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La joven se reclinó bruscamente en el asiento cuando su hermana mayor entró en la habitación. Como no quería ser sermoneada, intentó calmar su deseo burbujeante de moverse, de hacer ruido. A diferencia de sus compañeros, ella sólo debe ser vista. Era impropio de alguien de alto rango como ella ser escuchada, cuando debería quedarse quieta y en silencio.
Su hermana mayor, varios siglos mayor que ella, está vestida con su ropa regia, que sólo aparece durante las ceremonias y las celebraciones del destino divino. Alta y esbelta, su vestido blanco plateado casi se desliza sobre el suelo, sus tacones silenciosos contra el mármol rodante.
Con los rizos claros recogidos en un moño, se detuvo junto a un armario. En el interior, la hermana mayor guardaba objetos preciosos detrás de una cerradura que sólo ella podía controlar. Nadie más podía acceder a lo que había dentro. Si sucediera, serían castigados con la mayor dureza.
Suavemente, casi flotando, recogió una pequeña caja blanca e inmaculada. En un fluido texto dorado, la palabra ‘Ayuda’ estaba garabateada en el frente. Para cualquiera que estuviera fuera de la habitación, no era nada fuera de lo común. Pero para la hermana mayor y la joven, sólo salía a relucir en las peores ocasiones.
ーEmily. ー La hermana mayor habló en tono suave, con voz tímida. Las de su clase siempre deben mantener su tono impasible e inquebrantable. Si se hacía de otro modo, se corría el riesgo de contaminarse y, de posteriormente, caerse. ーVen y párate en mi escritorio.
Silenciosa como un ratón, la hermana menor hizo lo que se le dijo. Vestida de manera similar, de ceremonia, intentó copiar a su hermana mayor. Más corto e inexperto, su vestido, de un azul claro y brillante, se arrastraba con un ligero sonido y sus tacones cortos hacían ruido, resonando dolorosamente en la habitación silenciosa.
Deteniéndose frente a su hermana mayor, Emily miró hacia arriba, tratando de ocultar su temblor. Como tiene el mismo rango que su hermana, no debe mostrar ninguna emoción, o la vara la trataría, como otras veces. Era la única manera en que su hermana mayor sabía que ella aprendería.
Al verla temblar, la mayor suspiró, sabiendo lo que vendría después. ーBrazoー, dijo, con una mirada ligera y floreciente parpadeando hacia el brazo enguantado presionado un poco más atrás que el otro. ーAhora, Emily.
Con las alas aleteando nerviosamente, Emily levantó lentamente el brazo, tratando de imitar los elegantes movimientos de su hermana mayor. Ella, como su mismo rango, tenía que ser como una viva imagen de ella. De lo contrario, sería una mancha en el maravilloso y eterno conocimiento y gracia de su padre.
Con el brazo extendido, la hermana mayor le quitó el guante de seda. Colocada a un lado, desvió su mirada hacia el brazo envuelto de su hermana pequeña. En silencio, la caja estaba sobre el escritorio, sólo el ruido provenía de las bisagras siendo abiertas.
Sin siquiera perder tiempo en tomar medidas preventivas, desenvolvió delicadamente las vendas hasta que sólo quedó la gasa. Debajo, había una quemadura desagradable que cubría los restos de algo que nadie de su rango debería recibir jamás.
ー¿Sabes por qué se hizo esto?ー Su voz era más fuerte. ーEmily, habla.
Tratando de ocultar sus muecas de dolor, Emily recompuso su postura, le empezó a doler el pecho. ーNo es para los de nuestra especieー, susurró con voz quebrada. ーLos de nuestra especie no pueden ser contaminados como los demás.
La mayor asintió mientras retiraba la gasa, revelando una gran ampolla que envolvía los brazos de la menor. Desde la mitad de la palma hasta el omóplato, estaba hinchado y palpitante.
Una marca, que conectaba almas a través de velos, era un símbolo de esperanza y amor hacia los demás. Pero para ellos era una imperfección, algo que nunca debería suceder. Sólo sería doloroso, una traición a los caminos de su Padre por parte de los más altos rangos.
ーNadie se enterará de estoー, continuó la mayor, agarrando un rollo de gasa. Estaba recién comprado, tras haber sido reabastecido por cambios de vendaje anteriores. ーSi alguien se enterara, esta sería la caída para ambas, Emily. ¿Quieres ir al infierno?
Con la mirada zafiro cayendo, Emily negó en silencio, sus ojos fijos en el suelo. Recordó las lecciones de cuando era más joven. Su hermana mayor se había centrado mucho en que el infierno era un lugar terrible. Donde las calles estaban bañadas de sangre, ardían incendios y no había leyes como su reino.
ーEmily. ー La gasa fue presionada con fuerza contra sus ampollas no tratadas, casi provocandole lágrimas. ーTe hablé. ¿Qué haces?
ーNo, hermanaー. Emily apenas logra responder, tratando de ocultar sus emociones. ーDeseo quedarme aquí.
ーDebes controlarte a ti mismaー Sera volvió a colocar la gasa en la caja y sacó las vendas. ー¿Cuál fue la primera lección que te enseñé?
ーLos serafines fueron creados por la mano divina de Diosー, recordó en un susurro. ーSomos una belleza y gracia incomparables, los rangos más altos fuera de nuestro padre, su hijo y la virgen María.
Empezó a vendar fuertemente el brazo. ー¿Qué no debemos hacer?
ーTener marcas de almas gemelasー. Emily no la miró a los ojos. ーNo está bien.
Los serafines más jóvenes sabían que se suponía que debían ser solitarios, sin siquiera conectarse con otros en sus filas. Centrarse únicamente en servir a Dios y a su pueblo, tener la marca de un alma gemela era mortal. Los llevaría a estar contaminados, posiblemente a ser consumidos por deseos y emociones que no eran correctos para ellos.
ー¿Y qué pasó con el último serafín que tuvo marcas?
ーL-Lucifer Morningsta, cayóー. Emily trató de contener las lágrimas, recordando la historia del primer ángel que había sacudido las raíces mismas de su santuario. La marca de su alma gemela era un diseño extenso en su espalda, vinculado a la primera esposa del primer hombre, Adam. A pesar de haber sido quemado, aún así cayó, cayendo de la manera más monstruosa. Y ahora era la encarnación viviente del mal y la destrucción.
ーCubre tu fealdadー. La mayor dio un paso atrás y silenciosamente limpió el desorden, guardando la caja nuevamente en su lugar. ーDespués de eso, date la vuelta y levanta la parte de atrás de tu vestido, Emily.
ーSí, hermana.
Inclinando la cabeza hacia abajo, Emily se movió lentamente para que su espalda mirara a la más alta. Con las manos enguantadas y temblorosas, se levantó el vestido, dejando las piernas desnudas y expuestas. Mientras se escuchaba el ruido sordo de la madera contra el metal, apareció Sera con una vara, una pieza larga y delgada que se usaba para los castigos.
ーRecita las lecciones, Emilyー. Su hermana mayor levantó la vara con la mirada fría. ーRecita las lecciones por tu fracaso en ser una serafín pura.
Uno. Dos. Tres.
ーUn serafín debe... ー Ella se atragantó.
Cuatro. Cinco. Seis. Siete
—Un serafín siempre debe permanecer…ー Ocho. Nueve. Diez. ーS-siempre debe estar solo.
ー¿Qué otra cosa?ー La mayor volvió a levantar la vara.
Once. Doce. Trece. Catorce.
ーLas m-marcas del alma gemela-ー Quince. Dieciséis. Diecisiete. ーN-nos contaminan.
ーY no vamos a- ー La mayor interviene.
ーY no vamos a- ー Emily sollozó cuando la vara se levantó de nuevo. Dieciocho. Diecinueve . ーN-no antepondremos a nadie más que a nuestro pueblo.
Veinte. Veintiuno.
ーEsas son las lecciones que me enseñaste.
Veintidós. Veintitrés.
ー¿Y por qué estoy haciendo esto?
ーNo- ー Ella se sacudió y tembló, con el estómago revuelto al ver el icor dorado goteando al suelo. ーNo logré ser una serafín adecuada. Este es mi recordatorio. El dolor es mi maestro.
Veinticuatro. Veinticinco. Veintiseis.
La vara estaba sobre el escritorio, fuera de la vista de la menor. Sera tira de ella hacia adelante, obligándola a soltarse el vestido. Las heridas palpitantes y sangrantes permanecerían intactas. Naturalmente, sanarían en unas pocas semanas. Pero las cicatrices serían permanentes, un recordatorio de sus errores, que no debería repetir.
ーSabes que sólo hago esto porque te amoー. Le agarró los hombros, forzando su mirada teñida de rojo a encontrarse con la suya. ーSi continúas por este camino, caerás como lo hizo Lucifer.
Emily no se arriesgó a hablar. Sabía que su hermana mayor, Sera, no conocía realmente el significado del amor, como lo que se esperaría entre hermanos. Lo que ella sentía era sólo un nivel superficial, algo necesario por su posición.
A pesar de la dolorosa lección, la serafín más joven sí conocía el verdadero significado del amor. Su amiga secreta, Molly Rossi, y su madre, Chiara, tenían el verdadero significado. La forma en que Chiara estaba lista para proteger a su hija de cualquier peligro, la forma en que su mirada brillaba cuando Adam le prestaba demasiada atención, o las suaves melodías tristes cuando hablaba de los familiares perdidos. De cómo parte de su familia, sus hijos, Anthony y Alessandro, y su esposo, Stefano, no estaban con Molly y ella.
ーAhora… ー Sera la agarró por los hombros con brusquedad, guiándola hacia las puertas de la oficina. ーDirígete a la sala de reuniones. Estaré allí en breve, Emily. Que nadie se entere de esto o habrá otro recordatorio.
ーSí, Sera. ー Emily bajó su mirada mientras se deslizaba hacia el pasillo.
Dándose la vuelta, Sera recogió la varilla y tomó un paño de un cajón normalmente cerrado. En silencio, limpió el icor dorado que manchaba su impecable madera. Una vez limpiado adecuadamente, lo guardó. Sólo cuando estaba a punto de irse, su paseo real fue interrumpido por una carta que revoloteaba lentamente hacia su escritorio.
Dándose la vuelta, se acercó y encontró un sobre sellado con cera carmesí, la insignia del infierno y el primer ángel caído, Lucifer Morningstar.
Con una sensación de vacilación, rompió la carta y desenredó el pergamino, sus ojos floridos escanearon las palabras, preparada para las siniestras mareas que se avecinaban en su camino.
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