Secuestrada

Autorstwa maritacv

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Antes de que acaben las vacaciones de verano y de que empiece su último año en el colegio , la vida de Kate d... Więcej

El inicio de todo EDITADO
Puerto Rojo
La verdad
Sin escapatoria
Rutina
Visita inesperada
La promesa
Entrenamiento
La playa
Indicios
Pánico
El miserable
Síndrome de Estocolmo
El Pacto
302
AN
Análisis
Natalie Forbes
Suite Compartida
Testosterona
Midnight
Hey Sexy Lady
AN2
Hey Sexy Lady parte 2
Primera Resaca
La teoría de Kevin
P.O.V Jared ( Su primera Resaca)
DEMASIADO
" Mi Chica"
Acción
Impacto
Jared
Pipper
Todo o nada
Jared POV 2
El médico
Infraganti
Infraganti 2
El Socio
Horror Infernal
Roles invertidos
La despedida
La despedida 2
Respuestas

P.O.V Jared 2

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- Toma , ponte esto - le dije al tiempo de extenderle el polo

Hubo un silencio bastante incómodo tras eso. Pensaba que estaba preparado para verla y asegurarme que había tomado la decisión correcta. Pero era imposible estar junto a ella y aceptar que lo mejor era que no ocurriese nada. Ella evitaba mi mirada, cosa que siempre hacía cuando estaba pensando en mí. Supe que le martirizaba no saber qué había hecho anoche y decidí acabar con su miseria.

- Katherine - sabía que odiaba que la llamase así. El porqué era algo que bien entendíamos los dos. Katherine era mi tratamiento formal; Kate, mi personal. Siempre debía ser Katherine.- ayer - busqué sus ojos sin ningún resultado - no pasó nada.

- ¿Nada? - me contestó sin ningún tipo de alivio

Tal vez había sido demasiado poco específico.

- Bebiste demasiado. Hiciste tres amigas. Ligaste con un marine. Subiste a bailar con las gogos. - la verdad es que era un buen resumen. Cierto que estaba omitiendo un par de cosas, pero eran cosas que de nada serviría recordarlas.

- ¡Dios Mío!- exclamó horrorizada llevándose las manos a la boca.

Lo que para cualquier persona podía ser el día a día dentro del mundo nocturno, era para Kate un mundo completamente desconocido. Y si yo tuviera control sobre ello, me gustaría que permaneciese así. Verla ligar con aquel marine y soportar como todos los demás la devoraban con la mirada había sido mi justo castigo por todo lo que le había hecho pasar. Aunque debía estar agradecido que el tal Ryan ese fuese un tío completamente correcto y la respetase en su borrachera, no había podido oprimir las ganas de machacarlo durante toda la noche.

- ¿Y el... el - intentó avergonzada.

Su incapacidad para terminar frases en momentos vergonzosos era algo que realmente disfrutaba. Bastante cruel por mi parte, pero cierto.

- ¿Stripteases? - no debía estar disfrutando de su inocencia si había decidido cortar por lo sano.

Asintió, tímidamente.

- Se estaban quedando contigo, era una broma. No hiciste nada de eso. Tampoco es como si te hubiésemos dejado.- Por encima de mi cadáver iba ella a hacer un striptease. Bastante fue que bailó de aquella manera y con ese trajecito. ¿Por qué seguía dándole vueltas a aquello, imaginándomela una y otra vez? Una noche entera había sido suficiente.

- ¿Qué más pasó?

Genial. Estaba empeñada en descubrir la verdad. Y yo en que no lo hiciera.

- Kevin intentó hacerte entrar en razón, pero cómo no cedías, tuve que sacarte de allí a la fuerza. Y ya nos vinimos al hotel. Nada más. - Y nada más solo porque estaba completamente borracha y no era capaz de aprovecharme de ella, no porque no lo hubiese deseado en cada minuto a la vuelta.

Escuché como el corazón se le aceleraba y entendí que estaba pensando en lo peor. Probablemente imaginando qué indirectas podía haberme lanzado, temiéndose que me hubiese enterado de sus sentimientos hacia mí, sin ser consciente que los llevaba sabiendo desde el día uno.

- Katherine, no pasó nada. - no estaba mintiendo. Ella no había dicho nada fuera de lo normal. Claro está, sin tener en cuenta su conducta de borrachera que lo único que consiguió fue que la adorase más todavía.

Algo más decidida consiguió mirarme a los ojos.

- Pero...

Tenía que borrar ese desconcierto de aquellos ojos hipnotizantes.

- No. Pasó. Nada. Nada de nada. Ni dijiste nada de lo que tengas que arrepentirte o avergonzarte, ni hiciste nada que no hubieses hecho sobria.

Lo cierto era que ella realmente no había hecho nada, Kate estaba temiendo que hubiese metido la pata cuando el que lo había hecho había sido yo.

Agarrando el polo, se levantó para cambiarse en el baño. Me sentí algo culpable por omitirle varias cosas de la noche anterior. Además, era cuestión de tiempo que se fuese acordando de ellas. Simplemente esperaba que no lo hiciera. Pero cuando se giró hacia mí con el ceño fruncido, sabía que mis esperanzas eran en vano.

- ¿Un puñetazo en la frente también es nada? - aghhh por supuesto que se iba a acordar de eso- ¿o es que acaso una puta- escupió la palabra - no merece saber la verdad?

- Oye Katherine....- sabía que nunca debía haber dicho esas cosas, pero arrepentirme no era uno de mis puntos fuertes. - ayer...- ¿estaba completamente furioso y pagué mis celos llamándote puta? - yo no quería decir eso- Y era cierto. Fue algo que se escapó de mis labios. Cosa que nunca solía pasarme y desde que la conocí pasaba continuamente. Estaba perdiendo toda mi profesionalidad en todos los sentidos.

- ¿Ah no? ¿Y qué querías decir? ¿Por qué yo creo que quedó muy claro lo que pensabas de mí?- nada. Estaba claro que no pensaba dejar el tema. Muy bien, si esto es lo que quería, esto es lo que tendría.

- Mira Katherine - dije con el arrepentimiento ya completamente fuera- Sabes que no pienso que seas una puta- era ridículo. ¿Quién podía pensarlo si quiera? Era más bien todo lo contrario. - Simplemente ayer estabas comportándote de una manera, no sé supongo que propia de una niña chica- mierda, eso no es lo que quería decir- de una niña de tu edad, una- allá vamos - una adolescente inocente.

Cómo si la hubiese insultado sentí como mis palabras se clavaban en ella. No entendía por qué si solo estábamos hablando verdades. Esperé paciente en la cama a que esa cabecita suya maquinase lo que fuese que estaba pensando antes de soltarme cualquier cosa.

- ¿Es que tú nunca te has emborrachado? -soltó al fin completamente cabreada.

- Tienes dieciséis años y ...

- DIECISIETE - me interrumpió exaltada.

Sabía perfectamente la edad que tenía pero intentaba engañarme para auto convencerme que sí era una gran diferencia. El hecho que fuese menor debía ser el primer gran pero.

- Bueno diecisiete, lo que sea. Tienes diecisiete años y hasta ahora no habías bebido.- No sabía si iba a entender muy bien por dónde iban los tiros pero le di tiempo para intentarlo. Su respuesta sin embargo, me pilló completamente desprevenido.

- ¿De verdad piensas que por no beber soy una niña chica? - ¿Pero qué estaba diciendo?- Pues mira- estaba embalada. Era uno de sus ataques de sinceridad, no había manera de interrumpirle hasta que terminase. -No bebo ni tampoco fumo y soy virgen.- ¿Qué? ¿A qué venía aquello? Peor aún, ¿por qué me alegraba escucharlo? - y muy orgullosa estoy de las tres cosas. Y me da igual lo que diga la gente porque no voy a cambiar. Pero pensaba que tú eras diferente. ¿Sabes qué? A lo mejor eres tú el inmaduro, porque si piensas que por eso soy una niña chica, estas equivocado. Así que adelante piensa de mi lo que te dé la gana.

Buff. No podía negar que aquel discursito, aunque no viniese a cuento y hubiese malinterpretado mis acusaciones, me tenía completamente fascinado. Verla usando el poco carácter que tenía, hacía cosas ilógicas en mí. Pero nunca debía mostrarlo.

- No pienso que seas una niña chica porque fumes o bebas y mucho menos porque seas virgen...- todavía me costaba entender qué le había llevado a creer que yo pensaba eso.- Desde luego no sé qué te habrá llevado a pensar que eso es lo que yo había dicho- me levanté de la cama y anduve hacia ella. - Pienso que eres una niña chica porque acabas de decir que te sientes orgullosa de no beber- cuando usaba su carácter, por mucho que me gustase, necesitaba recordarle quien tenía la delantera. Recordarme qué efecto tenía en ella. Y a por eso es a lo que iba. - Lo que te estaba diciendo es que llevas toda tu vida sin beber y ayer bebiste. Y lo hiciste porque pensaste que eso iba a evitar que fueses una niña chica, al menos creíste que yo pensaría aquello.- Había sido ridículamente gracioso la manera en la que desfilaba frente a mí la noche anterior, ensalzando lo copa en su mano. Aunque a decir verdad, pocas veces acababan dirigiéndose mis ojos hacia sus manos cuando pasaba por delante. - Lo que te convierte en una. - había que rematar la jugada.

Y por su expresión, podía afirmar que la jugada había sido todo un éxito. No es que ella fuera a aceptarlo, claro está, sino no sería tan divertido.

- No bebí para impresionarte. ¿Por qué querría hacerlo? - si la voz le temblaba no iba a convencer a nadie. Una lástima.- Simplemente quería olvidarme de todo por un momento y dejar de pensar.- insistió. Podría haber sido creíble si el rubor de sus mejillas no hubiese empezado a traicionarle.

- Ya claro- solté mientras invadía su espacio. - Nunca fuiste buena para inventarte historias ni escusas. - Era incapaz de mentir sin que yo la detectase. Mucho más cuando se trataba de mí.

- No es ninguna de las dos cosas, es la verdad. - ahh. Cabezotilla como siempre.

- ¿Ah no? - le susurré al oído con mis labios rozando su oreja. Quería demostrar mi punto, y sentía que lo único que estaba haciendo era poner a prueba mi autocontrol.

Sin separarse de mí, dirigió sus ojos a los míos y tras inhalar fuertemente soltó un "no". No pudo aguantar la mirada, y al desviarla obtuve mi victoria. Le desvelaría su punto débil para que tuviese una ventaja en la siguiente. Aunque mi otro yo, insistía en que no debía haber una siguiente. Me urgía a salir del cuarto inmediatamente. Recordándome que aquello no tenía absolutamente nada de profesional. Estaba jugando con fuego.

- Cuando sonrojas pierdes todo el poder de convicción.

Sin saber qué responderme, decidí que lo mejor sería desaparecer de allí. Pero cuando sus ojos se iluminaron, supe que estaba en serios problemas.

- ¿Tal vez si me ponga el camisón ganaría convicción?- Ah, mierda. Punto para Kate. Puntazo. ¿Cómo si quiera había sido capaz de reprocharme aquello? Apuesto lo que sea, que estaría muriendo de vergüenza justo ahora.

- ¿Así que ya te acuerdas de todo? - había estado repitiéndome continuamente que lo mejor era olvidarlo y hasta ahora no me había dado cuenta que silenciosamente había estado deseando que ella no lo olvidase.

- Si y también me acuerdo de tus otras dos "preciosidades" - soltó con rencor. O intento de rencor.

No pude evitar una gran sonrisa, al reconocer abiertamente los celos en su afirmación.

- ¿Alguien está celosa? - siempre había hecho inútiles intentos para esconder la verdad. Y estaba convencida que haría lo mismo, por eso cuando me respondió "No te hace falta que responda esa pregunta" consiguió desaparecer la sonrisa. Jamás había tenido agallas para responder de esa manera. Los dos sabíamos que yo conocía sus sentimientos hacía mí, pero estar confirmándomelos de esta manera, era algo bastante inesperado. Una declaración que me había helado la sangre. Porque sabía que el momento había llegado. Ella exigía una respuesta. Jugar o pinchar la pelota. ¿Qué iba a ser?

- Tampoco te hacía falta irte con el Ryan ese ni con su grupito de amigos - nunca había sido uno que abandonase un juego antes de tiempo. Aquí tenía mi respuesta. Una respuesta completamente sincera y directa.

- ¿m Alguien está celoso? - y cuando vi mi sonrisa en ella, supe que quería borrarla con un buen beso. ¿Ese era el efecto que estaba teniendo en ella? No me disgustaba en absoluto.

- No te hace falta que responda esa pregunta. - Ahí lo tenía. Incomprensible cómo durante todo este tiempo fuese tan inocente para darse cuenta que yo había estado igual o el doble de atraída hacia ella. Tan insegura de que pudiese ser cierto. Ya había llegado el momento, que lo supiese de una vez por todas. Era real y mutuo.

- Pues la verdad es que si Jared. - su tono había cambiado por completo. Fuera habían quedado cualquier tipo de jueguecito, dentro estaban sus sentimientos. - Llevas jugando conmigo desde que supiste que estaba atraída por ti. Y si vas a comparar entiende que yo ni si quiera lo besé y tú, te liaste con las dos.

Un NABO. Había conseguido irritarme oficialmente. ¿Por qué tenía que recordarme aquello? Ver como intentaba besar al maldito Ryan había sido una de las mayores torturas de mi vida. Y eso era algo que realmente me inquietaba. El poder que tenía ella sobre mí. Tan incontrolable.

- No lo besaste pero no porque no lo intentaras- si iba a reprocharme algo, tenía que pensar mejor qué había hecho antes. Anoche ella había sido la causa y yo la consecuencia. No al revés. Triste pero cierto.

- Solo lo hice por impotencia , ni si quiera debería

- Ves- por favor , que no siguiese con el tema- típica reacción infantil.- La cual no debía haberle recriminado porque yo tuve exactamente la misma , sino peor.

Supe que había metido la pata, cuando una mirada acusadora me preparaba para un buen sermón. Había tocado fondo.

- ¿Sabes qué? Tienes razón. Soy yo la que se está portando de manera infantil al reconocer mis sentimientos y al menos ser capaz de dejar las cosas claras de una vez.- touché- Infantil por intentar besar a un chico que no había hecho nada más que portarse estupendamente conmigo desde el minuto uno porque el chico que me gusta estaba ocupado con desconocidas, después de haberme tratado como una mierda. Tienes razón, perdón por ser tan niña chica- gritó desesperada y con una franqueza que no la había visto utilizar jamás.

Joder. Aquel discurso era algo que no esperaba en absoluto. Sabía que tenía toda la razón. El comodín de llamarla niña chica para resolver todos mis problemas se estaba acabando. Más incluso cuando los dos nos estábamos dando cuenta de que para su edad, era bastante madura e inteligente. Inocente, sí, pero completamente adulta. ¿Por qué estaba yo tomando todo el peso de la decisión entonces? Preguntaba una parte muy insistente solo para que la lógica me diese un guantazo. NO hay nada que decidir, repetía una y otra vez. Relaciones con los sujetos no solo es prohibido sino que está penalizado. ¿Por qué si era tan madura, no podía entender aquello?

- Niña chica porque todavía no eres consciente de que entre nosotros dos nada está permitido ni claro- Y por mucho que le doliese aquello era completamente cierto. No negaba que sintiese una poderosísima atracción hacia ella, sabía que no era tan solo tensión sexual pero tampoco estaba seguro exactamente qué más era, ni qué quería de ella.

- Habla por ti - y con esas tres palabras, sentí un vuelco dentro de mí. Ella si lo tenía bastante claro.

Sin decir nada más y dejándome completamente estupefacto se encerró en el baño y fue mi señal para volver a mi habitación. Estaba bastante impactado. No esperaba una reacción así en ella. Y sin embargo, esas tres palabras habían hecho que empezase a verla de otra manera. Todavía mejor.

Antes no había dicho ninguna mentira. Si dejábamos a un lado el hecho de que lo nuestro no estaba permitido, aun así había muchas otras dudas que venían a mi mente. Desde que tenía uso de razón, nunca había tenido una relación, al menos una seria. Había tenido mis aventuras y encuentros con numerosas chicas, unas más importantes que otras, pero jamás había permitido que ninguna llegase a controlar mis sentimientos o mi comportamiento. Katherine ya lo había conseguido. ¿Tenía eso que decir entonces que debía tener una relación seria con ella? Estaba claro que eso es lo que ella quería, porque no me la imaginaba consintiendo un rollo de una noche y si así fuera, yo mismo no lo permitiría, porque definitivamente no es lo que ella merecía. Lo cual no quitaba el hecho, que fuese eso lo que yo quería. No estaba preparado para prometerle algo de lo que no estaba seguro si sería capaz, pero tampoco podíamos empezar cualquier cosa indefinida. Puede que todas estas dudas se hubiesen resuelto si lo hablaba con ella. Pero estábamos olvidando la gran cuestión: estaba prohibido.

No he respetado las reglas durante toda mi vida porque fuese un hombre obediente y leal sino porque yo mismo creía en la necesidad de cumplirlas. Siempre había actuado de acorde a mis creencias y las reglas, eran una de ellas. Ninguna regla estaba impuesta sin algún motivo y está, como todas, lo tenía. Si tienes relación con el sujeto, no es solo que estés dándole una patada a tu profesionalidad sino que estás poniendo en juego la vida de otras personas. Guiarse por los instintos y la razón, en nuestro trabajo, es una ley fundamental. Si esa ley se nublase de sentimientos y emociones, las decisiones y actuaciones podrían ser completamente desfavorables para todos. Pensar con el corazón en una situación de vida o muerte, significa la muerte, o tal vez, solo la decisión peor tomada. Si dejase fluir con total libertad, mis sentimientos hacia Kate, en cualquier conflicto, solo podría centrarme en ella. Y precisamente por querer lo mejor para ella, puede que escogiese lo peor. Es algo difícil de comprender si no habías vivido las numerosas encrucijadas a las que me había enfrentado, por eso era imposible explicárselo a ella. Kevin, por otro lado, sabía que me comprendía a la perfección porque estábamos en las mismas. No eran los mismos sentimientos los que teníamos por ella, pero sí el mismo aprecio. Naturalmente, estábamos dispuestos a dar la vida por ella, pero un solo error y todo habría acabado. Equivocarse era mucho más fácil si la apreciábamos. Los instintos y comportamientos técnicos que habíamos adquiridos para repetir con cualquier persona, serían mucho más difíciles de aplicar si temíamos por Kate.

Con la prueba de Jess, había estado percibiendo como con cada herida, Kevin miraba hacia otro lado. Había estado sufriendo demasiado. Los dos. Y ahí estaba el problema. No seríamos capaces de provocar un mal menor en Kate aunque fuese para llegar a un bien mayor. Intentaríamos contemplar la mejor posibilidad para ella, saliéndonos del modelo, del protocolo, sin darnos cuenta que el protocolo está así establecido porque siempre es la mejor opción.

Si Kevin no iba a ser lo suficientemente fuerte para soportarlo, alguien tenía que serlo. Si ese alguien además, era el mando del equipo, no había otra opción. No podía permitir que mis sentimientos afectasen mis acciones. Y aceptarlo era algo que me iba a llevar tiempo, pero que debía conseguir, pues era completamente necesario.

Siempre había tenido voluntad para todo, no dejaría de hacerlo ahora. Por mucho que Kate estuviese rompiendo todos mis esquemas y volviendo mi mundo patas arriba, esto era inquebrantable.

Hasta que alguien llamó a la puerta.

g

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