Gruñí mientras daba unos golpesitos al pecho desnudo de aquel chico, mi cabeza palpitando con fuerza a la par en que el sol daba directo a mis ojos.
-Despierta, dormilón. Al parecer me dejaste cansada y debo de irme-me queje, mientras que rodaba sobre la cama para evitar el sol y notaba cuan adolorida estaba. Demonios que el chico debió haber sido demasiado bueno.
El chico se fue despertando poco a poco, pero supe que debía irme ya. Mi hermana me mataría si no iba a la escuela este día.
Suspirando, tome las colchas y me envolví en ellas, parándome.
Tome mi ropa del suelo y comencé a cambiarme, tratando de ignorar el intenso dolor de cabeza que el tequila me había provocado.
Minutos después, tome el labial y deje un pequeño mensaje en el espejo del chico.
"No estas mal, atte. Miss Jackson "
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Estacione el coche que compartía con mi hermana, justo al tiempo en que sonaba la campana.
-Mierda, mierda - Maldije mientras tomaba mi bolso y salía pitando de allí.
Tome del pomo y lo abrí rápidamente, al tiempo en que un chico salía.
Ambos nos dimos un enorme golpe en la cara, y enseguida me sentí un poco adormecida ante tremendo golpe.
Me sostuve de la puerta, pero al parecer el no tuvo tanta suerte.
-¡Maldita idiota! -se quejó desde el suelo, enseguida colocándose en sus rodillas puesto que no quería que nadie lo viese en el suelo.
Aún tomando de mi mejilla, me indigne.
-¿Disculpa? ¡Tu eres el que saliste de la nada!
El frunció el ceño y me vio de abajo hacia arriba, como si por primera vez se diera cuenta de que a) no nos conocíamos b) era nueva.
-De cualquier manera, ¿quién eres tu?
Le di una sonrisa falsa, levantando mis manos al cielo, haciendo que mis pulseras sonaran al compás.
-Curioso, me estaba preguntando lo mismo.
El me sonrió de la misma manera para después darme su mano.
-Jackson Whittemore.
Abrí los ojos enormemente, pues aquel nombre estaba de más decir que lo conocía. Y bastante bien.
"Oh, maldición..."
Carraspee mientras intentaba entrar a la escuela, pasando por encima de el y logrando otro quejido ya que mi tacón chico contra su espalda.
-¡Amara Martin!
- le grite de regreso.
Mis tacones resuenan por los vacíos pasillos y aquello no hace más que ponerme nerviosa.
¿Esto fue una buena idea?
De pronto me llegan unos nervios horribles y lo único que quiero es huir de nuevo a Canadá con mi papá.
Pero se que es imposible, debido a su "trabajo" (vamos papá, sé que también fuiste a ver a tu novia) me tuve que ir a vivir temporalmente (definitivamente nunca será un para siempre) a Beacon Hills, con mi madre Natalie y mi hermana Lydia.
Las últimas semanas, habían sido como vivir con un fantasma.
No me llevaba del todo mal con Lydia, pero aun parecía resentida por el hecho de haber escogido a papá sobre mamá, y también de haberla dejado de visitar en las vacaciones.
Y mamá... Mamá simplemente estaba trabajando. Así que tenía que sobrellevar el hecho de que para Lydia fuese una completa extraña.
Llegue a la puerta la cual parece ser la entrada a mi primera clase, y la abrí con decisión, pues no había tenido una noche estupenda con shoots de tequila y un chico caliente y no dejaría que nada arruinara eso.
Sorprendentemente el maestro aun no había llegado. Pero lamentablemente, ellos pensaron que yo lo era, por lo cual todos se sentaron rápidamente y me voltearon a ver con indecisión al ver que no era lo que esperaban ni lo que conocían.
Mi cara enseguida se puso de un gracioso color escarlata, bajando la mirada al notar muchas pares de ojos de distintos colores mirarme con burla y a su vez, curiosidad.
Si bien me gustaba llamar la atención, tampoco quería comerme todo un salón de clases y menos el primer día.
Sentía las miradas curiosas de todos, preguntándose quien era.
"Oh, ya saben. Mi nombre es Amara Martin, ¿conoces a Lydia? ¡Curioso! Es mi melliza"
Lydia me lanzó miradas, pero eso es todo. No se ofreció a ayudarme o me dio una sonrisa, solo me vio y se apartó, decidida a dejarme vivir sola está nueva experiencia.
Busco un lugar donde sentarme, pero al parecer todos ya tienen sus lugares.
"Genial Amara, llega tres días después, genial"
Un chico de los asientos de en medio comenzó a mover las manos, en un intento de llamar mi atención.
Levante una ceja y me acerqué a el, tomando más fuerte de la correa de mi mochila.
El enseguida colocó una mano en su nuca, pero no parecía un movimiento seductor, si no mas bien nervioso.
-Hey, mi-mi nombre es Stiles Stilinski, y Jackson n-no vino, bueno sí, pero se ha ido y eres nueva, y puedes, pero solo si quieres...
-Lo que mi amigo quiere decir, es que puedes tomar asiento detrás de el.-Apresuró a decir un chico que estaba en otra fila y Stiles le dio una mirada de agradecimiento.
Les di a ambos una sonrisa y asentí.
Inmediatamente coloque mi mochila detrás de él chico y cuando gire a ver a Lydia, me encontré con que parecía disgustada.
Como si hubiese querido que me humillara más.
"Dios mío, de verdad aún no me perdona"
Un nudo se forma en mi garganta y entiendo que Stiles que me ha ayudado mucho.
Colocó mi mano en su hombro y el salta desprevenido.
Antes de que se gire hacia mi, me inclino y le susurro.
-Gracias.
Salvándose de responder, el maestro entra.
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-¡Lydia!,¡espera! -Le grite desesperada.
Pero antes de llegar a siquiera una palabra más, me cerró la puerta en la cara, dejándome fuera de su cuarto.
Suspiré cansada, mientras que me dirigía hacia mi pieza, puesto que mi melliza había dejado bastante claro su deseo de no verme.
Pelear con Lydia no traería nada bueno y menos ahora que sabía que golpee accidentalmente a su novio.
En el solo hecho de pensar en aquel idiota pedulante y en mi pelirroja hermana juntos, el hecho de tener que soportamos, fue suficiente para hacer a mi cabeza revolverse aún más de lo que ya estaba.
Así que tome del tomo de mi puerta, girando y pensando en cuan agradable sería caer en mi suave cama; la habitación era grande, era colorida y con demasiados posters de Beyoncé a su al rededor, cómics por doquier. Más que grande es mi sorpresa cuando la puerta se resiste, sacándome de mi ensoñación.
Hice una mueca, recordando que siempre cerraba mi cuarto con llave, una manía que siempre tuve desde pequeña.
Pero cuando llevo mi mano a mi cuello, donde se supone tengo la llave, me doy cuenta de que no la tengo.
Mi corazón comenzó a dar saltos como loco, puesto que de verdad, de verdad no recordaba habérmela quitado.
¿Donde demonios pude dejar la llave?
Entonces recordé que anoche dormí en otro lado, no en las paredes llenas de Beyoncé y uno que otro póster de Britney Spears.
Estampe mi mano en mi rostro, maldiciendo por lo bajo.
"Estúpida, estúpida chica"
Enseguida tome de mi bolso, mientras que a paso acelerado bajo las escaleras, escuchando el grito de Lydia que me dice que no baje de dos en dos los escalones si no me quiero romper el cuello.
No me queda mas que otra que ir a donde deje a mi "víctima".
Tendré que volver a los brazos de Derek Hale.