi con pena—. Y así pareces todo menos un ángel.
—¿Acaso tienes algún problema conmigo? —cuestionó y mantuvo el rostro serio.
—Me incomoda que seas tan idiota —se burló el negro y lo miró directamente a los ojos mientras hacia una mueca de desconsuelo.
Se acercó hasta el otro para pegarle un fuerte golpe por detrás de la nuca, haciendo que su cabeza fuera hacia adelante involuntariamente.
—No hagas escándalo, YoonGi —regañó el sujeto y dejó las prendas donde estaban—. Busca algo rápido. Me aburres.
Rechinó los dientes, pero de igual madera le obedeció. Le dio una rápida mirada a su entorno.
—No me gusta nada.
—¡Pero si no has visto nada! —exclamó el contrario, elevando un poco las manos.
—La tienda ya de por sí no me gusta. —Negó con la cabeza, mantuvo una mueca de asco entre los labios y se volteó para dirigirse hacia la salida—. Me largo.
—YoonGi... —amenazó lentamente su compañero.
—Está bien, está bien —espetó con brusquedad—. Escoge la mierda que quieras.
—Bien —murmuró el otro y luego miró de manera decidida hacia el interior del local—. ¿Qué tal si vamos a buscar una revista y sacamos ideas de ahí?
Rodó los ojos, pero de igual manera asintió y los dos salieron del local, YoonGi siguió los pasos de Aaron, los cuales se dirigieron hacia una librería.
—¿Por qué no solo vamos y sacamos una revista de alguna oficina de dentista? —preguntó, sintiéndose aburrido y con calor.
—¿Por qué mejor no te callas? De igual manera, tenemos dinero de sobra —mencionó el negro, dándole una rápida mirada.
—¿Eres consciente de cuánto cuesta una camiseta que tiene bordado un puto cocodrilo del porte de mi uña? —interrogó, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se puso a la par.
—No lo sé, pero me hago una idea —murmuró el contrario y se encogió de hombros—. Estaremos bien, YoonGi. Solo confía en tu hyung*.
—No eres mi hyung —dijo hastiado y rodó los ojos—. ¡Y yo soy mayor que tú!
—Aún no sé cómo expresarme bien con ustedes —dijo su amigo burlesco.
—Llevas siete años en Corea —exclamó con una mueca—. No sé cómo terminaste en Seúl y no en Pyongyang.
—Entiendo, dongsaeng* —murmuró con media sonrisa.
—¡Soy tu hyung! —Se pasó con fuerza las manos por la cara para aguantarse las ganas de pegarle.
—Ya cállate, rubia resplandeciente. Vamos a buscar la revista —dijo el otro riendo mientras daba dos grandes pasos para alejarse de él.
—¡No me digas 'rubia resplandeciente'! —espetó e intentó alcanzarlo, pero era tan grande que sus piernas avanzaban mucho más que las de YoonGi.
El chico rápidamente desapareció por la puerta de cristal que estaba debajo del gran letrero que decía 'librería'. YoonGi esperó pacientemente afuera mientras le echaba una rápida mirada a su alrededor. Había demasiada gente rica para su gusto.
—Disculpe. —Volteó su mirada a la pequeña niña con irritable vocecita que le tiró de la camiseta—. Tiene roto sus pantalones.
—Son así —dijo serio y volvió su mirada al frente. De reojo notó que la pequeña asintió con una sonrisa.
Un pequeño dedo helado chocó con su rodilla, así que se agachó lo suficiente para darse cuenta que la niña metía las manos entre su ropa.
—No hagas eso —murmuró, se hizo hacia un lado y se agachó a la altura de ella—. ¿Dónde están tus padres?
—Vine con mi hermano —contestó la pequeña inocentemente.
—Pues perfecto, vete con tu hermano —musitó con fastidio y mantuvo una sonrisa fingida.
—Oppa*, tu pelo es muy bonito —dijo la niña y metió la mano en su esponjoso pelo.
—¿Lo crees? Parezco cualquier mierda.
La pequeña inmediatamente puso la dos manitos sobre su boca y comentó indignada—: Dijiste una mala palabra.
—Deberías ir con tu hermano. Debe estar buscándote.
—No lo encuentro —dijo ella mientras hacia un puchero.
—Genial —murmuró para sí mismo con sarcasmo y se puso de pie correctamente—. ¿Cómo es tu hermano?
—Bonito —dijo la niña sin más y YoonGi rodó los ojos.
—¿Algo más? —interrogó y miró a su alrededor para ver si había alguien que se pareciera a la pequeña niña con grandes ojos y pelo castaño.
—Tiene el pelo naranjo.
Otra vez volvió a rodar los ojos. Todos los niños pijos de hoy en día querían teñirse el cabello de colores.
Sintió que la diminuta mano de la niña se enlazó con la suya, así que bajó la vista para ver cómo la niña apretaba su mano mientras miraba con desconfianza a su alrededor. Cuando ella se dio cuenta que la miraba le pestañeó unas cuantas veces. Incluso le pareció tierna.
—Mi madre dice que no debo hablar con extraños —explicó la niña lentamente—, pero te pareces a los amigos de mi hermano y ellos son buenos conmigo.
No pudo evitar rodar los ojos por tercera vez. Se movió un poco para acercarse a una banca, tomó a la niña de la cintura y la elevó para ponerla sobre los tablones de madera.
—¿Ves a tu hermano? —preguntó mientras la afirmaba con cuidado para que no cayera.
Ella negó con la cabeza, así que YoonGi dio una rápida mirada a su alrededor en un intento de encontrar la cabellera naranja y, aunque pareciese raro, no se le hizo difícil encontrar bastantes.
—¿Qué haces aquí? —Se volteó para ver que un chico se acercó hasta ellos con el ceño fruncido.
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*Hyung: Expresión honorífica que se utiliza de parte de hombres jóvenes (emisor) para referirse a un hombre mayor (receptor). En espacios íntimos se puede entender como 'hermano mayor'.
*Dongsaeng: Hermano menor. Expresión que se utiliza necesariamente por alguien de mayor edad (emisor) hacia alguien de menor edad (receptor). Puede referirse tanto a hermanos de sangre como a gente menor a la que se le tiene cariño.
*Oppa: Término exclusivo que utilizan las mujeres (emisor) para referirse a hombres mínimamente mayores (receptor), ya sean estos hermanos, novios o personas a las que le tengan aprecio.