Secretos de Sangre ©

By justpain

297K 16.2K 1.4K

Ella despierta en un bosque oscuro, sin saber cómo llego hasta allí. Sus recuerdos se esfumaron junto con tod... More

Secretos de Sangre
Prólogo - Año 1700
Risveglio
Tempesta
Adozione
Vicino alla Verità
La Verità Brutale
Vetro Mortale
Negromanzia
Dominazione
Morte
Tenebre
Passato
Sfuggire
Vita Passata
Drenyaria e Eryas
Compagna Demone I
Compagna Demone II
Comincia a vivere
Fiamme di Immortalità
Gabriel Giovanni
Occhi azzurri
Piume nere
Prima profezia
Il libro Segreto I
Le parole del Maestro
Amore di sangue
Bacio sotto vuoto

Aprire gli occhi

4.9K 332 40
By justpain

El cielo era blanco, todo parecía una gran bóveda cristalina de pura tranquilidad sin sol de por medio. Faltaba poco para que comenzara a nevar, mi piel fría lo notaba y mi cabeza también ya que parecía empecinada con hacerme dormir de más.

Eran las siete de la mañana, tenía que esperar a mi "entrenador" a las afueras de la mansión derruida por el tiempo. No paraba de bostezar; a cada mitad de minuto, un bostezo se hacía presente para darle lugar a otro. Era una molesta sensación de cansancio tanto mental como físico que me hacía desear estar en la cama de nuevo, arrullada por la noche, con las mantas en mi cuerpo, rodeándome con calidez. Pero no sucedía ni sucedería nada de eso, debía esperar a Alex allí: en el frío y desolado bosque, sin esperanzas de irme a mi cama a dormir.

Estaba por bostezar cuando sentí unos pasos mínimos a lo lejos. Al darme la vuelta, atenta, encontré dos ojos grises mirándome con fuerza, con la boca semiabierta.

―Así que esperas al condenado de mi hermano.

Asentí sin siquiera dirigirle la mirada por mucho tiempo. Aun no estábamos reconciliados luego de la fuerte discusión que habíamos tenido. Incluso esa era la primera vez que nos encontrábamos a solas después de aquella pelea.

―¿Tienes idea de cómo llegué a esa casa?

Negué con la cabeza una sola vez, con un movimiento rápido y fuerte.

―Pero tampoco me interesa saber ―me adelanté antes de que comience a narrar su historia.

Si había algo que hubiese empeorado mi mañana era el que él estuviera allí, hablándome como si nada hubiera pasado.

―Igual te la contaré, debes saber todo lo posible si quieres estar con nosotros. Debes conocer nuestra historia Dreyri. ―Hizo una pausa esperando a que dijera algo, pero no lo hice, por lo que comenzó a contar―. Sabes qué clase soy, sabes las cosas que puedo hacer.

―No ―lo atajé antes de que siga narrando. Realmente no sabía de todo lo que era capaz.

Asintió. Se dio cuenta que explicarme eso sería un buen punto de partida de la conversación.

―Algunos de nuestra raza podemos hacer transformaciones con nuestra propia edad. ―Me miró a los ojos, yo seguí mirando hacia el bosque, esperando que Alex venga. ―. Los Blacked tenían un hijo menor, recién había nacido y tenía apenas unos meses cuando le detectaron una enfermedad grave en el corazón. No sobrevivió a los cinco meses ―dijo con un gran pesar desde el fondo de su pecho―. La enfermera que estaba controlando su progreso con el médico es una de nuestro clan.

Lo miré por primera vez desde que había llegado, realmente me sorprendió mucho saber eso.

―Así que hay más de los que creía en este pueblo.

―Así es. Solo crecieron y se formaron aquí, ya que este clan en particular no acepta cualquier vampiro sino descendientes reales que tengan sangre de nuestro creador en sus venas. Por lo que no cualquier persona puede ser transformada. Pero luego del período de entrenamiento, se han alejado de esta casa y ahora tienen vidas normales.

Asiento, comprendiendo de que tan solos no estábamos en ese lugar casi abandonado por cualquier Dios.

―Por lo que días antes de que el niño falleciera ella me había advertido sobre eso para que me preparase. Dolió mucho la trasformación, sentía a mi cuerpo desprenderse completamente de mi alma, o lo que queda de ella. Dolió por varios días hasta que al final pude convertirme ―hizo una pausa, tal vez por recordar Gracias a las visiones que les hice creer a los Blacked antes de transformarme debido al cambio de color de mis ojos y cabello, pudieron aceptarme como su hijo sin sospechar nada, ni siquiera ahora.

―Te hiciste pasar por su hijo muerto. Por su bebé recién nacido ―disparé con los labios entrecerrados, casi como un suspiro.

Él permaneció en silencio, con las palabras arremetiéndose en su boca para tratar de ocultar su dolor y vergüenza por lo que había hecho, pero no había ninguna disculpa que hacer, él sabía lo que había hecho, no había otras palabras para describirlo.

Asintió despacio, casi pidiendo disculpas pero eran irrelevantes.

Guardó silencio varios segundos.

―Creo que debo irme, tengo que ver dónde está mi hermano.

―¿Él lo sabe? ―pregunté mirando hacia el bosque, esperando que me respondiera lo más específicamente posible ya que quería terminar con nuestra conversación.

―Sí, lo sabe ―terminó de decir esas palabras y desapareció.

Se fue como si jamás hubiera estado ahí. Se fue despacio, casi sin seguir un camino.

Miré el sol, estaba a punto de amanecer y Alex no había llegado, lo que era raro ya que él jamás llegaba tarde. Estaba por volverme dentro, al calor de la casa antigua, cuando un brazo se posó en mi hombro de manera suave. Me di la vuelta rotundamente, esperando ver los ojos de Alex con desesperación, pero mi vista quedó corta y tuve que ascender aún más la cabeza para llegar a ver la mirada de Abaddon, que me observaba con descaro y persuasión.

—¿Sola? ―preguntó risueño mientras sacaba su mano de mi hombro.

―No, estoy con mis cien amigos invisibles ―contesté con ironía mientras me abrazaba a mí misma para contener algo de calor corporal.

Lo miré colocarse a mi lado, reparando en que no poseía nada más de abrigo que una simple playera color negra.

―Ven, te enseñaré algo.

Miré alrededor, buscando pistas de la presencia de Alex, sería un buen momento para que apareciera y me llevara lejos de él.

―No vendrá ―contestó a mis pensamientos de manera anticipada.

Rodeé los ojos. Odiaba que hagan eso él y Tony.

―No me importa que lo odies, ahora ven.

Qué delicado, pensé.

―¿Cómo sabes que no vendrá? ―lo indagué mientras se daba la vuelta para ver por qué no avanzaba y lo seguía.

Me miró a los ojos, no apartó su mirada por varios segundos, como si pudiera ver dentro de mí hasta lo más mínimo de mi existencia.

―¿Crees que mentiría? ―preguntó con una sonrisa de lado.

―De hecho, sí.

―Qué bien me conoces, pero ahora no estoy mintiéndote. Ahora sígueme ―continuó dándose la vuelta y comenzando a caminar en dirección al bosque―. ¿O debería obligarte?

Comencé a caminar a paso rápido, apretado. El circular de mi sangre estaba ayudándome muy poco para mantener el calor en mi cuerpo. De hecho en ese momento me sentía mucho más fría que cuando estaba parada bostezando.

Cada vez más nos internábamos en el bosque pálido, carente de emociones que suspiraba por un alivio fuerte. Parecía muriéndose dentro de poco tiempo, tenía miedo de que ese bosque se incendiaria en cualquier momento para liberar la energía acumulada que sentía en sus raíces.

Los árboles estaban silenciosos, quietos, completamente mudos. Parecía que nos miraban adentrarnos en ellos, como si quisieran que nos perdiésemos en su vasta inmensidad.

Mi compañero se dirigía muy por delante de mí, a unos cuantos metros de distancia que sus grandes piernas cada vez iban aumentando más.

Se detuvo precisamente en un árbol en concreto y apoyó su brazo en él. Estaba esperando a que llegase yo por detrás y me colocara a su lado para poder hablarme, lo presentía en su boca carnosa el palpitar de una frase a medio decir.

―Y bien, ¿qué hacemos aquí? ―pregunté cuando ya me encontraba muy cerca de él.

―¿Este árbol no te suena familiar en lo absoluto?

Miré al árbol en concreto. No me parecía para nada conocido ni singular en comparación a los que tenía alrededor, pero me esforcé un poco más y observé a su alrededor, esperando reconocer el entorno. Pero nada de eso ayudó a que mi memoria se acoplara al árbol en cuestión.

Si me hubiera dejado ahí mismo me hubiera perdido, definitivamente no sabía dónde estaba, como muchas otras veces en las que me había quedado sola allí, pero siempre encontraba una manera de volver a donde quería, como si el bosque tuviera una parte mía y viceversa.

―No, ¿debería? ―contesté un poco frustrada al no saber responder su pregunta con una afirmación.

―De hecho no, es un árbol común y corriente que seguramente jamás le has prestado atención ―sonrió con suficiencia mientras mi rostro tomaba tintes rojos de furia.

―¿Entonces qué hacemos aquí?

―El árbol que deberías reconocer es ese ―dijo ignorando mi pregunta y señalando uno a pocos metros del que estaba apoyado.

Se acercó a él con pasos felinos, completamente seguro de sus movimientos ―algo extraño debido a la inmensidad de su cuerpo―.

―Aquí encontraste a alguien, ¿no es así?

Puse mi atención al árbol que ahora me había dicho que mirara, un poco desconfiada de sus palabras engatusadoras por miedo de que me hiciera lo de la última vez. Pero, para mi sorpresa, esa vez sí lo había reconocido por sus propias palabras y no por algo físico a lo que mis ojos hubieran recordado.

―Aquí encontré a la mujer tendida a punto de morir.

―Exacto ―sonrió con eficacia, era esa la respuesta que él esperaba oír.

―Una persona en medio de la mismísima nada, en un bosque extraño que parece ser peligroso para los vampiros ya que en algún punto de éste los cazadores pueden matarlos sin ningún problema, sin siquiera respetar los límites de ambas partes. ¿No crees que sea un poco extraño?

―Planteando las cosas así, todo resulta extraño.

―Gabriel piensa que eres estúpida, y no lo culpo. Parece que lo eres.

Lo fulminé con la mirada mientras sonreía de lado, como siempre.

―Pero creo que eres más inteligente que esto, creo que realmente puedes descubrir qué paso aquí. No creas todo como te lo vienen planteando, hay mucho más detrás de lo que tú ves.

―Tú dijiste que jamás me ayudarías, ¿por qué ahora de repente tratas de hacerlo? ―pregunté rápidamente.

―Digamos que no me gustaba hacia dónde el destino estaba tomando su curso.

Comenzó a irse, dejándome sola en aquel lugar. En ese momento no me preocupó nada más que saber realmente qué hacía ahí, ¿por qué pasaban todas esas cosas?

Debía hablar con alguien. Pero con quién era el problema. Todos allí iban a mentirme, traicionarme, para que yo haga lo más conveniente para sus propias causas.

No puedes confiar realmente en nadie.

Ese pensamiento me heló el cuerpo aún más de lo que estaba, pero no por frío, sino por verdadero temor, porque comenzaba a aceptar la realidad de que estaba completamente sola.

Me senté en el árbol, no sabía qué hacer más que pensar.

¿Qué haría esa mujer allí? ¿Realmente había existido esa mujer?

Piensa, Dreyri. Piensa. Me repetía a mí misma una y otra vez, pero sin efecto positivo. Había algo que no podía ver. El cazador que me había atacado, la mujer en el suelo, Gabriel apareciendo para "salvarme"... ¿Qué había pasado realmente?

Los ojos grises de Gabriel y su cabello platino brillaron en mi mente.

Y en ese momento había comprendido lo que había pasado. No era algo que recordara como verdadero, ni siquiera algo que había pasado por mi mente por completo. Sino que era una pequeña idea envuelta en el color de ojos y cabello de Gabriel, en mi cabeza.

Visiones.

Gabriel había mencionado minutos antes que le había hecho creer a los Blacked que él era su propio hijo, dotándolo de visiones.

Visiones.

Otra vez esa palabra en mi cabeza. ¿Acaso no había sido real?

Me levanté con furia, no sabía si realmente me había engañado sólo para que Gabriel pudiera asesinarme, aplastándome con todos su cuerpo. Pero la sola idea me hacía enfurecer.

Apretaba los dientes, sentía las uñas clavándome en la palma de las manos, pero no iba a parar hasta matar a Gabriel, a pesar de que no sabía si era verdad lo que estaba pensando. Pero no tendría sentido que Abaddon me avisara si no lo fuera.

Los árboles empezaron a moverse a mí alrededor, las cosas se difuminaban y el mareo en mi cabeza era alarmante. Mis pies temblaban, en poco tiempo podría desvanecerme allí. Pero no iba a pasar, necesitaba llegar con Gabriel, preguntarle por qué lo había hecho.

Comencé a correr con todas mis fuerzas, sin siquiera saber hacia dónde. El instinto me llevaba como si fuera un animal en busca de su presa.

Los sentidos me escocían: la nariz comenzó a arderme y los ojos con ella, lloraba lágrimas de frustración, de frío y hasta de miedo. Quería golpear algo, echar toda mi furia en un solo golpe, todo mi resentimiento... mi odio.

Mis piernas eran ágiles, ni siquiera me había dado cuenta que había corrido a tal velocidad que había cruzado el bosque completo, que ya corría por medio de la acera, casi donde me había encontrado por primera vez con Alex, allí donde todo había comenzado.

Vi una silueta a lo lejos, vestida de negro, con una melena rubia sin peinar, desordenada. Gabriel.

Corrí con más fuerza, con más odio.

Ni siquiera me detuve cuando él se dio la vuelta, asustado. Me tumbé encima de él, con la fuerza de toda la corrida que llevaba encima, con la velocidad en mis pies. Ambos caímos al suelo, yo encima de él.

―¿Qué hiciste con mi cabeza? ―grité desesperada, muy cerca de su rostro asustado, pálido.

―¿Qué... de qué demonios hablas? ―contestó casi tartamudeando.

―Esa vez en el bosque, cuando apareciste justo antes de que ese cazador me asesinara.

Su rostro se tornó aún más pálido.

―No es lo que crees. Ahora vete, más tarde te explico ―dijo mientras trataba de zafarse de mi cuerpo.

―No, no me vas a echar así como si no fuera nada, dime ―dije sin moverme un centímetro.

―Vete, o será muy tarde.

―¿Tarde para qué? ―pregunté viendo su tal cara de horror, realmente estaba pasando algo allí de lo que no me daba cuenta.

―Bueno, bueno... miren quién se dignó a aparecer. Parece que los corderos comenzaron a salir de su agujero.

Miré hacia arriba, el rostro de Jodie me observaba desde arriba, con un arma entre las manos que se asimilaba a una ballesta bastante moderna.

―O dejas a mi hermano o te parto el cráneo, linda ―sonrió de lado.

Miré a Gabriel, quien se encontraba debajo de mí. No iba a hacer nada para impedir eso, lo notaba en sus ojos fríos, grises como el cielo que se alzaba ante nosotros.

―Ya eres mía, Dreyri ―dijo Jodie antes de que alguien me golpee en la nuca, mientras me desvanecía entre la oscuridad.

Continue Reading

You'll Also Like

23.2K 3.2K 23
𝐒𝐀𝐅𝐄 𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍━ ✧°*❝I wanna be yours❞✧°*. 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐐𝐔𝐄 Angela Weber encanta a Edward Cullen sin siquiera saberlo. Actualizaciones: Todos l...
312K 35.1K 69
Una historia de misterio en un universo de vampiros. ¿Quieres encontrar las verdades disfrazadas de mentiras? 1 en Misterio 21/06/2021 2 en Vampiros...
1.6M 91.9K 47
Sentí mi mejilla arder, y estoy segura de que sus dedos están macados en ellas -¡¡eres mía!! entiende de una maldita vez, ningún hombre que no sea yo...
15.2K 1.5K 18
Eloise Swan junto a su hermana Isabella Swan se mudaran a forks para darle libertad a su madre, después de tanto tiempo fuera del pequeño pueblo volv...