Autumn, Winter [JinBam]

By IamPepiKing

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El Dios del inframundo se enamoró. La vida en su reino jamás se vio tan monótona y él nunca se sintió tan inc... More

El averno
Perséfone
El tártaro
Las estaciones

Hades

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By IamPepiKing

El Dios del inframundo jamás pensó que una caminata por los bosques pudiera ser tan satisfactoria. Por lo general, le gustaba caminar solo mientras vigilaba con detalle cada aspecto de sus tierras, los cuales parecía recordar a la perfección, como un grabado en plata que nunca podría ser borrado de su mente.

Muy diferente a lo que había imaginado, BamBam se veía curioso por la vista que tenía. JinYoung pensaba que la naturaleza en su mundo no tenía sentido más que para sí mismo y los habitantes del lugar, pero desconocía que en realidad los bosques y lagos eran hermosos con esa inusual falta de colores en donde predominaban cuatro; el blanco, negro, gris y azul.

Había árboles y flores que jamás podrían ser encontrados en el mundo terrenal y era lo que tenía asombrado al humano. Definitivamente no se asemejaba en absoluto a la imagen mental que la gente había creado desde el inicio de su existencia. Era una verdadera lástima que nadie pudiera ver lo asombroso que el averno era. ¡Incluso había animales! Bueno, la esencia de ellos. Todos se veían majestuosos con ese brillo ondulante que desprendían como una especie de magia blanca. JinYoung había explicado que al contrario de la creencia de los humanos, los animales también tenían almas y que éstas eran más puras que las de cualquier otro ser, por eso mantenían casi toda su forma y color a diferencia de las almas humanas que podrían verse como un borrón con siluetas poco definidas o casi imperceptibles.

BamBam se la pasó brincando contento por los caminos demostrando así su fascinación por la naturaleza en general, cosa que JinYoung notó desde la primera vez que lo vio. El chico realmente lo disfrutó, en especial porque con su ayuda pudo tocar un par de animales que cruzaron por ahí. Fue la primera vez que vio a tales criaturas magníficas en todo su esplendor, no se perdió la oportunidad de acariciar un león de melena brillante ni de poder tocar las astas de un venado que se irguió orgulloso como el protector del lugar.

Él mismo le dijo cuan fascinado estaba al ver cómo las criaturas más salvajes se volvían tranquilas en presencia del gran Dios. Eso hizo entrar en calma al menor y sentirse a gusto en su presencia, JinYoung estaría mintiendo al decir que no sacó ventaja de eso para poder tomar sus manos y mantenerlo cerca de él. Se regocijó por cada segundo que pudo rozar su piel y sentir la chispa alegre que emanaba de su cuerpo.

—Esto es increíble. —dijo BamBam. —Es como estar en el paraíso.

De alguna u otra forma al chico parecía gustarle lo que tenía en frente, JinYoung aún no podía entenderlo del todo. Durante siglos pensó que era el único en ver el averno como algo más que un lugar tenebroso y oscuro, sin embargo, BamBam también parecía reconocer lo que realmente era; un nuevo comienzo.

—Esto no se parece nada al paraíso. Esa parte de mi mundo no se puede comparar.— JinYoung se acercó lo suficiente como para poder susurrar de cerca. —Yo puedo mostrarte el paraíso. ¿Quieres que te lleva a él?

Lo había dicho con cautela, sintiendo una especie de angustia por escucharse atrevido y ser rechazado en consecuencia. ¿Qué le hacía pensar que el humano quería ir? Comenzó a tener sus dudas tras recordar que el joven rechazaba toda compañía, él mismo fue testigo de cómo disfrutaba estar solo. Él respondería un rotundo "No" a quien le hiciera una propuesta como la que él acababa de hacer. ¿Por qué habría de ser diferente con JinYoung?

Quizás BamBam sólo estaba mostrando cortesía, pudo haber dicho esas cosas con tal de que el Dios no se enojara con él. Tal vez odiaba los sitios con corrientes frías y poca luminosidad, los colores alrededor podrían ser sus menos preferidos, era muy probable que tuviera una opinión diferente sobre el Hades y pensara en JinYoung como alguien espantoso. Todos tenían ese pensamiento sobre él, incluso otros seres del olimpo se removían inquietos sobre sus pies cuando su nombre salía a relucir entre las pláticas. No habría de ser diferente para el jovial hombre de cabellera azabache.

Tal vez Bam no quería estar ahí.

JinYoung se hubiera convencido sobre eso.

Pero entonces, sus labios se tensaban en lindas sonrisas de apariencia sincera y batía sus pestañas en su dirección. No captaba expresiones forzadas.

—Estaría encantado de ir.

Fuese verdad o no, más encantado se encontraba JinYoung por saber que BamBam estaba interesado en conocer más del lugar. Sin embargo, por más que quisiera mostrarle cada rinconcito de una vez, JinYoung temía que el chico optara por marcharse después de haber visto todo en un santiamén.

Eso no podía suceder. No había roto las reglas como para que su sacrificio fuera en vano. Porque sí, llevar un humano al Hades sin antes haberle librado de su cuerpo se consideraba una especie de falta, porque él era el Dios del inframundo y no podía permitir vida en su reino, más que la nueva vida eterna que él les ofrecía al cruzar la barrera del mundo mortal.

Esto no debería llegar a oídos de nadie fuera del Hades ya que de lo contrario él podría estar condenado. Al menos JinYoung no tenía que preocuparse por que alguien le delatara desde dentro. Como seres libres y nuevos los juzgados sólo le obedecían a él, nadie se atrevería a mover un sólo dedo si eso significaba ir en contra de su gran Dios infernal.

Así que ahí iba una preocupación menos.

JinYoung sólo tenía que buscar la manera de mantener a BamBam consigo durante todo el tiempo posible antes de que se diera cuenta de la verdadera situación. Tenía que distraerlo y posteriormente, JinYoung tenía que convencer a BamBam de alguna manera para que se quedara por voluntad propia.

Oh, pero qué difícil lucía eso. Cada una de las piezas parecía ir en su contra, empezando por ser portador de un título con un peso enorme como el Dios de los muertos, rey del inframundo.

—El paraíso puede aguardar. Antes quisiera llevarte a otros lugares. Estoy seguro que te gustarán también.

JinYoung tomó su mano con delicadeza y sintió una descarga en el pecho tras ser testigo de cómo el humano le permitía guiarlo por los caminos infernales.

.

🍃

.

La última vez que subió a la barca de Caronte había sido... ¿Un mes atrás?
No puede asegurarlo. Entre tantas obligaciones por cumplir fácilmente se pierde la percepción del tiempo que corre diferente entre los dos mundos.

A él le gustaba recorrer su reino en la barca, con la corriente tranquila y el suave movimiento de un lado hacia el otro que asemejaban un arrullo y lograban adormecerlo. No lo hacía con frecuencia pero eso no quería decir que no le agradara. Formaba parte de las cosas que más disfrutaba hacer, encontrando las visitas a los campos Elíseos, los descansos con Cerbero y las partidas de ajedrez con sus sirvientes o YuGyeom entre su pequeño listado. Cuando daba paseos en la barca, JinYoung se relajaba y soltaba las riendas para que sus preocupaciones desaparecieran durante unas horas. Siempre había sido así.

Hasta ese día.

—¡Ten cuidado, BamBam!

El chico se encontraba parado en la orilla de la barca y sostenía con una mano la punta de madera mientras se estiraba lo más que podía para ver al frente.

El Dios del inframundo estaba con el corazón desenfrenado y el cuerpo temblando de la angustia.

—¿Qué es eso, JinYoung?

A paso lento –para evitar que el menor cayera al agua– caminó hasta llegar a su lado y así mismo observó lo que el lindo muchacho señalaba hacia la orilla del río.

—Son almas, Bam.

—¿Al-almas?

—Sí, y son tan inofensivas como los animales que viste en el bosque. —dijo apretandole ligeramente el hombro para mantenerlo en calma. —Éstas no pueden salir de aquí y recorrer el reino como las demás.

—¿Por qué? ¿Hicieron algo malo?

—No presisamente. A Caronte le gustan las monedas como éstas. —con un chasquido de sus dedos, apareció flotando una frente a los ojos de BamBam que después se disolvió en el aire. —Él no las transporta a menos que le paguen con un óbolo, así que las que llegan con las manos vacías no tienen más remedio que permanecer en la orilla.

—¿Son condenadas a vagar por la eternidad?

—No se les puede condenar por eso, muchas de ellas murieron de manera espontánea en trayectos largos o accidentes repentinos. Deben permanecer aquí pero no para siempre, una vez que el tiempo estipulado termine entonces podrán ingresar.

—¿Y esas luces en el agua?

—Son vidas que se comprimen en recuerdos y son resguardadas aquí en el río, cada una de ellas, sin excepción.

Con la curiosidad saliendo a flote, BamBam se inclinó y con sus dedos tocó el agua, salpicando gotitas cuando se puso a jugar. Del río salieron destellos blancos que dibujaron líneas en el aire, por cada vez que el menor remojaba las manos un nuevo recuerdo humano se proyectaba. JinYoung vio a BamBam quedarse inmerso en los fragmentos de vidas pasadas que se reproducían ante sus ojos. Por más que vio un centenar, el humano no dejó de reír y sorprenderse por las cosas que se reflejaban en las luces.

El Dios del averno suspiró, ahora más tranquilo por verle sentado desde un sitio seguro dentro de la barca. Quizás habían transcurrido horas desde que se sentó a esperar con paciencia a que Bam terminara de observar, pero a JinYoung poco le importaba si esas horas se tornaban años, él era feliz con tenerlo ahí en su mundo.

—¡Mira, JinYoung!

Una esfera líquida daba vueltas entre las manos del chico. JinYoung no tenía ni la más remota idea de cómo pudo lograr que el agua tomara tal forma cuando por sus venas no corría magia ni poder alguno. BamBam se puso de pie con tal de ir hacia el mayor y mostrarle su hallazgo, pero la esfera se deshizo al momento de darse la vuelta y las gotas cayeron sobre la madera de la barca. El humano entristeció con rapidez al mirar el pequeño charco que yacía a sus pies.

JinYoung actuó enseguida, sólo bastaron unos cuántos giros de su mano para que la esfera se formara una vez más. Como no quería verlo desanimado se las ingenió para sacar nuevas sonrisas al chico tras darle varias formas al agua. Hizo flores de toda clase y animales de todo tipo; tulipanes preciosos, margaritas divinas, conejos esponjosos que sacudieron las orejas y el rabo, le dio forma de lo primero que se le vino a la mente.

—¡Haz una mariposa!

Y bien, ¿quién era JinYoung para negarse a las peticiones de su bonito BamBam?

La criatura hecha de agua batió sus alas y revoloteó alrededor del azabache, quien observó maravillado cómo es que más y más mariposas se formaban a partir de la primera y danzaban alrededor suyo, causándole cosquillas en la piel y dejándola ligeramente húmeda.

Esos ojos del color de la naturaleza brillaron contentos. Inocentes y cálidos, demostraron a JinYoung que BamBam en verdad estaba disfrutando ese momento junto a él. Ninguna expresión tensa, nada de temor. Sólo emociones blancas que se mostraban como reflejo del tiempo que estaba pasando ahí, el cual bajo su juicio sensato de humano, resultaba agradable.

Podía sentir cómo en su interior también revoloteaban diminutas mariposas que fueron creadas con una sola mirada del hombre.

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🍃

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A excepción de las horas en las que tenía que ingresar al salón donde se llevan a cabo los juicios finales, JinYoung se la pasaba todo el día junto a BamBam. A veces podía verlo desde su trono a través de las ventanas del salón, nunca se quedaba quieto, siempre iba de aquí para allá entre la flora y fauna, grácil en todo momento como el día que lo conoció.

Esa mañana lo había visto galopar en uno de sus corceles con Cerbero persiguiendole detrás a modo de juego. Los caballos y el can de tres cabezas pasaron de ser esas bestias aberrantes a unos completos animales mansos cuando estaban con el humano. No se le haría extraño que lo escogieran en vez de él, después de todo JinYoung haría lo mismo. Adoraba a sus caballos y a su gran guardián canino, pero la adoración que sentía hacia el humano rozaba otros niveles.

Era cierto que no se dirigía a juzgar con el mejor ánimo de todos por dejar solo a Bam, pero todo cambiaba al verlo desde su trono, al menos su humor mejoraba en ese tiempo, siendo más evidente para sus asistentes. JinYoung les había dado la orden de tratar a BamBam con mucha más diligencia que a él y también les indicó que lo vieran como a su mismo Dios. De manera obvia nadie objetó una sola palabra al respecto.

Curiosamente, el chico no mencionó nada sobre su larga estadía en el Hades ni nada acerca del mundo exterior. El Dios quiere sacar a relucir el tema, estar ocultando algo de gran importancia hace que una pequeña incomodidad florezca, pero se mantiene con la boca cerrada. Una palabra podría significar el fin y él no se arriesgará de esa manera.

Su adorado chico de ojos verdes está muy bien ahí. JinYoung lo cuida y protege como el tesoro más preciado de todos los tiempos, trata de enseñarle cosas nuevas todos los días, lo lleva de paseo a donde él quiera, se encarga de alimentarlo con los mejores banquetes traídos de la Tierra exclusivamente para él ya que el jovencito no debe consumir nada que provenga del Hades. Cumplió su deseo de vestirlo y arroparlo con las mejores telas que pueden existir, BamBam se ve magnífico con sus atuendos coloridos y sus accesorios brillantes. Sus favoritos son el peplo y chitón de oliva que caen grácilnente sobre su cuerpo y resaltan sus ojos, los aros dorados que descienden desde sus hombros hasta las muñecas en forma de espiral y la corona de laurel dorado.

JinYoung adora verlo entrar a sus aposentos cuando termina de bañarse. Su piel acanalada brilla, sus mechas pelinegras se rizan, siempre se sienta con él y peina su cabello que desprende el aroma de los pétalos que JinYoung se encarga de colocar en el agua.

BamBam está contento ahí con él. El Dios del averno no puede imaginar su reino sin la presencia del humano. Sería el fin de su mundo.

—¿Cómo son los juicios finales, JinYoung?

Se encuentran en el salón de descanso, un lugar grande y acogedor donde nadie interrumpe sus ratos libres.
BamBam, quien hasta ese momento se había mantenido sereno mientras disfrutaba de un aperitivo con Cerbero a su lado, le cuestionó ese dato por primera vez. JinYoung se tarda unos segundos en responder. De manera automática piensa en aquello que necesita evitar a toda costa; la muerte y el juicio de BamBam.

Él es el Dios de los muertos, ha visto cosas terribles sin inmutarse y ha hecho algunas por mano propia también. Puede distinguir perfectamente entre el bien y el mal, sabe cuando hace algo correcto o no, al fin y al cabo tiene ese poder como Dios sobre cualquier ser mortal. JinYoung no puede sentir pena u otro sentimiento por los que llegan a su mundo. ¿De qué serviría? Sus vidas ya están escritas desde el momento en que nacen, él sólo quita y recibe en el momento correcto.

Podrá ser malvado, pero incluso él sabe que no habrá crueldad más absoluta que tomar la vida del humano que ama y sentenciarlo como a cualquier ser mortal.

Pero eso... Eso no va a pasar.

El humano se acerca lentamente hacia JinYoung y se recuesta a su lado entre varios almohadones igual que un sigiloso felino.

—Son un poco aburridos.— JinYoung responde.

No está seguro si hablar acerca de eso con él sea correcto, así que no dice mucho. A puertas cerradas tal vez se de cuenta del futuro que le depara como humano. El Dios no desea a un BamBam acongojado al respecto.

—No puedo imaginar lo cansado que ha de ser.— BamBam lo sorprende al recostar la cabeza sobre sus piernas. Mirándolo desde abajo, esos ojos verdes denotan una chispa vibrante que logran embelesarlo al instante. —Haces un buen trabajo siendo el Dios del Hades. Sin duda eres el mejor.

En todos esos años ejerciendo como el amo supremo del averno, nadie le había dicho algo parecido. Ni siquiera Jackson o Jae Beom. JinYoung encuentra peculiar el hecho de que aquellas palabras llenas de orgullo proveniente del chico le hacen sentir como si estuviera en la gloria y sabe que nadie más lograría ese efecto. Con una devoción tan enorme como el amor que siente por él, JinYoung se encarga de sostener amenamente su mano y baña de besos el dorso junto a sus primorosos dedos.

—Gracias, aunque no creo merecer ese título.

—¿Por qué no?— el pelinegro pregunta confundido. —Eres benévolo y justo, pero también eres inflexible cuando es necesario. Además, no eres como los demás creen, tú eres muy bueno conmigo.

JinYoung no puede ocultar cuán feliz se siente por dar una imagen tan virtuosa a BamBam. No es el malvado dueño del Hades, no para él, ante sus tiernos ojos se convierte en la deidad más afable de todas las que rigen en el olimpo.

—Haré hasta lo imposible por hacer realidad esa imagen que tienes de mí.

BamBam sonríe contento, sus mejillas se levantan alegres y JinYoung siente una vez más esas mariposas que se pasean sin permiso por todo su cuerpo.

Las cálidas luces del fuego se ciernen sobre ellos, un manto acogedor los cubre a ambos y la brisa de la noche logra entrar por los balcones y hace bailar las cortinas blancas. El ambiente es tan grato que JinYoung desea eclipsar ese momento.

—Ten, JinYoung.

El joven ha cogido un racimo de uvas del frutero de plata e insiste en darle de comer. Le ve alzar las comisuras de sus labios en un acto victorioso cuando JinYoung acepta.

Eso es todo lo que hacen. BamBam le ofrece el dulce alimento mientras él le regala caricias en los cabellos hasta hacerlo dormitar sobre sus muslos. Le habla acerca de historias fantásticas que ha logrado presenciar, como el restablecimiento de los tres mundos tras haber derrotado a Cronos. El Dios del averno nunca había sentido satisfacción por relatar historias, ya que nadie se lo había pedido nunca, tampoco había tenido la dicha de disfrutar tantas cosas a la vez, que a pesar de ser simples lograban transmitirle sentimientos fuertes como ese que se iba intensificando en su interior.

—¿Quieres ir a la cama?— pregunta al ver cómo los párpados parecen pesarle. El cielo oscuro y el silencio indican que debe ser cerca de la hora en que el humano frecuenta dormir.

Espera que BamBam asienta con la cabeza, pero en su lugar, el chico toma una nueva posición; se sienta sobre las piernas de JinYoung y con las manos le regala caricias a lo largo de sus brazos. El Dios puede sentir corrientes eléctricas que nacen de la piel bajo los dedos del humano. Se siente elevar hasta el cielo y volar con un sentir placentero hasta que BamBam murmura.

—¿Recuerdas que prometiste llevarme al paraíso?

El humor de JinYoung decae, ya no puede seguir posponiendo el momento.

—Sí, recuerdo.

—¿Cuándo lo harás? Tengo muchas ganas de ir contigo.

JinYoung quiere mostrarle esa parte de su mundo a BamBam, quiere maravillarlo con los campos Elíseos porque de esa manera es más probable que se quede, pero si lo hace, ya no habrán más excusas para mantenerlo en el Hades.

—Podemos ir mañana.

Los ojos de BamBam destellan cual dos preciosos luceros que lo miran fijamente y JinYoung siente cómo el aliento se le escapa. Él jamás había puesto un dedo sobre el menor, no con otras intenciones fuera de los toques gentiles que le otorga cuando peina sus hebras azabaches o cuando le toma las manos.

JinYoung está enojado, triste, tiene miedo, se siente sofocado por el amor que le tiene a BamBam, el cual se ha mantenido oculto todo este tiempo. Sus emociones son un completo desastre y probablemente eso es lo que detona su actuar atrevido. JinYoung deja que sus manos vaguen por el cuerpo del menor, acaricia la piel expuesta con ternura y luego, de manera juguetona mete la mano bajo la ropa del chico, donde se toma su tiempo y toca la piel con sumo cuidado.

Cuando sus dedos llegan al final del camino sobre los muslos ajenos, JinYoung se detiene y observa a BamBam, buscando alguna reacción que le indique si existe un límite o puede continuar. Como si supiera leer el ambiente que se ha tornado muy íntimo, el can de tres cabezas se levanta perezoso y se va, dándoles espacio para seguir.

Por su parte, el menor se aferra a sus hombros y se acomoda mejor sobre sus piernas, tan cerca que sus cuerpos pueden tocarse pecho contra pecho.
La cálida iluminación del lugar en contraste con la débil luz azulada que entra por los balcones le dan al menor una esencia única y un aspecto etéreo. Ya no puede seguir manteniéndose a raya, finalmente toca su mejilla y lo atrae para besarlo al mismo tiempo que retoma el movimiento de su mano bajo la ropa. BamBam no se aleja, no suspira aterrado, el chico le corresponde con el mismo entusiasmo, probando sus labios de manera lenta y profunda.

JinYoung sonríe en medio del beso cuando BamBam muerde sus labios de manera juguetona. Le permite explorar cuanto quiera y como desee, recibe caricias tímidas con la lengua, succiones ligeras que le roban el aliento y movimientos sensuales de sus belfos que se acoplan a la perfección.

Él se mantiene afianzado a su cuerpo, tocando y explorando con detalle. Sus piernas son delgadas pero sus muslos son fuertes, la piel de su espalda es tersa mientras que la de su cintura es suave y sensible. BamBam tiembla cuando desliza los dedos a lo largo de su espalda y se inclina hacia adelante con facilidad. Ambos jadean cuando se separan luego de estar explorándose mutuamente durante varios minutos.

—¿JinYoung?— el humano murmura. Se ha acurrucado de tal forma que su rostro sonrosado se esconde entre su cuello.

—¿Qué pasa, mi cielo?

—¿Puedes... puedes dormir conmigo esta noche?

Y él sabe lo que eso significa.

—BamBam...

JinYoung no tiene tiempo para responder, porque de repente, el aleteo característico de YuGyeom se escucha, cada vez más cerca.

Su cuerpo se paraliza unos segundos. El Dios mensajero no debe ver al humano ahí con él.

—Quédate aquí, Bam. No me tardo.— dice dando un beso sobre su frente y dejando al chico sobre los almohadones.

A pesar de que está preocupado, se encarga de tranquilizarlo con una sonrisa y cierra la puerta del salón cuando BamBam le responde que esperará por él.

Su corazón late deprisa, expectante al encuentro con YuGyeom. Ahora más que antes JinYoung teme ser descubierto, teme que alejen a BamBam de su lado. Se ha acostumbrado a las mañanas donde recibe los buenos días de manera alegre, a las tardes de paseo por el bosque o un recorrido en la barca de Caronte, a las noches acogedoras como esa donde se quedan hablando hora tras hora hasta que el sueño logra vencer a un BamBam de actitud muy activa.

JinYoung no necesitó más compañía de la que tuvo durante cientos de años, pero la clase de compañía que le otorga BamBam es diferente, es especial. El Dios del inframundo ya no quiere vivir solo entre sus cómodas tinieblas, necesita a su querido humano consigo.

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