Begonia © ✔️ (TG #2)

By ZelaBrambille

5.9M 523K 59.1K

Confió en sus promesas, pero lo único que le quedó a Margaret cuando él la abandonó, después de hacer el amor... More

Begonia ©
Personajes
Introducción
Prefacio | Frío como la nieve.
Capítulo 01 | Agonía
Capítulo 02 | Amargo
Capítulo 03 | Sed insaciable
Capítulo 04 | Dolorosa ausencia
Capítulo 05 | Odio arrebatador
Capítulo 06 | Arrepentimiento
Capítulo 07 | Cercana lejanía
Capítulo 08 | Insistencia
Capítulo 09 | Doble determinación
Capítulo 10 | Heridas tentadoras
Capítulo 11 | Medias confesiones
Capítulo 12 | Segundas oportunidades
Capítulo 13 | Sonrisas
Capítulo 14 | Metamorfosis
Capítulo 15 | Cielo claro
Nota importante
Capítulo 16 | Tormenta salada
Capítulo 17 | Recuerdos
Capítulo 18 | Entre oscuridad
Capítulo 19 | Nublado
Capítulo 20 | Aguacero
Capítulo 21 | Paraíso momentáneo
Capítulo 22 | Cristal
Capítulo 23 | Serpiente
Capítulo 24 | Fragmentos y abrazos
Capítulo 26 | Descubrimiento
Capítulo 27 | Hasta pronto
Capítulo 28 | Espacios
Capítulo 29 | Eco de mentiras
Capítulo 30 | Delineando
Capítulo 31 | Rayo de sol
Capítulo 32 | Filo helado
Capítulo 33 | Pescar disculpas
Capítulo 34 | Admirando estrellas
Epílogo | Ardiente como el sol
Extra 01 | La canción de la libreta naranja
Extra 02 | MuN and THEBoss
Espacio para fan arts
MIS OTRAS HISTORIAS

Capítulo 25 | Esperanza

103K 10.9K 1.1K
By ZelaBrambille

Canción: Because of you - Kendall Rucks

-*-

CAPÍTULO 25

Esperanza


Cuando era pequeña y Erik era a penas un bebé, mamá sonreía. No es que pasara mucho tiempo con nosotros porque estaría diciendo una mentira, pero siempre estaba feliz. Yo intentaba ignorar que a veces ellos me recriminaban por no ser de cierta forma y todo parecía ir bien. Mi pequeño castillo, aunque sucio, podía limpiarse y parecer nuevo.

El día que se enteraron que mi hermano tenía cáncer de hígado, algo se rompió entre nosotros. Tal vez suene egoísta, pero ellos me hicieron a un lado, solo existía Erik. Y está bien, yo era una chica grande que entendía que estaba enfermo y necesitaba ciertos cuidados, pero incluso así me apartaban.

Erik cambió muchísimo, pasó de ser un niño hiperactivo y alegre, a un ser arrogante y malhumorado. No perdía la ocasión para hacer berrinches y pedirles caprichos a mis padres, ellos le daban todo lo que pedía el pequeño de los Thompson. Me distancié más porque él así lo quiso, nunca deseó que estuviera demasiado cerca y tenía que respetarlo. Me dolía ver cómo mis padres me ignoraban, bajé mis calificaciones en la escuela, me alejé de mis amigos, todo era un fiasco.

No pasó mucho tiempo, el cáncer de hígado es uno de los más agresivos y él no logró vencerlo. No pude despedirme de él, tampoco quise verlo en el ataúd porque no quería llevarme esa imagen, quería recordarlo por las cosas que habíamos vivido juntos.

Estaba demasiado triste, demasiado desolada porque mi hermano menor había muerto. Ya no estaba ese cómplice de travesuras, tampoco aquel con el que peleaba a menudo y luego nos contentábamos jugando en el patio. Erik ya no estaba y yo quería un abrazo. Mamá se sacudió y me gritó que no la tocara, se encerró en su habitación por días. Con mi padre ni siquiera lo intenté, él se ocultó en el estudio y no salió hasta que necesitó ir a comprar más vino.

Estaba sola, la única que parecía preocupada era una chica que se había acercado a consolarme en la capilla del hospital. Tess. Pero no la conocía, así que no importó mucho.

Mamá salió y preparó el pastel que siempre le preparaba a mi hermano, se lo comió. Pensé que volvería a su cuarto, y lo hizo; pero antes de marcharse, me miró con sus ojos inyectados en sangre y me dijo: «mi niño no merecía morir, pero quizá tú sí».

Mi corazón se rompió en miles de fragmentos, comencé a llorar. A partir de ese momento, ambos lo repetían, hubieran preferido que yo fuera la muerta.

Me le quedo mirando, no comprendiendo a qué vino. Si necesita agredirme otra vez para sentirse bien, no creo poder resistirlo. Hace una seña para que tome asiento, lo hago porque estoy agotada y no creo que mis piernas resistan. Vislumbro cómo se coloca a mi lado y solo cuando levanto la vista es que me doy cuenta de sus gestos tristes.

Enderezo la espalda, tal vez le ocurrió algo a mi padre, esa sería una buena razón para que ella venga aquí; pero no habla ni dice nada, así que lo descarto. Espero a que me diga qué ocurre, pero mira el suelo y arruga la frente, sin mirarme.

—¿A qué viniste? —pregunto con la voz rasposa.

Sasha niega y se levanta, enmudecida. Contemplo cómo se dirige hacia la cocina con una bolsa de plástico que obtiene de la mesa, algo que no había visto antes. Vagos recuerdos de lo que acaba de pasar se acoplan a mi cabeza, James llevaba una bolsa como esa en las manos, pero no hago más rollos en mi mente porque no quiero hacerme muchos líos. No ahora, no cuando estoy tan débil y un tanto alcoholizada.

Ella se adentra en la cocina y escucho cajones ser abiertos, también sartenes y cubiertos. Me pongo sobre mis pies algo mareada y me tambaleo, pero me recompongo en segundos. Lo bueno de emborracharse con frecuencia, es que tarde o temprano tu cuerpo termina aumentando el nivel de aceptación. Sí, el licor te relaja, pero conforme pasa el tiempo, debes consumir más para llegar al efecto deseado.

Por eso es una adicción. La mayoría estaría vomitando en este momento de ser yo, pero esto para mí es como tomar leche antes de dormir. Aún así, me siento lo bastante tranquila como para no gritarle a mi madre que se largue de mi departamento.

La última vez que nos vimos, las cosas no quedaron como para que se comporte como una mamá preocupada y amorosa. Nunca le ha importado.

Sin embargo, ella saca una cajita amarilla de cartón de la bolsa plástica, con movimientos delicados obtiene del interior un sobre de té. Y, sin mirarme, se encarga de prepararlo.

Me dejo caer en la silla de la barra y clavo la mirada en mis uñas, aunque podría estar viendo cualquier cosa. Estoy confundida y no sé qué hacer, seguramente luzco como una lunática; pero, de todos modos, es en lo que menos se fijaría. Hay otras cosas que opacan ese minúsculo detalle. Está el desorden en mi casa, mis cabellos enmarañados, mi ropa hecha un desastre y que no estoy usando mis sentidos al cien por ciento.

Tal vez mi madre no está aquí y ya estoy alucinando cosas. Dejo de pensar y permito que me lleve la corriente, es algo sencillo pues es lo que hago cuando tengo una recaída como esta. Tarde o temprano iba a pasar.

Mi madre mezcla el contenido de una taza de cerámica rosa pálido, provocando que un tintineo rebote en las paredes de la habitación. Deja de darme la espalda y se acerca con cautela, como si temiera ser atacada. ¡Oh! ¡Vamos! ¿Qué es todo este teatro?

—No soy una criminal ni nada por el estilo, no te voy a morder tampoco, solo es alcohol. Ya deberías estar acostumbrada, nuestra familia tiene historial. —Sé que solo quiero herirla, y lo logro. Ella traga saliva y respira profundo, pero levanta sus ojos y los deja en los míos por primera vez desde que llegó.

—En realidad, tengo miedo de que salgas corriendo. —Es mi turno de apartar la mirada.

Coloca el recipiente frente a mí, ondas de humo bailan a causa de la temperatura alta, así que soplo porque no quiero quemarme.

Cuando papá se ponía muy tomado, ella siempre le daba té de manzanilla para ayudarlo a sobrellevar la resaca y bajar el nivel de alcohol en la sangre. Algo que no importaba con demasía porque volvía a hundirse en la misma mierda, terminaba peor que antes. Tirado en alguna parte de la casa con algún objeto o fotografía de Erik.

Le doy el primer trago a mi bebida humeante, me dejo llevar por lo caliente del líquido que pasa con rapidez por mi tubo y cae en mi estómago como si fuera un piano cayendo desde el piso más alto de un edificio.

La última vez que mamá hizo algo por mí fue un día antes de que internaran a mi hermano. Las cosas ya estaban tensas, pero todavía fingíamos ser la respetable familia Thompson. Preparó galletas de chocolate. Lo hizo para darle ánimos a Erik, pero me sirvió unas cuantas con una sonrisa. Para mí eso ya era demasiado, más cuando se aferraba a ignorarme.

Ella nunca me preparó un té, ni siquiera cuando tenía cólicos. Me siento ridícula porque ya soy una chica grande y no debería permitir que mi barrera se desmorone por algo tan estúpido, pero mi corazón se estruja fuerte al darme cuenta de que hizo algo por mí porque quiso hacerlo.

No es hasta unos cuantos tragos después cuando ella se aclara la garganta, sé que va a decir algo, sé que está aquí por una razón; pero no sé si quiera saberla. Hago como si no supiera que tiene la atención puesta en mí, me concentro en mi taza y en cómo calienta mi interior, apartando un poco las partes frías de mi cuerpo. Es más fácil así. Si me distancio, las cosas son más sencillas.

—Voy a divorciarme de tu padre. —Detengo la taza a medio camino y abro los ojos con estupor. ¿Ha dicho que va a divorciarse? Hago a un lado lo que llevo en las manos porque necesito pensar—. Por favor no dejes de tomarlo, te va a ayudar a no sentirte como una pequeña granada mañana.

La contemplo unos segundos y me debato entre hacer lo que pide sin objeciones o contestarle que si antes no se preocupó, no tiene por qué hacerlo ahora; pero aplano los labios y controlo mi lengua, necesito que ella siga hablando.

Sabía que nuestro hogar ya no era un sitio sano para nadie, que dejamos de ser esa unidad porque en realidad nunca fuimos algo seguro; pero mis padres son el tipo de personas que aman demostrarles a los demás que son felices aunque no sonrían honestamente ni una sola vez. Al principio supuse que era por los negocios de papá, manejar cadenas de ventas de vehículos no es fácil y se requiere de cierto rango social para que todo funcione a la perfección, pero luego me convencí de que ellos eran así, estaban acostumbrados y me dolió darme cuenta.

No es que no tuviera momentos felices con ellos, por supuesto que los tuve. Mi madre era cariñosa cuando era una niña, salíamos a los parques de diversiones. Recuerdo que una vez nos fuimos de viaje a una playa y papá me dejó enterrarlo en la arena. Pero ahora me doy cuenta de que tal vez esos momentos tampoco eran de verdad, quizá eran un ladrillo más en sus mentiras extrañas.

Sé que los padres no son perfectos, pero vivir con personas que te mienten todo el tiempo y te hacen ser peor persona, no es fácil. Yo creía en mis padres y caer duele. Al menos Ámber siempre supo que los suyos eran una mierda, Dan igual, yo no tenía idea hasta que me estampé por vivir cegada.

—Es imposible vivir como lo he venido haciendo —susurra con la voz quebrada, mirando a la nada—. No puedo seguir fingiendo algo que no somos, necesito salir de este pozo.

—¿Por qué ahora si siempre ha sido así? —pregunto tan quedito como puedo. Ella sonríe con tristeza y deja caer los hombros, luciendo pequeña, como yo.

—Me enamoré de un muchacho cuando tenía diecisiete, se llamaba Matías. —Se pierde en sus pensamientos y yo no puedo evitar concentrarme en sus palabras. Estamos teniendo una conversación decente después de tanto, simplemente no puedo ignorarla—. Le gustaba el jazz, bailaba en el grupo de la escuela, lo conocí porque estaba en ese grupo también, era mi pareja. No pudimos evitarlo, solo ocurrió, me invitó a salir y yo estaba fascinada. Nos gustaba ver el atardecer en una colina, éramos unos chiquillos, pero lo amaba. Yo creía que todo estaba bien, pero mis padres no pensaron lo mismo, él era latinoamericano y su familia era humilde. Según sus palabras, no estaba a la altura de alguien como yo. Mis padres les dieron dinero para que se marcharan lejos. Un día me llevó a la colina, reímos, nos besamos, me llevó a casa y me dijo que me amaba; nunca lo volví a ver, solo desapareció.

Jadeo porque es horrible, muy en el fondo le agradezco a Dios que no me haya permitido conocer a los abuelos. También me sorprende porque nuestras historias son algo similares, James también desapareció.

—Pero no entiendo.... —digo a lo que me interrumpe.

—Joseph era hijo de uno de los empresarios emprendedores en Hartford —dice, a pesar de que ya lo sé. El abuelo Joseph fue el que inició con el negocio que dirige mi padre hoy en día—. Él sí era alguien que estaba a mi altura.

Los engranes en mi cabeza giran con un poco de torpeza, pero algo en mi hace click. El horror me recorre, cierro los ojos para formular la pregunta y atreverme a pronunciarla.

—¿Estás insinuando que te obligaron a casarte con papá? —pregunto con un deje de repulsión. ¿Cómo puede haber padres tan egoístas? ¿Por qué alguien querría ver a su hijo infeliz?

—No lo insinúo, te lo estoy diciendo —confirma. Mi pecho se hunde y muchas cosas se aclaran, incógnitas de nuestro pasado que no entendía y que ahora se enlazan y se responden solas—. Tu padre estuvo enamorado de Julianne Coss, la hermana del oncólogo. No sé mucho sobre su relación porque tu padre es demasiado reservado con ese tema, pero ella murió en un accidente después de que le dijeron que tenía que dejarla porque nuestros padres tenían un acuerdo y debíamos casarnos. Creo que Joseph siempre se culpó y no solo lidia con un fantasma, lucha con dos.

Mi lengua parece haber crecido porque la siento pesada o quizá es que tengo miedo de preguntar. La pared se está desmoronando y no sé si me va a gustar ver qué es lo que hay del otro lado.

—¿Lo amaste alguna vez? —cuestiono en un hilo.

—¿A tu padre? —Asiento, mirando su ceño fruncido—. Claro que lo hice, aún lo hago, y es por eso que no puedo seguir viendo cómo destruye su vida. No me deja acercarme, no me escucha y no soporto vivir en un lugar donde un fantasma es más fuerte que mi amor. Sé que Joseph me quiso, pero nunca como a Julianne, Maggie. Pensé que podíamos intentar salir adelante, pero el día que te dijo todas esas cosas me di cuenta de que estamos tan rotos que es imposible unir las piezas de nuevo.

Asiento, comprendiendo lo que quiere decir, yo pensé eso mismo. Se relame los labios, sé que quiere decir algo más y creo saber qué es.

—No necesitas hacerlo, está bien —murmuro, sintiendo un nudo en mi garganta que bien podría ser una bola de acero.

—Te equivocas, necesito hacerlo —emite con los ojos cristalizados, pestañea rápidamente y lanza un suspiro—. Siempre me prometí que no sería como mis padres, que sería una buena madre con mis hijos. Cuando Erik enfermó sentí que no lo había cuidado lo suficiente, así que hice lo posible para que se recuperara, para darle fuerzas y que luchara por vivir, pero no lo hizo. Cuando.... cuando murió yo... me sentí como el peor ser humano sobre la tierra. No pude hacer nada para aliviar su dolor, para recuperar su vida. Me dejé llevar por esos sentimientos negativos al punto de cuestionarme para qué me habían dado el privilegio de ser madre si iba a perderlo tan pronto. Y se me olvidó que no solo tenía un hijo, también tenía una hija que seguía necesitando de esa madre que la peinaba cuando era pequeña para ir a la escuela.

La maldita bola se hace más grande hasta que tengo que abrir la boca para poder respirar. Mis ojos se nublan, pero aguanto las lágrimas y le doy otro trago a mi té, como si eso me protegiera de alguna manera.

—Olvidé que tú estabas ahí, que habías perdido a tu hermano y que sufrías como nosotros, pero eso no es lo que más me duele. Lo que me destroza y me hace sentir despreciable es que te hice sentir poca cosa durante tanto tiempo, te hice creer que tu hermano era más valioso. Era valioso, pero tú también lo eres. No quería que muriera, pero tampoco quería ni quiero que mueras tú. —Mamá comienza a llorar y yo no puedo contenerme más, lágrimas resbalan por mis mejillas y caen sobre la encimera. Mi mamá está aquí, no esa desconocida de deambulaba por la casa, mi mamá está aquí—. No hay palabras ni nada que justifique lo que hice, cariño, estoy tan orgullosa de que te has convertido en una mujer exitosa a pesar de todo lo que ha pasado, estoy tan orgullosa de tener a una hija tan valiente que ha dado todo para vivir. Me siento tan cobarde, yo soy la poca cosa comparada contigo.

Dejo de mirarla porque no puedo parar el mar salado que sale de mis lagrimales.

—Sé que no lo merezco —continúa—. Sé que no valgo la pena porque te hice daño y no estuve junto a ti cuando me necesitabas, pero te amo, Maggie. Te amo y no puedo seguir adelante sin mi hija. Tengo que cuidar lo único que me queda, lo único bueno que pude hacer en esta vida, por favor perdóname.

Yo me deshago en mi asiento, sus palabras acarician mi corazón y tengo tanto miedo de despertarme y darme cuenta que es un sueño, que sigo tendida con mi botella de vino en el suelo.

Alcanzo a escuchar una silla ser arrastrada y, pronto unos brazos me recubren y me refugian en un pecho que hacía tanto que no me acogía. Sigue usando el mismo perfume de siempre, lanzo un gemido que me asfixia y la abrazo de vuelta.

Mi mamá está aquí, de verdad está aquí.

Siento sus lágrimas mojando mi cuero cabelludo, pero solo la abrazo más fuerte.

—Te amo tanto, mi niña.

Nos mecemos como si fuera un baile lento y yo me aferro a sus antebrazos, extrañe tanto sentirme segura en los brazos de mamá. Todavía no puedo creer que esté junto a mí, diciendo que me ama.

Me pide que me levante y me toma de la mano, balbuceo que necesito limpiar, pero ella insiste en que después podremos hacerlo. Por extraño que parezca, limpia cada una de mis lágrimas y hace a un lado mi cabello empapado. Me pregunta si quiero una ducha y, cuando le digo que sí, me ayuda como si fuera una pequeña bebé.

Ella enjabona mi cabello, masajeando mii cuero cabelludo, y limpia mi piel. Observa con tristeza cómo es inevitable para mí no lagrimear.

Sus manos ya un poco arrugadas por la edad, deshacen la suciedad de mi pálida piel. Y no solo eso, después me seca y me tiende un pijama que obtiene del armario para que me vista.

—Ven aquí —pide. Me siento en la silla frente al peinador y vislumbro nuestros reflejos. Sasha toma un cepillo y peina mi cabello con demasiado cuidado, demasiada paciencia. Sus mejillas se llenan de lágrimas, haciendo juego con las mías.

Una vez que termina, nos recostamos en la cama. Me siento como una niña pequeña indefensa, pero al mismo tiempo tan feliz que temo que todo se esfume.

—Voy a ir a terapia para superar la muerte de tu hermano y todo lo que ha pasado. No voy a obligarte, pero sería bueno que fuéramos juntas. ¿Te das cuenta de que algo malo pasa en tu vida y necesitas superar lo que pasó? —Asiento, mi labio tiembla porque es la primera vez que ella menciona algo de eso—. Siento no haber estado junto a ti cuando ocurrió, nunca me lo voy a perdonar. Y aunque sea tarde, voy a hacer todo lo posible para que esos infelices paguen por lo que nos hicieron.

No le digo por qué tomé alcohol, no le digo que hoy vi a mi agresor, no quiero manchar este momento ahora.

—James te ama y tú lo amas a él —susurra.

—Lo sé —contesto.

—No deberías estar comprometida con alguien a quien no quieres. Tal vez Andrew va a morir, pero ¿te has puesto a pensar en que James puede conocer a alguien más? Me lo encontré en el pasillo, vi sus ojos cuando le pedí que se fuera, ese hombre te ama y le duele que no le permitas acercarse aunque no lo demuestre.

—A veces creo que merece algo mejor —murmuro con la voz temblorosa—. Es decir, mírame, soy un desastre.

—Deja que sea él quien decida a quién quiere amar. Él puede ayudarte a sanar esas heridas que siguen abiertas, no hay mejor medicina que el amor.

Una sonrisa triste se dibuja en mi rostro, cierro los párpados y, por primera vez después de hace mucho tiempo, siento que no todo está perdido.


-*-

Sé que muchos odian a los padres de Mags, pero no son los villanos de la historia. Maggie necesita algo seguro para aprender a volar, ¿qué mejor que el cariño de una madre? 

Muchas gracias por la paciencia, para los que no estén enterados, las actualizaciones de Begonia serán cada dos semanas debido a mis obligaciones escolares. Ojalá me comprendan. 

Prepárense que lo  mejor está por venir :3

¡Besos!



Continue Reading

You'll Also Like

4.3K 274 26
La vida muchas veces suele ponernos en situaciones tan difíciles y extremas que la mejor solución seria darnos un tiro en la cabeza. -"No se alarmen...
988K 26.7K 31
Cuando las personas que más amas, te rompen, es difícil volver a unir esos pedazos. Victoria Brown, creía que cuando amas, la brecha para perderte a...
29.5K 2.8K 17
Donde Giani y Samira salieron solo 3 meses.
135K 7K 86
~~~~~~~~~~~~☆~~~~~~~~~~~~~~ "Cada quien escribe su propia historia", ésta es una de las enseñanzas que Hisashi Midoriya enseñó a su hijo a quien cono...