Tobhías
Esto es realmente incómodo, por mi parte debo confesar que nunca esperé que ella estuviese aquí, le dije ayer en la noche que vendría de regreso hoy, pero ni siquiera dije cuando. Las dos mujeres acaparan toda mi atención, sus ojos lanzan dagas hacia ellas mismas.
Son mujeres demasiado diferentes. Molly tiene su cabello casi color cereza, es rojo pero se ve que es teñido, ella por naturaleza es castaña y de ojos cafés, en cambio Alara es mucho más alta que la madre de mi hijo (y de menos curvas también), y sus ojos son azules oscuros. Son literalmente polos apuestos en aspecto.
No soy un hombre de exteriotipos femeninos, solo me llevo a la cama la que llame mi atención sea rubia, morena, pelirroja o trigueña.
Mi pequeño también mira con cara de muy pocos amigos a la rubia, cosa que me hace reír internamente.
—Vamos a instalarte campeón. —Lo tomo en mis brazos y lo llevo hasta lo que será su nueva habitación.
Todo después de la ida de Molly de este lugar, que aunque no recuerde su estadía acá en realidad sí noté que vivimos aquí algún tiempo. Ella arregló la habitación del pequeño dejándola instalada para su llegada. No moví nada de lugar, solo cambié las cosas de bebé por un infante un poco más crecido ya.
El azul oscuro y blanco en las paredes, hacen que dentro de mí sienta algo cada vez que pongo un pie en este sitio. Es como si algo me gritara a lo lejos pero no fuese capaz de llegar a escucharlo.
Los juguetes en su sitio, el estante y la cama con forma de auto lucen pulcramente ubicadas. Mi hijo salta casi de encima de mí para ver de cerca su cama, pero lo que más llama su atención es el gran helicóptero que mandé a comprar especialemente para él. Está sobre su mesa de estudio.
Es bastante grande y es por control remoto, chilla eufórico y el cachorro suyo entra tras él. Bufo para mis adentros al tener que lidiar ahora con dos animales dentro de mi casa.
—Cariño me voy, luego podemos cenar juntos —habla la voz fina de Alara a mis espaldas.
Me giro y asiento de forma seria, Molly hace acto de presencia y sus ojos se quedan asombrados mirando todo minuciosamente. Noto sus ojos casi empañarse y cuando mi cuerpo casi quema al verla derramar una lágrima, el carraspeo de garganta que hace Alara, me recompone.
—Luego me llamas amor –susurra depositando un beso en mi mejilla.
Ninguna de las acciones que hace pasan desapercibidas ni para la madre de mi hijo, ni para mi hijo.
—Nos vemos Tohb —se despide Alara del pequeño y este quita su cara cuando ella va a besar su cachete.
Cuando la rubia se endereza puedo notar el desplante y el mal rato que le hizo sentir dibujado todo en su rostro, pero fuerza una sonrisa y sale caminando fuera. Nadie dice palabra alguna hasta que se escucha la puerta principal cerrarse.
Los ojos de Molly me fulminan de tal manera que tengo que bajar la mirada, no porque esté apenado sino porque esto pensé que sucedería más adelante no ahora. No cuando traje a mi pequeño y me besé con su madre (sin hablar de lo otro que no vio), hace tan solo días atrás, frente a él.
No quiero confundirlo ni que piense lo peor de su padre, por tanto debo hablar con Alara y manterla alejada de él al menos por este mes. De igual manera él se va a tener que adaptar a ella, porque de todas las que han pasado por mi cama ella ha sido la X constante.
—¿Dónde dormiré yo? —inquiere la madre de mi hijo.
Trago grueso porque olvidé por completo que este sitio tiene solo dos habitaciónes, en sus principios tenía tres. Sin embargo, la convertí en un despacho hace años atrás. Ella al parecer sabe exactamente eso y me mira cruzando sus brazos en forma de jarra.
—Acompáñame por favor —pido y salgo fuera dejando a Tohb dentro.
Mi pequeño en cuestión de minutos logró prender el avión o helicóptero y ya logró volarlo. Me impresiona que con solo cinco años tenga la capacidad de hacerlo por si mismo.
Abro la puerta de mi habitación y Molly entra tras ella. Cierro para que no escuche nada nuestro hijo.
—¿Y bien? Sé perfectamente que solo hay dos habitaciones —expresa con seguridad.
—Sí tienes razón, pero pensaba cederte mi cama. Mis planes son instalarnos en la mansión dentro de una semana —le digo y noto que sus ojos recorren en lugar con atención.
Luego de unos segundos mirando todo con detalle, suelta un suspiro cargado de muchas cosas.
—Veo que cambiaste cosas —afirma y levanta una ceja.
—Sí, estaba muy colorida para mi gusto —comento.
—Nunca te quejaste por ello, al contrario te encantaba cómo la pinté —replica.
Tuerzo los ojos odiando nuevamente caer en mi yo pasado. Ese hombre que estuvo con ella no soy yo, ni siquiera logro entender cómo hizo tantas estupideces: dejarse drogar por Ellie, y hasta dejar de hacerse la quimio meses antes de conocerla, solo porque no tenía ganas de vivir. ¡Ni siquiera lo entiendo!
—Dormirás aquí y yo fuera —hablo cambiando de tema.
—Pero...
—No te preocupes, yo fui quién te traje hasta acá, así que es mi responsabilidad —declaro bajo su mirada café.
—Está bien.
—Tengo que trabajar hasta tarde, no me esperen para cenar. Maddison preparó la cena antes de irse —añado y bajo su penetrante mirada, me giro para salir a la empresa.
Sin embargo, su mano detiene la mía y vuelvo hasta mirar su rostro.
—No tienes que excusarte con trabajo, ni preocuparte por nosotros. Estaremos bien ve y disfruta con tu mujer —manifiesta la madre de mi hijo haciendo énfasis en las últimas dos palabras.
Ladeo una sonrisa porque su forma de decirlo suena celos por todos lados.
—¿Es gracioso? —refuta y su tono de voz se va alzando.
Río por su ataque de pronto y niego con mi cabeza sin dejar de verla mientras lo hago.
—La verdad es que es muy gracioso que te moleste ahora a quién me esté tirando, cuando nunca te importó querer estar en su lugar. ¿Ahora es que te pica? —bufo con ironía.
Sus ojos se agrandan debido a mis palabras, luce realmente conmocionada.
—¿Dejarás alguna vez de sacarme eso en cara? —señala ahora.
Me pongo serio en cuestión de nanosegundos.
—Cuando tú dejes de reprocharme cosas y de hacer el papel de víctima. Vete adaptando porque esa mujer pronto será la que tenga mi apellido junto a su nombre.
La furia que desprende ahora es inaudita, está realmente airada debido a mis palabras y es que ni yo puedo dejar por cinco segundos de lastimarla. ¿Por qué siento una necesidad de hacerla pagar por lo que me hizo sentir cuando desperté?
—No voy a darte el divorio Tohbías —zanja dejándome a mí ahora de piedra.
¡Qué!
—¿Qué mierda dijiste? —mascullo entre dientes porque no quiero alzar la voz.
Pero esto ya está pasando de castaño a oscuro y no lo voy a permitir.
—Lo que oíste, no voy a darte el divorcio. Seguiré siendo tu esposa —ratifica con determinación.
Camino poco a poco hacia ella y noto cómo va bajando la mirada al suelo, la valentía que antes tenía ahora se fue a sus talones.
No sé por qué me pone verla reaccionar así ante mí, tan pequeña entre mis brazos, me vienen a la mente destellos de su diminuta vagina siendo embestida por mi gran polla. A veces tengo esos flashbacks que pasan frente a mí como si fuesen cosas vividas.
Antes pensaba que quizás solo eran recuerdos con otras mujeres, pero luego me di cuenta que era la misma vagina siendo penetrada por mí, y cuando la vi a ella supe en realidad a quién pertenecía. Mi yo pasado debía haber estado hasta las trancas con esta mujer, porque de tantas cosas que podría recordar, ¿recordar precisamente eso?
—¿Y qué lograrías con eso Molly? —murmuro ahora pegándola a ella a la pared de la habitación.
Solo estoy a escasos centímetros de su cuerpo, pero el mismo grita al mío que lo toque. Estoy teniendo una maldita lucha interna ahora mismo, y mi mente no ayuda porque no deja de reproducir eso "Mi polla penetrando su coño".
¡Joder!
—Yo... solo yo... —tartamudea aturdida ahora mismo.
Sé que mi aproximación y cercanía la ponen en este estado.
—¿Acaso no te pone ella así mismo a ti? —espeta mi voz interior.
—¿Crees que el hecho de que sigamos casados hará que no siga cogiéndome a Alara? —cuestiono con sorna.
Sus ojos nuevamente se tornan furiosos y veo sus puños cerrarse a sus costados.
—Podrás cogértela las veces que quieras, pero solo yo llevaré tu anillo y solo yo tendré el título de esposa —declara firme.
Río por su reacción, la pone muy de los nervios que mencione a la rubia.
—¿Y a ti cómo te ponía la presencia de Máximo, Tohbías? —ironiza mi conciencia.
Me enfurezco en cuestión de segundos, con solo pensar al tío ese.
—Al final eso hará más daño al niño —determino separándome más de ella.
Su olor me tiene completamente anonadado, debo alejarme o no sé qué podría llegar a suceder nuevamente. Jamás debí meter mi boca entre sus piernas, ahí fue donde fallé, ahora mi mente no deja de imaginarla en todas las posiciones habidas en el mundo.
Su silencio se hace presente con la mención del niño y hace que se le acumulen lágrimas en sus preciosos ojos. Las veo rodar por sus mejillas y ella solo me mira fijo.
—Intentémoslo de nuevo Tohbías —pide casi con la voz en un hilo.
¿Qué? ¿Acaso me está pidiendo ser lo que un día fuimos?
Río con fuerza por sus palabras, no dejo de hacerlo porque solo puedo pensar que está bromeando o que perdió completamente la cabeza. La veo llorar con más fuerza ante mí y cómo sus ojos suplican aún sin su boca moverse.
—Tú y yo nunca volveremos a ser lo que una vez fuimos. Que te quede bien claro Molly, si acaso solo te querría para follar, y en ese caso tengo muchísimas más opciones. Y aún sino me quieres dar el divorcio voy a hacer de tu vida un infierno siendo mi esposa, porque para mí tú en papel de esposa y mujer vales una mierda —decreto y salgo fuera.
Doy un fuerte portón por lo cabreado que estoy y me apresuro necesitando buscar aire. Aún no me creo que me haya pedido tener una familia, cuando ella fue lo que lo jodió todo, tiró ella mismo todo a la mierda nada más que huyendo cuando todo se complicó.
El aire frío de la tarde impacta en mi cara y veo a mis hombre montar a sus autos, llamo para cancelar mi reunión y luego contacto con la única que sí estuvo cerca de mí todo este tiempo. Necesito hundirme en ella para sí poder olvidar a la madre de mi hijo, a la preciosa de ojos cafés que nuevamente ha puesto mi mundo de cabeza.
¡Joder!