R E B O R N • Koisuru Boukun

By Uzuchia14

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Ahí estaba queriéndote a escondidas de una sociedad llena de prejuicios y tabúes, la misma sociedad que nos a... More

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🍀Un poco del mundo R E B O R N🍀
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C U A R E N T A Y C I N C O

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By Uzuchia14

OMNISIENTE

5 minutos.

- ¿Qué? –Tartamudea. Se aleja de Souichi arrebatando la esclava de su muñeca como si esta, de repente, le quemara la piel fervientemente. La deja sobre la mesa, Souichi se baja en el segundo en que el objeto toca la madera, abrumado, el corazón a mil por hora.

Sonrisas, emoción, espera ansiosa.

Silencio, trauma, ganas de huir.

- ¿Tiene una "S" grabada? –Con el temor de una respuesta afirmativa, Souichi pregunta con voz neutra. Se cierra el Kimono despacio, como si temiera al contacto de él mismo. El recuerdo sale de su tumba, las manos tiemblan, la punta de su nariz arde indicando la ruptura mental.

Camina despacio entre las personas con el corazón latiendo a mil por hora. El pecho presionado por la idea de que estuvo tan cerca de esa persona tantas veces y no pudo detectarla.

Que idiota se sentía.

¿Y quería llamarse "científico" algún día?

4 minutos.

Quieto, como si le hubiesen pegado al suelo, Souichi escucha la respuesta sintiéndose ahogado. Escucha también, como la prenda es levantada de la mesa, mudez, la prenda nuevamente cae en un sonido sordo.

- Si... -Confirma Tetsuhiro.

Alza la mirada, pero no la conecta con nadie, camina como un robot hasta el altar en donde lo espera quien lo condenaría a un matrimonio infeliz, más eso ha pasado a segundo plano.

3 minutos.

- No... No puede ser él, tiene que haber alguna explicación, papá... ¿Cómo haría algo así, si me odia justamente por eso? –El pelinegro se obliga a hablar, exasperado, asustado, extremadamente confundido. Souichi entonces se da la vuelta, las lágrimas regresaron, aunque su rostro serio casi conseguía opacarlas. Su cuerpo temblaba, sin saber que decir u hacer más que ver al hijo de su posible abusador. -Úsala –Entonces pidió Tetsuhiro, acercándose al rubio al cual intento enganchar la esclava en la muñeca, pero este la aparto tan rápido que no pudo detenerlo.

Souichi le empujó.

- ¡¿Cómo se te ocurre que me voy a poner eso!? –Reprocha la idea en voz alta, temeroso, con miles de cosas para decir, pero sin la capacidad de ordenarlas correctamente para soltarlas una a una, y es que ¿De que servía decirlas? Tetsuhiro no era ese hombre, no era él, aunque... - Él... ¿Él te pidió que fueras por mí, al yo volver de mi viaje? Por eso tanta insistencia... Por eso... Por eso contigo las cosas salían mal, por eso tantos problemas, por eso arreglabas las cosas a tu conveniencia con ella, por eso ¿Por venganza? ¿Por diversión ¡Dime!

Llega al altar, se posa en el sitio previamente ensayado. Con la mirada al frente, se siente incapaz de voltear a verlo, se siente incapaz de quitar la mano temblorosa que cubre la esclava celosamente, en su cabeza, dejar que él la vea significaría que ya sabía su identidad.

2 minutos.

- ¿De qué estás hablando? ¿Tú de verdad estás pensando eso, Souichi? ¿Después de todo? –Con los nervios a flor de piel, Tetsuhiro siente que su corazón se detiene por unos segundos, causándole una presión en el pecho insoportable.

Souichi aprieta los labios, sin saber que pensar más allá de la esclava testigo de su trauma puesta en la mesa donde anteriormente reposaban los adornos de sus ropas nupciales.

Tetsuhiro toma la esclava de vuelta, y esta vez, la engancha en la muñeca de Souichi.

Sin cariño, sin cuidado. Está asustado, ofendido.

- Úsala y que él la vea, veamos que reacción tiene. –El pelinegro acomoda su ropa la cual estaba un tanto arrugada por el beso anterior. Respira entrecortado con los ojos sobre un Souichi a la defensiva, más igual de indefenso que un niño. Tetsuhiro prefiere pensar que se trata de la sensación que trae consigo el terror, el miedo, el revivir recuerdos y saberse expuesto, en el mismo sitio de la persona que lo hirió, pero por más que pensaba justificaciones, su corazón quebrado sangraba con las palabras escupidas por el cruel rubio ¿Cómo podía creer su sol que él tuvo malas intenciones desde el principio?

Respira hondo, camina a la puerta y sale cerrando tras él. Tadokoro está a punto de hablarle, más Tetsuhiro se aleja tan rápido como sus pies y los miles de pensamientos le permitieron.

1 minuto.

Se detiene en su sitio. Observa a sus padres sentados en la fila diagonal a su posición, y en la otra, la familia Sato espera el inicio de la ceremonia.

Una melodía suave resuena, el pitido en su cabeza es más fuerte y no le trae alivio. Souichi no percibe el sonido hasta que el movimiento del público le hace reaccionar. Gira la cabeza en la misma dirección, las puertas abiertas dejan ver a Miharu en un hermoso Kimono blanco. El pitido se detiene. Acompañada por su padre, ambos caminan por la alfombra previamente extendida y tendida sobre el suelo. A cada paso, los nervios del rubio crecen apretando su estómago, siente nauseas, esto es real.

30 segundos.

La mujer finalmente se detiene. Frente a frente, ambos se observan en silencio y sin ninguna expresión de alegría.

Fin del conteo, la ceremonia ha empezado.

Nadie dijo nada cuando el Sacerdote busco alguna mirada enamorada en el público presente, y pronuncio el famoso "Si hay alguien que no esté de acuerdo, que hable ahora, o calle para siempre"

Souichi sintió los ojos de Tetsuhiro en su nuca, quemando su piel.

Nadie, tampoco, evitó que ambos dijesen los votos escritos por sus madres, mucho menos cuando ambos colocaron los respectivos anillos.

Y, nadie dijo nada, cuando Souichi rodeo las caderas de Miharu, y en un casto beso, selló el infortunio matrimonio siendo testigos dos orbes verdes que arden ante las inmensas ganas de derramar su tristeza.

El público se levanta eufórico, grita, aplaude. Las familias recién unidas se felicitan. Soujin le da la mano al padre de Miharu, las madres se abrazan.

Yamaguchi y su esposa se acercan a felicitar, Tetsuhiro está cabizbajo en su asiento incapaz de alzar cabeza y encontrarse al rubio de la mano con esa mujer. Abatido estaba, derrotado. Luego de la pequeña pelea que tuvo con Souichi no sabía cómo estaban las cosas entre ellos, y menos luego de que este mismo le haya señalado de cómplice a lo que, supuestamente, había cometido su padre.

Aun le costaba pensarlo. Su estómago se revolvía a la sola idea de que su propio padre había sido el causante al dolor de Souichi, y es que ¿Acaso tenia lógica alguna? No encontraba explicación, y la única solución que veía, era enfrentarlo a riesgo de empeorar mucho más su relación casi inexistente.

- Tetsuhiro –Una voz le llama. Con pesadez, alza la cabeza y gira un poco su cuerpo encontrándose a Tadokoro detrás suyo. Este, da la vuelta a la columna de sillas para sentarse a la derecha del pelinegro. - ¿Está usted bien?

No contesta, tan solo se le queda mirando en un silencio afligido. Tadokoro se empaña en la tristeza que los ojos de Tetsuhiro le trasmiten, siente su pesar, siente las ganas de huir y siente lastima por él. Su mente rebosada en recuerdos es incapaz de formular respuesta, ni siquiera entendió la pregunta, solo, con el vacío de su corazón, pestañea despacio girando la cabeza, finalmente, en dirección a Souichi, y los soles eclipsados en penumbra estaban ya observándolo.

El mero contacto de sus ojos en la lejanía estremece a Souichi, eriza los vellos de Tetsuhiro. Su mirada era triste. Su mirada se dirigía hacia la eterna soledad. No hay camino de vuelta, no hay nada que hacer cuando la pena era tan grande y el corazón luchaba por partir. Souichi no lo entendía, o más bien, no quería entender a que se debía el sentimiento de pesadez que su cuerpo experimentaba, y la dificultad que el respirar se volvía a cada segundo que Tetsuhiro no daba tregua a su débil corazón. Quería creer que era debido al anillo que portaba, pero muy dentro suyo, la razón era más dolorosa y desesperante.

Finalmente el rubio no resiste un segundo más, y con todas sus fuerzas aparta la mirada para encontrarse con una parecida. Yamaguchi se acercaba a él con una pequeña sonrisa a, posiblemente, felicitarlo por su reciente unión. Ahí es cuando reuniendo todo el valor del mundo, Souichi lleva su brazo, el cual descansaba al costado de su cuerpo, hacia el frente. La esclava brilla llama la atención del hombre, quien, al verla, se detiene de golpe.

Tetsuhiro deja de respirar.

Souichi respira más rápido.

Yamaguchi intercala la vista en la esclava, y los orbes asustados de Souichi.

Retoma su paso, Souichi retrocede un poco cuando el hombre está a pocos metros de él. Se acerca a abrazarlo, un abrazo a medias que solo sirve de cortina. Yamaguchi desabrocha la prenda a la par que habla al oído del rubio, quien, quieto como estatua, solo le permite quitarle la esclava sin decir u hacer nada.

Tetsuhiro se levanta dispuesto a ir, su padre se separa, felicita a Miharu y se retira. Da la vuelta, guarda la esclava en su bolsillo encontrándose con su hijo. Yamaguchi tan solo lo mira serio, lo sabe, Tetsuhiro también, más no era el lugar. Se aleja en dirección a su esposa dejando al pelinegro a mitad del camino al altar. Tetsuhiro le sigue con la mirada y los puños duros. El hombre guarda la esclava en el bolso de su mujer.

Estando ahí, se ve en la obligación de acercarse a felicitar a los recién casados sin tiempo a pensar en cómo sacaría la prenda de ahí.

Respira hondo, camina despacio deseando alargar lo más posible su llegada. Souichi niega ligeramente con la cabeza al verlo acercarse, Tetsuhiro se hace el desentendido.

Cara a cara, el tiempo se detiene. Tetsuhiro le observa, Souichi le regresa la mirada sintiéndose aturdido.

- Felicidades –Dice finalmente pasados unos segundos. Se acerca, lo abraza. Con disimulo se aferra a la parte trasera del traje nupcial de Souichi y le apega a su cuerpo. El rubio se siente desfallecer, sus ojos arden, Tetsuhiro besa con cuidado su mejilla y finge que solo acomodaba su cabeza al abrazar.

-Te amo... No lo olvides, yo jamás te haría daño.

Susurra, la voz afligida hace temblar al rubio. Un recordatorio que suena más a suplica. Cierra los ojos, hay humedad entre sus delgadas y largas pestañas. Tetsuhiro se esfuerza por alejarse y felicitar a Miharu que tan solo ha estado más concentrada en sonreír a los presentes.

Abre los ojos despacio cuando el frio reemplazo el calor efímero que el cuerpo entristecido del ojiverde se aleja.

Una reverencia, Tetsuhiro les da una última mirada, se da la vuelta, y regresa a su asiento. La sonrisa se desvanece cuando les da la espalda. Se siente miserable, perdido, con rabia y deseos de gritar. Deseos de regresar el tiempo, ganas de volver al día en que se conocieron.

Tetsuhiro

Llegamos a casa más temprano que cualquier otro invitado. No sé qué habrá sido, si el asunto de la esclava, o mi cara de notoria seriedad los que llevaron a papá a despedirse de Souijin y demás conocidos. No estuvimos en la fiesta post matrimonio, y por más que quise quedarme, no podía soportar la escena del primer baile nupcial, o los besos para el recuerdo.

Nadie dijo nada en todo el camino, no lo note hasta que llegamos a casa y mi garganta estaba seca. Luego de ser recibidos por Margaret, entro a la casa agotado. Mamá y papá se han quedado fuera, ella le da a Margaret su bolso para que lo cuelgue en lo que ella termina su conversación misteriosa con papá, y en ese instante, espabilo.

Aproveche en sacar la prenda cuando Margaret se fue a la cocina sin animos de preguntarme sobre la ceremonia. En soledad y con el objeto en manos, me encamino a la oficina de papá apresuradamente en búsqueda de algo que confirme, o desconfirme, esto que tanto me aterra y me tiene con la cabeza dando vueltas. Con desesperación, busco en los alrededores con un cuidado que poco a poco se fue desvaneciendo al verme sin respuestas.

Libros en el suelo, una pluma, la tinta regada sobre el escritorio. No había algún indicio, y más allá de alegrarme, me desesperaba.

Me siento en la silla tras el escritorio como última opción, abro las gavetas una a una, remuevo los papeles, reviso entre ellos. Nada.

Frustrado, me paso las manos por el cabello. La ultima gaveta está cerrada con llave, y maldigo internamente, aunque los nervios se asientan en mi estómago al pensar en que guarda papá con tanto recelo. Busco en las gavetas antes vistas alguna llave, tampoco encuentro a pesar de saberlo, y supongo que él la tiene. Miro alrededor despacio, en búsqueda de alguna anomalía en la posición de los objetos, en algún sitio de este lugar debe estar, y me dispongo a buscarla causando más desastre del cual no tendré explicación a su causa si es que no encontraba nada.

Me pongo de puntillas cerca de uno de los estantes, palmeo encima de unos libros acomodados de forma distinta. Mis dedos sienten el metal frio, los nervios y el intentar tomarla de forma rápida me hacen tumbarla al suelo ruidosamente. La recojo, rápido regreso a la silla y abro la cerradura.

Respiro hondo, de repente siento que el ambiente se torna más denso y me preocupa.

Abro la gaveta más despacio que las anteriores, a primera instancia hay unos sobres, pero el alto de la gaveta me dice que es más profunda, por lo que muevo los papeles.

Mis dedos sienten un leve picor en las llemas.

Mi corazón se detiene al segundo de verlo.

Cabello, cabello rubio amarrado. Era poco, pero no fue necesaria una cantidad abundante para saber que se trataba de cabello de Souichi.

Unas inmensas ganas de vomitar me invaden, la situación se torna cada vez más irreal. Saco los trozos de cabello para verlos más de cerca en un intento desesperado de darme cuenta que no era lo que pensaba, pero dentro de mi sabia a quienes pertenecían, aunque pudiesen ser de cualquiera, más la tijera que también fue guardada celosamente termina de confirmarlo.

Papá fue quien le corto el cabello, papá fue quien se lo dio a Kuze y él me lo hizo llegar.

¿Papá quería que yo desertara? ¿Qué me alejara de Souichi creando pánico en ambos?

No lo entiendo, no entiendo nada.

Guardo el cabello en mi bolsillo, la respiración pesada me duele. Rebusco más en la gaveta, al fondo, algo duro y metálico interrumpe mi búsqueda y al sacarlo, confirmo que se trata de un arma. En silencio la observo, era parecida a las que usábamos en las clases.

- No creo que Kuze haya sido capaz de robar una de estas para ti... ¿No? -Me hablo a mí mismo colocando el objeto sobre la tabla.

Solo quedaban los sobres. Tomo uno, lo abrió y desdoblo el papel. Era una carta que no terminó de ser escrita.

"...

Le envío un poco del cabello del profesor, hágaselo llegar a Tetsuhiro. Que él no regrese a casa, que no se acerque más a Souichi y...

"

Era de papá a Kuze.

Dejo el papel sobre la mesa, agarro el otro sobre y lo desdoblo. No era su letra esta vez

"

No pones las reglas.

El trato es que papá entre a la empresa. Tetsuhiro no es bienvenido, haré lo posible porque no haya un torcido como usted en el pelotón.

Lo que usted hizo, no les pasará a mis compañeros.

Gracias por el cabello, Tetsuhiro hizo sus maletas.

Es su asunto el cómo evitará que ellos se vean.

-K.

"

El dolor de cabeza aumenta de golpe. El mundo parece dar vueltas. Doblo nuevamente el papel, tan lento que jure, el tiempo se detenía.

Papá fue visto por Kuze, Kuze no ayudó a Souichi para luego chantajear a papá. Papá estuvo en contacto con él por poco tiempo, pero Kuze simplemente no me quería ahí y sin importar nada, consiguió que me fuese. Claro, de todas formas, papá tenía todas las de perder si Kuze hablaba porque después de todo, este pueblo no se basaba en pruebas, solo en palabas lo suficientemente convincentes, o testigos inventados.

El corazón me late con frenesí, siento que el aire me falta. Las ganas de llorar se acumulan, más no sale ninguna lagrima. Mi cerebro se apagó, mi mente divago en mil y una maneras de que no fuese cierto, en que me esté equivocando, pero todo estaba ahí, las pruebas estaban en mis manos.

Me sentí bloqueado, incapaz de moverme.

Despacio, saco la esclava de mi bolsillo y la observo. Testigo silencioso de lo sucedido, la S brilla ante mis ojos y me aterra pensar que no es por Sato, si no por Suzuki, Souichi, o quizás Souijin.

Eso es demasiado para mí.

La puerta se abre, papá entra y cierra detrás mientras se da cuenta del desastre. Sus ojos ojean el lugar hasta terminar posados sobre los míos. Lo veo palidecer al instante en que nota como ambos sobres están abiertos, recién leídos.

- ¿Cómo pudiste? –Susurre asqueado. Él no dice nada, son sus ojos hablan por él. - ¿Cómo...? Estas enfermo, papá, explícame porque no logro entender como... -Silencio, niego ligeramente con la cabeza. Saberlo fue doloroso, más no pensé que el culpable es quien me ha estado atormentando todo este tiempo por el pecado de otro hombre. Me siento decepcionado, esto es tan irreal que a veces solo quiero pellizcarme hasta despertar. –Claro... Por eso Kuze me dijo que tú y yo somos iguales, por eso...

- Vas a arrepentirte, Tetsuhiro. Tú y tu padre me dan tanta repugnancia -Mascullo con asco. ¿Mi padre?

- ¿Qué tiene que ver él en esto? -Pregunté confundido queriendo voltear para verlo, pero él sostuvo con fuerza evitando cualquier movimiento. Chasquee la lengua con los ojos fijos en la pared frente a mí.

- Es un hombre tan patético... No me sorprende que hayas salido como él, es lo único que te diré.

La mención de Kuze pone en alerta a papá, como si sus opciones de excusas o justificaciones se hayan reducido. Pareció pensar, quizás en que Kuze me lo había dicho y por ende fui por la esclava, no lo sé, pero pensándolo bien, Kuze era igual a él por guardar ese secreto tanto tiempo ha beneficio propio.

- No sé de qué me estás hablando –Contesta sin moverse de su sitio. Yo aprieto los labios y me levanto de golpe. La silla cae, el impacto suena para mi más estruendoso de lo que realmente fue. Mis sentidos estaban alterados, mi cuerpo temblaba en rabia y mis mejillas ardían por las ganas fallidas de descargar este estrés. Saco de mi bolsillo la prenda, la arrojo al suelo, a sus pies. El golpe le desprende algunas piedrecillas azules.

El recuerdo pellizca mi abrumado cerebro.

- Cuando tenía diecinueve años un tipo abuso de mí en la escuela... y se reía así, así como te estabas riendo –Alzó un poco su mano para señalarme con el dedo. Sin tapujos o titubeos, suelta la verdad más dolorosa de su vida, ahora de la mía. -Por eso me fui, porque no soporte tal humillación... Y ahora vienes tú a reírte por la misma reacción de mi cuerpo ¡Una tonta reacción fisiológica que no siempre denotara satisfacción! Idiota, imbécil... -Nuevamente me empuja, pero sin fuerzas, solo termina entre mis brazos ya que aprovecho mi movimiento para envolverle en ellos. - Tanto ha pasado para que volviese, y ni siquiera pude hacer algo, él fue la persona que te envió mi mechón de cabello ¿Recuerdas? Yo solo el brillo de su esclava dorada está en mi mente... Lleva unas piedrecillas azules, una S grabada, y ya, ya no recuerdo más y cada día me carcome por dentro saber que posiblemente este por ahí haciendo más daño. Me fui porque no soporte vivir en el mismo lugar que ese hombre, y fuera no me fue mejor, una golpiza me daño algunos nervios ópticos y... Me costó mucho volver aquí.

La imagen mental es un puñal. Souichi lloró, y mi corazón se quebró con el suyo.

- Si vas a hacerte el desentendido, al menos hazlo bien... ¿No? ¿Cómo me dices que no lo sabes, y luego preguntas eso? Estas mal papá, estas muy mal... Tú... Tú abusaste de Souichi ¿No? No intentes mentirme.

- ¿¡De donde la sacaste!? –Pregunta alterado en lo que agarra la esclava del suelo. Se acerca a mi enfadado, yo permanezco tras el escritorio

- No te atrevas a ponerme un dedo encima... -Advierto retrocediendo por inercia. –No te atrevas a ponerme un maldito dedo encima. Todo este tiempo... Todo este tiempo me has hecho la vida imposible ¿¡Por qué!? ¡Dime! No lo entiendo... N-no puedo pensar en otra cosa que no sea que... ¿Estás enamorado de él? ¿Te gusta Souichi, papá? ¿De verdad? O... ¿O es Soujin? ¿Por eso la "S"? No es tu apellido, ¿¡Es Suzuki, Souichi, Soujin!? Dios... -Sostengo el puente de mi nariz. La ira se acumula en mi estómago, siento que vomitare en cualquier momento. –Me has torturado todo este tiempo por... ¿Por celos? Dime, por favor, ya dime –Susurre quebrado. Las lágrimas se escapan, el pecho arde, la decepción duele a cada segundo y su mirada, su silencio, tan solo empujan más el puñal incrustándolo dolorosamente. –Me enviaste al hoyo porque me gusta un hombre, y tú... Tú... -Incapaz de decirlo, me apoyo en la pared sosteniéndome de esta. Mis piernas tiemblan, me duele siquiera pensar, me aterra todo lo que sucede y es que es demasiado para mi pensar que mi padre había cometido tan vil acto, es quien causo ese trauma en Souichi, es quien le hizo tomar la decisión de alejarse del pueblo. Es el culpable de su ceguera, de sus miedos, de su repentino cambio de actitud y su silencio.

— ¿¡De donde sacaste la maldita esclava, Tetsuhiro!? —Dice dejando caer el objeto en el escritorio.

— Mamá la dejó sobre la cama, y yo me la puse sin saber que era esa la misma esclava de la que Souichi una vez me habló. ¿Lo único que te preocupa es de donde la saque? ¿Es enserio?

Abre un poco los ojos, su expresión se asemeja a... A cuando sospechabas algo, y termina siendo cierto. Aprieto los labios dándome cuenta de porque parece que divaga en sus pensamientos ¿Mamá lo sabía?

— Dios no... No, por favor –Susurré dejándome caer al suelo luego de deslizarme por la pared. No puedo, no puedo soportar todo esto. —¿Mamá lo sabía y por eso me dejó la pulsera sin decir nada? ¿Para que yo la usara y Souichi la vea? —Dije sintiéndome al borde del colapso. Cubro mi boca, la mano me tiembla tanto que me siento como un niño pequeño frente al monstruo de sus más profundas pesadillas. Papá nuevamente me responde con un silencio que revela más que mil palabras, y el llanto indica el punto de quiebre. Cubro mi rostro, doblo las piernas pegando las rodillas al pecho en busca de alguna protección.

Explicar cómo me siento ahora mismo es imposible, así que mejor lo dejo como una pregunta, y que sea quien sea, por un minuto, lo piense y lo sienta. ¿Cómo te sentirías, como reaccionarias al saber que tu padre abuso del amor de tu vida? ¿Cómo reaccionar a saber eso, a saber, que tu madre también lo sabía y por alguna razón, quiso que tú lo sepas sin anestesia?

Aunque no creo que haya anestesia que apacigüe este dolor que siento.

Papá se ha mantenido quieto en su sitio, no sé en qué está pensando, ni siquiera intenta justificarse, parece más concentrado en buscar la manera de castigar a mamá, quizás.

Me pongo de pie despacio aprovechando su disociación, más él lee mis movimientos y se hace con el arma sobre la mesa más rápido que yo.

Con el cañón entre ceja y ceja, papá se torna un poco borroso.

— Voy a denunciarte en el hoyo... —Digo. No alzo las manos, no me muevo, tan solo hablo mecánicamente. Una risita me hace fruncir el ceño.

— ¿De verdad, Tetsuhiro? ¿Crees que te van a creer, a ti, un sospechoso de homosexualidad? Por favor... Fui yo quien te denuncio esa vez por idea de Souijin. Deja de llorar como una niñita, tú no vas a salir de esta casa hasta el día de tu boda —Baja el arma. Mis ojos enfocar su silueta. —Sal de aquí Tetsuhiro... Hazlo por las buenas. Olvídate de todo, y no me enfadaré por este desastre —Se hace a un lado, aun con el arma entre sus dedos. Intercalo mis ojos de esta a su rostro ¿Cómo puede estar tan tranquilo cuando acabo de descubrir su secreto? No puedo creerlo, a veces me pregunto si soy su hijo de verdad, de ambos, porque ambos son la misma escoria para mí.

A paso lento rodeo el escritorio, camino despacio hasta la salida dejando las pruebas en papel tras de mí. Estando a pocos metros de la puerta, me detengo en seco.

He perdido mi mente.

Me doy la vuelta tan rápido que él no reacciona, entonces me abalanzo sobre su cuerpo, ambos caemos al suelo, yo sobre él. A puños cerrados descargue mi ira en él, dando gritos como desquiciado, llorando como un niño perdido, él se defendía regresándome algunos, más ahora mismo con la adrenalina a mil y la oportunidad de venganza en mis dedos adoloridos, fueron suficientes para ignorar el ardor de su intento de defensa.

Uno, dos, tres, siete, diez... Golpee sin mesura, su pecho, su rostro, hombros, a donde cayesen mis puños.

— ¡Te odio! ¡Te odio tanto! —Dije agitado por el frenético movimiento.

¿Pude haberlo matado? Si.

¿Y hubo arrepentimiento?

No...

Por él, por mí.

No hubo punto de retorno hasta que el cañón del arma detono, impacto, el pitido ensordeció y los golpes cesaron sin más.

--------------

¡Bienvenidos a otro capitulo de esta historia un poco loca!  Espero que les haya gustado ¿Qué les pareció? Espero leer sus comentarios. 

Lo siento si no fue tan increible y mi demora en actualizar, estoy en proceso de mudanza. 
Posiblemente mañana otro capitulo ya que lo tengo a medias. 

Xoxo, su rubia tirana favorita

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