10 de mayo del 318
James juguetea con Christina sentado en la cama, haciendo que ella sonría de una manera adorable.
- Quiero una, Alice- sonríe, cogiendo a la niña y besándola la frente con ternura.
- Diselo a Elisa- río.
- Bueno, vendrá dentro de unos días, así verá lo maravillosa que es Chris- contesta.
- Si, sobretodo por la noche.
Le hecho de la habitación para darle de comer. Lo más complicado del mundo, en mi opinión.
- A ver pequeña- murmuro, cogiéndola despacio.
Cierra los ojos contra mi pecho y comienza a succionar. Es adorable, pequeña. Es mi pequeña.
- Alice- Peter entra corriendo.
Frena un poco al ver lo que estoy haciendo, y se acerca despacio a mi.
-Mis padres han venido, con malas noticias, eso he oido- murmura.
Cuando me quiero dar cuenta, Peter ya ha metido a la niña en un carrito y la esta llevando fuera. Ese perteneció a mi hermana, y es el que esta menos demacrado.
- ¿Lo saben, no?- pregunto nerviosa.
- Les he mandado cartas, pero no han contestado a ninguna de ellas.
Nos cruzamos con Anna, que pide llevar el carrito. La ayudamos en las escaleras, yo cargando al bebé y ellos bajando el carrito, y vamos al comedor.
- Deberíamos dejar abajo el carrito- aconseja Peter.
Asiento, abriendo la puerta, y me encuentro la cara de Rachel casi pegada a mi al instante.
- ¡Cuñada!- grita, haciendo que me piten los oídos-. La última carta que nos llegó fue hace dos meses diciendo que estabas de dos, se te nota bastante.
- Rachel...- intenta decir Peter.
- No estoy embarazada, me acabas de llamar gorda por toda la cara- sonrio, un poco molesta.
No estoy gorda, sólo tengo un poco de barriga por haber dado a luz.
- El bebé esta aqui- dice Anna, meciendo a la niña.
Rachel se asusta al ver que se abre la puerta y aparecen sus padres, que parecen preocupados. La madre abraza a Peter y luego a mi.
- Roca ha sido destruida- anuncia el padre, sacudiendo una carta-. Logramos salir a tiempo, pero todo el pueblo fue masacrado injustamente.
- ¿Que tal el bebé?- corta Rachel, sacando el tema de conversación.
- Es verdad... Hijo, eres un imprudente y un imbecil- insulta Augusto.
- ¡Augusto! ¿Que más dará? Vamos a ser abuelos.
- Os llegó tarde la carta- aviso, incómoda.
Esta conversación es sin duda horrible.