Conviviendo con la Mentira ©...

By LadyGual

1.5M 42.4K 2.5K

[Historia GANADORA en los PREMIOS WATTY 2013 en español, en la categoría erótica, no adolescente, chick lit... More

Capítulo Uno: ¿Por qué a mí?
Capítulo Dos: Preparativos de Boda
Capitulo Tres: Caos desatado.
Capitulo Cuatro: Sorpresa y Trato.
Capitulo Cinco: Sucesos Confusos
Capítulo Seis: ¿Actriz? Creo que no...
Capítulo Siete: Principio del deseo.
Capítulo Ocho: ¿Película y Hormonas? Mala combinación...
Capítulo Nueve: Malas Noticias
Capítulo Diez: Pesadilla.
Capítulo Once: ¿Líos y confesión? Menudo día...
Capítulo Doce: La bomba decidió estallar.
Capítulo Trece: ¿Alex es gay?
Capítulo Catorce: La prueba y, Elisa, ¿qué planeas?
Capítulo Quince: Beso con sabor a tarta de queso
Capítulo Dieciséis: ¡Sorpresa, somos nosotros!
Capítulo Diecisiete: Vaya noche. I
Capítulo Dieciocho: Vaya noche. II
Capítulo Diecinueve: La felicidad dura una navidad.
Capítulo Veinte: Chantaje.
Capítulo Veintiuno: El jodido vengador.
Capítulo Veintidós: Comienza la guerra, ¿en la discoteca?
Capítulo Veintitrés: La llamada. ¡Te lo dije!
Capítulo Veinticinco: Familia, Daniel es Ren...
Capítulo Veintiséis: Adiós a las vacaciones.
Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?
Capítulo Veintiocho: Tentaciones. ¡Maldito Daniel!
Capítulo Veintinueve: Ex novia psicópata.
Capítulo Treinta: Hondo, muy hondo...
Capítulo Treinta y uno: Sentimientos confusos, ¿por qué ahora?
Capítulo Treinta y dos: Oscuros secretos.
Capítulo Treinta y tres: Acontecimientos.
Capítulo Treinta y cuatro: Plan de ataque.
Capítulo Treinta y cinco: El juego...
Capítulo Treinta y seis: ...ha...
Capítulo Treinta y siete: ...terminado.
Capítulo Treinta y ocho: Tras la tormenta
Capítulo Treinta y nueve: Buenos amigos.
Capítulo Cuarenta: A pesar de todo, le quiero.
Capítulo Cuarenta y uno: La mentira de Alex
Capítulo Cuarenta y dos: Se acabó la tortura... ¿o no?
Capítulo Cuarenta y tres: Haciendo lo correcto.
Capítulo cuarenta y cuatro: Un nuevo plan y una propuesta.
Capítulo Cuarenta y cinco: Re-enamorar. Parte I
Capítulo Cuarenta y seis: Re-enamorar. Parte II.
Capítulo Cuarenta y siete: Un accidente inesperado.
Capítulo Cuarenta y ocho: El nuevo Alex
Capítulo Cuarenta y nueve: Confesión, preocupación.
Capítulo Cincuenta: Mi historia no ha hecho más que comenzar.
¡Los premios Watty! Y últimas noticias

Capítulo Veinticuatro: Verdades que escuecen.

26.4K 789 25
By LadyGual

Capítulo Veinticuatro: Verdades que escuecen.

3:40 de la madrugada. Enfrente de la mansión de Lidia.

Miriam

Me apeé del coche de Alex seguida por él, cerró el coche y se puso junto a mi. Me rodeó la cintura y yo me alejé un poco, pero él volvió a poner su brazo allí. Suspiré molesta con todo el mundo. No solo había dicho estupideces, sino que Daniel las creía…

Daniel… si supierais el sufrimiento que estoy pasando… ¡Ese cretino me hizo suya y luego me dejó sin explicaciones! ¡No lo soporto! Y lo peor, es que aun lo quiero… todavía ansío que me estruje en su pecho y me reconforte, que me pida perdón y que me bese como hoy lo ha hecho. Mmm, es recordar sus besos y las rodillas se me aflojan… ¡Pero qué pienso! No, ese idiota no merece ni un pensamiento por mi parte. Por mí que se quede con Elisa.

Todavía no puedo creerme que haya vuelto con ella después de esa noche que compartimos… ¿Es que no tiene sentimientos? No, está claro que no.

En fin, a lo que vamos, Alex está junto a mi y con su brazo rodeando mi cintura. Carraspeé y pedí con voz molesta:

   —Alex, suéltame por favor, no estoy de ánimos. —él me hizo caso, pero por alguna extraña razón sonrió de medio lado.

   —Lo siento, se me ha ido la mano. —hizo una pausa para mirar la gran mansión que se alzaba frente a nosotros. Las luces estaban apagadas, por lo que los invitados se habrían ido ya, o estaban durmiendo…—. Ya estamos delante del portón de tu casa, ¿tienes la llave? —asentí sacándome las llaves que Lidia me dio hace dos días. Abrí la puerta, mucho más pequeña, del centro del portón y, cuando lo hice, sonó un chirrido que me hizo pensar que no se usaba demasiado. Claro, Lidia siempre que salía y entraba era con el coche, por lo que el portón se abría entero. Y Daniel hacía lo mismo… Noté el fresco invadir mi cuerpo y tirité. Aunque esa noche llevara mi abrigo y el de Alex encima, tenía frío…

   —Gracias por traerme. —él negó con la cabeza —. ¿Puedo hacer algo para recompensarte? Sé que antes me he portado como una cría, y quería pedirte perdón.

   —No tienes porque hacerlo. Sabes que haría cualquier cosa por ti. —volvió a sonreír y, no supe porque, no me gustó nada —. Pero, sí que podrías hacer algo por mi. —lo miré expectante.

   —¿De qué se trata? —pregunté cruzándome de brazos. Él se metió las manos en los bolsillos.

   —Quisiera poder hablar contigo… ahora. —a ver, ¿he escuchado bien? Son casi las 4 de la madrugada y quiere hablar, ¿por qué ahora? Disimulé una sonrisa…

   —Lo siento, Alex, pero ahora lo que menos me apetece es hablar… necesito dormir y…

   —¡Pero solo será un rato! Además, necesitas desahogarte conmigo. Sé que amas a Daniel. Por eso te pido que cuentes conmigo para lo que sea, después de todo, ¡voy a ser psicólogo! —evité una carcajada. Pensar que él me podía ofrecer su ayuda como psiquiatra no encajaba en nuestra relación. Se me haría raro… Pero como le ofrecí mi ayuda pues…Además, ¿tan obvio era que me gustaba Daniel? Buff, no podía negarme…

   —Está bien, pero vamos a despertar a Lidia y a mi padre. ¿No crees? Además, ¿tu familia sigue aquí? —él frunció el ceño al pensar en ello. Me cogió de la mano, cerró la puertecita y paseamos por el camino de piedras, el cual estaba rodeado por el inmenso jardín.

Cogidos de la mano, sentí que algo no andaba bien. Esto solo podía suceder con Daniel, o al menos eso pensaba antes. Alex es… ¿cómo explicarlo? Un hombre atractivo y amable, o eso creo. También es maduro y no un mentiroso como Daniel… ¿Por qué no hago más que compararlos? No Miriam, por mucho que haya dicho que comenzaríamos una relación, ¡me es imposible! No pensando a cada rato en Daniel…

   —Hay un sitio que creo que todavía no has pisado en esta casa. —susurró enigmáticamente. Agrandé los ojos, expectante.

Aunque me dolían los pies horrores, ahora quería saber cual era ese lugar que todavía no había visto, así que obvié el dolor y me concentré en el camino. Habíamos rodeado la gran mansión, por el jardín, hasta situarnos detrás de ésta. Allí, para mi asombro, había una pequeña casita, tipo bungaló, de verano. Era de madera y llevaba un barniz precioso que relucía bajo la luz de la luna. La puerta tenía una rejilla para que pudieran pasar los perros —cosa que me extrañó pues no teníamos mascotas—, y también encontré un porche con una hamaca y una mesita redonda y pequeña. La casita no era muy grande, hasta quizá tuviera solo dos habitaciones. ¿Cómo se me había pasado por alto? Claro, en realidad nadie me había conducido por el jardín, es más, ni siquiera había visto la parte trasera de la mansión. Y es que, teniendo una casa tan grande, TAN grande pues, ¿para qué quería fisgonear por ahí? Bien, nota mental, averiguar qué hace esta casita aquí, al fondo del jardín. El caso es que estaba a unos doscientos metros, quizá allí vivía algún empleado… Alex me resolvió las dudas que, seguro, se notaban en mi rostro.

   —En esta casita vivía el antiguo mayordomo. —me sorprendí. Vaya, ¿antes del jorobado había otro mayordomo?

   —¿Qué pasó con él? —él negó con la cabeza y me soltó la mano para caminar hasta la puerta de la casita.

   —Murió hace un año. El pobre ya era demasiado mayor y, como no tenía esposa ni hijos, se quedó a vivir aquí por orden de mi tía Lidia. Ella misma mandó a construirla. Él se llamaba Andrés Cuesta, y trabajó casi la mitad de su vida en esta mansión. Era un buen hombre y, desde entonces, esta casita se ha quedado sin dueño. Pero tengo entendido que los empleados la limpian regularmente, por lo que podemos entrar sin problemas. —me sonrió, pero mis alarmas empezaron a sonar. Esta casa estaba lo suficientemente apartada como para que no nos pillaran aquí hablando, así que me tranquilicé. Ni Lidia ni mi padre nos podían molestar, eso me satisfajo pues no deseaba que nos preguntaran nada. Además, necesitaba desahogarme, ¿y qué mejor que con Alex? Bueno, quizá no fuera el idóneo, pero es el que había en estos momentos, además, debía aclarar el asunto de la relación que mencioné antes…

   —Claro, no hay problema pero… me sentiré incómoda si entramos. Es que este era el hogar de Andrés… no sé si estará bien. —él arqueó una ceja.

   —¡Solo vamos a hablar, Miriam! —y dicho esto, se agachó y, debajo de la alfombra, cogió una llavecita plateada, la introdujo en la cerradura y se abrió. Oímos un chirrido, como antes, pero pronto se esfumó. Ante nosotros se extendía solo oscuridad y tuve miedo. Mira que tener miedo por esto… soy una cría. ¡No va a pasar nada!

   —Tranquila, creo que tiene luz… —tanteó la pared y pronto dio con el interruptor. Encendió la luz y nos dejó ver la maravillosa estancia.

Era un espacio minúsculo, pero acogedor. No tenía cocina, pero si nevera y una gran mesa. Al fondo, aprecié una cama individual bastante grande. Las paredes estaban hechas de madera, me sonó a un bungaló, pero no sabía si era eso o no. Por otro lado, solo había una ventana con cortinas beige adornadas con rallas de colores diversos y, a su lado, una estantería repleta de libros.

Alex entró primero y lo seguí. Cerró la puerta para que no pasara el frío y se frotó las manos. Miré la estancia embobada, ¡era como la casita de los enanitos de Blancanieves! Pero no con cosas minúsculas, claro esta. Río ante la comparación y Alex me sonríe.

   —¿Qué te hace tanta gracia? —su tono sonó extraño, mas no le di importancia.

   —Nada, es que esta casita es preciosa y hasta me ha hecho reír. Gracias por mostrármela. Por cierto, ¿venías muy a menudo a ver a Andrés? —se acercó a la mesa del centro y señaló una silla a su lado para que me sentara junto a él.

   —Pues si. De pequeño, cuando tenía que quedarme en casa de mi tía. El viejo Andrés jugaba con nosotros… —parecía que esos recuerdos le abstraían de la realidad, por lo que no dije nada —. Por ese entonces Daniel tenía diez años, y yo doce. Jugábamos con Andrés, es más, se comportaba como si fuera nuestro abuelo, pues el pobre no tenía familia. En cualquier caso, recuerdo esos años con nostalgia y, de no ser por el resentimiento que Daniel le tiene a mi tía, seguiríamos igual de felices… pero, hemos madurado, o eso creo...

El ambiente se tensó de repente y Alex se levantó de la silla, se dirigió a la nevera y la abrió en busca de algo. El estómago se me revolvió pues no tenía nada de hambre. Alex se volvió y me miró disculpándose.

   —Tengo hambre, pero no hay nada aquí dentro. A ver si por lo menos encuentro un vino… —comienza a revolver los cajones de alrededor hasta que se topa con un botellero con solo una botella dentro. La coge examinándola y sonríe.

   —Vaya, el viejo Andrés sí que sabía… en un buen vino de 1980. Seguro que está buenísimo. ¿Quieres probarlo conmigo? —me preguntó buscando copas.

   —No gracias, en vez de eso, ¿por qué no me sigues hablando de vuestra infancia? ¿Qué pasó después para que ya no fueseis tan unidos? —Alex enmudeció. Seguí sus movimientos perfectos y delicados. Me fijé en que su vestimenta seguía tan pulcra como cuando la velada comenzó. Y ahora que lo pensaba, ¿todavía seguirían en casa todos los familiares? Cuando llegamos las luces estaban apagadas. ¿Se habrían acostado? Si no era así, pronto lo harían. Recuerdo el ánimo de Lidia y sentí rabia. ¿Por qué Daniel no abría los ojos de una buena vez? ¡Era su madre, por el amor de Dios! En cualquier caso, Alex tenía información suculenta que no dejaría pasar por alto. Ahora estábamos ambientados y seguro que lo había dicho sin pensar, pero ya no iba a escapar de mis garras interrogantes.  

   —Sé que aprecias a Lidia, pero también debes comprender a Daniel… no lo pasó tan bien como un niño debía haberlo hecho. Por eso nos distanciamos, porque él comenzó a cambiar y yo… también. Pero eso es otro asunto que yo no puedo aclararte si ya no lo ha hecho el propio Daniel. —entreví una satisfacción en su rostro y no supe porque. —Solo puedo decirte que estuvimos muy unidos y que ahora no lo estamos, evidentemente, por causas… que, ¡bueno! ¡Bebamos un poco! —añadió en el último momento y no supe interpretar su respuesta. Estaba claro que Alex estaba actuando raro. ¿Por qué? No tengo ni idea, aunque pienso averiguarlo aunque no me quiera decir nada. Observé como vertía el líquido tinto en dos vasos que previamente había enjuagado, y me tendía una copa, a pesar de que le dije que NO quería beber.

   —Alex, te lo agradezco, pero no bebo alcohol. Es más, en la discoteca solo he bebido té y cola. Deberías haberte fijado. —le espeté tomando la copa y dejándola a un lado de la mesa. Él me sonrió de medio lado.

   —Oh, pero pensé que esta ocasión lo requería. Además, pronto cumplirás los dieciocho… ¿no? ¿Qué más da? —ignoro que sepa el mes que los cumplo, pero bueno. Le miro recelosa mientras él me observa intensamente —.Vamos Miriam, ¡conmigo no te pasará nada! Además, este vino solo tiene 15 grados…

   —Quince grados ya es bastante, Alex. —aclaro un poco más relajada. A lo mejor me estaba pasando al juzgarle. Pero es que no me fiaba del todo de él. Por si no lo recordáis, lo del ascensor todavía lo tengo metido en el seso y no se me olvida. Como si me hubiera leído los pensamientos, sonrió y me acarició la mano encima de la mesa.

   —No debes temerme a mi, sino a Daniel. No quiero que te alejes de mí por su culpa y, debes saber, que conozco tus sentimientos por él. Quiero que me cuentes todo, como un amigo. —su tono suave me tranquilizó. Si, podía funcionar… un vino y una declaración. A lo mejor y me dejaba ya tranquila.

   —Si, lo admito. Le quiero… ¡pero ahora! ¡Ahora le odio con toda mi alma! Es un estúpido que se aprovechó de mí para luego tirarme. Un trapo usado y nada más. Para él, solo soy su juguete… y me duele, me duele eso demasiado, más de lo que debería admitir delante de ti. Pero ya no puedo más, nadie me comprende porque no puedo decirles nada de lo que me está pasando, ¡ni siquiera a mi mejor amiga! No sabes lo que he pasado desde que él me dejó y… —Alex cortó mi declaración frunciendo el ceño.

   —Espera, espera. ¿Daniel se acostó contigo? —me apretó la mano con fuerza y me quejé un poco. Cuando se dio cuenta de que me hacía daño, me soltó y suspiró tratando de tranquilizarse. —¿Por qué no me lo dijo? —susurró y no le entendí. Entonces me llevé el vaso a los labios y me los mojé con el líquido. Tenía un sabor fuerte pero dulce… mmm, me gustaba. Pegué un trago más largo y luego le contesté con una nueva fuerza.

   —Bueno, no quiero darte detalles, ¿vale? Lo que debes saber es que él me pidió salir y yo acepté como una tonta. ¿No te dijo nada? —inquirí extrañada pues él ahora vivía en su departamento, por lo que tenía que haberle contado los detalles, aunque nunca se sabe con Daniel… podía ser odiosamente discreto.

   —Solo me dijo que se peleó con mi tía Lidia y que no quería saber nada de vosotros… —sus ojos me esquivaron y no le creí. Me ocultaba algo, ¿pero el qué?

   —Alex, puedes contármelo todo… no sé si sea de ayuda, pero creo que algo te ocurre y quiero aliviar tu dolor. Desde aquella vez en el ascensor… No creo que pasara porque sí, sino que tenías que tener un motivo y quiero conocerlo porque creo que me lo debes. —aseguré tomando otro trago. Esto me daba fuerzas… ¿quién lo habría dicho?  En mis diecisiete años de vida nunca había bebido alcohol, pero me estaba gustando, al menos servía para poder expresar lo que desearas sin sentir vergüenza.

   —Miriam, no creo que… te guste saberlo. Soy… tengo problemas y no quiero involucrarte pero… pero eres tan ingenua, tan débil, creo que no me entenderías si decidiera contártelo. —aclaró mirándome intensamente. Sus ojos marrones reflejaban tristeza y algo de culpabilidad. ¿Por qué? Madre mía, quería saber lo que este hombre ocultaba. Pero por otro lado, no quería presionarle.

   —Está bien, sino quieres contármelo, no me importa. Pero debes saber que nunca te echaría en cara absolutamente nada y, además, ¿cómo sabes que no te entenderé? —pregunté sin poder evitarlo. En ese momento, Alex se bebió el vino de golpe y dejó sin cuidado la copa en la mesa. Me fulminó con la mirada e hizo una mueca desagradable hacia mí.

Los vellos se me erizaron al comprobar que ese presentimiento malo que tuve desde el principio, se haría realidad instantes después. Mas ahora mi atención variaba entre la realidad y la ficción pues el vino se me había subido a la cabeza. Me sentía un poco mareada, no tanto como para desmayarme, pero sí algo descolocada. Me llevé la mano a la cabeza y me eché en el respaldar de la silla.

   —¡Tú no sabes nada! ¿Cómo va a entenderlo una monjita como tú? ¡Seguro que me odiarías por el simple hecho de ser gay!

¿Qué? ¿Qué acababa de decir? ¿Gay? Mi mente embotada por la bebida no relacionó los hechos hasta pasados unos segundos, segundos que él aprovechó para tirar de mí hasta que me levantó por completo y quedé frente a su rostro enfurecido. Algo me decía que no hablaba en serio, pero por otra parte, recordaba haberlo pensado cuando Daniel insinuó algo que… ¡ahora no me acuerdo! Pero si, ¡yo lo sabía! En el fondo sabía que Alex tenía algo oculto y ese algo podía ser perfectamente eso que decía. Que era gay… ¡Un momento! ¿Y por qué no iba a entenderlo? Vale que no lo aparentaran, vale que algunos sean homófobos, pero, ¿yo? Vamos, ¡yo aceptaría la sexualidad de cualquiera sin problemas! Sentí sus manos apretar mis brazos con demasiada fuerza y me quejé.

   —Alex, no voy a dejar de ser tu amiga, o prima, ¡o lo que sea! Por el simple hecho de que seas homosexual. ¡Vamos hombre! ¿Qué más da que lo seas? —aseguré sonriéndole a pesar de que me hacía daño. Él no se relajó, al contrario, bufó y, asiéndome de la muñeca, tiró de mí hasta quedarnos frente a la cama. Me temí que hiciera una locura, pero ahora que sabía su preferencia sexual, no correría peligro, ¿no? ¿NO?

   —Vaya, me sorprendes. Tus palabras me asombran, y debo agradecerlo porque he de ser totalmente sincero contigo, ¿no? Pues verás, eso no es todo, querida. Me refería a otra cosa cuando te dije que no lo entenderías… —su rostro de acercó al mío y susurró lentamente casi sobre mis labios —. Quiero a Daniel pero también te quiero a ti. Tengo sentimientos confusos… no sé, no sé cómo funciona mi cerebro y durante años he estado debatiendo conmigo mismo, luchando contra mis sentimientos y teniéndome lástima a mí mismo. Por eso estudio psicología, para intentar comprenderme… ¡Nunca lo llegarás a entender! Es por eso que intento sacarme de dudas. Intento quererte más a ti para olvidar a Daniel, ¡pero es imposible! ¡IMPOSIBLE!

No me dio tiempo a reaccionar, simplemente me besó duramente, sin delicadeza y con toda la intensidad que le fue capaz. Me revolví incómoda, pero él me mordía, me besaba y me volvía a morder para que abriera la boca e introdujera su lengua rugosa… Empecé a lloriquear hasta que él tomó algo de conciencia y se alejó para quitarse la chaqueta y la camisa, mientras tanto saqué el móvil lo más rápido que pude del bolsillo de mi abrigo y dejé el nombre de DANIEL señalado, sin llegar a marcar llamada. Alex ya se lo había quitado y ahora me observaba. Para entonces tenía el móvil en el bolsillo, entre los dedos, por si acaso la cosa se desmadraba…

Lo miré perpleja, sin dar crédito a lo que mis ojos tenían delante. Un Alex con el torso bien definido, desnudo de cintura para arriba y era atractivo, pero ahora solo lo veía como un acosador, alguien que no está bien emocionalmente y trata de obligarse a hacer cosas que no quiere. Además, Daniel está mucho mejor… ¿pero por qué pienso ahora eso? Puff! El vino me pasa factura…

   —Alex, por favor, tú no eres así. ¡Solo te obligas a hacer lo que crees correcto! El que en realidad no estaba bien de la cabeza eras tú y no Daniel como me insinuaste... Por favor, recapacita… —supliqué sentándome sobre la cama. Él pareció dudar, se llevó las manos a la cara y luego de un rato en silencio, quietos, él frente a mi, de pie, y yo sentada… Espero que vuelva a la realidad… porque sino…

   —No sabes nada… —musitó dejando ver de nuevo su rostro surcado por lágrimas —. Y ahora… siento cosas odiosas por ti. Pero por otra parte, quiero poseerte pues eres tan buena… tan…

   —Dime una sola cosa, Alex. ¿Daniel te gusta más que yo? ¿Verdad? Entonces, ¿por qué sigues con esto si está claro? —pregunté directa al grano. No quería herirle, pero debía sacar algunas cosas en claro. Si lograba que entrara en razón, no solo me habría salvado de un posible arrebato de ira por su parte, sino que le habría ayudado.

   —No… no lo sé. —susurró al cabo de unos segundos —.Por eso debo comprobarlo contigo primero. —fruncí el ceño molesta, aunque lo disimulé.

   —Alex, no seas tonto. Ya me has besado antes, ¿no? Cosa que no te perdonaré porque me has hecho sangre en los labios y me duele, pero el punto es lo que has sentido cuando lo has hecho. —me levanté dispuesta a quitarme de esa posición inferior.

   —Eso no es suficiente y lo sabes. —me asió del brazo y me miró directamente. Esa mirada era más confusa aún que la que ponía Daniel cuando jugaba al despiste conmigo… cosa que creo todavía hace —. Vamos, te has acostado con Daniel, ¿no? Hazlo ahora conmigo. —me animó con una malévola sonrisa. Este tío estaba mal de la cabeza.

   —Alex, ¡no sabes lo que dices! Está claro que tienes celos de mí, porque te “arrebaté” a Daniel. Pero créeme que ya no quiero nada con él por lo que no tienes porque seguir con esto. —él me sonríe de medio lado para luego empujarme con fuerza hasta que caí en la cama y él se posicionó encima de mí, con los brazos a los lados de mi cabeza. El colchón se hundió bajo su peso y me estremecí de miedo. Tenía claro que su cabeza ahora no funcionaba bien y empecé a temblar.  

   —¿Celos de ti? Ni hablar, quiero comprobar que tú no eres como las demás tías con las que me he acostado. Que significas algo para mí… por eso yo necesito probarte. —su mano derecha se posó en mi pecho y apretó hasta que me molestó, apartando la tela de mi abrigo.

   —¡Para de una vez estúpido! Ya he intentado ser amable, ¡pero no funciona! ¡Quítate de encima y no hagas más el tonto! ¡Madura de una vez! —expulsé nerviosa y muy, muy aterrada. Esto se estaba descontrolando, menos mal que tenía el móvil... no dudé un segundo más, pulsé la tecla previamente preparada antes de que esto se convirtiera en una violación. Alex siguió tocándome de arriba abajo y grité —: ¡No por favor! ¡Déjame! Te dije que no…sin poderlo evitar, al sentir las manos de Alex entrar debajo de mi vestido corto y palpar sin delicadeza mi cuerpo, le pego un tortazo en la cara con la mano libre. Él se detiene un momento, pero me arrepiento de mis actos porque luego escupe sin sentimientos:

   —¡Cállate! Es tu culpa, ¡maldita! Ahora verás… —me quitó el abrigo sin problemas y me destrozó el vestido por la parte del escote, dejándome el sujetador a la vista. Me sonrojé y mi cabeza comenzó a pensar a toda velocidad. Vale, me encontraba en una situación un poco… ¿desesperante? ¿Agobiante? ¡Quiero matarlo ahora mismo! —el móvil se quedó en el bolsillo del abrigo y, ahora que estaba tirado en el suelo, no sabría si Daniel lo llegó a escuchar... No me importó, creo que lo había hecho bien y Daniel había oído lo necesario para actuar. Aunque no sabía si iba a llegar a tiempo y, por otro lado, ¿cómo me iba a encontrar? Él no sabía a dónde me llevaría Alex.

Comienzo a llorar al sentirme derrotada. Siendo negativos, dudo que Daniel lo hubiera cogido… Alex terminó de destrozarme el vestido y quedé semidesnuda ante él.

   —¿Es que no ves que no te provoco sentimientos? ¡Si de verdad me quisieras no harías esta barbaridad!

   —No quiero escucharte a ti precisamente. Solo quieres tener a Daniel para ti sola, ¿verdad? Pues te daré tu merecido, odiosa mujer. —está claro que tenía que actuar con violencia, pues este no se quitaba de encima de mí…

   —Te odio, ¡no sabía que eras tan gilipollas! Tan idiota como para no darte cuenta de que quieres a un HOMBRE y no a mí, ¿por qué te empeñas conmigo? ¡¿EH?! —me revolví más que antes pero él me aferraba con mayor intensidad. Entonces, miré mis manos y observé que mis uñas eran largas, entonces las aproveché.

Le arañé el pecho con toda la fuerza que pude y él soltó un gruñido de dolor. Pero luego me sonrió. Había intentado salir de su prisión, pero no se amilanó, al contrario, me puso los brazos encima de la cabeza sujetándome para que no me moviera. Grité, lloré, pataleé, pero era más fuerte que yo —nota mental, hacer más ejercicio. A ser posible, de defensa personal—.

   —¡Alex, por favor! Ya enserio, ¿qué pensarán todos cuando se los cuente? ¿Eh? Porque ten por seguro que esto no quedará así. ¡Se lo diré hasta a Daniel! —amenacé y pareció dar resultado pues aflojó su agarre y pude escapar con gran esfuerzo. Me alejé lo máximo posible de él, quise escapar de esa casita que se había convertido en el infierno pero me atrapó a tiempo del cabello y tiró hacia atrás. Aullé de dolor.

   —¡Ni se te ocurra! ¿Me oyes? —tronó con voz gutural. Mis ojos no paraban de gotear de puro terror, por eso decidí pelear con todo o nada. Pero él me abrazó a su pecho y dejó mi pelo libre, así que aproveché y me di la vuelta rápidamente para patearle sus partes nobles —aunque en este caso debo decir “partes NO nobles”. Él se dobló por la mitad y se llevó su mano a la zona “X”. Aproveché para escapar por la puerta, pero cuando la abrí, un Daniel sudoroso y furioso me esperaba a punto de entrar a la casa. Fue verle y sentir que estaba a salvo, pero recordé lo que me había llamado “fulana”, y mi alegría se esfumó solo en parte…

   —¿Miriam, qué…? —miró encima de mi hombro y tensó la mandíbula. Tragué saliva. Hoy se armaría la gorda y no quería que Lidia ni nadie más se enterasen, aunque la casa estuviera a muchos, muchos metros de distancia. No quería llorar más, pero simplemente no podía parar. Así que me sequé la cara de inmediato para que Daniel no me viera así, aunque, pensándolo mejor, estaba medio desnuda, con trozos del vestido colgando por mi cintura y tendría una cara horrorosa… ¿a quién le importa eso ahora? ¿Ves? ¡Daniel, me haces pensar en cosas absurdas en estos momentos!

Sin poder decir nada, Daniel me apartó y entró con pasos firmes para coger del cuello a Alex, que en estos momentos todavía estaba reclinado en el suelo, y encararlo con toda la potencia de su maravillosa voz.

   —¡¡¿Cómo te atreves a…?!! ¡¡Eres un pedazo de mierda, cabrón!! —apretó con sus dos manos el cuello de éste mientras Alex intentaba respirar quitándoselo de encima, pero no podía. Así que, para colmo, tuve que intervenir.

   —¡Daniel, para ahora! ¡¡Lo vas a ahogar!! —grité desesperada y desconsolada. Éste pareció reaccionar pues lo soltó y Alex se arrastró por el suelo jadeando. Me acerqué a Daniel para que parase de acosarle por un momento, pero se me adelantó pues le propinó una patada en el estómago que hizo que Alex escupiera sangre. Joder, ¡esto se ponía feo! —¡¡Para de una vez!! ¡Daniel, por favor! —supliqué agarrándole del brazo, éste me miró amenazador y agrandé los ojos por la sorpresa. Nunca lo había visto tan cabreado… Y me preocupé.

   —¿Qué te ha hecho, Miriam? —Daniel habló suavemente y eso fue peor que si me hubiera gritado. Me mordí el labio inferior porque me recordó a la vez que el periodista ese casi me viola y…

   —Nada. Nada que pueda decirte ahora, Daniel. Tienes que calmarte, está claro que en estos momentos no puedes pensar con claridad… —él me cogió del mentón e hizo que le mirara.

   —No puedes decirme eso porque te estoy viendo en este momento. Estás totalmente destrozada emocional y físicamente. Tienes los labios ensangrentados y tu vestido destrozado… ¡Joder! —se giró para mirar a Alex, quien se incorporaba a duras penas —.¿Pero qué te ha pasado por la cabeza? ¡Energúmeno! —exclamó alzando los brazos en alto —.Creí que no rebasarías los límites, pero veo que eres igual que esa zorra de Elisa.

   —¿Qué? —inquirí perdiéndome de algo. Alex, a pesar de ofrecer un aspecto lamentable, sonrió de medio lado y dijo con los dientes ensangrentados:

   —Oh, claro, ¡no lo sabes! Nuestro amado Daniel te ha engañado, ¡y hasta yo lo sabía! —comenzó a reír a carcajada limpia —. ¿Por qué no se lo cuentas, primo? —preguntó con frialdad. Entrecerré los ojos sin creer sus palabras, pero el silencio de Daniel y el tenso ambiente me hicieron dudar. Encaré a Daniel por si acaso.

   —¿De qué habla? —él ni me miró, tan solo tenía ojos para Alex, al cual mataría sin problemas ahora mismo…

   —De nada que te interese. Ahora vas a entrar en casa sin que nadie te descubra y dormirás placidamente. Ten por seguro que este mal nacido no te molestará más.

   —Sabes que no voy a hacer eso hasta que no me aclares… —Daniel se volteó y me gritó furioso:

   —¡¡Vete de una maldita vez porque sino mataré a este desgraciado!! —empecé a temblar, pero me controlé, o al menos lo fingí pues me fui de allí corriendo sin mirar atrás.

Corrí los metros que separaban la casita de la mansión y no supe cómo llegué a ella sin problemas. No paraba de llorar, temblar de nervios y rememorar una y otra vez la cara de asesino que Daniel había puesto. ¿Lo mataría? No, ¿verdad? Mierda, ¡mierda! ¿Vuelvo allí? Pero algo me dijo que no volviera, que obedeciera para que pudieran limar asperezas, aunque creo que no se hablarían más…

Tengo tantas dudas que me volveré loca si no me las aclaran. ¿Qué había querido decir Alex? ¿Y Daniel? ¿Por qué siempre lo liaba todo? ¿Por qué tenía la sensación de que era mi culpa? ¿Por qué me pasaba esto a mi?

A pesar de mi confusión, hice caso de lo que me dijo y entré sigilosamente con las llaves, cerré la puerta y pasé el hall tan rápido como me fue posible. Subí las escaleras sin los tacones molestos y entré en mi cuarto tras recorrer el pasillo. Ya en mi habitación, me deslicé hasta el suelo sin importarme nada más. Abracé mis rodillas y apoyé mi cabeza en ellas mientras lloraba amargamente.

Jamás me había sentido así, jamás me habían puesto en esta situación y, jamás nadie se hubiera atrevido a tocarme si quiera… pero miradme ahora, era una estúpida cría que no entendía nada…

Continuará...

*~*~*~*

¡Hola queridos lectores! ^^ No suelo dejar comentarios, pero es que tenía que deciros que ya publicaré menos seguido porque ya me he puesto al día xD El caso es que tendréis capítulo cada fin de semana, sábado o domingo. (A no ser que lo tenga listo antes y publique) Pero bueno, ya os lo iré avisando :)

PD: posiblemente tenga el cap 25 listo para éste sábado. ¡Cuidaos! =3

Continue Reading

You'll Also Like

802K 35.2K 48
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
8.8K 704 11
Un niño que vivió un infierno en vida es encontrado por Charlie morningstra la hija de lucifer y lilith y princesa del infierno . Quien junto a su n...
154K 6.4K 21
Un mundo de lujuria y placer, donde lo prohibido es lo más excitante y el peligro la mezcla perfecta, para que Scarlett y Alexander se dejen llevar p...
145K 13.9K 54
Primera parte de la bilogía: Fuego. ....................................................... 1. Graduarse 2. liberarse de sus padres 3. Mudarse a un...