Atándonos

By LadyFrancesca0912

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Ella decide hacerse la inseminación artificial para lograr su sueño, su sueño sin necesidad de un hombre. Pe... More

Prólogo
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"Porque eso que nos ata ahora es mucho más fuerte"
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Final
Epílogo

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By LadyFrancesca0912

Tohbías

Mis ojos aunque ya no la ven directamente, no dejan de proyectar su deliciosa imágen a mi mente una y otra jodida vez, sus firmes tetas redondas, su cabello rojo caído hasta su cintura lleno de rizos grandes, sus labios rojizos debido a nuestros besos, y en sus ojos se reflejaba ese deseo por mí y que corría todo su cuerpo, como malditas corrientes que llegaban directamente hasta mi entrepierna.

¡Maldición!

Acabo de meter la pata bien metida hasta el fondo, jamás pensé que fuesemos a acabar cogiendo de esa forma. Aunque yo lo llame coger, mi interior expresa a gritos su descontento pues sabe que fue algo más que coger. Me perdí en cada curva, cada poro, cada lunar, cada beso y cada sonoro y jodidamente placentero gemido salido de su boca.

¡Esa mujer tiene demasiado poder sobre mi cuerpo!

Quiero no llegar a pensar que cuando se desnuda ante mí, tiene incluso más poder que yo mismo. Irónicamente es como estar completamente ebrio, te vuelves aún más sensible a todo y no estás en tus cinco sentidos, dejas tus emociones mandar por sí mismas.

Y ella para mí es como ese alcohol que hace que hombres vayan a terapias para limpiarse de él, porque con solo olerlo es imposible no desfallecer y caer de nuevo bajo su puto dominio.

Camino por el oscuro pasillo hasta que entro a otra habitación de la casa, pedí a Lulú que bañara al niño y luego lo trajera hasta acá. Al entrar veo que no ha llegado, voy directo al baño a quitarme su aroma de encima, siento cada que respiro su olor y me hace cada segundo replantearme la idea de no volver a hundirme dentro de ella.

Nunca antes una mujer había logrado tanto sobre mí, más que una simple erección. Pero ella con solo estar estar a mi lado es como si fuese la maldita Mano de Midas, una mano de oro que todos querían tener. Hubieron hasta ladrones en su búsquedad y muchos perdieron la vida por ella, aunque valiosa y infinitamente dorada con solo tocarla perdías la vida, te convertía en oro y todo por dejarte envolver con su brillo.

Molly es eso, infinitamente ella e inalcanzable para mí, con solo rozarla mi vida cayó en un profundo precipicio. No puedo sacarla de mi jodida mente un puñetero minuto y me jode. El agua cae a chorros sobre mí y lavo mi cuerpo echando más gel de baño de lo normal.

¿Qué mierda quiere?

¿Volver juntos solo porque follamos?

Mi pecho se aprieta un poco al pensar en lo feliz que se sentía justo luego de correrse, estaba radiante y me jode que nuevamente llore por mi causa. ¿Pero qué más quiere?

Solo el hecho de pensar lo apretada que estaba cuando la penetré, su chillido de dolor por poco me hace perder la cabeza. Fue como una puta confirmación de lo que antes dijo, nadie más ha entrado en ella en cinco largos años y un sonoro suspiro sale de mis labios al sentirme bien con eso.

Me arde internamente la idea de que otro haya estado antes donde yo hace unos instantes, disfrutando de sus gemidos, de sus orgamos, de su mirada corrompida por el placer.

Pero Molly fue clara y determinada al decir que no volvería a suceder sino dejaba a Alara. Y de por mí esto que sucedió no volverá a ocurrir. No voy a caer de nuevo entre sus piernas y llevarlo todo al traste.

Soy un hombre que mantiene su palabra y ella conmigo no va a hacer lo que se le da la gana. Sé que si le pidiera a Máximo ladrar como un perro al instante lo haría, pero no es el caso conmigo pues no soy hombre que se deje dominar por las que usan falda.

Y por lo que veo está adaptada a eso, a tener a todos rendidos bajo sus encantos, incluso hasta mi padre la trata con tanto cariño que hierve mi sangre al solo verlos. Pero conmigo el cuento es más corto, yo no soy lo que ella está adaptada.

<<—Sigue durmiendo de se lado de la cama Tohbías —habla con ironía mi voz interior.>>

Bufo hastiado de que mi mente solo piense en ella, salgo fuera envuelto en una toalla y mi pequeño ya está acotado pasando los canales del televisor.

—Este sí funciona bien papi —declara y rio.

Nuevamente la espectacular vista del trasero de su madre cuando se inclinó aquel día tras el televisor, viene a mi cerebro demasiado nítida para mi gusto. Mi polla se remueve con lo que se proyecta en mi cabeza, pero paso mi mano por mi pelo para centrarme en otra cosa.

—Dormirás hoy con papá Tohb —le digo y sus ojitos me fijan ahora.

Su ceño se frunce y hasta deja caer el mando.

—¿Y mamá? —pregunta casi al instante.

—Ella dormirá en otra habitación.

—Yo quiero que duerma aquí —pide.

Espero unos segundos en un silencio abrumador, mirando solo atentamente los ojitos que pone. Tuerzo los míos y cedo al fin.

—Está bien, ve a buscarla mientras pongo mi pijama. —Chilla con tanta euforia que sale corriendo al segundo fuera de la habitación.

Voy a por mi ropa de dormir y pongo el patalón pijama dejando mi pecho al descubierto. Escucho los murmullos fuera y justo mis ojos se fijan en la silueta que aparece en la puerta de esta habitación. Molly con su cabello suelto que llega a su cintura, está riendo con nuestro hijo. Sus preciosos ojos se iluminan al hablarle y luego me fijan a mí.

Su mirada se torna seria al instante y entra suavemente dentro. Nuestro pequeño la jala con sus manitas y ella ríe con sonoridad por su acción. Mi corazón se acelera al ver la escena.

¿Por qué nunca me sonríe así? Sus carnosos labios bordean todos sus dientes dejándome hipnotizado completamente.

¡Esta jodida mujer!

—Vamos a dormir juntos —expresa Tohb trepándose en la cama.

Ella entra cautelosa y con torpeza. Noto cómo se pone nerviosa con mi mirada sobre ella. Pienso en su vestido de dormir, debería quemarlo, no me hace bien verla con él. Sus pezones se marcan sobre la tela y casi se transparentan. No soporto que alguien mas pueda verla así.

Malcom fue quien trajo algunas cosas que ella mandó a preparar con la señora Maddison para poder pasar la noche y varios días más aquí.

Otra vez su imágen llega a mi mente, Molly completamente desnuda entre mis brazos y suspirando por lo que le hacía sentir.

La madre de mi hijo se sube a la cama y queda el espacio justo al lado de Tohb. Me recuesto en él. Nuestro hijo se sienta y nos mira a los ojos con tanta felicidad que algo dentro de mí se aprieta.

¿Cómo diablos le voy a decir que vamos a separarnos? A pesar de que estuve lejos de ellos... ¿Cómo le explico que tengo otra relación y lo fuerzo a entablar una relación con otra mujer que no es su madre? ¿Cómo mierda le hago sentarse en un tribunal para que decida con quién quiere estar? ¿Por qué tengo que ponerlo a él en esa situación?

Trago grueso porque su manita va a mi mejilla. Odio que toquen mi cara, en cambio su gesto me parece tan cálido que no la quito al contrario, le sonrío y lo jalo hasta abrazarlo. Beso su cabecita llena de pelo rojo y él también me devuelve el abrazo.

Su madre nos mira y en sus ojos veo tanto que tengo que apartar la mirada.

—Te amo Tohb —confieso a mi pequeño hijo.

—¿Vamos mañana al zoo papi?

Su ilusión es tanta que a cada cosa que pida me es imposible resistirme. Accedo y así pasamos la noche, durmiendo los tres juntos simulando que somo una familia cuando distamos mucho de serlo.

Molly

Los días pasan y pasan y con ellos se acaba justo mañana el mes del que hablamos Tohbías y yo. Ya no sé la manera de encontrarme con Reinalds para conversar, porque aunque estamos aún en la mansión nunca me lo cruzo, solo en horarios de comida, cuando está con el niño o reunido.

Me frusta y no me huele nada bien que literalmente huya cada vez que le pido charlar. Él debe saber las razones de la conversación que quiero tener. ¿Sino tiene nada que esconder por qué huye?

Con Tohbías nada más íntimo ha vuelto a suceder, porque he mantenido mis distancias y él también. Él se la pasa en el trabajo y cuando llega casi siempre está con Tohb, o sea, los tres juntos y agradezco que nada haya vuelto a suceder.

Sé que sigue con la mujer esa que vi aquel día y por tanto odio a los hombres que se sirven de dos mesas. También sé que mañana tendré que marcharme ya y Max tiene todo preparado para vernir por mí en cuanto lo llame. Tenemos que comenzar los trámites del divorcio, me pesa pero no puedo forzar nada a que sea como yo quiero, él está mejor sin mí.

Y me duele más por nuestro hijo, hemos estado durmiendo todos juntos en la antigua habitación nuestra en la mansión. Su ilusión es tanta que no quiere pasar tiempo casi conmigo, está muy feliz con su padre y me alegra muchísimo que así sea.

Ahora estamos sentados mi pequeño y yo en el banco bajo el cerezo. Justo mañana empiezan nuevamente sus clases y gracias al cielo se ha ido adaptando al nuevo instituto. Lulú la sirvienta más vieja en esta casa llega hasta nostros con una bandeja de panecillos.

La pone justo a mi lado y llamo a Tohb para que venga a comer. Suelta el control remoto del helicóptero y come junto a mi los dulces.

—¿Te gusta vivir aquí Tohb?

—Sí, me gusta vivir con mamá y papá —canturrea con dulzura.

Justo en este mismo banco su padre tomó iniciativas para seguir luchando juntos, en este mismo sitio su padre inistió en conocernos y abrió puertas a formar lo que una vez fuimos.

Mis ojos se empañan pero no doy pie a volver a llorar por lo mismo.

Cuando terminamos de comer siento unos tacones sonar bajo las piedras del camino hasta acá. Me giro y mis ojos se abren al verla. Una furia interna empieza a crecer dentro de mí y su sonrisa estampada en sus labios me enfurece aún más.

Su cabello rubio perfectamente rizado hasta la altura de sus prominentes pechos. Usa un vestido hasta las rodillas y tan estrecho que enmarca cada una de sus curvas. Luce alta y elegante, cierro mis manos en puños de forma inevitable. Es como algo que no está en mí porque me enfurece estar solo a tres metros de su presencia.

Mi pequeño la mira con el ceño fruncido hasta que llega a nuestro sitio. Ella sin pedir siquiera permiso se sienta en el espacio libre del banco y mira con los ojos muy abiertos a mi hijo.

—Hola Tohb, ¿cómo estás? —pregunta con una voz tan farsa que me dan náuseas solo de escucharla.

—Mi nombre es Tohbías —replica mi pequeño.

Rio para mis adentros pero le regaño.

—Tohb sé educado.

—No te precupes Molly, ya se adaptará —habla Alara restándole importancia.

Y su tono usado es como si fuesemos las mejores amigas de toda la vida.

—Mira lo que traje Tohbías. —Levanta sus manos enseñando la caja de bombones. —Tu papá me dijo que te encantaban los dulces.

Mi hijo aún está cortante con respecto a ella y ni una atisbo de sonrisa siquiera se dibuja en sus labios. La rubia abre la costosa caja y los muestra, casi todos son de fresa con chocolate. Tohb refunfuña al verlos y se cruza de brazos ante ella.

—No me gustan.

—¿Por qué? —pregunta Alara y su rostro decae.

—Él es alérgico a las fresas —respondo por él.

Sus ojos examinan toda la caja y con su dedo toma uno y se lo tiende.

—Mira este es de café.

Pero mi hijo de un tirón lo tira al suelo, me impresiona tanto su reacción que me pongo de pie al instante.

—Dije que no quiero –le grita a la rubia.

Ella se queda atónita mirándole y justo cuando voy a decirle algo, Tohbías llega y se sitúa a su lado. La rubia no tarda en ponerse de pie e irse hacia sus brazos. Llora abrazándolo con fuerza bajo la atenta mirada de nosotros.

El padre de mi hijo solo se mantiene derecho viendo todo el tiempo a Tohb.

—Le traje bombones pero él me trató mal y ni siquiera los probó —solloza con fuerza.

—Tohbías —regaña a mi hijo.

Algo dentro de mí quema tanto que me hace actuar.

—Él está educado a no tomar nada de extraños, aunque también es alégrico a las fresas —refuto y la mujer se separa.

Sus airados ojos llenos de lágrimas me miran de forma furiosa. Tohbías está tan serio que me siento intimidada por un momento, pero no lo permitiré.

—No te dije que debías esperar —recrimina Tohbías a la rubia.

El semblante de la misma cambia drásticamente cuando le mira.

—Solo queda un día, solo veinticuatro horas amor —balbucea tal cual adolescente comenzando una relación.

—¿Por qué ella te dice amor papá? —inquiere nuestro hijo interrumpiéndonos a todos.

Sus ojitos dudosos los miran saltando de uno en otro.

—Ella... ella es...

—Yo soy su mujer Tohb y es hora de que te vayas haciendo ideas. Tu papá y tu mamá no están juntos —contesta la rubia usando un tono tan fuerte que mi hijo se asusta.

—¡Cómo te atreves! —exclamo gritándole a la mujer por tal atrevimiento.

¿Quién mierda se cree que es?

Cuando voy a dar dos pasos más cegada por la furia que nunca antes había sentido contra nadie, y que justo levanto mi mano, el cuerpo fornido del padre de mi hijo se interpone entre la rubia y yo.

Agarra mi mano en el aire, y mis ojos se cristalizan atropelladamente. Duele vivir esto, duele cómo la defiende incluso aunque nuestro hijo esté de por medio.

—¡Suélt...

No termino porque el correr de Tohb gana mi atención y de un tirón suelto el agarre de la mano de su padre, y salgo tras mi pequeño.

¿Por qué tenía que saberlo así de esta forma?

¿Por qué su padre permitió esto?

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