El juego de quererte en secre...

By LadyJ-1711

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― No puedo fingir que no siento nada cuando te veo... ― Pues no lo hagas, no finjas, deja de quererme en secr... More

Lo que TIENES que SABER de ELIZABETH
El inicio de todo
Silencios incómodos
Apuestas y capitanes del barco
¿Hetero?
Celos y distanciamientos
La primera gala
Nuevos temas y nuevas emociones
Jugando a ignorarse
Tensión y discusiones
Nuestro secreto
IKAG
¿Actuación o realidad?
I like it
Academia de los ligues
Dilemas en la habitación
Juego del pintalabios
Should we kiss?
Noche de confesiones
Recuerdos dolorosos
El trío depresivo
Armonía de Navidad
¿Favoritismos o gobernada?
¿Beso?
Chistecitos de la pelirroja
Amigo invisible y despedidas
Feliz Navidad, supongo
Miedo
¿Verdad o reto?
Noche complicada
Inocente
Chiara, confía
¿Gustar o enamorar?
Una nochevieja especial
Habrá sido el ángulo
Charla con Noe
Crushes anteriores
El encierro afecta
Vaya galita
Sube la temperatura
Ay, el pasado
Radio Patio
Todo sea por el público
Lunes de expulsión
Escriurem
Ángel de la guarda
Elizabethazo
La maldición del piano
Ahorrando agua
Firmas moviditas
Verdadera familia
Empiezan semanas difíciles
Miedo al éxito
Playa y atardeceres
En ella, a ella
Operación Rescate
Animal maltratado
El encanto Oliver
Sentimientos encontrados
Vacía
¿Ruslabeth o Elirus?
Juntas
San Valentín
Reencuentros
El gran final
Nuevo hogar
La trucha al trucho
El banco
Mikel Ochoa
Terapia anti-traumas
Por primera vez
Un pulpo en una chalatería
La jarra de agua
Un año
C.E: Pancakes o Jasmine

Egoísta

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By LadyJ-1711

Había pasado una semana y media desde que Elizabeth reservó la cita con la psicóloga. La primera sesión con ella no había ido tan mal como Elizabeth esperaba. Aún así, no le había gustado. La chica, la cual se llamaba Saray, era realmente simpática y le había dicho que no se preocupase por tener que contar todo en aquella sesión, pero la rubia sentía que estaba perdiendo el tiempo.

No era capaz de abrirse con ella y eso le frustraba, pues sabía que Saray debía hacer su trabajo y ella debía contar sus problemas para tratar de ponerles solución, pero, aún así, en las tres sesiones que llevaba en la terapia no fue capaz de decir nada útil más allá de su nombre y edad. 

Por si todo eso fuera poco, el tema del juicio de sus padres le tenía completamente estresada y, además, su hermana había tenido que volver a Bilbao ya que se había roto la pierna y le había empezado a fallar la respiración por ello al caerse de las escaleras. Y, como su seguro de médico no cubría cuando estaba fuera del País Vasco, tuvo que volver para poder ir al hospital.

Y así fue como Elizabeth tuvo que empezar a encargarse de todo lo relacionado con el juicio de sus padres. Claire llevaba una semana ingresada en el hospital, pero todos los días se encargaba de llamar a su hermana mínimo una vez, para tratar de ayudarle en todo lo que pudiese y, sobre todo, evitar que Elizabeth se hundiese en un pozo sin salida.

Lo que Claire no sabía era que realmente había ayudado a su hermana a no caer allí. Llevaba una semana algo distanciada de todo el mundo, salía de la casa cuando todas estaban dormidas aún y volvía cuando ya todas estaban dormidas. Salía pronto para despejarse, después quedaba con la abogada, comía fuera, a la tarde se iba a terapia o a correr y hacer ejercicio hasta que sus músculos le suplicaban que parase, y a la noche o salía de fiesta o se quedaba sentada en un banco, dejando que las horas pasasen.

No era de extrañar que el comportamiento que la menor llevaba en esa semana tuviese preocupada a mucha gente, sobre todo a Chiara. Un par de noches, Chiara había tratado de quedarse despierta esperando la llegada de la rubia para poder hablar con ella, pero ambos días había fracasado en su misión, cayendo dormida en el sofá. 

Al llegar a casa aquellas noches, Elizabeth se encargaba de cargar a Chiara utilizando todas las fuerzas que tenía en su cuerpo para llevarle a la habitación y dejar que durmiese más cómoda (y, principalmente, para poder dormir abrazadas lo poco que Elizabeth dormía). 

Siendo sinceros, la rubia no sabía qué le estaba pasando ni por qué se estaba aislando de todo y de todos. Había rechazado ya dos entrevistas, diciendo que "Ahora mismo estaba pasando por muchas cosas y que más tarde ella les escribiría para hacerlas". Era como si estuviese viviendo con el piloto automático puesto, como si no fuese consciente de lo que hacía.

Sabía que, posiblemente, todo eso venía ligado a su problema de hablar las cosas, a su problema de creer que los demás no tenían por qué lidiar con sus actitudes, enfados o problemas. Bastante tenían con sus propios problemas como para encima tener que cargar con los suyos. 

En esos momentos, la rubia estaba en la calle, en un lugar poco transitado, la gente que paseaba por allí ya se habían acostumbrado a verla todos los días por lo que ya casi nadie le pedía una foto. Elizabeth miró lo que tenía en manos con una mueca, ¿realmente merecía la pena? 

Sin pensarlo mucho más, sacó un mechero que tenía en el bolsillo, sacó un cigarrillo de la cajetilla de tabaco que había comprado y lo encendió. Una vez encendido se quedó durante unos segundos mirándolo, para después darle la primera calada. Segundos después, empezó a toser.

— Pero que puto asco...— Susurró la rubia mirando al cigarro con el ceño fruncido, para después volver a toser.

Fue entonces cuando su móvil empezó a sonar, posiblemente sería Violeta, o Chiara, o cualquiera de las que vivían con ella en esos momentos, preguntándole donde estaba pues iban a dar las doce de la noche. Por ello se sorprendió cuando, en su móvil, se pudo ver el nombre de su hermana pequeña. 

¿Cassie? — Preguntó Elizabeth confundida cuando contestó la llamada, pues era realmente tarde. 

No era una sorpresa que su hermana menor la llamase, le había llamado varios días desde que llegó a Madrid, pero lo que le sorprendió  fue que le llamase a esas horas de la noche. Por unos segundos se preocupó, ¿y si le había pasado algo? 

Hola, Liz...

¿Ha pasado algo? ¿Está todo bien? ¿Necesitas algo? — Preguntó de manera rápida y acelerada, dándole otra calada al cigarrillo y volviendo a poner una cara de asco, esta vez sin toser. 

Tranquila, está todo bien, es solo qué... — Cassie se quedó callada durante unos segundos, y después Elizabeth pudo escuchar como suspiró.—  ¿Puedo hacerte una pregunta?

 — Cassie... son casi las doce de la noche, — Murmuró llevándose el cigarrillo a su boca.— Deberías irte a dormir, podemos hablar maña...

¿Cómo supiste que Chiara te gustaba?

Elizabeth se quedó sin palabras. Abrió suavemente su boca, de la sorpresa hasta se le cayó el cigarrillo al suelo. No se esperaba aquellas palabras saliendo de la boca de su hermana, y menos con el tono con el que lo había dicho, como si realmente estuviera... 

¿Estás sintiendo algo por alguien?  — El silencio al otro lado de su móvil le dieron la respuesta que necesitaba.— ¡Eso es emocionante!

No lo sé, no me agobies. — Se apresuró segundos después a contestar.— Si te lo pregunto es porque no estoy del todo segura, no se qué es lo que siento realmente. 

Ay, enana... — Susurró Elizabeth con una pequeña sonrisa, sentándose en un banco.— Yo creo que desde un principio me fijé en Chiara. En como cantaba, en sus ojos, su sonrisa, como trataba que todos nos sintiésemos integrados... Inconscientemente supe que era ella desde el principio, aunque no quisiera aceptarlo.  La veía una persona tan real, tan buena, tan mona, tan perfecta... 

Dios, mira que eres cursi. 

Cuando la veía sentía una especie de cosquilleo en mi estómago.— Continuó Elizabeth, ignorando las palabras de su hermana.—  Y sentía que mi felicidad dependía de la suya. Cuando la vi riendo porque me caí en clase de urban, me di cuenta de que sería capaz de hacer el idiota y quedar como una patosa frente a todos los espectadores si eso significaba que podría verla reír. Sentir que cuando te mira se te alegra el día, que cuando te habla se te alegra la vida y cuando sonríe se te alegra el corazón.

Joder, que profunda eres.— Suspiró Cassie, escuchando la risa de su hermana. 

¿Quién es él? ¿O ella? — Preguntó Elizabeth, sacando otro cigarro de la cajetilla y poniéndolo en su boca, para después encenderlo. 

Es... es ella. — Respondió Cassie mientras su hermana se encendía el cigarrillo, el cual tenía en su boca.— Jasmine...

De nuevo, cigarrillo al suelo. Y apunto estuvo de caerse su móvil también, mientras que la mayor trataba de procesar la información que le acababa de llegar. ¿A su hermana le gustaba la hermana de su novia? 

Elizabeth por tu madre di algo. — Murmuró la menor, mientras se mordía las uñas. 

Perdona, perdona, estaba asimilando... — Habló Elizabeth, aún sorprendida.— A las Oliver se les da bien hechizarnos, ¿eh? 

Cassie rió suavemente ante las palabras de su hermana y se quedaron hablando durante un rato más, hasta que la mayor decidió que era hora de irse a dormir. Le había dado unos consejos a su hermana para saber si Jasmine sentía lo mismo que ella o no, ya tendría una pequeña charla con Jasmine si llegaba a pasar algo entre su hermana y ella. 

...

A la mañana siguiente, la alarma de Elizabeth sonó a las cinco y media de la mañana. Había quedado con la abogada a las 9 y media, pero antes aprovecharía para ir a correr durante tres horas, hasta que sus músculos no diesen para más. El dolor físico que eso le provocaba era lo que necesitaba para no pensar en todo lo demás. 

Se levantó con cuidado de no despertar a Chiara, por suerte su novia tenía el sueño muy profundo. Dejó un suave beso en su mejilla y se cambió de ropa, poniéndose algo de deporte. Bajó a la cocina y desayunó tan solo una galleta, llevaba días sin comer bien también, y se le notaba en la cara.

Se acercó a la puerta de la casa y miró el reloj, las seis de la mañana. Si empezaba a correr ahora podría estar corriendo tres horas y media, ese dolor sería suficiente como durarle todo el día. Suspiró suavemente y se encaminó hacia la puerta, teniendo que poner una mano en su pecho al ver a alguien sentado en el sofá de la casa.

 — Joder... — Murmuró la rubia, se había llevado un buen susto. — Pero qué susto. 

— ¿Piensas volver a desaparecer durante todo el día? — Preguntó Violeta, levantándose del sofá y cruzándose de brazos delante de Elizabeth, la cual le rehuyó la mirada. 

— ¿Qué más te da? — La pelirroja abrió ambos ojos del todo por la sorpresa, no se esperaba una respuesta tan seca por parte de la rubia. — No te importa.

—  Coño Liz, claro que me importa. — Interrumpió Violeta, viendo como la rubia rodaba sus ojos. — Estás siendo una egoísta.

— ¿Egoísta? — Preguntó con incredulidad la menor, ella estaba siendo así para no preocupar a los demás, para no agobiarles con sus problemas... ¿Y encima le llamaban egoísta? 

—  Sí, te guste o no.—  Violeta se mantuvo firme en su posición, no era su intención dañar a Elizabeth, pero no iba a permitir que por su culpa Chiara, Ruslana o cualquiera de las habitantes de aquella casa estuvieran preocupadas como lo estaban durante esos días. — Kiki está muerta de la preocupación por tu culpa, se pasa toda la noche hasta la una o una y media esperando que aparezcas por la puerta para poder hablar contigo, está durmiendo, comiendo y viviendo mal por tu culpa, porque en vez de hablar las cosas huyes de los problemas. Pero siempre, siempre, llegas a las tres de la mañana, duermes dos horas y te vuelves a ir. 

— Déjame. — Murmuró la menor tratando de irse, pero Violeta la retuvo.

— Sabemos que no estás bien, Liz. — Habló la pelirroja, calmando su expresión y tono de voz.— Sabemos que nunca nos podremos imaginar por todo lo que estás pasando pero...

— Exacto, no podéis.— Interrumpió la menor.

Odiaba ser así, lo odiaba con toda su alma. Pero si algo había aprendido después de todo, era que contar sus problemas a la gente solo era una forma de molestarles. Violeta, de nuevo, miró incrédula a la contraria, apartándose de la puerta.

Sin pensárselo dos veces, Elizabeth abandonó la casa y empezó a correr, empezó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían, hasta que llegó a un sitio alejado, un sitio vacío, un sitio donde parecía no haber nadie. Y ahí se rompió. Empezó a llorar, empezó a pensar, empezó a sentirse mal.

— Sigues llorando, patético.

La sangre de la rubia se heló al momento. 

Se dio la vuelta y miró con miedo a la persona que se encontraba en frente suyo, con esa sonrisa cínica que le caracterizaba, esa sonrisa que hacía que Elizabeth apenas pudiese moverse. Retrocedió un par de pasos, mas no fueron lo suficientemente rápidos.

— Mikel... — Susurró tragando en seco, mientras el chico se acercaba a ella, acorralándola contra una pared de un edificio. 

— ¿Me has echado de menos? — Preguntó mientras la rubia miraba a su alrededor, buscando algo con lo que poder escapar. — Contéstame ahora. — Demandó, obligando a Elizabeth a mirarle a los ojos.

—¿Que es lo que quieres...? 

— No se trata de lo que yo quiera, amor... — Elizabeth sintió ganas de vomitar cuando escuchó esas palabras por parte de Mikel.— Se trata de lo que tú quieres...

— ¿Qué...?

— Tus padres me han llamado para justificar en tu contra.— Explicó Mikel, bajando su mirada y relamiendo sus labios, mientras posaba sus manos en la cadera de Elizabeth y esta se estremecía. — Yo no quiero hacerlo y tú no quieres que lo haga, ¿verdad? 

— No... 

— Pues para eso tendrás que ser buena chica, ¿no crees? — Mikel se acercó aún más a ella y la rubia tuvo que tragar en seco para evitar vomitar, le estaba dando asco. — Vuelve conmigo, Elizabeth, y yo justificaré en contra de tus padres.

De repente, la rubia lo vio todo borroso. Sintió como empezaba a dejar de respirar, y las caricias de Mikel en su cadera no tenían el mismo efecto que el tacto de Chiara, su Chiara, su novia... Su novia. ¿Tendría que dejar a su novia para que Mikel justificase a su favor? 

Miró a su alrededor, esperanzada de que pasase alguna persona. Pero no fue así, esa calle era de las menos transitadas, y sobre todo a las seis y media de la mañana. Por lo que no tenía escapatoria. Intentó gritar pero la garganta la tenía completamente cerrada, no podía emitir ningún tipo de sonido. 

Estaba sola.

Y más sola iba a estar. 

— Te doy un par de días para que te lo pienses bien, amor. — Susurró Mikel, dejando un beso corto y rápido sobre los labios de la rubia, la cual seguía quieta, sin moverse. — En el fondo sabes que nadie va a quererte como yo lo hago. Ah, y no se lo puedes decir a nadie, creéme, si se lo dices a alguien me enteraré. Y aléjate de tus amiguitas también, no me dan buena espina, se nota que solo quieren manipularte. 

Sin decir nada más, Mikel se alejó de ella, dejando a Elizabeth allí, mirando hacia el frente. Se deslizó con la espalda pegada a la pared y lágrimas en sus ojos, sin poder creer lo que estaba pasando.  

Debía hacerle caso. Ya no solo por ella, le daba miedo que Mikel fuese capaz de hacerle algo a Chiara, Violeta, Ruslana, Naiara o a Denna. ¿Tendría que alejarse de todas ellas? No iba a sobrevivir a eso, no iba a poder sobrellevarlo. 

Sin pensarlo mucho, sus manos viajaron solas hasta su móvil y buscó un contacto, para después llamar sin pensarlo mucho. Necesitaba desahogarse con alguien y sabía que esa persona la entendería a la perfección, aunque no pudiera contarle en profundidad lo que estaba pasando.

Evangeline

— Hey... 

— ¿Elizabeth? Dios, cuanto me alegro de oirte.— Habló Evangeline con un marcado acento estadounidense. 

Yo también me alegro, Line... — Elizabeth tragó en seco, aún con lágrimas en sus ojos.— ¿Qué haces despierta tan pronto?

Entro a trabajar en un ratillo, doy clases de inglés, hoy me toca solo hasta las once. 

Crees que... ¿crees que podríamos quedar a la 1 o así? 

¿Quieres quedar?

Por favor... — Suplicó Elizabeth, con la voz ligeramente rota.

Si, si claro, está bien. Well... see you at 1 p.m then?

Yes... See you there, te envio la ubicación de donde voy a estar, espérame allí.

Sin problema, hasta luego, Liz.

Hasta luego, Line...— Susurró Elizabeth, quedando un par de segundos con el teléfono en su oreja para después colgar.

Y, sin poder evitarlo más, rompió a llorar. Rompió a llorar como hacía mucho que no lloraba, rompió a llorar porque iba a perderlo todo, rompió a llorar porque parecía que la vida le odiaba. 

Y rompió a llorar porque iba a perderla. 

Iba a perderla y podía ser que para siempre.  

...

Bueno

Hola jeje, antes de nada, tengo las puertas de mi casa bien cerradas y también las ventanas, así que mandar un sicario no os servirá de mucho.

Perdón por tardar tanto en actualizar, estoy algo mala y se me complicó el escribir, además que llevo una semana con el TDAH hasta las nubes y me desconcentro con nada, y empiezo a escribir y al de menos de cinco minutos estoy haciendo otra cosa AJJAJA

Pero ¡volví! Y como compensación por tardar tanto tengo este bonito capítulo que seguro os encanta (no me matéis porfi aprecio mi vida) JAJAJAJ

Os tengo una pregunta que ya hice en un momento de la historia pero quiero volver a hacerla para saber si seguís opinando igual. 

Ahora que ya conocemos todas las actuaciones de Elizabeth... ¿Cuál es vuestra favorita? ¿Sigue siendo la que teníais antes de la gala 8? ¿O ha cambiado?

Por cierto no odiéis a la pobre Liz, está sufriendo, no sabe hablar las cosas todavía pero aprenderá.

Por cierto... calculo que no le queda mucho a la historia, no se decir exactamente cuanto, pero no mucho más yo creo jajajaj

Espero os guste la historia, besis de fresis

¡Nos leemos!

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