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By Raksha_Nevianni

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๐…๐ˆ๐‹๐„ 009 ; ๐“๐ก๐ž ๐๐ซ๐จ๐ญ๐ž๐œ๐ญ๐ž๐.

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By Raksha_Nevianni

▬▭▬
FILE 007 ; SEVENTH

❝The Coffee❞
˚₊𓆩༺🕷༻𓆪₊˚

Miguel voltea en cuanto percibe el sonido ligero de pasos a sus espaldas, sus ojos castaños perciben la figura de Silk, vestida de civil y sin rastros de su spider traje, parece un poco insegura de compartir espacio con él sin intentar arrancarle la cabeza al otro.

— Llegas temprano... — murmura él al mirarla.

— Sé que odias que seamos impuntuales — le responde ella con tranquilidad antes de señalar una taza de café que carga y dejarla sobre su escritorio —. Traje café.

— Gracias — murmura él.

A su nariz llega el reconocido aroma del Espresso italiano... uno auténtico ¿Qué mejor y más original que el preparado por una nativa? Se ha vuelto familiar de tres aromas, Caín siempre lleva tres diferentes; Espresso, Etíope, y Colombiano. No podía escoger un favorito de entre los tres, siempre sabían perfecto. Dejarle una taza de café es la manera silenciosa de Caín para agradecerle por cuidar de ella.

— ¿Hay alguna anomalía nueva?

— No.

— ¿Podré salir pronto a misiones?

Miguel la mira de arriba a abajo, casi analizándola, tiene un mejor semblante, pero no parece del todo recuperada.

— Date unos días más, recién tienes una semana.

— Bueno, sí... pero desde la primera toma de las vitaminas y suplementos me sentí mejor. ¿No crees que esté lista ya? Te gané en los últimos entrenamientos.

— Eso fue hacer trampa — expresa él, una sensación extraña nace en su vientre cuando la escucha reírse.

— No es cierto, dijiste que probara mis habilidades.

— Rostizarme no era parte del plan.

— Ay, vamos. No fue para tanto. ¿Qué pasa? ¿Te molesta un poco de calor?

Miguel bufa y ella le golpea el hombro con su suyo. Ambos permanecen en silencio, Caín mira con curiosidad las pantallas, diferentes escenarios de diferentes universos se muestran en ellas, permanece así unos momentos antes de tomar asiento sobre la consola del escritorio, sus ojos mirando a la nada, como si en sus cabeza debatieran los pensamientos.

— He estado pensando...

— Hmn —. Expresa él dando a entender que continúe, no la mira, mira una de las pantallas que despliega un par de gráficas.

— He estado pensando en que puedo ayudar.

— Eres una spider, ayudas aunque no lo quieras.

— No, no... He estado pensando en ti, en que puedo ayudarte.

Miguel parece confundido, frunce el ceño en su totalidad y por fin la mira, los ojos de Caín parecen suaves, como se ven los de alguien que está intoxicado en relajación.

— ¿Perdona? Sé más específica.

Las manos de la dama se colocan sobre sus hombros para llamar su atención. Ella levanta la barbilla, conectando mejor su mirada a la de él, sus manos dejando caricias en su cuello y mandíbula. Miguel cierra los ojos, la respiración se le atasca y se ve obligado a tragar saliva duramente.

— Ojos en mí, Miguel — le susurra ella mientras acerca sus rostros, él obedece sin quererlo —. Sé que piensas en mí... porque yo también pienso en ti.

¿Pensar en ella? Claro que lo hacía, su llegada había puesto muchas cosas de cabeza.

—¿Y qué era lo que pensabas de mí? — la voz de él es ronca, casi como si se tratase de contener de decir lo que realmente anhelaba expresar.

—Te imaginé encima de mí, besándome... tocándome.

Sus palabras se atascan, impidiéndole terminar la oración cuando los labios de Miguel se posaron sobre los suyos, ella sonrió, complacida de que la tensión entre ellos dos haya quedado muy adelantada por su necesidad. Las manos de Miguel la tomaron por los costados, levantándola y colocándola sobre la consola.

— ¿Sí? — él parece sentirse complacido de ser parte de sus fantasías —. ¿Pensaste en mí tocándote aquí?

Su mano se arrastró por su torso hacia la parte delantera de sus shorts, jugando con el botón de la prenda, las caderas de ella empujan hacia delante, buscando y necesitando de su tacto, la mano de Miguel acunó su monto venus, sintiendo la forma en que la piel ajena se erizó completamente.

Caín podía sentir el latido acelerado de su corazón, la forma en que se cortó su respiración, ella asintió, mordiéndose el labio inferior, y él sonrió de nuevo. Le gustaba el efecto que tenía sobre ella.

— Palabras, mi amor. Eres una chica grande, sé que puedes usarlas, ¿verdad?

—Sí, Miguel. Por favor — logró emitir ella con palabras temblorosas mientras él se reía de su timidez.

— ¿Dónde está tu actitud de antes, eh? ¿Todo ese descaro? — susurra él contra su oído mientras desabrochaba los shorts ajenos, bajando el material para exponer más piel a sus hambrientos ojos. El índice y anular de su diestra se frota contra la tela de sus bragas, ella mira las manos de él, sus sentidos adormecidos de deseo, jadeando un poco solo por el ligero contacto. — ¿Eres así de sensible solo por un pequeño toque? —. Él ronroneó y tiró de sus bragas también, ella jadeó de sorpresa cuando su centro desnudo fue golpeado por el frío del aire acondicionado, enviando un escalofrío por su columna —. ¿A dónde fue toda esa actitud de mierda que me diste el otro día?"

— Miguel —, suplica ella y aferrándose a los amplios y fuertes hombros de él.

— Tengo que aflojarte un poco primero, cariño —. Sus palabras eran bajas y retumbaban en su cuerpo con placenteras ondas a cada mote cariñoso que él le otorgaba —. Sé paciente, ¿sí?

— Sí, señor... — objetó ella con obediencia.

— Buena chica.

Un dedo se deslizó dentro de ella sin problemas, su espalda se arqueó contra el amplio pecho de O'Hara, quien masajeaba y apretaba el rechoncho muslo ajeno con la mano libre. Un gemido estalló fuera de sus labios, el timbre alto y tembloroso embebido en lujuria, Miguel quitó su izquierda del muslo ajeno y la colocó sobre la boca de la mujer, apretando ligeramente para evitar que el sonido siguiera haciendo eco en las paredes de su oficina.

— Shh, no podemos permitir que alguien entre y nos encuentre así, ¿verdad?

Ella asintió pronto y en silencio, la mano ajena cubriendo su boca e impidiéndole gemir en alto, Miguel sonrió gustoso cuando empujó otro dedo y vio los ojos de ella ponerse en blanco, el canal suyo absorbiendo sus dedos, la calidez de sus paredes que dejaban salir un ligero sonido húmedo y pegajoso. Caín lloriquea, sintiéndose llena con solo dos dígitos. Miguel cambió sus movimientos, no sólo metiendo y sacando, sino también moviéndolos de un lado a otro en su interior mientras sus labios se dedicaban a dejar suaves besos contra su garganta.

Todo su cuerpo se sacudió, como si una corriente eléctrica pasara por todo su cuerpo. Gemidos, jadeos y lloriqueos que eran un crescendo ahogados bajo la gran palma de Miguel. Por un momento Miguel dudó en si seguir cubriendo la boca, quería escuchar su nombre saliendo en forma de esos exquisitos gemidos, pero no podía arriesgarse a exponerla a cualquiera que pasara por ahí.

Sus dedos comenzaron a curvarse hacia arriba contra ese punto esponjoso, gozó cuando la vio poner los ojos en blanco una vez más, Caín sostuvo con ambas manos la muñeca de la mano de Miguel que cubría sus labios. O'hara, con los ojos entrecerrados y observándola a través de sus gruesas pestañas oscuras, tal cual un depredador. Los movió más rápido y ella se sintió a punto de deslizarse por el borde del escritorio. Su pulgar rozó su clítoris, Miguel sonrió con autosuficiencia cuando sus paredes se apretaron alrededor de sus dígitos, sus movimientos catapultando su orgasmo, la espalda de ella arqueándose totalmente hasta chocar con el pecho de Miguel, sus manos buscando soporte en sus hombros y sus uñas encargándose en la piel morena cubierta por el traje de Spiderman.

Ella siseó cuando Miguel sacó sus dedos de su interior, él deja de cubrirle la boca y la toma del mentón para obligarla a mirarle.

— Mira lo preciosa que te ves...— murmuró para luego desactivar los tejidos de su tecnológico traje. Vio el rostro sonrojado de Caín tomar una mueca nerviosa en cuanto lo vio desnudo.

— Eso va a doler... — la escuchó murmurar, ligeramente preocupada.

— No te preocupes, iré despacio...— susurró.

Tomó la cintura de ella, Caín pareció insegura cuando sus manos tocaron su vientre, sus propias manos tratando de cubrir su barriga. Miguel la obligó a quitarse, rozó sus dedos por su piel ganándose una suave risita causada por las cosquillas que su toque dejaba en ellas.

— No te cubras... mira lo preciosa que te ves.

— Miguel...

Ella dejo de reírse y jadeó de sorpresa cuando Miguel volvió a tomarla por los costados y tiró de ella hasta el borde del mostrador, pasó su falo por entre los pliegues de ella, golpeando con la punta su clítoris levemente hinchado, ganándose un gemido de ella se alineó con su goteante entrada y empujó la punta hacia dentro.

Ella cerró los ojos, sintiendo ya el estiramiento por el tamaño, su boca se abrió en forma de o en un silencioso gemido. Él se movió lentamente tratando de ajustarla a su tamaño, y una vez que estuvo completamente dentro, siseó y gruñó. Miguel apoyó su frente en la curvatura del cuello ajeno, deteniéndose un poco para que ella pudiera aceptar bien su tamaño.

Era celestial, se sentía tan apretada, sus paredes contrayéndose alrededor de su miembro tratando de acomodarse a su talla. Cuando ella movió ligeramente sus caderas supo que ya podría comenzar a moverse. Su pelvis golpeando contra ella, sus caderas tomando un ritmo lento y certero.

Esta vez no le cubrió la boca, quería escucharla siendo tan ruidosa como era, su boca abierta con labios hinchados jadeando y gimiendo por él.

— Miguel.

Él gruñó al escucharla gemir su nombre entre sollozos que denotaban cuán ahogada estaba en placer. El sonido húmedo aunado al golpe de sus pieles le eriza el cuerpo. Miguel la toma con su diestra del mentón mientras su mano izquierda presiona en el vientre ajeno, ella gime ante el gesto, sus ojos cerrados fuertemente, como si no pudiera contener todo el placer que está sintiendo.

— Ojos en mí —, ella gime ante la orden, pero le obedece —. Mírame mientras te follo, quiero ver esa bonita cara mientras estoy dentro de ti.

Manteniendo el contacto visual, él la siente apretarse alrededor suyo, el sonido húmedo aumentando y él resbalando con mayor facilidad. Con la mano que estaba en su vientre la movió hasta dejar su pulgar sobre su clítoris, haciendo ligeros movimientos circulares sobre él.

Empezó a moverse con mayor rapidez, ella lloriqueo, sintiéndose abrumadoramente llena. Era como si algo se clavase una y otra vez en sus entrañas, él empalaba contra ella, ambos amando la sensación de amoldarse al otro tan perfectamente. Ella jadeo antes de comenzar a empujar contra él intentando seguir el ritmo de las embestidas de él. Miguel observó con complacencia la forma en que ella buscaba hacerlo enterrarse en su interior en su totalidad. La sangre bombeó salvajemente en sus venas, la arrancó del escritorio, dándole la vuelta y la empujó contra la superficie del mismo.

Empujándose de nuevo dentro de ella, comenzó un ritmo implacable. Ella lloriquea y grita, su voz ligeramente ahogada, el dolor inicial del miembro ajeno magullando tu cuello uterino una y otra vez se transformó en un inconmensurable placer, sus piernas temblorosas no podían sostener su propio cuerpo.

A medida que gritaba más ella enterraba el rostro entre sus brazos, ahogando el sonido. Él tiró de su cabello hacia atrás para hacerla arquearse contra su pecho.

— ¿Te gusta cómo te arruino, hmn? — se mofó él con la respiración agitada, arremetiendo contra ella por detrás y haciendo que el sonido de piel golpeando piel resonara por toda la habitación. — Coño... Me perteneces, eres mía y de nadie más, ¿entiendes?.

Él gruñó y le dio a su clítoris un suave golpe con la palma abierta de su mano, ella grito su nombre.

— ¡M-Miguel...! — ella jadeo dolorosamente, tan abrumada por él.

— Cállate, ¿o quieres que todos escuchen? Que amas cuando te follo, porque nadie más que yo podría satisfacerte —. Continuó con un tono intransigente, ella asintió sin pensarlo. Él estaba en lo correcto. La había arruinado para cualquier otro hombre.

Ella lloriquea, sintiendo las mordidas de Miguel en su cuello dejando marcas rojizas.

— Así es, cariño, déjame oírte. Déjame oír cómo gritas mi nombre — incita él mientras tocaba fondo una vez más, las piernas de ella temblaron a punto de flaquear en su totalidad. Él levanta una de sus rodillas para apoyarse en la consola del escritorio, y embistió desde un ángulo nuevo y más profundo, escalofríos recorrieron el cuerpo entero de ambos.

Era demasiado, ese nuevo lugar que había encontrado la hizo correrse en él alrededor al instante, músculos tensos y sonidos incoherentes saliendo de su boca. Un anillo de líquido blanquecino en la base de su miembro lo hace gruñir y perder el control. Ella lloriquea cuando siente la calidez de la semilla de él llenarse.

Él la toma por el rostro con dureza, haciéndola voltear hacia un lado para darte un beso rudo mientras se enterraba hasta el fondo de ella por unos momentos más. Sus labios saben a café.

Ella jadeo, necesitada de aire, siseó cuando lo sintió deslizarse fuera de ella, el cálido líquido sale de su interior, deslizándose por sus muslos internos.

— Miguel...

— ¿Hmn? — el resplandor y niebla mental post orgásmica no lo dejaba pensar correctamente, suspiró con los ojos cerrados disfrutando del sentimiento.

— Miguel.

— ¿Hmn?

— ¡Despierta, hay problemas!

Sus ojos se abrieron de golpe, las pantallas encendidas mostraban en la pantalla a Caín peleando contra una anomalía en la tierra 745.

Se talla los ojos y mira a todos lados, Lyla lo mira fijamente, en su escritorio hay, de hecho, una taza de café, el mismo café que probó en los labios de Caín en su sueño. Se pasa las manos por el rostro, su mente no suele darle estas malas jugadas. La manga protectora térmica tiene escrito con marcador un "Lo siento" con la tipografía que reconoce de Silk.

— ¿De dónde demonios sacó ella un reloj? — cuestiona él con desespero, tocando su propio reloj para poder abrir un portal —. ¡No está en condiciones de pelear, Lyla!

— ¡No pude detenerla! — se queja ella.

Mientras el portal se abre enlaza una llamada con Caín, ella responde, está jadeante y se escucha en bajo el desastre de la pelea.

— Buenos días, Miguelito — expresa ella, casi esperando el regaño.

— ¡Te dije que no podías ir a misiones!

— ¿Qué dices? Se está cortando — finge ella antes de colgar la llamada.

— ¡Coño, Caín deja de desobedecer! — expresa él antes de saltar por el portal.

❝𝓛𝓲𝓴𝓮 𝓸𝓸𝓱

𝓖𝓸𝓲𝓷𝓰 𝓬𝓾𝓬𝓴𝓸𝓸
𝓛𝓸𝓼𝓲𝓷𝓰 𝓶𝔂 𝓶𝓲𝓷𝓭
𝓘 𝓽𝓱𝓲𝓷𝓴 𝓘'𝓶 𝓽𝓱𝓻𝓸𝓾𝓰𝓱

𝓦𝓲𝓽𝓱 𝔀𝓸𝓶𝓮𝓷...❞

¡Nos leemos pronto! ♡

-𝑨𝒔𝒉.🕷

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