The meaning of a friend [MLB]...

By Thebugginette18

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TERCERA PARTE DE LA TRILOGÍA "FRIENDS AND LOVERS" Todos los enemigos, comienzan siendo amigos. Todos los mejo... More

ACLARACIONES | TRAILER.
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8: Purplewing.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.

Capítulo 14.

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By Thebugginette18

ZACK.

Mi padre miraba el pequeño aparato con indiferencia, sus ojos revoloteaban de los lados hasta mis ojos de nuevo, los cuáles intentaban mantenerse quietos para evitar hacerlo creer que lo necesitaba tanto.

—No tengo idea de qué es.

Cuando rescaté a Emma de aquella casa abandonada que terminó en incendio, decidí llevarme lo que parecía ser un USB como prueba, se lo había entregado a mi madre para que intentara descifrarlo con Fu, pero resultó inútil; es tecnología.

Una tecnología que estaba casi seguro de que mi padre conocía a la perfección.

—¿Qué quieres a cambio? —pregunté— Y sí, esta vez sí estoy intentando sobornarte.

Él soltó una vaga risa.

—Te lo tomaste muy a pecho, ¿no?

—¿Qué cosa? ¿Qué después de todos estos años aquí visitándote le dijeras a todos que soy un mentiroso hambriento de fama? —pregunté— Puede que tenga un poco el derecho a tomármelo a pecho, pero no quiero hablar de eso.

Mi padre recargó su espalda en la silla.

—No sé qué cosa es, Zack.

—Ay, por favor —Rodé los ojos— No soy idiota, papá. Tú estuviste en la experimentación de Félix cuando era un sentimonstruo, estuviste en la creación de todos los robots de Henry, tú también te encargaste de que mezclar la tecnología con el miraculous del pavorreal y la mariposa.

Él apretó los labios.

—¿En serio crees que Henry te ayudará a salir de aquí? —pregunté— Porque si es así, eres tan ingenuo como todos de los que alguna vez te burlaste.

No dijo nada, pero con delicadeza le volví a acercar el aparatito, esperando a que entrara en razón y me dijera, aunque sea una sola pista, porque ya estaba cansado de seguir ahí.

Me miró a los ojos y soltó un suspiro.

—Es como una aguja —dijo— Se les incrusta a los robots.

—¿Una aguja por robot?

—No —negó— Esa aguja es la única existente hasta donde sé. Contiene la información necesaria para que los robots tengan... algo así como vida propia, pero siguen bajo el control de Henry, claro. Se le inserta a un robot y cuando termina de cargarse, se le inserta a otro.

—¿Pudo saber qué tipo de información tiene?

—No lo sé —Lo miré de mala forma— Te prometo que no lo sé. Henry era el encargado de eso, supongo que tiene cosas básicas como que Adrien y Marinette eran Ladybug y Chat Noir, que ellos son el principal objetivo, cosas así.

Miré el aparato y lo tomé entre mis manos.

—¿Cómo sé que no me estás mintiendo?

—Supongo que no tienes otra opción.

—Louis y Emma me comentaron que Colette está afuera, está libre como sus padres, pero también sé que aquí mismo hay una versión de Colette —dije— ¿Cuál es la verdadera y cómo lograron crear otro robot en caso de hacer el cambio?

—La real es la que está libre y... —Lamió su labio inferior y respiró profundo— La encargada de crear el robot de Colette fue la misma persona que pagó por la liberación de Henry y Lila.

—¿O sea que en serio todo está conectado? —Él se encogió de hombros— ¿Quién es?

—Ya te ayudé demasiado, querido hijo.

—¿No te gustaría estar afuera también? —pregunté— Yo también tengo el suficiente dinero como para sacarte de estas cuatro paredes.

—¿Y no se te ocurrió hacer eso durante estos años?

—¿Después de cómo trataste a mamá? No, gracias, prefiero mantener su salud mental en paz.

—Kagami es mucho más fuerte de lo que aparenta.

—Por favor, no menciones su nombre —dije— Y podría realizar la misma pregunta. Adrien falleció hace ya seis años, papá, ¿por qué esperar tanto tiempo? ¿Por qué justo cuando Emma y Marinette regresaron a Francia?

Papá guardó silencio. No me diría nada.

Justo en ese momento, el policía llegó a decir que el tiempo de visita había acabado, así que solo me tocó resignarme con la poca información que tenía.

Al salir de la cárcel, manejé hasta llegar a la casa de Emma en donde sabía que ella estaría esperándome.

Toqué la puerta varias veces y me recibió con una hermosa sonrisa.

—Buenos días —saludó.

—Buenos días —dije de vuelta, dándole un pequeño beso— ¿Puedo pasar?

Ella sonrió y me abrió más la puerta para que pudiera entrar.

El aroma a espagueti me hizo caminar más hacia la cocina, donde pensé que encontraría a Gabriel, pero para mi sorpresa, era Louis.

—Oh, vaya —reí— No sabía que tenías habilidades de chef.

—No las tiene, está siguiendo una receta —dijo Emma a mi lado.

—Sí, porque la señorita a tu lado se niega completamente a usar la estufa —dijo Louis, mirándola de reojo— No sé cómo comías en Chicago.

—Alguien cocinaba para mí.

—Oh, ¿tenías un chef personal? —pregunté.

Louis carcajeó.

—Sí, algo como eso —dijo Emma— Pero Louis lleva prisa porque va a una entrevista de trabajo.

Entonces noté como estaba vestido más formal de lo normal.

—Oh, ¿en serio? —pregunté— Que bueno, Louis. Ojalá te vaya muy bien.

—Es en la empresa de Félix —dijo, sirviendo en un plato un poco del desayuno que había hecho— Sé que es mi tío y es muy probable que me del trabajo, pero no quiero darlo por sentado.

—Eso es bueno —Sonreí— A todo esto, ¿dónde está Gabriel? Me sorprende que no haya alguien queriendo correrme.

—Fue a buscar a Hugo al departamento de mi mamá para luego llevarlo a la escuela —dijo Emma, acercándose a servirse de la misma comida— ¿Quieres?

—No, gracias —dije, sentándome. Emma se acomodó a mi lado— Desayuné antes de venir y, de hecho, iba a hablarte sobre algo.

—¿Qué es?

—Anoche mi mánager me llamó por teléfono porque la misma televisora en la que Oliver y Olivia trabajan, quieren hacerme una entrevista —le conté— Pero quieren hacerme una entrevista contigo.

—¿Conmigo? ¿Por qué? —preguntó antes de abrir los ojos más grandes— ¿Crees que... sospechan algo?

—¿Sobre nosotros? —pregunté, ella asintió— Lo dudo mucho. La realidad es que mi mánager me dijo que es más probable que se deba a todo el caos que hay acerca de la liberación de Henry y Lila, así como lo de mi padre, por qué Marinette no ha salido casi al ojo público, cosas como esas.

—Pero eso no les conviene, ¿no? —preguntó Louis.

—En realidad, yo pensaba lo contrario —dije— Pienso que, si somos lo suficientemente inteligentes, podemos moldear nuestras palabras para engañar a Henry y Lila, porque es evidente que ellos verán el programa.

Emma terminó de masticar y asintió, mirando a la nada.

—De hecho, es una buena idea —susurró— ¿Cuándo es?

—Mañana.

—¿Y te avisan con tan poco tiempo de anticipación?

—Yo ya tenía programada una entrevista con ellos, mucho antes de que ustedes llegaran, pero nunca se concretó y ahora que tú estás aquí, supongo que no quieren perder la oportunidad.

—Me sorprende que no quieran hacerle una entrevista directa a mi madre o incluso a Gabriel —dijo Louis.

—Tiene más sentido que nos la quieran hacer a nosotros —dijo Emma— Somos los hijos de los responsables de... ¿todo? Y si nos hacen alguna pregunta en la que podamos engañar a Henry y Lila para encontrar su paradero, entonces supongo que puede valer la pena.

Yo sonreí, observando como incluso comiendo sus expresiones de pensamiento delataban mucho sobre ella.

Escuchamos unos ruidos afuera, pero antes de que pudiéramos hablar, la puerta se abrió, dejándonos ver a Gabriel.

—Vaya, que bien huele, ¿qué hicieron de...? —Él me miró, yo sonreí y él rodó sus ojos— Ugh, tú otra vez.

—Me adoras.

—En tus sueños —escupió. Miró a Emma y a Louis y los señaló— Ustedes, vengan conmigo.

Gabriel se alejó y volvió a caminar a la salida. Los tres nos miramos y en menos de cinco segundos ya estábamos afuera, en donde mi carro ya no era el único que ocupaba el frente de la casa.

—Estás jodiéndome —susurró Louis.

—¡Sorpresa! —exclamó Gabriel— Lo tenía pensado desde hace mucho, pero ya saben cómo es el papeleo, así que... es para ustedes.

Un carro estaba detrás de mi coche y una moto estaba en frente de todos.

—¿Nos compraste una moto y un carro? —preguntó Louis.

—El carro es tuyo, la moto es de Emma —respondió Gabriel, completamente orgulloso.

—¿Cómo pudiste? —preguntó Emma.

—Les recuerdo que, aunque estaba en la cárcel y todas mis propiedades y bienes me fueron arrebatados, tenía ciertos ahorros en caso de emergencia, así que no se preocupen, no le robé la fortuna a Emilie.

Todos reímos un poco, pero fue Emma la que se acercó a su moto con una sonrisa de oreja a oreja.

—Estás jugando, ¿no? —preguntó, acariciando la moto— Gabriel, Dios mío... ¡tengo una moto!

—¿Por qué? —preguntó Louis, acercándose a su coche.

—Uh, ¿porque puedo y quiero? —respondió Gabriel— Son mis nietos después de todo.

Emma dio pequeños saltos de emoción antes de correr y abrazarlo.

—¡Eres el mejor villano de la historia!

—Me gustó más escuchar eso de lo que me habría gustado escuchar: "Eres el mejor abuelo de la historia" —dijo, abrazándola de vuelta— Anda, vayan a dar una vuelta.

Les lanzó la llave a ambos y ellos la atraparon.

Emma se subió a su moto y Gabriel se acercó a darle su casco de seguridad, para luego caminar hacia mí y entregarme uno igual.

—Ow, Gabriel, pensaste en mí —Sonreí.

—Supongo que vienes incluido en el paquete —dijo, dándome palmadas en el hombro— Ve.

Emma golpeó el asiento detrás de ella para que me sentara, cosa que así hice, hundiendo mis manos en su vientre y cintura para sostenerme.

—Por favor, dime que sí sabes manejar una moto.

—Sé encender las luces —se burló.

—Emma Agreste...

—Es broma, sí sé andar en moto —aseguró— En Chicago a veces era más rápido usar las motos policiales que los coches, así que Wendy, una amiga, me enseñó.

Me sentí feliz de que ella se abriera un poco más respecto al tema de Chicago, ya que la mayoría de las veces que intento hablar con ella sobre eso suele desviar el tema.

—¿A dónde me llevarás, entonces? —pregunté.

—Vamos a dejar que el viento nos lleve —susurró antes de encender la moto.

—Emma, sé precavida —dijo Louis detrás de nosotros.

—Lo soy, lo soy —respondió ella.

—Pero que mentira tan más grande —me burlé— Ya quiero ver cuando...

No me dejó continuar puesto que sentí el golpe de su espalda contra mi pecho y el fuerte viento en mi rostro. Lo más rápido que pude, la tomé de la cintura y me aferré a ella como si mi vida dependiera de ello.

Aunque mi vida sí dependía de ello.

Escuchaba su risa incluso con el sonido de todos los demás coches. No sé cuánto tiempo pasamos en su moto, moviéndonos entre las calles y dejando que los semáforos guiaran nuestro camino.

Cuando empezamos a escuchar unos cuantos truenos, Emma se detuvo en una calle un poco vacía. Se quitó su casco y yo hice lo mismo.

—¡Que genial es esto! —exclamó— Dios, amo a mi abuelo.

—La Emma de dieciséis años acaba de tener un mini infarto al escucharte decir eso —me burlé.

—Probablemente —Ella miraba aún hacia el frente, así que me acerqué y coloqué mi barbilla en su hombro derecho— ¿Cómo está Kagami? Creo que la última vez que la vi fue la noche de la fiesta y... había discutido con mi mamá.

—Sí, me comentó sobre eso —susurré— Supongo que ya son temas que no nos corresponden.

Ella sonrió.

—Sé que tienes razón, pero no puedo evitar pensar en lo extraña que mi madre está —dijo— No sé si así se mantuvo durante los últimos cinco años después de que me mudé a Chicago o es solo ahora que regresó a París y fue un caos.

—Supongo que una perdida como esa nunca termina de sanar.

—Pasaron ya seis años, Zack y a mí aún me duele no tener a papá, pero digamos que aprendí a lidiar con ello —dijo— En cambio, mamá... no lo sé, luego está Hugo y Louis, ya no me siento realmente unida a mi familia. ¿No te pasó igual? Sé que físicamente no lo perdiste, pero lo que hizo Luka fue como perder a un padre, ¿no?

—Creo que no es lo mismo —dije— Nosotros solo éramos tres y después de eso, mi madre y yo nos unimos mucho más hasta convencernos de que no necesitábamos a mi padre.

—Entiendo —Respiró profundo— Lo siento mucho, Zack.

—También lo siento —dije— Pero ya no veo razón para estar tristes si ahora tú y yo estamos juntos.

Ella giró más su rostro para mirarme.

—¿Juntos?

Apreté mis labios.

—Sí, bueno, tú me entiendes —Reí nervioso, bajando de la moto— Entonces, respecto a la entrevista de mañana, ¿tengo tu confirmación?

—Claro —Sonrió— Será mi primera entrevista, o eso creo... ¿algún consejo?

—Solo sé tú misma —carcajeé— No es nada del otro mundo si respondes con mucho cuidado. Además, con la suficiente inteligencia, encontraremos la forma de despistar a Henry y Lila.

—¿Es normal que sienta que estamos caminando en círculos? —preguntó— No es como que sepamos en donde están o lo que están haciendo.

—Te prometo que habrá justicia, Emma —dije— Yo, Zack Couffaine, te prometo que haré lo posible para encontrar justicia.

Emma sonrió y se me ocurrió una idea al mirar a los lados.

—Ven, te quiero mostrar algo.

Ella frunció el ceño, pero no dudó en bajar de la moto, dejando nuestros cascos y colocándole el seguro. Caminé lento, esperando a que ella me siguiera hasta llegar a un callejón que se veía vacío y algo oscuro.

—¿A dónde vamos? —preguntó.

—Te mostraré algo.

Emma caminó hasta seguirme el ritmo y justo cuando creí que era el lugar indicado para no ser descubiertos, la tomé de la cintura y la pegué a la pared.

—Oh.

—¿Oh? —reí— Curiosa respuesta.

—Debo admitir que no me esperaba esto —dijo— Pero me gusta.

—A mí me gustas tú.

Y la besé.

Ella no se hizo de rogar y me siguió el juego, sus manos recorrieron mis hombros y subieron por mi cuello. Sentía como me jalaba con más fuerza, obligándome a pegarla más contra la pared.

Su respiración y la mía comenzaron a mezclarse. Emma mordió mi labio inferior, logrando que soltara un suspiro que la hizo reír por lo bajo.

—¿Quién diría que tú serías el arriesgado, Zacki? —preguntó.

—Tú me hiciste así.

—¿Yo? —preguntó con una risa— ¿Cuántas noches tuvieron que pasar para que seas tú el que busca lugares para escondernos y besarnos?

—Mhm, ¿unas cuatro? —dije, tomando una de sus piernas para alzarla y pegarla a mí— Realmente no llevo la cuenta.

—Deberías —susurró, besando mi cuello— Creo que deberíamos detenernos ahora o terminaremos haciendo una locura.

—No lo creo, yo tengo bastante autocontrol y siendo sincero, no me gustaría terminar haciéndolo parados en un lugar baldío y casi dispuestos a darles un espectáculo a los que lleguen a pasar por aquí.

—Para nuestra suerte, no parece ser una calle demasiado concurrida.

—Empiezo a creer que nos trajiste aquí a propósito —susurré antes de volver a besarla.

Yo sabía que no pasaríamos de los besos, pero era divertido sugerir otra cosa. Lamentablemente, nuestra diversión terminó en el momento en que Tikki salió del bolsillo de mi chamarra.

—Zack.

—Siempre se me olvida que los kwamis están con nosotros —Se quejó Emma, respirando profundo y alejándose un poco.

—Sí, ya lo notamos —dijo Plagg, saliendo del cabello de Emma, el cual me sorprendía que durara tanto ahí escondido.

—Lamento interrumpirlos —dijo Tikki—, pero Marinette está aquí.

—¿Cómo dices? —pregunté.

—Ustedes no fueron para nada instruidos...

—Porque no eran los elegidos —soltó Plagg.

—¿Eh?

—¡Plagg! —exclamó Tikki— Lo que quiero decir es que, a Marinette, cuando era más pequeña, le entregué un Kwagatama, que es una especie de collar creado con el cabello de todas las portadoras anteriores a ella, de esa manera nos mantenemos unidas.

—Oye, yo quiero uno de esos —susurré.

—Puedo sentir cuando está cerca o está activado porque eso nos mantiene conectadas —siguió explicando— Y siento que está por aquí.

—¿Qué haría mamá por estas calles?

—¿Y por qué es importante eso? —pregunté— Quiero decir, pareces... asustada.

—Ay, Zack —susurró Tikki, moviendo su cabecita de lado a lado— Es solo que no tengo un buen presentimiento.

—Estoy seguro de que...

—No, no, Tikki tiene razón —dijo Emma— Yo también sé que mi mamá anda rara.

Me alejé de Emma para que ella pudiera caminar hasta asomarse por el callejón y observar si lograba ubicar a Marinette, cuando lo hizo, no dudó en transformarse en LadyNoire. Subió por la pared hasta quedar en los tejados de las casas cercanas.

Yo solté un suspiro, miré a Tikki y me transformé de igual forma para acompañarla.

—Ahí está —me dijo. Marinette caminaba con un hombre a su lado.

—¿Quién es ese?

—Creo que lo he visto alguna vez... —susurró Emma— ¿Recuerdas el viaje que hicimos a Londres y...?

—Oh, ya. Ya lo ubico —dije— ¿Cómo se llamaba? ¿Francis?

—Sí, eso creo.

Los dos caminaban por la calle, parecían estar platicando de algo, pero no podíamos escuchar mucho, por lo que comenzamos a seguirlos desde arriba para intentar escuchar su conversación.

—¿Tienes planeado regresar a Shanghái? —preguntó Francis— ¿Por qué? Creí que ya habías vuelto para quedarte.

—La idea nunca fue esa —respondió Marinette— Siendo sincera, tenía ciertos planes antes de venir aquí, pero... siento que ya nada está funcionando. Mis hijos son felices aquí, soy yo la que ya no pertenece en ningún lado.

—Marinette, ¿me permites decir algo? —Ella asintió— Creo que sigues tan en el pasado con todo lo que pasó con tu exesposo que... tienes este remordimiento que no te deja avanzar.

—¿Exesposo? —preguntó Marinette— Adrien aún es mi esposo.

Miré a Emma, quien también me miró a mí.

—Creí que...

—Sí, nos divorciamos, ¿y qué? Un papel no define absolutamente nada —continuó a la defensiva— Y claro que me duele regresar a París, la muerte de Adrien fue lo que me hizo querer irme y el regresar no me ayuda en lo absoluta. Tuve una idea estúpida y ahora que me doy cuenta de que no funciona, siento como todo se colapsa, no vengas a querer decirme si debo o no seguir estancada en el pasado.

—Lo lamento, yo no quise...

—Tu esposa murió también, ¿no es así? —preguntó— ¿No la extrañas?

—Claro, Marinette, la extraño mucho, pero aprendí a avanzar, a vivir sin ella —susurró él.

—Y si tuvieras la oportunidad de traerla de vuelta contigo, ¿la tomarías?

Sentí como las garras de Emma se clavaron sobre el techo, como si estuviera nerviosa.

—No lo creo —dijo Francis, tomando la mano de Marinette— Porque si pasó fue por algo y la realidad es que... encontré a alguien con quien me gustaría crear una historia nueva.

Marinette vio sus manos unidas antes de mirarlo a los ojos y comenzar a negar con su cabeza.

—Estás confundiendo las cosas entre nosotros, Francis —susurró Marinette.

—Marinette, debes avanzar.

—¿Y crees debo avanzar contigo? —preguntó ella, alejándose— Dios, no puedo creer que toda tu ayuda y preocupación hacia mí haya estado disfrazado de tu enamoramiento hacia mí.

—No pienses eso de mí, por favor. Es solo que... por Dios, han pasado seis años ya, no es solo que te resignes a la muerte de Adrien, es que no has hecho nada de tu vida —dijo— Renunciaste a tu trabajo, llevas seis años sin diseñar, abandonaste a tu hijo en la cárcel y ahora que tienes a tus tres hijos juntos no has hecho nada más que ignorarlos.

—¿Cómo se atreve? —susurró Emma, queriendo ir con ellos, pero la tomé del brazo, evitándolo.

—Eso no te incumbe en lo absoluto —dijo Marinette.

—Yo sé que no —aseguró Francis— Yo sé que no, pero... este capítulo de tu vida tiene que cerrar. Adrien murió por accidente para que...

—¡A Adrien lo mataron! —exclamó Marinette— Y creo que eso es lo que más me duele. No es lo mismo una muerte natural a una provocada. Adrien y yo pudimos tener una vida larga juntos si no hubiera sido porque Henry lo asesinó, porque él nos odia, él está libre y nadie me cree.

Francis guardó silencio.

—Y yo también estoy muriendo, Francis —dijo Marinette— Mi enfermedad empeora cada día. Tu esposa murió de cáncer, yo tengo cáncer. ¿En serio te gustaría tener algo conmigo?

Él apretó los labios y sonrió levemente.

—Eres fuerte, Marinette —dijo— He estado enamorado de ti y te he amado en silencio desde hace mucho, creo que...

Pero no pudo decir nada más y yo tampoco pude hacer mucho cuando Emma saltó y lo tomó entre sus brazos para comenzar a balancearse con él, alejándolo de Marinette.

—Esto debe ser una broma.

Pensé en ir detrás de ella, pero en eso sentí una pequeña corriente por mi cuerpo. Mis ojos se fijaron directamente en el cuello de Marinette, enfocándome en el Kwagatama que Tikki me había indicado.

Si podía aprovechar algo para poder descubrir el extraño presentimiento de Tikki, entonces podría hacerlo.

Con ayuda de mi yoyo, bajé hasta donde Marinette aún seguía sorprendida del rápido movimiento que había pasado frente a sus ojos.

—¡Marinette! —exclamé— Disculpa, no pretendía asustarte.

—MisterBug... —susurró, parpadeando— Eh, ¿pasa algo?

—Oh, sí, eh... es que nos pareció haber visto un akuma, por eso LadyNoire se llevó a su amigo para ponerlo a salvo —dije, nervioso— Eh, de hecho, hace un tiempo quería hablar contigo.

—Entiendo —dijo, no muy convencida— ¿Y querías hablar conmigo?

—Sí, bueno, tú... bueno, usted fue Ladybug y yo... bueno, me entiende —carcajeé— Tenía una duda que no sé si pueda responder.

Ella apretó sus labios y miró mis aretes.

—Me sorprende que quieras hablar conmigo cuando parece que todo París me odia.

—No podría odiar a quien también sabe lo que es ser un héroe —dije— París le debe mucho. Lamento que tenga que lidiar con pensamientos tan horribles.

Marinette tragó saliva.

—Como sea, yo tenía una duda respecto al Kwagatama —dije— Tikki...

—¿Tikki? —preguntó y una pequeña sonrisa salió de sus labios— ¿Cómo está?

—Excelente. Ella... te extraña mucho —Sonreí al igual que ella.

—¿Crees que pueda verla? —preguntó.

—Eh, bueno, supongo que podrías, pero para eso tendría que destransformarme y...

—No habría problema en que me reveles tu identidad, al final, si necesitas ayuda con algo, supongo que de esa forma podría ayudarte un poco más, ¿no crees?

Yo apreté los labios, porque la Marinette que yo conocía o más bien, la Ladybug que París alabó una vez, jamás habría pensado que revelar mi identidad sería algo bueno, incluso si fuera solo para ella.

—No creo que eso sea una buena idea —susurré, nervioso— Al final, solo es una pequeña duda que tengo respecto al Kwagatama. Tikki me dijo que te lo dio para poder conectar con ella y con las Ladybug's anteriores a ti.

—Así es.

—Pero aún lo cargas contigo.

—Me trae recuerdos —dijo.

—Chat Noir también tenía un Kwagatama, ¿no?

Me arrepentí de mencionar el tema tan a la ligera, pero Marinette pareció no inmutarse demasiado.

—Sí, creo que Plagg le había hecho uno.

—Y sabes... ¿dónde quedó?

—Empiezo a creer que esto más que una duda, es solo curiosidad por lo que quedó de mi esposo.

—Oh, no, no, para nada, lo siento...

—¿Solo querías preguntarme la razón por la cual aún poseo mi Kwagatama? Ya te lo dije, no hay ningún significado oculto detrás más que el sentimiento de nostalgia y recuerdos que me trae.

Me quedé callado, ya no sabiendo que decir o no. Marinette se dio cuenta de eso, así que me rodeó y comenzó a caminar.

—Un consejo —dijo, dándome la espalda— La próxima vez que escuchen una conversación ajena, asegúrese de no hacer sus movimientos muy notorios. Ser sigiloso es algo que un héroe debería saber. Además, su trabajo es salvar a París, no enterarse de problemas que no les incumbe.

Ups.

—¡L-Lo haremos! —exclamé— Le prometo que LadyNoire y yo nos encargaremos de detener a la nueva Hawk Moth.

Ella asintió con su cabeza.

—Eso espero, chico, realmente lo espero.

Y sin decir más, se alejó.

Solté un suspiro y sintiéndome completamente humillado, corrí hasta donde Emma se encontraba con el tal Francis.

—¿LadyNoire? —pregunté. Ella se giró— ¿Todo bien?

—Oh, sí, solo... me pareció haber visto un akuma —Sonrió falsamente— Ya le expliqué al señor que todo fue solo una confusión.

El pobre hombre estaba asustado, aun sacudiendo un poco de su traje.

—S-Sí, todo bien —dijo él.

—¡Perfecto! —exclamó Emma— Entonces podemos irnos.

Emma me tomó de la cintura y con ayuda de su bastón nos elevó hasta regresar en donde había dejado estacionado su moto.

Nos destransformamos en el callejón y molesta, comenzó a avanzar.

—¡¿Cómo se atreve?! —exclamó, caminando hacia su moto— ¡Desde que mis padres tuvieron el problema de los contratos, ese tipo ha estado detrás de mi mamá! ¡¿Y se atreve a decirle todas esas cosas?!

—Emma, creo que exageraste al llevártelo.

—¡Se le estaba insinuando!

—¿Y no crees que tu mamá merece una segunda oportunidad para amar?

—P-Pues sí, pero... ¡no con él! —exclamó— ¡Se notaba lo incómoda que estaba!

Yo suspiré y nos sentamos en la moto. Emma la encendió y nos colocamos nuestros cascos.

—A la próxima, no seas tan impulsiva.

—Bien —dijo, rodando los ojos— ¿Ahora a dónde vamos?

—A mi casa, te quiero cocinar algo yo.

Ella carcajeó y en menos de dos segundos, comenzamos a avanzar.

LOUIS.

—Según la doctora Lavillant, usted ya no trabaja con ella —dijo la señorita de la recepción.

—Y tiene razón, pero es importante —dije— Acabo de conseguir un puesto de trabajo y quiero contárselo.

La realidad es que solo había ido a la empresa de Félix y él me dijo mis horarios de trabajo y me dio un poco de contexto sobre en qué le ayudaría.

Me ponía un poco triste el hecho de que no tuve que esforzarme tanto como para obtener el puesto. Es como si realmente una parte de mí quisiera sentir que me lo merezco y no solo es la lástima que mi tío tiene sobre mí.

Pero lo podría considerar como mi primer trabajo estable, así que estaba feliz con eso.

—Aún no es su horario de salida.

—Por favor —pedí— Le prometo que no me tomará más de diez minutos.

Las chicas se miraron antes de que Camille caminara hacia la recepción.

—¿Louis?

—¡Camille! —exclamé— Diles a las señoritas que me dejen pasar.

Camille miró a las chicas y les sonrió. Les entregó unos papeles y después de un intercambio de palabras de despedida, se acercó a mí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

—Tengo algo que decirte —Sonreí— ¿Ya saliste?

—Sí, hoy decidí salir más temprano porque tengo que... uhm, hoy Mar llegará a mi casa a dormir porque su mamá trabaja en la noche, entonces... eso.

—Te llevo a casa, entonces.

No dejé que dijera algo, solo le hice señas para que me siguiera hasta el estacionamiento en donde le quité el seguro al coche y le abrí la puerta a Camille.

—¿Es tuyo? —preguntó Camille, señalando el coche.

—Oh... ¿esto? —pregunté— Esto pasa cuando tienes un abuelo millonario.

—¿Te lo dio Gabriel? —carcajeó— ¿Quién lo diría?

—Esa misma pregunta me hice yo.

—Pero, Louis, ¿dejaré mi coche aquí?

—En la mañana te traigo de vuelta y ya podrás irte en tu coche —dije— Anda, me ofrezco a ser tu chófer.

Camille carcajeó un poco más y se sentó en el lado del copiloto. Al subirme, comencé a manejar, sorprendiéndome de no ver mucho movimiento en la ciudad.

—A todo esto... ¿Mar está bien? —pregunté.

—¿Cómo? Ah, sí, sí, todo bien, solo hoy es que ya me toca cuidarla, no la he visto como en cuatro días —respondió— ¿Por qué?

—Solo preguntaba —dije— Si algún día hay oportunidad me gustaría traerlas a ambas aquí, quizás pueda llevarlas a algún restaurante con mi primer pago.

Camille me miró y giró su cabeza, confundida.

—No me digas que...

—Tengo un puesto oficial en la empresa de Félix y mi padre.

—¡Louis, que felicidad! —exclamó, aplaudiendo— ¿Y qué es lo qué harás?

—No tengo la menor idea —reí, al igual que ella— Pero será un puesto fijo, así que estoy completamente feliz. Te prometo que me esforzaré en mantenerlo, no lo daré por sentado solo porque se trata de mi tío, me encargaré de que valga la pena mi tiempo y la oportunidad que Félix me está dando.

—No sabes lo feliz que me hace verte así —Sonrió— Ese es el Louis que yo conozco: el que no tiene idea de nada, pero aun así le pone empeño y ganas.

—Además, pensaba en tu idea de dar clases de skateboarding, pienso que, si vuelvo a practicar como antes, puedo hacerme algún certificado que me permita trabajar.

—Esa es una muy buena idea —dijo— Me alegra tanto, de verdad. Gracias por tenerme la confianza de contármelo.

—Después de todo, eres mi amiga y me importas mucho —susurré. Ella guardó silencio— También he pensado en lo otro que me dijiste, acerca del... psicólogo.

Camille se mantuvo callada, dejándome hablar.

—Me da miedo.

—Eso es normal.

—Pero creo que no perdería nada, intentándolo, aunque sea una vez.

Ella sonrió y me sentí tan pleno.

Seguí conduciendo hasta llegar a su casa, en donde detuve el coche y nos mantuvimos en silencio.

—Gracias por traerme —dijo, quitándose el cinturón de seguridad. Yo imité su acción. — Y gracias por considerarme en ser la primera persona que se enteraría de algo tan importante para ti.

—No es nada, de verdad —dije— Realmente me gustaría que volvamos a ser unidos... como antes, quiero decir, antes de todo, pero un poco después de que yo fuera un grosero, inmaduro y... bueno, eso.

—También me gustaría eso, Louis —Sonrió, acercándose un poco— También quiero decirte que, aunque ambos nos lastimamos hace unos años, éramos niños dentro de lo que cabe y.... creo que ahora podemos iniciar otro capítulo de nuestras vidas.

—¿Otro capítulo?

Ella apretó sus labios y bajo su cabeza.

—Por favor, usa palabras claras conmigo porque yo necesito saber las cosas tal cuál y como son.

—No tienes que buscarle, yo... me refería a volver a ser amigos.

Solté un suspiro.

Claro.

—Entiendo.

Miré hacia el frente, observando como unas pequeñas gotas comenzaban a caer sobre el coche.

—Será mejor que entres a tu casa ahora o terminarás mojándote.

—¿Louis?

—¿Sí?

Sus ojos bajaron a mis labios y yo tuve el impulso de alejarme porque una voz dentro de mí me decía que veía amor en los ojos de Camille y eso no era correcto, porque estaba claro que no era cierto.

—Pensaba en ti.

—¿Qué?

—Todos los días —susurró— Pensaba en ti. En si estuvieras bien, en si habrías comido ese día o si... lloraste al irte a dormir. Caminé cerca del reclusorio muchas, pero en serio, muchas veces y quería ir a verte, pero luego me sentía muy cobarde por hacerlo después de tanto tiempo, así que me regresaba por el mismo camino.

—Camille, no entiendo...

—Le preguntaba a Zack como estabas, le pedía que hablara contigo, que incluso si yo no se lo pedía, seguro lo haría, pero no tanto como yo le supliqué que lo hiciera —continuó— Sé que nada justifica que nunca fui a verte, pero no espero que pienses que te olvidé de la noche a la mañana porque eso no es verdad, Louis, te pensaba todo el tiempo.

Sus labios comenzaron a temblar.

—Tuve citas —confesó— Tuve algunas citas y encontré a hombre muy amables, pero que no coordinábamos de la forma en la que tú y yo lo hacíamos. Quizás era yo misma la que se metía esa idea, pero así era y siempre que ellos veían quien era realmente, la responsabilidad que sería tener una relación conmigo, ellos... salían huyendo.

—¿Responsabilidad?

—No puedo decir que durante estos seis años te seguí amando porque sería una mentira, te odié, sé que te odié en algún punto, pero ahora, estás aquí, frente a mí y es que no dejas de mirarme de esa forma que... Dios, ¿cómo es que sigues provocándome esto?

—Perdón.

—No, no busco que me pidas perdón —carcajeó por lo bajo. Una lágrima descendió por su mejilla— Busco... la verdad, no sé ni lo que busco, pero estás aquí y me siento tan feliz de verte feliz. Tienes ya un trabajo en donde te irá muy bien, estás sano y quieres mejorar, esto Louis, esto es lo que yo quería para nosotros.

No estaba entendiendo nada de lo que Camille me estaba diciendo, estaba tan confundido con sus palabras y la forma en la que ella me miraba, parecía como si se hubiera dado cuenta de algo y lo supe en el momento en que se estiró para abrazarme.

Tardé un rato en reaccionar porque no entendía qué estaba pasando en la cabeza de Camille al abrazarme y llorar en mi hombro. Deslicé mis manos en su espalda e intenté mantenerla cerca porque me daba miedo estar fantaseando otra vez.

—Perdón —lloró— Perdóname, por favor.

—Cam, ¿por qué pides perdón?

Ella negó con su cabeza.

—Perdón —volvió a decir.

Yo la alejé y la tomé del rostro para que me viera.

—Oye, entiendo que no quisieras verme, nadie quería hacerlo —dije— Ni mi propia madre, así que está bien, no tienes por qué pedir perdón.

Limpié sus lágrimas e intenté sonreírle.

—Intento ser feliz ahora —susurré— Con mis hermanos, con Gabriel, contigo e incluso con Mar.

Camille apretó sus labios y cerró sus ojos, volviendo a negar con la cabeza.

—No es tu culpa no haber querido verle la cara al chico que te arruinó la vida.

—No arruinaste mi vida. Tú me diste algo que...—Guardó silencio— Tú me hiciste feliz.

—Al igual que tú a mí —dije— Te amé tanto, Lavillant. Aún te amo.

Sus ojitos se iluminaron y tuve que retirar un poco su fleco porque se pegaban con la humedad de sus pestañas. En un atrevimiento, besé su frente por un prolongado tiempo.

Al alejarme noté como ella abrió sus ojos lentamente y tomándome de las mejillas no me permitió alejarme de ella.

Tragué saliva y escuchando las gotas de lluvia caer sobre el auto, susurró.

—Yo también te amé, Louis —dijo— Y al igual que tú, aún te amo.

Mi corazón se detuvo.

Automáticamente pensé en que eso era una mentira, que no había forma o mundo en el que Camille siguiera amándome después de lo que le hice, pero ella estaba ahí, acercándose a mí.

Nuestras narices chocaron y sentí un escalofrío recorrer mi espalda en el momento en que deslizó sus manos hacia mi cuello.

—Cam, ¿qué estás haciendo? —susurré— Si no lo sientes de verdad, por favor no lo hagas.

Sin separarse, me miró a los ojos.

—No lo hagas porque yo siento... siento mucho, a veces siento que mis emociones son tan fuertes a un nivel subnormal que me hacen sentir un pedazo de papel que fue arrancado de una libreta y sé que eso suena exagerado, pero así me siento —confesé— Así que, si me besas, me darás la oportunidad de seguir sobre pensando y sintiendo mucho más. Si no lo sientes...

—Siempre lo he sentido, Louis, siempre lo haré.

Y nos besamos.

Mis labios sobre los de ella se movieron de forma lenta, uniéndose entre los mismos sin perder el ritmo.

Seis años sin besar a Camille y se sentía como la primera vez que ella se atrevió a besarme. La jalé del cuello y ella soltó un suspiro.

Mis manos llegaron a su cintura y ella tiró de mi cabello con delicadeza, solo como ella sabía hacerlo.

Hicimos pausas entre besos, pero nunca nos separábamos tanto como para extrañarnos. La calidez de sentir su piel y la mía, así como el sabor de su saliva y escuchar sus pequeños jadeos me hacían sentir en el paraíso.

—Dios, Camille —susurré— ¿Qué acabas de hacer?

—Lo que quería hacer desde que te volví a ver —respondió, acariciando mi rostro— Perdóname si fue un acto impulsivo.

—¿Impulsivo? Impulsivo sería decirte que después de este beso, no pienso volver a dejarte ir.

Ella sonrió.

—Lo bueno es que no quiero que lo hagas.

NARRADOR OMNISCIENTE.

El recreo a veces parecía una tormenta.

Siempre que escuchaba el timbre que indicaba que él debía ir a esconderse o esperar a que Noah saliera de su salón, sentía que su piel temblaba del miedo.

Algunos días eran mejores que otros, pero Hugo nunca aprendió lo que era ser amado, al menos eso es lo que él pensaba cuando en clase debían hablar sobre los padres.

Sus hermanos eran demasiado mayores como para querer jugar con él y su madre... lo mandaba con su abuelo para que él lo llevara a la escuela y no ella.

Ese día no llevaba desayuno, debía ir a la cafetería a comprar.

Sus pies se movían insistentes ante la espera de su amigo Noah. Al ser de un grado más alto, solía salir más tarde.

—Perdón, perdón —Hugo escuchó la voz de Noah detrás de él— Apenas pude correr para ser el primero en salir del salón.

—No te preocupes —Sonrió él.

Juntos caminaron hacia la cafetería en donde dentro de este, Hugo intentaba mantener la calma. El comer en los pasillos o sentados bajo un árbol no era lo mismo que comer dentro de la cafetería en donde el ruido era más fuerte y las personas más crueles.

Al menos tenía a su amigo de su lado, quien le ayudó a escoger lo que podría ser su desayuno del día. Al encontrar una mesa para sentarse, se relajó porque todo ese recorrido había salido bien.

O al menos eso pensó.

—Hugo —dijo esa voz, sentándose frente a él— Que sorpresa verte aquí.

—Marius, vete de aquí —dijo Noah— En serio, no buscamos problemas.

—¿Por qué siempre hablas por él? —preguntó Marius con una sonrisa socarrona— ¿Qué? ¿Hugo no tiene boca para hablar?

Hugo bajó la cabeza y decidió seguir moviendo el tenedor sobre su plato de comida.

—Vamos, Hugo, solo queremos ser tus amigos —dijo— Sé que la primera impresión fue bastante mala, pero las personas cambian, ¿no?

Hugo sabía que las personas cambiaban, pero todos los cambios que él conocía eran malos. ¿Cómo podría estar tan seguro de que esos niños tenían buenas intenciones con él?

—Marius, vete. Él no quiere hablar contigo —repitió Noah.

—Pues yo espero a que eso me lo diga él.

Hugo apretó los labios y miró a su amigo, intentando buscar la fuerza necesaria para decirle esas palabras al niño frente a él.

—No quiero hablar contigo —dijo Hugo, apretando el tenedor de su mano.

Pero lo que él vio, solo fue una carcajada por parte de Marius.

—Ojalá así hablaras cuando alguien está siendo un poco amable contigo, Hugo.

—Tú no eres amable conmigo —dijo esta vez— Tú solo quieres molestarme.

—¿Y qué si es así? —preguntó a la defensiva— ¿No se supone que eres hijo de Ladybug y Chat Noir? ¿No se supone que tú deberías darme una lección a mí? Los héroes destruyen a personas malas como yo, pero si tú no lo haces, supongo que es porque eres un cobarde.

—No lo escuches —susurró Noah a su lado.

—Así es, no me escuches —continuó Marius— No escuches la voz del mal.

Las risas de Marius y sus amigos comenzaban a perturbarlo.

—¡Cuidado, un akuma! —exclamó Marius, logrando que Hugo diera un salto y se escondiera debajo de la mesa— ¡No puede ser! ¡Eres una gallina! ¿No sabes cómo atrapar un akuma? ¿Mami no te enseñó a hacerlo? ¡Ya sé, cataclisma esto! —exclamó al lanzarle una bola que había hecho con una servilleta.

—¡Ya fue suficiente, Marius! —exclamó Noah, poniéndose de pie— Vete antes de que te acuse y haga que te metan otro reporte.

—Esto tampoco es tu problema, Noah, no actúes como su niñera.

—Noah, solo vámonos —dijo Hugo, poniéndose de pie— Dejarán de molestar si nos vamos.

—¡No puedes dejar que te traten así! —exclamó Noah— No mereces ese trato. Nadie lo merece.

Pero Hugo no sabía de qué era merecedor o no.

Emma era una oficial en Chicago bastante conocida.

Louis era un chico que parecía no tenerle miedo a nada.

¿Qué se supone que era él?

—Solo vámonos —susurró Hugo.

Noah suspiró y asintió. Ambos caminaron, dándole la espalda a Marius y a todo aquel que se estuviera burlando.

—Luego no digas que no eres un cobarde, Hugo —dijo Marius, llamando su atención— Por algo tu papi muerto no te quiso.

Y en ese momento, Hugo experimentó lo que quizás no se había dado el tiempo de experimentar en sus nueve años de vida: coraje.

Molestia.

—Ow, ya se enojó —dijo Marius al notar el cambio de expresión en el rostro de Hugo— Ahora pasará de ser hijo de Chat Noir a ser nieto de Hawk Moth.

—Hugo...

Escuchó la voz de Noah muy lejos esta vez, porque en ese momento solo podía observar los ojos de Marius burlándose de él, su dedo señalándolo, sus carcajadas inundando el lugar.

Lo último que escuchó, fue su quejido en cuánto Marius cayó al suelo y el puño de Hugo se plasmó en su rostro.

Encima de él, comenzó a jalarlo de la camisa y pegarle lo más que podía. Las carcajadas burlonas ahora eran gritos de ánimos para que uno de los dos ganara esa batalla.

—¡¿Qué te pasa?! —gritó Marius debajo de él— ¡Suéltame!

—¡No quiero que vuelvas a hablar de mi familia! —exclamó furioso, pero dejando que sus lágrimas se resbalaran de sus mejillas— ¡Nunca más, ¿oíste?!

—¡Estás loco! ¡Déjame ya!

Pero Hugo había sacado una fuerza que no sabía que poseía.

Podría decir que sus hermanos no lo querían y Hugo lo habría creído, podría decir que su madre no lo quería y también lo habría creído, pero no podría decir que su padre, un hombre del que no tiene ni un solo recuerdo, no lo quería porque él tendría que haberlo visto con sus propios ojos.

Y porque muy dentro de él, le gustaba creer que Adrien lo amo más que nadie.

—¡Hugo, déjalo ya! —exclamó Noah— ¡No vale la pena!

—¡Escucha a tu niñera, Hugo! —le gritó Marius, ganándose un golpe, pero esta vez en su estómago.

—¡Ya déjame en paz! —exclamó Hugo— ¡Mi papá me amaba! ¡¿Lo oyes, Marius?! ¡Él me amaba! Y ni tú ni nadie me hará creer lo contrario y si estuviera aquí, él sería quién te cataclismaría o como sea que eso se diga.

Sus pequeños puños no dejaban de golpear a los lados del niño, pero en el instante en que observó su puño con gotas de sangre más el jaloneo de su cuerpo siendo separado del de Marius, se asustó.

—¡¿Qué está pasando aquí?!

Escuchó la voz del director y con terror, vio a Marius retorcerse del dolor en el suelo.

—Hugo —susurró Noah a su lado, viendo la escena de igual manera— Ay, Dios... ¿qué hiciste?

Hugo miró sus manos y sintiendo como era jaloneado por un adulto, comenzó a llorar.

•••

"Todo el mundo está mirando para ver las consecuencias, incluso cuando estes durmiendo mantén tus ojos abiertos"
•••

QUEEEEEEE HUGO SE METIÓ EN UNA PELEA?!!!?!! yo no juzgo, hasta mucho le aguantó al Marius😭😭😭😭

Anyways, comenzamos con Zack aún teniendo la esperanza de que su padre le ayude en algo, y pues por lo menos una pequeña pista le dio.

También tenemos a un Gabriel que le regaló a sus nietos una moto y un carroooo (hubo un diálogo importante ahí, eh).

De ahí seguimos con Emma y Zack escuchando conversaciones ajenas y una platica entre Zack y Marinette que deja pensando un poco, ¿no?

Y tenemos a Louiiiss y Camilleeeee, al fin se dieron un besito, ahora, ¿qué fue lo qué pasó en la cabeza de camille para atreverse a confesarse a Louis?

Y por último tenemos a bebé Hugo armándose de valor contra su bully, aunque las cosas se han salido un poco de control ajbsksbdk QUE VA A PASAR CON HUGO?????

Anyways, gracias por esperarme y por seguir aquí, los tqm, espero que les haya gustado, hasta entonces, besos y bendiciones,
buggi fuera✨💘

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