Indeleble •Taynic Galikhar•Bo...

Por MrAske

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Desde que miró fijamente la carta que su padre le había entregado, sabía cuál sería su sentencia.   El sello... Más

⊹Guía⊹
♫·♪Playlist♩·♬
Prólogo.
Capítulo 01.
Capítulo 02.
Capítulo 03.
Capítulo Extra.
Capítulo 04.
Capítulo 05.
Capítulo 06.
Capítulo 07.
Capítulo 08.
Capítulo 09.
Capítulo 10.
🎉Especial🎉
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17 [1/2]
Capítulo 17 [2/2]
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Epílogo.

Capítulo 20.

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Por MrAske

   —¡Vamos chicos! —Sam les grita desde la meta. —¡Que no se les acabe el tiempo!  

La brisa de la mañana cortaba el aire y el sol comenzaba a quemar sobre su piel. Estaba en el campo de entrenamiento, rodeado de soldados y reclutas que lo observaban con atención. 

Han estado observándolo más de cerca, desde que los rumores se han hecho presentes.  

Puede escucharlos decir que es el favorito del Sargento y qué, por alguna razón, han sido demasiado ciegos para no verlo.  

Dudan de sus logros. Como si la única manera de ganar en la vida fuera abriéndole o entrando entre las piernas de alguien.  

Sabe que Otto ha hecho que disminuyan los rumores, tiene la certeza y primicia de que el Sargento tiene una omega esperándolo en casa, y aunque lo agradece, también maldice aquello.  

La prueba consistía en evaluar su velocidad y fuerza, dos habilidades esenciales en el mundo de las operaciones especiales. 

Mira de reojo a Lefy, ambos están en posición; con las rodillas dobladas, inclinados hacia enfrente, listo para correr en cuanto Otto use el silbato. 

Llevan puesto el uniforme de camuflaje, él le ha doblado un poco más mangas, se ha ajustado las botas, aunque siente que ha sido demasiado... Se siente tenso y no sabe si es porque Lefy no le ha saludado, ni siquiera lo ha mirado o porque considera que debe ganar.  

Era una cuestión mucho más personal y de orgullo.   

Su mirada se desvía hasta que encuentra los ojos de Lucas, frente a él. Tiene una expresión de miedo o tal vez desconfianza; una mueca en los labios y la frente arrugada, sus manos están juntas y las eleva intentando animarlo. 

Deben correr 400 metros hasta la red que los divide, subirla, bajarla, recoger el listón verde y negro, atravesar una alambrada arrastrándose por el suelo y llegar hasta su compañero.  

El silbato suena y Nick es el primero en salir corriendo, a medida que avanza, siente la presión de los segundos en su contra.  

Sabe que debe mantener un ritmo rápido en la carrera, pero también tiene que conservar suficiente energía para trepar y bajar la red. El sudor empapa su frente cuando sus dedos se aferran al lazo, desvía su mirada hacia atrás, Lefy le va siguiendo los talones, pero no está tan cerca. 

No era una red tan alta, quizá 5 o 6 metros, así que, cuando considera que va a la mitad, a punto de bajar, se deja caer. Cae sobre sus pies, y se desploma en el suelo, cubriendo su cuerpo con sus brazos.  

—¡Vamos, Nick! —Lucas le grita.  

Está cansado, su cuerpo duele, le pesa, como si días anteriores hubiera cargado demasiado, quizá un elefante o dos. Hay dolor visible, pero no se detiene.  

Se incorpora y observa los listones, va primero por el verde, pues es el que tiene más cerca y luego mira a Lefy trepar la red, corre hasta que se aferra al listón negro, los envuelve en sus muñecas antes de ingresar a la alambrada.  

Era una estructura baja que se extendía a lo largo de una larga distancia y estaba cubierta con alambres de púas. La misión era cruzarla, arrastrándose sin tocarlos. 

Escucha los gritos, pero no les presta atención, no puede detenerse un segundo a observar a nadie.  

Tiene que ganar.  

Sam y Otto, junto con Dan, les habían dicho que una vez que uno tomara los listones, el otro solamente debía intentar llegar antes. 

Entonces, cuando siente que es jalado de su pie derecho, se detiene para ver qué pasa, pensando que se ha quedado atorado.  

—¿Qué crees que haces? —le grita a Lefy cuando se lo ve aferrarse a su pie y lo mueve con fuerza, de arriba a abajo, intentando que lo suelte.  

—¡Eres un tramposo! —Lo estira y tiene que aferrarse al suelo como puede.  

Está lodoso, puede sentir como sus uñas se llenan de tierra.  

—¡Lefy, detente!  

La tierra y las piedras se clavaban en sus manos mientras intenta arrastrarse hacia enfrente, esquivando los afilados alambres que pendían peligrosamente sobre él. 

Siente que por cada metro que avanzaba, Lefy lo jala hacia atrás, haciéndolo retroceder dos.  

No sabe cuánto tiempo lleva forcejeando con él, pero, el agotamiento comenzaba a hacer mella y no contaba con una buena resistencia mental, la cual era tan importante como la resistencia física en ese momento.  

Se siente sometido, humillado y por un segundo cree que no puede más. 

La sensación de quemazón en los músculos y las manos eran un obstáculo más que sabía, tenía que superar, pero Lefy, él no estaba en ellos.  

Intentó zafarse de su agarre y le dio una patada, golpeándole el rostro. Siente culpa cuando lo escucha quejarse y está a punto de darse la vuelta para ayudarlo, pero escucha a Taylor al fondo. 

—¿Qué haces? —su mirada se eleva, intentando encontrarlo entre la multitud.  

No han tenido una buena intención últimamente, siente que el hablar de sus sentimientos con el alfa, entorpece la relación, ha intentado arreglarlo, pero Taylor tiene mucho más trabajo que antes, solamente llega a dormir, pero cuando despierta ya no está. Incluso han comenzado a dormir en camas diferentes, para no interferir en los sueños del otro.  

Tal vez, nunca debieron involucrar sus sentimientos.  

—¡Sal ya! —Lucas grita y vuelve a la realidad. Taylor está a su lado.  

Se arrastra y después de lo que parecía una eternidad, finalmente cruza la alambrada. 

Estaba exhausto y cubierto de tierra, sentía el lodo seco en su rostro, pero, ¿qué más daba? Había superado el desafío.  

Los brazos de Taylor lo ayudan a levantarse. 

Siente el impulso de abrazarlo, dejarle un beso en la mejilla y contarle lo feliz que le pone toda esa situación.  

Él es capaz de todo, su condición no es un obstáculo. Pero, se limita a dejarse arrastrar sintiendo el ligero toque del alfa sobre su piel.  

No. No lo puede hacer todo como ellos. Tiene que privarse, incluso, de él mismo. 

Se siente aturdido y cuando busca consuelo, se encuentra con la multitud sobre él, muestran confusión, los ve hablar, pero no lograba escucharlos, parecía como si los hubiera silenciado, lo cual era irónico, porque eso no era posible.  

Hay una sensación de satisfacción y alivio, pero también una mezcla de dolor y miedo. 

—¿Nick? —la voz de Taylor lo saca de golpe de su ensoñación, cierra los ojos. El sonido ha vuelto, aunque en realidad no se ha ido, simplemente su atención se centró en sus sentimientos.  

—¿Lo llevamos a la cabaña? —Otto preguntó.  

¿A la cabaña? No. No quiere estar oculto más. Quiere que lo vean, que sepan, que es un omega el que les ha ganado. 

—No. Estoy bien. —sus palabras salieron lentas, los miró e intento sonreír. —Tranquilos.  

—Denle espacio para que respire y Otto, ver por el botiquín. —Taylor tenía aún sus brazos sobre él. Lo sujetaba con fuerza.  

Lucas llegó con un banco y lo ayudó a sentirse. Un fuerte dolor se hizo presente en su cabeza y llevo su mano hasta ella, intentando cubrirla, pero las notó llenas de sangre, sus ojos las miraron confundido y respiró con violencia.  

—¿Qué es...? —Mierda. 

—Tranquilo. —Sam le dijo, posicionándose frente a él. —No pasa nada, seguro por la adrenalina del momento, no lo sentiste.  

—Lo hiciste, Nick. —Lucas suena orgulloso. —Demostraste velocidad y fuerza. Eso, eso fue increíble. 

—Y arriesgado. Eres un activo valioso para nuestro equipo. —Taylor agregó a sus espaldas. —No vuelvas a exponerte así. 

Quiere decirle que es la exposición más estúpida y débil que debe de haber en toda la experiencia de Castrum, pero Lucas habla primero.  

—Deberías replantearte el quedarte e iniciar como militar.  

—¿Replantearte? —Taylor pregunta. 

—Nick desde que llegó dijo que no se quedaría más del verano y hace unos días se lo dijo a Otto. 

Nick lo mira, haciéndole una señal para que guarde silencio. Mataría a Otto con sus propias manos. 

—Por la universidad. —susurró, casi inaudible. —No me quedaré.  

—Es que, te hubieras visto... —se sentó en el suelo, frente a él. —Superaste el desafío y le demostraste a todos lo que sudaban de ti, tu valía en el entrenamiento.   

Lucas comenzó a preguntarle cómo se había sentido, luego, le relató lo increíble que había sido, como en una película de acción.  

Intentaba distraerlo, lo sabía porque ya no podía sentir a Taylor a su alrededor. La multitud se había ido y únicamente lo rodeaba Sam, Dan, y Lucas. 

Mike, Lefy y Delian no estaban. Taylor tampoco.  

Había preocupación en su rostro, no solo por el dolor, aunque era mayor su desconcierto. No detectaba la zona donde dolía y lo único que sus ojos veían era sus manos, apoyadas sobre sus rodillas, repletas de sangre. No sabe en qué momento sucedió, porque el lazo de la red era áspero, pero no lo suficiente (o eso creía) para cortarle la piel, y aquel enfrentamiento con Lefy, bueno, la tierra tampoco cortaba.  

Otto llegó hasta ellos, sacó alcohol, algodón y vendas.  

—Voy a vaciar un poco. —le informó.  

Asintió y lo vio verter alcohol a chorros sobre sus manos, el dolor era insoportable, soltó un grito, sin poder contenerlo y luego cerró la boca, mordiendo sus labios, intentando callar los quejidos. El líquido se resbalaba y sus manos se limpiaban, había ligeros cortes y quemaduras, pero sus dedos eran los que sangraban.  

—Debiste detenerte cuando Lefy te jaló. —Otto lo regaña.  

—Debía finalizar la prueba. 

—Hay cosas mucho más importantes que la prueba.  

—Bueno, unos cortes sobre la mano no son relevantes. —se encogió de hombros. 

Solo eran unos rasguños. Se supone que, debían estar dispuestos a arriesgar su vida ¿No? 

Poco después, Taylor apareció frente a él, no llevaba la gorra puesta, por lo que pudo apreciar su cabello desordenado, dos mechones cortos le caían sobre la frente.  

Sus manos ya estaban vendadas, casi por completo, el único dedo que quedó en libertad fue el pulgar, aunque Otto había dejado curitas sobre ellos.  

—¿Cómo estás?  

—Estoy bien. —cerró los ojos y suspiró. —No es necesario que se preocupe por mí.  

—¿Otto?  

—He dicho que estoy bien.  

Otto carraspeó la garganta y ambos lo miraron.  

—En realidad tiene razón, son heridas pequeñas, las he vendado para que no se infecten... Aunque tiene un corte algo profundo, largo, en el pie.  

Nick extendió su pierna. Sí, Otto tenía razón, había un corte largo, quizá unos diez centímetros, la sangre apenas comenzaba a notarse sobre el pantalón.  

Así que, eso era lo que le dolía.  

—Bien. —el alfa se hincó. —Vayan con el resto, yo me encargo de esto.  

—¿Seguro?  

—Sí. —comenzó a recoger las cosas que Otto sacó del maletín.  

Nick agitó su mano derecha, como le fue posible, diciendo adiós cuando los tres hombres comenzaron a alejarse. 

—Te vas a lastimar.  

—Solamente son rasguños.  

—Ninguno salió con las manos ensangrentadas como tú.  

—Me gusta ganar con estilo.  

—Me gustaría que ganarás sin hacerte daño.  

—Sabía que no saldría ileso. Tú mismo lo dijiste.  

Taylor lo miró unos segundos, sin entender aquello, antes de centrar su atención al botiquín. Hubo un silencio largo, tenso, dónde el sonido de las hojas y el murmullo del resto se hicieron presentes.  

La brisa del viento era fresca, anunciaba que el verano pronto terminaría. Había ya algunos pinos que comenzaban a pintarse de naranja.  

—Vayamos a la enfermería.  

Se puso de pie y Taylor envolvió su brazo sobre su cintura, ayudándolo a apoyarse. Aquella acción hizo que el cuerpo del omega se sacudiera.  

—No me duele tanto, puedo andar solo. 

—Eso es porque estás tan emocionado por tu victoria, que tu cerebro no siente que tengas una amenaza.  

—¿Y tengo una amenaza? 

—Ahora ya no. —se miraron unos segundos. —No seas orgullos y apóyate en mí.  

El agarre es fuerte y Nick intenta pasar una de sus manos sobre los hombros de Taylor. Se apoya sobre su pie y suelta un quejido. 

—¡Sí duele! —jadea, maldiciendo por lo bajo. —No, yo necesito... eres muy alto. 

Inhala y exhala, tratando de recomponer su respiración. Lleva su mano hasta la cintura de Taylor y se aferra como puede a ella. 

Caminan hasta la enfermería, hay murmullos y miradas sobre ellos, la cercanía es tan habitual para ambos, que olvida que jamás los han visto así. Normalmente, él siempre está a medio metro de distancia, tras Taylor.  

Entonces, quiere saber, si todos los murmullos se deben a que está herido o es porque está aferrándose al alfa.  

—¿Hablaste con Lefy? —pregunta, más por centrar su atención en ello y dejar de intentar escuchar los murmullos.  

Cruzan la entrada y Taylor cierra la puerta, luego lo ayuda a sentarse sobre una camilla.  

—Lo hice. —no parece interesado en continuar, así que insiste.  

—¿Qué le dijiste? 

—Le he puesto una sanción.  

—¿Por qué? 

—Porque se la ha ganado. —lo ve morderse la lengua. —No deberías... 

—¿Qué? ¿Opinar? ¿Interferir en las decisiones de un alfa? 

—Para ellos no soy únicamente un alfa, soy su Sargento.  

—¿Para ellos?  

Un silencio largo se interrumpe. Delian aparece, empujando la puerta con violencia. 

—Me han dicho que estabas aquí. —lleva sus manos al pecho, cubriendo su corazón. —¿Estás bien?  

Taylor se aparta lo suficiente para que Delian llegue hasta él.  

—Estoy bien, no es para tanto. —pone los ojos en blanco. 

—Maldito Lefy. —intenta tomarlo de las manos.  

—No lo hagas. —el alfa le advierte. Delian lo mira y asiente, antes de preguntar: 

—¿Es grave?  

—No. —Nick le sonríe. —Otto dice que son solo cortes, me he roto algunas uñas, o algo así y tengo una herida en el pie.  

—Dios. —la palma de su mano cubre su boca. —En verdad estuvo tan horrible como se vio. 

—Lucas dice que fue increíble.  

Delian y Taylor lo miran en silencio, con una expresión neutra, como si no pudieran encontrar una cómo expresar aquella situación.  

—¿Le ayudo con algo, Sargento? 

—No, me voy a encargar yo.  

—Claro, entiendo. —le da unas suaves palmaditas sobre el hombro al omega. —Espero te recuperes pronto.  

—Gracias, Delian. —le sonríe y sus hombros se elevan, hundiendo un poco su rostro. —Pero hay gente que muere en combate, yo solo me he cortado, no te preocupes tanto.  

Delian lo mira y se limita en sonreírle, luego cierra la puerta tras él y ambos continúan cuando se convencen de que han quedado a solas.  

—¿Qué mierda te pasa? —lo mira con reproche.  

—¿Sobre qué?  

—Estás actuando diferente.  

—¿Y qué se supone que haga? ¿Cómo debo reaccionar?  

—No lo sé, ni siquiera te reconozco. 

—¿Me conoces siquiera? 

—Nick... —intenta acercarse a él, pero se queda a una distancia prudente.  

—No, quiero escucharte, ¿Me conoces? 

—Lo hago.  

—Pues yo digo que no, porque si lo hicieras sabrías que es mi manera de actuar.  

—Es tu manera de ocultarte.  

El pecho del omega se infla. Puede sentir como se quema por dentro, de esas veces en las que la irá le revuelve el estómago. 

—¿Ocultarme? —sus labios se mueven en una delicada perfección, como si estuviera deletreando cada palabra, y sus cejas se elevan.  

—No es lo habitual en un o- 

—¡Claro! ¿Cómo no lo imaginé? —se ríe, pero no lo suficiente alto para que se considere una carcajada, sino una burla. —¡Soy un omega! Debería tirarme a llorar, pedirte ayuda y suplicar que me cures.   

—No. —la frente del alfa se frunce, uniendo sus cejas y creando una mueca en su boca. —Simplemente, considero que estás actuando así para ocultar lo que realmente sientes.  

—Tienes razón, no he hecho más que ocultarme enfrente de todos, porque este no soy yo, porque no quiero ser esto y no quiero estar aquí. —sus manos intentan abrir con dificultad la camisa, le es imposible hacerlo cuando el meñique es el único que tiene movilidad, así que se quita la gorra y la avienta al suelo. —No quiero tener que despertarme cada mañana y sentir que me apagó, como si fuera un muñeco de pilas al que pudieran disfrazar y hacerlo ser diferente. No quiero tener que sentir que desaparezco y no quiero seguir siendo alguien que no soy.  

—Para, Nick. —le dice cuando siente que ha elevado mucho la voz. No está gritando, pero si alguien pasa, podría escucharlos discutir.  

Hay evidente tristeza en el alfa, en su voz y en como lo mira, pero no le presta la suficiente atención.  

—Estoy roto, estoy descompuesto, pero llevo todo el verano intentando arreglarme, intentando ser como ustedes, como tú, y no lo consigo. —suelta una risa floja y deja caer sus manos a un costado, derrotado. —Vamos, pregúntame qué es lo único que he logrado.  

Taylor está con la postura descompuesta, la respiración irregular y puede ver por sus ojos que hay demasiada tristeza en él.  

Niega, incapaz siquiera de hablar.  

—Hazlo, Taylor. 

—¿Qué es lo único que has logrado? 

—Enamorarme de ti. —escupe las palabras. —Siento que... se siente tan mal estar enamorado de ti, porque me han aventado al matadero con la única intención de verme sufrir y yo en lugar de escapar me estoy aferrando a la idea de pasar el resto de mi vida sorteando los colmillos del lobo por ti.  

Siente que ha bajado toda la guardia, pero no se siente libre. No es como se lo imaginó, porque estuvo pensando que al desahogarse aquel sentimiento de inconformidad desaparecería, pero no fue así.  

Hay una opresión en el pecho fuerte, como si alguien estuviera aparentando con fuerza sin ninguna intención de parar, hasta aplastarlo y hacerlo explotar.  

—Por favor, no quiero que digas eso. —Taylor lo mira con tristeza y puede ver algunas lágrimas mojar la finura de sus pestañas rizadas, pero aun así sigue sin acercarse y él no se detiene.  

—Sigo siendo un omega, nunca dejé ni dejaré de ser uno. —se pone de pie. —Yo no pedí estar aquí. No quería, esto simplemente fue un plan horrendo para hacerme recordar el resto de mi vida que jamás podré ser mejor que esto que soy hoy, ojalá nunca olvides eso.  

Se da la vuelta y comienza a caminar como le es posible, ya no solo se estaba tragando las lágrimas por aquella catarsis, sino por el dolor en la pierna. Comienza a dirigirse a la puerta, alejándose del alfa.  

No sabe qué le duele más, si la herida externa o interna o haber visto al alfa romperse frente a él. 

Taylor no lo detiene, ni siquiera se mueve de su lugar, simplemente lo observa y cuando está de pie frente a la puerta le dice:  

—Siéntate, tengo que revisarte la pierna. —habla con calma, manteniéndose sereno. —No te lo digo como tu alfa, sino como tu Sargento. 

Nick se queda de pie, abre su boca, pero no encuentra qué decir. Se lame los labios y tiene que llevar sus manos hacia enfrente, intentando cubrir su estómago.  

Tu alfa. Tu Sargento. No había nada más entre ellos. No había un lazo que los uniera que no fuera el poder y la posición.  

Como alfa podía dominarlo. Como Sargento podía controlarlo. Lo mismo. Y a él como omega únicamente le quedaba obedecer.  

—No. —dice casi en un susurro. —No eres mi alfa. —se gira un poco y lo mira por el rabillo del ojo. — Y a partir de hoy ya no soy más un Recluta, así que no eres mi Sargento.  

—Por favor, Nick. —tiene que tragar saliva antes de continuar. —No hagas esto más difícil.  

—No quiero volver a obedecer una orden, que no sea la de mi propia voz, Taylor. —la puerta se abre y tiene que obligarse a salir. 

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