Por tu amor al Arte

By Hitto_

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La madre de Emma ha muerto y ella debe irse a vivir a otra ciudad. Tras unos meses en los que consigue adapta... More

Por tu amor al Arte
1° Llevar la fiesta en paz
2º La inutilidad de la clase de arte
3º Desvanecerse
4° Confrontación
6º El plan del fracaso
7º Inoportuna
8º Ser egoista
9º Malas decisiones
10° Me quiero morir
11° Hacer amigos
12° Sentirme incluida
13° Prejuicios
14° Perder el tiempo
15° Julieta
16° El lobo que se enamoró del rayo de luna
17º Lazos rosas
18º Eterno
19º El problema de no hacer las cosas a tiempo
20° Secreto descubierto
21º Ser un gato
22° Amistades que valen
23° El mejor regalo
24° Ser su lienzo
Consigue este libro en físico
25° Mi rayo de luna
26° Un poema Dadá
27° Caos armónico
28° Dos caras de una misma moneda
29° En graves problemas
30° El sótano
31° El primero de los últimos cincuenta días
32° Cuarenta y cinco días de aguante
33° La connotación del amor
34° Un lugar para los dos
35° Trending topic
36º Castillo de naipes
37° Bajo cualquier circunstancia
38° La casa vacía
39° La ira se desata
40° El gato de Schrödinger
41° Cosas nuevas
42° El discurso de graduación
43° Jane Austen, Los Beatles y tulipanes (FINAL)

5º Sentarse y hablar

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By Hitto_

Al final del cap. les pongo las canciones mencionadas aquí

Arturo insiste con sus mensajes preguntándome si estoy enojada con él. Ya le he respondido que sí, pero no pienso responderle al porqué. Él debería saberlo, vamos, no es retrasado. Apago mi teléfono y lo meto en mi bolsillo. Quiero prestar atención a la clase.

El acoso continúa en el primer recreo. Arturo no está con Miguel, eso es raro, se nota que de verdad quiere hablar conmigo a solas, aunque ya es un poco tarde.

— ¿Por qué estás enojada? De verdad quiero que me expliques.

—No tendría que explicarte. ¿Por qué tú y Laura andan hablando de mis cosas, a mis espaldas?

—Perdón, ella es tu amiga, no pensé que te iba a molestar.

—Pues sí me molesta. Si tenías preguntas sobre Henry me las hubieras hecho a mí.

—Es que a veces eres un poco cerrada, no me cuentas tus cosas y pensé que no ibas a querer contarme, por eso le pregunté a Laura, para saber cómo abordar el tema. Queríamos ayudarte, de verdad lo siento.

Su excusa no me convence. No soy cerrada, tímida al principio sí, pero ya hemos superado esa etapa y siendo mi novio debería saber que puede preguntarme lo que quiera.

—En lugar de suponer cosas, deberías hablar conmigo directamente. No andar de chismoso.

Me alejo dándole a entender que por hoy hemos terminado y no hay nada más de qué hablar. Que él piense en lo que hizo y saque sus conclusiones, tengo otros problemas de los cuales encargarme.

Como a Henry le toca limpiar hoy, Matías dejó menos suciedad. De hecho no dejó nada, lavó sus propios platos, lo sé porque están secando junto al fregadero.

Al llegar al segundo piso distingo algo en mi puerta. Son papeles clavados con una estrella ninja. Creo que es uno de esos imanes con forma de arma, que parecen clavarse a una superficie, pero no lo es, toco una de las puntas y noto que tiene filo. ¿Dónde consiguió esto Matías?

Me da miedo cortarme al desclavarla así que jalo los papeles, rompiéndolos de la parte de arriba.

El primero es un dibujo a colores. Es mi retrato y es asombroso. Puedo reconocer cada una de mis facciones: mis ojos marrones grandes y almendrados justo arriba de mi nariz respingada; esas características me han acompañado desde que nací, mamá me decía que parecía un duende, y con los años mis facciones no han cambiado mucho, aunque me da la impresión de que con el paso del tiempo me voy pareciendo más a ella. Mi cabello está dibujado tal como lo llevaba ayer: suelto, con una raya al lado derecho y un par de hebillas sujetando los vestigios de mi antiguo flequillo. Si bien creo que mi rostro es semejante al de mamá, mi cabello siempre fue muy distinto al de ella. El suyo era castaño y lacio, eso hasta antes de la primera quimioterapia, cuando después de perder todo el cabello, le surgió más grueso y extremadamente rizado. El mío fue siempre negro e indeciso entre lacio u ondulado. No esas ondas perfectas que se rizan en las puntas, sino ondulaciones indeterminadas y desordenadas. Imagino que eso lo heredé de mi padre, porque ningún familiar de mamá lo tiene así. Nunca nadie me ha dibujado un retrato y me habría encantado de no ser porque también está dibujado el resto de mi cuerpo... como el de Godzila, destruyendo una ciudad. Así que es el más perfecto retrato de una yo/Gozdilla que pueda existir.

Está bien Matías, entiendo tu mensaje, eres un artista y eres capaz de dibujar un rostro a la perfección. Debería destruir el dibujo en varios pedacitos y botarlo la basura, pero no me atrevo. Creo que voy a guardarlo como recordatorio de que no importa cuán estúpida sea la gente, todos tenemos algún talento.

Detrás del dibujo hay un sobre café y una nota que dice: "Para que te culturices un poco". Son varias hojas con letras de canciones, su traducción al español y en algunas hay una pequeña explicación con el contexto histórico. Al fondo descubro un par de CDs, decorados con marcadores de colores.

No tengo nada mejor que hacer así que pongo el CD 1 en mi laptop y empiezo a escuchar lo que Matías considera cultura o clásicos actuales.

La verdad es que la perspectiva cambia cuando lees la letra y la pequeña explicación de cada canción. Hay una o dos canciones de varias bandas: Queen, Nirvana, Sex Pistols, Rammones, The Smiths, Deep Purple y Pink Floyd.

Y aunque la canción que menos me gustó fue Belsen Was a Gas de Los Sex Pistols (porque el punk me sigue pareciendo ruido), la letra me puso la piel de gallina ¿Quién canta una canción tan espeluznante?

Le doy su crédito, la música que le gusta a Matías no está tan mal y muchas de estas canciones las había escuchado antes, aunque no supiera el título ni el intérprete.

Pongo el CD 2 y me doy cuenta que las primeras canciones son de The Beatles. Soy una inculta musical, lo admito, pero no soy tan inculta como para no conocerlos. A mamá le encantaban, los ponía todo el tiempo. No necesito las letras, me sé todas sus canciones de memoria.

La primea es Yesterday, la favorita de mamá. Decía que era su himno. Era curioso que una persona tan alegre tuviese como himno una canción tan melancólica. Me recuesto para escucharla e inevitablemente me acuerdo de ella. Comienzo a cantar en voz baja luego un poco más fuerte.

Yesterday, all my troubles seemed so far away

Now it looks as though they're here to stay

Oh, I believe in yesterday...

Diablos ¿por qué tengo que ponerme a recordar estas cosas?, me afectan demasiado. No quiero llorar, pero ya lo estoy haciendo. La lágrima que baja por mi nariz me hace cosquillas, la limpio y en seguida es reemplazada por otra. La imagen de mamá cantando y obligándome a bailar lento con ella está fija en mi mente. No tenía la mejor voz y aun así cantaba fuerte y sin vergüenza.

— ¡Oh por Dios! —Escucho la voz de Matías en la puerta y me levanto con un sobre salto, limpiándome apresuradamente las lágrimas, aunque mis ojos están hinchados y no puedo hacer nada por disimular eso. — ¿Te estás derritiendo? —me pregunta y no lo entiendo —. Es que no es posible que la reina del hielo esté llorando, tal vez hace mucho calor y tu corazón de iceberg se está aguando.

No estoy de humor para sus chistes estúpidos, pero me sorprendo por lo de reina del hielo. Hoy Arturo me dijo que soy cerrada ¿y ahora soy un ser frío y sin sentimientos? ¿De verdad es la impresión que se lleva la gente de mí?

—No te importa, vete y saca tu estrella ninja de mi puerta.

—Se llama shuriken —me corrige.

—Da igual ¿de dónde sacaste esa cosa?

—La compré en mi viaje —me responde sin darle importancia—. ¿Así que la canción pudo tocarte de mejor manera que tipejo de turno?

—Eres un imbécil. Me gusta esta canción, me trae recuerdos. Pero eso no te importa.

Matías arranca su shuriken de la puerta, la cierra y se sienta a mi lado, mientras hace girar el arma en su dedo.

— ¿Qué clase de recuerdos?

—Solo recuerdos, no te importa.

—Quiero saber por qué esta sí te gusta y no las otras.

—No dije que las otras no me gustaran, esta solo es especial. Era la favorita de mi mamá y el escucharla me hizo acordarme de ella. —Mi voz tiembla y voy a comenzar a llorar de nuevo.

— ¿La extrañas?

— ¡Por supuesto que la extraño!, era mi mamá. Es la pregunta más estúpida que me han hecho hoy, y mira que de verdad hoy me hicieron preguntas estúpidas.

—No porque haya sido tu madre significa que tengas que extrañarla. Yo no extraño a la mía, pero supongo que la gente dirá que está bien, porque ella se fue cuando yo era pequeño. Si se hubiera muerto habría tenido la obligación moral de decir que la extraño, aunque me hubiera dado igual.

—Puede ser, pero la extraño de verdad. La quería mucho y solo nos teníamos la una a la otra, por eso terminé viviendo con Henry... y contigo. Aunque te entiendo, no conocí a mi padre, se fue cuando yo era bebé; pero si se hubiera ido unos años después tampoco lo habría extrañado y a estas alturas me da exactamente igual que esté muerto o no.

— ¿Nunca lo has visto, o hablado con él?

—Una vez. Fue a buscar a mi mamá y me regaló dinero. Me miró mal por no agradecerle. No sé qué esperaba; ¿irse tantos años y que le besara los pies por regalarme cien dólares? A veces también me mandaba regalos, por navidad o mi cumpleaños, pero muy rara vez, con una nota que decía que me quería. Bonita forma de demostrarlo. El último regalo que me dio fue en diciembre del ante año pasado. Me regaló unos aretes bañados en oro con una nota felicitándome por mi quinceavo cumpleaños. Mi cumpleaños es en noviembre, y acababa de cumplir dieciséis, no quince.

Matías se ríe. Y no puedo evitar sonreír también. Será un imbécil, pero es la primera vez que hablo de esto con alguien, será porque él es la primera persona que conozco que puede entenderme un poco. Al final, su madre lo abandonó también. Henry me contó al respecto. Él y la madre de Matías se divorciaron cuando su hijo apenas tenía dos años. Tres años después, ella se casó de nuevo y se fue a vivir al extranjero, dejando a Matías con Henry, no volviendo a comunicarse nunca con ellos.

— ¿Y qué hiciste con los aretes? —Matías me pregunta después de unos segundos de silencio.

—Cuando los recibí mi madre intentó excusarlo, no porque quisiera que yo valorara su intención, sino porque estaba muy avergonzada. Solo los miré y creo que mi madre los guardó.

—Tal vez están entre sus cosas. Puedes buscarlos, como recuerdo de que hay alguien en el mundo a quien odias más que a mí.

—No lo odio, no tengo ningún sentimiento hacia él. Y tampoco tengo nada de mi madre. Después de que murió, solo recogí algunas cosas mías del departamento en donde vivíamos y el resto lo regalé a la caridad.

— ¿No guardaste ni un recuerdo de tu madre? —Parece sorprendido.

—No, no me gusta guardar objetos. No necesito una cosa para recordarla. Tengo algunas de sus fotografías, con eso me es suficiente. ¿Quieres ver cómo era? —No sé porque le pregunto eso, creo que necesito una excusa para mirar el rostro de mi mamá.

—Yo ya sé cómo era. La conocía.

Eso me sorprende, no sé si creerle.

— ¿En serio?

—Sí, me la presentó mi padre en una ocasión en la que viajé a Cochabamba con él, a veces se veían y él siempre me hablaba de ella.

Eso me sorprende aún más.

—Ella nunca me habló de Henry, recién lo conocí un año antes de que mamá muriera, cuando me lo presentó y me dijo que si algo le pasaba él se haría cargo de mí.

—Creo que tenían algo. A lo mejor eran amantes —dice con un tono exagerado de suspenso.

—No lo creo, mi madre nunca tuvo novios, después de mi padre solo se dedicó a mí.

—Tal vez era algo no correspondido y solo mi padre estaba enamorado de ella. ¿Sino por qué aceptaría quedarse con una feta inculta?

Lo fulmino con la mirada. La verdad no sé por qué Henry aceptó cuidarme y encima darme todo lo que le pido. Tal vez sí estaba enamorado de mi mamá, porque si lo pienso bien, no encuentro otro motivo.

Como si lo hubiéramos invocado, Henry aparece en la entrada.

— ¿Están hablando y no hay insultos? Parece que vamos progresando.

—Estábamos escuchado música —le aclaro, esperando que no nos haya escuchado hablar sobre él y mi mamá.

—Sí, yo ya me iba, voy a salir con amigos, no me esperes hasta mañana, o pasado mañana —Matías se levanta y sale de la habitación.

— ¡Regresa para el primer día de clases! —le grita Henry. Escucho una vaga respuesta por parte de Matías.

Henry sigue en la puerta, creo que está esperando a que Matías se vaya para decirme algo. ¡Por favor, por favor, por favor!, que no nos haya escuchado hablar sobre él.

—Emma —llama mi atención—. Cuando estés con él la puerta se mantiene abierta —me avisa con tono grave. Es hasta ahora, jamás me había impuesto una regla.

Yo asiento, pero pienso que es una regla estúpida. ¿Qué cree que Matías y yo vamos a hacer? Además, él nunca está en casa y con su hijo nos la pasamos casi todo el día solos, si quisiéramos tener sexo o algo, lo haríamos cuando él no estuviera; mantener la puerta abierta de mi habitación no haría ningún cambio. Además, dudo mucho que un momento como el que acabo de pasar con Matías vuelva a repetirse.

Gracias por leer! espero que les haya gustado! por favor dejenme sus comentarios, quiero saber qué piensan.

Un beso enorme nos leemos el viernes

Lista de canciones: 

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