R U Í N ©

By Veronicapeher

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Si cierro los ojos, aún puedo sentir, en la oscuridad, tus dedos deslizándose por mi piel de forma silencios... More

R U Í N
Advertencia
Prefacio
Parte I
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Parte II
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Parte III
Capítulo 21
Capítulo 22
6 meses
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Epílogo
Playlist
Agradecimientos

Capítulo 14

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By Veronicapeher

ADVERTENCIA: ABUSO S.

Recomendación de canción: Fishtail - Lana Del Rey

Había instantes en donde todo era tan sencillo como respirar. Amarle no resultaba difícil, confuso, no dolía. Era fácil, estable, fluía.

Pero cómo seguías adelante al saber que para él solo era un juego.

Meza solía tener la facilidad de lograr que accediera a cada capricho y demanda de su parte. Solo con el justificativo de que le "ayudaba". Y yo, era feliz creyendo que ese era el caso, que era útil, que aportaba a su vida.

Resultaba trabajoso darse cuenta que había hilos cosidos en mi espalda, cuando el titiritero me colmaba de halagos.

"Sin ti no pienso", "Eres mi complemento", " Sabes que sin ti no hago nada bien.", "Todo lo bueno, lo he aprendido de ti.", "Eres la única mujer que amo y así será siempre."

¿Qué pasa cuando te hacen creer que de verdad no pueden sin ti? Cuando te crean una falsa idea de dependencia. Te enganchan, manipulan, abusan y destrozan.

Cortan los hilos de la marioneta cuando ya está desgastada, cuando a sus ojos, ya no tiene utilidad.

Reclutan una nueva. Aprenden trucos novedosos, y hasta se regodean de que era mejor que la anterior.

Y un día, se dan cuenta que no sabían el valor de aquello que dejaron ir, hasta que lo pierden.

O mejor dicho, estuvieron consientes de cuánto valía, pero pensaron que siempre sería suyo.

Meza era un hombre con alma de niño, dañado, desatendido, con heridas del pasado, con etapas inmaduras por cerrar, con el concepto del amor dañado. Con figuras paternas que le vendieron el cariño como un ciclo tóxico de costumbre. Meza no confiaba, no creía, se proyectaba con seguridad y fortaleza cuando por dentro se desmoronaba.

Se excusaba entre drogas y alcohol, entre otras mujeres. Llenando vacíos que el mismo fomentó. Quedando más hueco, más desalmado.

Sabía. Sabía que no era mi lugar enseñar a nadie, sabía que no era mi lugar velar por alguien más. Preocuparme por quien nunca de mi se preocuparía.

Pero él no sabía lo que era el amor verdadero.

Yo sí.

Mi error fue creer que amándolo de esa manera algo cambiaría.

Meza...te había amado de verdad.

Lastima que tú no a mi.

Los tres días más fatídicos de mi vida habían pasado muy lento y a la vez muy deprisa. Iván tomó control absoluto de todo los pendientes, la policía en mi casa buscando pruebas, pero ningún rastro de Gabriel cerca del área.

Una de sus asistentes estaba encargada de Rodrigo, recuperándose del sedante tan fuerte en la clínica veterinaria. El químico pudo haberlo matado.

Sigo derramando lágrimas de impotencia al imaginarlo al pie de mi cama, en casa de mis padres...Lo que es otro tema desastroso.

Alojarme en la residencia Rivardi había sido completamente idea de Iván, y en algún punto lo consideré buena idea, era un ambiente seguro, y sería reconfortante de haber tenido padres cálidos y amorosos durante toda mi vida.

Y casi se sentía de esa forma al principio, con el bombardeo de preguntas acerca de mi salud, de qué ocurría, de por qué estaba sola y mucho más. Tal parecía que si les importaba, y sanaba un poco mi corazón estropeado.

Claro está el sentimiento no duró mucho. Mi papá me tomo del brazo y mirándome a los ojos dijo:

-Ten más cuidado la próxima vez que algo ocurra, no quiero que la prensa saque un escándalo y nos veamos desprestigiados como negocio.

La verdadera preocupación era el Grupo Rivardi, y como este podría verse afectado.

Solo conseguí suspirar y asentir. Y mientras los días pasaban, los mensajes de Meza aumentaban. Había decidido no contestar, si bien era poco profesional por la adaptación del libro, no podía lidiar con él.

No quería lidiar con nada ni nadie.

Ya no me sentía capaz de poner mi careta de fortaleza aprendida para hacerle frente a todo. Estaba sumamente agotada. En vacaciones improvisadas de mi trabajo, evadiendo a mis amigas porque me leerían tan fácil que me rompería en segundos.

Desearía poder cambiar el rumbo de las cosas, poder tener la voluntad de escribir mi camino como lo hacía en mi manuscrito, ahí donde yo tenía el control, donde yo decidía que sucedía. Odiaba sentirme vulnerable nuevamente y no poder hacer más nada que soportarlo.

Solo quería que me dejaran en paz, solo quería vivir tranquila.

Mi teléfono sonó, esta vez el nombre de mi hermano iluminaba la pantalla, decidí declinar al mismo tiempo que la puerta de la habitación se abría.

-Al menos ya se que funciona. -Dijo, entrando con una ceja alzada.

No le di respuesta mientras rodé en la cama para darle la espalda. -Podrías tocar la puerta la próxima vez.

-Vale, ¿Podrías atender el móvil la próxima vez?

-No quiero hablar con nadie.

-¿Hasta cuando estarás así, Ronnie?

Me encogí de hombros. -Probablemente hasta los 50, puedes esperar si quieres.

-Creo que seguirías siendo amargada hasta incluso después de la tercera edad.

-Wow que risa enserio, tus chistes de mal gusto son los mejores, Iván.

-A mi me gustan. -Dijo encogiéndose de hombros, yo bufé. -Es que sinceramente eres la persona más testaruda del planeta.

Ruedo en mi misma para verle, la mirada de mi hermano es suave, casi parece paternal.

-¿Qué querías decirme?

Se toma un segundo para aclarar la voz, por un momento se le ve mas serio. -No hay noticias de Gabriel, pero he registrado una orden de alejamiento, no tienes que ir a firmar, ser yo trae sus ventajas.

-Gracias. -Es todo lo que puedo decir.

-¿Segura que no te tocó? Te juro que si la primera vez no lo maté, esta si no la cuenta.

Asiento. -Para cuando llegué se había ido por fortuna.

-Tal vez debas tener seguridad por los momentos.

-No creo que el que me sigan ayudará con mi ansiedad, además no he salido en días de aquí.

-Bien, pero...

-Si, ya se, te aviso cualquier cosa.

Iván relaja los hombros y le mira bien. -Solo me preocupo.

Los dos quedamos en silencio mientras juego con mis dedos, nunca he pensado en que mi hermano sea protector, pues es más calmado en situaciones de este estilo. Sin embargo estos días he llegado a la realización de que debería confiar más en él.

.... -Bien, ¿Me dirás de una vez que sucedió con Meza? y ¿Por qué no ha dejado de venir a mi oficina desde hace días?

-¡Ahg! -Ahogó el grito con una almohada solo para que él me la quite.

Enserio

La expresión de Iván es una que no veía desde que éramos adolescentes.

-¿De verdad fue a la empresa?

Me mira como diciendo "¿Acaso crees qué es imposible?"

Dios mío.

-¿Quieres la versión corta o la versión larga?

Duda. -Ronnie...

-Bien, luego no te quejes.

Sobra decir que luego de haber revelado lo que sucedía, Iván quería ahora colocar otra orden de alejamiento.

La taza de café se enfriaba en mis manos y el móvil se iluminaba cada unos minutos, luego de mi conversación con Iván había tenido que convencerlo de que no fuera a sacar una riña con Meza.

Y él justamente Iba por la tercera llamada perdida, aparentemente la última de hoy al menos.

No tengo ningún recuerdo reciente de algún día que pasara entero sin trabajar, que no estuve ansiosa, en realidad todo lo que sentía era un completo silencio, el vacío que quedaba tras una situación traumática.

Supongo que las 72 horas había servido para que sobre pensara más de lo habitual. Llegando a la conclusión de que tal vez no había sanado por más que me empujaba a creer que ese era el caso, tal vez debía volver a terapia pues mis decisiones reflejaban demasiadas equivocaciones.

Debía dejar de creer que alguien más vendría y me sacaría del corazón al moreno, y así estaría bien. Por arte de magia mi vida se arreglaría.

Tenía que afrontar el abuso de Gabriel, la manipulación de Meza y todos los dolores internos que había estado acumulando, tenía que soltar a mi familia tóxica, establecer límites, desintoxicar lo que era mi ambiente común.

Y aunque mi justificación predilecta era: "Es más fácil decirlo que hacerlo." Igual no se llegaba a nada sin dar al menos un paso en esa dirección.

Llevé mi mano a la garganta, masajeando la zona, y cerré los ojos. Revivir una de las peores noches de mi vida no es lo que deseaba. Pero en ocasiones mi mente divagaba a ese lugar.

A uno de los comienzos de mis malas decisiones, a uno de mis traumas, de heridas sin cicatrizar.

Casi podía sentir la escena transcurrir nuevamente, como si estuviese siendo transportada a ese momento.

Gabriel, mi ex novio.

Y sus dedos en mi cuello, ahorcándome.

Sus manos eran un poco más grandes que las mías, pero mucho más fuertes, para su contextura delgada tenía bastante fuerza. Y así, lograba someterme con su peso, la ventaja que tenía físicamente. La presión aumentaba a medida que mis lágrimas también, trataba de negar con la cabeza, mientras él me despojaba de las prendas con rabia.

El deseo atroz de la violencia.

-Eres mi novia. ¿Por qué tengo que esperar? Tienes 20 años Ronnie, madura.

La madurez iba de la mano con perder la virginidad.

Me ardía la garganta, el nudo, la presión, las manos cerrándose en mi cuello, y mi cuerpo cediendo a que no había razón más por la cual luchar. Estaba sola, en un auto que no me pertenecía, al filo de una montaña donde tenías que caminar metros para siquiera toparte con alguien. Nadie me escuchaba gritar, nadie me escuchaba llorar.

Mi mente me repetía. ¿Esto era todo? ¿Serás esto? ¿No puedes hacer nada? Como si yo tuviera la culpa, como si en realidad estuviera eligiendo la situación. Normalmente en los libros que leía; Esta era la escena en donde llegaba el caballero a salvar a la protagonista, sacaba al abusador del auto y lo golpeaba, protegiéndola, jurándole que nadie nunca la iba a lastimar.

No fue así.

Quise ser fuerte, y pude hacerlo, en un momento de suerte, golpeándole con la rodilla, más abajo de la zona expuesta en la ingle, traté de abrir la puerta pero esta no cedió.

Mi corazón se paralizó.

No sirvió de nada. -Pensé

Se le salían las lágrimas de los ojos, me veía como si él no podía creer lo que estaba sucediendo, como si una especie de frenesí se hubiera apoderado de su cuerpo. Como si no estuviera tosiendo por falta de aire, como si mis muslos no estuviesen rojos y rasguñados, como si mi corazón no estuviera saltando en mi pecho. Como si no me sintiera muerta en vida.

No recuerdo la cantidad de "Lo sientos" que salieron de su boca. El toque que simulaba ser tierno en mi mejilla, la forma en la que me pedía no llorar más. El silencio que siguió al conjunto de acciones vergonzosas como arreglar mi vestido, ver la verdadera cara de Gabriel.

Ese día solo me llevo a casa, diciendo mil veces lo arrepentido que estaba, lo mucho que lo sentía, como me lo compensaría. Acariciando mi muslo lastimado, mientras me asqueaba pero me atemorizaba huir del toque.

-Pídeme lo que quieras y es tuyo.

Quiero volver en el tiempo y no conocerte.

Mis piernas, mi cuerpo entero actuó de forma automática mientras entraba a mi casa. Me daba una ducha, lloraba hasta no poder más, y me repetía que nunca, jamás, dejaría que algo así volviera a pasar.

Bloquearle, ignorarle, finalizar la relación. Pensé que sería suficiente, pensé que desde mi relación con Meza no tendría que preocuparme. Hasta que apreció de nuevo y con drogas como refuerzo.

Y me di cuenta, que nuevamente solo yo podría salvarme.

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