Subí las escaleras y veía como la ciudad se movía, siempre que me enojaba o me sentía triste.
Y ahora estaba más que nada un poco enojada.
Alguien abrió la puerta, voltee y era mi padre con dos vasos llenos de helado de chocolate con una cereza arriba, ¿Cómo sabía todo esto?. Simple eso siempre hacía cuando subía a la azotea.
-Toma.
Agarre el vaso y comencé a comer el helado, ¿Qué?, no me juzguen la comida siempre ayuda y más si es chocolate.
-Gracias.
-Hija, porque no te intentas llevar bien con Abby.
-Papá, ella es la que siempre me provoca... Además las dos somos muy diferentes, tenemos diferentes puntos de opinión, ella es fresa y yo chocolate, ella es rosa y yo morado. NUNCA nos llevaremos bien.
Mi padre se quedó pensando. Mientras yo me comía mi helado y veía las luces de la ciudad y como las personas caminaban o los carros iban de un lugar a otro.
Era simplemente hermoso.
-Hija dale una oportunidad...
-Se la doy si ella deja de ser tan superficial y tonta.
-Te pareces tanto a tu madre.
Mi madre, nunca en mi vida la había conocido, nunca he sentido ese amor materno del que tanto hablan. Nunca he ido a comprar ropa o maquillaje con mi madre.
Murió de cáncer cuando yo tenía dos años. A mi padre y mi hermano les afecta bastante hablar de ese tema, pero a mí no, nunca la vi y no lo haré, hasta la otra vida.
-Siempre me dices eso, pero no sé a que te refieres.
-Me refiero que cada vez que te veo es como si la viera a ella. Ella era igual que tu, tienen el mismo pelo, la misma nariz, el mismo color de ojos y su mismo carácter, aún sigo preguntándome que sacaste de mí.
Los dos nos reímos. Estos momentos son los que se deben de quedar guardados en mi memoria, hasta que muera. Estos momentos que me sacan una sonrisa y un grato recuerdo.
-Tratare de arreglarme con Abby.
-Esa es mi hija.- Me dio un gran abrazo.- Baja para cenar, es hora, por mientras ve y cámbiate.
Los dos bajamos y me dirigí al baño, me di una larga y refrescante ducha, después salí en pijama, en el cuarto estaba Abby sonriendo y riéndose en mi cara.
-¿Qué es tan gracioso?.
-Tú.
Un momento, corrí a verme al espejo y mi cabello era rojo.
-¡¡ABBY!!
-Te dije que me la pagarías, así que ahora estamos a mano.
Hija de Snow.
-Corre.
Ella se río y corrió como una loca y yo atrás de ella. Esto no podía quedar así. La iba persiguiendo por toda la casa y la taclee junto en las escaleras y eso hizo que las dos cayéramos por las largas escaleras, después de un dolor en todo mi cuerpo todo se volvió negro.
Abrí mis ojos y estaba en una habitación blanca.
-¿Morí?.
-No, pero falto poco.
Dijo mi hermano sentado en el sillón, cuando vio que desperté, llamó al doctor y el doctor llegó en menos de un segundo, junto con un montón de enfermeras.
-¿Cómo te sientes Max?.
-Adolorida.
-Puedes señalar las zonas.
Comencé a señalar las piernas y la cabeza. Que la cabeza era la que más me dolía.
-Muy bien, eso es normal, pero si te duele mucho avísanos.
El doctor se fue dejándonos solos a Cris y a mí.
-¿Qué fue lo que pasó?.
-Abby y tu cayeron por las escaleras. Las dos no reaccionaban así que las trajimos al doctor, Abby aún no reacciona.
Mi corazón se detuvo y si moría, quedaría en mi conciencia, yo no la quería matar solo lastimar y muy poco casi nada.
-Pero lo hará ¿Verdad?
El asintió y eso hizo que me aliviara un poco.
En eso entró mi padre y me abrazo. Después me dio una regañadiza, sobre que no lo hiciera de nuevo y que si trataba de aventar a mi hermanastra por las escaleras, me llevaría a un internado lejos de casa.
-¿Ya despertó?.
-Si, hace unos momentos, pero mi PROMETIDA esta furiosa, porque cree que tu la empujaste.
PROMETIDA, PROMETIDA, PROMETIDA, era lo único que resonaba en mi cabeza, eso significa que oficialmente sería mi madrastra y Abby mi hermanastra ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!.
Hola, antes que nada perdón por no subir ayer, pero aquí les traigo el capítulo :D. Espero que les guste, comenten, denle estrellita y nos vemos hasta el otro fin.
Max y Abby en galería. :D