—¡Esto es asqueroso!
Miré a Ariana sorprendida. Desde nuestra cabaña se podía escuchar los quejidos de Mike.
—Es un llorón. —me dijo Ariana riendo.
—Ajá, extremadamente exagerado —le aseguré.
Con Ariana también nos encontrábamos aseando el baño, lo cual era un poco raro sabiendo que lo ocupaban personas totalmente extrañas para nosotras, pero estábamos intentando hacer nuestro mejor esfuerzo.
—¿Por qué no vas a buscar otro paño? —me pidió Ariana de repente. Yo al miré y asentí—. Están en la otra cabaña. Luke es un aficionado de la limpieza ¿sabes? Está completamente loco.
Sonreí intentando imaginarme al Luke que Ariana me estaba describiendo mientras caminaba hacia la otra cabaña. Con suerte me lo encontraría en acción y podía reírme un rato.
Cuando me iba a disponer a tocar la puerta, esta se abrió haciéndome encontrar de golpe con unos inmensos ojos azules.
Su mirada rápidamente se encontró con la mía y pude ver sus pupilas dilatarse. Al instante me sentí incómoda y quise escabullirme de allí antes de pasar más humillación. La tristeza me invadió mientras mi mente recordaba a Holly burlándose de mí.
Todo eso en mi cabeza me hizo retroceder espantada.
—No. —su voz me detuvo al instante, pero no tuve la valentía de girarme y volver a encararlo—. Por favor, no te vayas.
Su voz sonaba triste y apagada. Cerré mis ojos y los apreté tratando de evitar que se me notara lo mucho que me afectaba la situación. Siempre supe que era casi imposible que un chico lindo se fijara en mí, aún así intenté ser amable. ¿Por qué me castigaban así?
—No me evites, por favor. —me pidió más cerca. Sus manos tocaron vagamente mi brazo—. Mírame, ______ (Tn).
Me giré lentamente y mis ojos se abrieron. Inmediatamente solté un suspiro y miré hacia el suelo.
Holly ya se había encargado de decirme todo, ¿para qué repetirlo?
—No sabía que vendrías. —le dije antes de que la situación se tornara más incómoda.
—No lo iba a hacer. —reconoció, pero yo todavía no podía mirarlo—. Pero mi madre me dijo que lo intentara. Tenía la esperanza de me gustara, así que aquí estoy.
Asentí sin saber qué más decir. Estuve a punto de salir corriendo en dirección a Ariana, porque ya no me importaban los tontos paños, pero entonces Connor se acercó y me tomó del mentón haciendo que lo mirara.
Su gesto me sorprendió haciendo que retrocediera un paso, pero no que dejara de mirarlo.
—Lo siento, ______ (Tn). —dijo después de una larga bocanada de aire. Yo no me moví, solo lo miré sintiéndome incómoda—. Fui un tonto y merezco tu odio.
A pesar de todo, no lo odiaba, pero me limité a mantener la boca cerrada.
Eres una chica increíble y, créeme, todos los momentos divertidos que pasamos... jamás los fingí.
Sus ojos azules me miraron directamente y me comencé a sentir nerviosa. ¿Cómo se supone que debía responder? Probablemente solo lo decía por hacer lo correcto, además, el chico era extremadamente guapo y sin contar esa margarita al lado derecho que se le hacían cuando sonreía...
—No importa, Connor. Ya pasó y aprendí mi lección. —hablé finalmente intentando formar una sonrisa, pero por su expresión sentía que no había salido de la mejor forma.
—No, no está bien, ______ (Tn). —dijo molesto. Nunca lo había visto así. Lo poco que conocía de Connor me hacía pensar en él como en alguien superficial, pero en esos momentos se notaba afectado—. Sé que piensas que Holly tiene razón, pero no. No la tiene. Eres hermosa y tienes un corazón enorme. Eres divertida y muy, pero muy rara.
Lo último me hizo reír haciendo que él también sonriera. Sabía que no lo estaba diciendo con malas intenciones y su confesión me hacía replantearme de la persona que era Connor. Esta versión de él se sí veía real. ¿Sería que este fuera realmente él?
—Gracias, Connor, pero no era necesario. —dije sonriente. De alguna forma, sus palabras habían reparado esa parte que había dudado de mí misma.
—Claro que lo es. Deberíamos alabar más seguido las cualidades de todos en vez de resaltar solo lo negativo. —dijo acercándose a mí amistosamente.
—Estoy totalmente de acuerdo. —aseguré sonriente.
La sonrisa de Connor era placentera. Me alegraba sentir que, por primera vez, estaba hablando con el verdadero Connor. Si así era él realmente, entonces estaría encantada de formar una amistad con él.
—Sé que te lo mande a decir con Calum, pero sabía que era mi deber decírtelo.
En ese momento dejé de sonreír. ¿Qué era lo que había dicho? Rápidamente él se dio cuenta de mi cambio de humor y frunció el ceño.
—¿Dije algo malo?
—No, no. ¿Qué dijiste? ¿Calum sabía que lo sentías? —pregunté confundida.
—Sí, se lo dije ese día en la oficina. —me respondió sin comprender—. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien y lo entendí cuando me llamaste por lo de Calum ese día. No sé por qué seguí con ese juego enfermo.
Estaba confundida. ¿Por qué Calum se guardaría algo así?
—¿Qué está pasando aquí?
Detrás de Connor la voz gruesa de Calum nos interrumpió.
—Nada, solo estábamos hablando. —repuso Connor.
—Pensé que no tenían nada de qué hablar. —contraatacó serio y cruzándose de brazos.
—Si teníamos, al igual que nosotros. —le dije molesta.
Los ojos molestos de Calum viajaron a mí y se ablandaron. Quiso entender qué ocurría, pero esto iba más allá de una conversación de miradas. Era algo que necesitaba hablarse.
—Bueno, creo que mejor me voy. —habló Connor acabando con el silencio.
—Fue un gusto hablar contigo, Connor. —le dije antes que se fuera. Noté como él me sonrió aliviado—. Espero seguir conociendo al verdadero tú.
El chico rubio asintió entendiendo mis palabras y luego desapareció. Calum tenía su mirada fija en mí y, si sus ojos hubieran podido cortarme... me habría descuartizado. Lo tomé del brazo y caminamos hacia el interior de la cabaña.
Cuando llegamos a la cocina me quede callada, estaba intentando procesar lo que estaba pasando. Quizá para el resto sería muy exagerado de mi parte, pero era algo importante para mí. Todo este tiempo había estado pensando que existían dos personas queriendo destruirme cuando yo no había hecho nada malo.
Me cuestioné muchas veces si realmente merecía cómo me habían tratado. Aunque era difícil de entender, Holly estaba algo obsesionada con Calum y eso, de alguna manera, la hacía detestarme. ¿Pero Connor? Dos personas ya no era una coincidencia.
Aunque no quisiera, sabía que eso me había vuelto más insegura, por mucho que intentara no aparentarlo. Me volví loca pensando en por qué Connor querría hacerme mal y no había llegado a ninguna conclusión válida. Solo me mataba pensando en que había hecho mal.
—¿Vas a hablar, fresita? Porque me tienes con jaqueca tratando de entender que pasa. —habló finalmente sacándome de mis pensamientos.
—¿Cuándo demonios pensabas decirme que Connor lo sentía? ¿Cuándo pensabas decirme que estaba arrepentido? —solté molesta. Su cara estaba sorprendida, pero rápidamente cambió como si nada hubiese pasado.
—No pensé que fuese necesario. —dijo encogiéndose de hombros.
—¿Qué? —pregunté atónita—. Tú sabías, Calum... tú lo notaste. No te hagas el tonto ahora.
Su rostro cambió y se ablandó para luego decir—: No digas eso, fresita.
—No me llames así ahora. —le pedí haciéndole un ademán con la mano—. Todo este tiempo pensé que era verdad... Todo este tiempo sentía que ellos tenían razón ¿No pensaste que me haría bien una disculpa? Que entendiera que no todos pensaban como Holly. Que Connor no me creía una tonta ilusa...
Comenzaba a sentirme frágil y con ganas de llorar. Odiaba sentirme así. Odiaba que todo eso me hubiera afectado tanto. Odiaba reconocer que me había afectado lo que esas personas pensaran de mí.
Era fácil decir "qué importa lo que la gente piensa", pero cuando realmente algo así pasaba... comenzaba a tomar realmente peso.
Él camino rápidamente hacia a mí envolviéndome en sus brazos. Yo lo abracé fuertemente mientras escuchaba sus susurros.
—Discúlpame, fresita. No pensé que fuera tan importante para ti.
Sollocé bajito mientras me presionaba más contra su pecho, como si de esa manera pudiera sentirme segura de nuevo. Sentí sus labios impactar en mi frente y cerré los ojos.
—Fui un idiota, pero quiero que me escuches. —dijo tomando mi rostro entre sus manos para hacer que lo mirara directo a los ojos—. Eres la chica más increíble del mundo. Tu belleza es única e inigualable. Jamás, escúchame bien, jamás dejes de creer en mis palabras cuando te digo que me dejas sin aliento cada vez que te veo. —reconoció haciendo que no pudiera evitar sonreír con sus palabras—. Y para que decir cuando sonríes ¡Fresita, por Dios!
—Deja de decirme esas cosas. —le pedí ocultándome nuevamente en su pecho.
—No. De ahora en adelante te las diré todos los días, para que te acostumbres y, finalmente, creas lo maravillosa que eres.
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*Capítulo corregido*