Capítulo 10 ✔️

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POV KIARA WALTON

Las manos de Bastián agarraban mi vestido por encima de mi trasero para que no se me subiera, mientras yo gritaba y hacia pataletas encima de su hombro.

—¡Suéltame maldita bestia! — grité rabiosa. —¡Eres un imbécil! — vociferé. Bastián me propinó una nalgada antes de abrir la puerta del baño.

—¡Te odio! — gruñí.

Me sentó encima del tocador. Se giró sobre sus talones cerrando la puerta con pestillo, me bajé inmediatamente yendo a la puerta con intención de salir rápidamente, pero el muy maldito volvió a agarrarme con su brazo sentándome de nuevo sobre el tocador.

Estaba como loca, parecía una loca, la ira invadía cada parte de mi destrozándome, descontrolándome, no quería verlo, no quería tenerlo de frente, iba a matarlo.

Pegué mis puños en su pecho, golpeándolo, necesitaba desahogar mi furia contra de él, en contra de mi padre, en contra de todos.

—¡Te odio, Bastián Davis! — le grité pegándole fuerte. —Te odio, te odio, te odio—sollocé golpeándolo hasta que me cansé y mis golpes empezaban a hacerse débiles.

Podía verlo mirándome, pero no hacía nada para detenerme, su mirada me desafiaba a seguir golpeándolo, no quería ver su maldito rostro, no quería recordar que tenía que casarme con él, que debía estar bajo su mismo techo, no quería nada de él.

—¿Terminaste? — indagó luego de que me detuve.
—¿Qué? — susurré sin entender.
—Ahora es mi turno de desahogarme— anunció acercándose a mí, prendiéndose de mi boca.

<<¿Qué demonios?>>

Bastián posó una mano en mi cintura y con la otra sostuvo mi barbilla de forma hosca, manteniendo sus labios sobre los míos, me besaba con fuerza, con rabia, podía sentir como deseaba castigarme, levanté mis manos para alejarlo, pero solo se pegó más a mi atacando mi boca como lo que era, un completo salvaje.

Mentiría si dijese que no lo disfrutaba, he besado a varios hombres, pero ninguno con su intensidad, su perfume o su loción corporal amenazaba con hacerme desvariar, me cachete mentalmente obligándome a mantener mi compostura delante de él, sin embargo, su lengua se movía de forma majestuosa dentro de mi boca; me sostuve de su camisa con firmeza cuando sentí mi cabeza explotar en mil sensaciones.

<<¿Qué ocurría exactamente?>>

No sé si era porque llevaba meses sin besar, pero debía admitir que él sabía cómo hacerlo, sabía cómo seducir a una mujer con solo un beso, y al recordar esto me detuve de forma brusca alejándolo de mí, propinándole una cachetada.

—No pertenezco a tu grupo de putas— espete, mirándolo con recelo.

Podía ver su cara de frustración, aunque me importaba muy poco lo que sintiera esa bestia.

En ese momento algo bajaba de mi nariz, llevé mi mano inmediatamente a ella, estaba sangrando.

—Kiara— se acercó Bastián tomando algunas toallas del portapapeles llevándola a mi nariz.
—Estoy bien, siempre me ocurre— expliqué.
—Inclina la cabeza hacia abajo, te llevaré al hospital— dijo con falsa preocupación, no le creía nada.
—No es necesario, desgraciadamente no moriré antes de la boda— ironicé.

—¿Cómo puedes jugar en este momento? — gruñó sosteniendo la toalla en mi nariz.

—Solo hay que esperar— expliqué.

Estuvimos alguno minutos en la misma posición, yo sobre el tocador y el apretando mi nariz con la toalla de papel hasta que alguien empezó a tocar la puerta, incesable.

—¡Joder! — gruñó Bastián.

—Debemos salir— comenté escuchando los toques nuevamente en la puerta.

—Sostén la toalla— me pidió dirigiéndose a la puerta. Lo escuché gritarle a la persona que estaba fuera, volviendo a entrar.

—Te llevaré a casa— anunció.

—Vine en mi auto— respondí fría.

—Llamaré Duclen para que lleve el auto a tu casa— declaró sacando su móvil, llamando a su asistente.

Tuvimos que esperar una hora para que el asistente de Bastián apareciera en el bar.

***

Bastián conducía, me llevaría a casa.

Estaba sentada en el asiento copiloto a su lado mirando por la ventana, mi aspecto debía ser desastroso, podía oler la sangre en mi cara.

—No me dirás cómo debo vestirme— espeté.

—No solo serás mi esposa por un papel, lo serás allá afuera delante de todos ¿Crees que estaría feliz al saber que mi esposa está en las portadas de las revistas de chisme por bailar como un sexy dance en un bar? Necesito que tomes esto en serio, deberás acompañarme a eventos, cenas, viajes de negocios y reuniones— explicó el como si me importara.

—No seré tu esposa trofeo, tengo mis propios asuntos los cuales atender— sostuve.

—¿En serio? ¿Cómo cuáles? ¿Dedicarte a rayar autos costosos? — ironizó Bastián sonriendo de lado.

No tenía ganas de iniciar una nueva pelea con él, así que preferí ignorarlo.

—¿Cuándo es tu graduación? — demandó saber la bestia.

—No irás— respondí cortante.

—Entonces no me digas, nos veremos en la universidad— manifestó estacionándose en frente de mi casa.

Me quité el cinturón rápidamente sin esperar que él me abriera la puerta, no me interesaba saber su nivel de caballerosidad, rodeé el auto viéndolo salir y recostarse de brazos cruzados en el auto.

—Kiara— me llamó.

Miré a Bastián con cara de pocos amigos, no quería escucharlo, cada vez que abría su boca era para decir alguna estupidez.

—Me preguntaste si me gustaba tu vestido de soltera, a decir verdad, no... ¿Te gustó sentir mi verga en tu espalda? — inquirió seductor.

—¡Jódete, Bastián! — le grité mostrándole mi dedo corazón.

—¡Cuando seas mi esposa te arrancaré ese maldito dedo! — vociferó como loco a mitad de la calle.

<<Los vecinos quejarían mañana>>

Me di la vuelta caminando a Duclen quien se acercaba a nosotros, le arrebaté la llave de mi auto de la mano corriendo a mi casa.

Vi el auto de Kate estacionarse en el parqueo de la casa, maldije mentalmente. Me acerqué a la puerta sin mirar atrás, escuché el auto de Bastián arrancar.

—¿Era Bastián? — preguntó Kate a mi lado mientras yo rebuscaba en mi bolso la llave para abrir la puerta.

—Sí— respondí a secas.

—¿Están saliendo?

—¿Qué? ¡Santos cielos, no! — chillé.

—Conozco a algunas mujeres que han salido con él y ninguna habla muy bien de él— informó ella.

—Y aun así, tu ibas a casarte con él— escupí encarándola.

—Kiara— susurró Kate.

—Kate ¡no! No quiero escucharte.

—Yo lo siento— tartamudeó ella.

—¿Lo sientes? Tú no eres quién ha perdido el control de sus acciones, no eres quién está haciendo todo esto— arremetí en contra de ella.

—¿Has sangrado otra vez? — inquirió sujetando mi cara, ignorando mis reclamos.

—Estoy bien— aseguré zafando mi cara de su mano.

—Ven a mi habitación te limpiaré, si mamá te ve así le dará un infarto—me pidió ella.

Abrí la puerta ingresando a casa.

La MenorWhere stories live. Discover now