La Menor

By Msol-Sanchez

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El prominente abogado Bastian Davis conocido como "El Lobo de Minnesota" ha decidido casarse con unas de las... More

Prólogo ✔️
Capítulo 1 ✔️
Capítulo 2 ✔️
capítulo 3 ✔️
Capítulo 4 ✔️
Capítulo 5 ✔️
Capítulo 6 ✔️
capítulo 7 ✔️
capítulo 8 ✔️
Capítulo 9 ✔️
Capítulo 10 ✔️
Capítulo 11 ✔️
Capítulo 12 ✔️
Capítulo 13 ✔️
Capítulo 14 ✔️
Capítulo 15 ✔️
Capítulo 16 ✔️
Capítulo 18 ✔️
Capítulo 19 ✔️
Capítulo 20 ✔️
Capítulo 21 ✔️
Capítulo 22 ✔️
Capítulo 23 ✔️
Capítulo 24 ✔️
Capítulo 25 ✔️
Capítulo 26 ✔️
Capítulo 27 ✔️
Capítulo 28 ✔️
Capítulo 29 ✔️
Capítulo 30 ✔️
Capítulo 31 ✔️
Capítulo 32 ✔️
Capítulo 33 ✔️
Capítulo 34 ✔️
Capítulo 35 ✔️
Capítulo 36 ✔️
Capítulo 37 ✔️
Capítulo 38 ✔️
Capítulo 39 ✔️
Capítulo 40 ✔️
Capítulo 41 ✔️
Capítulo 42 ✔️
Capítulo 43 ✔️
Capítulo 44 ✔️
Capítulo 45 ✔️
Capítulo 46 ✔️
Capítulo 47 ✔️
Capítulo 48 ✔️
Capítulo 49 ✔️
Capítulo 50 ✔️
Capítulo 51 ✔️
Capítulo 52 ✔️
Capítulo 53 ✔️
Capítulo 54 ✔️
Capítulo 55 ✔️
Capítulo 56 ✔️
Capítulo 57 ✔️
Capítulo 58 ✔️
Capítulo 59 ✔️
Capítulo 60 ✔️
Capítulo 61 ✔️
Capítulo 62 ✔️
Capítulo 63 ✔️
Capitulo 64 ✔️
Capítulo 65 ✔️
Capítulo 66 ✔️
Capítulo 67 ✔️
Capítulo 68 ✔️
Capítulo 69 ✔️
Capítulo 70 ✔️
Capítulo 71 ✔️
Capítulo 72 ✔️
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Capítulo 73 ✔️
Capítulo 74 ✔️
Capítulo 75 ✔️
Capítulo 76 ✔️
Capítulo 77 ✔️
Capítulo 78 ✔️
Capítulo 79 ✔️
Capítulo 80 ✔️
Capítulo 81 ✔️
Capítulo 82 ✔️
Capítulo 83 ✔️
Capítulo 84 ✔️
Capítulo 85 ✔️
Capítulo 86 ✔️
Capítulo 87 ✔️
Capítulo 88 ✔️
Capítulo 89 ✔️
Capítulo 90 ✔️
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Capítulo 91 ✔️
Capítulo 92 ✔️
Capítulo 93 ✔️
Capítulo 94 ✔️
Capítulo 95 ✔️
Capítulo 96 final ✔️
Epílogo ✔️
Información importante
Extra 1 ✔️
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Capítulo 17 ✔️

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By Msol-Sanchez

POV KIARA WALTON

Me encontraba durmiendo cuando unos ruidos provenientes del pasillo me despertaron, no comprendía sé si se trataba de un sueño o era algo real, me cubrí con la sábana cerrando mis ojos nuevamente, pero unas risas me hicieron reincorporarme sobre la cama de golpe, esto no era producto de un sueño, había alguien en el departamento; me paré de la cama caminando hasta la puerta de la habitación.

Pegué mi oído a la puerta escuchando una voz que no pude reconocer.

—Bastián— expresó alguien entre risa.

No es una opción, es que debo salir a ver qué sucede, pero primero esperaría a que las voces que se escuchaban en el pasillo de las habitaciones ya no se escucharán. Pasaron algunos quince minutos cuando tomé el pomo de la puerta girándolo silenciosamente.

Salí al pasillo encontrando todas las luces apagadas, ¡perfecto! Solo llevo algunas horas en este lugar y ya empezaba a volverme loca, me di vuelta para entrar a mi habitación, sin embargo, algo llamó mi atención, la puerta de la habitación de Bastián se encontraba entreabierta, dudé si caminar hasta ella o volver a mi habitación.

<< ¿Qué se supone que debo hacer?>>

''—No entrar a mi habitación sin mi permiso...''

Fue la primera regla que estableció Bastián de las tantas que dijo.

—¡Bastián...! — gimió alguien dentro de su habitación.

<< ¡A la mierda!>>

Caminé hacia la puerta sintiendo mi corazón latir frenéticamente, traté de hacer la menor cantidad de ruido posible, no sé por qué, pero algo dentro de mí empezaba a arder sin poder contenerlo. Tomé la manija de la puerta abriéndola un centímetro más, necesitaba saber qué ocurría en esa habitación, para mi sorpresa Bastián estaba sobre su cama y una chica encima de él a horcajadas, era evidente lo que estaba sucediendo.

La chica se puso en pie caminando a algún lugar que no pude ver, mientras Bastián salía de la cama perdiéndose en mi campo de visión; dejé mi boca abierta por un segundo, ese maldito me pegaba los cuernos el mismo día de nuestra unión, y en nuestra propia casa, ¡era el colmo!

Bajé la cabeza buscando comprender qué debo hacer, pero la puerta se abrió un poco más, extendí mi brazo rápidamente tratando de tomar la manija, y sin esperarlo alguien abrió la puerta completamente.

La miré.

El agua proveniente de la regadera del baño se escuchaba.

—¿Puedo ayudarte en algo? — indagó la chica en frente de mí.

Abrí mi boca, y la volví a cerrar cuando ninguna palabra pudo salir por ella, me giré rápidamente para regresar a mi habitación y encerrarme con seguro.

Pegué mi espalda a la puerta sintiendo como mi corazón amenazaba con salir de mi caja torácica. No sé por qué diablos me molestaba que trajera a una de sus putas a esta casa, era su departamento, no el mío, no obstante, me enfurecía que me prohibiera traer a un amigo o conocido cuando él podía hacerlo.

Después de esto consideraría realizar una fiesta aquí.

Unos toques en mi puerta me hicieron despegar mi espalda de ella. Era claro que se trataba de él.

—¡Kiara, abre la puerta! — gritó Bastián.

No dije nada, él se escuchaba furioso.

—¡Abre la puerta, maldita mocosa! — rugió golpeándola más fuerte. Quizás ya se había dado cuenta lo que le hice a sus ropas.

POV BASTIAN DAVIS

Llegué al departamento con Bárbara hace unos minutos, esta noche necesitaba tenerla en mi cama, el casamiento con Kiara me tenía estresado.

La tomé por la cintura dándole vuelta pegándola a la pared.

—¿Desesperado, señor Davis? — dijo con coquetería.

—Un poco, a decir verdad, sabes que no me gusta esperar— pronuncié comenzando a levantar su vestido.

—Bastián— chilló entre risa.

Cargué a Bárbara en brazo conduciéndome a mi habitación, miré la puerta de la escuincla, la cual se encontraba cerrada, debía de estar durmiendo.

Qué irónica resultaba la vida, se supone que esta noche a la que debía llevar en brazo era a mi esposa, claro, si fuese un matrimonio real.

Entré a la habitación dejando a Bárbara delante de la cama, ella llevó su mano a mi pecho, empujándome al colchón, subiéndose encima de mí, comenzó a moverse sobre mi verga, sostuve sus piernas fuertes elevando mi pelvis para que sintiera lo duro que me tenía.

—Bastián— gimió moviéndose más rápido. Cerró sus ojos llegando a su orgasmo, era increíble como podía alcanzarlo con tanta facilidad, solo bastaba frotarse contra mi verga y su coño ya lo tenía mojado para mí.

—Necesito un trago— pidió ella poniéndose en pie.

—Sírvete lo que quieras— expuse señalado las botellas sobre la mesa de centro delante del sofá, suelo tener algunas botellas, a veces no puedo dormir y me gusta tomar algo mientras veo las calles de Minnesota desde el balcón.

Me puse en pie adentrándome al baño, necesitaba una ducha.

***

Salí del baño enredado en una toalla encontrándome con Bárbara completamente desnuda sobre mi cama.

Sonreí mirando detalladamente su cuerpo, no poseía grandes curvas, era la regla entre los estándares de belleza para ser una modelo, de hecho, su éxito en las grandes casas de moda se debía a su estatura, peso y facciones de su cara, sin contar que sus padres eran personas importantes en el mundo de la moda.

Ahora que lo pensaba, la mayoría de las mujeres con las cuales cogía no tenían grandes curvas, ni traseros voluptuosos, o grandes tetas.

—Si no te cubres te vas a resfriar— bromeé acercándome a la cama.

—Por qué mejor no vienes a la cama y...— decía gateando sobre el colchón — me ayudas a entrar en calor— concluyó con voz seductora llevando su mano a la toalla que rodeaba mi cintura, quitándomela.

—No sé si estas seguras de lo que haces— manifesté mientras ella bajaba de la cama y se colocaba de rodillas delante de mí.

La muy zorra rodeo mi verga con su mano, la tomé del cabello obligándola a mirarme.

—Hasta el fondo— emití quitando su mano de mi verga; ella abrió su boca esperando recibirla gustosa.

—¿Podemos no hacer ruido? — soltó antes de que la entrara.

—¿Qué?

—La chica— explicó.

—¿De qué hablas? — pregunté sin comprender.

—La chica.

—¿La chica? ¿Cuál chica? — indagué rogándole a Dios que no se tratará de Kiara.

—La bajita, bonita, castaña— indicó Bárbara.

—¿Bajita, bonita y castaña? — repetí.
—Tengo entendido que vas a casarte con Kate Walton, y esa chica es su hermana, así que hablo de tu cuñada— indicó.

—No es mi cuñada, es mi esposa— confesé sintiendo algo de remordimiento por Kiara, pero quién la mandaba a espiarme.

—¿¡Tu esposa!? ¿¡Te casaste con esa niñata!?— vociferó ella poniéndose en pie.

—Bárbara...

—¿¡Y cuándo pensabas decírmelo, Bastián!?

Tomé la toalla del suelo cubriéndome.

—No tengo por qué informarte de las cosas que haga con mi vida.

—¡Es una mocosa! — escupió.

—Tiene veintiuno— informé.

—¿Y? Ella no te representa. Cuando escuché que te casabas con Kate Walton pude entenderlo, una empresaria exitosa que representa a su padre en la cadena de Hoteles Walton, la competencia de Taylor y Erick Walton, el orgullo de Rob; una mujer a tu altura, literal, hermosa, inteligente, capaz, pero rechazaste mi idea de tener algo serio por una escuincla— comentó.

Masajeé mi frente.

—Debo pedirte que te vistas y te vayas, te llamaré un taxi— dije sin poder creer lo que estaba haciendo, estaba perdiendo la oportunidad de un buen polvo por una mocosa.

Bárbara buscó su empezando a vestirse.

Caminé a mi walking closet para buscar algo de ropa, debía hablar con Kiara, en este departamento estaba prohibido espiarme, pensé que Rob Walton me entregaría a una esposa, no a una niña que educar.

Pero todo pensamiento abandonó mi cabeza cuando desde la puerta empecé a ver pedazos de telas tiradas por el piso, me adentré al interior del clóset viendo mis ropas hechas pedazos, camisas de casi mil dólares, hecha nada, trajes de más de cinco mil dólares ahora están convertidos picadillos en el suelo, mis corbatas... la muy maldita no dejó una sin cortar.

Vi la sección de mis pantalones...

<<Mataré a Kiara>>

Me giré para salir directo a la habitación de esa enana diabólica, pero antes de salir vi algo escrito en el espejo con labial rojo.

''Ahora estamos a manos, imbécil''

No podía creer lo que había hecho, ¿acaso Kiara ha perdido la razón? Sé que lo hizo por lo de sus ropas, pero le compré un guardarropa completo que me costó más de cien mil dólares.

Me coloqué un pantalón saliendo disparado de la habitación.

—¿Sucede algo? — me preguntó Bárbara caminando detrás de mí.

—Necesito que te marches ahora— ordené tomándola por el brazo.

La llevé a la sala, marqué a la recepción del edificio pidiendo un taxi; le di algo de dinero para que pague el taxi y comprará algo para ella, ya que la traje hasta aquí para nada.

—Bastián, espera— dijo.

Abrí la puerta del departamento sacándola.

—¡Eres un maldito idiota! — espetó furiosa.

Cerré la puerta dirigiéndome a la habitación de la mocosa, tomé la manija girándola, pero ella le había colocado seguro.

Toque varias veces sin recibir respuesta.

—¡Kiara, abre la puerta! — grité.

Con cada segundo que pasaba la rabia crecía dentro de mí.

—¡Abre la puerta, maldita mocosa! — rugí, tocando más fuerte.

Me dirigí a la cocina, en algún lugar el ama de llaves debía tener la llave de esa habitación; busqué por todo lado, sin encontrarla.

<<Cálmate, cálmate, no puedes perder los estribos por una niñata>> me dije.

Me fui a mi habitación, sabía que hoy ella no abriría esa puerta, pero mañana tendría que salir y cuando lo hiciera nada la salvaría de su castigo, ni mucho menos de mi furia.

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