Begonia © ✔️ (TG #2)

By ZelaBrambille

5.9M 523K 59.1K

Confió en sus promesas, pero lo único que le quedó a Margaret cuando él la abandonó, después de hacer el amor... More

Begonia ©
Personajes
Introducción
Prefacio | Frío como la nieve.
Capítulo 01 | Agonía
Capítulo 02 | Amargo
Capítulo 03 | Sed insaciable
Capítulo 04 | Dolorosa ausencia
Capítulo 05 | Odio arrebatador
Capítulo 06 | Arrepentimiento
Capítulo 08 | Insistencia
Capítulo 09 | Doble determinación
Capítulo 10 | Heridas tentadoras
Capítulo 11 | Medias confesiones
Capítulo 12 | Segundas oportunidades
Capítulo 13 | Sonrisas
Capítulo 14 | Metamorfosis
Capítulo 15 | Cielo claro
Nota importante
Capítulo 16 | Tormenta salada
Capítulo 17 | Recuerdos
Capítulo 18 | Entre oscuridad
Capítulo 19 | Nublado
Capítulo 20 | Aguacero
Capítulo 21 | Paraíso momentáneo
Capítulo 22 | Cristal
Capítulo 23 | Serpiente
Capítulo 24 | Fragmentos y abrazos
Capítulo 25 | Esperanza
Capítulo 26 | Descubrimiento
Capítulo 27 | Hasta pronto
Capítulo 28 | Espacios
Capítulo 29 | Eco de mentiras
Capítulo 30 | Delineando
Capítulo 31 | Rayo de sol
Capítulo 32 | Filo helado
Capítulo 33 | Pescar disculpas
Capítulo 34 | Admirando estrellas
Epílogo | Ardiente como el sol
Extra 01 | La canción de la libreta naranja
Extra 02 | MuN and THEBoss
Espacio para fan arts
MIS OTRAS HISTORIAS

Capítulo 07 | Cercana lejanía

154K 15.6K 1.3K
By ZelaBrambille

Canción: Set fire to the rain - Julia Sheer.

-*-

CAPÍTULO SIETE

Cercana lejanía.



«Espero que algún día me perdones porque no podré cumplir las promesas que alguna vez te hice. Me duele más, de verdad que lo hace. No soy bueno para las despedidas, pero me voy dejando mi alma junto a tu almohada. Te ama, James».

No puedo dejar de mirar la nota, ya ni siquiera me importa si me veo ridícula al cargarla conmigo. Repaso las líneas, las inspecciono buscando algo que nunca he encontrado.

El eco en mi cabeza sigue repiqueteando, recordándome que ha vuelto después de todo este tiempo, después de todos los problemas, de todas las heridas. James ha vuelto y yo solo quiero que regrese por donde vino.

En mis sueños escondidos, alguna vez quise que él regresara. Lo imaginaba entrando por una puerta, corriendo para abrazarme y para susurrarme que todo había sido una mala jugada que había creado mi mente; pero eso nunca pasó. Hoy sé que está en alguna parte de esta ciudad y, aunque si pienso en él mi corazón revolotea, sé que no lo quiero cerca.

A pesar de que creí que no iba a poder soportarlo, que moriría si lo veía de nuevo y comprobaba que ha estado bien sin mí, estoy más viva que antes. Más viva y más decepcionada que nunca.

Ya no tengo lágrimas, tal vez me he quedado seca. Quizá mi alma se ha cansado de marchitarse, mi mente de lamentarse y mi cuerpo de extrañarlo.

No sé qué hacer, sin embargo, no creo que tenga que hacer algo. Ha estado fuera de mi vida por un largo tiempo, sé perfectamente que la he pasado mal, que la pasé más alcoholizada que sobria, más llena de lágrimas que sonriendo; pero sobreviví sin él, no lo necesito.

Las llamas anaranjadas y amarillentas en la chimenea de roca bailan con un ritmo especial e inigualable, casi como si crearan sus propios acordes, su propia melodía y no pudieran evitar deleitarse con los sensuales movimientos.

Miro la única fotografía que me queda, un tono verduzco colándose como fondo, un jardín seguramente. La observo delineando con mis ojos nuestros rostros, nuestros ojos brillosos y los puntos altos de nuestras narices. En realidad, no recuerdo por qué sonreía, solo la conservé porque me recordaba a todo lo bueno que habíamos vivido. Ahora no sé si hubo algo bueno.

Cuando llevaba su cabello más revuelto que esas pelotillas resecas del desierto, me gustaba meter mis dedos en ese matorral rojizo y obligarlo a besarme porque sus besos me transportaban a otro lugar donde nada dolía y todo era paz.

No obstante, y aunque hiere, si estoy agradecida con él por darme unos cuantos meses de ilusión. Le doy las gracias por hacerme conocer el amor, ese que te saca el aire y te vuelve loca, que asesina por dentro cuando no lo tienes a tu lado.

Arrojo esa pequeña cajita de recuerdos que nunca me atrevo a olvidar ni dejar atrás, esa fotografía que me acompañó en los peores momentos y esa nota que marcó una etapa llena de hiel. Arrojo todo, no me quedo con nada, y me quedo fascinada por cómo el fuego quema, oscurece y mata.

El olor a papel quemado se cuela por mi nariz y me dice que todo estará bien porque por primera vez fui valiente.

Las esquinas de mi boca se levantan, pero luego bajan de nuevo. Si tan solo pudiera arrojar al fuego los recuerdos que más me torturan, aquellos que están tatuados en mi mente con tinta indeleble.

Una serie de carcajadas masculinas llegan hasta mis oídos, siento que voy a hiperventilar, pero me obligo a calmarme. Como no soy lo suficientemente fuerte, escapo antes de que puedan verme. Camino hacia la cocina y me posiciono a lado de mi mejor amiga, quien corta zanahorias y papas, se ha convertido en una gran cocinera y parece disfrutarlo. Cuando la conocí, no preparaba ni siquiera un poco de cereal con leche.

Me enfundo en un delantal con dibujos de manzanas rojas, ella señala otra pila de verduras, así que me pongo con ello. Finjo que estoy concentrada en el vaivén del cuchillo que yo misma estoy provocando, pero igual soy demasiado consciente de sus pasos y del momento exacto en el que entran en la habitación.

Me siento atrapada, justo como ayer.

Hoy en la mañana, Tess me pidió que dejara de beber porque no me iba a traer nada bueno, yo le aseguré que lo intentaría; pero en estos momentos repletos de tensión, no soy capaz de mantener una voluntad de acero. Y mi estómago ruge, rogando por un poco de vino. Respiro profundo, recordando que no puedo caer de nuevo, que no soy como mi padre, no quiero serlo.

—Hola, cariño —murmura Dan, ella le responde de la misma forma cariñosa y gira la cabeza para que él le de un besito en los labios—. Traje algo para las gemelas, ¿podrías venir a revisarlo?

El movimiento de la cuchilla contigua se detiene en seco, mis labios se aplanan y aprieto más el mango de mi instrumento sin detener mi labor. Esto es ridículo, es como si estuviéramos en Hushington.

Me siento morir cuando la castaña deja lo que está haciendo para seguir a su marido. ¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mí?

—Genial —susurro para mí misma, sin despegar los ojos de la tabla para picar y vislumbrando los cuadritos de apio regados frente a mí. Comienzo a temblar, sé que está en alguna parte mirándome y eso me pone nerviosa. No quiero terminar sin dedos.

—Si agarras el cuchillo de esa forma, te vas a cortar, luna —susurra a mis espaldas.

—Ha hablado el genio en el arte de cortar verduras —respondo con sarcasmo, queriendo que se largue y deje de llamarme de ese modo.

—No, solo digo que... —Mis ojos se abren con horror cuando su pecho se pega a mi espalda y mi respiración falla cuando sus manos se colocan sobre las mías. Su aliento en mi nuca me deja inútil y estancada en la misma posición.

—¿Q-qué c-cres que hac-ces? —Toda mi serenidad se me resbala en segundos. Me olvido de lo que estaba haciendo y recuerdo que debo mantener a mis rodillas estables o me caeré. Debería apartarlo, pero muy en el fondo disfruto del contacto.

—Te muestro cómo cortar apios —murmura en mi oído con simpleza y yo cierro los párpados con fuerza, rogándole a la poca dignidad que me queda para que lo aleje.

Sus manos se mueven con las mías de forma lenta y un tanto rítmica. James jamás ha sido el tipo de chico que hace estas cosas que solo salen en películas, esto es lo más sensual que alguna vez hicimos y yo no puedo con ello. Es más de lo que puedo soportar.

Juntando todo el valor que puedo, me enderezo y me suelto de su agarre, él se echa hacia atrás al sentir mi rechazo. Yo vacío lo poco que hice en la cacerola encima de las hornillas y limpio mis manos en el delantal.

La rabia fluye por mi sistema, no le ha bastado todo lo que me ha hecho, sigue burlándose de mí. Lo enfrento con decisión y me planto frente a él, mirando directamente a sus ojos cafés. James hace lo mismo, me mira sin pestañear, esperando por lo que tengo que decirle.

—No vuelvas a tocarme, no vuelvas a dirigirme la palabra como si no hubieran pasado siete años desde que me cogiste y me dejaste tirada en la cama, no vuelvas a llamarme luna porque mi maldito nombre es Margaret —gruño, encolerizada con un timbre bajo.

—Me temo que no será posible porque vengo a recuperarte —suelta como si me preguntara la hora, incluso sus comisuras tiemblan. ¡Hijo de puta!

No me puedo controlar, mi palma se levanta y choca contra su mejilla, logrando que un intenso picor se instale en mi mano y deje una gran mancha roja en su piel. Su cabeza se queda quieta y cierra los ojos, me avergüenzo, pero me hace feliz que sienta un poco de dolor. No se puede comparar con lo que yo pasé, pero al menos tendrá que sobarse.

—¡Me importa una mierda lo que quieras! ¡No quiero que te me acerques! —chillo fuera de mí, deseando con cada gramo de mi ser darle un puñetazo en uno de sus pómulos y no una simple palmada.

Me quito con enojo el delantal y lo arrojo hacia alguna parte. Salgo de la cocina y me encamino sin pensarlo hacia la salida. No puedo estar en la misma casa que él justo ahora.

—¡Maggie, espera! —grita, pero no me detengo. No quiero que se de cuenta de que lo sigo amando como el primer día.

Camino por la acera viendo rojo, repitiendo en mi cabeza su simple enunciado que me hace reventar. ¿Regresa después de siete años como por obra milagrosa y me dice algo así de la nada? Es como esa propaganda estúpida de cervezas. Debería saber que nunca voy a perdonarlo y dejar de lanzar cosas como esas, solo contamina mi tranquilidad y la suya.

Un supermercado se atreve a cruzarse en mi camino hacia ninguna parte después de al menos media hora. Sabiendo que estoy siendo irracional y actuando por instinto, me dirijo al interior para comprar aquellos productos que mi paz añora.

Elijo una botella de vodka y una cajetilla de cigarrillos. Los compro aunque sé que no debo caer en mis vicios por una tontería como esa, pero la sed hoy puede más que la razón.

Tomo mi bolsa de plástico, ignorando las miradas sorprendidas de las dependientas; ya me he acostumbrado a cierto patrón de gestos cuando ven a una chica comprar alcohol y nicotina, así que simplemente las ignoro y busco algún lugar donde pueda estar sola en el exterior.

Un parque solitario llama mi atención. Me siento en una banca escondida por un montón de árboles altos y obtengo la botella. Estoy a punto de destaparla para disfrutar y endulzar a mi lengua, cuando alguien me la arrebata de forma brusca. Me altero y quiero gritar para que me la regresen, pero luego lo veo sosteniendo lo que es mío con la frente arrugada.

—¡¡Regrésamela!! —grito, sintiendo cómo me punzan las venas del cuello y mis manos cosquillean. James alza la vista y me mira de una forma extraña.

—No, Maggie, no voy a dejar que te sigas destruyendo —murmura con tono neutral. Yo suelto una carcajada porque es la cosa más estúpida que ha dicho desde que llegó.

—Yo no me destruyo, tú me destruiste —susurro con la voz temblorosa. Traga saliva y respira profundo, mis ojos comienzan a empañarse—. Solo dame la botella.

Quiero rogarle para que me la regrese, para que se vaya, para que me deje con mi vida monótona y libre de preocupaciones. Necesito silencio, no el alboroto que causa en mi interior.

Observo cómo la suelta, intento impedir que se riegue en el suelo, pero él se abalanza al mismo tiempo y me toma por la cintura impidiendo que me acerque. Me revuelvo llorosa, James no me suelta a pesar de los golpes que reparto en su pecho, no me suelta ni siquiera porque estoy rogando como una demente.

—Lo siento tanto, cariño, lo siento, lo siento —repite e intenta tranquilizarme con besos en mi sien. Cuando me doy cuenta de que no lograré nada, me detengo y relajo mi cuerpo, como si fuera una marioneta,

Él me abraza y me mece, yo escondo mi cabeza en su cuello olvidando por un momento que lloro escondida en el enemigo. No tengo idea del tiempo que permanecemos así, pero podría quedarme en sus brazos eternamente.

—Quiero irme —susurro tan bajo que creo que no va a escucharme, pero lo hace. Sin embargo, no quiero moverme, se siente bien estar aquí con su olor lleno de ligeros toques de madera. Hay ciertas cosas que nunca cambian.

—Súbete a mis pies —pide él, despacio. Mi alma se derrite al recordar que frecuentemente me transportaba de un lado a otro de esa forma. Siendo tan pequeña, no era complicado caminar conmigo sobre él.

—Voy a manchar tus lindos zapatos —murmuro.

—Que se jodan los zapatos —dice sin demora. Me ayuda a hacerlo ya que yo estoy más concentrada en embriagarme con su aroma. Si no me dejó emborracharme con el vino, al menos tengo esto que parece funcionar y anestesiar mis malos sentidos.

Contengo la sonrisa de satisfacción porque no está bien que esté disfrutando de esto. Me quedo quieta sintiendo cómo sus pies se mueven junto con los míos con demasiada facilidad y la suficiente confianza.

Al acercarnos al vecindario, le pido que me deje caminar por mi cuenta, necesito poner distancia cuanto antes o terminaré besándolo y no quiero eso. A penas pongo un pie adentro de la casa de Tess y Dan, troto hacia la habitación de huéspedes que estoy ocupando sin despedirme o dirigirle la palabra. Me siento en una de las esquinas del colchón con mi frente entre mis manos. Me pierdo en mis pensamientos, en el mar de mis deseos imposibles.



Entramos a mi casa besándonos y apretujando nuestros cuerpos, queriendo estar más cerca de lo que era posible y permitido.

Mis padres no se encontraban en casa, habían salido de viaje por algo relacionado con el negocio de autos, algo sobre poner una sucursal en otra ciudad. Mi padre vivía de eso, vendía autos usados. La verdad es que no solía involucrarme en eso porque el mundo de la venta de coches no era algo que llamara mi atención.

Sabía que era el día perfecto, el momento indicado para estar con él a solas. No tenía idea de si ocurriría algo, pues él continuamente se controlaba y terminábamos con nada más que caricias y besos, aun así quería estar con James.

Lo observé desde mi posición, se veía demasiado guapo vestido con ese elegante traje sastre hecho a la medida. Esbozó una sonrisita que me quemó por dentro, así que me acerqué.

Estaba orgullosa de él, al fin se había graduado, era un médico. Sus sueños estaban cumpliéndose y eso también me hinchaba el corazón de alegría, no había nada que quisiera más que verlo contento. Por su sonrisa era sencillo adivinar que lo estaba.

Me había guardado mis sentimientos demasiado tiempo por miedo, sentí que había llegado la hora de decirle lo mucho que lo quería. La emoción se alojó en mi garganta y sentí a mis manos sudar.

—Te amo, James —susurré, ansiando que supiera lo mucho que significaba para mí. Un brillo surgió en sus pupilas y sus manos me abrazaron todavía más, mientras nos movíamos en un baile calmado. Yo solo me deleitaba con su olor y su cercanía.

—Yo también te amo, luna —dijo él, produciéndome un estremecimiento que terminó por apartar cualquier espacio que hubiera entre los dos.

Me colocó sobre sus pies y comenzó a caminar hacia mi habitación, nos consumimos en besos que enchinaron cualquier rincón existente en mí. Sus manos me crearon un cielo único en el que me puse a colgar yo misma las estrellas. Creí que no podría nunca amarlo más, pero estaba equivocada, era posible.

Dejé que adornara mi cuerpo con sus labios juguetones y que su aliento mentolado me torturara en lugares que nunca nadie más había explorado. James me hizo suya como si yo fuera un cristal, pero también como si yo fuera el diamante más resistente.

Al final, sus brazos me rodearon con posesividad y me adhirieron a su piel sudorosa. Pude cerrar los ojos y dormir en esa cómoda almohada con mi mundo coloreado de rosa, mientras unos dedos acariciaban mi espalda con un ritmo hechizante.

Me dormí pensando que estaba en el paraíso, me desperté viendo la realidad del crudo infierno.

Un infierno repleto de las mismas llamas en las que más temprano había decidido que quemaría cualquier cercanía entre los dos, unas llamas que habían consumido nuestra fotografía y esa nota que era como una maldición. No estaba tan segura de poder lograrlo.


-*-

Esto me pone melancólica :c

No se olviden de darme sus opiniones y, si les gustó, votar, ya saben que no me gusta pedirles cosas; pero me he dado cuenta de que son muy pocos votos en comparación con las lecturas. Así que les ruego que si les gusta, me den estrellita. Agradezco mucho que estén aquí.

Nos vemos pronto :3


Continue Reading

You'll Also Like

8.4K 909 33
Mariposa: De cómo curar tu corazón y empezar a volar Segunda parte de: "Crisálida: De cómo crecer y no perder el corazón en el intento" Jardín de sec...
77.9K 6.4K 32
Primer libro de la saga "Perfecto Dilema" Natalia (una chica de baja estatura pero atractiva) fué abandonada por su primer amor Matías ya que él la q...
1M 175K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...
247K 34.7K 20
Un crimen. Un coche. Una carretera. "Solo nos rodea la oscuridad, una gasolinera cerrada y las estrellas. Ellas siguen siendo los únicos testigos del...