El brillo de las estrellas✓

By Mari_p08

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+18 | LIBRO 2. SAGA «COX» Desde el inicio, no lo soportó ¿Podría alguien ser más egocéntrico? Desde el inicio... More

S i n o p s i s 🌟
Capítulo I.
Capítulo II.
Capítulo III.
Capítulo IV.
Capítulo V.
Capítulo VI.
Capítulo VII.
Capítulo VIII.
Capítulo IX.
Capítulo X.
Capítulo XI.
Capítulo XII.
Capítulo XIII.
Capítulo XIV.
Capítulo XV.
Capítulo XVI.
Capítulo XVII.
Capítulo XVIII.
Capítulo XIX.
Capítulo XX.
Capítulo XXI.
Capítulo XXII.
Capítulo XXIII.
Capítulo XXIV.
Capítulo XXV.
Capítulo XXVI.
Capítulo XXVII.
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX.
Capítulo XXXI.
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV.
Capítulo XXXV.
Capítulo XXXVI.
Capítulo XXXVII.
Capítulo XXXVIII.
Capítulo XXXIX.
Capítulo XL final.
Epílogo.
Extra.
Extra.
Extra.
Extra
Extra.
Extra final.

ESPECIAL | 1M

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By Mari_p08

ESPECIAL | Feliz aniversario

Alisson

Por décima vez desde que inició el día; quería golpear algo.

En este caso, el lienzo que tenía en frente.

Con algo de furia acumulada, tomé el objeto y lo lancé al otro lado de la habitación observando como no le pasó nada en lo absoluto, pero gracias a la pintura fresca, el suelo entero se manchó de diversos colores que al final no tenían una mezcla en específico.

Tomé una bocanada de aire.

No es bueno dejarme llevar por mis emociones y menos cuando estas son negativas. De hecho, son muy negativas, hoy me había despertado más irritable que de costumbre, lo que quería decir que no era bueno que alguien se me cruzara por el frente.

Y mucho menos Elliot.

Elliot.

Se había estado comportando como un completo imbécil. Y con eso, me refiero a que desde que desperté está raro, pues no estaba junto a mí mimándome de alguna rara y cursi forma, en realidad ya se estaba duchando, y cuando me levanté a preparar el desayuno, salió rápidamente sin siquiera probarlo.

Así que me comí mi parte y arrojé la de él.

Idiota.

No me ha llamado en el trascurso del día y eso que normalmente lo hace así sea para decirme que le diga que lo amo. Lo cual también se me hace de un niño mimado y raro, pero así han sido en los últimos años y por lógica eso no iba a cambiar.

Lo verdaderamente confuso, es que ni siquiera recordó qué día era hoy.

Estúpido.

Si cree que le prepararé algún tipo de sorpresa y después estaré ahí aguantando la humillación de ser la única en recordar nuestro aniversario estaba completamente demente. Eso no pasará. Si él lo olvidó también yo.

Es que... ¿de verdad lo olvidó?

¿Cómo es posible?

Literalmente es el primero en acordarse y luego hace dramas porque yo no le doy un beso a cada minuto o le permito quedarse pegado a mí durante el día, lo celebramos con alguna salida y en la noche una cena.

Esta vez ni siquiera se despidió.

Maldito.

Expulsé la bocanada de aire y tomé otra, cerrando brevemente mis ojos para enviar mi mente a un espacio lleno de tranquilidad y aire fresco. De esta manera, conseguí disminuir el enfado y controlar esa parte de mí.

Aunque no duró por mucho.

Escuché la puerta abriéndose y cerrándose en ese segundo. Después las pisadas indicando que alguien había llegado. Solo los dos residentes que vivimos aquí tenemos las llaves así que no me sorprende que sea el tonto entrando.

Mi corazón se aceleró al percibir el aroma de su perfume, y entonces, terminó de llegar para recostarse de costado en el umbral de la puerta.

Miró hacia mí, antes de desviarse hacia lo que estaba en el suelo.

—Uhm... —asintió para sí mismo—. Presiento que estás algo enfadada.

Los ejercicios de respiración que practiqué no pudieron esfumarse más rápido.

¿Cómo puede ser tan cínico?

¿Enserio no planea acordarse?

—¿Por qué creerías eso? —pregunté

—Ahm... supongo que por la pintura en el suelo.

—¿Estás intentando burlarte de mí? —cuestioné directamente, entrecerrando mis ojos—. Tengo un pincel en mi mano yo que tú lo pensaría dos veces.

Pareció contener una sonrisa

—¿Es una amenaza, cariño?

—Tómatelo como quieras.

Soltó un largo suspiro

Dejé de mirarlo para tomar otro lienzo libre y ponerlo correctamente en la base. Se acercó, evitando mi mirada de odio mortal que le advertía que no era una buena idea, simplemente se posó detrás de mí, agachándose para hundir su nariz en mi cuello donde dejó un escalofrío.

Odio cuando hace eso.

—¿Por qué estás enojada? —besó mi mejilla, acercando sus labios a mi oído—. Si me dices podría remediarlo.

—Eres un bobo —limpié mi mano izquierda, soltando el pincel en la mesa que estaba a mi lado

—Creo saber el por qué —volvió a besar

—¿Por qué? —enarqué una ceja

—Porque no desayunamos juntos, o porque no te di un beso antes de irme —sus manos se posaron en mi cintura—. A mi no tienes que mentirme, amas mis mimos al despertar.

—Yo que tú me soltaría. Ahora.

—Nah —se alejó para posarse frente a mí, moviendo la base a un lado cualquiera con tal de acaparar todo mi espacio personal—. Te dejaré en paz solo si me sonríes.

—Elliot —advertí—. Si me tocas voy a hacerte sufrir.

Y lo que más odié fue esa sonrisa retadora

Sin decir otra palabra, se acercó lo suficiente para pegar sus labios a los míos en un beso que por poco no puedo procesar.

Intenté usar mis manos para pegarlas a su pecho con tal de quitármelo de encima, pero conseguí todo lo contrario. Sujetó mis muñecas con fuerza, aprovechando su posición para profundizar el beso hasta casi quitarme el aire.

Mi forcejeo no sirvió de nada, terminé devolviéndole el gesto de la misma forma y con las mismas ganas. Lo que me hacía sentir como una débil ya que, dudaba que mi enfado pudiera durar por mucho.

Hice lo único que se me pasó por la cabeza, tomé su labio inferior con mis dientes dejando un pequeño mordisco que le sacó un gruñido. Solo así, conseguí separarlo de mí.

Mi respiración salió entre jadeos, al igual que la suya. Pasó un dedo por su boca, revisando que no tenía nada.

—Loca.

—¿Qué? —lo atraje, tomando el cuello de su camisa—. Repítelo.

—Loca.

—Bobo.

—Bruja.

Entreabrí mis labios, sorprendida

Elliot lucía lo suficientemente divertido como para saber que quería competir contra mí. Le ganaría de todas las formas posibles.

Lo que no me esperé, fue que tomara un tarro de pintura azul que tenía a su lado para untar sus dedos y pasarlos delicadamente sobre mi frente.

Se rio

El enfado volvió a mí, esta vez peor que antes

—Será mejor que corras. —advertí

Se movió con agilidad por toda la habitación, huyendo de mí sin soltar su arma.

Me levanté y aproveché que yo tenía todas las pinturas para abrirlas y sacar de allí una mezcla en una taza. Tomé dos de mis pinceles, como si estuviera preparándome para la guerra.

Al girarme, pude ver el terror en sus ojos

—Es mi camisa preferida, Ali.

—Debiste pensarlo antes de retarme.

—Espera —dejó su arma de lado para tomar el borde de la prenda, quitándosela, para luego arrojarla a un lugar más seguro. Entonces, volvió a armarse, tomando el lienzo del suelo como escudo—. Solo tenemos tres golpes cada uno.

—El que pierda limpia.

—Y si yo gano —sonrió—. Te ducharás conmigo.

Empecé a caminar hacia un lado, formando un pequeño círculo donde él hizo lo mismo, como una forma de analizar los ángulos en donde podíamos atacar más fácilmente. No dejamos el contacto visual en ningún momento.

—¿Solo eso? —pregunté

—Y me dirás por qué estás enojada.

Me fijé en que tenía tenis blancos, rápidamente volví a mirarlo con tal de que no se diera cuenta de que ya había notado una ventaja

—Esta no es una condición, me comprarás la pintura que desperdicies.

—Bien.

—Además de que lavarás los trastes y harás el desayuno por una semana entera.

—Te estás pasando. —me señaló

—Me falta algo —suspiré—. También lavarás mi ropa porque obviamente quedará manchada después de esto.

Negó

—Debes estar de verdad molesta para pedir algo así.

—En realidad no lo estoy —me detuve, con él imitándome para quedar uno frente al otro. No lo dejé procesar nada, lancé toda la pintura que tenía en mis manos directo a sus pies donde sus tenis quedaron completamente manchados—. Oh... creo que sí estoy molesta.

Se miró, lentamente. Al volver a mí su sonrisa se había borrado

—Te pasaste, preciosa.

—¿Te rindes?

Lanzó hacia mí algo que no me dio ya que logré esquivarlo, únicamente manchó el piso.

—Desperdiciaste tu primer golpe.

—¿Enserio?

No comprendía el por qué de su tranquilidad, solo me moví rápido al ver que me estaba acorralando. Lo que no pensé, es que mis pies descalzos fuesen a resbalar por dicho líquido espeso que me hizo caer de culo manchando mi short en el proceso.

—Mierda —exclamé

No me moví y él aprovechó para pararse frente a mí, donde giró su tarro sobre mi cabeza, dejando que la pintura me manchara el cabello incluyendo parte de mi rostro. Resoplé, sintiendo el líquido bajar por mi espalda.

Tan pronto terminó, se tiró a mi lado con las rodillas recogidas

—Gané

Unté mis manos y las pasé por su rostro. Él solo cerró sus ojos, permitiendo que le embadurnara la cara incluyendo algo de su cabello oscuro.

Ambos quedamos del mismo color azul.

—¿Satisfecha? —preguntó

—Yo gané —corregí

—Okey —asintió, sin refutar—. Aun así, quiero saber qué hice mal.

Lo miré fijamente, sin creer que no lo recordaba

—¿Es enserio que no lo sabes?

Se limpió los ojos como pudo, para mirarme

—No...

Pestañeé, sin saber bien por qué eso me decepcionó como me decepcionó

No le dije nada, solo me puse de pie y avancé a pasos rápidos hacia la salida. Antes de salir, volví a mirar el desastre que quedó. Y ese lienzo que Elliot tomó para jugar, era donde estaba intentando plasmar uno de sus regalos para nuestro aniversario.

Supongo que ya se aburrió de tantos cuadros que pinté para él.

—Limpia todo —caminé a la otra habitación, donde me encerré de un semi portazo

Durante el transcurso del día solo compartimos el mismo espacio cuando salí de ducharme y él entró a hacer lo mismo. Del resto, me la pasé en un lado del departamento mientras él estaba en el otro.

Que incómodo ambiente.

Y eso que con nosotros nunca había sido así.

No podía evitar molestarme. Me sentía patética ya que de verdad estaba esperando este día durante toda la semana con tal de celebrarlo juntos. Incluso planeé un par de propuestas que me hubiese gustado hacerle. Eso definitivamente me hace querer matarlo de muchas formas posibles.

Te has vuelto demasiado débil, Alisson Blair.

Caí acostada en el sillón más cercano, recargando mi cabeza en la almohada al mismo tiempo que ponía mi laptop sobre mi abdomen con tal de reproducir esa serie de la cual me quedaban solo dos capítulos. Me distraje realizando esa actividad, antes de que el sonido de mi teléfono buscara mi atención.

La pausé, tomando el aparato para responder

—¿Hola?

Feliz cumpleañosssss

Arrugué el ceño por esa voz. Alejé un poco el teléfono para revisar el contacto, y luego volví a responder

—No es mi cumpleaños, Tyra.

Oh... ¡ah no, que tonta! —se rio—. Es aniversario. ¡Feliz aniversario!

Negué con la cabeza

—Gracias por recordarlo. El idiota de tu primo lo olvidó.

No es cierto —bufó—. Elliot siempre se acuerda de estas cosas.

—Esta vez no —revisé que no estuviera cerca—. Discutimos.

No, maldición. Pero si ustedes son mis favoritos.

—Al parecer no tanto —jugué con el borde de mi blusa, cabizbaja—. ¿Debería estar molesta porque lo haya olvidado? O... quizás es una tontería, ¿no?

Dale a ese idiota donde más le duele.

—Tyra —advertí

—¿Cómo es posible que yo me acuerde y él no? Por lo general no me acuerdo de nada, ¿lo ves? Los hombres no valen la pena.

—A lo mejor —bufé

Escuché un suspiro de su parte

No, no, no vas a estar deprimida hoy. ¡Es tu aniversario! Si él no lo celebra, celébralo tú.

—No es algo que celebre una sola persona.

—¿Quién dice que no? ¡Ya sé! Ponte hermosa y pasaré por ti en dos horas, nos iremos de fiesta.

—No creo que sea buena idea. No me gustan las...

Pobrecita, ¿piensas que tienes opción? Paso por ti en dos horas, cariño. No lo olvides.

Cerré mis ojos un momento

—Bien.

—¡Bye, bye! —me colgó

Bajé el objeto, dejándolo de lado con la molestia incrementando un porcentaje más alto. Odiaba tener que salir y más cuando estaba enojada con mi novio. No me gusta estarlo, es la única persona a la que le confiaría mi vida y ahora mismo parecíamos estar en guerra.

Hablando del rey de Roma...

Escuché pasos y al segundo vi cómo se adentró a la estancia con el aroma de su perfume favorito. Arrugué el ceño, pues recogió unas llaves de la mesa y se dispuso a salir

—¿A dónde vas? —me incorporé

Me volteó a mirar por un momento

—Tengo que hacer algo —y se fue

Pestañeé, intentando procesar lo que había pasado

¿Se atreve a hacer eso? ¿Es enserio?

Apreté los puños con algo de fuerza y unas tremendas ganas de estrangular cualquier cosa.

Muy bien, Elliot. Para jugar se necesitan dos.

🦋🦋

Pasadas las dos horas me había duchado por segunda vez, me había puesto una ropa casual y había dejado mi cabello suelto por mi espalda. Lo cepillé un poco y así mismo, me puse algo de maquillaje, aunque muy poco ya que no sé usarlo y me sentiría patética si lo hago mal.

Tyra me recogería en su auto, así que, en vista de que Elliot no había aparecido por el departamento, tomé mi teléfono para echarlo en mi bolsillo con algo de dinero y finalmente, salí de la habitación.

Lo que no me esperaba al llegar a la sala, fue verlo allí sentado.

¿Si había llegado?

¿Por qué lucía tan tranquilo y al mismo tiempo serio?

¿Acaso se enfadó conmigo? Pero si es su culpa.

Desapareció por todo el maldito día.

Es el colmo.

Me miró de arriba abajo, arrugando un poco el ceño al ver que tenía intenciones de salir

—¿A dónde vas? —preguntó

—Tengo que hacer algo —tomé la chaqueta de por ahí y la puse sobre mi cuerpo, arreglando un poco más mi cabello

—¿Algo cómo qué?

—Algo, Elliot —respondí

Como pensé, se puso de pie y avanzó en grandes zancadas hacia mí. Rodé los ojos

—¿Puedo ir?

—No. —tomé las llaves de paso

—¿Te llevarás tu moto? ¿Con quién saldrás?

—¿Es enserio? —lo miré—. Yo no te hice tantas preguntas cuando te fuiste durante toda la tarde. Ah, no espera, por poco ni siquiera me avisaste.

—Esto no es lo mismo.

—Lo es —abrí la puerta. No pude ni intentar salir, pues su mano la cerró tan solo un poco, interponiendo su brazo en la salida—. Elliot...

—Al menos dime a dónde irás.

—Por ahí. —negué, sin creer que actuara de esa forma

Se pasó una mano por el cabello

—¿Puedes... llamarme? —pidió—. Puedo pasar por ti, o solo... para saber dónde vas a estar. No me dormiré hasta que llegues.

—Okey.

—¿Me llamarás?

Solté un largo suspiro, asintiendo

—Te llamaré.

Se agachó para plantar un beso sobre mis labios, y después me concedió el paso. Por un momento no salí, pero cuando recordé por qué me iría, me apresuré a salir, cerrando la puerta en el proceso. Avancé rápidamente por el pasillo y tomé el elevador hacia el primer piso.

En el trayecto, respiré hondo

Sí, ese hombre me volvía loca

Apenas mi trasero tocó el asiento del auto de Tyra, esta me sonrió con absoluta malicia

—¿Lista para divertirte, perra?

—Espero que valga la pena. Y cuando quiera me iré, ¿okey?

—Entendido, jefa —arrancó. Tan solo avanzamos un poco y tuvo que bajar la velocidad, pues su teléfono sonó en la guantera—. ¿Puedes responder?

Le di al botón verde, sin prestarle atención

—¿Acabas de secuestrar a mi novia?

Miré el móvil abruptamente, dándome cuenta del contacto y de lo loco que parecía ahora mismo. Tyra y yo compartimos una mirada, fue ella quien respondió

—Debes estar bromeando.

No vayas a embriagarla.

—¿Crees que tiene diez años o qué?

Hablo enserio, Tyra.

—Cálmate, serán dos cervezas entonces, joder.

Al menos haz que me perdone por lo que sea que haya hecho.

—Eso ya no depende de mí —se rio, para después colgar—. Lo tienes tan enamorado, pobre chico.

Solo me centré en el camino, sin creer que de verdad había hecho eso. Una parte de mí quiso odiarlo, pero fue más grande la que me dijo lo que por obvias razones ya sabía

Es un imbécil que amo.

Tyra condujo hasta un bar conocido o al menos eso me dijo. Durante la primera hora, me la pasé sentada en esa mesa mientras la chica saludaba a todos sus conocidos, lo que, por obvias razones, me hizo quedarme allí sola con un vaso de licor frente a mí que no había probado.

Ya me aburrí.

Eso no me duró por mucho, pues mi acompañante volvió a mí entre trompicones llenos de risas ya alegría de su parte. Se tumbó a mi lado, tomando el vaso para llevarlo a mis labios, así que se lo impedí, tomándolo entre mis manos

Andaaaa —canturreó—. Bebe una.

—No me gusta.

—Alisson, no viniste aquí a pasarla mal. Tampoco vas a olvidar tu fea vida si no te distraes un momento de todos los sucesos que has vivido.

Algo de razón tiene

Suspiré, sin creer que iba a hacerlo.

Al llevarlo a mi boca para darle solo un sorbo, ella se me adelantó y lo pegó a mí, haciendo que todo el líquido bajara por mi garganta, para luego sacarme una tos al percibir el sabor amargo

La vi reír

—¡Eso! Salud —levantó el suyo—. A ver toma otro

—Estoy bien —negué, como pude

—Otro y ya, no hace daño.

Relamí mis labios, saboreando

No está tan mal.

—Solo otro y ya. —condicioné

—¡Así se habla, comadre! —lo sirvió y me lo tendió

Esta vez lo tomé a mi manera. Sin embargo, eso no quitó que el no haber probado un trago similar y sin tener en cuenta los grados de alcohol que podrían tener. Terminé haciéndole caso a mi amiga y aprovechando su amabilidad para aceptar todas las bebidas que me tendió

Hasta que perdí la cuenta

—¡Fondo, fondo, fondo! —Tyra le gritó a un chico que se había acercado a nuestra mesa, mientras este intentaba beberse todo el contenido del vaso. Cuando terminó, los gritos volvieron—. ¡Eso es!

Me reí desde mi posición

—Los amo tanto, chicos —la morena se levantó—. Voy por más traguitos.

El chico y yo quedamos solos en los asientos. Tan pronto me terminé el mío, dejé el vaso sobre la mesa y él rápidamente se acercó para llenarlo con lo poco que quedaba de la botella.

—Creo que ya no quiero —murmuré

—Anda, el último —se deslizó a mi lado, tendiéndomelo

Me encogí de hombros, dando un sorbo

—¿Tienes novio? —preguntó directamente

Me reí

—Sí tengo —lo miré, hablando un poco fuerte para que me oyera—. Y si te acercas más te golpearé con esa botella.

Eso le sacó una pequeña carcajada

—Okey, ¿y dónde está?

—En nuestro departamento —suspiré, sin recordar bien por qué Elliot no había venido—. ¿Sabes? Creo que lo llamaré.

Saqué mi teléfono, observando la pantalla con ojos borrosos. Por más que parpadeé, mis dedos se mezclaron entre sí sin teclear lo que quería teclear. El verdadero problema fue cuando revisé la hora, y de esta forma, también pude ver la fecha.

Mi mundo se detuvo.

Era nuestro aniversario.

Hoy es nuestro aniversario.

12:04 a.m

¿No era ayer?

¿Cómo demonios...?

—¿Lo llamarás? —me preguntó, cerca

—Es hoy —pestañeé, intentando verificar que sí estaba cuerda aún—. No era ayer, era hoy. Hoy es nuestro aniversario número cuarto, ¿cómo...? Maldición.

—¿Qué pasa?

Escuché a Tyra cantando, acercándose de nuevo a la mesa

—¡Alisson! —se tumbó a mi otro lado—. ¿Qué demonios haces? Suelta el teléfono, estamos celebrando la vida, la salud, las amistades, las...

—Me equivoqué —sentí mis ojos aguándose—. Tyra, mi aniversario no era ayer, era hoy. Yo estaba molesta porque... no lo olvidó, él nunca lo olvidó, fui yo.

Me miró con absoluta seriedad. Y cuando menos lo pensé, soltó una carcajada demasiado ruidosa como para no alertar a mis tímpanos.

—No puede ser, que bruta eres.

La manoteé, dejando el vaso a un lado para levantarme como podía. Salí de esa mesa escuchando sus voces llamándome. Me paseé por entre las personas bailando todo para llegar a un lugar más apartado, que resultó siendo fuera del bar, en la salida trasera para ser más precisa.

Marqué el número, llevando el aparato a mi oído. En dos tonos me respondió

—¿Ali?

—Elliot, lo siento tanto —avancé a la acera—. Yo pensé que era ayer, lo juro.

—¿Qué...? Hay mucho ruido, ¿dónde estás?

—Te amo y lo siento, ¿puedes venir por mí? ¿Podemos celebrar?

Hubo un pequeño silencio de su parte.

Maldita sea, Tyra. Le dije que no te embriagara.

—Elliot...

Preciosa, dime dónde estás, ¿sí? ¿Puedes ver un letrero, alguna dirección, algo?

—En la... calle.

—¿Qué calle?

—Joder, Elliot, ¿Crees que lo sé todo? No tengo idea de nada, todo me da vueltas, solo quiero verte y besarte y decirte que te amo y que lo siento, ¿sí? ¿Puedes venir o se lo digo a alguien más?

De nuevo, otro pequeño silencio

No te muevas.

Apenas lo pronunció, me colgó

Bajé el aparato, soltando una pequeña maldición al haber sido consciente de que me quedé allí esperando a que me hablara cuando solo oía bips.

Creo que sí estoy un poco ebria.

El frío empezó a calar mis huesos, ahí caí en cuenta de que no tenía mi chaqueta. Algo frustrada, intenté devolverme, pero no lo hice, ya que recordé que Elliot me dijo que no podía moverme.

Así que no me moví.

Ni un centímetro.

Al cabo de unos minutos más, como si hubiese casi volado hasta acá, logré ver un auto que reconocía perfectamente, con las placas que también reconocía. Esperé atentamente a que dejara de estar borroso, y lo estuvo, cuando se detuvo frente a mí.

De allí bajó la persona que esperaba

—Hola —murmuré

—Ali...

Apenas lo tuve cerca, pasé mis brazos por su cuello y lo atraje a mí sin siquiera permitirle refutar. Lo abracé con fuerza, enterrando mi rostro en su hombro sin interés alguno de soltarlo

—Lo siento —susurré—. Fue mi culpa... yo pensé...

—Ya, todo está bien —acarició mi espalda de arriba abajo—. Todo está bien.

Se aferró a mi cuerpo con firmeza.

Me sentí a salvo enseguida

—¿Por qué no me dijiste que lo había olvidado? —golpeé su pecho—. Eres un inútil.

—Vale, eso me pasa por preocuparme.

—Es broma —no lo solté, lo abracé con más fuerza—. ¿Podemos irnos? Creo que estoy algo avergonzada por mi comportamiento.

Sentí un beso en mi sien

—¿Y tu chaqueta?

—Se la dejé al chico —me alejé, esperando a que él se quitara la suya para dármela. Lo estaba haciendo, pero se quedó completamente quieto al percibir mis palabras—. ¿Qué?

—¿Qué chico?

—El chico que me estaba coqueteando.

Sus cejas se arrugaron

—¿Quién...?

—Descuida, le dije que si se acercaba lo golpearía con una botella. No se acercó. Oh, y le recalqué que tengo novio.

Ahora si pudo sonreír, orgulloso

Terminó de quitarse la prenda y la pasó por mis hombros, poniendo mis brazos donde debía ser. Al estar lista, me guio hacia su auto donde subí al asiento del copiloto y él a mi lado, empezando a conducir.

¿Cómo demonios lo olvidé?

Ahora me siento patética

Pobre chico.

Lo traté terriblemente mal pensando que era su culpa y resultó ser solo mía. ¿Y si estaba planeando algo para sorprenderme y yo pensando cosas muy malas? Debo empezar a relajarme un poco, y a cuidarlo, este hombre haría lo que fuera por mí.

Al llegar al departamento, subimos en completo silencio por el elevador. Elliot abrió la puerta con su juego de llaves y me permitió entrar así que me planté en medio de la sala, con los brazos cruzados.

Lo vi sentarse en el sofá, entonces no lo pensé cuando me acerqué y pasé mis piernas sobre las suyas, a horcajadas.

Me quité la chaqueta, él me miró en todo momento.

—¿Y bien? —presionó

—¿Me perdonas?

—¿Por qué exactamente?

—Por... olvidar nuestro aniversario —tomé sus manos entre las mías—. Pensé que era ayer y... lo siento.

Soltó un largo suspiro, pensándolo

—Tendrás que hacer algo más para obtener mi perdón.

Me acerqué un poco más, pegando nuestros pechos. Pasé mis brazos por su cuello, atrayéndolo tanto que no tuvo de otra que abrazarme por la cintura. Dejé un beso en su frente, luego uno en su nariz, después en su pómulo izquierdo, en el derecho, y finalmente, me detuve en sus labios

—Me encanta la Ali ebria —su sonrisa se amplió—. Continúa.

—No hasta que me digas que estoy perdonada.

Me miró fijamente, apuesto a que estaba contando las pecas en mi rostro como hacía todas las mañanas. Dice que quiere cerciorarse de mantener la cuenta.

Estúpido

—¿De verdad creíste que olvidaría una fecha tan importante?

—No te burles de mí —renegué

—¿Por eso estabas enfadada, cariño?

—Lo estaba —jugué con el cuello de su camisa—. Ya no.

—Que consuelo —se jactó

—Elliot —tomé su rostro con mis manos—. Te amo, y te prometo que no lo olvidaré nunca más, lo juro.

Asintió, acercando sus labios a los míos para besar

—Te creo —susurró—. Y sé que estás muy arrepentida. ¿Es posible que te embriagues por siempre? Nunca pensé que pudieras ser tan cariñosa.

Sonreí

—Bobo.

—Prefiero que me llames el amor de tu vida.

Reí, aceptando el beso cuando lo insinuó. Dejé que buscara mis labios entre los suyos, dándole el permiso requerido para que tomara el absoluto control. Le correspondí, jugando con las hebras de su cabello entre mis dedos, al mismo tiempo que sentía cómo se aferraba a mi cintura, acariciando de arriba abajo.

Con él siempre me sentía en casa

Al separarnos, relamió sus labios inflamados al mismo tiempo que intentaba recuperar el ritmo de su respiración. Unió su frente a la mía, como si no quisiera terminar este momento nunca

—Vamos a dormir —propuso—. Y cuando despertemos, entonces vamos a celebrar nuestro aniversario, ¿te parece bien?

Asentí

—Pero... —murmuré, cabizbaja—. No me has dicho que me amas.

Su sonrisa volvió. Besó mis labios por segunda vez

—Te amo, ebria mimada.

—Ey, no me llames mimada. Respeta.

—Mañana te olvidarás de todo esto —se levantó, poniendo sus manos en mis muslos para alzarme. Como si no pesara nada, empezó a caminar

—Más te vale que no me lo recuerdes.

—Oh, claro que te lo recordaré. Me aprovecharé de tu terrible secreto.

—Sigue hablando y te golpearé.

Lo último que oí fue su carcajada, algo que me hizo sonreír, y después, terminamos de entrar a nuestra habitación.

🦋🦋

Al día siguiente, cuando sentía la luz colándose en mis ojos para hacerme despertar, también sentía algo que acariciaba mi espalda, como las yemas de sus dedos dejando ligeras caricias de la forma más suave posible.

Eso causó que mi mente empezara a enviarme imágenes intentando recordar lo que había sucedido. Y lo que vi por última vez, fueron sus ojos, para después caer profundamente dormida.

¿Qué día era hoy?

Demonios, odio no recordar lo que pasó ayer.

Tengo imágenes borrosas y sé de antemano que salí con Tyra pero, ¿el resto qué? ¿Por qué sentía que era algo sumamente importante que debía recordar, pero al mismo tiempo sacar de mi memoria?

Es muy raro.

Me moví, poniendo la mano en mis párpados para frotar con el dorso, quitando así un poco del sueño que quería impedirme reaccionar. Logré pestañear un par de veces, dejando que mi visión algo nublada me indicara donde estaba y con quién.

Las respuestas llegaron demasiado rápido.

Tenía la mano de Elliot paseándose por mi frente para quitar el cabello que pudiera estorbarme, así como sentía su pecho pegado a mi espalda, dejándome sin un solo centímetro de espacio personal.

Suspiré

Siempre hace eso porque sabe que me molesta

—Quítate de encima —logré decir, en medio de un carraspeo

—Amas que esté encima de ti.

Lo miré con suspicacia. Él me devolvió la mirada con toda la diversión que ponía sus ojos a brillar.

¿Ahora por qué actúa tan raro?

—¿Qué...? ¿Estás bien? —le pregunté directamente

—Lo estoy —asintió—. ¿Y tú? ¿Te duele algo?

Ya que lo pensaba, quizás sí un poco al cabeza

—¿Qué pasó anoche?

—Oh... bueno, bebiste unas copas de más, me llamaste para decirme que me amas, estuviste muy cariñosa, me abrazaste toda la noche, después me besaste también y...

—Cállate —puse un dedo sobre sus labios—. Esa no era yo, ¿okey?

—¿Ya lo recuerdas?

—Estaba ebria, Elliot.

—Una ebria muy mimada.

—Shhh —me apresuré a susurrar—. Si se lo dices a alguien vas a hacer que me enfade contigo.

Levantó su mano, indicando paz. Solo así dejé de taparle la boca con mucha lentitud, como si estuviera lista para interferir si se atrevía a decir otra estupidez

Obviamente lo hizo

—Me caías mejor anoche...

Me le trepé encima, cayendo sobre su cuerpo y al mismo tiempo sacándole una risita tonta. Me abrazó, dejando mi rostro escondido en su cuello. Dejó un beso en mi frente, soltando un largo suspiro

—Feliz aniversario, Roxy.

—Feliz aniversario —mi sonrisa se ensanchó

Desayunamos juntos, en medio de risas y competencias tontas que por obvias razones yo gané. Después de ello, nos duchamos, nos pusimos ropa cómoda y salimos del departamento de camino a no sé dónde, ya que no fue mi idea. Recorrimos las calles de Nueva York, andando como si fuésemos turistas y al mismo tiempo, una pareja de locos que se tomaban fotos en cada esquina.

Al menos fue muy divertido.

A la hora de almorzar, fuimos a un McDonalds y pedimos dos hamburguesas extra grandes, nos sentamos en una mesa del fondo y esperamos nuestro pedido sin mucha paciencia.

Bueno, yo no tenía paciencia

—¿Cuánto va a tardar? —pregunté, tamborileando mis dedos

—Relájate.

—¿Y si las pedimos para llevar? —propuse

—¿Dónde quieres comer?

Sonreí

Luego de que nos dieron nuestro pedido, tomamos las cosas y andamos de nuevo, en una especie de caminata que solo detuvimos cuando llegamos a un tipo de parque donde nos tumbamos en el césped. Estaba un poco vacío, así que aprovechamos para hacer lo que haríamos lógicamente.

—Si yo gano, tendrás que obsequiarme tu sudadera roja.

Negó con la cabeza

—Te la pones todos los días, Ali.

—No es lo mismo si es tuya.

—Bien —concedió—. Si yo gano, me pintarás un cuadro como obsequio.

Lo miré con seriedad

—No tienes que decir que te gustan, te he obsequiado muchos, entiendo si estás aburrido.

—¿Crees que podría aburrirme? —preguntó, algo ofendido—. Me encantan, y más si yo te inspiro. Así que tienes que darme uno.

Increíblemente, eso me quitó un peso de encima

—Hecho —sellamos con nuestras manos—. Oye, ¿me pasas mi bebida, por favor?

Asintió

Al girarse a buscarlas, aproveché y tomé su hamburguesa, quitándole el pan de encima para rasgar una envoltura de salsa de mostaza que vertí en grandes cantidades, gastando todo el paquete. Apenas terminé, dejé su comida como si nada hubiese pasado y guardé el empaque de la evidencia.

Volvió a mí, tendiéndome mi vaso de refresco

—Estoy lista —lo dejé a un lado

—Tienes que terminarla toda —me señaló, tomando la suya—. Y no volveré a darte ventaja.

—No la necesito.

—Bien —se acomodó—. Uno...

—Dos y tres —le di un gran mordisco

—¿Por qué no me sorprende? —empezó a comer también

Sabía que por obvias razones iba a ganarme ya que el idiota come demasiado rápido y no sé cómo le cabe eso en su estómago. Nada más había dado tres mordiscos y ya sentía la boca completamente llena como si mi garganta me impidiera digerir.

Para mi buena suerte, Elliot solo pudo llegar a la mitad cuando su rostro dibujó una mueca, deteniéndose para toser un poco

—Pica —murmuró como pudo

—¿Qué pasa? ¿Te rindes?

—¿Qué mierda...? —negó, dejando las sobras a un lado—. No puedo más.

Levanté mi brazo al aire por la victoria

—¡Yo gano!

—No has terminado.

—¡Acabas de rendirte! —refuté con la boca llena

—¡Te falta más de la mitad!

—Acepta que perdiste —la dejé a un lado para beber de mi refresco. Elliot me imitó, y no sé por qué sus ojos parecieron posarse en un objeto junto a mí, pues se quedó mirando por un largo segundo—. ¿Qué?

Estiró su brazo, tomando el empaque de mostaza que había gastado

—Esto... —trató de procesar, mirando su hamburguesa y al mismo tiempo el objeto—. No puede ser.

—No entiendo —fingí demencia

—Ahora sé por qué quiero vomitar —lo arrojó con molestia

—No sé de qué hablas.

—Tramposa —bufó

—Oye, no se llama trampa, se llama pensar rápido. Debiste pensar rápido, soldado, acaban de humillarte en tu propio terreno.

Negó, casi sin que eso le sorprendiera

—¿Qué? —le lancé el empaque, a pesar de que no le dio

—Voy a vengarme.

—¿Ah sí? —enarqué una ceja

—Lo haré —asintió, bastante convencido. Pude ver en su mirada la verdad oculta—. Y vas a pedirme perdón, muchas veces.

—Sueñas.

—Oh, claro que sí —sonrió, con malicia incluida

Lo señalé, temiendo por mi integridad física y mental

—Si intentas algo te arrepentirás.

—Tú vas a arrepentirte.

—¡Ya deja de decir eso, tonto!

Le saqué una pequeña risa

Algo de todo esto no me cuadraba. Y no sabía a qué debía temerle exactamente.

🦋🦋

Apenas anocheció, nos pusimos bonitos y reservamos una cena en el mejor restaurante de la ciudad o al menos eso me dijo Elliot. El punto es que cenamos a la luz de las velas, en una mesa para dos con aperitivos que estaban para chuparse los dedos. Lo admito, el tonto tiene buenos gustos en cuanto a comida y demás.

Fue un momento, extremadamente agradable.

Lo gracioso, fue el hecho de que nos creímos personas de alta sociedad, ya que accedí ponerme un vestido pegado al cuerpo, algo bastante elegante como para ir a cenar, Elliot se vistió de traje, y contrató un chófer solo por la noche ya que no quería conducir. No sé exactamente a qué estábamos jugando, solo sabía que era un día bastante especial.

Y muy divertido.

En cuanto salimos del restaurante, abordamos la camioneta con destino a nuestro departamento a hacer una tarea que implicaba mucha mayor diversión.

Elliot carraspeó, inclinándose un poco hacia el frente

—Ahm... Roberto, ¿podrías subir la ventanilla? Queremos tener privacidad.

—Me llamo Raul, señor. Y... con gusto. —sonrió, haciéndole caso

Tan pronto lo dijo, Elliot volvió a su asiento y el pequeño espacio que nos unía empezó a separarse por una especie de vidrio negro que no le daba vista hacia nosotros y a nosotros no nos daba vista hacia él.

Siendo así, me giré hacia él y los dos pensamos igual.

Sujetó mi cintura con sus dos manos, trepándome en sus piernas para no tener ni un centímetro de distancia. Atacó mi boca, sacándome un jadeo al sentir sus manos rozando mi trasero, tocándolo como solo él sabía hacerlo y aprovechando el ruido de los autos pasando por nuestro lado para profundizar el beso, poniendo su lengua a enlazarse con la mía.

Quizás esta podría ser nuestra parte favorita de celebrar nuestro aniversario

Le solté la corbata, jalando hasta que se la quité y empecé entonces a desabrochar su saco, abriéndolo para dejar a mi vista esa camisa blanca que también quería quitarle.

Sus labios pasaron a mi cuello, le di acceso, moviendo mi cabeza para permitirle disfrutar esa parte de mi cuerpo, dejando besos húmedos y al mismo tiempo uno que otro mordisco, sin contar que lo hacía tan bien que solo pude cerrar mis ojos por un breve momento

—Sin marcas —pedí

—¿Qué no? —movió mis caderas, la prueba de su desesperación se clavó en mi entrepierna, sacándome un gemido—. Yo creo que sí.

—Idiota —toqué su pecho, poniéndolo a gruñir

En un momento, el auto se desestabilizó tan solo un instante y el movimiento brusco causó que ambos nos golpeáramos entre nosotros, sin previo aviso.

Empecé a reír, Elliot alcanzó a sonreír

—¡Más despacio, Raul!

—Entendido, señor.

—Dile que encienda la radio —susurré

—¡Enciende la radio! No escuchas nada, ¿verdad?

—No, señor.

—Yo creo que sí —me reí

—Shh —tomó mi rostro con sus dos manos, dándome un beso que me dejó mareada—. Concentrémonos en nosotros.

Accedí

Luego de quitarle el chaleco, procedí con los botones de su camisa. Los besos desesperados me sacaron el aire, dejando seguro mis mejillas demasiado rojas y los tacones en el suelo. El toqueteo no pasó de nivel, nos concentramos únicamente en cesar las ganas hasta que llegáramos.

Y como si Elliot hubiese estado soltando plegarias, el auto se detuvo en el sitio adecuado. Me bajé de sus piernas, tomando mis tacones con mis manos al mismo tiempo que organizaba las tiras de mi vestido, poniéndolas en su lugar. La puerta se abrió por Raul así que me bajé rápido y anduve descalza por la acera

Era quizás muy tarde de la noche

Elliot se bajó con el chaleco en sus manos y el cabello completamente despeinado. Sacó su billetera del bolsillo y le tendió unos cuantos billetes al chofer que terminó casi arrojándolos al piso

—¡Gracias por tu servicio, Raul! —corrió hacia mí, tomando mi mano

—¡Gracias! —le dije

—¡No olvides que el amor es hermoso! —lo señaló

Me reí. El chófer también sonrió

—Lo tengo en cuenta, señor.

—¡Saluda a tu esposa de mi parte!

Fue lo último que le dijo, antes de jalarme hacia el edificio. Tomamos el elevador lo más rápido que pudimos, marcando el piso adecuado. Elliot me pegó a la pared más cercana, dándome besos y besos que por poco no puedo corresponderle

—Te amo tanto —jadeó

—Creo que tomaste unos tragos

—Igual que tú.

—Yo no tanto —tomé su cuello—. Bésame.

Me hizo caso al instante

Tan pronto las puertas se abrieron, salimos de allí casi corriendo por el pasillo. Abrió la puerta en medio de movimientos torpes que por poco hacen que arroje las llaves. Una vez dentro, cerré y lo llevé rápidamente a nuestra habitación.

Nada más abrir, sentí que la calentura se bajaba lo más rápido posible. La diversión se esfumó, la sonrisa en mi rostro se perdió y todo fue reemplazado por confusión y al mismo tiempo, molestia

—¿Qué carajos es esto, Elliot?

Escuché su risita

—¿Recuerdas que tenía que vengarme?

Y vaya que lo hizo.

Había globos. Muchos globos entre rojos y blancos. Tanto en el techo como en el piso. Sin contar las velas encendidas en la habitación y un enorme letrero encima de nuestra cama que se conformaba por letras inflables formando un mensaje

«Feliz aniversario»

Mátenme.

—¿Cómo demonios...?

—¿Te gusta? Pensé que sería muy, demasiado cursi y empalagoso. Tal como lo soñabas, cariño.

—Te voy a golpear.

—¿Viste ese corazón hecho de pétalos de rosas?

—Jódete —me giré hacia la puerta—. Dormiré en el sofá.

Su brazo se envolvió en mi cintura, impidiéndome dar un paso. Pegó mi espalda a su pecho, abrazándome lo suficientemente firme para no dejarme ir. Hundió su nariz en mi cuello, dejando uno que otro beso

—No te irás —declaró—. Vamos a hacerlo sobre ese corazón con pétalos de rosas.

—Te odio enserio, Elliot.

—¿Hueles eso? Es una fragancia dulce como a... amor en el aire, ¿no te gusta?

—No puedo creer que hayas hecho esto, es malditamente cursi.

—Y eso que no has visto el oso gigante que oculté en el armario.

Lo miré con absoluta seriedad

—Dime que es una broma.

—Solo estoy adelantando un poco lo que haré también para nuestra noche de bodas, ¿te imaginas? Bailar a la luz de las velas y cantarte una balada al oído para luego profesarte mi amor en siete idiomas.

—Te mataré si haces eso.

Se rio

—Lo sé.

Acercó su boca a la mía para darme un beso tan largo y lento que me hizo desear más. Por supuesto que terminé cediendo y por más cursi que me pareciera, tuvimos una noche inolvidable.

Lo más curioso, es que ese no fue el aniversario más loco que tuvimos. 

*

¡Gracias por el millón de lecturas!

¡Y gracias por seguir leyendo!

Ojalá haya sido de su agrado:)

Instagram: mar_.watt

<3

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