Tanto amor por desbordar. Tanto amor por el que muchos esta dispuestos a despinfarrar grandes cantidades de dinero en nombre de quienes más aman y valoran. Y tanto amor por el que millones desean tener los mejores momentos románticos que en películas y series de televisión se apreciaban con tanto anhelo.
El amor podía ser tan maravilloso como incierto en muchos aspectos, pero, cuando era momento de celebrarlo con quienes amas, el mes de febrero era tan especial para ello que muchas parejas daban todo para hacer que el mes, como el mítico día de los enamorados, sea tan agradable y que sea muy bien recordado.
Es por ello que cuatro días antes del tan enigmático día, en la ahora residencia Castle-Mourdock, la pareja que ahí vivía estaba decidiendo que podrían hacer para conmemorar su amor en un día tan especial, como el que se acercaba.
— Matt, se que quieres algo meramente lleno de glamour, pero te recuerdo que Frank no tiene tanto dinero como para darte la noche de ensueño — Mencionó Raven, mejor amiga de Matthew.
La mujer estaba sentada cómodamente sobre el sillón de la sala, mientras que delante de ella estaba Matt, con una revista en sus manos.
— Lo sé, pero, en realidad me gustaría tener una noche o día especial — La ilusión en los ojos del castaño era evidente, lo que era bastante divertido para Raven.
— Escucha Mattie, debes entender que el amor es tan lindo, siempre y cuando así lo quieras — Decía la rubia mujer.
— Por favor ve al grano, Raven — Pidió amablemente el chico.
— Me refiero a que, debes de darle una oportunidad a Frank que él te demuestre su amor, a su manera, no la que en tus ideas soñaste tener — Esas fueron las palabras que hicieron a Matt reflexionar y hacer que ciertamente recapacite.
— Esta bien, pues se que no debo hacerme ilusiones — Dijo el chico, dejando a un lado la revista.
El dúo siguió charlando con bastante calma, pues tenía un cierto tiempo que no se veían, por lo que debían ponerse al día sobre las novedades más y menos importantes, pues lastimosamente, Raven se había ido de intercambio por un año entero a Francia, y recientemente había regresado, por lo que Matt no tardó en enterarse y de ahí que ahora ambos estuvieran reunidos en la casa del castaño.
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Pero en poco tiempo, se escucho como un auto estacionaba afuera y en segundos se escuchaba la puerta de ese auto cerrarse, ya después la puerta principal abrirse.
— Matt, mi amor, estoy en casa — Anuncio Frank, quien llegaba a casa con un ramo de flores.
Al llegar a la sala, éste vio con sorpresa a su novio al lado de una mujer joven que no conocía, lo que era desconcertante y eventualmente nada bueno para él.
— ¿Quién es ella, mi amor? — Demando con enojo el pelinegro.
— Es mi mejor amiga, Raven, a penas llego de un intercambio estudiantil en Francia — Respondió contento el chico, teniendo que levantarse del cómodo sofá y caminar hacia su novio.
No obstante, Frank, en ves de hablar, decidió abrazar a su novio, teniendo que agarrar con fuerza su nalga izquierda, demostrándole a la amiga de Matt que él ya tenía dueño.
— Los dejaré solos, pues debo ir a casa a desempacar — Anuncio la mujer con una gran sonrisa en su rostro, para de inmediato levantarse y tomar el bolso que había en la mesa del centro. Ya después, la mujer se fue, dejando a la pareja a solas.
— Haber mi celosito, ya habíamos hablado sobre este tema mucho antes — Dijo Matt, tomando con sus dos manos el rostro de su novio, forzandolo a verlo.
— Lo sé, pero aún así, no puedo evitarlo. Eres mio — Sentenció muy serio Frank, ocasionando que su lindo castaño se alce un poco, para así besar la punta de su nariz.
— Vamos a la cocina, logre hacer el almuerzo antes de que llegaras. Y así podré poner el ramo de flores en una jarra de agua para que no se marchiten — Dicho eso, el más bajito tomo una de las manos de su novio y lo llevo a la cocina, sin que este muestre objeción.
Y en el corto camino, Frank pudo deleitar su olfato con el rico aroma de leche materna que su Matthew despedía, pues al ser un doncel embarazado, el aroma se hacia un poco dulce. Y él agradecía por ser el único que pudiera oler ese maravilloso aroma, siendo igual una ventaja de ser el destinado de aquel hermoso chico.
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Al llegar a la cocina, Matt soltó la mano de Frank, y fue por un florero de jade, que había en las gavetas, debajo de la barra.
No obstante Frank tomo de la cintura a su novio, logrando alzarlo y dejarlo sobre la barra, para después, él saque de las gavetas el florero y proceda a llenarla de agua.
Al instante que él dejo las flores dentro del florero, el sonido del llanto de un infante procedente de la planta superior se escucho, lo que provocó que el más joven se baje de la barra y proceda a subir las escaleras que conducían al piso de arriba.
— Ya voy mi pequeño — Dijo entusiasmado el chico, mientras aún subía las escaleras.
— Matt, no subas rápido, podrías caerte — Decía Frank, quien en segundos había alcanzado a su amado, y que estaba detrás suyo.
— Druig nos llama, y sabes que debo ir — Respondió el chico, logrando llegar a la cima de las escaleras e ir a la habitación del bebé.
Algo curioso y peculiar de los donceles, es que estos tienen un gran instinto maternal, por lo que serán muy sobreprotectores con sus bebés, en especial cuando son recién nacidos. Y eso, era algo que al gran pelinegro le gustaba ver.
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Al llegar a la habitación, la pareja se acercó a la cuna, donde yacía recostado un tierno y lindo bebé de apenas un mes de nacido.
— Hola mi pequeño, tus papis ya están aquí — Dijo el castaño, cargando y sacando de la cuna a su hijo.
— Tiene hambre, mi amor — Dijo Frank, notando la mirada de su bebé que iba directo a los pechos de su Matt.
De inmediato, el castaño descubrió uno de sus pechos y se lo dio a su bebé, quien comenzó a succionar el líquido blanquecino que brotaba del mismo.
— Yo igual quiero, cariño — Comentó al instante el hombre, teniendo que abrazar a su destinado por detrás, mientras recostaba su cara sobre su hombro derecho.
— Mi grandulon tiene hambre — Dijo con una suave risa Matt — Enseguida te hago algo de almorzar — Sentenció el chico.
— No, yo haré nuestro almuerzo. Tú dale de comer a Druig — Y sin más, Castle dejo de abrazar a su destinado y le dio un beso en su nuca, para después salir de la habitación e ir a la cocina.
Matt, por su parte, decidió sentarse en la mesedora que había a un lado de la cuna, comenzando a meserse con cuidado, mientras cantaba una linda canción de cuna. Pero pronto, esa canción fue sustituida por otra.
“Siempre parece más tranquilo en la oscuridad... Siempre se siente tan crudo... Como crece el silencio bajo la luna... Las constelaciones se fueron tan pronto... Solía pensar en que era atrevido... Solía pensar que el amor seria divertido... Ahora se han contado mis historias... Excepto una... Las estrellas se alinearan, espero que lo tomes como una señal de que todo estará bien, todo estará bien... Y si los siete anillos colapsan aunque el día sea el último, todo estará bien... Cuando me vaya estarás bien... Y cuando todo termine ya, en el cielo me hallarás y todo estará bien... Todo estará bien...”
Y si bien las lágrimas caían de los ojos de Mourdock, este se dio cuenta de que su bebé había caído dormido, lo que amerito que él le diera un tierno beso en su frente y se siga balanceando en la mesedora, mientras le daba pecho. Aquello sin dudas le era tierno y tan magnífico, que le hizo olvidar sobre el hecho de que pronto sería el día de los enamorados.
Pero quizás, a Castle, quien hacia sus famosos ommelettes de huevo con tocino, si lo sabía, y por justa razón, ya que los comerciales referentes al día abundaban por todas las redes sociales y había mucha publicadad en toda la ciudad de Atlanta.
— Y ya se que hacer para ese día — Dijo al aire el pelinegro, con una sonrisa, mientras seguía haciendo el almuerzo.
Al final, las sorpresas son y serán por mucho, lo que mejor haga Frank para impresionar a su amado Matt.
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Y con el paso de los días, Frank aprovecho en acudir a la pastelería favorita de su castaño, logrando comprar un delicioso pastel de chocolate, además de algunos cupcakes del mismo sabor, mismos que guardarían en el refrigerador, y debería hacer que su amado no se acerque, para evitar que la sorpresa se arruine.
No obstante, Frank aprovecharía a comprar algunos dulces y un delicioso vino de arándanos y fresa e incluso unas cajas de leche de sabor, pues él se había percatado de que su Matt le gustaba le leche de sabor, así que sería bueno el comprarlas.
Por suerte Matt jamás sospecho sobre lo que su novio hacia, por lo que él solo estuvo ocupándose de cuidar a su hijo y de hacerse cargo de alguna de las tareas que le eran enviadas a su correo electrónico, como a su número telefónico vía mensaje, lo que lo mantenía bastante ocupado e ignorante respecto a lo que hacía su destinado.
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Y cuando llego el tan apremiante día, Castle supo lo que debía hacer, así que en esa fresca mañana él se levantó alrededor de las siete y fue de inmediato a la cocina, pues debía hacer un delicioso desayuno, el cual le encantaría a su novio.
Y para suerte del pelinegro, su novio tenía el curioso hábito de dormir bastante, como su pequeño Druig, por lo que no habrían tantos problemas si hacia ruido.
— Que suerte que mi suegra me obsequio las recetas de las comidas favoritas de mi Mattie — Mencionó muy contento Frank, sacando de una gaveta las tarjetas donde estaban escritas las recetas, mismas que dejaría sobre la barra.
Poco después, el hombre sacaría del resto de gavetas y del refrigerador los ingredientes necesarios para hacer el delicioso desayuno, además de tomar del perchero, un lindo mandil con estampado de conejos, el cual su Mattie le había regalado hacia meses.
Conforme paso el tiempo, la comida despidió un exquisito aroma, uno tan embriagante que podría despertarle el hambre a más de una docena de personas de tan solo olerlo. Y por supuesto que sería ese magnífico aroma el que despertaría a Matthew y al pequeño Druig, por lo que de inmediato él se levantaría de la cama y tomaría en brazos a su bebé, para después salir de la habitación y bajar las escaleras y caminar hacia la cocina, en donde vería a su amado pelinegro sirviendo la comida en la mesa.
— Luce muy apetitoso — Dijo con una suave voz el chico, logrando llamar la atención del más alto, quien sonrió tan solo verlo.
— Buen día mi amor — Dijo Frank — Dame a Druig, le cambiare el pañal mientras tú te lavas el rostro — Y dicho eso, Matthew le dio su pequeño a su novio, mientras iba al baño y Frank procedía a cambiar el pañal de su bebé en su habitación.
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Minutos después, la pareja volvía a reunirse en la cocina, logrando sentarse en frente de la mesa para así degustar del desayuno, aunque además de los manjares que Castle prepararía, él haría un poco de papilla para su bebé, para que así pueda darle de comer.
Por suerte, el desayuno sería todo un éxito, pues ambos lograron disfrutar del maravilloso sabor de los platillos que fueron perfectamente elaborados, además de los exquisitos postres, pues curiosamente Frank haría una modesta cantidad de comida, la suficiente como para que ambos puedan consumir en su totalidad los deliciosos platillos.
No obstante, Matthew se daría cuenta al instante que aquellos manjares, eran los que su madre le solía hacer de pequeño, siendo un excelente regalo de San Valentín.
— Supongo que mi madre estuvo detrás de esté maravilloso desayuno — Mencionó el chico con una sonrisa.
— Eso deberás preguntárselo después, corazón — Dijo Frank, con su bebé en brazos, mientras le daba ligeros golpes en su espalda para sacarle el aire que tuviera retenido.
Matthew sonrió y procedió ir a cepillarse los dientes, mientras tanto, Castle se encargaria de arreglar todo, pues en un rato, él lo llevaría a un lugar que él se juro solo mostrarle a la persona indicada cuando fuera necesario.
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Y conforme las horas pasaron, Frank preparo todo lo necesario para la salida, aunque en ese tiempo tuvo que revelarle a su novio que lo llevaría a un bello día en el campo, significando que Matthew se prepare para la pronta salida, aunque igual tuvo que hablarle a Raven, pues a pesar de que a su novio no le agrade la presencia de su mejor amiga, para Matt no había persona más indicada, a parte de su madre, para cuidar de su bebé.
Es así que en unos cuantos minutos, Raven llego a la casa, y para entonces, la pareja se había bañado y alistado para salir, siendo entonces las cinco treinta de la tarde.
— Disfruten de la tarde y de la noche, chicos, yo estaré cuidando a este pequeño guapo — Decía muy feliz la mujer, tomando en brazos al pequeño Druig.
— Ya le di pecho antes de que llegues, así que estará lleno hasta que lleguemos — Comentó el castaño, para de inmediato darle un tierno beso en la frente a su pequeño.
El bebé miro fijamente a su padre, para después ver a su otro papá, quien se acercó y le dio un beso en su pequeña frente.
— Cuida muy bien a nuestro hijo muchacha — Sentenció serio Frank para después tomar la cesta de comida y proceder a salir de la casa, tomado de la mano de su novio.
La chica, a pesar de aguantar sus nervios, pudo despedir a la pareja, para así proceder a cuidar al pequeño Druig.
Mientras tanto, la pareja subió al vehículo personal de Castle, para después ir hacia el campo, pero solo que al rincón más personal e íntimo de Castle, quien estaba a punto de revelar el único lugar seguro que él tenía hasta conocer a su pareja destinada.
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A pesar que el pelinegro estaba nervioso por mostrar su lugar seguro, sabía que ante los ojos de su Matthew, lo que estaría por hacer, solo mejoraría su relación y la gran confianza que ambos se tienen.
Aunque para hacer que el viaje sea más fácil de sobrellevar, se encendió la radio, permitiendo que la música pueda hacer que el viaje sea mucho mejor, y más cuando Matt comenzó a cantar la canción “Chained to the rhytm”.
Y tan solo escucharlo cantar, hacia que el pelinegro sonría y pueda sentir como el lazo que los unía se hacia más fuerte.
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Y poco más tarde, alrededor de las seis, el auto fue estacionado a un lado de un camino de tierra, en frente de un gran campo de flores tan hermosas, mientras el sol comenzaba a dar sus últimos rayos.
— Vamos, mi cielo — Propuso Castle, apagando el vehículo, aunque dejando encendidas las luces.
Mientras tanto, Matt bajo del vehículo, siguiendo a su novio, quien se adentro por un sendero de tierra.
— Cariño, no vayas tan rápido, sabes que no camino como tú — Dijo en voz alta el muchacho, siguiendo caminando con rapidez.
Frank se detuvo y se giro en dirección a su amado, para de inmediato extender su mano, misma que él tomo.
— Lo lamento Mattie, es que este lugar tiene un tiempo que no lo visitó, así que estoy un poco ansioso — Esas palabras eran bastante ciertas, pues desde que Frank conoció a su amado, él no había vuelto a ese lugar.
— Descuida, mi amor, solo caminemos, después de todo, estamos en tu lugar seguro — Con esas palabras, es que Mourdock logró calmar a su amado, quien lo tomó del cintura y lo atrajo hacia él, para de inmediato darle un amoroso beso en sus labios.
— Tú y Druig son mi lugar seguro — Sentenció el hombre al separar sus labios de los de su novio, quien sonrió ante lo dicho.
— Lo sé, pero ahora vayamos a donde a fuiste feliz — Dicho eso, Matt, sin apartar su mano de la ajena, llevo a su pelinegro hacia donde terminaba aquel sendero de tierra.
Y por suerte, no tuvieron que caminar bastante, ya que en poco más de dos metros, llegaron a un pequeño claro rodeado de flores, y fue allí donde el más alto dejo sobre el césped la cesta de comida, de donde saco un mantel de cuadros rojos y blancos, logrando extenderlo y dejarlo sobre el suave pasto.
— ¿Me acompaña, señor Mourdock-Castle? — Dijo Frank, extendiendo su mano hacia su chico.
— Claro que si, amor mio — Contesto muy feliz el joven hombre, tomando la mano ajena con amor.
En cuanto Matt se sentó sobre el mantel, vio a su amado sacar de la cesta un delicioso pastel, para luego sacar una caja de cupcakes, que en su superficie tenía glaceado de fresa con chispas de chocolate.
— Tú quieres que engorde, ¿no es así? — Dichas palabras hicieron reír a Frank, quien a su vez saco unos trozos de baguettes.
— Créeme que si lo hago, Druig podría tener bastantes hermanitos — Mencionó con una gran sonrisa juguetona el pelinegro.
— Eres bastante romántico, cariño — Dijo con una sonrisa el joven hombre, mientras veía a su amado sacar varios platillos de la cesta, al igual que un rico vino.
De pronto, Castle abrió la botella de vino y saco dos copas de cristal, siendo una de ellas que le daría a su chico para de inmediato llenarla, al igual que la suya.
— Sabes que no bebo antes de almorzar.
— Aún así, quiero que tu copa esté llena, para que disfrutes la comida que te hice y compre.
— Por eso te adoro, mi cielo.
Y sin más, ambos hombres decidieron comer, luego de darse un dulce y cálido beso en sus labios.
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No obstante, Matt se dio cuenta de que él era el que comía más que su Frank, de ahí que tuviera que dejarle un poco más de comida para que ambos disfruten del momento.
— No, no, mi amor, tú come, después de todo, quiero que lo disfrutes — Dijo muy amoroso el hombre, teniendo que remover de la camisura de los labios ajenos el poco de glaceado que tenía.
— Pero yo quiero que comas, pues si me quieres engordar, quiero que tú también lo hagas — Dijo Matthew, mientras tomaba con una cuchara, un pedazo del pastel y se lo ofrecía a su novio, quien, con una sonrisa lo aceptó.
— Y así es como mi plan fracasa — Dramatizo el hombre.
De inmediato, Matt se sentó sobre el regazo de su novio, logrando poner a ambos lados de su cuello, sus brazos, mientras sentía las manos de su pelinegro apretar sus nalgas.
— Cuando menos lo esperes, estarás gordito, y mi platillo favorito se hará tan apetitoso que no podré dejar de tomarlo con fuerza — Dijo con morbo Frank, viendo como su castaño se reía y después le daba un tierno beso en la punta de su nariz.
— Y cuando menos lo esperes, Druig tendrá varios hermanos, por el simple hecho de que su papá no puede ver a su otro papá gordo sin que quiera follarselo — Dijo con una gran sonrisa el castaño, ocasionando que su destinado de una carcajada.
— Eres mi adicción Matthew, que me importa una mierda si subes o no de peso, tú serás mi adicción de la que nunca podré resistirme — Y sin más, la pareja se dio un apasionado beso, mientras los últimos rayos del sol se escondían y el cielo nocturno finalmente era pintado.
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El amor es tan puro, tan maravilloso y tan magnífico, que todos en algún punto lo hemos experimentado con quienes fueron o son nuestras parejas. Pero algo es seguro, si hay intenciones de hacerlo algo tan especial que puede ser cautivador, la mejor manera de hacerlo, es dejar que la imaginación sea quien nos guíe.
Pero también, otra idea brillante para conmemorar el amor puede ser mediante un maravilloso picnic que honre un genuino amor de una manera, quizás cursi, pero tan efectiva.
Fin.
Bien mis queridos lectores, con esta historia, es que este libro ha llegado a su fin. Espero y cada una de las historias les haya sido de su agrado, de ser así, recuerden dejar sus lindos votos y sus buenos comentarios.
Recuerden cuidarse mucho mis queridos lectores.
Espero y la grata y benemérita suerte siempre les sonría. Y que los grandes éxitos siempre estén con ustedes.
Y sin más que agregar, me despido. Y nos volveremos a ver en una nueva historia. Adiós.