R E B O R N • Koisuru Boukun

By Uzuchia14

6.8K 922 659

Ahí estaba queriéndote a escondidas de una sociedad llena de prejuicios y tabúes, la misma sociedad que nos a... More

Trailer Book
P R É F A C E
U N O
D O S
T R E S
C U A T R O
C I N C O
S E I S
S I E T E
O C H O
N U E V E
D I E Z
O N C E
D O C E
T R E C E
🍀Un poco del mundo R E B O R N🍀
C A T O R C E
Q U I N C E
D I E C I S E I S
D I E C I S I E T E
D I E C I O C H O
D I E C I N U E V E
V E I N T E
V E I N T I U N O
V E I N T I D O S
V E I N T I T R E S
V E I N T I C U A T R O
V E I N T I C I N C O
V E I N T I S E I S
V E I N T I S I E T E
V E I N T I O C H O
V E I N T I N U E V E
T R E I N T A
T R E I N T A Y U N O
T R E I N A Y D O S
T R E I N T A Y T R E S
T R E I N T A Y C U A T R O
T R E I N T A Y C I N C O
T R E I N T A Y S E I S
T R E I N T A Y S I E T E
T R E I N T A Y O C H O
T R E I N T A Y N U E V E
C U A R E N T A
C U A R E N T A Y U N O
C U A R E N T A Y D O S
C U A R E N T A Y T R E S
C U A R E N T A Y C I N C O
C U A R E N T A Y S E I S
C U A R E N T A Y S I E T E

C U A R E N T A Y C U A T R O

99 8 22
By Uzuchia14

TETSUHIRO

Huimos al bosque.

Luego de que mis labios sellaran los suyos, él abrazó mi cuello como si se aferrara a una única razón para dejarme besarlo en un sitio donde fácilmente seriamos vistos, y yo me pregunte ¿Qué razón fue tan fuerte como para tomarme como si me fuese a ir de sus brazos?

Jugué con su lengua y la mía en un beso efímero, pero lleno de vehemencia hasta que el aire nos faltó, obligándonos a separarnos. No lo deje decir algo, él tampoco pareció querer siquiera decirme que era un inmaduro irresponsable. Lo tome de la muñeca y, como dos niños huyendo de un adulto luego de romper algo, le lleve conmigo al final del puente y al inicio del bosque sin saber que esa no sería la última vez que correríamos por ahí, solo que esta vez, yo sonreía con el viento golpeándome el rostro y mi mano deslizándose por la piel contraria hasta que mis dedos terminaron entrelazados a los suyos. Él aún no decía nada, parecía envuelto en una fantasía que tenía su cabeza en las nubes, quizás no creyendo lo que hacía, o buscando alguna excusa para sí mismo al llegar el momento de hablar.

A unos metros del pueblo detuve nuestro paso, me doy la vuelta para encontrármelo con el cabello revuelto y los lentes un poco ladeados. Respirando por la boca, sonrió despreocupadamente acercando mis manos a sus gafas para acomodarlas, él deshizo su coleta para peinarse con los dedos y volver a amarrar sus rubios cabellos.

—¿Para qué me traes aquí? –Cuestionó y yo no evite reír un poco. Él me miró con el ceño fruncido bajando los brazos ya más peinado. - ¿De qué te ríes?

— Tú –Respondo. Preguntarme eso luego de dejarse casi arrastrar por mi hasta ahí era algo irónico de su parte conociéndole. – Si no hubieses querido venir, me hubieses puesto un alto... Otra vez poniéndome trabas fáciles de romper.

Sus mejillas se tiñen de rojo, voltea a otro lado cruzándose de brazos.

— Cierra la boca... -Contesta molesto. – Mañana es mi boda, se supone que debo ir y finiquitar cosas, descansar... ¿Por qué apareciste ahora? Luego de... - Enmudece unos segundos, luego cambia de tema. - ¿Qué te sucedió en la cara?

— ¿Qué más podría pasarme en la cara? –Por inercia, alzo la mano hasta mi rostro y acaricio sobre el sitio en el cual recibí un golpe. Lo recordaba perfectamente, hacía dos días atrás.

Si no hubieses cometido tantos errores, estarías entre los soldados a los que van a hacerles la ceremonia de premiación... Pero no, estas entre los desertores –Papá lanzó la invitación de mala gana a la mesa sin quitarme la mirada de encima. Mamá comía en silencio, Margaret parada en una esquina con los brazos tras su espalda y la cabeza un poco gacha. – Y ni siquiera quieres arrepentirte para intentar volver, todo lo dejaste ir por la borda, por un capricho que jamás será real y tan solo es una vergüenza.

Pues es mi problema –Contesto luego de beber un poco de agua. – Ya, no te metas más, me tienes cansado –Dejo el vaso sobre la mesa. Últimamente peleábamos por todo y poco a poco el respeto hacia él se desvanecía con el recuerdo de un niño amando a su padre. Papá me observó molesto, el brazalete en su muñeca brillo con la luz de la lámpara cuando golpeó la mesa y se puso de pie. La silla tras el cayó al suelo estruendosamente.

Mamá brincó sobre su asiento, Margaret alzó la cabeza silenciosa. Yo solo tomé el vaso de nuevo, y de nuevo bebí agua.

¿Cómo me estás hablando? Mal educado ¡Debería darte una cachetada por altanero! –Con su mano simula una leve cachetada. Me pongo de pie, no tan dramático como él.

¿Por qué no me la das? De todas formas, creo que me has dado tantas que ya me da muy igual otra... Hazlo, ven –Le provoco y sé que probablemente terminara mal, más me tiene sin cuidado.

Encerrado en mi casa desde esa noche en que mi alma junto a la de Souichi fueron felices, la convivencia con papá ha ido de mal en peor y no creo que pueda haber algo que la quiebre más. Mamá esta sin cuidado a eso, pareciese que no le importase en lo más mínimo con tal de tener a papá contento, y no sé si es por miedo a él, o mera costumbre.

Cállate... No me provoques Tetsuhiro –Rodea la mesa lentamente acercándose a mí, yo no le quito los ojos de encima sin decir palabra. Él me observa de igual forma. –Desvergonzado...

- Mal padre –Contesto y, como si hubiese buscado excusa para hacerlo, me golpeó en el segundo que finalice la palabra.

La verdad me lo espere.

— Papá —Me encogí de hombros. —Pero no quiero hablar de eso, ni de tu boda, ¿Cómo has estado? —Acerco mi mano a la suya y la tomo para adentrarnos más al bosque.

— No puedo responder eso sin mencionar la boda... Es estresante saber que mañana seré un hombre casado, con una extraña para mi —Contestó, sorpresivamente dejándose llevar por mi. Hoy parecía más dócil, quizás solo estaba cansado de huir o de pelear y simplemente este momento era otro paréntesis, como el que vivimos en el sofá de su casa.

No quiero ser un paréntesis, pero es lo único que tengo.

— Lo entiendo, yo también pienso en eso... Aún no me he comprometido con Kanako pero llegará el día, puede que luego de tu boda papá me presione para eso —Suelto su mano, me doy la vuelta para verle de nuevo. Me siento en la grama en posición de indio delante de un frondoso árbol. —Ven —Palmeo a mi lado, él me mira dudoso, mira a los lados y finalmente suspira sentándose. —Supongo que Tadokoro se irá de tu casa esta noche...

— No, mañana. Tiene todo en su bolso, pero se irá mañana a casa de mis padres para... Para darnos espacio a mí y a Miharu, no quiero ni que llegue ese momento.

— Hoy estas muy relajado a pesar de mañana casarte... —Me sorprende un poco que este hablándome sin reproches o miedo de por medio, algo me dice que estar a mitad del bosque le relaja, y es que ¿Cómo no? Si todo esto es lo que le apasiona.

— Estoy cansado... Cansado de pelear, cansado de estar enfadado, estoy apagado, no tengo ganas ni siquiera de discutir contigo. Papá lo sabe, Tetsuhiro, no puede probarlo y yo no se lo aceptaré, pero él lo sabe... —Se refería a lo que sucedió entre nosotros, lo sé por como sus mejillas se tiñen de rojo. —Y eso tampoco me importa ahora... Estoy cansado, mucho. Él me dijo que prefería verme muerto antes de siquiera imaginarse a su hijo con otro hombre, y eso... Eso fue lo último, ya no puedo oír más.

Sinceramente mi corazón se quebró de verle así, decaído, triste, sin ser el Souichi que fácilmente pudo golpearme o insultarme por traerlo aquí, no, este Souichi se sienta a mi lado y entabla una conversación agridulce, pero conversación. La última vez que hablamos de esta manera fue cuando él se embriago demasiado y soltó la lengua, ahora ni siquiera necesitaba alcohol cuando la tristeza era suficiente para embriagar un débil corazón. Souichi tenía la vista gacha, jugaba con el pasto y su dedo índice moviendo suavemente las hojitas verdes que salían del suelo. Yo le miré en silencio analizando sus facciones tranquilas, pero afligidas. A pesar de que anochecía, pude distinguir cada cosa. La punta de su nariz estaba ligeramente roja, la montura de sus lentes decoraba el arco fino de ese sitio. Sus labios cerrados, pasó su lengua para remojarlos ¿Estará sintiendo mi mirada?

Él me la devolvió.

— Te amo... —Dije sin más a pesar de su pequeño discurso. —Te amo más de lo que las palabras pueden explicar, te amo tanto que ni yo mismo lo entiendo, es decir ¿Por qué? ¿Recuerdas cuando me lo preguntaste? "¿Por qué me quieres?" y yo te dije que no lo sabía, que apareció de repente y no pude evitarlo, y es así, no puedo, no sé cómo pasó y yo no sé detenerlo...

— Y te dije que sonaba muy ridículo —Alzó la mirada al frente, en los cristales de sus anteojos se reflejó un poco el entorno. —... Sigue sonando muy ridículo, sigo sin entenderlo, nunca más leí el libro que compré para entenderlo porque para mí es demasiado ridículo...

Se me dibuja una sonrisa en el rostro, el recuerdo apareció en mi mente "—Adquirí un libro sobre las emociones para entenderlo, pero no lo hice. No sé porqué se siente amor ¿Por qué nace un sentimiento así?" Confesó esa noche sentado a mi lado en su sofá amarillo.

— Y yo sigo amándote a pesar de que ninguno de los dos podamos entenderlo... —Entonces sus ojos sol se posan sobre los míos, y en silencio asiente despacio ¿Significa que quería decir lo mismo, pero no pudo? ¿O simplemente me daba la razón en que yo estaba enamorado solo?

Nos observamos en silencio unos segundos hasta que el piar de las aves le hicieron regresar la vista al frente, yo también. Dos aves se posaron sobre la grama, brincoteando de un lado a otro mientras cantaban. Souichi se vio maravillado, como un niño observo ambos animales y en su mente seguro apareció algún texto leído en sus libros sobre las aves. Para mí en cambio, fue raro ver dos aves en la noche revoloteando de un lado a otro, y pensé en que la tranquilidad de un bosque nocturno era suficiente para que ellas bajasen a tierra por un rato.

No estaba oscuro, la luna alumbraba nuestra soledad y la copa de los grandes árboles ocultaba la tristeza.

— Hay aves que vuelan, y aves que no lo hacen... Es raro porque, son aves, todas deberían volar, pero no todas nacieron para eso —Habló de pronto, sin dejar de observar. —Tetsuhiro... Tú y yo somos dos aves que no nacieron para volar, y mucho menos juntos.

— Quizás no nacimos para volar juntos, pero podemos caminar los dos... —Hable rápidamente, su repentina metáfora me pellizco el corazón. Tenía razón.

— Si lo ves de esa manera, si... no vamos a volar juntos, solo caminaremos pasos pequeños hasta que finalmente a ambos se nos cace y se nos encierre —Regresa la vista a mi. Inteligente, Souichi había conseguido la forma perfecta de recordarme las cosas a su manera, de hacerme ver que lo de nosotros era algo efímero y mañana acabaría.

Mañana... mañana perdería al amor de mi vida sin haberlo tenido siquiera, demasiado pronto para querer aceptarlo, otro puyazo al corazón.

Entonces las aves finalmente volaron, y entre las copas de los árboles se perdieron como mis ilusiones. La realidad cayó ante mis ojos.

Souichi se casa mañana. Ma-ña-na.

La ansiedad me carcome.

— Huyamos... —Digo de repente. Él solo me observa callado esperando que le dijese que era una broma, y cuando yo solo enmudecí, el alzó una ceja. —Vámonos, aunque no sea para volar... Vámonos

— Estas demente Tetsuhiro ¿Cómo crees que vamos a irnos? ¿A dónde? Nacimos y crecimos aquí, no conocemos mas nada... Estuve fuera, todo es igual, las personas son iguales...

—¿Por qué? ¿Qué te detiene aquí? —Me acerco a él, Souichi por inercia se echa un poco hacia atrás pero no se mueve de su sitio. Abre la boca quizás para contestar, pero no dice nada dándose cuenta que no hay razones para quedarse. Estaba solo, yo tenía a Margaret, Hiroto e Isogai ¿Pero él? Él, que no consideraba amigo ni siquiera a mí. —Vámonos. Si no tienes una razón para quedarte, esa es suficiente razón para irte.

— No, Tetsuhiro... no es simplemente tomar dos bolsos con ropa y huir, ¿Qué haremos después? ¿A dónde iríamos? Ya todo se acabó, solo queda aceptarlo. No digas más tonterías —Desvía la mirada. Hablaba en plural agregándome al futuro con él en la hipotética huida.

—Sou... —Susurro. Mi mano en su mejilla hace que él me observe de nuevo, entonces le beso. Mi mano asciende más y cubre todo su cachete izquierdo. Siento sus mechones sueltos acariciar mis dedos a la par que danzaba con la brisa, él no se mueve, solo me deja besarlo sin protestar.

¿Muy cansado para enfadarse, o muy a gusto para alejarme?

Sin ganas de desaprovechar la oportunidad, me acerco un poco más a él sin despegarme de sus labios. Un beso efusivo, con finalidad de querer fundirme en sus labios y quedarme ahí por siempre. Pensar que mañana sería un hombre casado me sentaba fatal, y más el saber que no podía hacer nada, ni él ni yo, estaría condenado a vivir con una mujer a la cual apenas conocía, y, quizás, convertirse en padre de sus hijos lo que sería su motor para levantarse un día más.

Souichi como padre seguro sería otra cosa, el mejor del pueblo.

El beso se torna más largo de lo que pensé, él terminó correspondiendo al sutil toque que se convirtió en algo intenso. Poco a poco, recosté su cuerpo sobre la grama dejándole bajo mí, él no lo notó hasta que sus uñas rascaron la piel de su otro brazo que picó por la grama, y me separo de golpe.

— No, no, otra vez no... -Apoyó las manos en mis hombros queriendo apartarme, yo en cambio tome sus muñecas y las coloque sobre la grama, encima de su cabeza. –Tetsuhiro... Maldición –Susurró cerrando sus ojos con el ceño fruncido. Sorpresivamente para mí, es él quien me besa ahora.

Motivado por eso, correspondo gustoso.

Me atrevo a introducir mi lengua y buscar la suya, él me lo permite tímidamente. Su cuerpo se remueve un poco bajo de mí, sé que está nervioso, aunque más relajado que de costumbre ¿Será por estar en este sitio tan inusual? Nadie venía al bosque, y eso nos permitió relajarnos un poco.

Quizás él solo se esta dejando llevar para olvidarse de todo, y yo complaciente de ayudarlo.

Minutos pasaron, Souichi se separó, un hilo de saliva nos unía, tan delgada como nuestra existencia, tan fácil de romper. Tenía la respiración algo agitada, las mejillas rojas, los labios hinchados pintados de rojo, un flashback de nosotros en su sofá vino a mi mente demasiadas rápido.

—Y-ya, suficiente —Dijo moviendo sus brazos para que libre sus muñecas, pero no lo hice. —Tetsuhiro... Siempre haces lo mismo. Esto no significa nada, solo es... es un error como el de esa noche.

—Si fue un error... ¿Por qué vuelves a cometerlo? Ay Souichi, aprovechemos la situación, estamos aquí sin nadie alrededor, solo... Solo vive, solo bésame hasta que se nos olvide quienes somos. A veces creo que eres un cobarde por sentir tanto y demostrar tan poco, porque nadie besa a otra persona por nada.

—No digas estupideces —Reprocha mirándome a los ojos. —No acomodes todo a tu conveniencia, yo... Yo solo te bese porque sí, para que dejaras de verme con ese rostro que no me gusta, y ya, no molestes.

—¿También me desnudaste en el sofá de tu sala porque si, y ya? —Se me dibuja una sonrisa en el rostro cuando el suyo se torna rojo. Abochornado, Souichi gira la cabeza a un lado desviando su mirada de mis ojos. —Esta bien, no sientes nada, ni un poquito de gusto, pero al menos finge que me quieres de nuevo... cómo todas esas veces en que lo haz hecho antes de permitirme besarte como dos amigos que a veces les gusta amarse –Sonrió acariciando su labio inferior con mi pulgar.

— Odio cuando dices esas cosas, como si afirmaras que siento algo por ti... Tú solo sabes chantajearme y decir cosas tontas para ablandarme, eres un manipulador... -Dice a modo de defensa, y ni siquiera me ofendo, solo rio levemente ¿Cómo dice eso teniéndome encima reteniéndolo al suelo sin siquiera hacer algo para apartarme?

— Ay Souichi... ¿Ya vistes dónde estamos? ¿Dónde estás? Sabes, una vez leí en un libro algo que decía "Que alguien te rompa al no corresponder es doloroso, pero romper a alguien más sabiendo que es por miedo, es un acto cruel" Y, aunque "No sientas nada" sigues esperando que te bese de nuevo...

— Ja, ¿De verdad? ¿Por miedo? ¡Claro que sí! Tengo miedo, tú tienes miedo ¿Cómo no vamos a tener miedo? La sensación de estar caminando constantemente en una cuerda floja me asfixia, pensar en cómo actuar y que decir delante de alguien, me asfixia, tú me asfixias.

— Bien... Soy cruel. No puedo dejar de amarte cuando mi corazón grita por ti, cada minuto, cada segundo. Mientras este a tu lado, mi corazón no va a cambiar... –Finalizo la conversación en susurros sobre sus morros ligeramente temblorosos. Junto nuestros labios de nuevo, el beso sabe a melancolía mezclada con un ligero toque de vino. Suelto las manos de Souichi deslizando mis dedos por sus brazos aun estirados, ladeo un poco la cabeza a la izquierda, y él por inercia lo hace a la derecha. Mis brazos se posan sobre la grama bajo sus axilas, sus manos se apoyan en mis hombros, aprieta suavemente la tela de mi prenda superior. ¿Cómo quiere que no piensa que por dentro revolotean mariposas si se comporta sí? Souichi es impredecible, Souichi es mágicamente él, tiránico, gruñón, como caminar con los ojos vendados, como buscar algo pequeño en una habitación oscura, y bajo todo eso, tímido, vulnerable, sensiblemente fuerte. Souichi es ver las estrellas y saber que ninguna brilla más que sus soles, Souichi es hundir las manos en el mar para refrescarse, pero sacarlas y ver como el agua se resbala entre tus dedos regresando a donde nació. Souichi es la excusa perfecta a los errores que se comenten cuando hay un amor así, tan fuerte, tan repentino y juvenil. Tan prohibido y peligroso.

Él era la excusa perfecta, y la motivación necesaria.

Un giro inesperado, ahora es él quien está sobre mí. Se separa de mis labios, nos observamos en silencio un tiempo corto en los que él tarda en darse cuenta que me ha estado devolviendo cada beso, casi desde el inicio. - ¿Por qué me haces esto? Es injusto... -Habla en voz baja, su mirada desazonada se me clava en la memoria. Sin contestarle, me besa de nuevo tomando mis mejillas entre sus cálidas manos, llevándose mi alma en ellas. Quiero guardar este momento para siempre en mi memoria, necesito este recuerdo para poder seguir adelante y siento miedo de que tantas emociones se me escurran entre los dedos y no sepa manejarlas. Mis manos se posaron sobre sus caderas más cerca de su espalda baja, casi abrazándome a él. Él me besa con ansiedad, como si, de nuevo, fuese a irme, como si el tiempo se fuese tan rápido que no habrá duración suficiente a este beso para poder compensar lo que venía sin un nosotros. Los minutos pasan rápido, demasiado, y a cada segundo que transcurría, su boca y la mía no daban tregua más que para tomar otra boncada de aire, y sé que debe haber un cese, más ahora mismo soy fiel creyente de que podría sobrevivir a base de besos húmedos y vivaces más que el oxígeno en dos pulmones que no podrían respirar sin él. Este instante, este preciso momento se siente tan mágico, como esa noche, como otro paréntesis donde nada podría salir mal en lo que él y yo nos entregamos a esto llamado "pecado" y por lo que ambos pedimos perdón.

Como dos tontos drogados por la oxitócica que salía a borbotones abrumando cada célula de nuestro cuerpo, él y yo nos dejamos ser libres fingiendo que ni yo era Tetsuhiro, ni él Souichi, tan solo dos extraños que decidieron perderse un poco de la realidad acunados por un cielo estrellado y abrazados por el verdoso pasto.

Creo que nunca nos habíamos besado tanto, y el pensamiento de "Ya no es nuestro primer beso, pero quizás sea uno de los últimos" me estremece a la par que siento sus labios tibios danzando sobre los míos, y agradezco a este bosque por ser testigo de esto, de una persona perdidamente enamorada y otra, quizás, solo huyendo del futuro.

Minutos pasaron, el indeseado final de esta jornada llegó. Souichi me miro a los ojos, y se alejó, se recostó a mi lado en silencio y observó el cielo nocturno. Sé que él no está acostumbrado a esto ni a saber que decir que no sean insultos, y supuse que prefirió no decir nada. Yo le miré segundos antes de también observar el cielo dejando mis manos caer a los lados de mi cuerpo, un pequeño calor en mis dedos izquierdos me hizo saber que mover mi mano un milímetro más sería tocar la suya, más no lo hice.

¿Por qué... el cielo es tan tortuoso? Entre más cerca estamos es más difícil aclarar lo que está bien y lo que no.

— ¿Crees en Dios? –Soltó esa pregunta en medio de los sonidos del bosque. Confundido, alzo una ceja sin dejar de ver las estrellas. –En... En el perdón, en que los hombres debemos ser perfectos para que Dios nos conceda la misericordia. ¿Crees en eso?

No respondí al instante, la verdad era algo que no me había planteado lo suficiente como para tener una respuesta segura. Al cabo de unos segundos en los que trate de pensar, conteste a su extraña pregunta.

— Pues... ¿Creer en Dios? No lo sé, a veces quisiera decir que si, que creo en él y sé que está ahí arriba, pero ¿Cómo creer en el cuándo permite tanta maldad a sus hijos? O quizás es que él nos castiga mediante otras personas porque él está enojado por nuestros actos, pero... Si es amor, si solo es amor ¿Por qué está mal? No tengo una respuesta a eso, a veces pasan cosas que me hacen creer, otras, la mayoría de las veces, pienso que simplemente nos ha abandonado porque está decepcionado... Para no decir que realmente no existe. Creo que Dios, más allá de ser un ser omnipotente en el cielo, es algo más interno ¿Sabes? Como una especie de fuerza, de fe, motivación, para una mayoría solo una excusa para hacer actos horribles en nombre de lo divino.

— Y... ¿Nunca has llegado a un punto de quiebre tan profundo que le pides ayuda?

Nuevamente me quedé callado. Algo en mí se removió ¿Lo decía solo por decir o él había vivido eso? Voltee a verlo rápidamente, él aun miraba la luna y su luz se reflejaba en su rostro tranquilo ocultando la aflicción. Souichi se caracterizaba por casi nunca quebrarse en público, aunque yo le he visto en distintas ocasiones donde el estrés es tan grande que no pudo evitar romperse, sobre todo cuando estuvimos en el hoyo, y caí en cuenta que a solas quizás lloró más veces de las que puedo imaginar.

Eso me creó un mal sabor de boca.

— ¿Por qué preguntas?

— Solo quería saber si yo era el único que lo había hecho... No sé si necesito su perdón, o solo busco el perdón de papá para darle tranquilidad a mi corazón. Y te he tirado la culpa a ti de todo, pero yo necesito un perdón o alguna respuesta de alguien desde... Desde esa noche, en la escuela. Necesito perdón por no haber sido fuerte y dejarme paralizar por el miedo, y necesito una respuesta a porque tan solo puedo recordar su esclava dorada con piedrecillas azules... Ni siquiera su voz, ni que llevaba puesto, nada. Kurokawa dijo que tan solo un sombrero marrón con una cinta negra fue lo que vio antes de que desapareciese por la ventana, estaba más ocupado auxiliándome. Han sido años de duda, y cuando apareció de nuevo, cuando cortó mi cabello y me amenazó con alejarme de ti, ahí ni siquiera pude voltear y descubrir su rostro de una vez por todas... Por eso necesito un perdón y una respuesta. Además de todo lo demás, a pesar de que desde esa noche prometí tantas cosas buscando disipar la nube negra en mi mente, no pude, y ahora estamos aquí, y de nuevo deje que me besaras, de nuevo no pude alejarte y de nuevo no hay razones para un por qué. Si él está ahí espero que nos perdone y que el castigo no sea tan doloroso, porque ya no hay vuelta atrás.

A mi mente vino el flashback de cuando sus cabellos se regaron en sobre mi rostro cuando él los dejó caer burlonamente.

— Lo recuerdo... Casualmente ese día rogué a Dios porque fuese la segunda opción entre la realidad de esa amenaza, o una mentira. Me dijeron que, si no desertaba, irán por ti y... Y a pesar de rogar, resulto ser cierta.

— ¿No te importa que le suceda a tu querido profesor? -Inquirió. –Valiente, seguramente él pensara que eres una decepción cuando este herido en su casa.

— No le harás nada -Conteste chasqueando la lengua. -Ya olvídalo, déjame en paz.

— Oh ¿Cómo estas tan seguro de eso?

Dijo Kuze, detrás de mí en los baños. Dos días después, llegó el sobre beige con el cabello dentro.

Entonces mi cabeza hizo clic.

— Souichi... Kuze sabe quién es –Dije sentándome de golpe. El rubio por fin me miro en silencio sentándose también, aunque más despacio. —Si él tenía tu mechón, entonces él sabe quién fue, o... O fue él

— No, Tetsuhiro, tenemos la misma edad y ese sujeto... Ese sujeto era mayor, pero tienes razón –Sus ojos observaron la grama, pensativo, Souichi enmudeció acompañando mi silencio por casi un minuto. –No importa, no quiero saberlo.

— Él es la mayor pista que tienes ¿De verdad no quieres saber? Yo puedo...

— No. –Me cortó la oración. –No, no más problemas. Sea quien sea, ya fue, se salió con la suya y para haberse sabido ocultar debe ser alguien con influencia, debe ser una persona que conoce como moverse, para saber qué y que no se debe hacer, alguien... Con poder, porque para tener un testigo seguro tiene dinero para mantenerlo callado. El pueblo tiene gente así, puede ser cualquiera.

Solo asentí a lo que dijo, pero yo no podía quedarme así. Ir a buscar a Kuze sería una tontería ya que quizás ni siquiera me hable, pero Souichi no merecía morir con la incertidumbre de quien le causo tanto daño. Podría ir a la zona sur del pueblo y buscar a Isogai, o ir con Hiroto, no lo sé.

— Promete que no harás nada –Habló observándome, pareció haberme leído la mente. –No te metas más en problemas, no remuevas el pasado y mucho menos si no es tuyo. Si él lo conoce, se lo dirá, y vendrá por mí.

— Bien, bien, lo prometo –Respondí, aunque mentira, le prometí que no lo haría. Pensándolo bien, era una buena estrategia para atraparlo. Hacer que vuelva y aparecer dejándole sin escapatoria, pero ¿De qué serviría? Si era una persona con poder como decía Souichi, fácilmente saldría bien librado.

— Me voy a casa –Souichi hizo el ademán de levantarse, yo le detuve rápidamente. –Tetsuhiro no empieces...

— Quédate un rato más... Por favor –Casi rogué por que se quedara, el día de mañana estaba llegando demasiado rápido y estas son las últimas horas en que le veré siendo un hombre sin esposa. –Ven... Bésame un poco más hasta que se me olvide que mañana te abre perdido –Le tumbe nuevamente en la grama.

Dos pares de labios rojos de tanto besar se unen, sin haber tenido suficiente de ambos. Souichi se abrazó a mi cuello correspondiendo. Apoyo los brazos en la grama encerrando su cabeza entre estos, sin separarme, beso al rubio que con gusto me sigue. Mi lengua acaricia su labio inferior pidiendo permiso para ingresar, él lo concede, ahoga un suspiro. Consigo su lengua, juego con esta, el beso produce leves sonidos húmedos. Souichi acaricia suavemente mi nuca antes de arrepentirse y dejar las manos quietas, me resulta tierno que no quiera demostrar mucho para poder decir que no le gusta, pero para mí, con solo permitirme esto, ya es suficiente para saber lo que siente, por más pequeño que sea. Una de mis piernas se mete entre las suyas, la alzo un poco, mi rodilla roza su entrepierna y el gime en el beso. Me separa para verme, su rostro rojo me causa ganas de besarlo de nuevo.

— No... No no, ¿Qué haces? Quítate –Dice empujándome para ponerse de pie. –No vamos a hacer eso, y mucho menos aquí Teushiro

— ¿Por qué? –Pregunto alargando un poco la "e" sonando como un niño. Él solo me mira con ganas de ahorcarme, quizás. Me pongo de pie también.

— ¿Quién crees que soy? ¡Idiota! –Se da la vuelta soltando su cabello para recogerlo de nuevo, la coleta se había aflojado. Caminando y dándome la espalda, yo lo sigo rápidamente.

— ¿Entonces me dejaras visitarte cuando tu esposa no esté en casa? –Le tomo del brazo dándole la vuelta, Souichi abre los ojos abochornado por mis palabras. –Sou... Te vi esa noche, no me dirás que te disgustó –Me acerco a él, él retrocede hasta que el tronco de un árbol me sirve de soporte a su cuerpo. Le guie a ese intencionalmente. –Al menos déjame oírte de nuevo, mañana no sabemos qué sucederá... -Quizás esté siendo demasiado tonto, pero no podía evitarlo, necesitaba de él como se, que él de mí. Mis labios besan su cuello, sus manos se posan en mi pecho y siento como intenta empujarme.

— Tetsuhiro... Maldición –Gruñe por lo bajo. Pega la cabeza al tronco dándome más espacio en su blanquecino cuello sin quererlo. –Siempre tú, siempre, me cansas, me aturdes. Siempre haces estas cosas cuando yo digo algo, siempre usando trucos para chantajearme –Tartamudea un poco, yo rio antes de regresar a sus labios. Mi mano deshace el nudo en su cabello, la coleta la pongo en mi muñeca. Acaricio su torso hasta sus caderas, las muevo hacia delante pegando estas a las mías, rozando nuestras entrepiernas provocando un suspiro por parte de los dos.

— ¿Esto es un chantaje para ti? ¿Por qué? Si tú estás dejando que suceda ¿Cómo sería esto un chantaje? –Le miro a los ojos, él abre un poco los suyos, sus mejillas se tiñen de rojo. Una sonrisa se me dibuja en el rostro. –Ya no digas más, está bien, soy un chantajista –Mis dedos se deslizan bajo su camisa, su piel en contacto con la mía se eriza enseguida.

— ¡Ya no digas tonterías y quítate! –Me empuja. Sin despegarse del tronco, me mira respirando por la boca. –Para ti todo esto es... Es como un juego, no ves más allá, no ves que esto se acabó aquí, Tetsuhiro. Por favor, ya, no lo hagas más difícil.

Precisamente se me hace difícil dejarlo ir. Souichi acomoda su ropa, y luego de una última mirada, camina por donde vinimos. Me quedo ahí parado unos segundos antes de voltear a verlo alejarse, y finalmente seguirle. Estando más cerca y a punto de poner la mano en su hombro, veo como estos suben y bajan ligeramente. Rápido, le hago voltear, pero él gira la cabeza a la izquierda cerrando sus ojos.

La luz de la luna ilumina la humedad bajo sus ojos.

— Souichi... ¿Estas llorando?

— ¡Cállate! Solo... Solo es agua salada que sale por tantas emociones que no tienen nada que ver contigo

Ojalá fuese eso verdad, ser motivo de tristeza en él era motivo de tristeza en mí.

— Sou... Lo siento –Le atraigo a mí para envolverlo en mis brazos. Él se queda inmóvil, quizás sorprendido por mi acto. Le abrazo más fuerte, él finalmente se aferra a mí.

— Siempre lo haces más difícil, siempre haces que alejarme sea difícil ¿No ves que cuando se trata de ti no tengo fuerza de voluntad? No hagas las cosas más complicadas, Tetsuhiro, solo... Solo déjame ir –Me pide sin dejar el abrazo, sé que para él es más fácil decir las cosas cuando no le veo a la cara. -Jamás había sentido esto, y no quiero enfrentarlo; te extraño, lo hago cuando desapareces y no sé de ti hasta que vuelvo a verte con ese rostro triste y golpeado. Lo hago todos los días, no hay uno en que no vengas a mi cabeza, ya sea para insultarte o para preguntarme ¿Cómo estarás? Lo hago, aunque admitirlo sea vergonzoso para mí, lo hago y es que ¿Cómo no hacerlo? Si cuando siento que ya no puedo recibir más odio, llegas y lo disipas sin más. Tetsuhiro, por favor, ya se acabó... Se acabó lo que sea que haya pasado entre nosotros –Finalmente deshace el abrazo, sin alzar la vista, le veo limpiar sus lágrimas. –Adiós. –Se da la vuelta, camina rápido alejándose y llevándose mi corazón en la mano. Me dejo sin palabras, con tan poco logro darle un vuelco a mi órgano vital y paralizarme.

No le seguí, por más que quise, lo dejé ir.

No dormí al llegar a casa.

Recuerdo que entre por la ventana la cual anteriormente deje abierta al salir. Mi habitación oscura me recibió, se notaba que nadie había entrado a revisar como estaba, y si fue así, Margaret no dijo que no me encontró o si no tuviese a papá sentado esperándome.

Me duché, me vestí, y me metí bajo las sabanas. No sabía qué hora era y no me interesaba averiguarlo. Tan solo atrase el momento de mi caída a los brazos de Morfeo lo más que pude para que el día de mañana no llegase.

Pero lo hizo.

Deslizo las mangas de mi Yukata celeste por mis brazos, lo cierro y alrededor de mi cintura pongo la cinta blanca. Me observo al espejo, me devuelvo una mirada cansada. Camino hacia la cama para sentarme y ponerme los zapatos. Los recuerdos de la noche anterior estaban demasiado frescos para dejarme tranquilo ese día en que finalmente Souichi se convertiría en un hombre casado.

Suspire.

La puerta de mi habitación suena, alzo la cabeza y papá entra. Lleva una Yukata negra con detalles dorados. Se ponía un reloj en la muñeca.

— ¿Estás listo? –Pregunta cruzándose de brazos. –Ya quiero que el evento comience... Quiero que él ya este casado y por fin ese dolor de cabeza acabará. –Tu madre te llama.

— Claro... Debes estar dichoso. ¿Puedes esperar fuera? No tengo ganas de verte.

— Apúrate, que por más que desees ralentizar el tiempo, él se casara contigo ahí o sin ti. –Me mira de arriba abajo, y solo sonríe dándose la vuelta para marcharse.

Frustrado, me pongo de pie. Respiro hondo, dejo salir el aire y camino a la puerta despacio. Este momento era uno de esos donde quisiera estar en el campo siendo golpeado por el sol y mis compañeros en entrenamiento. Drenar la frustración y el estrés golpeando a alguien era algo bueno que tenía ser soldado, ahora no había nada de eso, así que simplemente todo se acumulaba ahogándome.

Entre a la habitación de mamá más ella no estaba, sobre su cama, una esclava dorada llamó mi atención.

— Quizás la sacó para mi... -Murmure en lo que me acercaba. Sin pensarlo mucho, la coloco en mi muñeca a manera de accesorio el cual no me da chance observar bien cuando un grito con mi nombre resuena por la casa.

— ¡Tetsuhiro! –La voz de papá me llama en la lejanía, yo me tomo otro segundo para hacerme a la idea de lo que veré antes de solo salir de la habitación. Baje las escaleras, en el último peldaño mamá y papá esteraban que apareciese. Ella llevaba un Kimono rosa pálido, unos aretes de perlas a juego con su collar- Estuve por preguntar para que me necesitaba, pero papá nos apuró de nuevo. –Muévete –Abre la puerta, mamá sale en silencio. Yo camino tras ella sin quitarle los ojos de encima a papá, una pelea silenciosa la cual, obviamente, gana él. Desvió la mirada y solo salgo de casa a regañadientes.

En el lugar, la decoración no deja de gustarme a pesar del contexto. Las sillas de madera tenían flores blancas alrededor de su espaldar, en medio, una alfombra roja era el camino que Miharu tomaría para convertirse en la esposa de Souichi. El altar constaba de una mesa con un mantel blanco, un libro, y todo lo que se necesita para unir a dos personas en matrimonio. Habían persona alrededor, unas sentadas, otras de pie, la boda empezaría en unos minutos en los que Miharu termina de estar lista, no tenía idea de donde estaba Souichi, pero sus padres estaban de aquí para allá. Yo estaba sentado junto a los míos en una de las primeras filas, a petición de papá, para ver mejor, dice él...

Masajeo un poco la punta de mi nariz, necesito ver a Souichi antes de que esto empiece. Miro alrededor repetidas veces tratando de no ser tan obvio en que le buscaba, solo fingía ver la decoración. De pronto, un kimono rosa se atraviesa en mi campo de visión. Su cabellera rubia y sus ojos azules me observan sonrientes, era Kanako.

¿Hace cuánto no la veía? Ya ni podía recordarlo, ni siquiera sabía que le había dicho papá para evitar que me buscase todo ese tiempo.

— ¡Tetsuhiro! –Exclama mi nombre, al oírla, mis padres voltean a verla y ambos le regresan la sonrisa encantados de verla. –Señor y señora Sato, es un placer verles de nuevo.

— Kanako, ¿Cómo está? Se ve muy linda –Responde mamá a la par que ella y papá se ruedan un puesto para permitirle a ella tomar asiento entre mamá y yo. Kanako pasa entre mis rodillas y se sienta saludando a mi madre con un beso en la mejilla.

— Bien, ¿Y usted? También luce muy linda hoy, usted igual señor Sato –Amablemente alaga a mis padres, yo suspiro desviando la mirada ¿Qué hacía aquí? Que la hayan invitado solo para que Souichi me viese con ella era algo que no sonaba descabellado, ni siquiera había estado en el compromiso ¡Ni siquiera era amiga de Miharu!

Tadokoro apareció también caminando por la mesa de los dulces, pude verlo comerse uno a escondidas mientras se fijaba que nadie se haya dado cuenta, hasta que sus ojos encontraron los míos. Al verme, mastico rápido y trago para luego hacerme una seña de que fuese a donde estaba. Fruncí el ceño y negué levemente con la cabeza, él señalo hacia delante, y al voltear, a mi derecha había una construcción donde suponía que estaba Miharu y Souichi esperando en habitaciones separadas, era como una casa la cuál se veía grande. Regresé la vista a Tadokoro y asentí entendiendo su mensaje. Él camino hacia ese sitio y entró dándome una última mirada.

Iba a ayudarme a verlo, y pensar que al conocerlo le golpee...

— También luces bien, Tetsuhiro –Sus ojos celestes se posan sobre los míos, puedo leer en ellos que espera un alago de mi parte también, y es la mirada de mi padre la que me obliga a responder.

— Usted también, Kanako... Luce espectacular –Tomo su mano, beso la palma y luego le suelto suavemente. Papá gira la cabeza a otro lado satisfecho. Veo sus pupilas seguir a alguien, entonces me doy cuenta que es a Soujin, el padre de Souichi. Quizás quiere ir a hablarle. –Necesito ir al baño –Digo captando su atención de nuevo. —Por favor, de verdad lo necesito... Le preguntaré al señor Suzuki donde quedan.

—No. —Respondió rápidamente. —Yo lo haré. Levántate y ven conmigo —Se puso de pie al igual que yo. Caminamos hasta el padre de Souichi quien no estuvo contento de verme, pero si feliz de que estuviese ahí. —Souijin —Papá y él se saludaron estrechando sus manos.

—Yamaguchi ¿Cómo está? Bienvenidos —Dejó de ver a mi padre para poner sus ojos sobre mi. —Veo que viene acompañado de la hija del dueño de la carnicería... buena compañía, lo felicito Tetsuhiro.

—Necesito el baño ¿Puede indicarme donde está? —Contestó ignorando lo que me dijo. Él, suelta una risita cruzando sus brazos.

—¿Crees que te dejaré pasearte por ahí sabiendo lo ocurrido el día del compromiso? Si desea ir al baño, será acompañado de alguien que no alcahuetee algo inapropiado —A pesar de hablar serio, su sonrisa no se va, sabe que no tenía a nadie a quien pedirle ese favor que no fuese Tadokoro, el cual ya estaba bajo los ojos de Soujin como otro traidor. Suspire frustrado tratando de disimular mi disgusto.

—Lo entiendo, pero ¿Cómo cree que iría por su hijo cuando seguramente esta con alguien? ¿O alguien podría verme? Además, esas no son mis intenciones... —Insisto intentando verme necesitado de ir a hacer mis necesidades. Él me mira desde arriba en silencio hasta que solo responde; - Segundo pasillo al fondo... tiene diez minutos Tetsuhiro, si se pasa de ese tiempo iré a buscarlo.

Asiento, una pequeña reverencia y le marchó de ahí intentando no correr. En la entrada, alguien me toma del brazo jaloneándome al primer pasillo, era Tadokoro.

—¡Al fin! Ven, Souichi necesita verte... No me lo dijo, pero lo se —Habla nervioso, se que esto es demasiado arriesgado y agradezco que tome el riesgo de ayudarme a verle una última vez ante de casarse. –Anoche llegó a casa muy extraño, se sentó en el sofá y estuvo ahí hasta tarde repitiendo una canción en su tocadiscos... "The Night We Met" de Lord Huron. Por eso sé que necesita, aunque sea verte unos minutos antes de todo esto.

La voz del contrario sonaba agitada, pero apagada. Me di cuenta que Tadokoro podría ser una razón por la que Souichi se quedaría en el pueblo si no fuese porque él no vive aquí. Saber que Sou le tiene, y le ha tenido este tiempo, es un alivio ya que él no habla con nadie, y Tadokoro le saca las palabras con cuchara.

Frente a nosotros, un shoji un poco más grueso que de costumbre. Tadokoro pone la mano al borde para abrirlo y empujarme dentro. Entiendo su afán de que acabe rápido, pero me parece que está demasiado nervioso y me pone los pelos de punta.

Souichi no se da cuenta, esta parado en la ventana dándome la espalda. El humo y su postura relajada me dicen que fuma demasiado concentrado para percatarse del intruso en su pieza pre nupcial, quizá intentando liberar la tensión de todo este evento a medida que el humo escapaba de sus labios. Me acerco despacio, el solloza y mi respiración se corta, lo que apresura mi paso a su tembloroso cuerpo. Poso la mano en su hombro y él se sobresalta soltando el cigarro del susto cayendo este al suelo. Me mira en shock, sus ojos se abren, las lágrimas en sus mejillas me reciben de nuevo.

—¿Qué estas haciendo aquí? ¿¡Qué haces aquí!? ¡Estas dem...! - Con un beso corto sus palabras. El golpea mis hombros con fuerza y yo me abrazo a su cuerpo. Con mi mano palmeo el marco de la ventana hasta que consigo la apertura del Shōji, lo bajo cerrando este evitando que alguien pase y nos vea de nuevo, pecando. —Tetsuh... -Intenta hablar en medio del beso. Sin separarme, le guio hasta la mesa donde reposaban los accesorios de su Yukata como el pompón blanco y las cintas decorativas las cuales hago a un lado para sentar al rubio encima.

El beso agitado nos roba el aire a ambos. Mis manos en sus caderas le mantienen quieto contra mi. Él dejó de golpearme para abrazarse a mi cuello y seguirme el ansioso beso transmitiendo las mismas emociones. Miedo, ansiedad, ganas, afán de correr lejos, amor. Un beso más intenso que cualquier de los que nos dimos ayer o cualquier día, demasiado ímpetu en la incontenible danza frenética de nuestros labios. No sé si era deseo, no sé si tan solo él quería olvidarse por un momento de la realidad, pero ahora mismo no podía pensar en otra cosa que no sean sus labios sobre los míos dándome un beso casi fogoso y vivaz. Avariciosamente me adueñe de él, de sus labios y los suaves jadeos que desprendía en medio de este intenso danzar consumido por el desánimo de saber que sería el último. Mis manos ascienden a sus mejillas, la humedad moja ambas palmas, no puedo separarme a consolarlo, no quiero separarme y darme cuenta que llora de nuevo.

¿Qué hace de un beso algo pecaminoso? ​

¿Será la forma en que le beso con frenesí, a él, otro hombre, el lugar, su habitación pre nupcial, la intención de retenerlo ahí conmigo hasta agotar el último segundo de los diez minutos, el deseo implícito en ello? ​ ¿Será que Dios si nos perdonará por esto? Por amarlo de la forma en que lo hago, por no saber cómo dejarlo ir.

En mi cabeza no había cupo para otra cosa que no sea pensar en la ansiedad que, durante ese beso de despedida, se acumulaba dolorosamente en mi vientre haciendo hormiguear cada parte de mí, esa sensación de cosquilleo que se derrama por mi anatomía melancólica. Mi mente viajo a una nebulosa donde lo único que soy capaz de percibir es el calor de su cuerpo tembloroso contra el mío, de como las calideces de sus suspiros quemaban mi boca al igual que sus lágrimas ardían contra mi piel, y de cómo mi alma se quiebra nerviosa a cada segundo que se va.

Separo nuestros labios para ir directo a su cuello, mis pulgares presionan con suavidad su piel, él mueve su cabeza hacia atrás dándome espacio a besar en terreno ya conocido. Su mano se posa sobre la mía la cual esta en su mejilla. Mi mano izquierda desciende de sus caderas para colarse debajo del Yukata acariciando la piel de sus piernas. Siento su cuerpo vibrar ante el deslizar de las yemas de mis dedos por su piel fría.

—Tetsu... —Dice bajando su mano a mi brazo para apartar mi extremidad suavemente, preso del miedo y el cosquilleo que se expandió en ambos, yo le miro volviendo a sus labios.

—Solo tenemos diez minutos... No hables, no digas nada —Susurre antes de atacar de nuevo sus morros.

Sonoramente nos besamos. Mis manos recorrieron todo su cuerpo con ganas de ir más allá tan solo siendo detenido por mi mismo recordatorio "Solo diez minutos" y creo que ya llevaba seis. Él tan solo suspira y gime suavemente por mi tacto, Souichi es sensible, lo sé por como se estremece y responde a algo tan simple como mis dedos en su piel.

Saco las manos de debajo del Yukata para llevarlas a la parte de arriba, y a punto de abrir el traje dejando expuesto su pecho, él me toma de la muñeca tan rápido que no me dejo pensar, y la alza.

Entonces se queda observando la esclava que se deja ver cuando la manga de mi ropa desciende por gravedad.

—... Esta es —Susurra, todo el ambiente se vino debajo de golpe ante su expresión aterrorizada y sorprendida. Por un momento no lo entendí hasta que vi la prenda más de cerca.

"Una esclava dorada de piedrecillas azules, tiene una S grabada"

Enmudezco junto con él. Un sudor frío recorre mi frente, lentamente regreso la mirada a sus ojos quienes me la devuelven.

—Esta es la esclava que tenía ese tipo... ¿P-por qué tú la tienes? —Habla sin aire, su voz bajita y miedosa me abruma más el cerebro

—Estaba en la habitación de papá... —Respondo queriendo morirme. Si esa era la esclava que Souichi recordaba, significaba que todo este tiempo viví con la persona que le dejo esa marca eterna.

¿Papá era esa persona? ¿De verdad era posible? 

                                                           -------------------------------------------------

Xxxx

Si, yo se que la canción no es de esa época pero la escuche mientras escribía, y me parece que va con este capítulo.

¡Hola de nuevo! Bienvenidos a otro capítulo de estos dos pobres seres geis. Gracias por leer, deja tu comentario que adoro leer sus opiniones 🫶🏻

Un poco de amor para estos dos antes del desastre...

Xoxo, rubia tirana

Continue Reading

You'll Also Like

44K 8.4K 39
Cassiopeia Polaris, melliza de Draco y princesa de la familia Malfoy - Black, vuelve a Inglaterra luego de estudiar dos años en Durmstrang, pero.. po...
49K 7.2K 17
Max Verstappen es el dueño del mundo, es el jefe de una de las mafias más poderosas, lo controla todo, es rey, el amo y señor, tiene a todos a sus pi...
157K 16.8K 38
⠀⠀⠀⠀ ⠀★ jeongguk es un ⠀⠀⠀⠀⠀⠀famoso actor porno ⠀⠀⠀⠀⠀⠀y taehyung un lindo ⠀⠀⠀⠀⠀⠀chico que disfruta de ⠀⠀⠀⠀⠀⠀public...
258K 32.2K 55
En la Iglesia de Moscú, se encuentra Max Verstappen jurando venganza hacia su amado Daniel, jurando tomar lo mas sagrado para el agente Hamilton, jur...