Fugaces | Dibu Martinez (TERM...

By RobinUnicornio

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>> Ella se enamoró primero, pero el se enamoró más fuerte. << Jazmín Fernández era la menor de cinco hermanos... More

Notita de la autora
Prólogo
1: Convocan a Enzo al mundial
2: Llegada a Qatar
3: Primera conversación
4: Fiesta con los chicos
6: El lago
7: El gran fracaso de Argentina
8: Noche de películas
9: Una Oportunidad
10: Martinez, 23
11: España In the House
12: Un paso más cerca de la Copa
13: Senario
14: Octavos de Final
GRUPO DE WHATSAPP
15: Ojos que no ven...
16: Países Bajos
17: Un hombre maravilloso
18: La cena
19: La cena, parte 2
20: Jazemi
21: Semifinales
22: Miedo
23: 21
24: El día en que el mundo se vistió de Albiceleste
25: Mí Jazmín
26: El Obelisco
27: Navidad
28: Decisiones Difíciles
29: La Jazemineta
30: Corazones Rotos
31: Vino y Helado
32: Amigos
:D
33: Afrontar las consecuencias
34: Para Emi, con amor
bromita 2 :p
35: Fiesta de Campeón del Mundo
36: Para Siempre
37: Sorpresas en Turín
38: El Sí definitivo
Chat con la Scaloneta, parte 1
39: The Best
Chat con la Scaloneta, parte 2
40: Nuestra casa, nuestra familia
41: El Monumental
Epílogo
Capítulo Especial + Extra
Capítulo Extra 2
Capítulo Extra 3 (Parte I)
Capítulo Extra 3 (Parte 2)

5: Acercamiento

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By RobinUnicornio


Al día siguiente, siento un dolor en la espalda y me despierto, sintiendo los ojos pesados. Me doy cuenta que a pesar de que hay cuatro camas... Juli, Enzo y yo dormimos en la misma, en posiciones que asustaría a los kinesiologos.

Juli abrazaba a mí hermano, con sus piernas sobre mí espalda (yo estaba boca abajo). Con razón me dolía la espalda.

La verdad ni entiendo como llegue aquí. Recuerdo que llegamos ayer anoche y los chicos tenían hambre así que nos pusimos a hacer pan con dulce de leche. Comimos todo y luego yo tenia demasiado sueño y me tiré sobre cualquier cama. Al parecer Enzo y Juli me usaron de cama.

Me refregué los ojos, aún ligeramente dormida cuando miro el reloj en la mesita de noche. Eran pasada de las siete.

—¡La puta que nos parió! —intento levantarme, pero las piernotas de Julian no me dejaban. —¡Julian, move el culo!

Lo empujo y el cae al suelo, llevándose a Enzo con el. Ambos se levantaron asustados y con los ojos rojos por haber tomado tanto ayer.

—Jazmin de mí corazón, por qué tenes que ser tan agresiva —se quejó Juli, estirándose.

Y me levanté y me fui directo al armario para buscar alguna prenda deportiva, ya que acompañaría a los chicos al estadio para su entrenamiento. Escogí unas calzas negras y cortas, y la remera azul oscuro de la selección, un poco grande para darme un aire over size.

—¿Qué pasó? —quiso saber Enzo, bostezando.

—Que Scaloni los va matar, tenían que estar en el estadio a las 7 y ya casi son las ocho.

La habitación se volvió un caos. Entre Juli, Enzo y yo peleamos por el baño. Al final gané yo, obviamente. Pero no tardé mucho, y cuando los muchachos se bañaban yo me vestí y me calcé unos zapatos deportivos de color blanco.

Media hora después estábamos llegando al estadio de la Universidad, era gigante aunque no tanto a comparación de los otros estadios que serían sede del mundial. La mayoría ya estaba allí y jugadores que no había visto ayer también. Como Mac Allister, Paulito Dybala y Angel Di Maria. Al parecer llegaron en la madrugada mientras dormíamos.

Todos los jugadores ya estaban corriendo en el campo, otros estirando y trotando. Scaloni le lanzó una mirada de reprimenda a Enzo y a Juli y éstos sonrieron con inocencia.

—A un vaso de fernet que no llegas al campo primero —soltó Enzo y apenas lo dijo empujó a Juli y salió corriendo.

—¡Sos un pelotudo! —se quejó Juli entre risas y siguió a Enzo. Al final lo alcanzó porque era impresionante lo rápido que corría Julian. Por algo le decían la araña.

Madre mía, estos chicos nunca dejaban de competir.

—¡Jaz, vení acá! —sonreí al escuchar la voz de Anto. Estaba en las gradas, con sus tres pequeños. A su lado estaban más chicas, novias de los chicos de la selección. Solo esperaba que Valentina y Olivia lleguen pronto. Ya las extrañaba.

Subí a las gradas, por suerte no estaban tan lejos y sonreí en dirección a Anto. A lo lejos y más arriba me fijé que estaba Gema, la novia de Emiliano. Traía lentes de sol, estaba de brazos cruzados y como siempre estaba ocupada con el celular.

Bueno, por los menos cumple en acompañar a su prometido ¿No?

Le resté importancia a eso.

—Holaaa —saludé y Ciro se tiró contra mí apenas me vió.

—¡Tía Jaaaz! —soltó una risa infantil, jugando con mi cabello.

Me sonrojé y mire a Anto, ella me miró divertida.

—Le caíste bien a Ciro, al parecer.

—Es un encanto —saludé a los otros niños y me puse a jugar con ellos, a la vez que hablaba con Anto mientras pasaba el tiempo.

El sol estaba fuerte, sin querer queriendo terminé buscando a Emiliano con la mirada. Lo encontré en el medio de la cancha, al lado de Papu Gomez. Estaba con las piernas abiertas, moviéndose de un lado a otro para estirarse. Traía sus guantes de arquero e inclinado, su collar dorado de cruz caía hacía abajo mientras el sol iluminaba sus facciones masculinas y los lunares de su rostro. En serio, éste hombre no tenía derecho a atraerme tanto.

—¿Querés agua? —ofreció Anto, con una sonrisita divertida.

Estaba tan distraída mirando a Emiliano que me cagué de miedo cuando Anto me habló. Ella se rió más al verme descubierta e intenté disimuladar la situación mirando hacía el cielo.

—No, no, no. Por qué o qué —me hice la boluda.

—Por que hace mucho calor, Jaz —se ríe la pelotuda. Termino aceptando el agua y decido que es mejor dejar de ver a Emiliano.

—Ah cierto, perdonáme —sonrío tímidamente y acepto la botella, realmente en Qatar habían altas temperaturas. Y no lo decía solo por ver a Emiliano entrenar, lo que probablemente también contribuía en ello.

Los chicos comenzaron a jugar un partido amistoso, para poner a prueba las estratregias de juego de Scaloni. Iban de pase en pase, y salían y entraban jugadores a ver quién se adaptaba mas en las posiciones. Yo no entendía nada del futbol, pero adoraba ver la felicidad de Enzo al jugar. También la de Juli, su pasión por el futbol era contagiosa.

Y por supuesto, aunque lo niegue, adoraba ver a Emiliano en la cancha. El era medio tímido fuera de ésta, pero adentro era todo un personaje. Se reía, bailaba, gritaba y hacía gestos obscenos como buen argentino. Su carisma era una de las cosas que más me atraía de él. Además era muy talentoso como arquero.

El partido finalmente acabó y cada uno de los jugadores se acercaron a su familia. Me fijé como Emiliano venía, supongo que dispuesto a ir junto a Gema. Pero tenía que pasar por mí lado.

Al verme, el me reconoció y me sonrió, despeinándome el cabello en un gesto cariñoso. Me sonrojé y Emiliano obviamente tuvo que subirse gradas arribas junto a Gema.

Sonreí como boba y bajé la mirada, luego me encontré con la expresión pícara de Antonella.

—¿Qué? —inquirí, sonrojada. Dios, yo no era nada disimulada al parecer.

—Mmm —asintió ella, sin decir nada más.

Ya Antonella me había descubierto.

. . .

Los días siguientes pasaron volando, y el mundial estaba cada vez más cerca. Mis chicos jugarían el 22 de noviembre, contra Arabia Saudita. Era increíble la confianza que tenían, todos estaban felices y sabían que iban a ganar el primer partido.

Los últimos días casi no pude ni ver a Emiliano. Me encargué de acompañar a mí hermano a todos sus entrenamientos y entrevistas, que eran muchas. La lista de convocados ya se había hecho pública y toda la prensa querían saber de ellos.

Ahora Enzito debía lidiar con la fama.

Hoy era el último día de tranquilidad que teníamos. 19 de noviembre, mañana iniciaría finalmente el mundial. Y aunque los chicos recién jugarían el 22, estaban igualmente nerviosos que todas las demás selecciones.
Para ello, propusieron ir a cenar a un exclusivo restaurante privado de Doha, solo esperaba que la prensa no nos encuentre.

Como siempre, yo ya me había bañado al igual que Enzo. Era Juli que tardaba una eternidad, cosa común en el.

—¿Enzo, vestido rojo y corto o vestido negro y largo? —le pregunté a mí hermanito, que estaba tirado en el sofá jugando videojuegos. El vestía con una remera grande y larga de color blanco, y unos pantalones beige. Sus tatuajes resaltaban muy bien en esos colores.

—Jazci, no tenes 50 años, ponete un vestido corto y capaz te conseguís un árabe millonario —bromeó y yo reí.

Adoraba a mi hermanito.

—¡Eso Jazciii, demuestra tu cuerpazo a la prensa! —gritó Juli desde el baño, con la música de Bad Bunny en su máximo volumen. Sí seguíamos así Scaloni nos iba echar.

Negué divertida y me puse el vestido rojo, aprovechando que Enzo estaba distraído con sus jueguitos. Y a qué no adivinan qué jugaba, asi es, la fifa.

Me miré convencida en el espejo y decidí que unos tacones blancos serían la combinación perfecta. Además, tomé una chaqueta suave de color beige para combinar con Enzo.

Juli salió del baño con una toalla y se vistió de espaldas a mí mientras yo me maquillaba. Se colocó una remera roja y unos pantalones beige.

Enzo, Juli y yo nos miramos al notar que estábamos combinados. Reímos fuertemente.

—Parecemos trillizos —apuntó Juli— Pero yo soy el blanco.

Sí, por qué Enzo y yo éramos más negros.

—Y yo soy la linda —les saqué la lengua. Enzo negó, ofendido y saqué mi celular para tomarnos una foto familiar y luego dejé el teléfono en la cama. Se lo mandaría a mí mamá luego, ella adora a Juli, más que a mi seguramente.

Me puse perfume y cuando Juli finalmente estuvo listo, salimos de la habitación para encontrarnos con los demás en el campus, donde nos subiríamos a las camionetas.

Al llegar al campus, me di cuenta que no me traje el celular, lo había dejado en la habitación. Por suerte ésta vez llegamos temprano y algunos apenas estaban llegando.

—¿Qué pasa, Jazci? —preguntó Enzo, al notar mi indecisión, Juli también volteó a mirarme.

—Me olvidé del celu en la pieza.

—Sí querés voy a buscarlo por vos —se ofreció Juli, tan tierno— Vos sos una lenta.

Olviden lo que dije.

—No, deja voy yo —le di un puñetazo en el brazo y Juli se rió. Luego el y Enzo se acercaron a Otamendi para hablar de no sé que.

—Ayyy mamasaaa —les saludó Nico— Estan re lindo ustedes.

—Nos bañamos —rió Juli.

Los dejé ahí al cuidado de Otamendi y me volví a la residencia, preguntándome donde me dejé el teléfono. Creo que sobre la cama.

Al cruzar el pasillo, casi me devuelvo al campus. Me encontré con Emiliano, que iba saliendo de su habitación, no venía con Gema.
Era una cosa rara verlo a él vestido con otra cosa que no sea el uniforme de fútbol. Traía un pantalón negro y una sudadera blanca con las mangas remangadas, que quedaba demasiado bien y al ser alto todo se le estelizaba. Iba viniendo con el celular y me sonrojé completamente cuando elevó la mirada, encontrándose con mis ojos enamorados.

Sonrió, joder. Me sonrió, a mí.

—Emiii —dije tímida, sin saber que más decir. —Pensé que ya estabas en el campus.

Se acercó a mí y le echó un vistazo a la habitación de la que salió.

—No, es temprano aun —sonríe y llega a mí, echándome un disimulado vistazo que claramente noté— Estás muy, eh, linda —carraspeó, parándose a mi lado.

Tuve que elevar la mirada, porque el era demasiado alto incluso si llevo tacones puestos.

—Gracias, vos también Emi —dije intentando no ponerme nerviosa— ¿Y Gema?

Claro, Jazci, pregúntale por la novia así no piensa que sos una boluda enamorada.

A Emi se le borró la sonrisa, lo que me hizo mirarlo con tristeza.

—No quería venir —espetó fastidiado— Pero deja, no quiero agobiarte con mis problemas. Ya hasta pareces mí psicóloga personal, señorita.

Solté una risita y jugué con mis manos, bajando la mirada.

—Parece que están teniendo problemas últimamente —susurré, comprensiva. Al no movernos, Emi se apoyó en la pared y dejó caer su cabeza hacía atrás, suspirando. Aproveché para observar esa mandíbula, con barba de dos días y lunares. Además ese collar que decoraba su cuello. Era demasiado atractivo.

Basta, Jazmin. Controla las hormonas

—No sé si llamarlo problemas, como tal. Desde que le pedí matrimonio lleva comportándose así, supongo que no estaba lista para un paso tan grande y yo la cagué. Igual y es mí culpa, pero te juro Jaz que todos los días hago todo lo posible para hacerla feliz y nada funciona. Vive estresada y gruñona. Aún así le tengo paciencia, no sé, quizás está pasando por un mal momento y no me quiere contar. Pero me está agotando las energías.

Le agradecí infinitamente a Dios y al universo por éste regalo. Que Emiliano se abra de sus sentimientos para mí es un paso muy grande. Quizás está comprometido pero su amistad también sería un sople de aire fresco a mí corazón. Emiliano era una gran persona, tan madura y bondadosa. Era simplemente el hombre perfecto.

—No es culpa de vos —no sé por qué pero me atreví a tomar su mano, donde tenía la pulsera roja, en un gesto amistoso— Sos paciente y comprensivo con ella, a pesar de todo, no es tu culpa. Tienes razón, quizás está pasando por un mal momento pero ¿No se supone que tenes que ser vos su mayor refugio? Igual yo no quiero opinar, Emi. Al final ésto es algo que tienen que solucionar entre los dos y si Gema es la mujer de tu vida, se arreglarán.

Emiliano me miró, tan profundamente que sentí que me analizaba el alma. Sus ojos brillaron con una emoción que no comprendí y aunque me regaló una sonrisa de boca cerrada, fue suficiente para que yo sonría como una tonta enamorada. Era estúpido lo feliz que me ponía hablar con éste hombre.

—Aveces parece que sos la única que me comprende, Jazmin —confesó bajando la mirada con timidez— Pero es muy pronto para decir eso, apenas te conozco. No te lo tomes personal.

—Claro que no, pero planeo llegar a tu corazón muy pronto —bromeé, haciéndolo reír.

—¿Ah sí? —miró nuestras manos unidas y su dedo pulgar acarició mí mano, agradecido.

—Como amiga, claro está —aclaré y solté su mano, antes de desmayarme por exceso de felicidad. Emi volvió a reir.

—Claro, claro —asintió y seguía teniendo esa preciosa sonrisa— Igual y sí, eh.

—Bueno, debo buscar mí celular, a eso vine en realidad —me acaricié la nuca con timidez— ¿Te veo en el campus?

—Dale, señorita —asintió simpático, colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón— No te perdás.

Caminé en dirección a mí habitación, permitiéndome sonreír como enamorada.

—Hey, no soy tan pequeña.

—Deja, pulgarcita —bromeó a lo lejos— ¡Nos vemos!

Troté en tacones hasta mí habitación y entré, apresurada. Cerré la puerta y me lancé a mi cama, enterrando mí rostro en la almohada.

Dios, Jazmin, no podes ilusionarte tanto por una bobada

Bueee, pero al menos podía ser su amiga. No me iba ilusionar, por favor.

Tomé mí celular, me puse más perfume, apagué las luces y salí de la habitación para ahora sí dirigirme al campus. El restaurante y una deliciosa cena con los chicos me esperaba.

OEEEEAAAA -aparece el amor de su vida, osea yo, su autora favorita-

Me pidieron que haga los caps mas largos y aquí esta; jjj, no es tan largo igual pero hice lo que pude.

AAAAAH, Jaz y Emi son unos tiernos, no puedo con ellos. Son tan inocentes, basta. Yo misma me emociono, no quisiera verlos a ustedes JAJAJ

Que tal les pareció el capítulo? Bien? Mal? Re bien?

En fin, aquí estamos con otro capítulo, yendo suavecito. Ya casi está por empezar el mundial, OEEEEAAA.

Emi, deja a Gema y anda con Jaz, te lo ruego.

Por cierto, FEEELIZZ 16MIL VISTAAAS, ínfinitas gracias por todos sus comentarios tan lindos. El Hate es mínimo a comparación de todo el apoyo que he recibido, me alegra tanto el corazón que les esté encantando la historia de Jaz y Emi.

Además, Juli, Enzo y Jaz son tan tiernooss, parecen hermanitos trillizos. Juli el adoptado, JAJAJA

Pues nada, eso, nos vemos en el siguiente capítulo, los amooo!

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