Un zorro para un lobo

By Anya_Rhys

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Phoebe es una pequeña Omega. Aislada en las montañas, acostumbrada a esconderse de sus problemas, acostumbrad... More

Hogar
canela, naranja y seguridad.
Ding Dong.
El lobo había sido cazado.
El llamado.
Pastel de arándanos.
Eres mía Phoebe para cuidar, proteger y poseer.
mis instintos son tuyos mi Luna.
El lobo iba a cenarse un zorro.
la culpa se la iba a terminar tragando.
una boda, una boda conmigo y su segunda hija.
Una verdad absoluta.
¿Le gustaba?
Perdóname, Phoebe.
Aún si significaba que iba a dejarlo.
malditas galletas.
hacerla pagar.
Una diosa.
lo único que hare es llevarte cada alma que me pidas.
Copo de nieve.
Una Excusa.
Precipicio.
El toro por los cuernos.
Agradecido.
La anidación.
No soy nadie sin ti.
Gerard.
Un latido.
Un caos.

No cuando pensé que éramos algo especial.

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By Anya_Rhys


Somos pasado, somos presente y somos futuro. Todo al mismo tiempo.

ACRC.


La vibración del sonido inundo su cavidad auditiva, tan molesto. el refunfuño se hizo presente como un eco en la habitación, perezosamente tanteo a su lado pero el calor del gran corpóreo se notaba haber desaparecido hace mucho tiempo, podía jurar que escuchaba pasos y detuvo su respiración enfocándose en ellos. Eran pesados pero no tan afincados como para ser masculinos, entonces lo detecto, como si las ondas del sonido le declararan que arriba había mas de una persona, la profunda inhalación solo confirmo sus sospechas no importaba que tan abajo estuviera, podía olerlas. Era un olor que conocía bastante bien pero le creaba una nueva tensión a sus hombros Desearía que fuera en otro momento Estaba cansada, como si cada gramo de juventud se le hubiera escurrido por las manos descuidadamente, sus pasos no tardaron en levantarla de la cama, descalza y caminar hasta donde estaba el bullicio.

Lo ojos de Phoebe se ampliaron por un pequeño instante, casi dejando de mostrar el asombro en su expresión pero se encargo de mantenerla a raya al notar que estas se paralizaban al verla, poco le importaba a la Omega las dos humanas pero si se sentía incomoda por la presencia de Megan, sin embargo forzó una pequeña sonrisa mas parecida a una mueca en su dirección Es tan incomodo.

—Phoebe..— Y luego silencio, Megan había pronunciado su nombre como si le pesara y lo había dejado caer, estaba jodidamente nerviosa y todos en la sala lo notaron, la mujer no dejaba de balancearse sobre sus pies sin percato alguno —Me alegro que estés bien—declaró apenada.

Claro, seguro que es así. El sarcasmo en los pensamientos de la menor no tardo en llegar.

—Si, también me alegro de estar bien— El resentimiento estaba en cada palabra, todas en la sala lo notaron, notaron ese; No gracias a ti en su oración.

Las hojas del árbol combatieron contra las castañas, como si no fueran parte de un mismo ciclo de vida. Los ojos de ambas en una extraña sintonía, el rubor llego a las mejillas de Megan pero Phoebe no se inmuto ante eso. Sabía que no debía estar enojada, Megan era una luna no tendría tiempo para ella, pero no podía evitarlo, no podía evitar sentir un poco de resentimiento por demostrar que son amigas cuando no lo son. Entonces Bee cedió, aparto su mirada concentrando su cabeza en observar como casi todo estaba como antes, era claro que la vajilla era nueva y que las cortinas y telas, que antes llenaban el suelo, fueron reemplazadas por nuevas que una de las mujeres doblaba con esmero tratando de ignorarlas, la cubeta que ocuparon para restregar los vidrios estaba llena de agua sucia y roja, el lugar olía a desconocidas, a limpiador, a nuevo y eso no le agradaba.

Tan cómodas revoloteando por aquí.

Megan volteo sobre sus pies y por un segundo la pelirroja pensó que se marcharía pero su voz inundo la sala —Pueden retirarse, yo terminare el resto— Las mujeres la miraron con incertidumbre pero solo se limitaron ha asentir y retirarse, dejándolas.

Bee solo paso sus manos por su vestido, como si las arrugas en este fueran más importantes que cualquier cosa, casi dio un salto atrás cuando unas manos pararon en sus mejillas, estaban cálidas y venían acompañada de unos ojos que la observaban con pena y pequeños remolinos de lagrimas amenazando con salir en ellos.

No hagas esto, no hagas que me sienta mal por estar enojada.

—Perdóname Phoebe, me equivoque. Se que Orión no es un niño pero cuando me entere de lo del beso de Milo— Carraspeo un poco, respirando pero sin apartarse —Pensé que no lo querías, que se estaba equivocando en apresurar las cosas contigo y por uno segundos—Entonces sus manos se apartaron de la Omega menor y ella un poco dolida temió por lo que seguía —Se lo duro que es vivir bajo etiquetas que otros han puesto sobre ti, se que no soy esa clase de persona pero Orión siempre ha sido una extensión de la familia, me segué y luego me avergonzaba tanto por equivocarme que no sabia como mirarte a la cara— El discurso decayó y ahora la Omega mayor era un mar de lagrimas.

Phoebe no sabia como sentirse al respecto, le gustaba que fuera sincera y que se preocupara por aclarar las cosas, entendía la importancia de su Alfa para ella y para todos en la manada pero aún así sentía que no podía excusarla, que si ella quien en carne propia vivía batallas como la que la omega atravesaba no podía justificarla, nunca fue nadie especialmente rencorosa, no le pediría a Orión que destruyera a cada ser que le había hecho daño pero algo dentro de ella seguía dolido.

—Esta bien Megan, puedo entenderte— aclaró mirando como esta ponía una pequeña mueca de alivio—Mas no puedo evitar sentirme mal por ello y no se si pueda dejar ir el sentimiento con tanta facilidad— No cuando pensé que éramos algo especial.

Ella se limpio las lagrimas bajo la atenta mirada verde de Phoebe y asintió comprendiéndola.

—Entiendo, puedo partir de allí— Tomo la cubeta, levantándola para descargarla en el excusado del baño de visitas —¿Cómo estas? Digo, se que debes estar muy confundida con respecto a todo pero— Paro un segundo como si rebuscara las palabras correctas—Bueno si quieres hablar—se encogió de hombros.

¿Quiero hablar? SI ¿Con ella? No estoy segura.

Pero le daba puntos por no presionar y necesitaba sacar un poco de lo que llevaba dentro así que dejo salir un suspiro ameno y se sentó frente a la barra de desayuno, deslizándose en el taburete que dejaba que sus pies se despegaran cómodamente del suelo y le permitía jugar con ellos con movimientos suaves.

—Estoy confundida, Orión y yo tuvimos una pelea— confesó jugando con sus dedos —Cuando le distraje por lo de Milo, en resumidas cuentas acabamos liándola —Las mejillas se le encendieron Follar era la palabra correcta, ese sexo no fue amor— Le confesé que lo quería y el, bueno me dijo palabras muy hirientes cuando estaba dentro de mí—Suspiró avergonzada sin poder mirarla— Supongo que las cosas se complicaron demasiado, cuando me abandono sentía como que la vida me la estuvieran arrancando del pecho, quería hablar o tan siquiera pensar correctamente pero estaba agotada y triste— recordar la sensación la hacia estremecerse—Los siguientes días son confusos en mi cabeza, no puedo recordar mucho solo el como me perforaba hasta los huesos la tristeza, las pesadillas y se que fue efímero pero me sentía en la eternidad de mi desgracia, me sentía— Dejo morir sus palabras, sabiendo cual era la palabra correcta pero evitando usarla.

—Te sentías en el limbo— Contestó la mayor por ella y se lo agradeció mentalmente porque era muy cobarde para admitirlo.

—Si, me sentía así. Luego se disculpo, pase días inconsciente y ahora aunque las profundas palabras y el arrepentimiento son palpables en él no es tan sencillo, aveces se me desborda tanto el pecho, como si mi vaso estuviera rebosado de agua y todas las gotas cayeran por las orillas inundándome, en solo esos momentos puedo olvidar que estoy enojada, lo mucho que dolió todo y es tan fácil como respirar quererle— Paro unos segundos, llevándose el dedo a un mechón rebelde sobre su rostro pasándolo tras su oreja— Otras veces no importa cuanto observe o intente llenarlo, el vaso permanece vacío—

Megan se sentía encogerse, culpable y aunque podía entender a lo que se refería Phoebe no podía evitar temer que estuviera irrevocablemente rota. Entonces se le acerco con cautela, sabiendo que las respuestas muchas veces están frente a nosotros esperando a ser descubiertas.

—Debe ser difícil, con las parejas nunca es fácil. No importa cuando las cosas se quebraran con James y cuantas veces llegue a odiarle profundamente, siempre terminábamos enredados el uno en el otro, había más días grises que felices al inicio y yo luchaba contra el odio y el amor que le tenía— Su voz serena hizo que Bee la mirara con detenimiento, por su parte la castaña solo miraba al cielo de la casa como si la madera en este le diera las respuestas— Pero al final el vinculo acaba haciendo de las suyas, el tuvo que aprender mucho sobre mí y yo de él para poder cambiar y mejorar, como uno solo— Entonces ambas se miraron y Megan sonrió— Tiempo al tiempo Phoebe, no hay nadie que pueda amarlos como se aman ustedes, todo ira tomando camino—

Tiempo al tiempo Le gustaba.

Phoebe estaba apunto de responderle que no era tan sencillo, pero ambas con oídos muy sensibles fruncieron el ceño ante la ola de gritos que le llego, los pies en conjunto partieron afuera y aunque no estaba cerca el bullicio, parecían ser gritos de ira, de mucha ira. La carrera no pudo haber durado más de un par de minutos pero ciertamente la cabeza de Phoebe estaba en otra cosa, sentía la rabia no propia a través del vinculo, una rabia que le revolvía tanto las entrañas que quería vomitar, las nauseas aparecían en el momento menos indicado. Sus ojos fueron al gran circulo de personas, vio el desprecio en distintos ojos, ese desprecio que había visto dirigido a ella años atrás, los hombres parecían gruñir en aprobación hacia lo que sea que sucedía en el centro y varias mujeres empezaron a recoger a los pocos niños que quedaban alrededor, Phoebe saltaba de puntas tratando de ver pero las personas eran mas altas que ellas y la verdad no quería meterse en medio y ser aplastada. Entonces sintió una mano sobre ella tirando y el ruido ceso, dándole espacio, haciendo un camino donde todos miraban en nuestra dirección y luego la reverencia ante la presencia de Megan haciendo que se le erizaran los vellos del cuerpo a la menor.

El poder de la Luna.

Era maravilloso el respeto de una manada por su luna, por una mujer de mala reputación como ella misma lo era entonces el frio le recorría la espalda distrayéndola de su admiración. Había un charco de sangre enorme en el suelo y una mujer arrodillada en el, sin camisa alguna que tapara su desnudez, solo un par de jeans y sus pies descalzos. No reconocía quien era la mujer de piel obscura desde ese ángulo pero si al hombre albino delante de ella y al que estaba a su lado, su Alfa, su compañero, quien solo la veía a ella como si estuviera en una capsula donde lo único que lo mantuviera a flote fuera su presencia y eso lo sintió, sentía todo ¿Enojo? ¿Amor? ¿Tristeza? Sentía tanto que iba a colapsarse.

—¡¿Que significa esto?!— La voz de Megan retumbo y nadie se atrevió a emitir sonido alguno, James camino hasta ella y esta aún confundida se dejo tomar la mano por él, como si la escena delante de ellas tuviera una buena explicación y su pareja tuviera razón en descuartizar a alguien en medio de la plaza.

Pero sus ojos siguen en mi, solo en mi. Orión solo me ve a mí.

—Mi luna— hablo James en dirección a Megan, la reverencio como cualquiera debía hacerlo a su perspectiva, pues su mujer era su diosa, beso el dorso de su mano quien ella acepto gustosa —Este cuenta no me pertenece, como Alfa cada integrante es importante y su integridad tiene que ser mi prioridad— hablo para el pueblo y los ojos alrededor brillaron y soltaron frases de jubilo a su alfa —Esta mujer a intentado ir en contra de esa integridad, quebrando no solo esta regla que es ley principal en esta manada —Los gruñidos se elevaron —Si no que se ha metido a la casa de un Alfa, violando el espacio sagrado que construimos para nuestras familias y no contenta con ello, ha intentado destruir un nido—hubo jadeos, maldiciones entonces el bullicio empezó de nuevo.

Tan molesto.

Phoebe seguía pasmada, viendo a Orión quien se le acercaba peligrosamente como un depredador a un pequeño cervatillo tembloroso, podía sentir a la bestia pidiendo caza y su cuerpo traicionero le enseño el cuello, sumiso. No hay marca que el no haya dejado sobre su cuerpo y aún así sentía que este podía reclamar más, las manos del general fueron a su cuello masajeándolo, luego subió por su cara raspando cariñosamente con los nudillos la mejilla, entonces lo escucho, escucho ese pecho vibrar por lo bajo y el silencio volver a hacerse presente mientras ella se permitía respirar un poco.

El pueblo estaba anonadado, la gran bestia vibraba para un zorro, muchos asumían que la unión era meramente por placer, que alguien como ella se dejaría marcar por cualquiera y que el general solo era un hombre posesivo que se rindió en la búsqueda, pero esa escena, esa prueba delante de ellos les afirmaba que el Alfa había caído bajo el yugo de la Omega pelirroja tanto como para vibrar por ella, que ella era su destino.

Las manos de ambos estaban unidas ahora y solo se escuchaban los fuertes sollozos de la mujer, Bee trataba de no mirar la sangre, de no revivir el momento Ella no es Milo Phoebe, ella es solo la intrusa que invadió tu seguridad sin embargo no se sentía bien dejar que le sucediera nada.

—Esta deuda me pertenece y tiene que ser saldada— Esta vez fue la aterradora voz de Orión quien se hizo paso en el aire, tan grave, tan toxica, tan posesiva llena de odio—Esta mujer merece sufrir una pena de muerte, entro en mi hogar y creyó que podía destruir cada esfuerzo de MI Omega—Ira, pura y dura en cada apalabra como si pudiera apuñalar a la mujer con cada una.

Le importan mis esfuerzos, yo le importo.

—¡Muerte!¡Muerte!— El coro no tardo en seguirle el juego, la gente pedía sangre, sangre de alguien que no conocían.

Phoebe miro hacia Megan esperando que interfiriera pero esta negó con la cabeza al verla como si entendiera lo que pasaba por la cabeza de la menor, miro a James quien sostenía una especie de cuerda negra en sus manos, No, no era una cuerda. Era un látigo, la iban a matar a latigazos y el vomito entonces amenazaba con subir, le ardía el estomago.

—Piedad por favor, piedad— Las suplicas no tardaron en llegar a sus oídos y cerro los ojos con fuerza.

Basta. Basta. Basta.

—¡Basta!— El grito se hizo presente, escapando de sus labios sin permiso y entonces el temblor volvió a su cuerpo más fuerte al sentir la mirada de todos sobre ella Valor Phoebe, valor—Ella es una Omega, la ley dice que no podemos quitarle una pareja a un posible Alfa—esta vez ya no era un grito, era unos decibeles mas bajo su tono pero igual de angustiado.

Orión no entendía porque su mujer defendería a quien quería destruirla, ella no merecía su piedad, ni su lastima, no merecía mas que muerte pero él la dejo defender. Cualquier decisión que se tomara de parte de su vinculo tenia que ser respetada o por lo menos escuchada.

Mi mujer merece cada segundo que desee ante cualquier persona, dictó Astra dentro de su ser y Orión estaba mas que de acuerdo. 

—Ningún Alfa de la manada la reclamo, ella merece morir por siquiera intentar tocarte— Las manos de orión se deslizaban por sus hombros, entonces ella dio dos pasos adelante zafándose.

La mujer en el suelo se giro sobre sus rodillas mirando a Phoebe y la escena la destrozo, tenía la cara llena de moretones, el labio partido y su nariz igual, sus pechos desnudos cubiertos por su propia sangre. Tenía uno de sus ojos tan hinchado que Bee estaba segura que solo la podía ver por uno, entonces se acerco a ella y en vez de verla con odio la veía como lo que era, una mujer que tomo decisiones estúpidas desde el trauma, una mujer que había sido privada de nombre, de una vida y de lo que la palabra consentimiento significaba, una mujer que se aferro a lo primero que creyó que la ayudaría por fin a salir de su miseria.

Yo también quería un príncipe azul que me rescatara

—Esta mujer vivió en una casa de comercialización, a sido privada de una vida, de educación, de su familia, de un nombre, de amor y no la culpo. No la culpo por querer aferrarse al primer héroe que pudo ver—declaró esperando el odio hacia ella pero nadie decía nada, entonces prosiguió—Pueden castigarla, pueden enojarse porque la acogieron y aún así cometió un error contra la manada pero no podemos juzgar su comportamiento—se agacho a su lado, tratando de levantarla pero esta no se movía, solo lloraba ahora silenciosamente— Si sentenciamos a alguien así seriamos demasiado crueles, el alfa puede decidir el castigo pero no creo que merezca la muerte—miro hacia James —Yo la perdono—

Algo en el pecho de Orión estaba lleno de orgullo, su pequeña manzanita era tan fuerte en tantos aspectos que lo dejaba sin aire cada nueva acción, la entendía. Podía respetar sus deseos muy a su pesar de querer matar a la mujer que amenazo con su vida e integridad, podía hacer cualquier cosa por ella. Los ojos de James lo miraban esperando su respuesta y el solo sonrió, no de una manera cargada del amor que sentía si no que pudo ser desde la propia idea del castigo mismo.

—La mujer no será ejecutada pero no se salvara del castigo— Sus pasos llegaron a su mujer, tirando de ella contra él— Azótenla, veinte azotes por cada uno de sus dedos, para que más nunca pueda pensar en posar alguno cerca de mí o de mi Omega—Sentenció y entonces sintió la mano de su pequeña manzanita apretarle el brazo, volteo a mirarla y estaba pálida, con el ceño fruncido pero no tenia ningún atisbo de iniciar una pelea contra su sentencia.

Bee sentía la cabeza pesada y sus manos heladas, casi podía jurar que sus pies estarían igual dado que estaba descalza y el invierno estaba alcanzándolos en esa temporada, el castigo parecía atroz ante su pensamiento pero no podía luchar más, daba por ganada esa pequeña batalla. Entonces el vomito volvió a subir por su garganta cuando escucho que arrastraban a la mujer para azotarla No puedo ver esto trago con fuerza bajándolo de nuevo, cerro sus ojos y sintió como la elevaban del suelo, ese delicioso olor a canela y naranja se permitió aspirarlo, como si fuera a inhalar hasta la ultima gota de un tirón ruidosamente.

—Nos vamos, no tienes porque ver ni escuchar nada— y no quería que lo hiciera, su mujer no era frágil pero estaba cansada, los días habían sido complicados.

El estilo novia en la que la cargaba le agradaba, le permitía recostar su cabeza en el calor de el pecho del mayor quien solo vibraba y podía jurar que escucharle hacia que las nauseas cedieran.

—Gracias— murmuró agotada.

Orión miro hacia su mujer y esos lindos pies llenos de tierra que estaban descalzos, entonces se le escapo una risotada —Eres la mujer mas única que he conocido en toda mi vida, no deberías andar descalza en tus condiciones ¿Recuerdas? Reposo—regañó.

Bee sonrió por la preocupación cariñosa en las pinceladas de su voz —No tuviera que salir descalza si las cosas por aquí no se hicieran un lío todos los días— se quejó, y era valida su queja puesto que desde que dejo su pacifica montaña solo podía estar tranquila en su nido, la vida en manada era demasiado problemática para su gusto.

¿En manada? o en la vida con Orión.

De cualquiera manera, no había nada que hacer al respecto. chasqueo la lengua sin darse cuenta y el Alfa noto como hacia ese gesto cada vez que el sospechaba que discutía consigo misma —Lamento informarte mi querido amor, que la vida aquí siempre será de esa manera y no hablo de los problemas, hablo de que siempre habrá una nueva aventura o ajetreo, todo depende de donde lo mires—respondió con entusiasmo. Orión creía que las cosas aveces pueden verse desde un mejor lado y quería que ella las viera también así.

—Me gustaría que los problemas desaparecieran o por lo menos que no me afectaran como lo hacen, he estado apunto de vaciar mis jugos gástricos al ver la sangre— arrugo el rostro con desagrado, tenía el estomago revuelto y la mala sensación de mareo tras su cabeza.

El Alfa solo suspiro, mirándola —Creí que la sangre no te inmutaba—

Y no lo hacía, ella era una buena cazadora hubo un tiempo en el que solo consumía carne cruda pero los últimos días esta le revolvía el estomago, tal vez era el asunto con Milo o quizás el cansancio acumulado, sea la razón que fuera hizo que se encogiera de hombros pues no parecía querer desaparecer—Debe ser el agotamiento, tengo hambre—

Orión sonrió y respiro profundamente embriagándose del aroma de su mujer, olía como usualmente lo hacía, igual de bien pero tenía también pegado el aroma a medicamento que sus poros trataban de expulsar de su ser, era demasiado químico y con un dulzor extraño detrás que terminaba de saber si le desagradaba o no.

—¿Qué te parece si yo hago un par de filetes con papas cocidas? No es lo mas elaborado pero podría funcionar si es que te gusta—Propuso esperanzado y se maldijo porque la imagen de Astra que tenía detrás era como de un cachorro ansioso, meneando su cola en busca de aprobación y cariño.

Un estruendo provino del estomago de Bee y su lengua paso lentamente por sus labios, saboreándose —Suena como la idea mas maravillosa del multiverso, puedo hacer la ensalada si te apetece—propuso aunque ella no era una persona de vegetales recordaba la orden de Oliver. 

El gruñido de aprobación fue todo lo que se escucho en respuesta, mas pronto que tarde llegaron a la casa, Hogar dulce hogar quien el Alfa estaba agradecido de ya no ver en el estado en el que estaba, le molestaban un poco los olores de otras mujeres por allí pero era algo que desaparecería con el dulce aroma de su Omega y la carne asándose en la cocina tan pronto como montara el filete. Bee fue puesta delicadamente en el suelo y ambos no esperaron una señal para empezar a moverse por el lugar, Orión sacaba los cortes del congelador metiéndolos en el microondas en la función descongelar, Phoebe se dispuso a lavar la patatas porque las prefería hervidas y con piel, entonces ambos sin decir nada cada quien en lo suyo se percataron de lo familiar que se sentía, de que parecían una familia y eso les encanto. Orión no podía dejar de sentir que tenia el mundo entre sus palmas, que tenía todo lo bueno que había soñado tener y Phoebe estaba tranquila, en paz.

—¿Te gustan más con piel?— La pregunta floto en el aire y Bee se dio cuenta que el Alfa miraba hacia la cacerola llena de agua y papas que estaba poniendo a hervir—¿No te gustan? Aún puedo pelarlas— la inseguridad se le noto en cada palabra y su rostro pero Orión solo negó, tomándola de la mano frenando hacia donde fuera que se dirigían.

No me di cuenta de que me estaba moviendo

—Mi mamá las hacia así, me gustan—confesó taciturno pero inexpresivo facialmente.

La confesión conmovió a la Omega, era normal sentir melancolía por esas cosas supuso y en vez de preguntar solo apretó su mano en señal de presencia Todo esta bien Orión, estoy aquí  ambos se miraron a los ojos por unos preciosos segundos, luego los labios y entonces el aparato anuncio ruidosamente que estaban listos los filetes para cocinar.

—Creo que me estoy acostumbrando a que todos nos interrumpan—declaró con gracia, apartándose y sacando la sartén de la estantería.

—Eso nunca te detuvo—la provocación no paso desapercibida y el mayor la miraba por el rabillo del ojo, sonriendo.

—Tienes razón, nada me detiene si se trata de ti— declaró despreocupado, poniendo esos filetes al fuego como si esa confesión no le llegara a los huesos a la menor.

El corazón se le acelero, retumbaba fuertemente y casi podía escucharse en el ambiente Quiere causarme un infarto, un infarto de amor el labio se apretó entre sus dientes y se obligo a fijar la vista en como el hábil Alfa ponía esos filetes en la sartén, roseándoles sal, pimienta y un extraño aderezo negro liquido de una de sus tantas botellas de especias.

—Te ves cómodo cocinando— musito mientras buscaba los limones y les hacia un corte limpio en medio.

Orión la miro, ladeando su cabeza un poco —No diría que me gusta cocinar, tampoco lo odio— se encogió de hombros—no lo hago seguido pero soy un chef decente, aquí no le damos paso a la mediocridad—declaró juguetón.

Bee tomo la lechuga del refrigerador, luego se dispuso a lavarla y colocarla en un cuenco—Me imagino que no ¿Eres bueno en todo lo que haces siempre?— La pregunta sonó un poco sarcástica pero el Alfa se llevo la mano al mentón, pensativo.

—No soy bueno en muchas cosas, solo lo intento las veces suficientes para no parecer un desastre. Sin embargo, soy pésimo dando malas noticias, descifrando sentimientos o encontrando palabras de consuelo— Volteo uno de los cortes, sellándolo del otro lado—No es que tampoco lo intente, trato de no incomodarme con esas cosas. Me interesan poco los sentimientos de cualquiera— La miro, verla exprimir limones con sus delgadas muñecas era jodidamente bonito —Bueno, para ser claros los únicos que me importan son los tuyos—declaró con seguridad.

Bee se puso nerviosa, el limón en su mano titubeo hacia el lado contrarío entonces la gota de limón callo en sus ojo derecho —¡Mierda! Joder, Ay, Ay— su mano voló a la zona, restregándola enérgicamente.

—Exclamo la princesa— A pesar de la broma, el Alfa abrió el chorro de agua mojando un paño limpio que tenía cerca, cuando este estuvo empapado lo acerco al rostro de ella, quitándole la mano del irritado ojo— Deberías tener mas cuidado— musitó preocupado palpando el ojo de esta.

—Deberías dejar de ponerme nerviosa entonces— Estaba tan cerca que las entrañas de Phoebe se revolvían, ¿Por qué tiene este efecto en mi? ¿Por que me afecta si ya le he besado antes? Puede que nunca lo sabría con exactitud y aunque le irritaba superficialmente también le encantaba.

Los labios de Orión estaban casi sobre los suyos y la sonrisa de estos no era para nada disimulada — Siéntate, terminare con la carne y todo lo demás, yo me encargo— susurro sobre ella, rosándole los labios mandando descargas a cada fibra y entonces, se alejo volviendo a lo suyo.

Phoebe dejo salir un suspiro frustrado y se sentó en el cómodo taburete que dejaba sus pies colgando en la isla de desayuno, la imagen que tenía de Orión le encantaba, el cocinando para ella, ambos felices bajo bromas, el delicioso aroma a ambos y hogar en un mismo espacio y deseo que aunque fuera solo por ese momento las cosas fueran así para siempre.

Se sentía estar en casa y no importaba la turbulencia en sus vidas atesoraría cada imagen de ese momento como un recuerdo, uno bonito.

Entonces el atisbo de tener su propia pared de recuerdos en esa casa la inundo, muchas fotos de ambos a lo largo de los años Si tan solo las cosas fueran mas fácil .


N/A: Queridas lectoras, yo de nuevo estoy tratando de no tardar tanto en actualizar pero la historia es tan caótica como mi mente aveces. Sin mas que decir capitulo dediacado a;

Katy_s8

babbydedaddy

AleyaVargasChavez

dont_worry2020

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