POV KIARA WALTON
Entré a mi nueva habitación, barrí el lugar con mis ojos buscando mis maletas sin encontrarla por ningún lado, le pedí a James que nadie tocará mis cosas hasta que yo llegará al departamento de Bastián, pero al parecer el personal había organizado mis cosas, lo sabía porque sobre la cómoda descansaba algunos de los portarretratos con fotos mías y de mi familia que empaqué.
En otra circunstancia me hubiese quejado, pero qué culpa tenía el personal de lo que le ordenara hacer su verdugo.
Mi móvil sonó en mi bolso, lo abrí tomándolo, era mi madre.
—Mamá.
—Kiara, cariño ¿Cómo va todo? — indagó Hilda.
—Mamá, apenas nos vimos hace tres horas, estoy bien— expresé exasperada.
—Perdón, solo quiero asegurarme de que estes bien.
—Bueno, mi esposo se acaba de ir a follar con alguna puta, así que, si eso es estar bien, pues estoy excelente mamá— expuse sincera.
—Ay cariño cuanto lo siento, de verdad, yo...
—No importa— interrumpí.
—Kiara...
—Tomaré una ducha y me iré a la cama— volví a interrumpir —quizás mañana las cosas estén mejor.
—Un baño con sales aromáticas suena bastante bien— manifestó con falsa alegría.
Me dirigí al clóset con intención de buscar una de mi pijama antes de entrar al baño, pero lo que vi me dejó boquiabierta, ningunas de mis ropas se encontraban allí, en cambio, un clóset de ropas nuevas estaba en frente de mí.
—¡Mierda! — gruñí.
—Kiara— habló mamá en la línea.
—Mamá, te llamo luego— indiqué colgando, arrojé el móvil sobre la cama.
<<¿Qué diablos hizo Bastián con mis cosas?>>
Salí de mi habitación hecha una furia, alguien debía explicarme que había hecho esa bestia con mis cosas.
Fui a la cocina solicitando que el personal de limpieza conmigo se reuniera conmigo.
—¿Sucede algo, señora Davis? — preguntó el ama de llaves tiernamente.
Miré a la señora, no podía gritarle a ella o a las demás, sabía que seguían órdenes de él, no podía simplemente desquitar mi furia con ellas.
—¿Quién ordenó mis cosas? — indagué tratando de sonar lo más serena posible.
—Nosotras, señora Davis— respondió el ama de llaves refriéndose a ella y a dos jóvenes más.
—¿Por qué no están mis antiguas cosas en mi habitación? ¿Dónde están mis maletas?
El ama de llaves miró a las chicas.
—El señor Davis dio la orden de enviarlas a un centro de acogida— explicó una de las chicas.
— ¿¡Donó mis cosas!? — chillé sin poder creerlo.
—Pero no se preocupe señora Davis, solo fueron las ropas, sus zapatos, bolsos y demás cosas están en su habitación— aseguró rápidamente el ama de llaves algo preocupada.
No podía articular palabra alguna.
—¿Y cómo se lo pidió el imbécil? ¿Con cara de satisfacción? — pregunté como loca.
Todas se miraron.
<<Esto era inaudito>> pero no dejaría las cosas así.
—Necesito una tijera— pedí.
—¿Cómo? — expresó el ama de llaves.
—Tráigame una tijera— le ordené.
—Señora Davis, creo que no es la mejor forma de...
—¿Debo repetírselo de nuevo? — escupí.
Ella se quedó en silencio, sus ojos me gritaban que no lo hiciera.
—Vaya por una tijera— volví a ordenar.
Ella asintió dándose vuelta.
—Señora Davis, debería reconsiderar...
Clavé mis ojos en la chica que hablaba, ella cerró su boca.
El ama de llaves regresó, extendí mi mano a ella para que me entregara la tijera, ella me la dio lentamente.
—¿Quién se encarga de lavarle las ropas a Bastián? — demandé saber.
—El señor la envía a la tintorería— explicó una de las chicas.
—Entonces ¿Quién se la organiza en el clóset? — interrogue, pero ellas se quedaron en silencio.
—¿¡Quién se la organiza!?— grité.
<<Maldición, por qué debían hacer todo tan difícil>>
—Yo— dijo el ama de llaves.
—De acuerdo, acompáñame— le ordené saliendo de la cocina para ir directo a la habitación de ese bastardo.
Abrí la puerta de la habitación de Bastián; era muchísimo más grande que la mía, todo estaba debidamente ordenado, di algunos pasos acercándome al balcón, la vista era impresionante, pero no entré a su habitación a apreciarla.
—¿Dónde está el clóset? — le pregunté al ama de llaves.
La señora se condujo hasta una puerta.
—Aquí— dijo.
No espere nada más, caminé rápidamente abriendo la puerta, era un walking closet bastante amplio, había cientos de camisas y pantalones, todo estaba estrictamente ordenado por colores.
—¿Cuál es su camisa favorita? — indagué.
—Señora— susurró ella, podía percibir su miedo en el tono de su voz.
—Sabe que, vaya por las camisas más costosas del imbécil de Bastián— pedí con rabia.
El ama de llaves caminó lentamente hacia el área de camisas.
—De paso también elija sus corbatas más costosas; la bestia necesita ser domada — expresé firme.
—Señora Davis, creo que no es correcto.
—Si Charlotte Davis no fue capaz de terminar de educar a su hijo, yo voy a enderezarlo.
El ama de llaves suspiró.
Entendía su posición, sin embargo, no vine aquí para aguantar las estupideces de Bastián, una cosa era vivir bajo su techo y una muy distinta es que se haya atrevido a deshacerse de mis cosas, si vamos a jugar este juego, era mi turno para mover la ficha, no daría mi brazo a torcer.
***
Volví a mi habitación luego de destruir más de cincuenta camisas y una cantidad considerable de corbatas, no quería meterme con sus pantalones, pero aún no me olvidaba de su estúpido regalo, el charm de enano, así que decidí hacerles algunas modificaciones a sus pantalones, pronto llegaría el verano en Minnesota, así que Bastián necesitaría refrescar sus piernas.
Le pedí al personal que hoy salieran una hora antes de lo habitual, si Bastián regresaba temprano al departamento no quería que ellos estuvieran presentes para presenciar lo que iba a suceder, no quería que el personal siguiera presenciando mas de lo que ya ha presenciado entre nosotros, aunque estaba segura de que todos ellos tuvieron que firmar algún acuerdo de confidencialidad, si me hizo firma uno a mi que seria su esposa, no imagino a sus empleados.
La cocinera antes de marcharse me informó que dejó mi cena en el refrigerador, a pesar de haberle dicho que no tenía hambre, era imposible que algo me pasará por la garganta luego de hacer lo que hice.
A decir verdad, no quería hacerlo, no era mi manera de comportarme, estaba claro que mi estabilidad emocional y psicológica estaba siendo afectada por Bastián.
Empecé a ver las ropas en mi clóset, no tenía mal gusto si las eligió él, la gran mayoría eran traje de oficina, vestidos de fiestas, blusas de colores monocromáticos, vaqueros, trajes de baños, pantalón de vestir, sudaderas, ropas básicas, deportivas, era una gran variedad; me sorprendí al revisar el cajón de las lencerías.
<< ¿Qué rayos pretendía Bastián?>>
Había cientos de lencerías de diferentes tipos y formas, algunas que nunca me he atrevido a utilizar y otras que eran de mis favoritas. No comprendía por qué desecho mis ropas sin todas las que están aquí lucen exactamente igual a la de mi antiguo guardarropas ¿Quién habrá elegido estás cosas?
Claramente hoy no iba a saber quién las eligió, pero quizás mañana Bastián me lo diría.
Me metí a la cama para dormir, hoy fue un día bastante pesado, y sé que mañana no sería menos diferente cuando Bastián Davis entre a su walking closet, quizás me mate, pero moriré satisfecha al ver su cara arder de ira. Nunca imagine que nuestro primer día de casados fuera de esta manera, y sí todos los días que faltan serían de la misma manera no sé hasta cuando lo soportaremos.
Estaba claro que debimos establecer más límites de convivencia, pero lo único que hizo la bestia fue prohibirme cosas desde que llegué a su departamento.
POV BASTIAN DAVIS
—Bárbara, gracias por venir.
—Si el Lobo aúlla, qué mujer no escucharía su rugido— manifestó la modelo de un metro ochenta, en frente de mí.
—Dejaste de asistir a uno de tus eventos de moda, sé lo importante que son estas cosas para ti.
—He asistido a cientos de esas cosas, prefiero estar aquí contigo— declaró tomando su copa de la barra —te noto algo distraído ¿Qué sucede?
—No es importante, además no viniste aquí para escucharme hablar de mis asuntos.
—¿Todo bien con las negociaciones entre los Davis y los Walton?
—Mi padre se encarga de eso, y yo me encargo de otras cosas— expuse.
Tomé mi vaso bebiendo mi whisky hasta el fondo, buscando olvidar la otra cosa del cual me encargaba yo.
—La prensa dice que te casarás con una Walton.
—No lo sé, la prensa últimamente esta diciendo la verdad— expresé indicándole al barman que rellenara mi vaso.
Bárbara deslizó su mano por mi pierna, llevé mis ojos a los de ella.
—Quiero coger contigo estado sobrio, Bastián; no has parado de tomar desde que llegaste— criticó.
—Quiero tenerte encima de mí.
—Entonces vamos a mi casa— propuso.
Me reí.
—¿Qué? — inquirió sin entender por qué me reía.
—¿Ir a tu casa? ¿Es en serio? Vives con tus padres— le recordé.
—Sabes que no hay problemas con respecto a eso.
—Si tu idea es ilusionar a tus padres con una posible relación entre nosotros, desde ya te digo que no va a pasar.
—Lo sé, esto es solo sexo para ti.
—Bárbara...
—No he olvidado mi posición contigo Bastián, aun recuerdo que no significo nada.
—Vamos a mi departamento— intervine levantando mi mano, acaricié su labio inferior con mi pulgar, ella suspiró.