Conviviendo con la Mentira ©...

By LadyGual

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[Historia GANADORA en los PREMIOS WATTY 2013 en español, en la categoría erótica, no adolescente, chick lit... More

Capítulo Uno: ¿Por qué a mí?
Capítulo Dos: Preparativos de Boda
Capitulo Tres: Caos desatado.
Capitulo Cuatro: Sorpresa y Trato.
Capitulo Cinco: Sucesos Confusos
Capítulo Seis: ¿Actriz? Creo que no...
Capítulo Siete: Principio del deseo.
Capítulo Ocho: ¿Película y Hormonas? Mala combinación...
Capítulo Nueve: Malas Noticias
Capítulo Diez: Pesadilla.
Capítulo Once: ¿Líos y confesión? Menudo día...
Capítulo Doce: La bomba decidió estallar.
Capítulo Trece: ¿Alex es gay?
Capítulo Catorce: La prueba y, Elisa, ¿qué planeas?
Capítulo Quince: Beso con sabor a tarta de queso
Capítulo Dieciséis: ¡Sorpresa, somos nosotros!
Capítulo Diecisiete: Vaya noche. I
Capítulo Dieciocho: Vaya noche. II
Capítulo Diecinueve: La felicidad dura una navidad.
Capítulo Veinte: Chantaje.
Capítulo Veintiuno: El jodido vengador.
Capítulo Veintidós: Comienza la guerra, ¿en la discoteca?
Capítulo Veintitrés: La llamada. ¡Te lo dije!
Capítulo Veinticuatro: Verdades que escuecen.
Capítulo Veinticinco: Familia, Daniel es Ren...
Capítulo Veintiséis: Adiós a las vacaciones.
Capítulo Veintiocho: Tentaciones. ¡Maldito Daniel!
Capítulo Veintinueve: Ex novia psicópata.
Capítulo Treinta: Hondo, muy hondo...
Capítulo Treinta y uno: Sentimientos confusos, ¿por qué ahora?
Capítulo Treinta y dos: Oscuros secretos.
Capítulo Treinta y tres: Acontecimientos.
Capítulo Treinta y cuatro: Plan de ataque.
Capítulo Treinta y cinco: El juego...
Capítulo Treinta y seis: ...ha...
Capítulo Treinta y siete: ...terminado.
Capítulo Treinta y ocho: Tras la tormenta
Capítulo Treinta y nueve: Buenos amigos.
Capítulo Cuarenta: A pesar de todo, le quiero.
Capítulo Cuarenta y uno: La mentira de Alex
Capítulo Cuarenta y dos: Se acabó la tortura... ¿o no?
Capítulo Cuarenta y tres: Haciendo lo correcto.
Capítulo cuarenta y cuatro: Un nuevo plan y una propuesta.
Capítulo Cuarenta y cinco: Re-enamorar. Parte I
Capítulo Cuarenta y seis: Re-enamorar. Parte II.
Capítulo Cuarenta y siete: Un accidente inesperado.
Capítulo Cuarenta y ocho: El nuevo Alex
Capítulo Cuarenta y nueve: Confesión, preocupación.
Capítulo Cincuenta: Mi historia no ha hecho más que comenzar.
¡Los premios Watty! Y últimas noticias

Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?

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By LadyGual

Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?

8 de enero de 2013.

El sonido insistente de mi despertador hace que mi sueño pesado se vaya a la mierda y, como consecuencia, apague el cacharro sin delicadeza. Abro los ojos y bostezo mientras me destapo rápidamente y pienso qué día es hoy, dónde estoy y un montón de cosas más que no tienen sentido.

Vale, hoy es lunes, el primer día del segundo trimestre… un comienzo también en lo que se refiere a cantar pues por la tarde tendría que ir a la empresa… ¡Hoy iba a ser perfecto! Tenía un buen presentimiento, no sé porque, pero hoy no saldría nada mal… Me levanto de un salto y voy directa al baño. Me miro al espejo y repaso las imperfecciones de mi rostro como, por ejemplo, que tengo ojeras de campeonato y la marca de la almohada en mi mejilla derecha. En fin, cosas que no son del todo irreparables. Mi pelo alborotado pronto estará mojado a causa del baño que me daré… ¡Empecemos!

*~*~*~*

Decidí que lo que mejor me quedaría ese día era un pantalón pitillo de color añil, unas botas altas negras y una camisa negra también, sin escote y de manga larga. Apostaría lo que sea a que fuera hace un frío de miedo. Así que me puse un pañuelo con un estampado de círculos de diversos colores y cogí un abrigo azul marino con botones algo grandes…

En cuanto a mi pelo, me lo sequé y me lo recogí en una trenza de lado. Me miré de nuevo en el espejo y observé que estaba más blanca que la leche, por lo que me puse la base y un poco de lápiz de ojos. Un brillo en los labios y listos. En cuanto me sentí bien, bajé hasta el comedor y observé que no había nadie. Miré el reloj por si acaso me había levantado tarde, pero no, marcaba las siete y media. A ver, si mal no recuerdo, Daniel tenía el examen a las nueve menos diez, por lo que era demasiado temprano como para haber salido ya, aunque no sabía cómo actuaría en estas situaciones, a lo mejor prefería irse muy temprano y estudiar mucho, quién sabe…

No lo pensé demasiado y, cuando iba a ir a la cocina para hablar con Rosa, ésta se presentó detrás de mí y me dio un susto.

—Buenos días Rosa, no me des esos sustos mujer… —sonreí en cuanto vi su cara de culpa.

—Lo siento, ha sido sin querer. ¿Qué quieres para desayunar? ¡Espera! No me lo digas, te haré unas buenas tostadas con aceite y tomate. Quédate aquí. —me guiñó un ojo y la llamé antes de que se perdiera de vista.

—¡Rosa! —se volteó —, ¿sabes dónde están todos? —pregunté sonriendo.

—La señora Lidia dijo que hoy tenía una reunión importante con la empresa, ya sabes… El señor Luis dijo que hoy tenía cosas que hacer y se fue bien temprano por la mañana, y el señorito Daniel… —me miró y sonrió extrañamente —, se fue alrededor de las seis… ni siquiera me dejó que le preparara el desayuno. —puso los brazos en jarras, enfadada. —¡Si uno no desayuna estará mal todo el día!

Se fue refunfuñando algo y yo me senté en una de las sillas de la gran mesa y suspiré. Jo, no le pude desear suerte…

*~*~*~*

Al salir, un viento me recorrió y tirité sin poderlo evitar. Crucé el gran jardín y pensé por el camino a qué distancia estaría mi instituto… Si antes me llevaba diez minutos andando, ahora serán veinte porque estoy más lejos… En ese momento apareció el chófer —engalanado en un traje negro, como siempre — y me saludó educadamente.

—Señorita, ¿desea que la lleve al instituto? La señorita Lidia fue muy explícita y me pidió que la llevara. —sonreí fingidamente porque esto era demasiado. ¡¡Mis compañeros me verían llegar en limusina!! Como veis, son demasiado cotillas aunque, pensándolo mejor, ya todos deben saber que vivo con unos millonarios, ¿qué más da entonces?

—Muchas gracias, ¿sabe dónde queda el instituto “Carmelitas”? —él pareció ofendido con mi pregunta.

—Por supuesto, no por nada soy el chófer de la señora. Conozco toda la ciudad…

—Qué bien, ¡gracias!

El trayecto en la limusina fue corto y llegué antes de lo que pensé. Sandra debía estar esperándome en la entrada, como todos los días… Ya debéis de saber que ella es mi mejor amiga y, por consiguiente, no tengo a más gente en la que confiar. Todos los de mi clase son solo compañeros que me piden los deberes o me hablan muy de vez en cuando. Es por eso que siempre ando con Sandra y su simpatía. ¡No penséis que ella no tiene amigos! Ella se va con unos cuantos compañeros de la clase de al lado, es solo que en el recreo, como ellos tienen novias y novios, pues prefieren pasarla con ellos y esto hace que salga conmigo en el recreo.

Dejo de pensar en ello y me bajo de la limusina, todos se me quedaron mirando como un bicho extraño e incomprensible, cosa que no me afectaba antes pero ahora sí que lo hacía. ¿Y si tenía problemas por esto? Fui directa a la entrada y allí vi a una Sandra un poco decaída. Lo asigné a que tenía problemas con sus padres, pero en cuanto vi que me cogía la mano y tiraba de mí hasta entrar en el instituto deprisa, supe que algo andaba mal.

—¿Qué ocurre? —pregunté preocupada. Sandra me miraba angustiada.

—¡Oh! Miriam, ¡no sabes lo que hablan los demás! Vas a tener a más moscas a tu alrededor de lo que te imaginas. ¡Todos quieren salir contigo! Compañeras, chicos, friquis, guaperas… ¡y todo por tu dinero! —me abrazó y yo asimilé la información. Sonreí algo más tranquila.

—Sandra, ¡no seas tan melodramática! Creí que era una cosa peor… —suspiré tranquila.

—¡Pero…! —la silencié de inmediato.

—Ya sé lo que haré con los moscardones, los ignoraré y punto. Además, ¿se creen que voy a ser su amiga ahora, después de tantos años ignorándome? ¡Ja! Que se aguanten ahora… —Sandra me sonrió algo más calmada, aun así, todavía se notaba nerviosa.

—Está bien, pero ten cuidado, a saber lo que harán para atraer tu atención…

El timbre sonó y nos fuimos a la clase rápidamente.

*~*~*~*~*

Al final Sandra tenía razón, a cada cambio de clase, mis compañeros me rodearon y no hicieron más que preguntas estúpidas. Como por ejemplo: “¿Cómo es ser millonaria?” “¿Cuánto te has gastado últimamente?” “¿Puedo ser tu amigo?” Etc.

Yo solo respondía a las preguntas que no tenían nada que ver con dinero, y luego intentaban persuadirme para que saliera con ellos, cosa que no haría ni en broma. Solo había una chica que no me había preguntado nada, y esa era Lorraine, esa chica era la más callada y antisocial que había visto jamás, es por eso que no me digné a hablar con ella en el primer trimestre. Por lo que tenía entendido, se había mudado recientemente a la ciudad y era extranjera, de ahí que su pelo fuera más rubio que el oro y tuviera esos ojos azules intensos. Los chicos intentaron salir con ella al principio, pero cuando se dieron cuenta de que no valía la pena, se marcharon y la dejaron sola. Yo intenté acercarme a ella, pero simplemente me ignoraba… Eso sí, en cuanto a notas era la primera de nuestra promoción.

En fin, al llegar el recreo, suspiré aliviada porque por fin tendría un descanso. Ahora comprendo un poco mejor a los ricos, seguro que tendrían amigos aprovechados en cada rincón… Suerte que pronto se les pasará y me dejarán tranquila, o eso creo… En cualquier caso, divisé a Sandra en la cafetería y me acerqué a ella desesperada.

—¡Oh, Sandra! Por favor, hablemos de algo interesante… —entre los profesores que querían empezar a dar clase el primer día de este trimestre y los niños pesados, no podía con mi alma. Necesitaba a alguien para desahogarme.

—Tranquila, vamos a hablar en el patio, aquí hay demasiados chismosos… —ahora que me fijaba, no hacían más que mirarnos con cara de ilusión, como si, ahora que supuestamente era rica —ya que no es mi dinero, recordemos —, fuera a darles algún regalo por ello.

Caminamos deprisa hasta llegar al patio y nos pusimos en el lugar de siempre, debajo de unos pinos. Aunque hacía frío, era agradable sentir el aire libre, y no el viciado del instituto. Casi todo olía a tabaco, era insoportable. Sandra me miró y sonreí, gracias a ella podía ser quien era realmente. Suspiré para luego abrazarla.

—¡Ey! ¿A qué viene tanto sentimentalismo? —me abrazó también y luego nos separamos.

—No sé lo que haría sin ti, amiga. —pensé en que le estaba ocultando lo que me pasaba con Daniel, pero luego me corregí, no hacía nada malo puesto que darle la información sobre Daniel puede perjudicarle. Ya sé que mi amiga no es de las que corretean con el chisme para decírselo a todos, pero más vale prevenir que curar…

—Venga, ¡déjate de rollos! Sin mí serías la de siempre, aunque solitaria. —se mofó a costa mía y yo hice pucheros —. Bueno, venga que te tengo que hablar de cosas interesantes, por ejemplo, ¿sabes que mi primo Rubén cortó el último día del año con su novia? —abrí los ojos como platos.

—¿No me dijiste que era muy guapa? ¿Qué pasó? —inquirí alucinada. Rubén, ya sabéis quién es, ¿verdad? El primo de Sandra, el futbolista…

—Pues, si, era como una modelo, pero se ve que discutieron fuerte unos días atrás y terminaron muy mal. —finalizó mi amiga.

—¿Sigue en la ciudad? —ella negó con la cabeza.

—No, se fue porque tenía que jugar un partido en Alemania. Ya sabes, cosas de futbolistas… —Rubén era mi ídolo, no porque jugara bien, sino porque estaba más bueno que el pan y era un santo —justo lo que decían que era yo, a excepción de lo de más buena que el pan… eso no lo oiré en mi vida…—. Mi amor platónico por decirlo de alguna manera… pero ahora no pensaba en eso, no señor, ahora estaba muy ocupada dejando de querer al idiota, prepotente y orgulloso Daniel como para preocuparme por Rubén…

—Bueno, pues espero que se reconcilien pronto, o que encuentre a otra que lo haga feliz, ¡o qué demonios! Soltero y entero, ¿no? Así tendrá a quien quiera… después de todo, es rico también ¿no? —solté sin pensarlo muy bien y mi amiga no paró de reír en un buen rato —.¿Qué?

—Veo que alguien te ha hecho daño, y me hago una idea de quién puede ser… ¿no será ese hombre famoso del que me hablabas? ¿Y el director? ¿No te ayuda más? —inquirió impaciente.

—Me conoces demasiado…—la miré y proseguí—. Es que he decidido pasar de tíos, eso es todo. —ella me cogió las manos.

—¿Vas a hacerte lesbiana? —preguntó roja como un tomate. Yo me puse igual y me deshice del agarre.

—¿Cómo se te ocurre? ¡No! Es solo que estoy cansada de que ese famoso juegue conmigo, ya sabes, ¿quién querría que se acostaran con una y luego la dejara sin explicaciones? Vamos, y por mucha escusa que tenga —y es buena, créeme —, no tiene perdón… Al menos, que sufra. —solté sin apreciar que mi amiga se había caído al suelo.

Grité y luego me agaché para socorrerla, pero resulta que estaba fingiendo un desmayo.

—¡¿Pero qué te pasa?! ¿Estás loca o qué? —espeté furiosa —. ¡No me des esos sustos! —vi que el rostro de mi amiga se puso más rojo aun y luego se me abalanzó como un perro.

—¿¿¿Qué??? —vale, me he perdido de algo —. ¿¿Qué has hecho qué?? ¿Con él? ¿Con el actor ese? ¡Dime ahora mismo quién es o…! —uy, vale, había metido la pata.

—Tranquilízate por favor, tú también lo has hecho con tu novio, ¿no? —vale, sabía que hablar de esto era vergonzoso, ¡pero no tanto! Mierda, debería ser menos honesta…

—Si, pero eres tú de quien estamos hablando, ¡y con un actor! ¡Vamos Miriam! Ya sabes que a esos no les interesan salir en serio con nadie que no sea de su misma profesión, ¿tanto te gustaba como para dejarte llevar? —se llevó las manos a la cara y luego hizo un movimiento teatral con las manos —¡Mi mejor amiga ya no es virgen! —gritó a los cuatro vientos.

Le tapé la boca violentamente al mismo tiempo que miraba a todos lados para verificar que no hubiera nadie alrededor, pero, como siempre, un profesor nos miraba con el ceño fruncido y un par de alumnos de primero o segundo de la eso corrían al escucharlo. Genial…

—¡Oye! Sé discreta por favor. —susurré quitando mis manos de su boca, ella respiró agitadamente y luego volvió a encararme.

—¡Contéstame! ¿Lo quieres todavía? —ahí iba… asentí sin ganas —. Eso es lo peor que puedes hacer, mira, debes olvidarle porque te volverá a traicionar, ya sé que has estado sufriendo hasta ahora… y por lo que me has contado es un verdadero hijo de su madre, así que simplemente olvídale y punto.

—¡Pero es que esto que siento es muy fuerte, Sandra! ¡Debes de entenderme! Además, voy a verle casi todos los días comenzando esta tarde. —musité avergonzada. Ella suspiró.

—Bueno, yo te ayudaré. Pero… ¿estás segura de que no te quiere? ¿Cuál es esa buena escusa que decías que él tenía para haberte dejado así? —inquirió como una perfecta periodista. Muchas preguntas, pocas respuestas que ofrecerle…

—Él me aseguró que… ¡Agg! Mira, tienes razón, lo olvidaré y punto, es lo que decidí que haría. No te preocupes más, olvida lo que te he dicho. —dije a toda prisa al tiempo que sonaba la campana.

—¡Pero Miriam! ¡Me lo tienes que contar todo! ¿Dónde lo hicisteis? —gritó a todo pulmón porque yo ya estaba a varios metros de distancia. Las pocas personas que aun no se habían enterado, ya lo habían hecho…

*~*~*~*~*

Por fin eran las tres menos diez, hora de irse a casa… Ese primer día había sido horrible… y yo que pensaba que me ocurría algo bueno… En fin, al salir del centro, vi que la limusina me esperaba y entré a toda prisa para que no me vieran demasiado. En cuanto cerré la puerta miré por la ventana y divisé que los alumnos se me quedaban mirando con anhelo. ¡Creo que lo voy a pasar mal este trimestre!

Giré la cabeza y saludé al chófer, quien me devolvió el saludo con una estricta sonrisa y luego nos adentramos en las calles. Para cuando quise darme cuenta, ya estaba en la mansión, así que me bajé corriendo y entré para encontrarme con el mayordomo pelotas, el cual me saludaba como siempre, con una sonrisilla de “buena” persona. Lo ignoré más o menos y me fui directa a las escaleras. Deseaba poder ver a Daniel y preguntarle cómo le había salido el examen, así que fui corriendo a su habitación —aun llevaba la mochila colgada —, y llamé a la puerta. Como no oí nada, la abrí viendo el interior vacío. Vaya, justo ahora que le quería ver…

Me sorprendí al oír mi nombre y volteé de inmediato.

—Me he enterado de que hoy empiezas con tus clases de canto… —era Lidia, tan guapa y buena como siempre. Le sonreí tímidamente y respondí.

—Si, a las cinco… ahora que lo pienso, debo ver dónde esta la clase… —Lidia me miraba con curiosidad y yo caminé para ponerme a su lado.

—¿Sabes si ha vuelto Daniel? —preguntó algo intranquila. Negué.

—No, he entrado en su cuarto por si estaba allí, pero no está. Seguramente estará comiendo con sus compañeros o así, ¿no te parece? —aventuré. Ver a Lidia tan intranquila e impaciente me ponía mala. ¿Por qué será?

—En fin, yo pensaba esperarle para comer, pero son ya las tres y no vuelve. ¿Debería llamarlo? ¡Pero es que me da cosa! —suspiré evitando reírme. Parecía una adolescente llamando a un chico por primera vez… Vale, no soy quien para hablar, ¿no?

—¿Quieres que le envíe un mensaje? Eso es mejor, ¿verdad? —ofrecí sonrojándome un poco. Ella me sonrió.

—Si, será mejor eso…

Caminamos hasta el comedor y, mientras tanto, le envié el mensaje a Daniel:

¿Dónde estás? ¡¡Tu madre pregunta por ti y quiere comer contigo!!

Responde por fa…

Listo, guardé el móvil de nuevo y hablé con Lidia.

—¿Estás impaciente? —me preguntó ella cogiéndome las manos.

—Si, un poco. No sé como serán las clases, pero cantar me gusta así que… ¿Qué más da? —ella asintió.

—Por cierto, mañana tendrás el piano aquí. —me guiñó un ojo y me sorprendí.

—¡No tenías porque hacerlo! ¡De verdad! Ahora me siento mal. —gimoteé simulando modestia, porque la verdad es que me hacía demasiada ilusión.

—Ya, pero ahora eres mi hija, así que debo consentirte, además, planeo hacer lo mismo con Daniel, así que no hay remedio… —en cuanto dijo aquello mi móvil vibró indicando que tenía un mensaje.

Ante la atenta mirada de Lidia, vi lo que ponía:

Estoy con Elisa, la muy **** quería comer conmigo.

No pude resistirme, ya lo sabes. Ah, otra cosa, esta tarde iré a la empresa,

no te me acerques, ¿vale? Adiós.

Carraspeé incómoda al ver la mirada de expectación que tenía Lidia, guardé el móvil de nuevo y le dije:

—Está con su novia, no vendrá para comer, así que podemos comenzar sin él, ¡tengo mucha hambre! —ella me sujetó del brazo.

—Espera, ¿su novia? —hizo una pausa para pensar —. ¿Es esa chica famosa? ¿Cómo se llamaba? ¡Ah! Elisa… Me acuerdo de que Ren salía con ella, eso quiere decir que es Daniel quien tiene a Elisa como novia… Eso me hace pensar, ¿esa muchacha sabe lo que pasa con mi hijo? —inquirió terminando de adentrarse en el comedor.

—No tengo ni idea… —respondí para no parecer que sabía demasiado de Daniel. El caso es que no quería preocupar a Lidia, por lo que no le diría nada de este tema tan escabroso…

Mi padre ya se encontraba en la mesa esperándonos, vi que tenía un libro en las manos y me pregunté… ¿qué bicho le ha picado? Él nunca lee… En cualquier caso, nos sentamos a su lado y pronto Rosa trajo la comida…

*~*~*~*~*

Las cuatro y media y todavía no encontraba la dichosa clase de canto… La limusina me había dejado justo enfrente de las puertas giratorias y había ido directamente a la planta diecisiete, aunque no encontraba nada que indicara dónde estaba la clase. Miré de nuevo la hoja que tenía entre las manos y releí otra vez la indicación que Alex me había echo en el margen: Planta 17 puerta 8.

La planta ya estaba, ¡lo que no encuentro es la clase ocho! Había visto la cinco, la siete e incluso la tres, pero nada de ocho… ¡Y ya casi era la hora! ¿Qué iba a hacer? No quería preguntar porque parecería estúpida… aunque era lo que tendría que hacer si no quería llegar tarde…

De pronto vi un número importante de gente enfrente de una puerta y fui directa allí. Observé en silencio y conté mentalmente diecisiete personas… ¿serían los de la clase? Pero, eso no podía ser, había pasado por allí más de tres veces y no había ninguna puerta en la que pusiera ocho…Me fijé en el letrero que colgaba de dicha puerta y vi —no sin poder evitar reírme de lo tonta que había sido —, el ocho pero torcido. Había supuesto que era el “infinito” y no el ocho. ¿Por qué pienso tan raro? Bueno, suspiré de alivio y opté por sentarme en una silla cercana a toda la gente. Miré mi reloj de pulsera, ya solo faltaban cinco minutos y estaba impaciente por saber lo que haríamos a partir de hoy. Si lo pienso detenidamente, pasaré tres días de la semana en esta empresa y, por consiguiente, no podré evitar ver a Alex, Daniel o a la penca de Elisa. Esto último no me hacía ni pizca de gracia, pero ya me las apañaría… ¿Verdad?

En ese momento, me fijé en una chica de pelo corto y rubio, con unos ojos violetas inolvidables que, si mal no recuerdo, se llamaba Ariadna… Fue la que me rescató de los periodistas esos… Y, ahora que lo pienso, ¿no vestía como un hombre? Ahora que la veo mejor, es guapísima, desprende un aura de sabiduría impresionante, y está sola, lo que me parece raro en alguien tan majestuoso como ella. Viste con unos pantalones de pinzas negros y una camisa de encaje blanca.

Si ella estaba aquí significa que… ¿va a estar en la clase de canto también? Vaya, ¡genial! Por lo menos puedo empezar a hablar con alguien…

Me acerco a ella y la saludo cordialmente —aunque con tanta gente parloteando no sé si me oirá —.

—Hola, ¿Ariadna? —ella deja de mirar su papel y me sondea con esos ojos tan anormales. ¿Usará lentillas?

—Ah, hola… Perdona pero, ¿cómo te llamabas? —preguntó con una sonrisa sincera.

—Soy Miriam, ¿qué tal? ¿No tienes nervios? —ella se encogió de hombros.

—No muchos, la verdad. Ya he estado en clases de canto antes, pero siempre me apunto a cualquier curso para mejorar mi técnica. ¿Y tú? —inquiere siempre seria. Me dio un poco de miedo porque parecía tan perfecta… tan inalcanzable que dudé por un segundo entrar a esas clases. Seguro que todos tenían más experiencia que yo…

—Pues si, es la primera vez que voy a clases de canto. —callé un momento avergonzada. Ella tan solo asintió.

—Si te gusta, no tienes porque preocuparte, todo irá bien…—me dirigió una sonrisa apagada pero honesta. Vaya, jamás había conocido a alguien así de calmada. Me transmitía paz y lo agradecí porque estaba de los nervios…

—Gracias. —le devolví la sonrisa —. Por cierto, ¿conoces a alguien? —pregunté tratando de mantenerme distraída.

—Solo a dos personas. —miró en dirección a un muchacho musculoso con aire de superioridad —. ¿Ves a ese chico que se cree dios? El que viste con una chupa negra. —asentí—, pues ha actuado dos veces conmigo en películas de romance. Y, además, canta. Pero no te preocupes, nadie lo soporta, bueno si, las niñas tontas que se enamoran de él… —rodó los ojos y me hizo reír.

—Ya veo, ¿quién es el otro? —quise saber entretenida.

—Pues, esa chica de allí. —me señaló a una muchacha alta y delgada, rubia y de ojos azules… parecía una extranjera. Era sumamente guapa —. Pues ella es la hija de Don Francisco, el que organiza las clases junto con Yuuki. Así que ya imaginarás porque está aquí… —aunque parecía que lo decía con maldad, Ariadna tenía el rostro impasible, cosa que me hizo reír un poco. Esta mujer no tenía muchas expresiones…

De repente, Yuuki apareció seguida de Don Francisco, quien dirigió una mirada a su hija, y luego abrieron la puerta del “ocho acostado”. Observé que todos los seguían y entramos rápidamente. Todos callaron inmediatamente y le dirigí una mirada a Ariadna, que pareció captar. Era una habitación amplia, cabíamos los veinte más los profesores. Me senté al lado de Ariadna y de un chico bastante alto y con pinta de heavy —no me fijé en él demasiado—. Entonces, Yuuki comenzó a hablar sosteniendo una carpeta dorada.

—Buenas tardes y bienvenidos, me llamo Yuuki y seré vuestra profesora para las clases de canto. Don Francisco y yo decidimos que, como sois veinte alumnos, nos los repartiríamos para trabajar mejor. Así que he hecho una lista de diez y diez. Los que se apelliden de la A a la L, se irán conmigo, y los de la L a la Z, con Don Francisco, ¿está claro?

Vaya profesora más estricta, va al grano, sin rodeos… A ver, yo iría con ella puesto que me apellido “de la Fuente” Miré a Ariadna y quise preguntarle como se apellidaba, pero ella se me adelantó.

—¿En qué grupo estás? —me preguntó.

—En el de Yuuki, ¿y tú? —ella me sonrió vagamente.

—Igual que yo.

El chico que estaba a mi lado se removió y le miré por el rabillo del ojo. Su aspecto intimidaba, estaba claro que esas cadenas en los pantalones, esos piercing en la oreja, ese collar con una cruz, y ese pelo castaño tan… raro y a la vez guay, dejaba claro que era alguien muy extraño… una mezcla de heavy, emo y gótico. Además, como era tan grande, pues intimidaba aun más. Resalta entre tanto chico peinado elegantemente… Entonces me di cuenta de que le estaba mirando fijamente y él me observaba con una expresión intimidante. Ese ceño fruncido, sus labios finos y apretados y esos ojos verdes claros… ¡Ah! Miriam, que es un extraño, es de mala educación quedarse mirándolo fijamente…

Aparté la vista avergonzada y miré mis manos. Escuché la voz de Don Francisco pero no le prestaba atención. Opté por hablar con Ariadna…

—¿De qué habla Don Francisco? —pregunté sonrojada. Ella no me miró cuando habló.

—Solo está recordando las normas de convivencia, los posibles concursos a los que nos llamarán para cantar y todo eso. —agrandé los ojos. ¿Concursos? ¿Qué?

Iba a preguntarle otra cosa cuando, de pronto, todos comenzaron a levantarse e irse, yo iba a hacer lo mismo pero la mano de Ariadna me sujetó.

—Los que se han levantado son los que se van con Don Francisco, nosotras nos quedamos aquí. ¡Si que eres despistada! No has escuchado nada… —movió la cabeza de un lado a otro y me avergoncé.

—Lo siento, estaba pensando en otra cosa… —dije mirando a la profesora. Esta vez no se me escaparía nada de lo que dijera…

30 minutos después

¡Esto cada vez me gustaba más! Aunque al principio Yuuki nos hizo cantar, uno por uno, algunas notas para ver nuestro registro y eso me había provocado una vergüenza total, pero ahora era genial. Ella nos explicó que, según oyera ella, escogería a los que mejor cantaban para prepararlos para un musical. ¿A qué es maravilloso? El caso es que no lo decidiría de un día para otro, sino con el paso de las clases y según quién se esforzara más. Yo daré lo mejor de mí, aunque eso del musical no lo tenía muy claro…

Por otra parte, ella nos obligaba a tocar algún instrumento, pues un cantante no es nada sin algo con lo que tocar e interpretar su música —según ella—. Yo tenía claro cual escoger, el piano. Y ahora que Lidia me traería uno, no tendría problema para ensayar.

Como hoy era el primer día, nos estuvimos conociendo. Ella nos confesó que era alguien muy estricta, pero que eso era mejor para formar a los artistas. Éramos diez alumnos, había más chicas que chicos y, lo que no me gustaba tanto era que el heavy- emo-gótico, estaba en mi clase… Bueno, con ignorarlo bastará…

Ariadna me aconsejó que fuera buena con el piano para impresionar a Yuuki, y yo le sonreí. Le pregunté si ella tocaba algo, a lo que negó con la cabeza.

—Yo canto y actúo, ya no doy para más. —le resté importancia.

—La verdad es que actuar debe ser difícil. Es decir, ponerte en la piel de alguien que te imponen, que no conoces… es complicado. ¿Qué tipo de papel te dan? —ella comenzó a reír sin razón y yo me quedé mirándola. Yuuki nos regañó y callamos de inmediato. Cuando la profesora continuó con lo suyo, Ariadna me contestó.

—Normalmente hago de villana, no me preguntes porque, pero así lo deciden los productores. Yo con tal de actuar estoy feliz. —me sonrió y sentí que era más perfecta aun.

—Si te sirve de algo, yo no te veo como la malvada de la película. Más bien como la protagonista aplicada, educada y buena en general.

—Ya… aunque en la serie que ruedo ahora me han dado el papel de protagonista… pero me hago pasar por un chico. —se encogió de hombros.

—¿En serio? ¡Ah! Ya veo, por eso cuando me rescataste vestías como un chico…

Una hora después

—Bueno chicos, ya nos conocemos un poco más, ahora os voy a encargar un trabajo que debéis hacer si queréis actuar al final en el musical, musical que, por cierto, se estrenará a finales de este año y tendrá como protagonistas a dos de vosotros. —se alzó el murmullo y ella dio una palmada a la mesa, todos callaron —. Eso no quiere decir que solo sean dos los que intervengan, en total quiero a cinco de este grupo y cinco del otro. Pero espero que, de los que estáis hoy aquí, uno sea el protagonista. ¿Entendido? Así que haced lo que os mande… —todos la miramos seriamente.

—¿Qué era eso que nos iba a mandar como trabajo? —preguntó la hija de Don Francisco. Yuuki se llevó la mano la cabeza y habló.

—Pues, tenéis que cantar una canción para el viernes. De 1 minuto y medio de duración. Mostrando todo vuestro potencial… por supuesto, no os pido que seáis perfectos porque par eso habéis venido, para aprender las técnicas. Pero solo quiero saber el nivel general que tenéis para trabajar sobre ello. —nos sonrió por primer vez y eso me impresionó. Esa mujer no había sonreído ni una vez hasta ahora.

—¿El tema que prefiramos? —preguntó el heavy. Yuuki lo miró y asintió, luego lo ignoró.

—Ya podéis marcharos. Nos vemos el miércoles, en esta misma aula. —todos nos levantamos dispuestos a irnos…

Una vez que estuve en el pasillo, caminé junto a Ariadna hasta llegar al ascensor.

—Bueno, el miércoles nos vemos… —le dije a Ariadna, la cual asintió y pulsó el botón del cacharro infernal.

—Si, espero que tengas suerte. —susurró. La miré sin entender, quizá se refería a lo del musical, o a lo de la canción para el viernes… En cualquier caso, le sonreí.

—Igualmente. Espero que pasemos este año sin contratiempos y aprendamos cosas nuevas. —añadí —. Me voy por otro camino. —me despedí y ella asintió.

—Claro, adiós.

En ese momento se abrió el ascensor y Ariadna entró. Yo me di la vuelta y fui directa al baño. Había estado aguantando las ganas de orinar durante la hora y media que hube estado en la clase. Estaba a punto de abrir las puertas del baño de chicas cuando veo al heavy solo paseando por el pasillo desierto. Traía en una mano unos papeles y se veía ocupado. Me preguntaba si no le daba nada ir así vestido… resaltaba más que una mosca en una sopa, pero, me dije, cada uno va como le da la gana y no soy quién para juzgarlo antes de tiempo, por lo que hice algo que normalmente no haría… Lo saludé cuando pasó por mi lado.

—Hola. —dije lo bastante bajo como para que él no se diera cuenta de mi presencia, pero, sorprendentemente, se detuvo para mirarme un instante con esos ojos verdes claros rodeados por el lápiz de ojos negro, ese rictus serio y, en definitiva, con esa aura de “no te acerques a mí, soy peligroso” y enmudecí. ¿Para qué decía nada?

—Hola, ¿tú eres la que me estaba mirando antes? —agrandé los ojos sorprendida, su voz no era para nada como su imagen, es decir, era masculina pero nada intimidante.

—Solo miraba a la nada. Me distraje, eso es todo. —refuté en mi defensa. ¡Ay, tengo ganas de entrar al baño! —Me llamo Miriam, encantada. Espero que tengas suerte. —imité lo que me dijo Ariadna. Pareció que dio resultado porque, aunque él tenía el ceño fruncido, parecía más relajado.

—Gracias. Yo soy Pablo. —me miró una última vez y luego añadió —. Nos vemos.

Se marchó con paso firme y me di cuenta de que sus botas negras con cadenas me gustaban… Vaya chico más raro… En ese momento me daba igual, entré en el baño… ¡no me aguantaba más!

*~*~*~*~*

Por fin iba a salir del edificio cundo vi a multitud de periodistas rodeando a alguien pelirrojo. Mi ánimo se esfumó en cuanto descubrí que esa persona era Elisa. Estaba sola y respondía con entusiasmo a todas las preguntas que los buitres le hacían. No quería oír nada que esa loca dijera, pero la curiosidad me pudo y al final acabé cerca del tumulto y escuché…

—¿Los rumores son verdad? ¿Se va a comprometer con Ren? —preguntó uno. Elisa comenzó a reír con tono angelical.

—Oh, ¿qué pregunta es esa? Me sonrojaré. —ahgg, qué pedante…

—¿Entonces? ¿Es verdad o no? —preguntó el mismo de antes.

—Si, estamos comprometidos, pero todavía no sabemos cuándo nos vamos a casar. —anunció fingiendo ilusión.

Vale, algo dentro de mi pecho se había roto. No quería escucharla más, así que me fui corriendo de allí.

¿Qué era eso de que se iban a casar? ¿Por qué Elisa había llegado tan lejos? ¿Daniel lo sabía? ¿Por qué no me había contado nada? Ok, ok… ya había tomado una decisión, ¿verdad? Nada que ver con Daniel y su mundo, esta claro pero… pero, ¿por qué me duele tanto saber que podrían llegar a casarse? Todavía lo quiero… ¿Por qué? Me ha hecho sufrir, no es un buen partido —aunque sea millonario y actor—, seguramente me seguirá haciendo daño. Porque él es así, mas no puedo dejar de tener sentimientos por él…

¡Si tan solo pudiera desentenderme de él!

Eran las siete y diez cuando la limusina aparcó enfrente del edificio y me recogió. Yo subí silenciosamente aunque por dentro estuviera gritando de frustración. ¡¡No me lo esperaba!! ¿Hasta qué punto deseaba jugar Elisa? ¡No sé como lo verá ella, pero esto la perjudicará mucho! Ella sabe que Daniel no la ama, ¿por qué seguir torturándose cuando ya tiene todo lo que desea? Joder… estoy sudando, no me encuentro bien.

*~*~*~*

Entré sin saludar al mayordomo y me dirigía a las escaleras. ¡Deseaba encerrarme en mi cuarto y no ver al estúpido de Daniel en días! Si tan solo pudiera escapar de esta casa de locos… Si todos los problemas se solucionaran… ¡Ohgg!

Estaba subiendo el primer escalón cuando una voz conocida me llamó y me hizo voltear y fingir que todo iba bien.

—Miriam, ¿qué tal ha ido? —Lidia se veía radiante, y me pregunté si algo bueno había sucedido. Suspiré y decidí aparcar el tema de Daniel.

—Genial, es simplemente perfecto. ¡Incluso tengo posibilidad de aparecer en un musical! —me ilusioné y ella sonrió feliz.

—Muy bien, por cierto, Daniel ya está en casa, ha llegado hace media hora. Dice que tiene que preparar otro examen, para pasado mañana. —disimulé mi tristeza y asentí.

—¿Le has preguntado cómo le ha ido hoy? —inquirí.

—Pues… si, claro. Dice que siempre aprueba estos exámenes, así que no hay de qué preocuparse. Pero ahora está muy ocupado, por lo que quiere que le dejemos solo. —aclaró algo triste. Yo le cogí la mano.

—Es normal, tiene que estudiar, cuando me toque a mi verás… estaré encerrada en mi habitación por semanas. —reí un poco y ella sonrió de medio lado. ¡Uauu! Eso lo hacía Daniel también. Se notaba que eran madre e hijo. ¿Pero qué hago acordándome de él? ¡¡Ohgg!!

Después de charlar un poco sobre lo que consistían las clases de canto y enterarme de que mi padre estaba en el jardín, subí a mi habitación para relajarme. Ni si quiera me digné a hablar con mi padre, ¿para qué? No quería que me viera decaída, lo asociaría a las clases de canto…

Bueno, Miriam, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Hablar con Daniel? ¿Con Alex? Es más, ¿qué puedo hacer para aliviar las cosas?

La respuesta era sencilla: Nada.

Solo esperaría a que todo sucediera sin poder hacer nada, porque ya había decidido no intervenir en la vida de Daniel nunca más. Así que esperaré pacientemente a que todo se solucionara, atendiendo en clase y dando lo mejor de mí cantando.

Y yo que pensaba que hoy sería un buen día… ¡y una mierda!

Continuará…

Autora: ¿Qué tal va? Espero que os esté gustando. ^^ Si hay algún error grave, por favor, no os cortéis y decídmelo, así mejoraré :) Sin más, nos leemos la semana que viene. Agradecería que comentárais para saber lo que pensáis. ¡Muchas gracias! ¡Cuidaos! =3

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