Cuando la muerte desapareció

Da onrobu

5.7K 654 397

¿Qué harías si, durante una maratón de películas de terror con tus amigos, empiezas a escuchar ruidos en la p... Altro

Prólogo
PRIMERA PARTE: Una pieza clave en el juego
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
SEGUNDA PARTE: Búsqueda y huida
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
TERCERA PARTE: Las marcas que deja en la mente
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
CUARTA PARTE: La muerte
Capítulo 48 (II)
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65

Capítulo 48 (I)

18 4 0
Da onrobu

—¿Sabéis una cosa? —Su voz sonó más aguda de lo normal. Isaac frunció ligeramente el ceño, preparándose para lo que viniera—. Me leí toda la puñetera saga de Juego de Tronos en tres meses. Algunos lo considerarán muy poco tiempo, otros la habrán devorado mucho más rápido. —Naia se encogió de hombros con fingida inocencia. Después negó con la cabeza rápidamente. Una sonrisa acida adornó sus labios—. ¿Sabéis cuál era el pensamiento que no paró de aparecer en mi mente durante todo el puñetero tiempo? —Había elevado las cejas ligeramente, su tono tan agudo que Isaac supo a ciencia cierta que venía una reprimenda—. «¡Hablad entre vosotros y os ahorraréis la puñetera mitad de la saga!» —exclamó.

» Jorge R. R. Martin definitivamente no quería ahorrarse la mitad de la saga, pero una cosa no quita la otra.

Isaac contuvo un suspiro divertido. No había esperado que la pulla tirara en esa dirección, pero sabía que Naia tenía razón. Se había guardado tantas cosas para sí mismo, había compartido tantas otras solo con Asia, que Áleix y Naia tenían todavía menos piezas de las que tenía él. Y no era justo. No cuando era precisamente por su culpa que se habían visto sumergidos en el mundo sobrenatural, en la pesadilla que los rodeaba.

Cuando no había razón alguna para mentirles. Cuando la falta de información era el mayor de los peligros.

Aunque Naia los observó a los tres, su mirada se había clavado sin piedad en Isaac. Todos los presentes sabían que era quién más secretos guardaba.

—Así que vamos a sentaros en estos maravillosos sofás y no nos levantaremos hasta que haya quedado todo dicho. ¿Capisci? —Aleteó las pestañas con una sonrisa exagerada en los labios.

—No sé si... —empezó a murmurar Áleix.

Naia lo calló con una mirada que no dejaba lugar a objeciones.

Consciente de que él era el principal aludido por la propuesta de la chica, Isaac decidió dar un salto de buena fe y ser el primero en probar la experiencia de sofá de casa abandonada. Su cuerpo se hundió en una espuma que había perdido su densidad mucho tiempo atrás. Por fortuna, no salió ningún bicho de entre los cojines roñosos.

—No está tan mal —afirmó poco convencido mientras se recolocaba con disimulo para apartarse de un muelle que se le clavaba en el culo. Fingió una gran sonrisa expresamente falsa.

—No te lo crees ni tú. —Áleix se dejó caer en el sofá de enfrente con una mueca asqueada mientras Naia se sentaba a su lado también disimulando un gesto contraído.

Mientras ambos se acomodaban, los ojos de Isaac y Asia se encontraron. Disimuladamente el médium tomó la pequeña mano del fantasma para que pudiera sentarse a su lado.

—Gracias —murmuró sin emitir sonido.

Isaac le dedicó una pequeña sonrisa antes de fijarse en Naia cuando empezó a hablar. Un cosquilleo le recorría la piel, cálido, gélido, vibrante. Sin darse cuenta empezó a dibujar círculos perezosos en su piel.

—Tenemos hasta que vuelva Nit de su descanso de papel de canguro, así que Asia, empiezas tú —anunció solemnemente la chica.

Y entre las paredes de la casa abandonada que habían tomado como refugio temporal, ocultos en la nada, Asia volvió a relatar cómo había empezado todo. Cómo había muerto despertándose al lado de una mujer que podía verla, cómo esta le había entregado un anillo explicándole que entregárselo a la muerte era la única manera de avanzar. Cómo después de eso había vagado alrededor de la que había sido su vida hasta finalmente empezar a seguir la sensación que la llamaba. Ahora sabían que esa sensación era Isaac y que los otros fantasmas también la notaban.

Isaac inspiró profundamente y se obligó a dejar de pensar en Elia. Estaba segura. Finalmente estaba segura. Y él tenía que centrarse.

Aunque una parte de él era reciente a abrirse, a compartir algo que parecía tan íntimo, se obligó a intervenir.

—Aunque los fantasmas se sienten atraídos hacía mí, no ocurre lo mismo a la inversa.

No hubo cambios en las expresiones de Naia y Áleix. No había motivo para que los hubiera. Por el contrario, una pequeña arruguita confusa decoró el ceño de Asia. El médium se giró hacia ella con los labios tensos.

—Dejé de sentirte cuando Alma te atacó en mi habitación —explicó—. Y no he sentido a ningún fantasma más.

La confusión se generalizó.

—Oh... Yo no... Yo sigo... —Las mejillas de Asia habían adoptado un tono rosado, su mirada avergonzada rehuyendo los ojos de Isaac. ¿Cómo...? Ella... Ella seguía notándolo. Una fuerza que tiraba de su cuerpo hasta él. Que la atraía, que la llamaba. Que los conectaba.

—¿Sentías a Asia como los fantasmas te sienten a ti? —preguntó Naia con escepticismo en su voz fruto de la sorpresa.

Isaac se obligó a mirar en su dirección.

—Sí.

—Ese día en el pasillo... después de que Elia se colara en el almacén... en el patio... —Naia unía cabos rápidamente— ¿la sentías?

—Sí. —Isaac volvió a girarse hacia la presencia fantasmal que descansaba a su lado—. Solo me ha pasado contigo. Hasta que Alma te atacó en la habitación. Pensé... pensé que te había dejado de sentir porque 'te había revelado', porque Elia, Naia y Áleix podían verte y eso de alguna manera había cortado la conexión; pero cuando empezaron a aparecer fantasmas en la granja y también podían verlos... no te hizo visible a sus ojos, hizo que sus ojos pudieran ver a todos los fantasmas. Así que no sé qué pasó.

Los ojos de Asia seguían revoloteando, avergonzados. Isaac sentía a través de sus manos unidas como su cuerpo se había tensado ligeramente.

—Así que... todos los fantasmas se sienten atraídos hacia ti, todavía ahora, pero tú solo sentías a Asia... —continuó Naia ajena al intercambio silencioso que estaban llevando a cabo Isaac y Asia. Desde que habían dejado a Elia en casa estaba más despierta, lúcida, hiperactiva. Su mente trabajaba a toda velocidad, finalmente sin el peso de la preocupación haciendo mella en ella.

—Parece —afirmó el chico.

Naia rumió durante unos instantes.

—Dijo... Dijo que eras un simple peón en el juego. Pero Isaac solo te sentía a ti y fuiste la única que vio a la mujer tras morir. Entró en cólera al verte...

Todos sabían de quién hablaba.

Alma.

Soltó un suspiro irónico.

—Sé... sé que rememorar lo que nos ha dicho no nos ayudará a «encontrar a la muerte» —dijo haciendo referencia a las palabras que había usado la mujer con Asia—, pero sé que sabía... sé que sabe cosas. Y que nos ha mentido más de una vez. O al menos nos ha ocultado la verdad. O la ha tergiversado. No lo sé...

Hubo unos segundos de silencio solo roto por el repiqueteo de la tormenta que asolaba el cielo. Las goteras se contaban por decenas, y aunque tanto Naia y Áleix se habían quejado a más no poder, Nit había decidido que pasarían la noche allí. Después había desaparecido por primera vez desde que había aparecido con la bruja que se encargó de Elia.

—Alma... —Isaac cogió fuerzas. Sabía que Naia no había llegado a enfadarse por no haberle contado que sentía a Asia, era demasiado personal, de ellos. Por el contrario, lo que iba a explicar no le sentaría igual—. Cuando apareció por primera vez en clase tuve la sensación de que la conocía, no sé de qué, pero que me sonaba su cara. Que la conocía de algún sitio.

—¿Conocías...? ¿Conocías a Alma?

—Sí. Estoy convencido de que sí, pero no soy capaz de saber de dónde ni de cuándo, y ella no me trataba como si nos conociéramos. Hasta el incidente. Cuando bajasteis a por la insulina le pregunté si nos conocíamos, y contestó que sí, «que más de lo que podía imaginar».

—No me jodas... —Isaac era capaz de ver cómo luchaba contra su cuerpo, contra el temblor rabioso que buscaba invadirla. Le había ocultado información sobre ella.

La chica parpadeó erráticamente.

—Puede... puede que estuviera jugando contigo —dijo finalmente—. Todos sabemos que le va este rollo —murmuró.

» Conocer a alguien no implica que sea bidireccional. Sabemos que conocía muchas cosas de ti, que te estaba vigilando.

» Que te parezca recordarla es otra cosa.

—Puede ser. Pero no tiene demasiado lógica: ¿si quería que confiara en ella, por qué decirme que nos conocíamos si yo no la recordaba y ella lo sabía? Eso solo aumentó mi desconfianza. Y si es como dices, que sabía cosas sobre mí, ¿por qué admitirlo si no quería que supiera que me estaba vigilando?

—Disfrutaba jugando con nosotros —recordó Áleix. Desde que había empezado la conversación observaba a Naia de reojo, midiendo sus reacciones.

La chica se tomó unos segundos antes de continuar.

—Aparece en clase, —continuó como si nada hubiese pasado—, ese mismo día nos sigue hasta la tienda de mascotas, nos observa de manera creepy y desaparece. Al día siguiente ocurre lo mismo, pero en tú casa, y entonces escuchamos ruidos, muy tontos de nosotros subimos y nos la encontramos herida. Nos dice que los que la han apuñalado siguen fuera y que si no entran es porque ella está allí.

—Por la mañana se desvanece y no volvemos a saber de ella —finalizó Áleix recostándose en el sofá. Tan pronto se apoyó en el respaldo recordó el estado de los cojines y volvió a incorporarse rápidamente.

—Pero durante todo ese tiempo nos vigila. O te vigila —corrigió con un ademán de mano.

» Y durante este tiempo vosotros os encontráis mientras nosotros pensamos que te estás volviendo loco.

—Sí —confirmó Isaac con un suspiro un tanto divertido. Se masajeó la frente con la mano libre. Le costaba pensar.

—Y entonces Alma descubre que estoy en la habitación de Isaac y entra en cólera. Me ataca —rememoró Asia con una mueca—. Aunque... no entró en cólera porque estuviera allí, o, al menos, creo que no. Lo hizo porque sabía que tenía el anillo. No sé cómo, pero lo sabía.

—Lo que no sabía era de dónde lo habías sacado y quién te lo había dado.

—Y se lo quedó —apuntó Isaac.

—Pero no tiene sentido... Cuando la mujer me lo dio me dijo que no podía decírselo a nadie, que tenía que protegerlo... y yo no dije absolutamente nada sobre él, así que si Alma lo sabía tuvo que ser debido a la mujer. ¿Por qué pedirme discreción si ella iba a contárselo a alguien? —se cuestionó.

—No, estamos asumiendo demasiadas cosas que no sabemos. —Isaac negaba con la cabeza levemente mientras hablaba—. Alma se sorprendió de que lo tuvieras tú, no se lo esperaba, y es muy probable que conociera a la mujer, su enfado aumentó cuando se la describiste y por tanto podemos imaginar que la reconoció, pero no podemos asumir que lo supiese debido a la mujer.

» Para poner un ejemplo, podría ser que el anillo hubiese sido de Alma, se lo hubiesen robado y entonces descubre que lo tienes tú, y cuando explicas cómo lo has conseguido descubre quién se lo robó en primer lugar. Que esto me lo acabo de inventar, pero también podría haber sabido que lo tenía la mujer y no saber que lo había entregado a alguien o cualquier otra opción.

—En resumen, que no sabemos nada ¿no? —concluyó Áleix con ironía.

—Básicamente —farfulló Naia. Rodó los ojos, suspirando con frustración.

—Eso tampoco es cierto —afirmó Isaac con la mirada perdida en sus pensamientos—. Nos contó que las parcas acompañan a las almas tras su muerte hasta su lugar de descanso, parcas que están al servicio de las Moiras, encargadas de entregar el alma y añadirle la buena y la mala suerte.

—Pero que el hilo se rompe solo —terminó Asia por él.

—Y hay dos opciones: que sea cierto o que no.

—¡No me digas! ¿Sí? No me lo habría imaginado —refunfuñó Naia. Áleix soltó una risa y finalmente se dio por vencido y se apoyó en el respaldo del sofá.

—No te precipites. Ambas opciones tienen su lógica —argumentó.

» Pongamos que sea cierto, si comparamos la vida con un hilo, tiene sentido que se gaste, que el peso de la buena y la mala suerte lo debilite, que las fortunas de la vida lo vayan rasgando hasta que se rompa solo. Si seguimos esta línea de pensamiento, encontrar a la muerte, que es lo que pidió la mujer, no pasa por encontrar a alguien sino por descubrir cómo morir definitivamente, cómo dejar el plano mortal atrás o por qué el hilo no acaba de romperse. Nos lo planteamos ya al principio de todo.

» Si, por el contrario, nos mintió, y también es muy probable que lo hiciera, estaríamos buscando a alguien. Un alguien que seguramente tiene las respuestas a nuestras preguntas o muchas posibilidades de tener más información de la que tenemos nosotros. Posiblemente o una cuarta Moira, si creemos que los mitos son incorrectos y la buena y a mala suerte la encarnan figuras distintas, o a la figura tradicional: Átropos.

—Tiene más sentido que sea una persona ¿no? O una Moira o lo que sea. ¿Sino a quién tendría que entregarle el anillo?

—Puede. Pero también podría haber mentido la mujer.

—Todos podrían haber mentido —finalizó Áleix expresando lo que todos habían pensado.

—Y por eso vamos a repasarlo todo y vamos a planteárnoslo todo —explicó Naia.

—Ya lo estamos haciendo y no hemos avanzado nada —refunfuñó el chico.

—Bueno, hemos descubierto algunos secretos de nuestro querido Isaac.

Isaac les regaló una sonrisa triste mientras se masajeaba la frente, permitiéndose cerrar los ojos durante unos instantes. Aunque el malestar había empezado mucho tiempo atrás en forma de dolor de cabeza, desde que habían aparecido los demonios en el motel, se le había añadido la sensación de mareo, de malestar. Por suerte no era ni remotamente similar al dolor que había sentido al despertar en el coche, pero empezaba a ser incapacitante. Le costaba pensar.

Y todavía más recordar lo que había sucedido. Había tenido flashbacks, o lo que creía que eran fragmentos de recuerdos. Demonios apareciendo dentro de la habitación, un exorcismo salmodiado por decenas de voces, el recuerdo del dolor en el pecho... aunque empezaba a imaginar por dónde podía haber ido la cosa era incapaz de recordar todos los detalles.

—Vale... si continuamos con lo que sucedió, entonces vino cuando reveló que Isaac era un médium y que por eso le habían ordenado protegerlo —continuó Asia—. Estaba escuchando desde el pasillo —aclaró al ver el ceño fruncido de Naia.

La chica asintió con aprobación.

—Ahí hubo algo que me chirrió.

» Por un lado, sigo sin entender por qué yo. Sí, puedo ver e interactuar con los fantasmas, pero ¿y qué? Por lo que hemos visto los demonios también, yo no les sería necesario. Y, además, ninguna alma sabe por qué no pueden avanzar. Eso podían descubrirlo fácilmente.

» Y, por otro lado, ¿por qué las Moiras decidieron enviar a Alma y después a Nit? ¿Por qué protegerme? Si todo el mundo cree que sé algo, ¿no es igual de sospechoso que ellas no lo piensen?

Naia examinó a Isaac unos instantes.

—Tienes razón, pero a la vez... hay algo. Las almas se sienten atraídas hacia ti.

—Sí, pero no sabemos si también hacia otros médiums. No sabemos si en otros países, en otros continentes, están yendo hacia otros médiums. Puede que sea simple proximidad, soy el más cercano y por eso me sienten a mí.

—Puede que, al fin y al cabo, si los personajes de Juego de Tronos hubiesen hablado más la saga no hubiera menguado mucho —murmuró Naia imitando la postura resignada de Áleix.


Continua a leggere

Ti piacerà anche

800 83 15
La magia y la ilusión convergen en esta historia, donde las emociones del primer amor se enfrentan a los desafíos que implica una relación. ¿Qué ocur...
776K 23.4K 136
𝖢𝗈𝗇𝗍𝗂𝖾𝗇𝖾 𝖯𝖺𝗋𝗍𝖾𝗌 𝖽𝖾 𝗌𝖾𝗑𝗈 🔞 -𝖣𝖾𝗇𝗅𝖾 𝖺𝗉𝗈𝗒𝗈 𝗉𝗅𝗌-❤
2.8M 113K 36
¿Quién terminará siendo el rompe corazones en esta ocasión? Portada hecha por @Lysendrah. Registrada en Safe Creative con el código: 1401059769129 ||...
2.3K 344 33
En su ardua lucha por mantener en secreto sus identidades, sobre todo, el peligroso y misterioso virus que llevan en su sistema, con tal de llevar un...