—Jason, lo siento... Me asusté y te dejé sólo.
Dick sorbió su nariz, borró sus lágrimas por milésima vez, y por milésima y una vez volvió a llorar.
Desde que aquello había ocurrido no había podido parar de llorar, aunque eso había sido hacía muchas horas.
—Parece que el despertar no es como en las pelis, Jay... —murmuró—. Me dijeron que vas a ir despertando de a poco... Un rato primero, otro rato más largo la segunda vez... Y así hasta que puedas permanecer el tiempo suficiente despierto...
>>Pero me dijeron que seguramente hiciste un sobre esfuerzo, te adelantaste mucho para lo que deberías... Eso puede ser peligroso, te puede hacer mal.
>>Espera, Jay, con tranquilidad, por favor... Yo no me iré a ningún lado y estaré siempre a tu ritmo... Tómate tu tiempo, amor, puedo esperar.
Una sonrisa se forma en los labios del mayor.
—Pero lo hiciste por mí, Jason, porque te lo pedí y me escuchaste... Muchas gracias, amor, en serio. Es el mejor regalo del mundo.
>>Y también te amo.