Outsiders (en español)

By RobledaIsabel

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Un extraño meteorito cae a la tierra, haciendo que el mundo de Alex cambie por completo. Atormentada desde en... More

Capítulo 1 - El visitante nocturno
Capítulo 2 - La chica misteriosa
Capítulo 3 - La camioneta
Capítulo 4 - El doctor Foster
Capítulo 5 - El viaje inesperado
Capítulo 6 - Oh, Canadá
Capítulo 7 - Un lugar donde quedarse
Capítulo 8 - Nuevas caras y nuevos amigos
Capítulo 9 - Hacer lo correcto
Capítulo 10 - Algo a tener en cuenta
Capítulo 11 - Sorpresa navideña
Capítulo 12 - Cuestión de confianza
Capítulo 13 - El rescate
Capítulo 15 - Nada es lo que parece

Capítulo 14 - Revelaciones

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By RobledaIsabel

"La gente no puede descubrir nuevas tierras hasta que tenga el valor de perder de vista la orilla" - André Gide

Luna

El cielo está teñido de un color rojo azufre. Los últimos rayos de un sol anaranjado y viejo iluminan la oscura tierra a mis pies, yerma y sin vida. ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí? Las preguntas se agolpan en mi mente sin respuesta y una tristeza que no siento que me pertenezca inunda mi alma.

Abandono el balcón, amplio y blanco como el marfil, para adentrarme de nuevo en ese palacio que extiende sus tres enormes torres hacia el cielo. ¿Qué hago aquí? ¿Por qué me siento tan vacía? Sigo sin obtener respuesta. Este no es mi hogar, este no es mi cuerpo, eso es lo único que sé con certeza.

Debo llevar andando horas porque, cuando miro al exterior desde un enorme ventanal lleno de polvo, una pequeña luna rosada ilumina ese desierto sin vida. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Quién soy exactamente? Esa luna no es mi luna, es pequeña y más joven que la mía.

Esta tierra no es mi tierra, este mundo no es mi mundo y esa luna no es mi luna. Yo tampoco debo de ser yo.


El traqueteo de las curvas y baches acaba por despertarme. Voy abriendo poco a poco los ojos, intentando averiguar qué hago exactamente en una furgoneta; el mundo que he visto en mis sueños empieza poco a poco a desvanecerse hasta que sólo soy capaz de recordar vagos matices. Una voz masculina y grave que no consigo reconocer tararea una canción de Barry White, pero sigo un tanto amodorrada y soy incapaz de enfocar mi vista en él.

- The first, the last, my everything - tararea el desconocido animadamente.

Me acomodo intentando no hacer ruido mientras los recuerdos de todo lo ocurrido vuelven a mi mente; Arnold debió de darme un buen golpe porque es lo último que recuerdo. Me llevo la mano a la frente, donde un trapo mal puesto y lleno de sangre seca me confirme mis sospechas.

- ¡Eh, Luna! ¿Estás bien?

La voz de James a mi lado me tranquiliza, si él está aquí es que las cosas no han ido tan mal. O por lo menos no demasiado mal.

- ¿Qué ha pasado? ¿A dónde vamos?

- Conseguimos escapar. El amigo de Michael te lleva a que te revisen el golpe - Pone su mano en mi hombro y lo aprieta suavemente -. Llevabas inconsciente un buen rato, me tenías preocupado.

Por fin me acerco, con la vista recuperada, para conocer al joven conductor, que sonríe mostrando unos dientes perfectos. Su tez es de un bello color tostado y su pelo cae rebelde sobre sus hombros, dándole un aspecto salvaje y, sorprendentemente, amigable. Por alguna razón siento que lo conozco de algo.

- ¡Hola, dormilona! Me llamo Dasan, encantado.

Guiña su ojo derecho, haciendo que sonría tímidamente. Para no sonrojarme fijo mi vista en Michael, sentado en el asiento del copiloto; parece terriblemente afligido.

- ¿Y Alex?

No la veo por ningún lado, y eso no es una buena señal.

- Se ha quedado con Ariadna.

Por su expresión noto que a Michael no le apetece hablar del tema así que callo, aunque no comprendo muy bien todo aquello. Me muerdo la lengua, diciéndome a mí misma que ya lo descubriré más adelante.

Tras esa inocente pregunta el silencio se instala como un acompañante más. Por lo menos la cara conocida de Negu me tranquiliza. Sentada entre James y yo, mantiene ese porte serio y estilizado tan común de ella, con la espalda totalmente recta cual palo de escoba. Con su melena larga y oscura como el ala de un cuervo, sus ojos ambarinos y los enormes cuernos que crecen a ambos lados de su cabeza, Negurumi parece la viva imagen de un ser de la noche.

A cualquier otro su mera presencia le hubiese causado pavor, pero para mí Negu fue un soplo de aire fresco en mi monótona vida. Todavía recuerdo cuando apareció vestida toda de negro, con el pelo tapando la mitad de su afilada cara y con una expresión de enfado en el rostro.

"Criatura, ¿dónde estoy? ¿Me has hecho tú esto?"

Me costó varios días convencerla de que yo no la había atrapado en mi cuerpo, pero a partir de ese momento se convirtió en una especie de guía fantasmal, como una hermana invisible que, quisiera o no, estaba ahí para aconsejarme en todos los pasos que daba.

"¿Qué observas tan fijamente, Luna?" pregunta, al ver que me he quedado mirándola.

- Nada, sólo recordaba - murmuro.

Negu sonríe, mostrando dos afilados incisivos con los que, no puedo evitar pensar, podría cortar una garganta humana en unos segundos. Le devuelvo la sonrisa y me apoyo en la ventanilla, intentando conciliar de nuevo el sueño.

No me gustan las preguntas sin respuesta, y ahora muchas se agolpan en mi cabeza. Lo mejor es volver a dormir y que pase más rápido el tiempo.

Alex

Plic, plic. Algo gotea cerca de mi oreja, pero soy incapaz de moverme para buscar el origen del molesto sonido. No sé qué tipo de sustancia ha metido Ariadna en mi cuerpo pero me siento terriblemente débil, sensible a cualquier mínimo contacto más allá del catre donde llevo ya un rato tumbada. Sólo observo el techo, grisáceo y lleno de humedades, donde una bombilla tintinea, a punto de apagarse.

Nada más volver a sus garras me ha llevado a este sitio y se ha ido; me pregunto si piensa dejarme mucho tiempo en este estado. Con el paso de las horas la esperanza de poder recuperar la vida que tenía hace unos días se desvanece.

Yokai me observa, preocupado, pero soy incapaz de articular palabra para entablar una conversación. Intento enviarle una señal con la mirada y él, de alguna manera, parece comprenderme; sabe que estoy terriblemente asustada, que tengo miedo de lo que pueda pasar. Intento pensar que esto no es más que un castigo de Ariadna, que quiere que aprenda la lección para que no vuelva a escapar. Antes creía que para ella era demasiado valiosa como para hacerme daño, pero la idea va perdiendo fuerza y sentido cuanto más fuerte es el miedo que me atormenta.

Yokai mira el estado en el que me encuentro y siente verdadera pena; se traga sus "te lo dije" para un momento más adecuado. Abre los ojos de par en par, recordando algo de golpe, y se acerca a mí con una sonrisa reconfortante pintada en el rostro.

Soy incapaz de notar el roce de sus dedos sobre mi cabello, pero es un gesto que me tranquiliza de alguna forma. Cierro los ojos y respiro hondo, intentando no echarme a llorar, recordándome que, aunque ahora estoy débil por fuera, por dentro puedo seguir siendo fuerte.

Cuando Yokai empieza a hablar con una voz suave y dulce, como si cantase una nana, no puedo evitar dejarme llevar por sus palabras:

"Había una vez tres hermanas,

hijas de un país sin nombre.

Eran hermosas como las estrellas

y poderosas como la lluvia.

Tan grande era su poder

que todos en el reino lo codiciaban.

Querían aquello que las hacía especiales

y no dudaron en convertir su vida en un martirio

para conseguir sus dones.

Las tres hermanas huyeron de su hogar

buscando un sitio donde esconderse.

Aunque ellas eran más fuertes

sólo eran tres ante cientos de enemigos

y cuanto más se alejaban de su tierra

más menguaba la esperanza en sus corazones.

Sabiendo que no podrían huir mucho más tiempo,

Undi, la más pequeña y fiera,

decidió convertirse en cebo y salvar a sus hermanas.

Murió a manos de los codiciosos

sin una lágrima en su aniñado rostro,

pero eso no calmó el egoísmo de sus perseguidores.

Los Dioses, que todo lo observan,

vieron desde el cielo su valeroso acto

y la desposaron con Godor, el Dios que brilla de día,

transformando su cuerpo en un astro brillante

que pudiese iluminar las oscuras noches a sus dos hermanas.

Y así Undi, la pequeña, se volvió eterna en los cielos.

Mara, la mayor de todas y la más sabia,

destrozada y cansada de huir,

esparció su poder por el mundo

haciendo que todos fuesen iguales.

Al dejar de sentirse inferiores unos con otros,

la codicia dejó de inundar sus corazones.

Sus antaño enemigos la convirtieron en reina

y con mano sabia gobernó el resto de sus días

enseñando el valor del perdón y del olvido.

Hoy su legado sigue gobernando esas tierras.

Ora, la mediana y más orgullosa,

no supo entender los sacrificios de sus hermanas.

Sintiéndose incomprendida y sola,

vivió el resto de sus días en lo más oscuro de una cueva

junto a un ser oscuro y sin nombre

que acabaría compartiendo su lecho por las noches.

Mara era incapaz de conciliar el sueño

sabiendo que alguien con tanto poder todavía existía.

Tras meditarlo largamente

e intentando ayudar a su pueblo,

atacó a su hermana una noche mientras dormía.

Con tres cuchilladas en el pecho

la vida de Ora llegó a su fin.

Mara marchó de nuevo a su palacio

pensando que la paz nunca sería perturbada.

Pero una vida cobraba forma

en el estómago de la difunta.

Poco después un niño nació

y su llanto atrajo a un viejo campesino

que dio la criatura a una pareja de recién casados.

Y así el niño creció sin conocer su pasado.

Y así el niño vivió y llegó a viejo,

dejando una larga descendencia.

La esencia de Ora se mantuvo.

Cuando Mara se dio cuenta de su error

ya era demasiado tarde.

Murió arrepintiéndose de la muerte de su hermana,

llevándose su oscuro secreto hacia la tumba.

Y todos en esas tierras recuerdan a Mara

como una reina benévola.

Y todos recuerdan a Undi,

que ilumina los cielos desde esos oscuros días.

Pero Ora ha sido olvidada,

sólo recordada entre susurros

por los que han sido desterrados".

Las palabras de Yokai me arrastran a lo más profundo del mundo de los sueños. Quiero preguntarle de dónde ha sacado esa historia, pero voy quedándome poco a poco dormida. Lo último que veo antes de caer rendida son sus ojos oscuros, inundados por una tristeza inexplicable.


¡Hola! Siento haber tardado tanto en publicar, al final se juntó la revisión de los antiguos capítulos con los exámenes y no he tenido tiempo de continuar la historia... ¡Perdón por la tardanza!

Bueno, espero que os guste cómo continúa la historia. Ahora las cosas van a empezar a complicarse jejeje

¡Muchas gracias todos por darle una oportunidad a Outsiders!

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