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«Solo soy un chico con el corazón destrozado» «Lo sé, pero si tan solo me dejaras, yo podría ayudarte a curar... Більше

Corazón Destrozado.
Cast.
01 «Nueva en el vecindario»
02 «Tour y miradas»
03 «Lugar de Escape»
04 «Mudanza»
05 «Déjame ayudarte»
06 «Castigada»
07 «Su Historia»
08 «Nuestro Lugar de Escape»

Prólogo.

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El reflejo de las nubes caen sobre el cristal del vehículo en movimiento. Lo que más me gusta de viajar en auto, es el paisaje que puede darte durante el camino. En esta ocasión el océano y unas cuantas montañas se visualizan al exterior.

Nos hemos mudado a Rose Town, un pequeño poblado al que solo se puede llegar después de conducir unas seis horas en vehículo. Nos mudamos aquí con la finalidad de encontrar algo de paz y tranquilidad. Un lugar totalmente diferente a Nueva York.

El principal motivo, además de escapar de la ciudad, es que mi padre, Samuel Sykes, por fin logró conseguir ese cambio al hospital local de este pueblo. Él lo había pedido desde que mi madre cumplió los tres meses de embarazo, por el hecho de que necesita un lugar calmado y alejado del estrés. Sin embargo, hasta ahora, que ella tiene cinco meses, el cambio que él solicitó, fue aceptado.

El siguiente motivo es que necesitábamos todos, un ligero cambio en nuestras vidas, y según mis padres, yo especialmente. Al parecer me estaba volviendo muy citadina, por lo que papá quería que echara un vistazo al lugar en donde nací y que dejé cuando apenas cumplía los seis meses de edad.

"Las vacaciones de verano han iniciado y que mejor iniciarlas que con una mudanza"

Esas han sido palabras de mi padre, no mías.

— Miren, ahí está el letrero —dice papá, señalando al frente.

Logro divisar el cartel color azul cielo, con las letras "Bienvenidos a Rose Town" en cursiva y de color blanco. Conforme nos acercamos, distingo que el material del cartel es metal.

Enseguida, por fin comenzó a notarse el poblado, y tan sólo unos pocos minutos después, papá ya se encontraba introduciéndose a la calle principal del lugar.

Los locales coloridos empezaron a apreciarse con mayor frecuencia. Una cafetería llamada "Los pastelillos de Bob" me llamó la atención, con la fachada pintada con colores rosas y azules claros, con una gran exhibición de pasteles en un estante junto a la ventana principal. Personas yacen adentro del recinto, en su mayoría son jóvenes, algunos solos, otros acompañados por sus amigos o familiares.

A lado, está "La barbería de Steven", con los colores rojo, azul marino y blanco esparcidos por todo el local. Seguido de una tienda de música "Buenas notas" y muchos locales más.

La gente pasea, charla, anda de allá para acá, los niños juegan en un pequeño parque y en las calles no hay tanto tránsito como en la ciudad, lo cual me gusta.

El lugar en general me agrada, tiene pinta de aquellos pueblos de antes, los que rondaban por los años sesenta, con ese aspecto retro, y con el ambiente en el que parece que todos se conocen entre sí.

Dejando el centro del pueblo, entramos a los suburbios, por así llamarle. Las casas juntas, una seguida de la otra, con colores pasteles en las fachadas. Papá estaciona el auto frente a una casa color crema.

— Llegamos —anuncia, a la par que apaga el auto.

— ¡Que bella es! —Dice mamá, con una gran sonrisa en el rostro— Ya quiero que la veas por dentro Sky, te encantará.

Según la historia familiar que tengo, cuando mis padres vivían aquí, solían rentar un departamento. Cuando finalmente estuvieron dispuestos a adquirir una casa propia, papá obtuvo su empleo en Nueva York. Laboralmente, para él era una gran oportunidad, además con mamá y con mi llegada, papá no lo pensó mucho, necesitaba el dinero, por lo que optó por aceptar la oferta; pues en la ciudad, los tres tendríamos más oportunidades. Así que apenas mi mamá y yo estuvimos en condiciones de hacer el viaje, los tres nos fuimos a la Gran Manzana.

Ahora, casi 19 años después, volvemos a Rose Town, con casa propia y con mamá teniendo a un bebé de cinco meses dentro de ella.

Le sonrío a mi madre, tomo mi bolso café y paso la cuerda por mi cuello para que éste quede cruzado sobre mi pecho.

— ¿Qué es eso? —pregunta papá, levanto la vista hacia la casa.

— ¡Un obsequio de bienvenida! —Chilla mamá, a la par que se cuelga el bolso en el brazo, más que dispuesta a salirse ya del auto para ir a investigar por su cuenta.

Fue imposible no reírme de ella. El embarazo le hace tener las emociones más intensificadas y ahora, ella suele emocionarse por cada cosa linda que ve.

— ¿Tú qué crees, Sky? —papá me mira por el retrovisor, con una ligera sonrisa.

Vislumbro algo que parece una pequeña planta amarilla dentro de una maceta, hay un globo amarillo de helio sujetado al tallo.

— No veo mucho...

— Creo que hay una nota —dice mi madre interrumpiéndome, al mismo tiempo que se hace un poco hacia adelante para ver más de cerca.

— Hay que ver — dice papá y los tres salimos del auto.

Mamá salió "corriendo" —lentamente debido a su condición— hasta la entrada, haciendo que el vestido celeste se le vuele un poco de la parte de abajo y sus cabellos castaños revoloteen también a causa de la brisa del aire.

— Ten cuidado, Su —advierte papá, a su vez, él va detrás de ella para asegurarse de que no le pase nada.

— ¡Sky! —Grita mi madre causándome un gran susto— ¡Es un tulipán! ¡Tú favorito!

— No grites mamá, estoy a un metro de distancia, puedo oírte perfectamente.

Los tres reímos.

— Mira.

Por primera vez veo el obsequio completo y a detalle. Es una pequeña maceta café que tiene un tulipán amarillo en ella, alrededor de la maceta, esta enrollado un listón, el cuál sujeta el globo amarillo de helio, con una pequeña carta a un costado.

Los tulipanes son mis favoritos, en especiales los amarillos y éste es realmente lindo. No tengo recuerdos de este lugar, pues era tan solo una bebé en aquel entonces, solo tengo de referencia algunas fotografías que he visto en los álbumes de la familia, pero el hecho de que en mi primer día aquí, alguien nos haya dejado este detalle en la puerta de nuestra casa, ya me hace querer el lugar.

— ¿Quién creen que lo haya dejado? —la pregunta de mi madre hace que los tres comencemos a mirar a los alrededores en busca de alguien, pero no notamos a ninguno.

— Leamos la carta —sugiere papá, con el sobre ya en mano.

Le da el tulipán, junto con el globo a mi madre, ella desata el segundo y me entrega la flor para que pueda tenerla.

Para la nueva familia —papá ha empezado a leer el destinatario.

Mamá acaricia su barriga, y yo pego la maceta a mi cuerpo como si le abrazara.

Bienvenidos a su nuevo hogar, espero que quieran quedarse en Rose Town mucho tiempo —Papá sonríe.

— ¿Es todo? —Pregunto y papá asiente.

— Vaya —mamá limpia el sudor de su frente— esperaba algo más profundo, pero...

— La letra parece ser de un niño pequeño —interrumpe mi padre, mamá se acerca a él y ve el papel con él— y hay una especie de sello en la esquina, tiene las iniciales "F. S."

Le pido la nota a mi padre para verla. La letra no está mal, pero tampoco es perfecta. Definitivamente no es de un adulto, pues se ve que es hecha por un niño de al menos unos ocho, o quizá nueve años. Veo el sello en la esquina "F.S." ¿Qué significa eso?

El camión de mudanza llega, por lo que mis padres aplauden satisfechos.

— Bueno, supongo que ya vendrán los vecinos que han dejado esto. Ahora echemos un vistazo a la casa y metamos las cosas.

— Sky, hay tres habitaciones en total, puedes elegir la que gustes a excepción de la principal. Esa es para nosotros— mi madre ríe.

— Los adultos siempre adueñándose de lo bueno —finjo molestia, pero mis padres sólo se burlan de mí.

— Ya vendrá tu turno —mamá da unas palmaditas en mi hombro, para luego entrar a la casa tomada del brazo de mi padre.

Estoy por seguirles también, sin embargo, repentinamente tengo la sensación de que soy observada. Vuelvo la vista a los alrededores, solo los dos hombres de la mudanza están cerca de mí y cada uno está entretenido con nuestras cosas.

Chasqueo mi lengua. Dejo de ver las calles, para pasar a las ventanas de las casas cercanas a la nuestra. En la de enfrente, distingo una silueta en la ventana. Es un niño de cabellos oscuros, tez clara y viste con una camisa roja. Él parece darse cuenta de que lo he localizado, por lo que pronto levanta su mano para saludarme. No estoy segura si me sonríe o no, pero por sí las dudas, devuelvo el saludo y sonrío también.

"La letra parece ser de un niño pequeño" las palabras que dijo papá con anterioridad llegan a mi mente. Vuelvo la vista a la flor, la levanto y luego lo señalo a él. El pequeñín asiente y ahora sí, distingo una gran sonrisa en él.

— ¡Gracias! —Grito, no sé si me pudo escuchar o si ha podido leer mis labios, pero supongo que fue alguna de las dos puesto que levantó sus pulgares en mi dirección.

De repente, una mano se posa en el hombro del infante, asustándolo. Después éste ladea su hombro librándose del agarre y señala en mi dirección. El otro chico que llegó momentos antes —y que por la similitud de su aspecto con el niño, supongo que es algún familiar de él, su hermano mayor quizá—, vuelve su vista a mí, dándome su semblante más serio.

Levanto mi mano a forma de saludo, pero no recibo uno de vuelta. Algo incomoda bajo la mano y el pequeño golpea con su codo al otro sujeto, éste le dice algo, a lo que el niño asiente de mala gana, y tras despedirse de mí con un movimiento de manos, él se va.

El adolescente se queda unos segundos más en la ventana, mirándome fijamente, lo cual me hace sentir un escalofrío repentino. Él niega con la cabeza y sin más, se va por la misma dirección en la que el pequeño se fue con anterioridad.

— Qué raro y extraño es —digo en voz baja, doy media vuelta y enseguida entro a la casa con el tulipán en manos.


+


N/A: Y como lo comenté antes, comienzan las actualizaciones.

Saludos, Jane x.

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