Cuando la muerte desapareció

By onrobu

3.3K 464 390

¿Qué harías si, durante una maratón de películas de terror con tus amigos, empiezas a escuchar ruidos en la p... More

Prólogo
PRIMERA PARTE: Una pieza clave en el juego
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
SEGUNDA PARTE: Búsqueda y huida
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
TERCERA PARTE: Las marcas que deja en la mente
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
CUARTA PARTE: La muerte
Capítulo 48 (I)
Capítulo 48 (II)
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52

Capítulo 13

33 10 12
By onrobu

Los labios de Alma se tintaron de rojo, su mirada se desenfocó, y mientras poco a poco su cuerpo se desconectaba de la realidad, el chico volvía a ella.

El ataque había sido rápido, animal, puro impulso. Tan pronto había conseguido la fuerza suficiente para levantarse se había lanzado hacia la parca en un movimiento descontrolado, desesperado. En ese momento se tomó el tiempo necesario para disfrutarlo.

A pesar de que su cuerpo seguía sacudiéndose sin pausa, presa todavía de los espasmos que lo recorrían, se limpió la mano empapada de sangre en la camiseta como quien se las seca tras limpiárselas con agua y jabón. Sin sentimiento, sin importancia.

No había humanidad en su rostro, no había nada más que unos ojos vacíos y esa sonrisa taimada.

Isaac entendió entonces que no sentía dolor. Que los gritos habían sido de furia.

La sonrisa del chico se ensanchó al contemplar la escena. Con interés. Con hambre. Le recordó a un niño contemplando como una mosca intentaba infructuosamente volar tras haberla aplastado contra la mesa.

Alma y él eran esa mosca.

La determinación lo invadió. Tenía que llegar hasta ella. Tenía que llegar hasta Alma.

Colocó ambas manos en el suelo y se impulsó hasta levantar el torso. Con un nuevo gruñido de dolor consiguió ponerse en pie, encogido, vacilante, débil. Alcanzó a dar un par de pasos cuando finalmente su cuerpo se rindió y acabó desplomándose a poca distancia de ella.

Tardó unos segundos en imponerse al dolor y conseguir volver a enfocar la mirada. Supo que no podría volver a ponerse en pie. 

Empezó a arrastrarse penosamente. Tenía que llegar hasta ella.

Había afirmado... había afirmado no poder morir... Y, sin embargo, sus respiraciones eran cada vez más espaciadas entre sí, más superficiales.

Sus ojos habían dejado de ver, la mirada perdida en el techo del aula.

Bajo la atenta mirada del chico continuó arrastrándose, empujón a empujón, cada uno más difícil y doloroso que al anterior. Todos y cada uno de los huesos de su cuerpo chillaban a cada movimiento. La visión se le emborronaba. La cabeza daba vueltas. Una presión creciente en el pecho.

No paró, y finalmente se encontró delante de quien había actuado como su protectora.

Entonces la duda apareció. Sus manos quedaron suspendidas en el aire durante unos segundos, inseguras de cómo proceder, hasta que su instinto tomó las riendas. La cogió de sus los y colocó su cuerpo encima de sus piernas para poder presionar la herida de su abdomen con todo su peso.

La sangre vistió sus manos con guantes de seda roja. El perfume del hierro invadió sus fosas nasales remplazando todo rastro del olor de humo.

Y mientras trataba de evitar que la vida escapara de entre sus dedos, el chico daba vueltas a su alrededor como depredador a sus presas. Examinándolos con curiosidad. Examinándolo con curiosidad, con atención. Parecía estar buscando algo. Alma lo había contemplado de la misma manera durante el incidente. Justo cuando había afirmado que 'era diferente'. Significara lo que significara eso.

Intentaban discernir algo. Analizarlo.

Apretó con más fuerza, mas la sangre seguía manando, espesa, caliente, sin pausa.

El chico paró justo delante suyo. Durante unos segundos su rostro volvió a desaparecer, sustituido por la misma máscara bulbosa de putrefacción y venas hinchadas que Isaac había creído alucinar. Al recuperar las facciones humanas, sonrió de nuevo.

Cruel. Atento.

Expectante.

Y entonces, habló.

—Tenemos a tu hermana. —Un espasmo más intenso que los anteriores lo sacudió antes de que pudiera continuar—. Cascades Hwy número quinientos cuarenta y dos. Tienes dos días para entregarte antes de que se convierta en un juguete desechable.

Se tomó unos segundos para contemplar su horror, para sonreírle con burla. Y entonces el espasmo que lo estremeció fue tan intenso que lo obligó a dar un par de pasos atrás en un intento de evitar caer.

No lo consiguió. Se desplomó en el suelo y empezó a convulsionar con movimientos exagerados. Sus ojos se volvieron blancos, sus manos empezaron a arañar el suelo sin control, su rostro se contrajo y cuando la mandíbula se le dislocó en un grito mudo una espesa bruma negra empezó a salir de ella.

Como si contara con vida propia surcó la clase hasta encontrar una pequeña fisura en el margen mal ajustado de la ventana y dejar atrás el aula.

El chico quedó completamente inmóvil en el suelo.

Isaac alternó la mirada entre la ventana y el chico antes de volver bajarla hasta sus manos.

Un ruido lo obligó a girarse hacia la puerta. Solo al verla acompañada de Naia y Áleix reparó en que Asia había desaparecido. No lo había notado, no la había sentido. Su mente era incapaz de reaccionar, de entender y procesar lo que estaba ocurriendo. De aceptarlo.

Los observó realmente sin verlos mientras sus rostros se contraían con confusión y espanto al observar una escena que no eran capaces de entender. Alma, desangrándose en brazos de Isaac, este, pálido, demacrado y conmocionado a partes iguales, y un chico, tendido en el suelo a pocos metros con los miembros retorcidos y la camiseta ensangrentada.

Las preguntas los paralizaron en la puerta durante unos segundos. ¿Qué había sucedido? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué debían hacer?

La alarma de emergencias seguía sonando a toda potencia en el pasillo, pero los gritos se habían ido acallando paulatinamente.

Isaac seguía presionando el vientre de Alma mientras la vida se escapaba rápidamente entre sus dedos, cuando notó como el cuerpo de la parca empezaba a tensarse, a tensarse, a tensarse. Bajó la vista solo para que el peso entre sus brazos se esfumase de golpe. Alma había desaparecido.

Y en ese preciso momento el chico comenzó a gemir de dolor al recuperar la consciencia.

E Isaac finalmente reaccionó.

«Elia».

No pensó, no meditó las opciones ni consideró lo que iba a hacer. Se dejó llevar. Se obligó a dejarse llevar, a no pensar. A actuar.

Con un gruñido de dolor y rabia se levantó con dificultad y con pasos tambaleantes pero determinados recorrió la distancia que lo separaba del chico.

Se lanzó contra él de la misma forma en que él lo había hecho contra Alma. Se desplomó al hacerlo, y, aun así, con tanta fuerza como fue capaz de conjurar empezó a golpearlo.

Por Alma, por Elia, por él mismo. Para ver borrada su sonrisa taimada, su superioridad, su calma.

La nariz del chico estalló, su labio y ceja se partieron. Y siguió golpeando una y otra vez. Sin gritar, sin sentir, sin pensar, sin ver. Sus puños subían y bajaban. Una y otra vez.

No sintió como sus manos se manchaban de sangre, ya lo estaban. Pegajosas, húmedas, resbaladizas. Los nudillos empezaron a dolerle, mas no lo procesó. No lo sintió.

Una y otra vez.

Naia fue la primera en reaccionar. Se tiró contra él en un intento infructuoso de pararlo. Un codazo involuntario le partió el labio. Se tambaleó hacia atrás llevándose las dos manos inconscientemente hacia la boca.

Áleix tampoco lo logró.

Y entonces intervino la policía.

Centrados como habían estado en los hechos que ocurrían dentro de esas cuatro paredes, ninguno de ellos había reparado en las sirenas que se escuchaban de fondo por debajo de la alarma de emergencia ni en las luces azules y rojas que brillaban a través de la ventana.

Tres agentes cargaron contra Isaac, pero hizo falta un cuarto para inmovilizarlo y alejarlo del chico. Había perdido la consciencia, su rostro convertido en una masa hinchada y sanguinolenta. Sus extremidades retorcidas fracturadas por varios puntos.

Cada una de sus respiraciones irregulares venía acompañada por un preocupante silbido.

Con la policía no tardó en aparecer también el personal sanitario y rodearlo con rapidez. Hubo alguna que otra exclamación de sorpresa y horror.

E Isaac, ajeno a la escena, contempló como intentaban salvarle la vida al mismo monstruo que había intentado tomar la de Alma, la suya. La de su hermana.

Una vez separado del chico no ejerció resistencia alguna, las fuerzas abandonándole por momentos. Se desplomó entre los brazos de los agentes. Empezó a temblar.

Naia y Áleix también fueron custodiados y esposados.

Y mientras tanto, Asia observaba sin ser vista, la única libre pero la más limitada de todos.

Alternó la vista entre las tres únicas personas de la sala que podían verla. Ninguna de ellas reparó en ella: Isaac tenía la mirada perdida, y Naia y Áleix intentaban responder las preguntas que les formulaba uno de los agentes muy conscientes de que, ni sabían lo que había ocurrido, ni podían contarlo si no querían ser tomados por locos. Sin haber pactado una historia antes iba a ser muy difícil no caer en contradicciones o afirmaciones que pudiesen perjudicar a Isaac.

Y si bien no comprendían en absoluto lo que había ocurrido, qué pintaba ese chico o por qué Isaac le había dado una paliza, habían visto a Alma. Algo grave había sucedido. Lo sabían.

—¡Le digo que no lo sé! Hemos llegado cuando ya se estaban peleando. —Mentira—. Pero algo debe haber ocurrido, Isaac no es así... es la persona más calmada y comedida que conozco. Se lo juro, a veces parece que no tenga sangre en las venas. ¡Puede preguntárselo a cualquier profesor! ¡Todos le dirán lo mismo! ¡Te lo juro, de verdad! ¡Algo debe haber ocurrido!

—Claro que ha ocurrido, tiene la mitad de los huesos rotos... —Por más que quisiera disimularlo había horror en su voz—. ¿Quién es el chico? ¿Por qué se han peleado?

«No lo sé, de verdad que no lo sé» «Puede que sea de décimo grado» «¡Y yo qué sé!» Naia y Áleix hablaban a la vez.

Asia se acercó a ellos solo para descubrir que no podía hacer nada. Si se fijaban en ella podía llegar a ponerlos en problemas. No podían mirarla ni hablar con ella delante de los agentes que los interrogaban.

No dudó. Se dirigió hacia Isaac con determinación, se arrodilló delante de él, le colocó ambas manos en el rostro y le alzó la cabeza para obligarlo a mirarla.

—¡¿Qué ha pasado cuando me he ido?! —Al ver que no le respondía volvió a insistir—. ¡¿Qué ha pasado?!

—Tienen a Elia... —murmuró—. Tienen a Elia...

—¿Qué dices? —preguntó uno de los agentes inclinándose hacia él.

—Tienen a mi hermana... Tienen a Elia... Se la han llevado...

El agente iba a pedirle que lo repitiera, que había mucho ruido y no le escuchaba, cuando un bombero entró en el aula pidiéndoles desalojarla. La alarma de emergencia había empezado a sonar al declararse un incendio en uno de los cuartos de mantenimiento, y si bien estaba controlado y no suponía un riesgo alguno, siempre era mejor prevenir incidentes.

En ese momento se desconocía si había relación alguna entre los dos acontecimientos o si era simple coincidencia.

En todo caso, Isaac, Áleix y Naia fueron escoltados fuera y posteriormente subidos a dos coches patrullas que los llevaron a lo comisaria.

Asia solo pudo observar como se alejaban.



Y este decimotercer capítulo supone el fin de la primera parte.

Esto no quiere decir que vaya a haber un parón en los capítulos ni ningún cambio, solo que la historia da un giro importante y que pronto vais a conocer a nuevos personajes.

Aprovechando este cierre:

¿qué os está pareciendo la historia?

¿Hay algo que no se esté entendiendo?

¿Puntos fuertes? ¿Puntos débiles?

¿Algún comentario?

Todas las opiniones (respetuosas, obviamente, ya sean positivas o negativas) me ayudan a mejorar, así que si dejáis un comentario me ayudáis muchísimo.

Gracias por haberle dado una oportunidad a la historia, y preparaos: se viene tormenta.

onrobu 

Continue Reading

You'll Also Like

248K 36.4K 47
•∘˚˙∘•˚˙∘•ꕥ 𝐍𝐔𝐍𝐂𝐀 𝐅𝐔𝐈 𝐓𝐔𝐘𝐎 ꕥ•∘˙˚•∘˙˚•∘ Park Jimin un joven que es obligado por su familia a contraer matrimonio con un hombre mayor que e...
2M 37.6K 12
Ansiosa por tener una nueva vida, Calipso, la supuesta diosa del agua, huye de su templo con un sucio e hilarante ladrón de joyas, Odín. Pero pronto...
21.3K 1.9K 13
Harry no podía evitar sentirse culpable cuando se despedía de los Weasley y en el andén cada año al finalizar las clases. Todos le dedicaban miradas...
26.8K 3.9K 44
Un simple apocalipstis arruino la vida en Seúl sino en el resto del mundo, personas que tras morir despertaban con ansias de matar para comer a otros...