La primera vez que Obito abrió los ojos luego de encontrarse con el sabio de seis caminos luego de salvar a Naruto de su muerte asegurada a manos de Kaguya y esos huesos de muerte, Obito observó su vieja habitación con incredulidad y luego miró esas regordetas manos que, sin duda alguna, no le pertenecían.
O al menos, no al yo actual de treinta y seis años, que había vivido en el mismo infierno sin importarle amputarse y cortarse un brazo fácilmente si se interponía en su camino.
Eh... sí... sus métodos eran bruscos y extremos, sin consideración por su proprio bienestar con tal de conseguir sus objetivos bajo cualquier medio.
Ugh... mirando esos regordetes dedos lizos y tersos, Obito miró anonadado como esas pequeñas falanges se movían acorde con sus deseos y, extrañado, se bajó de la cama -oh dios, la cama era enorme, ¿O acaso él era demasiado pequeño? Sentía que iba a caer a un pequeño precipicio si se lanzaba descuidadamente- y caminó hacia el espejo.
Lo que observó en el espejo fue un espectáculo... fascinante.
Suavemente tocó esa regordeta cara llena de leche de bebé, miró con una incredulidad fantasiosa su propio rostro y empezó a examinarse con delicadeza y suavidad... él... ¿Él realmente se veía así de pequeño?
Dios, era un enano.
Al menos no tan bajo como Kakashi, se consoló mentalmente con una pequeña risa satírica en su interior. Puede que Kakashi adulto haya alcanzado una estatura similar, sino igual, a la de él, pero cuando era un mocoso... ¡Era jodidamente enano! ¡Y un enano gruñón!
Mirando su rostro lleno de grasa de bebé, redondo como un tomate, con grandes ojos negros, Obito no puede creer lo que la pubertad le hizo a su rostro. Bueno, omitiendo el piedrazo en la cara, por supuesto o el hecho de que era mitad masa alienígena.
Entonces, se sacó la camisa y los pantalones frente al espejo y se miró de arriba abajo, tocando su suave y blando abdomen con su barriguita de bebé, por lo que sus ojos se pusieron blancos mirando su diminuto cuerpo todo delgado y tembloroso.
¡¿Qué demonios era esto?! ¡Obito siempre había sido una persona gruesa desde que era niño! ¡Su complexión infantil era incluso más gruesa que Asuma en su edad! Mirándose con incredulidad, Obito empezó a despedazarse con los ojos cada centímetro de su cuerpo y criticando este cuerpo suave, blanco y sin un entrenamiento shinobi alguno.
Oh, dios, ¿En qué clase de edad tuvo que retroceder? ¡Este cuerpo era inservible para la mayoría de las cosas!
Entonces, cayó en cuenta de su horrible manejo de chakra a su edad y se puso pálido, por lo que rápidamente empezó a verificar su cuerpo en busca de su chakra y... dios, ¿Siempre tuvo tanto chakra en su cuerpo o era un efecto segundario de haber retrocedido en el tiempo con la mente intacta?
No, él siempre debió tener bastante chakra o, de lo contrario, no le habría costado tanto aprender a controlar su chakra.
Mientras menos chakra tengas, más fácil es controlarlo, pero mientras más tengas, es como una bestia independiente y salvaje, a menos de que aprendas a domesticarla, nada saldrá según lo planeado.
Observando como su manejo de chakra era tan deplorable que, al intentar caminar por la pared, literalmente la astilló y atravesó, Obito comprendió que tendría que pasar por esos tediosos y molestos entrenamientos para controlar su chakra una vez más.
Prendió una vela en su corazón por sí mismo.
Entonces, mirándose al espejo, intentó prender su Sharingan y suspiro de alivio al ver los tomoes negros en sus orbes rojos girando perezosamente alrededor de su pupila. Por un momento, se había asustado de que su Sharingan no despertara en sus ojos y, no fuese hasta que Kakashi perdió su ojo por salvarlo a él, que despertaran estos ojos malditos.
Pero pensándolo bien, el Sharingan estaba más entrelazado al plano espiritual del chakra del elemento Yin y, como su alma retrocedió en el tiempo, tendría sentido que su Sharingan lo siguiera con él al ser un golpe y/o trauma emocional extremadamente fuerte.
Pensando en esto, la mirada de Obito se oscureció y volvió a mirarse en el espejo.
Su rostro infantil no encajaba para nada con su expresión actual, ni siquiera le daba la seriedad que requería.
Aun así, prendió nuevamente su Sharingan y trató, lo más sutilmente, de prender su Mangekyo.
Mirando los tomoes girando y uniéndose hasta crear las aspas de un remolino, Obito sonrió con suficiencia antes de que sus ojos rodaran a la parte posterior de su cabeza y quedara inconsciente.
Puede o no, que haya subestimado seriamente las tensiones que produciría su dojutsu en un cuerpo tan joven y extremadamente inmaduro sin entrenamiento alguno en cualquier entrenamiento shinobi o de resistencia.
Kamui era demasiado fuerte para su cuerpo inmaduro.
Entonces, luego de una agradable y hermosa siesta desnudo contra el piso de su habitación, con la madera estampaba hermosamente en su rostro como si sus cicatrices lo hubieran acompañado de vuelta al pasado, Obito empezó hacer trabajar su mente mientras giraba y saltaba de plan en plan sobre su próximo curso de acción, incierto y conocido en partes iguales.
Ahora, sabía lo que iba a pasar en gran mayoría porque él fue quien orquestó toda la mierda profunda de este mundo, pero, honestamente, no fueron sus acciones los desencadenes totales de que las personas se corrompieran.
Como, por ejemplo, es cierto que asesinó al Akatsuki original para provocar el odio en Nagato y hacerlo una pieza más fácil de manipular con sus sentimientos crudos y vivos, pero fue Danzo el que realmente lo catapultó hacia la locura, tendiéndole una trampa al susurrarle cosas al oído a Hanzo y terminan pudriendo su carácter al punto de tenderles una trampa a Akatsuki y hacer que Nagato asesinara, lo quiera o no, a Yahiko.
Aunque sería más correcto decir que Yahiko se suicidó a manos de Nagato.
-como Rin lo hizo con Kakashi-.
Obito negó con su cabeza ante ese pensamiento y los redirigió a otros asuntos más importantes, como el hecho de que necesitaba saber que hacer a continuación y...
El hombre en el cuerpo de niño se paralizó durante unos segundos ante un destello de un pensamiento particularmente desagradable... y altamente probable.
¿Desde cuándo Zetsu lo había estado observando?
Con una mirada en blanco, Obito empezó a pensar en su infancia y empezó a recordar las palabras de Madara, la obtención de poderes, los pergaminos del clan Uchiha y...
Mientras más fuerte ame un Uchiha, peor será su dolor.
Una lluvia de sangre, una luna roja.
Y, a su vez, más fuerte será su poder.
Su Kamui, Obito se tocó los ojos sintiéndose pálido y mareado.
Como... ¿Cómo debería actuar? ¿Cómo debería actuar de ahora en adelante? Era probable que lo hayan elegido a él por su necesidad ferviente de ayudar a todo el mundo para ser útil y reconocido, incluso si solo era por agradables ancianas que lo tratarían como si fuese uno de sus hijos, regalándole chuches cada vez que estuviera cerca y mimándolo por ayudarlas.
Tembloroso, Obito salió de su hogar -vacío- a trompicones antes de dirigirse al marcado central mientras divagaba en sus pensamientos, totalmente perdido en toda la mierda futura que está por suceder y...
Kakashi... la razón por la que Kakashi era una pequeña mierda cabrona, era porque su padre se había suicidado al fallar en una misión...
Aun no iniciaban la academia, él tenía un poco de margen de tiempo, aun así, ¿Qué podía hacer él? Su inexistente control de chakra lo hacía prácticamente inútil, su cuerpo inmaduro e infantil simplemente era demasiado débil y, aparte de su Kamui, que lo hacía desmayarse completamente durante todo un día solo por activarlo, no tenía nada de cómo ayudar al hombre de alguna manera.
Obito maldijo al sabio se seis caminos por ni siquiera darle un poder o una ventaja, bufando porque ¡Por supuesto que a sus hijos les da todo! A Naruto le dio esos poderes locos como para regenerar miembros perdidos y a Sasuke ese absurdo Rinnesharingan sacados del culo, luego estaban Hashirama con su Mokuton total y completamente loco en conjunto con esa loca regeneración y luego estaba Madara, el viejo bastardo con reservas de chakra enormes y que prácticamente podría invocar a casi diez susanos el bastardo, junto con que podría invocar ¡Putos meteoritos! Del cielo como si fuese cosa de todos los días.
-e incluso con esos poderes absurdos y ridículos, no pudieron parar del todo la masacre causada por Kaguya y su hijo bastardo que heredó su voluntad-.
Entonces, mientras se perdía en sus pensamientos, Obito agudizó su oído cuando escuchó un ligero llanto y sintió un empujón que, sin duda algunas, lo sacó de su propio mundo.
Estaba a punto de destrozar con palabras afiladas y sarcásticas a quien se hubiera metido en su camino y se hubiera atrevido a siquiera pensar en joderlo, hasta que miró hacia abajo, en donde había una niña llorando mientras recogía diversas frutas y verduras.
Miren, Obito podría ser muchas cosas, pero ahora quería estar en su modo de "arco de redención" y, destrozar a un pequeño mocoso llorón, no era precisamente una buena acción en su lista de "buenas obras pendientes", la cual tenía como principal foco, salvar al mundo.
Ehh... sí... el sonido de los niños llorar no le gusta, así que suavemente, ayudó a la niña a recoger todas las frutas y verduras que se le cayeron de esa endeble bolsa de papel y la ayudó a levantarse del suelo.
—L-lo siento mucho —sollozó la niña mientras se restregaba los ojos con todo su brazo intentando ocultar el hecho de que estaba llorando—. N-no quería molestarte ni chocar contigo, ¡Lo siento mucho!
Obito miró a la niña frente a él con nerviosismo y torpeza, llevándose la mano a la nuca. Realmente no supo cómo debería actuar frente a una situación como esta.
¿Debería descártalo rápidamente como un adulto cualquiera con un simple "está bien" o debería ser una buena persona e intentar ayudar?
No es como si fuera una buena persona, aun así, si quería cambiar este mundo, tendría que empezar por algo.
—No me molesta, ¿Estás bien? —preguntó suavemente mirando como ella rehuida de su mirada.
—S-sí, estoy bien, solo fue un pequeño choque yo...
—No me refería a eso, ¿Por qué estabas llorando? —preguntó con su mayor intento de sutiliza hacia ella.
—N-no es tu culpa, no es necesario que lo sepas, p-perdón por incomodarte —balbuceó la niña nerviosa dando un paso atrás y Obito sintió una punzada de dolor.
¿Era por su apariencia o...? Oh.... ahora no tenía sus cicatrices faciales que tanto odiaba y despreciaba mientras se miraba al espejo, tampoco tenía la mitad del cuerpo de un desagradable y horripilante blanco en señal de masa no humana.
Él ya no era esa especie de quimera mal hecha entre zetsus, células de Hashirama y un niño-cadáver medio moribundo...
Entonces, él no la pudo haber asustado ni dañado de una manera inconsciente, así que se acercó a la niña.