Luna Nueva (Versión Vida y Mu...

By GioKyrie

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Beau ha pasado el mejor verano de su vida en compañía de su novia Edythe. Sin embargo, enamorarse de una vamp... More

Prefacio
La fiesta
Puntadas
El final
Tiempo
El despertar
Promesas rotas
Amigos
Repetición
Adrenalina
Mal Tercio
El Prado
La Secta
Secretos
El asesino
La manada
Bajo Presión
Rosalina
El visitante
El Funeral
Contra Tiempo
Volterra
La Sentencia
El regreso
Respuestas
Paciencia
Recuerdos
La votación
Agradecimientos
Aclaración

Epílogo: El Tratado

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By GioKyrie

Casi todo estaba volviendo a la normalidad un paso a la vez. Seguía con algunas secuelas de la depresión anterior como ansiedad de vez en cuando y pesadillas ocasionales que solían desaparecer una vez que abría los ojos y veía a Edythe atenta a mi lado. Ya no se separaba de mí por las noches a menos que yo se lo pidiera. 

Por otro lado, el hospital había vuelto a contratar a Carine, recibiendo con alegría la noticia de que a Earnest no le había gustado la vida en la gran ciudad y prefería el ritmo de este pueblo tan tranquilo. Archie y Edythe seguían yendo a clases y mantenían sus notas de siempre, incluso estaban en mejor posibilidad de graduarse que yo, porque había perdido un examen de cálculo el lunes que volví de Italia.

Otra preocupación se había añadido a mi vida pues ahora el único tema de conversación entre jóvenes y adultos era el asunto de la universidad. No se hablaba de nada más en el instituto, todo el mundo estaba preocupado por sus probabilidades para ir a esta o a la otra facultad. En mi caso, la universidad no era más que un insignificante Plan B, porque calculaba que en un año más o menos iba a estar pensando más en drenarle la sangre a todo el pueblo que en las clases de la universidad. Edythe me traía todos los días un montón de solicitudes para rellenar, lo que hacía únicamente por complacerla a ella y a Charlie. Probablemente acabaría en el Peninsula Community College, aunque a ella no parecía molestarle, de todas formas ya había estudiado todas las carreras que le interesaban en prestigiosas universidades, incluida Harvard.

Respecto a Charlie, seguía semi castigado pues no me dejaba ir a casa de Edythe ni a cualquier otro lugar con ella, pero al menos ya no ponía objeciones si ella me recogía para ir a la escuela e incluso dejaba que me visitara en casa, aunque por supuesto, siempre en la salita o en la cocina. Se suponía que también tenía libertad para ir a La Push e invitar a Julie cuando quisiera, pero eso también se había convertido en un problema. Cuando fui para hablar con ella y tratar de arreglar las cosas ni siquiera me abrieron la puerta de la casa, y jamás me contestaba las llamadas.

La llamaba siempre a las ocho de la noche, justo después de que Charlie empezara a aclararse la garganta sonoramente como señal de que Edythe debía irse ya. Julie debía sentirse muy triste y enojada en esos momentos y el saber que era por mi culpa me hacía sufrir. A Edythe parecía molestarle verme triste por esta causa y por eso aprovechaba los momentos en los que no estaba para llamar pero de todas formas nunca obtenía resultado, aunque llamara todos los días.

Un sábado se me ocurrió llamarla desde el teléfono de la tienda de los Newton. Esta vez me contestó Bonnie y no fue mejor. Cuando Edythe me recogió al salir de mi turno me desahogué con ella mientras manejaba para dejarme en mi casa.

—Fue tan grosera, ¿puedes creerlo? Pudo haberme dicho que Jules no estaba o que estaba dormida como hacía antes, pero no, directamente me dijo que ella no quería hablar conmigo. Que sí estaba ahí pero que no iba a tomar el teléfono. Parece que ahora Bonnie también me detesta —me quejé. Era más fácil sentir enojo que culpa.

—Nadie te detesta, Beau —contestó con cariño. El tema Jules no le fascinaba pero igual siempre me escuchaba con paciencia.

—Pues da esa impresión — contesté cruzando los brazos sobre el pecho en un gesto de obstinación. El agujero que sentía allí iba cerrándose lentamente y aún ardía de vez en cuando, sobre todo cada noche cuando llamaba a mi amiga y no me contestaba.

—No es por ti, de hecho es mi culpa —suspiró —. No le gusta que hayamos vuelto y no se va a acercar a ti si estás conmigo. Es una enemistad milenaria.

—Pues es muy estúpido todo este asunto entre lobas y vampiros. Ella sabe que ustedes son diferentes.

—Sí, pero igual sienten que deben mantener las distancias. No confían en nosotros y en realidad ni siquiera tienen por qué hacerlo. Yo tampoco confío en ellas si quieres que te diga la verdad. Son seres muy volátiles —aseguró —, sobre todo siendo tan jóvenes. Yo tengo autocontrol pero dudo que ella lo tenga. Si un encuentro terminara en una lucha voy a tener que defenderme y eso podría salir muy mal para ella, lo que te haría muy triste a ti.

—Suena como si pensaras que puedes matarla — susurré con nerviosismo. No me estaba gustando el ritmo de esta conversación.

—Ese es el punto, puedo hacerlo pero no quiero. Por eso es mejor así. Lamento que estés triste y que la extrañes pero tal vez deberías respetar su espacio y dejar de llamarla, creo que ya estás rayando en el acoso.

No contesté y me dediqué a ver la suave llovizna por la ventana del auto. Sabía que tenía razón pero no quería dejar de intentarlo. Llamarla todos los días, aunque pareciera un caso grave de acoso significaba que no la había abandonado. Significaba que aún la consideraba mi amiga aunque pronto nos convirtiéramos en enemigos mortales, según ella.

Edythe tampoco dijo nada, se dedicó a seguir manejando a una velocidad decente para variar. Estábamos por llegar a casa cuando de repente aspiró de forma audible.

—Oh no —susurró.

—¿Qué? —pregunté alarmado mirando hacia adelante. Esperaba encontrarme con un vampiro pelirrojo justo en medio de la calle, o tal vez un vampiro de ojos rojos con una capa gris oscuro, pero no vi nada.

—Es Charlie —murmuró preocupada.

—¿Qué pasó? —casi chillé. Victor lo había atrapado, tenía que ser eso.

—Tranquilo, él está bien. Pero tú no, estás en problemas.

—¿Y ahora qué hice? — gemí hundiéndome en mi asiento.

—Saltar de un acantilado —contestó lacónicamente.

—Pero eso fue hace más de un mes —protesté confundido.

—Al parecer, tu amiguita vino a tu casa a hablar con Charlie. Le dijo que estaba muy preocupada por ti porque hace un mes intentaste suicidarte saltando por el acantilado y que fue ella quien te sacó del agua y te realizó RCP. Y que ahora que volví, teme una recaída y que termines haciéndolo de nuevo y lográndolo esta vez —explicó haciendo una mueca de disgusto.

—¿Qué ella hizo qué? —pregunté con un hilo de voz sintiendo cómo la sangre abandonaba mi cara. 

No podía creerlo. Había confiado en ella ciegamente, le había contado mis secretos e incluso había ido más allá y le había confiado cosas de los Cullen. Prácticamente le había confiado mi vida entera y ahora ella se aprovechaba de eso para traicionarme. Se suponía que ella era mi puerto seguro, había pensado en Jules como en un faro de luz, y ahora se apagaba y me dejaba hundirme. Nunca pensé que pudiera hacer una cosa así. Charlie se iba a poner como loco, tal vez hasta intentaría internarme esta vez. Me sentí tan furioso con ella que me empezó a doler la cabeza.

—Lo siento, Beau —susurró Edythe deteniendo su auto frente a mi casa.

—¿Julie todavía está aquí? —farfullé.

—Sí, está ahí, más adelante en el camino —indicó señalando el sendero que se perdía entre los árboles.

Me bajé dando un portazo y di grandes zancadas hacia el lugar donde la encontraría. Edythe me alcanzó en una fracción de segundo y me frenó tomándome de la mano. Su mirada de advertencia me decía que tenía que calmarme pero no podía. Lo que Julie había hecho era demasiado.

—Beau, Julie Black me está esperando a mí en realidad. Tienes que tranquilizarte.

—¡Pero es que no puedo! ¡Ella me traicionó! —exclamé furioso.

—Cálmate, ella sólo quiere hablar, no empeores las cosas por favor. Si sigues gritando Charlie te va a escuchar y va a tapiar la puerta una vez que te tenga adentro. De hecho ya se está impacientando, vamos. 

Caminamos juntos por el sendero hasta que unos metros más adelante la encontramos. Estaba descalza y con su ropa de loba, esta vez toda de color negro. Estaba recostada en un árbol con el rostro duro y amargado. Primero me miró a mí y luego a Edythe, antes de sonreír levemente de forma burlona como si le hiciera alguna gracia vernos tomados de la mano. Se separó del árbol y se irguió inclinándose levemente hacia adelante, con los puños apretados. Era bastante más alta que Edythe pero ella no pareció intimidarse en lo más mínimo pues se detuvo dejando espacio entre Julie y nosotros y luego también se movió hacia adelante soltándome la mano y poniéndose frente a mí.

La miré con dureza por encima de la cabeza de Edythe y ella me devolvió la mirada.

—Beau —saludó moviendo levemente la cabeza en mi dirección sin mirar a Edythe.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? —espeté. Dejó de sonreír.

—Fue por tu bien —contestó secamente.

—¿Estás loca? ¿Esperas que Charlie me interne en un hospital? ¿O que le dé un infarto como a Holly? — mi voz tembló un poco al pensar en la posibilidad —. Una cosa es que estés enojada conmigo pero, ¿no te paraste un segundo a pensar en el daño que esto le haría a él?

Julie hizo un gesto de dolor y desvió la mirada hacia el suelo. Edythe intervino.

—No era su intención herir a nadie — explicó lo que Julie no quería decir —. Su objetivo era que Charlie te vigilara en casa y no te dejara estar conmigo. Lo de internarte en un hospital también le pareció una idea buenísima.

—Detente, no me leas la mente —exigió Jules ahora sí dirigiéndose a Edythe —. Veo que Beau no exageraba cuando habló de tus... habilidades. En fin, en ese caso, imagino que ya sabes por qué estoy aquí.

—Sí —contestó ella con la voz tranquila —. Pero antes de que hables sobre eso yo quiero decir algo.

Jules respiró profundo un par de veces mientras abría y cerraba los puños compulsivamente. Hizo un movimiento con la cabeza indicándole que hablara.

—Sólo quiero decir... Gracias —su voz estaba llena de sinceridad. El rostro de Jules se llenó de confusión y me miró a mí pero yo estaba igual de perdido —. Gracias por mantener a Beau con vida. Yo no lo hice y ha sido el peor error de mi vida. Nunca dejaré de sentirme agradecida por eso.

La confusión abandonó el rostro de Jules y volvió a ponerse la máscara de insensibilidad.

—No lo hice por ti —prácticamente escupió.

—Lo sé, pero de todas formas te lo agradezco. Si hubiera algo que pudiera hacer por ti... —ofreció.

Jules levantó una ceja pero Edythe negó lentamente con la cabeza.

—Lo siento, esa decisión no me corresponde.

—¿Entonces a quién? —preguntó con amargura.

—A él. Aprendo rápido, Julie Black. No voy a cometer el mismo error dos veces, así que me quedaré a su lado hasta que él lo decida. — giró la cabeza para mirarme a los ojos y sentí que me perdía en esa miel dorada que emanaba de los suyos.

—Para siempre — susurré todavía inmerso en sus ojos.

Julie hizo un sonido extraño, como si se atragantara con algo, lo que me sacó de mi trance. No necesitaba leer mentes para saber que lo único que quería Julie era que Edythe se fuera. Aparté mi mirada de ella para dedicarle una a Jules, frunciendo el ceño.

—¿Algo más que necesites, Jules? ¿Querías meterme en problemas con Charlie? Misión cumplida. No importa en qué hospital me interne, Edythe estará ahí de todas formas. Nada me va a separar de ella, ¿no lo entiendes?

Julie me ignoró y clavó la mirada en Edythe.

—Sólo venía a recordarle a tus amigos chupasangre un punto importante del tratado. Ese tratado que es la única cosa que me impide entrar en fase y desgarrarle esa fría garganta aquí y ahora —sonrió de nuevo, como si imaginarse arrancándole la cabeza a Edythe de un mordisco le generara placer.

—No lo hemos olvidado —contestó Edythe, impasible.

—¿Qué punto importante? —pregunté yo.

—¿Qué sabes de ese tratado, Beau? — preguntó Julie aún sonriendo y sin dejar de mirar a Edythe.

—Que ustedes no atacan a los Cullen en su territorio siempre que ellos no entren al suyo y no maten a nadie —contesté inseguro.

—Error — dijo ella ensanchando su sonrisa —. Siempre que ellos no entren a nuestro territorio y no muerdan a alguien. Morder, no matar —remarcó, y luego me miró por fin —. La tregua se acaba si muerden a un humano. ¿Qué te parece?

Lo comprendí en un segundo.

—Te dije que eso no era asunto tuyo —susurré.

—Yo creo que sí lo es —contestó ella mientras su cuerpo empezaba a temblar.

Edythe reaccionó rápido y empezó a empujarme suavemente hacia atrás pero Julie no había perdido el control y la miró con odio puro.

—¡Yo jamás le haría daño a él! —gritó visiblemente ofendida. No se me escapó la acusación que contenían sus palabras.

—¡BEAU! — el rugido de Charlie nos llegó desde la casa —. ¡ENTRA AHORA MISMO!

Todos nos quedamos helados. Había escuchado a Charlie levantar la voz antes pero no algo como esto.

—Mierda, mira lo que hiciste —mascullé.

La expresión de Julie se ablandó por fin.

—Lo siento, Beau, tenía que intentarlo. Tenía que hacer lo que estuviera en mis manos...

Negué con la cabeza, estaba demasiado enojado como para aceptar su débil disculpa. Casi esperaba ver a Charlie aparecer entre los helechos mojados como un toro embravecido a punto de embestirme. Hice ademán de irme hacia mi casa pero Edythe me detuvo de nuevo tomándome de la mano.

—Sólo una cosa más —me miró y luego se volvió hacia Julie —. No hemos encontrado rastros de Victor desde nuestro lado de la línea, ¿y ustedes?

Aunque podía responderle mentalmente lo hizo en voz alta, tal vez para que yo también escuchara.

—La última vez fue cuando Beau se fue con el otro chupasangre. Lo dejamos entrar bastante para que creyera que había logrado infiltrarse para estrechar el cerco y emboscarlo pero de repente salió disparado, es exageradamente rápido. Por lo que creemos, captó tu olor y eso lo puso sobre aviso. No ha aparecido por nuestras tierras desde entonces.

Edythe asintió.

—Perfecto. Cuando regrese será problema nuestro.

—Ni lo sueñes, pequeña sanguijuela. Mató en nuestro territorio, nos pertenece —respondió con fiereza.

—No... —empecé a protestar pero otro grito de Charlie me interrumpió.

—¡BEAU! ¡VEO EL AUTO DE EDYTHE ASÍ QUE SÉ QUE ESTÁS POR AQUÍ! ¡SI NO ENTRAS EN LA CASA EN UN MINUTO! —ni siquiera se molestó en terminar su amenaza.

—Vámonos —me instó Edythe halándome ligeramente de la mano.

Miré hacia Julie sin poder evitar sentir tristeza mezclada con mi ira. ¿La volvería a ver alguna vez?

—Lo siento —susurró ella también con el rostro surcado de tristeza —. Adiós, Beau.

—Jules, lo prometiste — le recordé sintiéndome de pronto desesperado. No podía perderla así —. Prometiste que seríamos amigos pasara lo que pasara.

Ella bajó la mirada y negó lentamente con la cabeza. Se me hizo un nudo en la garganta.

—No puedo, Beau. Te juro que intenté honrar esa promesa pero es que ya no va a ser posible — pareció olvidar la presencia de Edythe y sus ojos se llenaron de lágrimas —. Te voy a extrañar —susurró en medio de un sollozo.

Automáticamente traté de avanzar hacia ella. Era lo que hacía cuando la veía llorar, abrazarla y consolarla, pero mi mano aún seguía enlazada con la de Edythe y sentí el latigazo en el brazo cuando me frenó.

—¿Me sueltas un momento, por favor? —pregunté mirándola, sus ojos eran fríos ahora pero no había ninguna otra expresión en su rostro.

—No —contestó simplemente.

—Suéltalo. Ahora —exigió Julie. Ya no sollozaba, sonaba muy amenazante —. Él quiere que lo sueltes —gruñó entre dientes.

Edythe negó con la cabeza sin dejar de mirarla. Julie dio dos pasos hacia adelante con los ojos llameantes de furia y Edythe se movió rápidamente para ponerse de nuevo frente a mí.

—¡No! ¡Paren! —exigí.

—¡¡¡BEAUFORT SWAN!!!

—Vámonos, Charlie me va a matar, por favor vámonos —tiré de Edythe sintiéndome realmente nervioso, aunque no a causa de Charlie.

Ella pareció relajarse un poco y empezó a caminar hacia atrás empujándome suavemente hacia el inicio del camino. No apartó la mirada de Julie ni una sola vez. Yo también la miré y fui testigo del cambio en su rostro que pasó de la ira más peligrosa a la pena más profunda.

Supe que ese sería la última imagen que tendría de ella, al menos hasta que pudiera arreglar las cosas y hacerla sonreír otra vez, porque allí mismo mientras salía del bosque me juré que si ella no podía continuar con la promesa, yo sí lo haría. Conseguiría la forma de convencerla de seguir siendo amigos y volvería a ver esa sonrisa que tanto amaba de nuevo.

Edythe se volvió y pasó un brazo por mi cintura de forma posesiva. Respiré hondo y me preparé para lo que venía.

Tenía varios problemas realmente serios en ese momento. 

Mi mejor amiga pensaba que ahora éramos enemigos.

Victor seguía por ahí poniendo a todos mis seres amados en peligro.

Los Vulturi esperaban que me convirtiera pronto en vampiro y me matarían si no lo hacía.

Y si lo hacía, me mataría la manada de lobas quileute, tratando de llevarse en banda a mi nueva familia vampírica. Tal vez ni siquiera lo lograrían, pero alguien de cualquiera de los dos bandos resultaría inevitablemente lastimado en ese encuentro.

Eran problemas muy, muy serios, pero me parecieron insignificantes en cuanto salí de la línea de árboles y vislumbré el rostro de Charlie esperándome afuera de la casa.

Edythe me dio un suave apretón.

—Estoy aquí —susurró.

Suspiré con resignación. Era cierto, estaba ahí y yo podría enfrentarme a cualquier cosa mientras la tuviera conmigo.

Cuadré los hombros y fui a enfrentarme con mi suerte sabiendo que llevaba a la chica de mis sueños a mi lado.

En algún lugar lejos de aquí se escuchó a un lobo aullar.





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