32: Este es tu castigo
Tengen estaba listo para atacar, había llegado desprevenido entonces sabía que esta era su oportunidad, alzó sus katanas abalanzándose hacia Obanai, pero, de repente, este junto con Suyen habían desaparecido, Uzui abrió sus ojos lleno de sorpresa y confusión para después aterrizar en el suelo, formando una gran ráfaga de humo en el proceso.
— ¡C-Carajo, Uzui! ¡Hasta que llegas! — Sanemi tosió levemente por aquel humo adentrándose a su nariz.
El nombrado le hizo una seña de silencio, para después, mirar a todos lados con los ojos entrecerrados, con la mirada trato de buscar la silueta de Iguro, el humo comenzaba a desaparecer, y, cuando lo hizo, se dejó ver al pelinegro arriba de un techo, contigo en su hombro, cargándote como costal de papas.
— ¿Enserio creiste que no me daría cuenta? Los reflejos de los demonios son increíbles. — Seguido acto se puso de pie, y te tomó más fuerte de la cadera para que no te cayeras. — No tengo intenciones de pelear con ustedes, después de todo, antes eran mis amigos. Así que, si me disculpan me iré con Suyen, como siempre debió ser. –
Lleno de impotencia. Ambos pilates hicieron una postura antes de saltar hacia el demonio, pues no dejarían que se fuera y menos contigo en brazos.
Obviamente, Iguro se defendió, pero se le dificultaba pelear y más cuando tú estabas en su hombro, Kaburamaru se unió a la pelea y trato de atrapar y ahorcar a uno de los dos mayores, pero estos lo esquivaban.
El mayor frunció el ceño, tratando de alejarlos, pero, de repente creyó que Sanemi se había rendido pues ya no estaba, hasta que, en un momento inesperado para el demonio tú ya no estabas en su hombro, volteo a todos lados buscándote con la mirada hasta que te vio, inconsciente en los brazos del pilar del viento.
— No le harás daño de nuevo. Tócala y te cortare esa asquerosa cabeza. — El pilar del sonido se posicionó Justo al lado de Sanemi, quien frunció el ceño y unas cuantas venas aparecieron en su rostro.
— ¿Oh? No vas a tener compasión por tu amigo? — Alzó la ceja, y, Justo cuando iba a atacar al peliblanco que te cargaba, el sol se hizo presente, los rayos de este lograron tocar los pies del demonio quien por instinto retrocedió gruñendo de dolor.
Miró al cielo notando que ya estaba amaneciendo, miró a los dos pilares quien sonrieron de forma maliciosa.
— JA! Toma eso, puto! ¿¡Ahora quienes son los perros aquí?! — Uzui gritó mientras se reía a carcajadas y notaba como Obanai retrocedía.
— Suyen es mía, carajo! No se van a salir con la suya.... La tendré en mis brazos de nuevo ya sea tarde o temprano! Recuérdenlo y métanselo en su cabeza! — Grito lleno de enojo, seguido acto se dio la vuelta y en un parpadeo ya no estaba ahí.
Sanemi y Tengen se miraron, ambos respirando agitadamente por el cansancio, el menor te miró inconsciente en sus brazos.
— ¿Crees que debamos decirle al patrón...? — El pilar del sonido interrogó.
— ¿Tu que crees que pasaría si no? — El pilar del viento mencionó.
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Abriste tus ojos de golpe encontrándote con el techo de la finca mariposa, con angustia y preocupación te sentaste en la cama y miraste a todos lados.
— <<¿E-Estoy en la finca mariposa...? ¿Pero como...? >> — Pensaste, pusiste una de tus manos en tu frente al sentir de repente un mareo inexplicable pero que te hizo casi caer. — <<M-Mi cuerpo duele demasiado... y todo a mi alrededor da vueltas...>> —
— ¿Suyen...? ¿¡Ya despertaste?! — La voz de Aoi fue lo único que tus oídos escucharon.
Sintiendo tu corazón y alma aliviarse volteaste a la entrada de aquella habitación, encontrándote con Aoi quien tenía una bandeja de comida en sus manos.
— ¡Dios, llevabas durmiendo casi dos días! — Agregó con un tono de voz preocupado antes de correr hacia ti y abrazarte. — Sanemi y Uzui ya nos contaron todo a todos, estoy tan triste de que por poco Iguro te llevara! ¿¡Sabes que?! ¡Ya no vas a salir de aquí! —
Empezó a sollozar apoyando su mentón en tu hombro, aquel abrazo te dio bastante seguridad y solo diste una sonrisa triste mientras mirabas al suelo.
— L-Lo único que recuerdo, Esque me desmayé y vi a Uzui a punto de atacar a Iguro.... — Susurraste. — ¿Que pasó? ¿Me puedes decir? –
— Ami no me dijeron nada, así que si quieres saberlo, tendrás que ir con uno de los dos pilares quienes te acompañaron. — Informó, frunciste el ceño ante eso, quizás, no te quedaba otra opción que esa.
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Llegaste a la finca del pilar del sonido, caminaste hacia la puerta donde una vez ahí tocaste la puerta, abrió una mujer de pelo negro y ojos azules, te miró por unos segundos antes de sonreír.
— Buenas noches, ¿está- – No acabaste de hablar cuando aquella mujer soltó un chillido de la emoción antes de abrazarte y acercarte a ella.
— ¡Ay, pero mírate, estas tan, tan pero tan hermosa y adorable! — Te sacudió de un lado a otro.
— ¡Suma, la vas a incomodar, déjala ya! — Otra voz femenina algo molesta se hizo presente.
— D-Disculpe, señorita! Pero estoy buscando al señor Tengen, ¿se encuentra aquí? — Preguntaste, entonces otra mujer te alejó de Suma, la cual te seguía mirando con ternura.
— ¿Tengen? Si, si se encuentra aquí, ¿para que lo necesitas? — Una de las tres chicas te pregunto.
Tartamudeaste con algo de nervios al sentir las tres miradas de las mujeres.
— N-Necesito charlar con el... — Agregaste, entonces Hinatsuru te tomo de la mano y sonrió.
— Claro, está bien, ven, yo te llevaré. — Le devolviste la sonrisa y asentiste, ambas dejaron atrás a las otras dos chicas.
La mayor te llevo hacia una puerta, la abrió dejando ver al pilar del sonido en el patio trasero, mientras tomaba una tazita de té y tenía varias vendas en sus extremidades.
— Los dejare solos. — La mayor informó antes de cerrar la puerta desapareciendo de ahí, caminaste hacia el peliblanco quien todavía no se daba cuenta de tu presencia pues le daba la espalda a la puerta.
— ¿Señor Tengen..? — Una vez que estabas cerca le tomaste del hombro, este se sobresaltó, miró atrás y cuando noto que eras tú sus ojos se llenaron de sorpresa.
— ¿¡Suyen?! ¡Ya despertaste! ¿Te sientes bien? — Dejó la taza en el suelo y te tomó de los hombros, asentiste.
— V-Vine aquí a visitarlo porque la curiosidad no me la aguante, necesito saber todo lo qué pasó después de que me desmayara, ¿lograron vencer a Obanai? Díganme que si, por favor... — Pediste, entrecerrando los ojos comenzando a rogar por dentro que te dijera que si lo habían asesinado.
Notaste que su expresión cambió a una algo desanimada, se alejó y suspiro antes de mirar al suelo, eso te comenzaba a dar malas vibras.
— Desgraciadamente logró escapar debido a la luz del amanecer. Pero, te quería llevar a ti, afortunadamente logramos salvarte. — Comentó con seriedad.
— ¿E-Entonces sigue vivo...? — Interrogaste.
— Me temo que si. — Se acomodó mejor en su lugar y después una gran sonrisa gobernó sus labios. — ¡Pero no tienes que preocuparte! Mañana iremos a buscarlo en cuanto los cuervos tengan alguna señal de él! Va a morir. —
Un brillito apareció al lado de él, eso, a pesar de que casi no te tranquilizo para nada, solo sonreíste de manera fingida antes de que él mayor volviera a hablar.
— Si gustas, puedes quedarte a dormir, tenemos una habitación libre mis tres esposas y yo. — Al escuchar sus palabras abriste más tus ojos con sorpresa.
— <<¿T-Tres esposas..? ¿Esas de ahí eran sus esposas? Woow... que afortunado..>> – Pensaste, antes de suspirar y volver a sonreír. — Muchas gracias, me temo que tendré que, pues, ya es de noche y no me gustaría salir así. —
Tengen sonrió al escuchar tu aceptación.
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— ¡Mhhh, esto está delicioso, muchas gracias señoritas! — Les agradeciste a las tres esposas del peliblanco.
Además de invitarte a dormir también te habían invitado a cenar con ellos, las mayores hicieron la cena y tú, neta que jamás habías probado una comida tan deliciosa como ahora.
— ¡Nos alegra que te guste! — Suma agradeció con un sonrojo, tú agarraste otro fideo con los palillos y te lo metiste a la boca.
Ya se te había olvidado el sabor de tan deliciosos platillos, era como si estuvieras comiendo por primera vez después de nacer, todas aquellas texturas nuevas para ti eran demasiado.
Seguiste comiendo, a Uzui también le dio alegría el hecho que estuvieras tan feliz comiendo, no se podía imaginar cuantos días llevabas sin hacerlo y si lo le daba le daba tristeza e impotencia.
— Tengen-sama, ¿entonces mañana saldrán a buscar a Iguro? Pero estoy preocupada... ¿y si él viene en la- – Suma no acabó de hablar cuando Makio le tapo la boca.
— ¡Dios santo, Suma! ¡No hables de eso enfrente de la niña! – La regaño, los otros dos solo miraban a la pelinegra con extrañeza quien pareció darse cuenta de su error.
– ¡Ya, me disculpó! ¡Pero no me pegues! – Pidió, entonces Makio aún mirándola con esa mirada amenazante la soltó, te miró. — Realmente lo siento... ignora lo que te dije, ¿okey? —
— O-Okey, no te preocupes... — Le sonreíste para tranquilizarla. Ante esto ella sonrió aliviada.
Terminaste de comer y te dejaste caer en la silla rendida y demasiado llena, aquella comida te había satisfecho demasiado bien, tanto que ahora pensabas que no podías moverte.
— Muy bien, ya es hora de ir a la cama, vamos! — Tengen te levantó de la silla y comenzó a caminar fuera de ahí, tú te despediste de las tres esposas con la mano y estás también, la más energética fue Suma como siempre. — Mira, esta es la habitación. –
Volteaste notando que realmente sí que era bonita, sin duda te sorprendió, te dirigiste hacia Uzui y le hiciste una leve reverencia antes de sentarte en la orilla de la cama, cuando el mayor se iba a ir, lo tomaste de la mano impidiéndolo a lo que te miro con confusión.
— Lo siento. — Te disculpaste con tu tono de voz levemente quebrado.
— ¿Ah? ¿Te disculpas? ¿Y eso porque? — Frunció el ceño pero a la vez preocupado al notar tu cuerpo temblar.
— Fui un estorbo, debí hacerle caso a Kanao, ella me dijo que era muy peligroso y qué tal vez iba a hacer que a ustedes los maten y casi pasa eso... casi mueren al intentar defenderme.... — Lágrimas salían de tus ojos con demasiada tristeza, cabizbaja tu tono de voz se convirtió a uno en el que te aguantabas las lágrimas y quebrado. — Lo siento mucho, perdóneme por favor, Tengen-sama, prometo que nunca volveré a ir con ustedes, fue una desicion inútil la que tome... —
El peliblanco se sentó al lado tuyo y te dio unas palmaditas en tu espalda, lo miraste antes de que este te sonriera, al parecer con la intención de tranquilizarte.
— ¿Estas bromeando? No fuiste un estorbo para nada, aunque debo admitir que la fuerza de Iguro aumento siendo ahora un demonio, no fuiste un estorbo, de nuevo té lo digo. — Se levantó y te miró una última vez antes de caminar hacia la puerta y apagar la luz. — Hasta mañana. —
Salió de ahí y cerró la puerta, volteaste a ver a la ventana notando que comenzaba a llover lentamente, se te dificultaba estar tranquila, pero, pronto recordaste las palabras que el pilar y Aoi te habían dicho, entonces, cerraste los ojos con lentitud hasta finalmente quedarte dormida.
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Una mano, una mano con unas leves uñas negras largas y unas marcas extrañas en sus manos fue lo único que viste, era como si la mano tratara de alcanzarte mientras salía de la oscuridad, todo pasó tan rapido que te causo miedo y provocó que abrieras los ojos.
Agua, unas pequeñas gotas de agua cayeron en tu rostro, notaste que tu cuerpo temblaba y sudaba, miraste a todos lados notando que estabas en una habitación completamente diferente, sin duda te asustaste y por instinto trataste de levantarte pero al momento de hacerlo se escuchó el sonido de unas cadenas a lo que te asustaste.
Miraste tus manos y pies notando que estaban encadenados, trataste de gritar por ayuda pero tenías una venda en tu boca, tú cuerpo y corazón se detuvieron y helaron, un miedo empezaba a gobernarte de forma inexplicable.
— ¿Ya despertaste? — Aquella maldita voz que tanto rogabas no volver a escuchar se presenció, miraste de reojo a la entrada notando que ahí estaba Iguro en su forma demonio.
Por instinto trataste de retroceder y ahí fue cuando de repente el pelinegro se abalanzó hacia ti y en un parpadeo ya estaba encima de ti, Kaburamaru comenzaba a enrollarse en tu cuello, quitándote el aire lentamente, tus ojos estaban llenos de terror.
— Mírate, estas tan hermosa y asustada como el día que te vi por primera vez.... — Su mano bajo con delicadeza hacia tu vientre, donde punzo con su dedo en ese lugar haciendo que sueltes unas cuantas lágrimas y un quejido que fue ahogado por la venda que tenías en la boca. — ¿Porque no me dijiste, Suyen..? ¿¡Porque mierda no me dijiste que estabas embarazada?! ¿¡Que íbamos a tener un hijo?! ¿¡Acaso creíste que jamás me daría cuenta?! —
Negaste con la cabeza, el demonio te miró por unos segundos antes de mostrarte su mano, tanta fue su sorpresa cuando viste que sus uñas crecían más, lo suficientemente grandes, largas y filosas como para cortar piel humana.
— Lo que me duele más, Esque quisiste dárselo a otra familia..... ¿¡Esque no quieres acaso formar una familia conmigo?! — Preguntó, ya comenzabas a llorar por la desesperación de no poder soltarte y porque sentías que el aire te faltaba ya se te estaba dificultando respirar. — Se que piensas que ya estás a salvo.... Pero en realidad estabas más a salvo ayer. Tú me perteneces! Metete eso en tu maldita cabeza y memorízalo! —
Trataste de rogarle que se detuviera pero la venda que tenías en la boca te lo impedía, notaste que Iguro se acercó a tu oído donde dio una lamida en este con su fría lengua, unos escalofríos recorrieron todo tu cuerpo.
— Si tú no quieres tener a este bebé, yo te lo sacaré, y ustedes dos me pertenecerán... — Seguido de eso soltaste un grito ahogado al sentir como enterró su uña en tu estómago, y después comenzó a bajar, te estaba haciendo una apertura en aquel lugar.
Era demasiado insoportable, como una tortura, al instante comenzó a sangrar mientras el mayor solo veía él como gritabas, sintiéndose demasiado excitado y orgulloso al verte tan débil ante el.
— Siempre serás mía, no importa si ahora soy un demonio, no importa si tú eres un demonio, siempre estaremos juntos, yo te pertenezco y tú me perteneces quieras o no. Estás destinada a eso. ¿Porque crees que te encontré Justo cuando tu padre te iba a matar? — Ladeó la cabeza, sentías que ibas a caer desmayada de nuevo al sentir aquel dolor, miraste de reojo y viste como Obanai seguía bajando lentamente su dedo abriendo cada vez más tu estómago, lo hacía lento, como si quisiera que tuvieras que aguantar ese dolor más tiempo.
Se acercó a tu cuello donde dio una lamida, pronto sentiste una textura de serpiente enrollarse en tus piernas y abrirlas en el proceso, mientras tanto tú seguías gritando de dolor.
— Este es tu castigo. — Susurro con tono malicioso.