MARATÓN [2/5]
—Jason, ya no llores... —Dick limpió las lágrimas que estaban en las mejillas del pelinegro—. Está bien, no estés triste... O lo que sea que estés, cariño, ya no sé por qué lloras, pero lo haces muy seguido... No hay nada por qué llorar, amor.
Le habían prohibido la entrada a otros visitantes que no fueran él, así que ninguno de sus amigos había aparecido en al menos una semana.
En los últimos días Jason había mejorado, su fiebre bajó y ya no temblaba todo el tiempo como antes, aunque a veces tenía ataques de llanto donde volvía a hacerlo.
Su rostro parecía más tranquilo, no había vuelto a murmurar sollozos ni nada, su ceño ya no estaba fruncido.
Pero Dick ya no sabía qué hacer.
Seguía sin saber si él en verdad lo escuchaba o no, si debía hablarle, consolarlo, o cantar para que todo sea en vano... Sin saber muy bien por qué había empeorado realmente, si era por no recordar a Tim, si era por haberlo encontrado a él a su lado, si era porque intentaba recordar y no podía o sólo estaba atrapado de nuevo en la inconsistencia.
Con un suspiro, se echó en su silla, su mano seguía unida a la de su novio, y unas torpes caricias acariciaban su palma.
La mano de su novio volvía a estar fría.
—Jason, quiero que seas feliz —murmuró—. Aunque ya no sé si lo lograré, amor... Siempre que creo que te hago feliz pasa algo que me hace dudar si hice algo bien realmente.
>>¿Soy un buen novio, Jason? ¿Te hago feliz? Quiero creer que en un momento lo habré hecho, pero quiero que seas feliz más de un momento, quiero hacerte feliz toda tu vida, en todo momento... Eso no se puede, ¿Verdad? Hasta ahora no lo logré.
>>Cuando intentaste suicidarte no eras feliz... Creo que ahora no estás feliz tampoco...
>>Soy pésimo para dar felicidad, Jason, debo admitirlo... Y lo siento, por ser tan pésimo novio...