R E B O R N • Koisuru Boukun

By Uzuchia14

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Ahí estaba queriéndote a escondidas de una sociedad llena de prejuicios y tabúes, la misma sociedad que nos a... More

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P R É F A C E
U N O
D O S
T R E S
C U A T R O
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D I E Z
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🍀Un poco del mundo R E B O R N🍀
C A T O R C E
Q U I N C E
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D I E C I O C H O
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V E I N T I U N O
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C U A R E N T A Y S I E T E

C U A R E N T A Y U N O

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By Uzuchia14

TETSUHIRO

Camino por el pasillo.

Los sentimientos arden a flor de piel, también en mi estómago, revolviéndose, me causan nauseas.

Este juego de si, y de no, me tiene hundido en el lodo, y no puedo culparlo a él de comportarse asi sabiendo yo, que esto no sería fácil en lo absoluto. Un sentimiento que quizás nunca había conocido, o se había rehusado a conocer, está abriéndose paso en su dañado corazón, y soy el culpable.

O eso quiero creer...

No sé de donde sigo sacando fuerzas para esto, quizás es el amor que le tengo a Souichi o mi tendencia a perseguir imposibles y cometer errores. Frustrado, continuo mi andar pensando en lo tedioso que puedo llegar a ser, y es que toda esta situación me pone de los nervios, y no sé cómo actuar, así que tan solo me muevo por instinto.

Estando frente a la puerta que da al jardín, respiro hondo, buscando serenarme, peino mis cabellos y finalmente salgo. Busco a papá con la mirada, él está junto al señor Suzuki. La idea de acercarme pronto desaparece, aunque mis pies avanzan despacio.

- ¡Tetsuhiro! –Escucho mi nombre poco después, me giro y ahí esta Tadokoro en la puerta, se ve un tanto agitado. Llamó la atención de todos, en especial la de los patriarcas quienes se acercaron con su atención en el pelinegro, aunque pronto siento como unos ojos me observan. Volteo, encontrándome con los responsables de este mal presentimiento que creció muy rápido. Escucho pasos sobre la hierba, Tadokoro se pone a mi lado con la boca entreabierta, parecía querer decir algo.

Pronto, siento como me despoja de algo, y el objeto brilla con la luz del sol al ser observado por el señor Suzuki, llama mi atención de inmediato.

No puede ser...

Coloca los lentes en su bolsillo. Su mirada altiva pone mis vellos de punta, se siente pesada. Papá está más atrás, su decepción me apuñala y duele reflejarme en sus orbes llenos de odio.

- ¿Cómo llegó esto ahí...? Quisiera preguntarlo sin sonar sarcástico, pero la respuesta es tan obvia que, tan solo verlo puedo saberla sin dejar a que intente usted contestarme con un intento de mentira absurda. Dígame mejor, Tetsuhiro ¿Qué hacía usted con mi hijo cuando tiene prohibido estar cerca de él? Y tú, Tadokoro, como te prestas para esta barbaridad...

El mencionado solo me mira y se muerde el labio inferior regresando la vista al señor Suzuki.

Su voz se torna más seria a medida que avanza la pregunta, mi corazón late acelerado, no sé qué contestar y mi cerebro lanza lo primero que piensa.

-Si eso fuese así ¿Por qué usted me invito a esta fiesta de compromiso? En la cual no debería estar.

-Usted lo dijo, no debería. La razón por la que está usted acá, es para que con sus propios ojos vea que mi hijo es un varón al que no vendrá a corromper, y discúlpame Yamaguchi, pero su hijo solo le ha traído problemas al mío. No me equivoque al pensar, y al decirte -Gira levemente la cabeza para dar un rápido vistazo a papá, regresa sus ojos a los míos – Qué el problema siempre ha sido Tetsuhiro.... Desde el principio

-Soujin... - Papá intenta defenderme, o, mejor dicho, defender su orgullo, pero no tiene como sabiendo la verdad que tontamente confesé. Aprieta los labios, molesto, sin agregar nada más.

Le está dando la maldita razón, y me jode más saber que, de hecho, la tiene.

-Eso es... -A punto de intentar defenderme, una voz femenina se une. Volteo la cabeza a mi izquierda, Matsuda coloca su mano en mi hombro.

-Señor Suzuki, déjeme explicarle le lo sucedido, todo tiene una explicación y...

-Silencio Matsuda. Usted también fue participe en esto, es algo que no puedo pasar por alto de ninguna manera y me parece una traición muy grande alcahuetear semejante cosa. Esta usted despedida, mañana no quiero verla acá, no puede ser... Dos cómplices de esta locura – Niega con la cabeza, decepcionado. – Tadokoro, vete, hablaré contigo luego. Matsuda, retírese también. Llévate a tu hijo Yamaguchi, cuando está fiesta acabe, hablaremos tu y yo -Dijo a papá quien inmediatamente me sacó de ahí llevándome a la mesa donde mamá nos esperaba con una cara de confusión total. Volteo rápidamente, Matsuda se observa con Tadokoro y este regresa dejando a la mujer con un semblante triste.

Me siento fatal, por ella, por Tadokoro, por Souichi.

- Tú hijo lo ha hecho de nuevo... Esto me ganó por traerlo ¡Que vergüenza!

- ¿Qué ha sucedido? – Pregunta ella, sus ojos siguen la figura de papá la cual toma asiento a su lado y me mira más enfadado que antes.

- Yo no te pedí traerme -Respondí altanero, frustrado. Me ganaría una golpiza quizás, pero a este punto ¿QUÉ más daba? Yo no dejaría de amar a Souichi como un demente.

- Cállate... No me contestes de esa forma. Agradece que estamos en público, o si no... -

- O si no ¿Qué? -Dejo de estar recostado en la silla, inclino mi cuerpo hacia delante, mi brazo se posiciona sobre la mesa, mi mano hecha puño la golpea ligeramente. Papá me imita, más despacio, retándome con la mirada, yo devolviendo el gesto.

Estoy harto ¿Sabes? Estoy cansado...

Que pase lo que tenga que pasar.

- ¿Me vas a pegar? –Continuo. Una risita burlona se me escapa, los nervios actúan por mí, pero he pasado peores cosas que burlarme de papá en sus narices. Si viene una guerra, que venga, estoy preparado. –Como siempre...

- Escúchame muy bien Tetsuhiro, esto no se quedará asi ¿Bien? Te voy a arreglar cueste lo que cueste...

- ¿Arreglarme? Me gusta Souichi, papá, ya no hay nada que hacer ¡Nada! –Alzo la voz. Algunas personas nos miran intentando ser discretas. Papá me observa en silencio enderezándose despacio. Imito su acción

- Vas a arrepentirte, Tetsuhiro... Vas a arrepentirte –Se pone de pie. Me observa unos segundos y luego se retira para ir con Suzuki.

- Tetsuhiro... -Mamá llama a mi nombre. Me pongo de pie también sin siquiera voltearla a ver, y delante de papá y el señor Suzuki, entro a la casa para dirigirme a la puerta principal, abrirla, y salir de ahí.

Corro.

Corro apenas estoy fuera de esa casa.

Corro hasta el lugar donde sé que no seré juzgado.

Cuando abro las puertas de dicho sitio, agradezco que no haya nadie, pero él este donde siempre.

Con el mismo trapo, limpiando la misma jarra.

Hiroto al percatarse de mi llegada, poco a poco deja la jarra sobre la barra, rodea esta y sale acercándose a mí.

– ¿Ángel? –Pronuncia cautelosamente.

Sin respuesta, le abrazo.

Él rodea mi cuerpo también, acaricia mi espalda despacio.

– Ángel... ¿Qué ha pasado? ¿Es por él? –Pregunta en voz baja. Hiroto sabe de dónde vengo, no pude no contarle que había sido invitado a ese sitio, y me dijo que ni loco fuera, pero ni loco el Tetsuhiro de ese momento haría caso, con tal de verlo una vez más, así sea entregándose a una mujer.

– Sí, y no, es papá y... Y todo, la verdad, no lo sé –Dejo de abrazarlo para verle a los ojos. –Dame una cerveza por favor.

Suspira. Toma mi mano, me lleva hasta la barra y tomo asiento a la par que él entra para ir al otro lado. Le oigo destapar la botella, el líquido cae en la jarra y él camina hasta mi mientras eso sucede. Deja la jarra frente a mí, y la botella a un lado.

- ¿Qué pasó? –Abre otra botella. –No debería hacer esto, pero... ¿Qué clase de amigo sería si no te acompaño en tu malestar? –Chocó ligeramente su botella con mi jarra.

Sonrío de medio lado, mis dedos rodean el asa de la jarra y la alzo un poco. –Que no ha pasado... –Inclino el objeto sobre mis labios, el líquido se desliza por mi garganta e ingresa a mi sistema.

Ojalá haga efecto rápido y me embriague hasta no recordar nada.

Pero eso sería muy imprudente de mi parte.

Así que, en vez de embriagarme con alcohol, hago que la herida arda más al contarle todo al pelirrojo que me escucha en silencio.

Mientras hablo sin para, y bebo sin medirme, me doy cuenta que toda esta historia es tan ridículamente dramática, que me sorprendo ser el "protagonista" de este relato. He hecho todo mal, desde el momento en que decidí confesarme a él, hasta el momento en que no me defendí de papá teniendo más conocimientos en lucha que él, pero no es fácil pelear con tu padre, y tampoco ocultar un sentimiento que, con uñas, rasga desde adentro queriendo salir.

-Por él, por sus ojos, por su cabello, por su manera de ser, su inteligencia, por él... Por él me he levantado de la cama otra vez, con la esperanza de que todo podía ser diferente, pero jamás va a serlo ¿No?

Hiroto juega un poco con la botella, y espero una respuesta distinta, positiva, una mentira que aliviane mi corazón, pero recibo la dura verdad, la que no quiere quedarse en mi cabeza, la que estruja mi corazón.

–No Tetsuhiro, nunca será diferente, nunca... ¿Quieres mi opinión? O no, no respondas, te la daré, porque alguien debe decírtelo. Esto se ha vuelto un gran problema, ahora que tu papá lo sabe se me hace muy difícil decirte que todo estará bien... No estará bien, ya no estará bien nunca más y suena duro, pero prefiero que lo tengas claro, a decirte lo contrario. Ya no estás a tiempo de echarte para atrás, ahora tienes que enfrentar las cosas o pedir perdón. Siento que estés pasando esto, Ángel, de verdad. Ya no podré estar tranquilo sabiendo que posiblemente mañana los próximos cadáveres en el suelo sean tú y Souichi, y no te culpo por esto, sé que no pudiste evitar enamorarte, pero... Pero ya no tengo un consejo que vaya a gustarte, el único que me queda es que le hagas caso a tu padre, te cases y finjas que nunca amaste a Souichi. Ángel, mi consejo es que vivas una mentira, para no morir por una realidad...

Cabizbajo oigo sus palabras. Sé que tiene la razón, sé que ahora, cualquier paso que dé, cualquier cosa que diga, todo, podría ser usado en mi contra porque todo se ha vuelto real a ojos de quienes no lo aprueban.

Aprieto el asa de la jarra y alzo la cabeza. Hiroto me mira tristemente.

- No te preocupes por eso, Hiroto, no vas a verme en el suelo rodeado por el pueblo y unos cuantos guardias... Lo prometo. Gracias por siempre escuchar las quejas de este enamorado sin remedio, de verdad, no sé qué hubiese hecho sin ti.

- Deja de hablarme como si te estuvieses despidiendo, Tetsuhiro –Golpea ligeramente mi hombro, en su rostro, una mezcla de nostalgia y frustración me provocan un ligero escalofrió.

- Es que... Ahora que me dices todo eso, está comenzando la sensación de que el final se acerca, y estoy aterrado –Bebo de la jarra hasta acabar con el líquido. Coloco el objeto en la barra, vacío.

- No quise asustarte, solo quiero que te cuides Ángel, promete que lo harás, promete que no harás más tonterías y vivirás la mentira

- O moriré por la realidad... -Digo ganándome una mueca de preocupación. Tan solo sonrío de medio lado queriendo apaciguar su sentimiento. –Ya, ya, es broma...

Alzo la mano, de un lado a otro la balanceo suave. Me despido de Hiroto, y él me regresa el gesto parado en la puerta del bar. Ha anochecido, quizás tome dos o tres cervezas más en el silencio de nuestro encuentro. Luego de eso, que sonó a despedida disfrazada de conversación entre dos amigos, no dijimos más, tan solo bebimos hasta que noté como mi cuerpo cosquilleaba, entonces decidí parar. Doy la vuelta a la par que, bajo el brazo. Camino a casa, despacio, tan lento que el camino se me haría largo, no quiero llegar, quisiera no tener que ir, pero peor sería dormir en la calle.

- Quizás deba independizarme como Souichi... -Aprieto un poco los labios. De nuevo pienso en él. Me frustra como ha tomado tanta importancia en mi vida una persona que a veces parece odiarme, y otras... Simplemente parezco su escape de la realidad. Souichi es tan complicado como ser humano, no logro entenderlo, y estoy seguro que ni él mismo logra entenderse en lo absoluto.

Actúa distinto, es uno antes del primer beso, luego es otro al segundo, y al quinto, nuevamente es el primero. Es como... Si quisiese dejarse ser libre sin importancia, pero recuerda que no puede, recuerda que tiene reglas impuestas a sí mismo y no las puede romper, aunque conmigo ha roto varias y eso es lo que me confunde ¿Es un sí? ¿Es un no? No tengo idea, y pensarlo solo me enreda más.

Ni siquiera debería hacerme estas cuestiones cuando no es una relación que vaya a tener un futuro.

Vamos, ni siquiera tendrá un comienzo...

Desgraciadamente, mi pequeño análisis mental hizo que el tiempo se pasara rápido, y pronto estoy frente a mi hogar.

Ahí, parado, esta él.

-... No tenías que esperarme –Digo deteniéndome enseguida sus pies bajan las escaleritas frente a la entrada principal.

- Camina –Ordena. –Ya conoces por donde. Muévete –Se acerca a mí. Retrocedo dos pasos antes que su mano, cual garra, me tome del cuello por detrás.

- ¿A dónde vamos? –Pregunto. Le tomo de la muñeca en un intento de soltarme, pero afinca el agarre, me lastima.

- ¿A dónde crees tú, Tetsuhiro? –Responde en un tono burlón y a rastras, me lleva con él.

El mismo lugar sobrio por fuera, dos mujeres fuman apoyadas a la pared y al vernos, nos sonríen y saludan juguetonas con un movimiento de sus dedos. Papá les sonríe, no se detiene y, por ende, yo tampoco.

Una de ellas abre la puerta permitiéndonos el paso. Las luces del sitio me fastidian enseguida, el olor a tabaco y alcohol me molesta. La misma mujer de esa noche saluda a papá, esta vez no tiene una bandeja en sus manos, no lleva nada, solo el mismo labial chillon, y eso le permite manosear el brazo de mi padre quien no se opone.

La misma mesa. Bajamos los escalones, una mujer baila en la pasarela, algunos hombres le aplauden. Me repugna tanto.

- ¡Por fin llegas! Ya vamos por la segunda ronda. Hola, Tetsuhiro, ten –Uno de los amigos de papá me saluda, extiende su brazo y entre sus dedos hay un vasito con un líquido transparente. Observo a los integrantes del grupo, faltan dos, entre ellos, el señor Suzuki.

- Contesta... -Siento el pellizco de papá. Automáticamente regreso los ojos a los del hombre, tomo el vasito y le saludo con la cabeza. Ingiero el líquido antes que papá me lo ordene. La presión en mi hombro me hace sentar, él se sienta a mi lado y mi suplicio da inicio.

Uno, tras otro, ingiero alcohol sin control con la intención de embriagarme y olvidar donde, y con quien estoy. Papá me pidió sentarme en donde él estaba, para asi estar yo a la cabeza de la mesa, donde las mujeres podían pasar, acariciarme los hombros y, claramente guiadas por papá, sentarse en mis muslos. Cada que eso sucedía, tomaba dos shots. Mis dedos se deslizaron por la pierna de la dama sobre mí, de todas, era la más joven hasta ahora, quizás un poco más mayor que yo. Parece extranjera, normalmente los japoneses tenemos el cabello negro, y ella es rubia, como Souichi.

- ¿Cómo te llamas? –Acaricia mi mejilla. La miro en silencio pocos segundos, su rostro esta un tanto borroso por la oscuridad del local, y mi creciente embriaguez.

- Tetsuhiro... ¿Tú? –Contesto. Una risita por parte de ella me hace sonreír ¿Por qué? No lo sé.

- No puedo decírtelo, pero tienes lindo nombre –Me quita el vaso de la mano para ser ella quien se termine lo que queda. –Y... ¿No quieres darme un beso? –Sonríe dejando el vaso a un lado.

Sin darme tiempo siquiera a procesar su pregunta, me toma del mentón, lo alza y une sus labios a los míos. Oigo el bullicio que forman mis acompañantes de mesa.

El cabello de la mujer se resbala por sobre su hombro y puedo sentirlo cosquillear en mi piel, ella lo coloca tras su oreja. Eso, tontamente, me transporta a cuando es a Souichi quien beso. Mi mano asciende a su cuello, el beso se intensifica un poco de tan solo imaginar al rubio parado en puntas frente a mí, queriendo alcanzarme mejor.

Souichi se mueve un poco para buscar mejor acomodo sobre mis piernas, yo no me detengo y continúo devorando sus labios.

¿Cuándo aprendió a besar así?...

- ¡Suzuki! –Oigo en la lejanía.

Si... Ese es su apellido... ¿Nos están mirando?

- Y trajiste a tu hijo. Hola, Souichi –Habla la voz que pronto me saca del trance. Me separo de la mujer enseguida la burbuja revienta, la observo un tanto aturdido y me siento imbécil al haber pensado, por un momento, que era a Souichi a quien yo besaba.

Maldita sea.

Volteo la cabeza, la mujer se levanta. Ahí parado, Souichi me mira con el rostro serio, un balde de agua fría cae sobre mí.

Enseguida me percato que su padre le tiene del brazo, él no me quita la mirada de encima y no sé cómo describirla. ¿Decepción? ¿Enfado? Decir eso sería echarme porras a mí mismo, y no es que este muy sobrio ahora como para no malinterpretar cualquier cosa a mi favor.

- Veo que empezaron la fiesta sin mi... -El señor Suzuki rompe el silencio. Su torno burlesco resalta, Souichi desvía la mirada, muerde su labio inferior. –Vamos, Sou, únete –Igual que a mí, el señor Suzuki toma de los hombros al rubio y lo obliga a sentarse en la silla que está a un lado de la mía. Prosigo a tomar asiento de nuevo, ambos observamos al frente, no puedo mirarlo a la cara luego de eso.

-Otra ronda para los recién llegados –Pide el hombre de barba. Una mujer con dos bandejas en cada mano aparece sonriente. Coquetamente deja las bandejas en la mesa y se despide igual de seductora. El padre de Souichi sirve dos shots, me da uno, otro a su hijo.

-Yo no quiero –El rubio coloca el vaso sobre la mesa, desafiante, observa a su padre. Soujin frunce el ceño, pero no borra su sonrisa. Desliza el vaso por la mesa hasta el borde.

-Bébelo –Ordena. Souichi, con fastidio, agarra el vasito de mala gana y lo bebe. Lo coloca de nuevo en la mesa, hace una mueca, el alcohol está fuerte y su garganta le pasa factura.

Observo en silencio, todo esto se me hace irreal. Souichi aquí, en este bar, y sé que ha sido obligado, pero la idea de tenerlo sentado a mi lado se me hace... Insoportable, no quiero que este acá, ni que sea obligado a nada.

Pero no puedo ayudarlo, ni siquiera puedo hacer algo por mí.

Poco a poco, Souichi continúa ingiriendo alcohol, yo también. La vista se me torna borrosa, siento los ojos pesados. El rubio se ha puesto más suelto con respecto a la bebida, y me preocupa un poco ya que, se cómo de hablador se pone al estar ebrio. Aprovecho la distracción de los patriarcas y sus compañeros para acercar con disimulo mi silla a la de Souichi.

- Sou –Le llamo en voz baja. El de gafas mantiene la vista al frente.

- ¿Qué quieres? –Responde de igual manera en voz baja. –Muévete para allá, no quiero que nos vean hablar –Ahora es él quien mueve su silla, pero al otro lado. A contrario de mí, él lo hace sin cuidado, asi que su padre voltea y me observa. Sus ojos desafiantes, sonríe de medio lado.

- Ps, tú –El señor Suzuki alza su mano. Una mujer joven se nos acerca y se pone a su lado, sonriente. Soujin le susurra algo al oído a la par que deja unos billetes entre sus pechos. La castaña, pasa sus ojos negros por la mesa, y los posa sobre Souichi dándome a entender que sucede.

La está contratando para él.

La mujer asiente, se aleja y camina hasta el de gafas. Estando a su lado, lo toma de la mano. Souichi observa confundido a su padre quien le hace un movimiento sutil de cabeza

Levántate, y ve con ella

Es lo que entiendo, claramente lo que él quiere decir.

Souichi niega levemente, pero la dama insiste y consigue levantarlo de la silla. Se me revuelve el estómago de tan solo imaginarlo en eso, después de verlo reaccionar como lo hizo cuando le bese más allá de sus labios. No quiero sonar posesivo con algo que ni siquiera es mío, pero Souichi no está listo para esto.

Algo me dice que no.

Asi que, mientras desaparece con la mujer tras la puerta amarilla que yo ya una vez cruce, volteo buscando también una dama que me sirva de excusa para ir hacia donde él esta. Busco y busco entre las tantas que hay caminando de un lado a otro. Achino los ojos, la poca luz me causa dolor de cabeza y me fatiga, pero intento mantener la vista, aunque esta la tenga algo difusa.

- ¿A quién buscas? –Una voz femenina entra por mi oído. Doy un brinquito sobre mi silla, volteo, la misma mujer a la cual bese con la imagen de Souichi en la mente me mira sonriente con las manos en sus caderas.

Bingo.

Muevo la silla para alzarme y ponerme de pie. Tomo su mano entre la mía y me giro para ver a papá quien, con sorpresa, alza la ceja, pero no dice nada y solo se recuesta en el espaldar de la silla. Saca unos billetes de su chaqueta y los extiende a mi persona. Suspiro e ingiero otro shot antes de agarrar el dinero, e irme con ella hacia la puerta amarilla.

Esta es la parte de mí que no sabe que carajos hace, pero solo actúa por impulso guiado por el alcohol. Sin importarme arriesgarnos, sabiendo que ellos pueden sospechar que mis repentinas ganas de venir con ella hacia acá tan solo es una excusa para encontrarme con Souichi, pero prefiero creer que, ellos solo figuran que quiero demostrar a Souichi mi "Hombría" porque él ya lo está haciendo.

La puerta se abre. Ingreso con la mujer. Los recuerdos de la última vez aparecen, trato de evadirlos como puedo.

En este pasillo solo se oyen sonidos que no quisiera describir, y entre ellos busco la voz de Souichi maldiciendo a la mujer, o tratando de irse, pero no la encuentro ¿Dónde está? No puedo simplemente llamarlo por su nombre.

- Tetsuhiro, venga –Mis pasos se detienen cuando ella me jalonea hacia una de las habitaciones. La puerta se cierra, ella camina al centro de la habitación meneando sus caderas. Se da la vuelta y me observa, sonriente, extiende sus brazos invitándome a ir a su lado.

Aprieto los labios y camino hacia ella dejando que agarre mis manos entre las suyas.

– Usted me gustó desde que lo vi, Tetsuhiro –Rodea mi cuello con sus brazos guindándose de mí. Se pone de puntillas, me da un pico suave. –Venga, vamos –Intenta llevarme a la cama, y yo me endurezco cual roca evitando que me lleve. –Venga no sea tímido –Insiste nuevamente y yo me suelto de su agarre negando con la cabeza.

- No, no... Lo siento, yo... -Intento explicarle, entonces su expresión cambia enseguida a una de confusión. –Yo no vine a esto.

-... ¿Es usted policía? Yo no sé nada, estoy aquí porque quiero –Retrocede dos pasos. Soy mayor de edad, todos mis papeles están en regla y...

– Tampoco soy policía, soy un ex soldado que está metido en problemas y está buscando al amor de su vida aquí –En un intento de frenarla, termino siendo yo el que habla de más.

– ¿El amor de su vida? ¿Aquí? No, es usted policía... -Niega levemente con la cabeza. –Hable con el jefe, conmigo no. Permiso –A punto de caminar a la puerta, la tomo del brazo y cubro su boca regresándola a donde estaba parada. Ella me empuja y se sube sobre la cama.

– ¡Espere! No soy policía, lo prometo, solo... Es una historia muy larga y no tengo tiempo. Necesito que busque al tipo rubio que llego cuando usted y yo, ya sabe... El de anteojos, está aquí con una de sus compañeras.

– Eso no está permitido, no puedo quitarle un cliente a...

– Tenga –La freno. Saco el dinero que papá me dio y lo pongo en la palma de su mano. –Para usted y para ella, pero ayúdeme... -Ruego a la mujer la cual intercala su mirada entre los billetes y mis ojos. Parece no creerse esta situación, quizás, como yo, piense que se trata de alguna prueba a ver qué tan fiel es a su jefe, o alguna cosa asi.

Su actitud solo me da a entender que ella no está aquí porque quiere.

Aun me cuesta asimilar que papá disfrute de lugares asi donde claramente hay personas obligadas, que decepción.

– ¿Cómo sé que dice la verdad?

– Porque al igual que usted, también me estoy arriesgando... Allá afuera, mi padre y el de este chico que le digo, esperan que salgamos luego de habernos acostado con ustedes para probar nuestra virilidad. Nos trajeron a la fuerza, y si tuviese tiempo se lo contaría todo, pero no puedo, necesito sacarlo de aquí... -Hablo rápido, los nervios crecen por mi cuerpo al igual que el desespero porque esta mujer me crea y me ayude a buscar a Souichi.

Siento que estoy exagerando, como si fuesen a matarlo...

– Bien ¡Bien! –La mujer agarra el dinero, lo mete entre sus pechos. Camina a un perchero, toma una bata y se la coloca cubriendo su cuerpo. –Le creo solo porque yo también espero que alguien venga a sacarme de aquí... Y porque los ojos no mienten, y los suyos reflejan dolor, y entre ese remolino de tristeza, brillan... -Sus orbes observan los míos por unos segundos. Suspira, camina a la puerta y sale de la habitación.

Me quedo como tonto ahí parado esperando a que regrese, y cuando el tiempo se alarga más de lo que quiero, siento la necesidad de ir a buscarlos, pero no sé qué tan prudente seria que un cliente este merodeando por aquí asomándose de habitación en habitación. Camino de un lado a otro, los minutos parecen pasar lento, demasiado ¿Será que ella se quedó con el dinero y solo se fue? No lo creo, ¿Salir sin mí? Bueno, eso sería solo si fuese a delatarme con su jefe, o con papá.

- Mierda... Mierda –Me dirijo a la puerta guiado por la angustia que me genero ese pensamiento. La mano en el pomo, a punto de abrirla cuando esta se abre de golpe y ahí está Souichi. –Sou... -Pronuncio su nombre en voz baja. Tiene el cabello un tanto desarreglado, y la camisa abierta. Seguro de que va a maldecirme o decirme algo por esto tan arriesgado que hice, pero él solo se abraza a mi cuerpo.

Le siento temblar ligeramente.

Correspondo el abrazo, mis ojos se posan sobre los de la mujer la cual sonríe sin enseñar los dientes.

- Decías la verdad... -Dice en voz baja. Ahora, con ella viéndonos, recuerdo que esto es un delito a ojos de todos y me siento estúpido por habernos dejado en evidencia frente a otra persona la cual fácilmente puede delatarnos en cuestión de minutos. –Tuve que luchar para convencer a mi compañera, ella no es muy confiada a los desconocidos, pero aquí está... Y ahora deben irse, tienen poco menos de media hora.

- ¿Estás loca? ¿Cómo vamos a salir de aquí? –Souichi se aleja de mí, parece que se ha dado cuenta de lo que hacía.

- No seas grosero –Digo sin quitarle la vista a la mujer que le mira a él, ofendida. –No le prestes atención, se pone de mal humor cuando está tomado, pero tiene razón... No podemos salir, sería lo mismo, sentarnos con ellos a esperar que nos consigan dos mujeres más, o nos embriaguen más o...

- La ventana –Dice ella de repente observando la cortina. –La ventana, salgan por la ventana –Señala entonces, la ventana en la pared sobre la cama matrimonial con sabanas marrones. Camina apresurada hacia esta, rueda la cortina y luego abre las puertas de la ventana de par en par. –Por aquí, rápido, normalmente está custodiado, pero esta es la hora del cambio ¡Rápido!

La miro a ella, para luego voltear a ver a Souichi quien no parece muy convencido. Chasqueo la lengua, tomo su mano y camino a la dichosa ventana.

- Vamos, Souichi, escapemos.

- Estas demente Tetsuhiro, nos van a matar, cuando se enteren que nos fuimos ¿Qué diablos crees que va a pasarnos? Será el fin... -Se suelta de mi agarre, volteo a verlo. Tiene razón, cuando se enteren, no sabré que inventar.

- ¿Prefieres quedarte aquí? –Digo colocando una mano en el marco de la ventana. –Quédate entonces, yo no lo hare.

Niega levemente con la cabeza, observa alrededor y chasquea la lengua, sé que no quiere quedarse, pero tampoco quiere desobedecer.

- Váyanse antes que me arrepienta... Esto también me va a traer problemas –La mujer empuja a Souichi por los hombros hasta mí. Nuevamente, agarro su mano y observo la caída que hay desde la ventana. No es muy alto, será un salto rápido.

- Tetsuhiro... -Dice Souichi haciéndome voltear a verlo, está nervioso.

- Escapemos, Souichi, y que pase lo que tenga que pasar... Prefiero morir por una realidad –Murmuro lo último recordando la conversación con mi amigo del bar. Souichi aprieta mi mano, mira a la mujer y luego al frente. –Puedes decir que yo te obligue, pero vámonos ahora –Jalo su mano, saco una pierna por la ventana y luego la otra. Sentado en el marco, suelto su mano, y salto.

Caigo, tardo segundos en enderezarme, el mundo me da vueltas de repente.

- Tsk... -Giro mi cuerpo, miro la ventana, Souichi está asomado analizando la situación en busca de una respuesta final. –Vamos, Sou –Extiendo mi mano hacia él esperando que salte, pero no lo hace.

- No puedo... No puedo, Tetsuhiro, esto es demasiado, esto nos enviara al hoyo enseguida, yo no quiero volver ahí

- ¿Cuándo te volviste tan cobarde? –Reprocho a sus palabras, enfadado, pero no puedo no entenderlo, tampoco obligarlo. - ¡Bien! Quédate... Esta vez no voy a insistir porque se cuan tonto es huir de nuestros padres, pero recuerda que lo intente –Retrocedo dos pasos, me doy la vuelta y empiezo a caminar para alejarme lo más pronto de ahí. Dejarlo en ese sitio me molesta después de haberme arriesgado por evitar que tenga que acostarse con esa mujer, y lo entiendo, o quizás yo me siento tan hundido que ya lo que pase o deje de pasar me tiene sin cuidado.

Suspiro, empiezo a trotar cuando el golpe en mis pies por la caída ya no se siente. Entonces, un ruido me detiene, volteo, y ahí está Souichi a pocos metros de mí.

- ¡Yo no soy ningún cobarde, Tetsuhiro! –Apretando los puños, dice enfadado. Se acerca a mi

No puedo creer lo sensible que se pone cuando esta ebrio, pero agradezco que se haya ofendido.

Río un poco mientras le veo caminar.

- ¡Tetsuhiro! - En la ventana, la mujer llama a mi nombre en voz alta y la miró enseguida. -Mi nombre es Tomoko... No se olvide de mi –Asiento despacio con la cabeza. Me siento mal por ella, por lo poco que dijo, sé que está aquí a las malas y quisiera poder hacer algo para ayudarla.

- ¡Cuídese, y muchas gracias! –Tomó al rubio de la mano, la ventana se cierra y yo observó a Souichi. –Que bueno que decidiste venir...

- Esto nos saldrá muy caro...

– Entonces aprovechemos mientras dure... Corre –Dicho eso, empiezo a correr llevándolo conmigo de la mano.

Si van a castigarnos por esto, que valga la pena. 

----------
Tengo la ligera sensación de que esta llegando el final...

¡Hola! Gracias por llegar hasta aquí de nuevo, aprecio mucho tu lectura.

Espero les haya gustado este nuevo capítulo con sabor a tabaco y alcohol.

Les prometo que quiero actualizar más seguido, pero tengo un hermano que no me deja ni a sol ni sombra, y no puedo escribir frente a él jaksjaja

¡Un beso!

Xoxo, rubia tirana

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