Pura

By ThaisLpezGonzlez

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Miré a través de la ventanilla por última vez. A mí alrededor se extendía Texas en todo su esplendor, con tod... More

Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10

Capítulo 1

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By ThaisLpezGonzlez

– Dicen que es un buen local - dije mientras avanzaba por las oscuras calles.

Estaba buscando el Nathan's Club, una discoteca bastante famosa situada a las afueras de Lake City. Un folleto de anuncio que hablaba sobre el sitio había sido colocado en el buzón de mi casa, y en el de los otros vecinos, aquella tarde y sinceramente, me picaba la curiosidad. Quería saber qué tan bueno era el local, ya que a todos y cada uno a los que le había pedido opinión sobre él, me habían dicho que era excelente. Tendría que ser fantástico si tanta gente me había recomendado ir, y puesto que las discotecas eran uno de mis lugares y puntos de interés favoritos, le daría la oportunidad a esta de hacer honor a los cumplidos. Además, si las chicas y yo íbamos a vivir allí, teníamos que conocer ciertos lugares de importancia incluidas, por ejemplo, las mejores discotecas.

– Si es tan bueno deberías buscar a la marabunta de gente, y ellos te guiarán hasta la discoteca - dijo Rachel al otro lado del teléfono.

Si, ya sé que es ilegal hablar por teléfono mientras se conduce, pero aquel era un viaje importante y no podía dejar de administrar información en ningún momento.

– Supongo que tienes razón - le dije -. Oh, espera - murmuré mientras mis ojos captaban las palabras "Nathan's Club" en grandes letras de color rojo y negro al final de la calle -, creo que es ese de ahí.

– ¿Ya lo has encontrado? - preguntó Lynette, y sentí cómo se aproximaba al teléfono.

– Sí - contesté -, estoy viendo el cartel del local - miré a mi alrededor, en busca de un lugar para aparcar.

– ¿Ves a mucha gente? - Rachel preguntó, tratando de comprobar si su teoría de seguir a la marabunta era correcta.

– No sé - dije -. Estoy buscando aparcamiento, no estoy pendiente de ellos.

– No encontrar aparcamiento fácilmente también es un indicio de que hay bastante gente con los mismos planes que tú - añadió ella.

– O también puede que sean los coches de los vecinos que viven por aquí - la chinché.

– Yo me quedo con mi teoría - bufó ella.

Rachel era de esas chicas que querían encontrar una razón lógica para todo y se molestaba cuando mis comentarios quebraban sus argumentos. Aunque, a pesar de su manía de encontrar motivos razonables para cada cosa, su pasión por el arte, sobretodo el arte abstracto, hacían que en ocasiones hasta se llevara la contraria a sí misma, lo que nos había otorgado muchos momentos graciosos. Lynette, por su parte, era una chica amable y espontánea, amante de la moda y fiel a su amor por el periodismo. Ese amor la hacía una preguntona nata, lo que resultaba encantador hasta que formulaba preguntas que se volvían comprometidas y se ponían en tu contra. No es que ella lo hiciera queriendo, al menos no la mayoría de las veces, pero se dejaba llevar y la muchacha ni siquiera se daba cuenta de lo que decía hasta que una no se lo decía. Por lo tanto, el gran sueño de Rachel era poder llegar a crear y organizar su propia exposición y convertirse en una pintora famosa. Lynette por su lado soñaba con ir por el mundo haciendo tantas y entrevistas y reportajes como le fuera posible.

¿Y yo? Yo era un caso aparte.

– ¿Estás segura de que vive gente cerca de la discoteca? - preguntó Lynette -. Es raro que no hayan puesto denuncias al dueño por la música alta.

– Ya - dije mientras daba marcha atrás para aparcar el coche en el hueco libre que había encontrado -. Yo también lo pensé, así que investigué un poco, y al parecer las paredes están insonorizadas. La gente del exterior no escucha nada de lo que sucede dentro. Punto para el Nathan's Club.

Bajé del coche y analicé lo que me rodeaba. En el exterior corría una brisa fresca, común en una noche de verano en Míchigan, que ondeó mi largo pelo negro a mí alrededor. Todo estaba tranquilo y no se escuchaba nada salvo las tenues voces de algunas personas caminando a lo lejos. Volviendo mi atención al coche, avancé hasta el maletero y lo abrí.

– Eso es bastante guay - dijo Lynette mientras tanto -. Aunque también costoso. El dueño debe ser millonario si no, no comprendo cómo se ha podido permitir insonorizar el local.

Saqué unas botas negras de tacón alto de caña baja y me las puse como pude, colocando el móvil entre mi oreja y mi hombro. Una vez las tuve puestas metí las deportivas que me acababa de quitar y las puse donde anteriormente habían estado las botas. ¿Y por qué había hecho aquello?

Pues porque conducir con unas botas con un tacón de vértigo no resultaba una tarea fácil.

Gracias a la luz de una farola cercana, pude ver mi reflejo en el inmaculado rojo de mi Nissan G-TR Spec V. Para aquella noche había elegido unos jeans ajustados azul celeste rasgados, que dejaban partes de la piel de mis piernas al descubierto allí donde había una raja, y una blusa ajustada de encaje negro, con las mangas hasta la altura de los codos, que dejaba la totalidad de mi espalda al descubierto. Había dejado mi largo pelo negro azabache suelto y, gracias a un par de técnicas de internet, me había ahumado mis ojos avellana con delineador negro.

Perfecta para mi primera noche en el estado de Míchigan.

– A mí con tal de que no sea un millonario sobrenatural, no me importa para nada quién sea - dije mientras arreglaba un poco mi pelo -, o cuanta fortuna posea.

– ¿Crees que te encontrarás con mucha gente sobrenatural esta noche? - preguntó Rachel.

– Cariño - contesté yo, cerrando el coche con el control remoto de la llave y comenzando a avanzar por la calle -, este es uno de los lugares con mayor población sobrenatural del mundo. Si no me encuentro con uno ahí es que el local no es tan famoso después de todo.

– ¿Qué haces ahora? - preguntaron.

– Estoy a unas calles del local - dije -, caminando hacia él. Empiezo a ver más gente caminando también.

– ¿Algún sobrenatural? - preguntó Lynette.

– ¿Algún freak? - preguntó Rachel.

Me reí ante el comentario de esta última.

– Veo un par de vampiros y un hada en la cola, además el portero es un vampiro - dije, observando mí alrededor -. Los demás son todos humanos, y algún que otro freak.

– ¿Y los freaks no son humanos? - preguntaron las dos al mismo tiempo, y las tres reímos en conjunto.

– Son humanos raritos - concluí yo -. Oh por favor.

– ¿Qué pasa? - Rachel dijo. Su voz sonó entrecortada, no por la falta de cobertura, sino porque estaba comiendo algo.

– La cola - contesté -, es gigantesca, y mis preciosas botas no están hechas para esperar en la calle al lado de los freaks.

– No te pongas al lado de ellos - dijo Lynette con sarcasmo en su tono -, ponte detrás.

– Muy graciosa - dije yo haciéndole una mueca al móvil -. Intentaré hablar con el portero, si tengo que esperar mucho, me piro a otro sitio.

– Usa tus encantos de mujer, cariño - exclamó Lynette, su voz más alejada del teléfono.

Nuevamente, las tres reímos.

Una de nuestras discusiones principales en los temas referentes a nuestra capacidad para ligar, los chicos, etc...era el hecho de mi escasez de encantos femeninos. ¿Pero qué querían que hiciera? Yo era como un diamante en bruto con respecto a eso, es decir, los tenía, pero se encontraban escondidos dentro de mí, y tampoco es que yo me molestara mucho en buscarlos. Todas sabíamos que poseía esos encantos femeninos, el problema era que, aparte de que yo no me esforzaba en desarrollarlos, tampoco sabía cómo utilizarlos.

– Sí - dije yo riéndome -, usaré de eso de lo que hablas. Esperad un segundo.

Bajé el teléfono cuando alcancé el lugar al lado del portero. Era un vampiro alto, corpulento, de raza negra e iba vestido con el típico traje negro de portero de una discoteca, con un pinganillo conectado a su oreja por un cable blanco y rizado. Su expresión era seria mientras observaba a los tres adolescentes que estaban al frente de la cola, dos chicos y una chica. Detrás de ellos, los demás miraban irasciblemente al trío, y algunos al fondo les gritaban que se apartaran del medio.

– ¡Todo esto no estaría pasando si no hubieses perdido el carnet! - le gritaba la chica a uno de los chicos.

Entre tanto, el portero me miró, sus ojos examinándome de arriba abajo, dando una gustosa sonrisa de aprobación ante lo que veía.

– Disculpe - dije yo, echando una mirada de reojo al trío que impedía que la cola avanzara -. ¿Podría decirme cuanto va a tardar en avanzar de nuevo la cola? No tengo toda la noche para esperar a que estos tres arreglen lo suyo.

Recibí miradas asesinas de los tres adolescentes.

– Oye guapita - dijo la chica que antes había estado gritando y que parecía tener la voz cantante en el grupito -. Perdona pero nosotros estábamos aquí primero, así que lleva tu hermoso culo atrás, deja de molestar y no te metas donde no te llaman.

La mirada que le dediqué hizo que ella tragara saliva, junto con el resto de sus palabras, y evité las ganas de sonreír. Luego miré a los que estaban detrás de ellos en la cola.

– ¿Opináis que soy yo la que molesta aquí? - les pregunté, y todos negaron mientras miraban molestos a los tres de adelante. Volví a mirarla a ella -. ¿Ves? No soy yo la que molesta.

La examiné de pies a cabeza, dándole a entender, por si no lo había captado todavía, que eran ella y sus amigos los que no pintaban nada allí. La cara de la chica se puso roja de rabia y lanzó un quejido mientras daba un zapatazo al suelo con uno de sus tacones.

– ¡Vayámonos de aquí! - gritó y comenzó a alejarse de la cola, seguida por los dos chicos.

– Entonces - dije volviendo a mirar al portero, que susurraba algo al pinganillo de su oreja -. ¿Puedo entrar ya? - él me sonrió, y abrió la puerta.

– Adelante - susurró sin borrar su sonrisa, y pude ver el filo de uno de sus colmillos asomándose.

Yo le sonreí tan pícaramente como pude.

– Gracias - dije y entré.

La puerta se cerró detrás de mí y me encontré en un largo y oscuro pasillo que casi me hace poner los pelos de punta. Puse el móvil de nuevo en mi oreja, mientras avanzaba en la oscuridad. A lo lejos, podía sentir el retumbar de la música a todo volumen a través de las paredes y lo seguí hasta llegar a un tramo de escaleras que descendía. Al final de ellas se podía ver una puerta blanca, con una pequeña ventanita cuadrada que dejaba ver la fiesta al otro lado.

– Ya estoy dentro - dije, bajando los escalones con precaución. Unos tacones de cinco pulgadas, en unas escaleras a oscuras, podían resultar una trampa mortal si no se tenía cuidado y se daba un mal paso.

– Eso no ha sido usar, exactamente, tus encantos de mujer - rio Lynette.

– Pero de todos modos ha funcionado - confirmó Rachel, y escuché el crujir de algo siendo mordido.

– ¿Son eso patatas fritas? - pregunté -. Qué hambre.

– ¿Es eso música? - preguntaron las dos, ignorando mi apetito.

En efecto, me encontraba enfrente de la puerta blanca, y a aquella distancia la canción se escuchaba claramente. Sonaba "Till The World Ends'' de Britney Spears y podía ver a la gente bailando al son de la música, tocándose y sobándose como si les fuera la vida en ello.

– Me encanta esa canción - dijo Lynette -. Dios, se me está antojando ir de fiesta - yo reí.

– Bueno chicas - dije -, os dejo. Ya os llamaré y os contaré como ha ido.

– De acuerdo - cantaron las dos.

– Diviértete - dijo Rachel.

– ¡Y lígate a algún chico guapo! - exclamó Lynette.

– Adiós - dije y colgué.

Ubiqué el móvil en uno de los bolsillos con cremallera de mi jean y la cerré, asegurándome de que no lo perdería durante la noche. Eché otro pequeño vistazo por la ventanita y observé como todos, de un modo u otro, se divertían y se lo pasaban bien. Unos bailando, otros bebiendo, otros hablando y algunos hasta simplemente respirando.

Ya es hora de que tú también te diviertas y te lo pases bien, pensé.

Y así, con ese pensamiento, no lo dudé dos veces antes de abrir la puerta y entrar.

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Para obtener más información sobre la historia entrar al primer capítulo ESTA HISTORIA NO ES MÍA SOLO LA TRADUZCO AUTOR : 夕朝南歌