Begonia © ✔️ (TG #2)

By ZelaBrambille

5.9M 523K 59.1K

Confió en sus promesas, pero lo único que le quedó a Margaret cuando él la abandonó, después de hacer el amor... More

Begonia ©
Personajes
Introducción
Prefacio | Frío como la nieve.
Capítulo 01 | Agonía
Capítulo 02 | Amargo
Capítulo 03 | Sed insaciable
Capítulo 04 | Dolorosa ausencia
Capítulo 05 | Odio arrebatador
Capítulo 06 | Arrepentimiento
Capítulo 07 | Cercana lejanía
Capítulo 09 | Doble determinación
Capítulo 10 | Heridas tentadoras
Capítulo 11 | Medias confesiones
Capítulo 12 | Segundas oportunidades
Capítulo 13 | Sonrisas
Capítulo 14 | Metamorfosis
Capítulo 15 | Cielo claro
Nota importante
Capítulo 16 | Tormenta salada
Capítulo 17 | Recuerdos
Capítulo 18 | Entre oscuridad
Capítulo 19 | Nublado
Capítulo 20 | Aguacero
Capítulo 21 | Paraíso momentáneo
Capítulo 22 | Cristal
Capítulo 23 | Serpiente
Capítulo 24 | Fragmentos y abrazos
Capítulo 25 | Esperanza
Capítulo 26 | Descubrimiento
Capítulo 27 | Hasta pronto
Capítulo 28 | Espacios
Capítulo 29 | Eco de mentiras
Capítulo 30 | Delineando
Capítulo 31 | Rayo de sol
Capítulo 32 | Filo helado
Capítulo 33 | Pescar disculpas
Capítulo 34 | Admirando estrellas
Epílogo | Ardiente como el sol
Extra 01 | La canción de la libreta naranja
Extra 02 | MuN and THEBoss
Espacio para fan arts
MIS OTRAS HISTORIAS

Capítulo 08 | Insistencia

144K 14.3K 1.4K
By ZelaBrambille

Canción: I can wait forever - Simple Plan


-*-

CAPÍTULO OCHO

Insistencia


Otra vez la veo escapárseme de entre los dedos, trota hacia la planta alta sin mirarme o pronunciar palabra. Yo suspiro un tanto agotado por la caminata, pero más entusiasmado que antes porque la tuve unos minutos solo para mí.

Pienso que tal vez debería aprovechar su estado pasivo para contarle todo, así que me encamino hacia la que supongo sigue siendo su habitación.  Al pasar por la puerta rosa de las gemelas, alcanzo a escuchar un par de risitas que me hacen sonreír, pero sigo derecho por el pasillo. Decidido a encontrarla.

Podría pasar ya que no está completamente cerrada, está entreabierta, voy a tomar la perilla para entrar, pero me detengo al escuchar su voz.

—Hola, cariño —susurra y yo me deleito con esa conjugación de palabras que tanto había extrañado, pero luego son un puñetazo en la boca de mi estómago al darme cuenta de que no van dirigidas hacia mí—. Yo muy bien... ¿y tú?

Me quedo petrificado en el lugar, queriendo huir para no escuchar cómo le habla de ese modo tan dulce a alguien más; pero al mismo tiempo necesitando ser masoquista porque no puedo apartar los oídos de su conversación.

—Todo está bien por aquí, Tess ahora cocina, las gemelas son la cosa más hermosa del mundo y Dan sigue siendo Dan. —Suelta una risita y yo aprieto los puños, añorando aquellos días en los que yo la hacía reír con tan solo hacer una cara graciosa—. No... no ha pasado nada importante.

Ya no soy importante.

—Sabes que puedes marcarme cuando lo necesites, yo estaré aquí. Te extraño muchísimo, Andrew —dice—. Yo también te amo.

El aire se me sale de golpe y un nudo crece en mi garganta, intentando asfixiarme, dejarme sin aire. Intento recordar que no debo entrar en la habitación para recordarle que me amaba a mí porque sería estúpido, yo provoqué toda esta situación de mierda y solo terminaría alejándola por completo.

Me doy la vuelta cuando la escucho levantarse de donde sea que está sentada, con temor a ser descubierto, regreso a mi punto de partida. Me dejo caer en uno de los sillones pardos de la sala y miro un punto fijo.



Miraba embelesado su perfil recto, la forma perfecta en la que su cabello caía creando un lago negro alrededor de su cabeza. Tenía los ojos cerrados y sonreía. Tuve tanto miedo de perderla, tanto miedo de que me olvidara, de que el tiempo actuara en nuestra contra y dejara de recodar que juntos éramos uno solo, miedo de no ver su rostro, de no probar sus besos, y pánico de que no pensara en mí; pero tenía más terror de que le pasara algo malo por mi culpa.

Había tomado la decisión, me dije que hacía lo correcto porque ella era lo más importante. Era capaz de aguantar su odio con tal de que estuviera a salvo.

Entonces supe que aprovecharía cada minuto a su lado, cada segundo porque estaría mucho tiempo sin ella y necesitaría algo para poder recordar el tono de sus mejillas sonrojadas o la musiquita que era su risa.

Me dije que la disfrutaría hasta el final porque era egoísta y solo pensaba en lo mal que iba a pasarla; pero no me di cuenta de que la jodía a ella.

Pinché su costado, provocando que una carcajada saliera de su interior y me monté encima suyo. Maggie abrió sus párpados con asombro, pero sonrió de lado. Tomé sus muñecas y las llevé por encima de su cabeza.

—Te ves hermosa hoy, luna, no puedo dejar de mirarte —susurré junto a su mejilla, percibiendo al calor inundarla y su cuerpo retorcerse debajo del mío—. Te amo.

Se lo repetí una y otra vez, con la esperanza de que no lo olvidaría. Y la besé hondo para que se diera cuenta de que solo yo conocía los puntos exactos para hacerla suspirar, para hacerla feliz, para hacerla sonreír.

El cielo tronó y, pronto, fuimos cubiertos por un torrencial. El agua cayó sobre nosotros, pero no nos importó. Por el contrario, las gotas de lluvia la hacían ver como una diosa de las estaciones y no podía controlarme al no poder entender cómo alguien como ella me había permitido entrar en su mundo tan elegantemente mágico.

—Te amo, luna, te amo. —El agua escondió lo mucho que me dolía, los truenos escondieron mis sollozos desesperados y sus suspiros me los guardé en el interior. Me estaba haciendo un coleccionista del poco tiempo que me quedaba a su lado; pero me detuve y me eché hacia atrás.

—¡Cariño! ¿Qué sucede? —preguntó al ver mis ojos hinchados por el llanto, yo negué con la cabeza.

—Solo prométeme algo, ¿de acuerdo? —Asintió sin pensarlo—. No importa cuán mal se vea o lo que parezca, por favor recuerda que la luna está ahí, aunque no la veas. Siempre estaré ahí, cariño, siempre porque eres y serás mi indicada.

Iba a hablar, pero volví a besarla sabiendo que olvidaría lo acababa de decir, no podía dejar que se diera cuenta porque haría demasiadas preguntas y yo terminaría confesándole todo y poniéndola en peligro.

Y yo la amaba, así que renunciaría a ser feliz con tal de verla a ella bien.



Dejo de torturarme con los recuerdos cuando escucho pasos bajar las escaleras, mi corazón quiere salir de mi pecho al verla dirigirse hacia la cocina en pijama y pantuflas. Unos shorts cortos y una blusa de tirantes celeste que se convierten en nada frente a mis ojos. Minutos después, sale con una manzana, la cual muerde y se queda quieta. Su vista se levanta y la clava en la mía.

Una vez más siento el aleteo y, cuando creo que me dará la espalda, se acerca como una cazadora y se sienta en el sofá frente al mío.

En un atrevimiento, recorro su cuerpo con lentitud, observando que hay diferencias, pero no demasiadas. Puedo ver un poco más ancha su cadera y más estrecha su cintura. Ella me vuelve loco tan solo con permanecer a una corta distancia y lo sabe porque esconde su sonrisa detrás de esa fruta amarilla.

—Te ves hermosa hoy, luna, no puedo dejar de mirarte —murmuro, embelesado. Tarde me doy cuenta de lo que he hecho... ¡mierda! Así que espero que me grite o me gruña, pero no lo hace.

—Gracias —susurra, escueta. Me tenso cuando ella me imita y hace el mismo recorrido minucioso con sus pupilas descaradas; me encuentro confundido porque está provocándome para que me levante y arranque suspiros de ese par de labios tentadores y llenos de jugo de manzana—. Te ves... demasiado limpio.

Ríe y muerde su labio, así que sonrío divertido, aunque no sé por qué lo hacemos en realidad.

—Estoy esperando a que me ensucies —suelto a lo que ella entrecierra los párpados con sospecha, siempre fue ese tipo de chica que no entiende los juegos previos; eso solo hacía más emocionante el lanzarle cosas como esas, por lo regular terminaba explicándole, me daba un golpe suave en el hombro, escondía su rostro en sus palmas y yo le daba un besito en la frente.

Va a hablar, pero es interrumpida por la presencia de los dueños de la casa, llevando a las dos pequeñas en los brazos.

Tess deposita a una de las gemelas —aún no puedo distinguirlas— en los brazos de Maggie. Con torpeza recibo a la preciosura que Dan me entrega, alzo una ceja cuestionante, pero él solo guiña y se encoge de hombros.

—Ahora, ustedes dos cuidarán a Lottie y a Theresa durante unas horas porque sus padres irán a relajarse un rato. No quiero discusiones. Los biberones están en la cocina, a Theresa le gusta que la arrullen antes de dormir, Lottie suele llorar hasta que se cansa y... necesitan un beso de buenas noches. Ya tienen nuestros números, así que nos vemos mañana. —La castaña toma la mano del pelinegro y lo obliga a seguirla.

—¡¿Qué?! ¡¡Nunca he cuidado a un bebé, Tessandra!! —exclama Mags con pánico, poniéndose de pie. La nombrada se gira y frunce el ceño justo de pie en el umbral.

—No hables así, la vas a alterar, Charlotte es demasiado sensible. —Y como si la pequeña escuchara, comienza a lanzar lloriqueos y gemidos de disgusto. Sin una palabra más, ambos salen de la casa y nos dejan a Maggie y a mí a cargo de sus dos hijas—. ¡Genial! ¿Ahora qué hacemos?

Está alterada, sus pupilas se mueven por el rostro de la bebé, pareciera que nunca ha estado con uno antes, lo cual es raro ya que tenía un hermano menor.

Miro a Theresa, sus mejillas regordetas parecen dos burbujas aterciopeladas, arruga sus labios y bosteza, luciendo como la cosa más tierna que he visto en muchos años. Hace no mucho tiempo, quería ser padre, tenerla entre mis brazos solo logra reavivar esos deseos que mantuve lejos por un tiempo. Estoy tan tranquilo hasta que su idéntica hermana comienza a chillar a todo volumen con una Maggie ansiosa, moviéndola hacia arriba y abajo para arrullarla y emitiendo un suave «shh». Es tanto el escándalo que Theresa se inquieta y mueve su cabeza hacia los lados.

—Voy a... a ver si quiere comer. —Mi compañera de habitación se levanta y se encamina hacia la dirección donde se suponen están los biberones.

Yo me encargo de permanecer sentado, disfrutando de la otra chiquilla que duerme y lanza respiraciones profundas, tranquilizadoras y pausadas. Aunque moviéndose de vez en vez debido al griterío de Charlotte.

Sus párpados revolotean de pronto, me quedo quieto apreciando los lindos ojos grises de Theresa observarme con curiosidad. Evito moverme porque no quiero tener otro escándalo y ella parece cómoda y contenta.

—Eres una buena niña, ¿verdad? —susurro, sonriendo, dejando que tomé mi dedo índice en su manita y lo apriete con la poca fuerza que tiene.

Mi paz se rompe cuando Maggie sale de la cocina con el semblante tenso y una mueca desagradable instalada en sus labios. La pequeña Lottie sigue deshaciéndose en lágrimas y sollozos escandalosos en medio de sus brazos.

—No sé qué hacer, por favor ayúdame. Me vomitó. —Lloriquea y hace un puchero. Con una sonrisita me pongo de pie y camino hasta ella.

—¿Cuidas a Theresa? —pregunto estirando mi brazo libre para que coloque a la chiquilla ruidosa. Mags me la entrega luciendo como si hubiera logrado escapar de la peor de las torturas y recibe a la que antes llevaba en brazos.

Lottie se retuerce y me mira con sus dos luceros azules, de cerca me recuerdan a los ojos penetrantes de Helen, la madre de Dan. Sin hacer nada, comienza a calmarse y se refugia en mi cuello, después de lanzar un suspiro, agotada.

—¿Qué? Creo que me odia, no hiciste nada, solo la cargaste —murmura Margaret luciendo como una infante a la que le han robado un dulce. Yo solo me encojo de hombros en respuesta y me giro con la intención de subir las escaleras y llevar a la pequeña hadita a su cueva antes de que decida que quiere seguir llorando y perturbe a su hermana.

La puerta rosa tiene dos letreros de color lila con florecitas en las cuatro esquinas, dejando claro quién duerme adentro. Había entrado casi de manera fugaz solo para conocer a las hijas de mi amigo, pero no pude ver la decoración del sitio.

Hay dos cunas de madera blanca forradas por un edredón morado con motas rosas. Las paredes rosadas y  lilas le dan un aire de calma. Decenas de osos de peluche adornan el cuarto.

No puedo evitar pensar qué habría pasado si yo me hubiera quedado en Hartford. ¿Mags y yo tendríamos una familia? ¿Hubiéramos decorado algún sitio de esta forma? O quizá no estábamos destinados a estar juntos. Y, si ese es el caso, yo me encargaré de que el destino nos ponga en un mismo camino así tenga que luchar toda la vida.

Deposito el pequeño cuerpo en una de las cunas y acaricio su diminuta cabeza con a penas un ligero rastro de cabello. Sus ojitos se van quedando escondidos detrás de sus párpados, hasta que sus ojos crean una línea debido a sus pestañas.

En ese instante, entra la razón de mis desvelos, mirando con los ojos brillantes a la pequeña Theresa. La deja en la cuna contigua con demasiado cuidado, tarareando una canción hipnotizante.

Recuerdo que le gustaba hacer eso, tarareaba canciones y luego escribía las letras en un cuadernillo de color naranja. Decía que su sueño era trabajar creando música, pero su padre le había dicho que se iba a morir de hambre, así que solo lo hacía en sus tiempos libres. Cuando dormíamos, se pegaba a mi cuerpo y tarareaba melodías hasta que se quedaba dormida.

Después de dejar a Theresa, se endereza envarada y sale de la habitación. Confiado en mi valor, sigo sus pasos para detenerla porque necesito que me escuche, necesito que se de cuenta de que sigo amándola.

La tomo del codo y le doy una vuelta rápida para que me enfrente. Jadea por el impacto e intenta alejarse, pero no se lo permito. La encarcelo con mis brazos en la pared más cercana, buscando su mirada. Ella se hace hacia atrás todo lo que puede, como si tocarme fuera lo peor que podría pasarle.

—Maggie, mírame. —Le pido, pero ella se niega a hacerlo—. Luna, necesito que hablemos, por favor escúchame.

—James, deja el pasado donde está, no quiero hablar de eso —murmura y aplana sus labios en una línea dura, mirando un punto en mi camisa y apretando la mandíbula con rabia.

—Tal vez para ti, para mí nunca dejaste de ser mi presente.

—No me vengas con esas tonterías justo ahora porque no te quedan. —Suelta mirándome con la mirada hecha un mar violento, su respiración se hace más pesada y su rostro se tiñe de color rojo—. Te desapareciste por siete años, James. Yo te amaba, eras mi puto universo, yo... yo habría dado cualquier cosa por nosotros, pero te largaste. Ahora vienes de nuevo a confundir mi cabeza.

—¿Crees que para mí fue sencillo dejarte? A mí también me dolió, Mags, a mí todavía me duele todo lo que nos pasó. No hubo día que no te necesitara junto a mí, no hubo segundo que no me arrepintiera de lo que tuve que hacer. Hubo un motivo...

—Con motivo o sin motivo me lastimaste... —Me interrumpe. Sus manos hacen puños mi camisa y retuerce la tela con rabia. Se pega a mi rostro y aprieta los dientes—. Me jodiste tanto que no me importa si hubo o no un motivo porque lo hecho está hecho, lo jodido está  jodido, lo que terminó ya no existe.

—Te amo. —Las aletillas de su nariz se abren y sus cejas se fruncen. Trago saliva porque antes amaba que se lo dijera y ahora parece detestarlo, no puedo creer que no recuerde todo lo que fuimos alguna vez. Sé que me equivoqué, sé que debí decirle muchas cosas, pero necesito que recuerde una última vez.

—¡No te atrevas a decir que me amas! Nunca me amaste lo suficiente, nunca fui suficiente para ti, preferiste irte para convertirte en un gran profesionista. Yo te habría esperado, yo habría dejado todo y te hubiera seguido si eso es lo que querías. El problema es que yo no entraba en tu vida, en tus planes... ¡Ahhh! —Agita la cabeza con lágrimas contenidas—. No sabes cuánto te odio, te odio, James. Eres el ser que más desprecio, quiero que te vayas, que me de...

No puedo seguir escuchando sus tonterías, esas cosas sin sentido que lanzan sus labios como si fueran una verdad aceptable. ¿Eso es lo que cree? ¿Que la dejé por ese motivo tan superficial? No tuve muchas opciones para elegir, pero yo la elegí a ella por encima de mí.

En un intento de silenciarla, choco mis labios en los suyos con desesperación. Necesitando demostrarle de alguna forma que no miento.

Sus palmas se apoyan en mis hombros y hacen fuerza para zafarse de mi agarre, pero no la suelto porque quiero que me bese. Su boca no se mueve, solo yo estoy involucrado, solo yo estoy intentando entregarle de nuevo mi corazón y ella no quiere aceptarlo.

Me echo hacia atrás y apoyo mi frente en la suya con los párpados cerrados porque no quiero verla reclamándome con la mirada o algo peor.

—Así no, James —murmura, quedito—. Si de verdad me amas, regresa a Londres.

Siento la ausencia de su presencia y la escucho dirigirse hacia su habitación. Da un portazo que más que retumbar en las paredes, retumba en mi alma porque siento que me está negando la entrada.

Pero no importa porque no volveré a Londres, no si no es con ella.


-*-

Maggie no sabe qué hacer, quiere regresar a la seguridad de su rutina y el joven James la está perturbando jajaja.

Nos vemos pronto, espero darles una sorpresa. 

No olviden votar y darme sus comentarios.

Besos :*

Continue Reading

You'll Also Like

2.5K 1K 33
La leyenda del octavo día... ¿es cierta? "Lunday", un día extra en la semana mágico, especial y lleno de vida. Donde todo podría pasar: cosas buenas...
20.2K 1.2K 62
Emma después de 3 años en una academia de baile, vuelve a su hogar. Donde se encuentra con su mejor, loca y rebelde amiga. Y descubre que su crush...
97.2K 5.2K 64
𝑳𝑨𝑻𝑰𝑵𝑨 [𝘚𝘦𝘢𝘴𝘰𝘯 1 - 6] [ᴇꜱᴛᴀ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴀ ʟᴀ ᴄᴏᴘɪᴀ ᴏ ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪÓɴ ᴅᴇ ᴇꜱᴛᴀ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀ] 𝐒𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝟏 - 𝐟𝐢𝐧𝐢𝐬𝐡𝐞𝐝 𝐒𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝟐 - 𝐟𝐢�...
29K 2.7K 17
Donde Giani y Samira salieron solo 3 meses.