El brillo de las estrellas✓

By Mari_p08

1.8M 106K 40.8K

+18 | LIBRO 2. SAGA «COX» Desde el inicio, no lo soportó ¿Podría alguien ser más egocéntrico? Desde el inicio... More

S i n o p s i s 🌟
Capítulo I.
Capítulo II.
Capítulo III.
Capítulo IV.
Capítulo V.
Capítulo VI.
Capítulo VII.
Capítulo VIII.
Capítulo IX.
Capítulo X.
Capítulo XI.
Capítulo XII.
Capítulo XIII.
Capítulo XIV.
Capítulo XV.
Capítulo XVI.
Capítulo XVII.
Capítulo XVIII.
Capítulo XIX.
Capítulo XX.
Capítulo XXI.
Capítulo XXII.
Capítulo XXIII.
Capítulo XXIV.
Capítulo XXV.
Capítulo XXVI.
Capítulo XXVII.
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX.
Capítulo XXXI.
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV.
Capítulo XXXV.
Capítulo XXXVI.
Capítulo XXXVII.
Capítulo XXXVIII.
Capítulo XXXIX.
Capítulo XL final.
Epílogo.
Extra.
Extra.
Extra.
ESPECIAL | 1M
Extra.
Extra final.

Extra

28K 1.6K 724
By Mari_p08

Un año después del último extra

Elliot: 23 años

Alisson: 22 años

Eloise: 9 años

Extra larguito:)

*

Quiero oírlo

10 // septiembre

Nos miramos fijamente, no había rastro de arrepentimiento en ninguno, sino más bien todo lo contrario a ello. Él estaba muy seguro de que todo le saldría bien mientras que yo estaba muy segura de que no perdería. Nunca perdía.

Muy diferente al chico frente a mí, ya que ha perdido en el último año casi todas las veces. Le mostré serenidad en mis facciones, estaba relajada porque sabía cuál sería el resultado. Sus ojos grises atentos a cada uno de mis movimientos, me enseñaron un pequeño destello, uno que tenía cada vez que se conectaban con los míos.

Estaba pensando en una forma de ganar.

Y esa forma se resumía en una palabra: trampa.

¿Planea hacer trampa conmigo? Conozco todos sus trucos y los que se inventa, todo este tiempo que hemos compartido he aprendido a hacerlo. Ni siquiera tiene caso que lo intente, pero si quiere hacerlo, me encantará vencerlo de una manera no tan amable esta vez

Su carraspeo me devolvió a la realidad

—Aún estás a tiempo de arrepentirte, preciosa.

—Estoy muy segura de lo que acabo de decir —no parpadeé—. Si pierdo, te dejaré usar mi moto por una semana, sin restricciones.

Su sonrisa pícara volvió

—Espero que no intentes golpearme si yo gano.

—Nunca ganarás —declaré, victoriosa

—¿Estás muy segura? —volvió a preguntar, intentando intimidarme

—Ya dime —exigí—. ¿Qué voy a ganar esta vez?

Soltó una bocanada de aire con lentitud

—Si llego a perder... —alargó el momento—. Dejaré que pintes la pared de nuestra habitación. Que pintes lo que quieras pintar.

—Nah —negué, con diversión—. Pintaré tu camisa blanca.

—Eso no, Ali —me señaló

—Eso sí, Elliot —di un aplauso—. Tu camisa o nada. Es más, pintaré todas tus camisetas blancas, las que usas para ir a entrenar.

—No eres una niña pequeña.

—Te las pondrás sin importar qué tengan estampado, ¿es un trato? —le ofrecí mi mano, sin arrepentimientos

Lo pensó, mordiéndose el labio

—Entonces podré usar tu moto durante dos semanas.

—Dije una.

—Dos —desafió—. ¿O acaso temes perder, Roxy?

Apreté los dientes

¿Es un reto? ¿Se atreve a retarme cuando nunca pierdo?

—Hecho —respondí sin dar vuelta atrás. Enseguida estrechó mi mano dejando un ligero apretón que le devolví. Luego me solté, ansiosa—. Rápido, tengo ganas de humillarte públicamente.

—Me encanta tu entusiasmo por hacerme ganar —se fue a la cocina, tomando dos platos para servir los panqueques, siete torres para ser exactos, toda una montaña

Al volver, me entregó mi plato y él sostuvo el suyo, yo fui la siguiente en verter algo de miel, crema batida, muchas fresas, uvas y demás. Todo en la misma cantidad para no hacer trampa.

Cuando terminé, tomé mi tenedor y él hizo lo mismo, ubicándose frente a mí en el otro taburete. Volvimos a mirarnos, cada uno con más deseos de ganar que el otro

—¿Lista? —preguntó

—Nací lista, guapo.

Me guiñó un ojo. Ama que le ponga apodos.

—Tres... —inició

—Dos... —le seguí

Dudamos un momento

—¡Uno! —grité, echando un trozo a mi boca

—Tramposa —gruñó, y empezó a comer velozmente

Dos minutos después iba a vomitar.

El primer reto lo hicimos con torres de tres, luego fuimos aumentando a medida que el reto se hacía más fácil. Pero siete era demasiado. Mi estómago no estaba seguro de aceptarlo, podría terminar en el váter, aunque intenté con todas mis fuerzas tragar y tragar, cortando trozos más grandes para agilizar mi labor.

Elliot tiene un metabolismo más rápido

Mierda, no puedo creer que vaya a perder.

Embadurné mi boca de crema y demás, solo para comer como si no hubiese un mañana, como si fuésemos dos animales hambrientos. Esto no era normal, pero la apuesta estaba en juego. Una jugosa apuesta, no podía perder ni por asomo.

El chico pareció verse acorralado, pues yo no me detuve mientras que él pareció cansado. En un momento de mi descuido, tomó la crema batida y vertió un montón encima de mi plato sin déjame evitarlo

—¡No! —grité, tratando de quitársela, pero se levantó del taburete con su plato en sus manos. Ahora tenía más que comer—. ¿Qué carajo te pasa?

—Te devuelvo el favor del otro día cuando fuiste tú quien pensó rápido —siguió comiendo de pie, aumentando la velocidad con tal de ganar

No puede ser

Iba a perder

No dejé de tragar por más que viera la batalla perdida. Elliot dejó la crema batida en la encimera y volvió a sentarse, llenándose las manos de miel y demás. Vi que su plato estaba casi vacío, a mi me faltaba una torre, y aun así me veía muy acorralada.

Así que hice lo obvio

Tomé el tarro de la sal y le eché a su plato una buena cantidad

—¡No! ¡Alisson! —se movió, aunque ya era tarde—. ¡Eso es jugar sucio!

Terminé de comer el último trozo, dejando mi plato vacío. Luego solo pude levantar mis dos brazos en señal de victoria

—¡Lo hice! ¡Gané!

—¡No es justo, le echaste sal sobre la crema batida!

—¡Tu empezaste! —le limpié la cara con una servilleta, para después correr al sofá donde salté—. Anda, quiero verte llorar. ¡Yo gano!

Dejó el plato en el fregadero con enfado

—No es justo —repitió, saliendo de la cocina

—Pensaste muy tarde, soldado.

De repente, su sonrisa volvió. No lo comprendí, y estaba ocupada con mi celebración como para darme cuenta de los pasos rápidos que dio. Se echó mi cuerpo sobre su hombro, dándome algunas vueltas

—¡Elliot! —palmeé su espalda desnuda

—¿Qué pasa? ¿Quieres vomitar?

—¡Bájame ahora mismo no te mataré!

—No quiero —dejó una ligera palmada en mi trasero—. Me encantan las vistas.

—Enserio quiero vomitar —mentí

—¿Enserio? —se detuvo

Empecé a patalear, logrando darle uno que otro golpe, Elliot caminó hasta el sofá más grande y arrojó mi cuerpo allí, pegando mi espalda a la suavidad. Gateó sobre mí, recargando ambos brazos a los lados de mi cabeza

—Mentirosa —su respiración estaba acelerada—. Tienes crema hasta en las pecas, preciosa.

—Quítamela.

Pasó sus labios por esa zona, luego volvió a mí

—Ni creas que olvidaré esta ofensa.

—¿Ah no? —dejé que se acomodara entre mis piernas—. ¿Entonces qué planes tienes para hacerme pagar?

Esbozó una sonrisa socarrona

—Tengo tantos que no sé por dónde comenzar.

Fui yo quien lo besó.

Me respondió con la misma intensidad, beneficiándose con la posición para enrollar mis piernas en sus caderas. Manejó el beso a su manera, quitándome el aliento y aumentando los latidos veloces de mi corazón. En un movimiento rápido, buscó el borde de mi blusa de pijama y la sacó por mi cabeza, dejándome en sujetador.

—¿Qué es esto? —preguntó con frustración

—¿Qué pasa? —pregunté con respiraciones torpes—. ¿Nunca has visto un sostén o qué?

—Se supone que duermes sin ellos —besó mi cuello—. No me gusta hacer doble trabajo.

—¿Acaso tenía que saber que íbamos a acabar así?

Sentí su risa en mi piel

—Siempre acabamos así.

No dije que no, pues no tenía argumentos para refutar. Su boca volvió en busca de la mía, pero esta vez me acomodó en el sofá, deslizando su mano desde mi rodilla por todo mi muslo, metiéndose entre mi short de pijama.

¿Cuándo será que este hombre no me vuelta tan loca solo por tocarme? Dudo que ese día llegue. Es Elliot Cox, imposible no desearlo incluso cuando respira.

Antes de que pudiera quitarme la otra prenda que interfería en su labor, el sonido del timbre resonando por toda la estancia lo detuvo. Recargó su frente sobre la mía

—Es una broma, ¿cierto?

Lo escuché de nuevo

—Al parecer no —empujé sus hombros—. Quítate.

—Debe ser la vecina otra vez a pedir azúcar.

—¿Y qué si así fuera? ¿No piensas atenderla?

Se rio

—Solo no hagas ruido y fingiremos que no hay nadie.

—¿Me estás llamando ruidosa? —estiré mi brazo para tomar mi blusa

—No lo dije así... digo que prefiero guardar esos lindos sonidos de tu boca solo para mí.

Obviamente, me sonrojé

—Te odio —me zafé a las malas, poniéndome la prenda para tapar esa parte de mi cuerpo

Elliot se acomodó el cabello, y se fue a atender. Al momento de abrir la puerta, casi se fue para atrás cuando alguien se adentró como si fuese su casa. No me tomó mucho tiempo reconocer de quien se trataba.

Pies cubiertos por unos tenis de luces con orejas de unicornios, short corto color rosa, camisa que combina con estampado de alguna princesa, cabello castaño oscuro peinado en dos coletas exactamente iguales, y por supuesto, una mochilita de su tamaño.

—Mátenme —susurró él

—Hola, bobo —le dijo, luego giró hacia mi—. ¡Hola, Ali!

—Hola, Eli —saludé con el apodo que le había puesto desde la última vez que vino. Según ella, así le llaman sus amigos

—¿Cómo demonios pudiste subir hasta aquí sola? —le preguntó el chico, cerrando la puerta—. Le dije al portero que no reciba niñas exploradoras.

—¡Hoy no vengo vestida como exploradora! —le sacó la lengua—. Pasaré el fin de semana aquí.

—¿Qué? —metió el chillido

—¡Sí! —celebró, sonriente—. Papá y mamá se irán a un pequeño viaje de tres días. Vendrán el lunes temprano para llevarme a la escuela, tengo mi ropa y todo.

Compartí una mirada con mi novio, este negó repetidas veces

—Ahm... es una muy buena noticia —murmuré, con una tensa sonrisa—. Será... divertido.

—¡Lo sabía! —dio saltitos, tumbándose a mí lado. Se quitó la mochila y sacó algo de ella—. Tengo que hacer mi tarea, ¿me ayudan?

—¿Así que no solo invades mi casa sino que debo hacerte la tarea? —bufó Elliot—. ¿Qué clase de castigo estoy pagando? ¿Por qué no fuiste con Ethan?

—Lanzamos una moneda —respondió—. Cruz eras tú, cara era Ethan. Son cosas del destino, perezoso.

No pude evitar reír

—Nos gusta que estés aquí —le dije

Elliot se aclaró la garganta

—Ali, ¿podemos... hablar un segundo en nuestra habitación?

—No tardes —le dijo ella—. Tienes que ayudarme con mi tarea.

—Lo siento, ya olvidé cómo sumar.

—¡Ya estoy grande! Ahora tengo que aprender a dividir.

—Que novedad —se burló por última vez, antes de encerrarnos en el cuarto. Se giró hacia mí, negando—. No podemos cuidar a la pulga.

—Es inofensiva —resoplé, sin creer su exageración—. ¿Cuánto tiempo pasas con tu hermana al mes? ¿Cómo media hora?

—Eso no es justificación para tener que cuidarla todo un fin de semana.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Enviarla con Ethan por correo? Ya deja de ser tan mal hermano, serán solo tres días y seguro será divertido. Podemos hacer competencias con ella también.

—Ey, no, eso es solo nuestro.

—Envidioso.

Soltó un largo suspiro frustrado

—¿Significa que tu y yo no... no podremos...? —nos señaló, sin terminar—. ¿Por tres días enteros?

Arrugué mis cejas

—¿El sexo es lo que te preocupa?

—Ali, tu y yo no solo tenemos sexo y lo sabes —sonrió con malicia

—Pues vas a tener que soportar que tenemos a tu hermana en nuestra casa por todo un fin de semana —dejé una palmadita en su pecho—. Ahora, tú le servirás algo de desayunar mientras yo recogeré a Timón del veterinario y a Rex de la casa de Tyra, ¿de acuerdo?

—¿Quieres que me quede... solo con ella?

—Sí, ten cuidado o te muerde —me empiné para dejar un beso en su mejilla. Elliot rápidamente corrió su rostro y besó mis labios con suavidad

—Aquí es donde debes besarme —se quejó

—Me iré a duchar —retrocedí, buscando mi toalla—. Elliot, ve a ser un hermano, hablo enserio.

Resopló

—Y no puedo creer que te ame más por esto —salió por completo

Negué, metiéndome al cuarto de baño

🦋🦋

Esta mañana Elliot fue muy temprano a dejar a Rex en casa de su prima la morena. ¿La razón? Tyra lo pidió como un favor ya que tiene una sesión de fotos para una revista y quiere salir más profesional. Lo cual se me hizo tonto, pero el Husky se fue felizmente con ella, pues es demasiado cariñoso.

Mientras tanto, Timón había estado vomitando su comida los últimos dos días y lo llevamos al veterinario, al parecer algo le había caído mal y luego de ponerle una inyección, lo dejaron una noche por observación. Así que, conduje hasta el lugar en el auto de mi novio.

Aparqué, bajando con su jaula y adentrándome al lugar. Lo primero que encontré fue un chico pelinegro detrás del mostrador

—Oh, pero miren —sonrió—. Es la dulce Alisson.

—Vengo por mi gato —puse la jaula sobre la vitrina

—El gris, ¿cierto?

—Ese mismo —indiqué

El chico se fue por un pasillo, al volver lo sostenía con suavidad en sus brazos. El animal maulló al verme, lo recibí rápidamente para acariciarlo

—Hola, mi amor —le susurré—. ¿Cómo estás?

—Ya que te veo, mucho mejor —murmuró el pelinegro

Sus comentarios no vienen al caso. No es el primero que recibo.

Lo guardé con cuidado, dejando allí su peluche preferido. Timón solo se hizo una bolita y se acostó a dormir. Lo notaba algo débil

—Es por el medicamento que le dimos —comentó él

—Ya veo —saqué mi cartera—. ¿Cuánto debo pagar?

Sacó una calculadora, haciendo unas cuantas sumas, luego me enseñó el resultado, así que empecé a sacar los billetes

—Podríamos dejar la deuda saldada si aceptaras cenar conmigo.

Me tensé

—Lo siento, pero mi novio es celoso —le di lo que tenía—. Quédate con la propina.

—Yo no soy celoso.

—Pues yo te daré una patada si me sigues molestando.

Se rio

—¿Siempre eres tan arisca?

—No, a veces soy peor —tomé la jaula con cuidado—. Ahora si me disculpas, iré a verme con mi novio, en nuestra casa.

Fue lo último que dije, y después me fui a pesar de oír una risita detrás de mí.

Mierda, como odio estos tipos.

Nos adentré al auto, subiendo al asiento del piloto para arrancar. Dejé a Timón con cuidado en el asiento trasero. Me metí por una calle de camino al departamento de la morena por Rex, mientras lo hacía, mi teléfono sonó en la guantera, así que deslicé el botón verde

—¿Qué pasa? —pregunté

Eloise está loca.

—Eso no es novedad —sonreí un poco—. Dime que no has sido un hermano idiota.

Soy su esclavo, le preparé lo que quería de comer, le puse una película, ordené su ropa en su cuarto, le hice la tarea, ¿desde cuándo soy el ama de llaves? Tiene nueve años, puede hacer eso sola.

—¿Desde cuándo te quejas como niña?

Te necesito.

—No exageres.

Hubo un pequeño silencio

—¿El idiota del veterinario te dijo algo?

—Lo mandé a la mierda.

—Ali, te dije que yo quería ir.

—Es mi gato.

Es nuestro gato —bufó—. Y no por eso debes ir sola a soportar comentarios de un imbécil, al menos déjame acompañarte la próxima vez para ponerlo en su lugar.

—¿Crees que yo no pude hacer eso?

No digo eso, preciosa —suspiró—. Me refiero a que ya le dijiste que tienes novio y sigue molestándote.

—Lo dudo mucho, pero si hay una próxima vez golpearé su cabeza con la vitrina, ¿feliz? Ya deja los celos.

No son celos —carraspeó—. Es... instinto protector.

—Como digas.

De nuevo hubo otro momento de silencio en lo que yo me aproximaba a la propiedad. Segundos después, oí su voz

Te amo, ¿me amas?

Inconscientemente sonreí

—Lo hago, bobo.

Quiero oírlo.

Suspiré

—Te amo, ¿contento?

Mucho, conduce con cuidado, te veo al rato.

—Disimula un poco que no puedes vivir sin mí.

Oye, para que lo sepas. Ni quiero disimular, ni quiero vivir sin ti.

Negué con la cabeza

Trae a mi bebé a salvo.

Fruncí el ceño

—¿Te refieres al auto o al perro?

A mi Rex, obviamente.

—Eso haré, exagerado. Nos vemos después —fue lo último que dije, para luego colgar

¿Desde cuándo Elliot era tan cariñoso con ese Husky?

Estás perdida, Alisson Blair.

El enorme edificio se alzó a mi vista.

Detuve el auto en un sitio apartado y bajé de él con la jaula de Timón. Me registré en la entrada, aunque no fue muy necesario ya que Tyra nos permite el paso sin siquiera anunciarnos. Subí por el elevador, deteniéndome en su piso y luego avanzando hasta la puerta.

Un solo toque bastó para que esta se abierta, y en menos de un segundo tenía dos patas enormes en mi pecho al igual que lamidas en mi mejilla

—Hola, Rex —sonreí—. Bájate.

Me llegaba casi a la cintura de lo grande que se encontraba, batió su colita en señal de saludo, pidiendo mis mimos de todas las formas posibles.

Apenas me adentré al lugar, dejé la jaula en el suelo y Rex se fue a olisquear, batiendo su cola con más frenesí cuando se dio cuenta que se trataba de Timón su compañero de aventuras.

Claro, mi gato le mandó un arañazo que le dio como un puño en su nariz

Se aman esos dos.

Cerré la puerta, ojeando de rincón a rincón

—¿Tyra? —arrugué las cejas—. ¿Quién demonios me abrió la puerta?

—¡En la cocina! —gritó, asomándose. Tenía una mascarilla azul en su rostro—. ¿Puedes creer que activé un sistema de seguridad donde la puerta se abre gracias a un aparato tecnológico que tengo aquí en mis manos? Es como una Tablet mágica.

—Ajá —susurré, pensativa—. ¿No crees que si pierdes eso te quedarás encerrada? ¿O por fuera?

Bufó

—Nunca he perdido anda.

—Sí, claro —rodé los ojos—. Bien, me llevo a Rex.

—Rex es un amor —le habló con voz chillona, su cola volvió a batirse—. Dile a Elliot que me lo robaré un día de estos.

—¿Cómo te fue con las fotos, por cierto?

—Todo un éxito —suspiró—. Aunque tuve que despertar muuuuy temprano, ¿ves esta mascarilla? Es para las ojeras, solo pude dormir nueve horas, ¿no crees que es injusto?

—Demasiado —ironicé

—En fin —volvió a sonreír—. Seré la portada ahora.

—Te felicito.

Tyra no solo había dejado su carrera universitaria, sino que ahora se había dedicado cien por ciento al modelaje, su padre tiene muchos contactos y han descubierto que la chica tiene potencial, siendo uno de los íconos de moda más importantes de la ciudad en solo un mes de haber tenido su primera sesión de fotos.

Hay personas que tienen el destino marcado

Una vez me despedí de ella, me encaminé a mi hogar con ambos animales en el auto. Rex se la pasó rasgando los muebles del auto y tuve que reñirlo varias veces, estaba desesperado por sacar su cabeza por la ventanilla, pero mantuve los vidrios subidos.

No me gusta que lo haga en estas situaciones porque estoy ocupada conduciendo y no podré prestarle atención. Me da miedo.

En cambio, cuando estamos Elliot y yo, lo sostengo en mis piernas mientras él conduce, o viceversa solo si el idiota de mi novio me lo permite.

Le puse su correa y los bajé a ambos para abordar el elevador. No pude ni salir por completo de la caja metálica cuando el Husky se removió, soltándose.

Corrió eufórico hasta la puerta de su propia casa y golpeó la madera con sus patas, emitiendo uno que otro ladrido que alertó a la persona dentro.

Me acerqué, justo cuando Eloise abrió, recibiendo al animal

—¡Rexy! —lo abrazó, este batió su colita como saludo al mismo tiempo que lamía su rostro

Tan pronto la niña lo soltó, salió corriendo al sofá donde se le subió encima a su dueño sin permitirle oponerse. Elliot lo recibió entre risas

Me adentré

—¡Es Timón! —ella lo sacó de su jaula para tomarlo en brazos, dejando caricias por su cuello

—Ten cuidado, le dieron una medicina que lo pone a dormir —le dije, cerrando la puerta—. Será mejor que lo lleves a su camita.

—Vamos, Timi —lo llevó, mientras le susurraba cómo había sido su día al lado del perezoso de su hermano

Reí un poco, el chico acariciaba la cabeza del Husky, dejándolo acostado sobre su regazo

—Lo quieres más que a mí —bromeé, diciéndole lo que él mismo me había dicho cuando adoptamos a Timón

Enarcó su ceja

—¿Mi preciosa novia está celosa? —palmeó su otra pierna—. Siempre hay espacio para ti.

—Idiota —mascullé, pero me acerqué para sentarme a su lado. Dejé un beso en sus labios, soltando mi bolso a un lado—. ¿Cómo te fue con tu hermana?

—Al parecer quería quedarse contigo y no conmigo —me pasó un brazo por los hombros, juntándome a su pecho—. Dice que su hermano es un perezoso.

—Es que lo eres —reí

—Oye, entreno al menos cuatro horas al día, merezco descansar los fines de semana.

—¿Te duchaste?

—Lo hice —me respondió, echando mi cabello a un lado para dejar un beso en mi mejilla. Descendió hasta mi oído—. Pero si quieres podemos volver juntos a la ducha.

—Si vuelvo a oír esos comentarios, Elliot Cox, no serán solo tres días.

—Ya perdón, cariño. —se alejó

En eso, Eloise salió de su habitación donde supongo dejó a Timón acostado en su cama

—Son iguales a mamá y papá —puso una mueca

—Claro —él se rio

—Bueno, ¿qué quieres hacer? —me incorporé

A Elliot le sonó el teléfono y entonces se levantó a responder. Rex lo miró curioso, sin embargo, cuando me acerqué, recostó su cabeza en mis piernas esta vez

—Tengo una idea —me sonrió la niña—. ¿Me enseñarías a hacer un cuadro?

—¿Un cuadro? —enarqué una ceja

—Sí, una de las tantas pinturas que haces y te quedan bien.

Sonreí

—Vale, podemos hacerlo... —mis ojos brillaron ante una nueva idea que se me vino a la cabeza—. Oooooo podemos pintar las camisas de Elliot. Me debe una jugosa apuesta, ¿me ayudarías?

Su sonrisa se volvió maligna

—Saldré con Cameron —me avisó el chico, caminando hasta mí. Se inclinó para besar mi frente. Así mismo, tomó mi bolso para sacar las llaves de su auto—. Vuelvo en la noche, ¿puedes cuidarla? Dejaré dinero por si quieren algo de comer.

—No te preocupes por nosotras.

—Genial —besó mis labios esta vez—. Te amo.

—Yo a ti

Acarició la cabeza de Rex y casi al instante pasó esa misma mano sobre el cabello de Eloise, desordenándolo. Esta lo miró mal

—Adiós, enana.

—Adiós, bruto.

Una vez se fue, la niña me miró

—¿Sigue en pie?

Asentí despacio

—Por supuesto que sí, colega.

El resto del día, nos la pasamos con las manos llenas de pintura por doquier. Al menos conseguí ponerme ropa más cómoda y recoger mi cabello, Eloise se puso una de mis camisas viejas solo para no arruinar su ropa, a pesar de que le quedaba enorme.

Rex nos acompañó en todo momento, y Timón se cansó de dormir en la cama de la niña, entonces llegó al sofá y se acostó sobre este. Rex intentó animarlo y se ganó una semi mordida del feroz gato.

Mientras, nosotras disfrutamos del suelo

—¿Está bonito? —me preguntó, enseñándome la blanca camisa que ya no era blanca, pues ella estaba dibujando un unicornio con un marcador justo en el centro

El «unicornio» tenía un ojo más grande que el otro, la cabeza torcida, el cuerno como una especie de palo y sobre todo... cinco dedos en cada pata

—Está hermoso —murmuré

—Genial, ahora lo pintaré.

Se lo permití, solo porque una apuesta era una apuesta y Elliot debía cumplirla como se debía.

—Ali, ¿te puedo hacer una pregunta?

—Claro, linda.

Me concentré en mi cuadro, no era algo llamativo, de hecho, estaba pintando lo primero que se me vino a la mente, lo más curioso era que estaba pensando en ese individuo de ojos grises, así que tal vez iba a obsequiárselo cuando termine

—¿Qué se siente estar enamorado? —finalmente preguntó

Sus palabras me tomaron por sorpresa

—¿A qué viene eso?

—Curiosidad —encogió sus hombros

Solté un suspiro

—Estar enamorado es... ver el mundo muy diferente gracias a esa persona. Es sentir demasiado, sentirlo todo.

—¿Tu lo sientes todo con Elliot?

—Así es —respondí sin pensarlo—. Aprendí a sentir por él.

—Se oye bonito —sonrió—. ¿Crees que yo pueda...? ¿Alguna vez?

—¿Qué si te vas a enamorar? —enarqué una ceja—. Por supuesto que lo harás, pero estás muy chica. Cuando seas muy, muy, muy grande lo harás.

—¿Tan grande? —abrió un poco sus ojos

—Más que eso —bromeé, ella se sorprendió

—Seré una anciana.

—Yo no soy una anciana.

—Pero —arrugó el ceño—. Papá me dice que cuando cumpla cuarenta.

Reí

—Ya somos dos, mi hermano me decía que cuando tuviera treinta.

—Está bromeando, ¿cierto? No me voy a enamorar a los cuarenta.

—Sí, está bromeando, cariño.

Soltó un largo suspiro

—Qué bueno, porque hay un chico de mi salón que quiere darme mi primer beso.

—¿Qué qué diablos qué? —balbuceé, deteniéndome para mirarla

—Eso dijo —se encogió de hombros—. Se lo mencioné a mamá, ella me acompañó a la escuela y habló con él, al parecer le dijo que yo era muy chica, entonces no volvió a buscarme.

Solté un suspiro

—Que bueno, eso está muy bien.

—Tendré mi primer beso a mis quince años.

—Te felicito —asentí en acuerdo

—Cuando eso pase, voy a venir y te contaré todo, ¿va?

No pude evitar sonreír

—Entonces yo te escucharé y te aconsejaré.

—¿Es un trato? —se estiró, enseñándome su dedo índice que enganché con el mío

—Es un trato.

Cuando anocheció del todo, Eloise y yo pedimos pizza, le di de comer a mis animalitos y ella y yo nos sentamos en el sofá a ver una película. Las camisas de Elliot se estaban secando en uno de los cuartos vacíos que era donde tenía mis cosas de pintura, mientras que, el cuadro que sí había alcanzado a terminar, lo dejé en la sala mientras comíamos.

Me acabé mi pedazo de pizza y bebí un poco de mi refresco, la niña salió de la cocina, frotándose los ojos

—Ali, creo que iré a dormir.

—Está bien, linda —me giré—. Que tengas bonitos sueños.

—¿Puedo llevarme a Timón? —sonrió

—No —la señalé—. Dormir con gatos está mal, puedes tener una alergia por ello.

Suspiró, derrotada

—Bien —se rindió—. Hasta mañana.

Agité mi mano en señal de despedida, entonces la vi perderse en su cuarto. Volví mi vista a la película, pero ya estaban saliendo los créditos indicando que se había terminado.

Saqué mi teléfono para ver la hora

9:30 pm

¿Dónde se había metido este idiota?

Como si lo hubiese invocado, la puerta se abrió y él ingresó, saludando a Rex cuando este lo saludó primero. Al cerrar, se fijó en mí y en el desorden de pintura

—¿Se divirtieron? —cuestionó

—Tardaste.

—Sí, lo siento —suspiró, acercándose para tumbarse a mi lado—. Cameron me invitó a una fiesta, pero no quise ir. Quería venir aquí contigo.

—Se está comportando como un tonto desde que él y Rachel terminaron.

—Ya se le pasará, o volverán —se encogió de hombros, mirando a la mesa—. Veo que cenaron.

—Te guardé dos pedazos.

—Ya comí —murmuró, para luego mirarme—. ¿Cansada?

Me limpié las manos con una servilleta antes de darle una respuesta, tenía las yemas de los dedos llenas de pintura y seguro partes de mi rostro también. Me puse de pie, buscado el cuadro y luego volví a tumbarme, tendiéndoselo

—No lo toques con tus feos dedos o se arruinará, aún no está seco —fue lo primero que dije, teniéndolo yo misma y solo dejando que lo viera

Sonrió

—Nunca te quejas de mis dedos, preciosa.

Sentí el calor subir por mis mejillas, le di un codazo que le sacó una risita. Luego se inclinó para mirar mejor. Ni yo entendía bien el concepto, eran como dos siluetas acostadas en el centro, alrededor dibujé como un fondo con algo de rojo y amarillo.

Incliné mi cabeza, pensativa

—Es para ti —confesé, mirándolo

Elliot dejó un beso en mi hombro aprovechando que mi blusa era de tirantes

—Me encanta —murmuró, dejando otro—. Lo pondré en nuestra habitación en la pared encima de nuestra cama. Y te follaré justo debajo.

El calor de mi cuerpo aumentó

—Pero debemos esperar tres días, ¿no? —besó mi cuello, para entonces levantarse y caminar como si nada hacia la cocina

Pasé saliva

—Te odio, imbécil.

Solo escuché su risita

🦋🦋

Eloise hizo un drama impresionante.

Así que aquí estamos.

En el zoológico.

Al fin llegó el domingo en la tarde, y mañana tendría que ir a su casa otra vez, prácticamente nos chantajeó para pasear este día solo porque nunca pasa tiempo con nosotros. No nos quedó de otra que aceptar.

Elliot pagó las entradas, hicimos una fila de al menos dos horas, y por fin ingresamos. Por dentro era tan grande como un parque de atracciones, personas por montones observando cada lugar como una obra de arte. Había animales de todo tipo, incluyendo elefantes, jirafas, osos y demás.

Nos adentramos, yo sujeté la mano de Eloise mientras Elliot sostenía mi otra mano, guiándonos. Tenía su gorra gris al revés y esa camisa color vino pegada a su torso como una segunda piel, si no estuviera caminando a mi lado pensarían que está soltero. Y ni hablar de cuantas chicas se le tirarían encima

Era algo que no iba a permitir.

Subí las gafas de sol sobre mi cabeza, ojeando todo

—Odio las mareas de personas —murmuré

—Jamás en mi vida pensé venir a un lugar como estos —comentó él, los dos hablando bajo mientras Eloise estaba sonriente

—¿Nunca fuiste a uno de niño? —le pregunté

—Sí, cuando teníamos seis años, vinimos los cuatro con Ethan y mis padres.

—¿Y qué pasó?

Esquivó a un hombre que por poco lo golpea con sus algodones de azúcar

—Me metí a la jaula de los monos.

Reí

—Que gracioso —ironicé, él no se rio— ¿Es enserio, Elliot?

—¡Quería verlos de cerca!

—Estás demente —negué con la cabeza

—Tenía seis años. —recalcó, como si eso le quitara peso al asunto

—Entonces aléjate de los monos hoy.

—Que graciosa —rodó sus ojos

—¡Vengan, vamos a ver a los elefantes! ¡Quiero ver a los elefantes! —chilló ella, por poco llevándome a las malas

—Ey, enana, no es un juguete —Elliot sostuvo mi cintura—. Ustedes vayan, yo compraré helados, ¿les gustaría?

—¡Sí! —se puso roja—. ¡Pero quiero ver a los elefantes!

Su hermano la miró con una mueca, como si estuviera loca

—Te traeré uno de fresa —me dijo, dejando un beso en mi boca

Al momento de perderse, rápidamente fui arrastrada por una niña de nueve años con problemas de esquizofrenia que no me permitió detenerme hasta que no llegamos a donde estaban los dichosos elefantes.

Los animales solo comían sin prestarle atención a las personas que los miraban

—Que bonitos —suspiró ella—. Quiero uno.

—Claro —reí—. ¿Y donde lo tendrás? ¿En tu casa de muñecas?

Me miró con los ojos entrecerrados

Olvidé que no puedo usar el sarcasmo con una niña

Rápidamente me retracté

—Digo... no puedes adoptar un elefante, ¿no ves lo grande que crecen?

—Tienes razón —volvió a verlos—. Entonces quiero un peluche de elefante. Mamá tiene uno.

—Buscaremos uno, ¿vale?

—Eso me gustaría.

Le acaricié el cabello con distracción

No vi la silueta de Elliot por ningún lado así que nos quedamos allí observando a los animales. Ella me contó muchas cosas a lo que le presté toda la atención posible.

Pero entonces, me distraje cuando sentí algo golpeándome la espalda. Me giré a tiempo para estabilizarme y no caer de culo al suelo por el chico que se tropezó conmigo

—Ten más cuidado —murmuré, tosca

El pelinegro me sonrió

—Oh, pero mira a quién tenemos aquí.

No puede ser. Es el idiota del veterinario

Me solté rápidamente, sin permitirle tocarme

—¿Qué quieres? —mascullé

—Joder, es mi día de suerte.

—Será mejor que te vayas.

—¿Es tu hermana? —miró a Eloise, sonriéndole—. Hola, lindura.

La niña arrugó el ceño

—Mi hermano te golpeará si miras así a Ali.

—No le hagas caso —sujeté su mano—. Mejor vamos a ver a los elefantes del otro lado, ¿te parece?

Ella no refutó, pero el chico no se movió

—¿Qué clase de truco debo hacer para que aceptes cenar conmigo?

—¿Qué tal si te metes en la jaula de los leones y dejas que te traguen?

—Graciosa —se rio—. Vamos, Alisson, no te hagas la difícil.

—Déjame pasar o no respondo.

—Aléjate de nosotras —Eloise le puso mala cara—. Mi hermano te va a dar tu merecido.

—Adivinaré —mencionó en burla—. Tu hermano es su supuesto novio, ¿no? ¿Y dónde está que no lo veo?

A su espalda, reconocí una silueta perfectamente

—Aquí —masculló, con molestia

El chico dio un respingo, girando de inmediato. Elliot tenía la mandíbula apretada cuando lo miró, alternó su vista a mí y obviamente a Eloise que tenía una sonrisa en su rostro

—Menos mal que llegaste —suspiró ella—. Estaba molestando a Ali.

—¿Ah sí? —preguntó, mirándolo

El pelinegro se fijó en su altura, tragando

—No, yo no... no hacía nada.

No cambió el ceño fruncido, ni siquiera cuando me miró a mí

—¿Algún problema, amor?

—No le hagas caso —rodé los ojos—. Solo es el idiota del veterinario.

Sus dos cejas se elevaron

—Así que eres el idiota —canturreó—. El que molesta a mi chica cada vez que va a comprar cosas para nuestro gato.

—No, yo no... —rio—. Por favor, hermano.

—Dale, dale —animó Eloise, en susurros, le di un pequeño empujón

Solté un suspiro

—Elliot, vámonos ¿sí? No vale la pena.

—Solo le voy a dejar en claro algo —dio un paso al frente, el chico no se movió, pero si vi como le costó abrir la boca—. Soy un hombre muy celoso, no me gusta que otros imbéciles pongan sus ojos en mi novia. Así que espero estar siendo claro, si descubro que seguiste molestándola me voy a enfadar.

Este asintió

—No... ya no voy a molestarla.

—¿Prometido? —se burló de su miedo

—Lo prometo, sí, sí, claro —asintió rápidamente

Rodé los ojos

—Ya lárgate —le gruñí al pelinegro que solo huyó despavorido. Elliot sonrió cuando se acercó a mí—. No me gusta que hagas esas escenas, puedo manejarlo.

—Eloise, ¿qué tal si ves a las jirafas? Están a diez pasos de aquí.

—Okey —ella se fue felizmente

Él puso sus ojos en mí

—No estás enojada de verdad —enrolló su brazo en mi cintura

—Quiero golpearte a ti.

—No —se rio, dejando un beso en mi mejilla—. Amor... solo te defiendo, yo puedo defenderte, ¿de acuerdo? Me gusta defenderte, y a ti te gusta.

Lo miré

—No ibas a golpearlo de verdad, ¿cierto?

—Ni siquiera se resistió, estaba asustado —se burló—. No volverá a molestarte, dalo por hecho. ¿Me perdonas?

Besó mis labios, tomando la respuesta por sí mismo

—Te amo —susurró—. Y correré a cualquier imbécil que quiera coquetear contigo.

Entrecerré mis ojos, pero no demostré reproche en absoluto. Su sonrisa se hizo más grande. Volvió a besarme con suavidad

—¿Me amas? —preguntó. Asentí—. Quiero oírlo.

—Te amo —murmuré enseguida

Besó mi frente

—Esa es mi chica.

—¡Oigan, quiero ver a los pingüinos! ¡Los pingüinos!

Suspiré

—Medio día —me convencí—. Solo queda medio día.

Él se carcajeó, y tomados de la mano, fuimos en busca de la niña de nueve años que se encontraba gritándonos en medio de las personas. 

*

Elliot mood posesivo es todo tierno jahshshshshsh lo amo😻😻😻

Instagram: mar_.watt

<3

Continue Reading

You'll Also Like

80.9K 6K 25
Sabía que me evitaba porque quizás nunca le había agradado. Sabía que no le molestaba ser indiferente con la vida. Sabía que al graduarnos cada qui...
31.5K 2.6K 27
"Él no puede ver la luz del sol, pero ella iluminará su vida." ⚠️ PORTADA HECHA POR: @Lea_Estrella ⚠️ ACTUALIZACIÓN: SOLO VIERNES O SÁBADO 🚫PROHIBID...
314K 20.4K 35
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
59.7M 1.4M 17
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...