Alerudy.
Atención: está historia incluye un personaje transgénero.
Había pasado un tiempo desde que Rodolfo Parra, un joven chico transgénero, había terminado en una relación con el famoso y temido líder del cartel de Las Almas Alejandro Vargas, del que por cierto, había terminado embarazado y con el que se había comprometido a los meses de quedar embarazado, siendo ampliamente festejado y celebrado por la familia Parra, además que la organización criminal igualmente festejo el anuncio del embarazo del prometido de su jefe y líder.
Pero a pesar del anuncio de la boda de la pareja, éste al final no se podía concretar, debido a ciertos inconvenientes, como era el caso de arreglar algunos problemas ocasionados por algunos subordinados y por miembros de otros grupos de narcotrafico, que desembocaba en algunas guerras entre propios narcos, lo que llevaba a Vargas a tener que mantener oculto a su prometido en algunas de las casas de seguridad que él tenía en su poder.
Por suerte, la situación logró mejorar al cabo de los meses, permitiendo que Vargas pueda volver a llevar a su Rudy devuelta a su residencia, permitiendo que ambos puedan pasar juntos el festejo de fin de año y el comienzo de uno mejor.
Y por si las noticias fueran mejor, Rodolfo había dado a luz a dos hermosas bebés gemelas justo antes de fin de año y justo antes de noche buena, lo que había sido bastante bueno para Alejandro, quien no dudo en presumir a sus lindas bebés a todos los miembros de su organización criminal.
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Ahora, dos meses después del nacimiento de las pequeñas, la pareja disfrutaba de su compañía, aunado al gran amor que cada uno se podría dar, hacia que su tiempo juntos sea uno de los mejores.
Y por supuesto que eso solo mejoraba con la presencia de las pequeñas, quienes mantenían ocupados a ambos hombres, teniendo apenas dos lindos meses de nacidas.
— Son tan lindas, mis amores — Decía Alejandro mientras veía a sus dos pequeñas dormidas en su cuna.
De pronto el hombre sintió unos brazos rodearlo por su torso, mientras sentía un beso sobre su espalda.
— Pensé que estarías durmiendo, corazón — Volvió a decir Alejandro, sintiendo como su prometido se acurrucaba en su espalda.
— No te pude sentir a mi lado, así que decidí levantarme para ver donde te habias metido — Contesto aún acurrucado Rodolfo en la espalda bien trabajada de su prometido.
— Bueno, son las siete treinta de la mañana, podemos ir a la cama y dormir otro rato — Propuso Vargas, deshaciendo el agarre de su amado y girandose para de inmediato cargarlo al estilo princesa con cuidado.
— Esta bien, después de todo, quiero estar acostado contigo — Admitió con una sonrisa satisfactoria el hombre, siendo llevado devuelta a la habitación que compartía con su hombre.
— Cuidado con provocarme chulito, porque si lo haces, le daremos a nuestras hijas otros hermanitos — Dijo con una sonrisa juguetona el pelinegro.
— Descuida, solo quiero que me des mimos y besos — Siguió diciendo el joven hombre, ahora acurrucado en el perfecto pecho trabajado de su amado.
— Lo que mi rey ordene — Admitió con una sonrisa el pelinegro.
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Poco después, la pareja logró llegar a su habitación, para de inmediato recostarse y proceder a besarse con tanto cariño y amor, mientras se abrazaban, aunque Alejandro aprovecho a explorar cada rincón del cuerpo de su amado con sus manos, pero éste mismo se daría cuenta de sus intenciones.
— Ale, ¿no qué no querías que te provoque? — Preguntó con una sonrisa juguetona el joven hombre, teniendo que alejar la mano de su prometido de su entrepierna.
— Ya sabes como soy chulito, y sabes que tu cuerpo me enloquece, al grado de ponérmela muy dura — Comentó con una gran sonrisa el hombre, acercando a su chico a él para que sienta su gran bulto.
— Por eso me encantas, mi amor, pero yo solo quiero dormir a tu lado y que me des muchos mimos — Contesto con un ligero vosteso, mientras procedia a acurrucarse en su pecho y le daba un beso en su barbilla.
— Siempre sabes como convencerme para que evite dejarte con un chamaco mio en tu vientre — Dijo con una sonrisa pícara Vargas, procediendo a darle mimos a su pareja, acompañado de varios besos esparcidos en su rostro.
No obstante, la pareja pareció no darse cuenta de que en el calendario que estaba sobre una de las mesas de noche al lado izquierdo de la cama, tenía encerrado en un círculo rojo, el día catorce de febrero. Y dicha fecha estaba a tan solo dos días de llegar.
Pero quizás, y solo quizás, uno de ellos pudo haberse dado cuenta.
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En cuanto los días pasaron, la dinámica de la pareja no cambio en lo más mínimo, pues las pequeñas les daban un gran trabajo, pero nada de lo que ellos no se pudieran hacer cargo.
Aunque, cuando el día llegó, hubo una gran sorpresa no antes prevista, pues temprano esa mañana hubo mal tiempo, lo que propicio que en poco tiempo la lluvia torrencial comenzara, acompañado de un fuerte viento, solo que sin relámpagos, lo que era bastante bueno, pero no para Alejandro, quien se había levantado temprano para organizar el elaborado plan que había hecho para pasar el día con su prometido. Y terminó por ver como su plan era estropeado por las inclemencias del tiempo.
Maldiciendo en su mente, el hombre fue a la sala, encendiendo el televisor y sentándose en el cómodo sofá.
En cuanto el televisor encendió, él lo puso en el canal de las noticias, en donde estaban dando un boletín informativo sobre el mal tiempo que sacudía la zona del pacífico, producto del paso de un poderoso ciclón de categoría cuatro, que dejaba a su paso fuertes lluvias por algunos días. Y lamentablemente el día catorce de febrero sería uno donde el mal tiempo afectaría la zona de Las Almas.
— Maldito tiempo de mierda — Dijo furioso el hombre, logrando escuchar el tono de llamada de su teléfono celular que estaba en la mesa de la cocina.
Al levantarse e ir a la cocina, Ale miro el reloj de la pared, percatandose que eran las siete y media de la mañana, hora en que se supone que debería haber despertado a su Rudy para ir a desayunar en compañia de sus dos princesas. En cambio, solo tuvo que dejar que ellos duerman, mientras el mal tiempo se iba desarrollando.
— Se supone que hoy sería un magnífico día, ahora estaremos encerrados en la casa — Se quejo, pero siguió caminando hasta llegar a la cocina y tomar su celular para contestar la llamada.
“Señor Vargas, le hablo del restaurante Del Mar para preguntarle si desea cambiar su reservacion para otro día”.
“Yo avisaría con tiempo, mientras tanto, denle mi reservacion a quien sea”.
“Entendido señor. Tenga buen día”.
La llamada fue breve, pero ese era chiste, después de todo, Ale no tenía el humor para hacer llamadas largas, las cuales solo lo estresaban.
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Una vez colgó y guardo su celular en el bolsillo derecho de su pantalón, él fue devuelta al sillón a sentarse, mientras veía el noticiero, pues primero se relajaría y ya después haría el desayuno, pues si bien no se podría ir a un buen restaurante a desayunar, mínimo él haría un delicioso desayuno.
— Es lo mínimo que mis tres amores se merecen — Dijo en voz baja el hombre, mientras jugaba con sus dedos.
— Pero creo que se a quien puedo llamar para que me ayude — Dijo al aire, dejando de jugar con sus dedos y volviendo a sacar su celular para encenderlo y proceder a llamar a unna persona en especial.
El tiempo, que a pesar de ser unos cuantos segundos, para el querido pelinegro fue bastante estresante y un poco desesperante. Pero al final, la llamada se pudo contestar.
“Buen día mamá”.
“Mijo, es bueno escuchar tu voz, ¿cómo has estado corazón?”.
“Estoy bien mamita chula. Solo necesito pedirte un favor”.
“Claro mi amor, ¿Cuál es el favor?”.
“¿Serias amable de pasarme la receta del desayuno que la abuela me hacia cuando era un morrillo?”.
“Por supuesto que si hijito, aunque ve por lápiz y papel porque la receta me la eh memorizado”.
“Estupendo, gracias mamá”.
La señora Vargas solo atinó a reír, mientras esperaba que su hijo fuera por algo para apuntar lo necesario.
Luego de que la señora Vargas le haya dictado paso a paso lo que su hijo debía conseguir para el desayuno que quería hacer, ella le recordó hacer papilla para sus hijas, pues ellas, por obvias razones, no podrían degustar del desayuno.
Claro que su hijo aclaro que lo haría, y que irían a su casa en cuanto el tiempo mejore.
La señora solo agregó que por ahora solo disfrute el día lluvioso con su familia, y ya después vea lo de la visita.
— Gracias por la receta mamá, y cuidate mucho — Dijo con gran cariño el hombre.
— Igualmente hijo, y dile a mi lindo yerno que le mano muchos besos — Agrego la señora, para de inmediato despedirse y colgar, mismo que haría su hijo.
Ya después, Vargas se levantó del sofá y camino a la cocina, pues debía ver si tenia todo lo necesario para hacer el desayuno, y si no, mandaría a uno de sus subordinados a comprar al mercado, pues incluso en días lluvioso, el mercado de Las Almas aún laboraba.
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Por suerte, en las gavetas de la cocina, como en la alacena, habían los ingredientes suficientes para hacer el desayuno, por lo que de inmediato Alejandro se puso a hacer el maravilloso desayuno, aunque tuvo que hablarle a uno de sus hombres para que fuera al mercado a comprar naranjas para que se deguste aún más el propio desayuno.
Y mientras su subordinado llegaba con la compra, él se dispondría a hacer la comida, aunque sin escuchar algo de música, pues no quería despertar a sus tres grandes amores.
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A pesar de sus buenas intenciones, al empezar a hacer la comida, no pudo evitar que el exquisito aroma se disperse por la gran residencia, hasta llegar a la habitación donde su gran amor dormía cómodamente, y que, se despertó tan pronto olfateo el delicioso aroma.
— Mmmh que delicioso aroma — Dijo con una linda sonrisa y suave voz.
Al abrir de poco en poco sus ojos, Rudy se percató que estaba un poco oscuro la habitación, lo que le fue era extraño, hasta que escucho el sonido de el pequeño golpeteo de las gotas de lluvia contra la ventana.
— Bueno, a levantarse — Mencionó con buen ánimo al aire, haciendo a un lado la sábana y levantándose para ir de inmediato al baño de la habitación.
Al entrar, Rudy procuro mantener entre abierta la puerta, pues si sus hijas lloraban, debía escucharlas. Y al cabo de cuatro minutos, aquel llanto se escucho, por lo que de inmediato Rodolfo salió del baño con prisa y fue a la habitación de sus hijas, encontradolas en la gran cuna que compartían, pero llorando.
— Bueno mis amores, vamos abajo para ver que hace nuestro papi — Dijo con una sonrisa el joven hombre, sacando con cuidado a sus dos bebés de la cuna, logrando cargarlas para así bajar a la cocina.
Aunque al ir bajando las escaleras, Rodolfo vio como uno de los hombres de su novio entraba algo mojado y corriendo a la casa, llevando en una de sus manos una bolsa de platico de color verde, que en su interior llevaba algunas naranjas.
El hombre lo saludo con amabilidad, para después seguir corriendo, claro que para evitar ser mal educado, Rudy correspondió el saludo y lo siguió a la cocina, en donde se hallaba su novio, aún cocinando el desayuno.
Al irse acercando con cautela, Rudy vio como aquel subordinado se marchaba con prisa, lo que era algo tan común, pues su novio siempre los enviaba a diversos lugares de la ciudad o sus alrededores para tratar con algún asunto de importancia.
— Buenos días, señor Vargas Parra — Mencionó con una dulce voz Rudy, provocando que su amado se diera la vuelta.
— Buenos días a mis tres amores — Dijo el mencionado, acercándose y dándole un tierno beso en los labios a su lindo tesorito, para posteriormente darle unos cuantos besos a sus pequeñas, quienes sonrieron ante esa muestra de afecto.
— Tienen una linda sonrisa como la tuya — Admitió con gran admiración el pelinegro, acariciando una de las mejillas de su Rudy.
— Y ellas son igual de dormilonas como tú — Añadió con una sonrisa el más joven, causando que su prometido le diera otro tierno beso en sus labios y después proceda a separarse.
— Ve a sentarte, la comida estará lista en un momento — Dijo con serenidad Alejandro, mientras se giraba para volver a seguir haciendo la comida.
Rodolfo, sin objetar, procedió ir a sentarse, no sin antes poner a sus dos hijas en dos sillas para bebés y después acercarlas a la mesa.
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La espera por el desayuno duró unos cuantos minutos, hasta que Vargas se acercó con algunos platos de comida a la mesa, dejándolos sobre la misma, aunque de una manera ordenada, siendo esto aprevechado por Rodolfo para ir a lavarse las manos y ayudar a su pareja a llevar los platos a la mesa.
— Te lo agradezco corazón — Mencionó con una linda sonrisa el hombre, para después sentir los cálidos labios de su amorcito sobre su mejilla derecha.
— De nada. Ahora, a comer sea dicho — Añadió con una sonrisa, mientras procedía a sentarse.
— Ah, y mi mamá te manda muchos besos de su parte — Agregó el hombre, para de inmediato sentarse y proceder a comer.
Rodolfo sonrió y agradeció el no le gesto de su suegra, para luego concentrase en darle de comer a sus dos pequeñas, quienes estaban muy hambrientas.
Para entonces eran las nueve con veintisiete minutos de la fría y lluviosa mañana del día de los enamorados.
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El desayuno fue todo un éxito colosal, pues el increíble sazón, la textura y el sabor fue lo que garantizo que Rodolfo tuviera un agradable recuerdo culinario, además de un lindo recibimiento de parte de su prometido por un día tan especial, pues durante la platica que la pareja de hombres tuvo, fue que Rodolfo se entero que ese día era el día del amor y la amistad, causando que él se sonroje por la pena.
No obstante, Vargas se aseguro que esa pena vaya desaperciendo, pues quería que su Rudy tenga unos increíbles recuerdos de un maravilloso desayuno, el cual pueda recordar.
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Una vez la pareja termino de desayunar, procedieron a sacarle el aire a sus pequeñas con ligeras palmadas en sus pequeñas espaldas, logrando así que eructen.
Ya después, Alejandro se encargaría de lavar los trastes, mientras su novio volvía al piso de arriba junto con sus pequeñas para cepillarse los dientes y cuidarlas.
Sin embargo, Ale tendría que decirle algo a su amado, por lo que procedió a lavar lo más rápido que pudiera los trastes para luego dirigirse arriba. Y en cuanto lo logró, busco a su novio, logrando hallarlo en la habitación de sus dos primogénitas, solo que jugando con ambas.
A pesar de lo tierna y dulce que podría ser la escena, él tuvo que intervenir, al tocar con cuidado la puerta, llamando la atención de su pareja, quien de inmediato se giro con una de sus hijas en brazos, mientras la otra abrazaba su pierna.
— ¿sucede algo, Ale? — Preguntó con cierto desconcierto e intriga el joven Parra.
— La verdad es que yo quiero pedirte disculpas por no poder llevarte a un lugar magnífico este día tan especial. En serio lo siento, mi amor — Decía con tristeza el hombre, teniendo que abrazar a su lindo chico.
— Sabes que no es necesario pedir disculpas por no darme unos tontos lujos. Yo prefiero atesorar todos los recuerdos que tenga contigo, sin necesidad de que haya lujos de por medio — Admitió con gran sinceridad Rodolfo, teniendo que darle un tierno beso en su mejilla izquierda a su prometido.
— Eres tan perfecto, tan maravilloso — Dijo Alejandro, para de inmediato tomar con cuidado la barbilla de su chico y darle un amoroso beso.
— Vamos abajo, creemos recuerdos que podamos atesorar — Dijo muy feliz Rodolfo, teniendo que tomar en brazos a su otra pequeña y cargarla, mientras que la que tenia en brazos se la dio a su prometido.
— Entonces vayamos abajo, amorcito — Sentenció Alejandro, tomando de la mano a su lindo novio y procediendo a salir de la habitación e ir a la planta baja, pues a pesar de la inclemencias del tiempo, eso no detendría a la pareja de poder ser feliz en un día tan especial.
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Al estar en la planta baja, la pareja decidió ir a la sala, dejando a sus dos bebés en el suelo, para que ambos puedan sentarse con ellas.
— Bueno cariño, ¿qué tienes en mente? — Preguntó con gran curiosidad el pelinegro.
— Jugaremos algunos juegos de mesa, así podemos pasarla muy bien — Propuso con una gran sonrisa Rodolfo.
Vargas no podía negarle algo a su lindo tesorito, por lo que sin dudas decidió complacerlo, haciendo lo que él proponía, por lo que él fue en búsqueda de algunos juegos de mesa que hacia tiempo había guardado en una de las gavetas del mueble donde estaba la televisión de la sala.
— ¿Te parece bien si jugamos monopoly? — Preguntó con una sonrisa el hombre, mientras dejaba ver el juego.
— Claro que si, mi lindo y sexy esposo — Dijo con una sonrisa el joven chico, tomando el empaque donde venía el juego, para de inmediato abrirlo y acomodarlo.
Y así iniciaba una traqnuola mañana lluviosa de juegos, que cada vez se iba poniendo muy entretenido, pues algo que pronto descubrió el joven Parra, es que su futuro esposo era un muy buen coleccionista de juegos de mesa, pues después de estar jugando un largo rato el monopoly, él lo impresionó al mostrarle una variedad de juegos de mesa, siendo uno de esos el turista mundial, juegos de cartas, algunos tipos de memorando, entre otros más.
— WoW mi amor, no pensé que fueras un coleccionista de juegos de mesa — Comentó muy sorprendido y contento el joven Parra, mientras veía a su prometido cargar y jugar con una de sus lindas hijas.
— Bueno, de pequeño siempre me encantó tener que jugar juegos de mesa, pero por una u otra razón no podíamos comprarlos. Así que al crecer y convertirme en un narco, decidí darme unos lujos personales, que ahora comparto contigo y nuestras niñas — Dicha confesión fue impresionante de escuchar, pero no por eso Rudy no se conmovía, pues en verdad quería que su futuro esposo pueda ser feliz.
— Entonces disfrutemos nuestro día, jugando como una familia feliz — Sentenció con una gran sonrisa el joven pelinegro, para de inmediato besar los labios de su amado con tanto amor.
— A sus ordenes, mi rey — Mencionó con una gran sonrisa el hombre, empezando así, una nueva ronda de turista mundial.
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Al final, la mañana se convirtió en la tarde, y el tiempo en familia no se detenía, pues la pareja estaba más que entretenida y muy contenta por el tiempo de calidad que pasaban. Era bastante bueno, como podía ser un muy maravilloso sueño.
Aunque claro, cuando el hambre hizo su aparición, la pareja sabía que sería momento de almorzar, pues incluso sus lindas hijas también tendrían hambre. Pero el problema era que la lluvia aún no había pasado, y exponer a las lindas bebés a un clima frío no era lo más ideal y correcto, por lo que ambos hombres tuvieron que pensar en una solución.
— Porque no mejor pedimos comida china, ya sabes que me gusta a mi — Propuso con una sonrisa Rudy.
— No soy tan fanático de la comida china amor, pero si a ti se te antoja, entonces me arriesgaré — Dijo no tan convencido Vargas, pero aún así, decidió llamar a uno de sus subordinados para encargarle la comida.
— En lo que llega la comida, le haré algo de papilla a nuestras bebés — Comentó con rapidez el joven pelinegro, levantándose y yendo a la cocina a preparar la comida de las pequeñas.
Vargas solo vio como su futuro esposo se iba a la cocina, dejándolo con sus dos primogénitas, quienes sonrieron tan solo verlo.
— Bueno mis pequeñas reinas, en lo que su sexy papá se va a hacerles algo de comer, yo jugaré con ustedes — Les dijo el hombre a sus dos niñas, comenzando a jugar con ellas.
Y así, el breve tiempo de descanso paso rápido, la comida para las niñas estuvo lista, y el almuerzo finalmente fue entregado por el mismo hombre que en la mañana había llevado las naranjas. Lo que llevó a que los hombres puedan pasar un lindo y agradable momento juntos.
Ya después, los hombre siguieron disfrutando de su día junto a sus dos lindas bebés, pasando momentos sumamente agradable y divertidos, pues a pesar de jugar varios juegos de mesa, la pareja optó por jugar con algunos otros juegos que si bien podrían ser jugados por niños o adolescentes, ellos lo harían para divertirse entre ellos y darle un gran rato agradable a sus dos niñas, quienes en serio se la pasaban muy bien.
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Y cuando el día llegó a su fin, los dos hombres terminaron cansandos y muy satisfechos, pues a pesar de la circunstancias, eso no les impidió poder disfrutar del día.
— Ya vez, te dije que podríamos pasar un buen momento agradable juntos — Mencionó Rudy, abrazando a su amado, mientras una canción romántica se escuchaba de fondo.
— Lo sé, tú me lo has enseñado muy bien. Y eso siempre te lo agradecer, mi amor, siempre — Admitió con una sonrisa el pelinegro mayor, mientras abrazaba a su chico.
— Ahora, te parece bien una última foto antes de dormir — Propuso Parra, aún mirando a su amado.
— Por supuesto que si, después de todo, ya tenemos una linda foto en familia — Dijo muy contento el hombre, sacando su celular del bolsillo derecho de su pantalón, para de inmediato encenderlo e ir a la cámara del celular, para así tomarse la foto.
Y una vez que ambos se tomaron la foto, los dos se besaron, jurando recordar ese momento como uno tan especial y magnífico, que juraron volver a repetirlo en un futuro próximo.
Al final, aquel día fue gozado y bien disfrutado por Alejandro, Rodolfo y sus hijas, pues ellos formaron un peculiar equipo para no dejar que un simple día lluvioso arruine la oportunidad de disfrutar uno de los mejores días que pueden haber en el año.
Fin.
Bien queridos lectores, esto ha sido todo por la historia de hoy. Espero les haya gustado, de ser así, no duden en dejar sus juegos comentarios y sus lindos votos, que eso me motiva bastante en seguir escribiendo.
Recuerden cuidaras mucho y tomar bastante agua.
Sin más que agregar, me despido. Y nos vemos en una siguiente historia.