Sentido Mortal

By AngelBernaez

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En un mundo donde la extinción humana se volvió inevitable, y donde la vida misma se ha convertido en una luc... More

Preludio
Capítulo 1: Sobrevivencia
Capítulo 2: Sentido de pertenencia
Capítulo 3: Escena siniestra
Capítulo 4: Encuentro
Capítulo 5: Mi vida, no la tuya
Capítulo 6: Situación calurosa
Capítulo 7: Tranquilidad destruida
Capítulo 8: Excursión reveladora
Capítulo 9: No te distraigas
Capítulo 10: Intuición egoísta
Capítulo 11: Cambio drástico
Capítulo 12: Reacción burbujeante
Capítulo 13: Verdad absoluta
Capítulo 14: Oscuros recuerdos
Capítulo 15: Intensión hipócrita
Capítulo 16: Ganas de Vivir
Capítulo 17: Miedo palpable
Capítulo 18: Amenaza ambulante
Capítulo 19: Hogar
Capítulo 20: Los inicios de Amber
Capítulo 21: Los inicios de Jack
Capítulo 22: Nuevas vías
Capítulo 23: Luz al final del túnel
Capítulo 24: Escenario desesperante
Capítulo 25: Acorralados
Capítulo 26: Intensidad
Capítulo 27: Verdades
Capítulo 28: Sonámbulos
Capítulo 29: Conexiones Humanas
Capítulo 30: No es real
Capítulo 31: Fuera luces
Capítulo 33: Impacto inesperado

Capítulo 32: Bloqueo

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By AngelBernaez

Elena cerró la puerta con firmeza, asegurando los cerrojos como una medida de seguridad adicional. La habitación quedó sumida en el silencio, solo interrumpido por la respiración tranquila de las dos mujeres. Había una sensación de tensión en el aire, un sentimiento compartido de preocupación y ansiedad que ninguna de las dos quería expresar en voz alta. Romper el silencio parecía un acto de rendición ante la incertidumbre.

Amber se recostó en uno de los sofás, dejando que la comodidad del mueble la abrazara. Aunque su mente estaba llena de inquietud, optó por no verbalizar sus pensamientos. En cambio, Elena se sumió en una oración silenciosa, buscando en su interior la esperanza y la tranquilidad que tanto necesitaba en ese momento.

Mientras rezaba, esperaba fervientemente que la ausencia de Jack no fuera notable, que su regreso fuera rápido y seguro. Los segundos parecían eternos mientras su mente divagaba en los posibles motivos detrás del apagón repentino que había afectado a todo el edificio. A pesar de su relativa corta estadía en el lugar, nunca había enfrentado problemas eléctricos antes, lo que la dejaba aún más intrigada sobre lo que pudo haber causado esta interrupción.

Las teorías comenzaron a brotar en su mente, como pequeñas semillas de duda. ¿Podría ser un fallo mecánico? ¿Tal vez un problema en el suministro eléctrico exterior? Cada posible explicación planteaba nuevas preguntas y preocupaciones. Pero, consciente de que no podía controlar la situación, decidió apartar esos pensamientos y concentrarse en lo que podía influenciar.

Amber, por su parte, lidiaba con su propia gama de emociones. A pesar de su confianza en las habilidades de su compañero, no podía evitar sentirse angustiada. El mundo exterior era peligroso y lleno de amenazas impredecibles. Sin embargo, su conocimiento de Jack, su destreza y su sentido de supervivencia, le daban un rayo de esperanza. 

Cerró los ojos y trató de cambiar sus sentimientos de desconcierto y miedo por positividad y optimismo. Respiró profundamente, llenando sus pulmones con aire y exhalando lentamente. En su mente, reemplazó cada inseguridad con confianza en que su compañero volvería. Se permitió sentir una paz interna mientras sostenía la esperanza en su corazón.

El tiempo seguía su curso, y mientras las dos mujeres compartían sus pensamientos en silencio, también compartían un vínculo de preocupación y apoyo mutuo. La habitación se llenaba con la mezcla de emociones, pero entre ellas había una determinación compartida de enfrentar cualquier desafío que el mundo les arrojara. Mientras esperaban, ambas buscaban la fuerza interior para mantener la esperanza y la calma en medio de la incertidumbre.

—¿Estás bien? —preguntó Elena, acercándose con preocupación hacia Amber, quien parecía sumida en sus pensamientos.

La rubia levantó la mirada y respondió con una sonrisa cálida, comunicando que se sentía mejor y que sus dudas habían disminuido. Ambas se acomodaron en el sofá y comenzaron a entablar una conversación, buscando aliviar la tensión que los eventos recientes habían traído consigo.

—Estará bien —comentó Amber con confianza en su tono de voz, conocedora de las habilidades y la determinación de Jack después de haber compartido tantos desafíos juntos.

Elena asintió con acuerdo, compartiendo la misma convicción.

La conversación entre ellas evocó sonrisas, y poco a poco, la tranquilidad comenzó a invadir el espacio que habían compartido. Optaron por ver la situación desde una perspectiva más positiva y se esforzaron por dejar de lado la constante conciencia de las criaturas amenazantes que habían alterado drásticamente el mundo exterior.

Mientras Amber y Elena compartían su charla reconfortante, Jack continuaba su camino fuera del departamento. Su mente estaba en un estado de alerta constante, sus sentidos agudizados y en sincronización con sus movimientos. Cada paso que daba lo realizaba con cuidado, consciente de su entorno y escuchando atentamente cualquier sonido que pudiera percibir.

El edificio que exploraba permanecía en un profundo silencio, pero él sabía que eso no significaba que estuviera exento de peligros. Visualizaba cada detalle del lugar, por insignificante que pareciera, buscando pistas y posibles indicaciones de eventos que podrían haber causado el apagón repentino. Cada sombra, cada esquina oscura, era una posibilidad y un desafío que debía enfrentar con precaución.

Su mente estaba enfocada y su determinación era inquebrantable. A pesar de los riesgos y de la incertidumbre que lo rodeaban, Jack estaba comprometido con la tarea que había asumido. Cada paso lo acercaba más a descubrir la causa del apagón y, con su experiencia y habilidades, esperaba encontrar una solución para restaurar la electricidad y regresar a la seguridad.

Con las indicaciones claras en su mente, se adentró en el pasillo del edificio. A medida que avanzaba, la luz natural que filtraba a través de las ventanas comenzó a desvanecerse, sumiendo el corredor en una oscuridad opresiva. Aunque la linterna que sostenía en su mano intentaba iluminar su camino, su luz era tenue y débil, apenas suficiente para vislumbrar las formas y contornos a su alrededor. Las baterías de la linterna parecían estar en sus últimas etapas de vida, agregando una pizca de urgencia a su búsqueda.

—¿Dónde estás, maldito fusible? —pensó mientras avanzaba.

Encontró las escaleras que lo llevarían al siguiente piso, conectándolo con los niveles superiores y, al objetivo que buscaba, la planta baja. La estructura del edificio parecía envejecida y descuidada, y el ambiente estaba impregnado de una sensación de abandono y decadencia. El silencio era casi abrumador, solo interrumpido por el sonido amortiguado de sus pasos y su respiración.

Jack continuó avanzando, sin detenerse ni bajar la guardia en ningún momento. En una mano sostenía la linterna, agitando su haz de luz en cada esquina y recoveco en busca de cualquier indicio. En la otra mano tenía el arma, lista para ser utilizada si la situación lo requería. Aunque no sabía con precisión cuántas balas tenía, estaba decidido a defenderse a toda costa.

La oscuridad parecía envolverlo a medida que descendía por las escaleras. Su mente estaba en alerta máxima, buscando cualquier señal de peligro. Cada paso resonaba en el vacío, creando un eco inquietante que parecía mezclarse con el latido acelerado de su corazón.

Cuando bajó un piso, supo que cada vez estaba más cerca de su objetivo. Un viejo cartel oxidado colgaba en la pared, indicando la ubicación. Las manchas de sangre en el suelo, que parecían haber estado allí durante mucho tiempo, agregaban un escalofrío a la atmósfera ya tensa. Era un recordatorio silencioso de los peligros que acechaban en ese mundo postapocalíptico.

Jack tragó saliva, su mandíbula apretada por la tensión. Se obligó a avanzar, sus pasos resonando en el suelo de baldosas desgastadas. Cada rincón del pasillo parecía ocultar secretos oscuros y misteriosos, mientras la linterna iluminaba solo pequeñas porciones de su entorno. Con cada paso, se acercaba más a la sala de fusibles, pero también se adentraba en un ambiente tenebroso y peligroso, donde el tiempo parecía haberse detenido y la amenaza acechaba en cada esquina.

Más cauteloso que nunca, el hombre avanzo por el pasillo, con la linterna en una mano y el arma en la otra, ambos recursos listos para cualquier eventualidad. A medida que pasaba entre las habitaciones, no podía evitar echar un vistazo con la mirada al interior de las que estaban abiertas. 

Lo que captó su atención de inmediato fue el estado de las puertas y las manchas de sangre seca acumulada en ellas, como marcas sombrías de los horrores pasados.A pesar de la inquietante escena, Jack mantenía su objetivo en mente: encontrar la sala de fusibles. Siguiendo las indicaciones de Elena, sabía que debía llegar al final del extenso pasillo. 

A medida que avanzaba, un olor penetrante y metálico de sangre llenaba el aire, lo que despertó sus instintos de supervivencia en alerta máxima. Miraba a su alrededor, buscando cualquier signo de peligro potencial y escuchando atentamente los ruidos que resonaban en el ambiente.

Cada paso que daba parecía cargar con una tensión palpable. Sabía que estaba siendo observado, o al menos esa era la sensación que lo acosaba. Los ruidos, a veces apenas audibles, a veces como susurros amenazantes, parecían acecharlo desde las sombras.

Finalmente, llegó al final del pasillo, donde se encontraban las escaleras que descendían. El entorno se volvía cada vez más ominoso, y el oscuro abismo de las escaleras parecía prometer más peligros en su profundidad. Con una respiración profunda y decidida, comenzó a bajar, sabiendo que estaba entrando en terreno desconocido y potencialmente hostil.

Cuando finalmente llegó a donde deseaba, encontró la puerta que indicaba la sala de fusibles. El letrero de "peligro" y las palabras apenas legibles hicieron que su inquietud creciera. Pero su determinación seguía firme.

Al acercarse, sin embargo, se enfrentó a un nuevo obstáculo: la puerta estaba cerrada con llave y carecía de un manillar visible. Intentó empujarla y forzarla con su hombro, pero cada esfuerzo resultó en vano.

Un sentimiento de frustración y urgencia lo invadió. Se encontraba en un pasillo estrecho, rodeado de oscuridad y silencio, con la puerta que necesitaba atravesar bloqueada. La incertidumbre y el suspense del momento pesaban sobre él, como si cada segundo que pasaba se volviera más crucial. 

—Maldición —susurró, sintiendo la frustración crecer dentro de él al enfrentar la puerta cerrada. 

Sabía que las llaves no eran una opción viable en este momento. Por lo que puso su mente a trabajar rápidamente, sopesando las posibilidades a su disposición para superar este obstáculo inesperado.

En su búsqueda de una solución, su mente divago sobre dónde encontrar una palanca. Sin embargo, la perspectiva de volver a un piso anterior y buscar herramientas en medio de la oscuridad y la incertidumbre no era muy atraganté. Respira profundamente, tratando de aplacar la inquietud que lo invade, antes de decidirse a ingresar en alguna de las habitaciones abiertas que previamente había visto.

Su elección recayó en la primera puerta que se cruzó en su camino, aunque no podía evitar sentir cierta aprehensión al recordar las manchas de sangre seca que había visto anteriormente. Sabía que debe encontrar algo que le ayudase a abrir la puerta de la sala de fusibles.

Con cautela y cuidado, coloco una mano en el pomo de la puerta y aplico una ligera presión, esperando que cediera y le permita acceder al interior. La puerta respondió a su intento, abriéndose con un crujido que lleno el silencio del pasillo.

La habitación reveló su interior en penumbras, y Jack se adentró con precaución, su linterna enfocaba cada rincón a medida que exploraba, y sus sentidos permanecieron en alerta máxima, consciente de que no estaba solo en aquel lugar.

El miedo y la urgencia se entrelazaron mientras se adentraba en la habitación en busca de cualquier objeto que pudiera utilizar como palanca. Cada pequeño detalle del entorno era registrado en su mente: los muebles desordenados, las manchas oscuras en las paredes y el silencio que solo era interrumpido por el murmullo de su propia respiración.

Con decisión y cautela, se acercó a cada objeto en busca de algo que pueda cumplir su propósito, sin dejar de tener en cuenta los riesgos que enfrentaba en medio de la oscuridad y el desconocido ambiente.

La tensión aumentó con cada segundo, y Jack sabía que el tiempo no estaba de su lado. Su mente se concentró en la tarea a mano, bloqueando las preocupaciones y los pensamientos que intentaban infiltrarse. En su interior, la urgencia y la determinación luchaban por dominar mientras siguió su búsqueda de una solución para abrir la puerta bloqueada.

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